21
Actualidad...
La lectura de Miller fue interrumpida por el sonido hueco que emitía su puerta de metal. Encendió un sólo panel y atendió a la puerta. Al otro lado de la mismo lo esperaba Mack con un marcado descontento en su rostro, y detrás de él estaba Allison sumamente preocupada sobre a qué punto llegaría a parar su compañero sólo para seguir escuchando a una maldita IA con complejos de homicida.
Algo dentro de Miller ya esperaba ese encuentro pero tampoco se había preparado para ello. El castaño relajó su expresión al pasar su mano por su frente.
—Creí que ya lo habíamos aclarado... —mencionó, entrando a la camareta de su amigo.
El dueño de dicho lugar cerró la puerta detrás de él, dejando que todo ese asunto no fuese escuchado por más personas que estuviesen de paso. Mientras tanto, la cabo se encargó de hacer guardia ahí afuera, apenas escuchando como un susurro lo que aquellos dos discutían y recordando lo cerca que estuvieron de ser descubiertos por Gwysin. Era probable que la superintendente haya ignorado a Morrigan, o era que Miller tenía mucha suerte. De cualquier manera, tenían la oportunidad de no cometer el mismo error.
Finalmente Mack salió de ahí, ofreciendo unas últimas palabras que sólo Miller pudo escuchar antes de volver a encerrarse. El castaño, por su parte, sólo dejó salir un pesado suspiro. Al ver a Allison completamente distraía entre su pequeña tarea y sus pensamientos, algo se iluminó en sus ojos.
—Esperemos que nada más suceda —le dijo, haciendo que la mujer tornara toda atención a él.
—¿Realmente te escuchará esta vez? —indagó, notando el desaliento de su compañero.
Mack encogió los hombros.
—Confío en que sí —contestó, comenzando a caminar.
Allison lo siguió, llegando ahora a preocuparse por aquello que posiblemente su compañero guardaba. Creía que era seguro que meterlo todavía más en lo que sea que Miller intentara hacer pudo haberlo puesto en dicho y preocupante humor.
—¿Mack? —preguntó, indecisa.
El castaño de inmediato tornó su cabeza a ella.
—¿Sí?
Allison lo sujeta suavemente de su brazo, intentando desacelerar un poco su paso.
—¿Estás bien?
Él asintió, formando una leve sonrisa en su rostro.
—Sí, es sólo que me preocupa Miller, aquella IA... y muchas otras cosas —confesó.
—¿Quieres hablar de eso? —inquirió su compañera, aún con su agarre fijo en él sin que alguno de los dos pudiese darse cuenta de ello.
—¿Contigo? Me gustaría —respondió al instante, provocando una pequeña sonrisa de alegría por parte de Allison, y que además pareció ser contagiosa para él.
...
Sentados en un banco de unas de las áreas verdes aledañas a la grandísima instalación en la que entrenaban y dormían, los soldados conversaron por varios minutos sin llegar a ser interrumpidos por nada.
—Entonces, ¿tu hermana se siente insegura? —preguntó Allison, todavía siguiendo el hilo.
—Expuesta, diría yo —menciona el castaño —. Creo que haber estado en medio de todo el caos en aquel día, sola y con sus dos hijos la hace sentirse de esa manera cuando sale a las calles. No confía en nadie, y casi todos a su alrededor podrían presentarle algún peligro.
—Debe ser horrible...
Mack afirmó su comentario al dejar salir un suspiro. La paranoia de su única hermana ya estaba siendo tratada, aún así no podía evitar sentirse mal por no haber estado con ella cuando más lo necesitó. Algunas veces incluso dudaba en seguir su carrera militar en CyberTec, pero seguía siendo su hermana aquello que le hacía seguir y dudar de sus acciones.
—Las grandes ciudades no deben de ser mucho de ayuda —comentó su compañera —. Todo ese ruido debe de ser muy estresante para ella.
Aquello último encendió una bombilla en la cabeza de Mack.
—Tienes razón... —susurró, abandonando su asiento sin previo aviso de hacia dónde se dirigía ahora.
El soldado dio la vuelta, caminando de espaldas con suma prisa.
—¡Gracias! Te juro que hablamos luego.
Allison se despidió de él algo confundida, pero a su vez feliz de haberle visto cambiar su actitud repentinamente. Su móvil vibró en su bolsa derecha, encontrándose con un mensaje de su tatuadora pidiendo su presencia en esa misma noche para finalizar de una vez por todas el trabajo que llevaba. Respondió de inmediato con un típico sí, y se encaminó a cambiar su uniforme por un atuendo más casual.
Saliendo de su camareta de encontró con la morena que tiempo atrás le había dado una paliza. Sade le sonrió con sólo verla, esperando recibir esa misma respuesta de Allison. Y así fue.
—Si te preguntas por mi misteriosa aparición, es porque quería saber si estamos bien —le dijo, manteniendo sus dos manos atrás de su espalda en una postura de descanso —. Lo estamos, ¿verdad?
Allison asintió, recordando haber disfrutado de aquello que Mack catalogaba como "las disculpas de Sade". Aún así, Sade lo puso en duda.
—De verdad. No me gustó dejarte de tal manera pero el teniente me lo ordenó —le dijo, bajando sus hombros.
Allison volvió a inclinar la cabeza de arriba a abajo, viéndose también algo extrañada por ver a alguien como Sade verde insegura. Aún así, también hacer memoria de aquella madrugada solía ser como un trago amargo para ella.
—Bueno... —Sade se tomó unos momentos para pensar mejor lo próximo a decir —. El teniente fue demasiado pesado aquella noche, y quiero que sepas que... ¡Al diablo con él! Ser diferente a tu padre no tiene nada de malo, y compararte con él es una burla a lo que podrías llegar a ser —expresó, dejando sin palabras a la chica.
—Yo...
Sade la interrumpió, colocando su dedo frente a sus labios. Luego comenzó a reír con sus mejillas abochornadas.
—¡En serio! Expresarme de esta manera es difícil para mí —comentó entre risas, volviendo a colocar ambas manos en su espalda —. Y para no hacerlo más largo, te invito a pasar a entrenar conmigo cuando quieras.
Posteriormente y sin esperar alguna otra palabra por parte de Allison, dio la vuelta y regresó por donde vino.
La sonrisa de Allison se alargó aún más, con ahora ella tomando una dirección contraria para echarle un vistazo a su compañero quien por alguna misteriosa razón se había ido así sin más.
Con todo lo que necesitaba en las bolsas de su pantalón arribó hasta el lugar donde descansaba, encontrando a Mack en un mejor estado de humor en medio de una holo-llamada con la mujer que tiempo atrás había visto en la tan apreciada fotografía que el castaño llevaba a todos lados. Cuando el soldado se dio cuenta de su presencia, cordialmente se despidió de su hermana y terminó su llamada.
—Lamento interrumpir, solo quería saber si ya estabas mejor —le dijo, aliviada de verlo menos hundido en sus pensamientos.
—Estoy mejor que nunca —le dio a conocer, amistoso —. ¿Vas a algún lado?
Allison asintió, mirando a su alrededor y sintiéndose un poco extraña por ser de las pocas personas que pasaban por ahí sin un uniforme.
—Creí que sería buena idea visitar a papá y hacer algunas otras cosas.
Mack se levantó de su lugar, viendo un buen momento para invitarla a salir aunque desconociera por completo a dónde.
—Recuerdo que me dijiste que te gustaría comer algo fuera de la rutina... ¿Crees tener algo de tiempo?
Los labios de Allison formaron una media luna casi de manera instantánea.
—Tengo de sobra —respondió, sin que aquella sonrisa desapareciera —. ¿Qué tienes pensando?
Mack arqueó una ceja, pensativo. No conocía la ciudad, mucho menos un lugar al que ir.
—Podríamos pensar eso después —mencionó ella, recordando que era la única que podría decidirlo gracias a que Nueva York había sido su hogar desde que tenía memoria.
—Me parece buena idea —coincidió el castaño, pensando qué vestir para esa salida —. No tardo —dijo, encerrándose en su camareta.
Allison asintió, dándose la vuelta al mismo tiempo. Tomó su móvil de su bolsa y buscó a su padre entre sus contactos antes de realizar una llamada, mas no recibió contestación alguna. Lo intentó otra vez y el resultado había sido el mismo. Black quería avisarle que iría a verlo pero quizás estaba ocupado con alguna otra cosa.
—Todo listo —indicó Mack a sus espaldas.
El habitual uniforme que solían vestir todos los días con normalidad había cambiado también en Mack, llevando algo más cómodo en su lugar.
Ambos emprendieron su caminata hasta la salida de la instalación dónde fueron atendidos por Gwysin, quien muy apenas podía mantener una sonrisa a quien la viera. La IA les pidió un taxi para que pudieran alcanzar su destino con mayor rapidez.
Pese a su buen servicio, Allison siguió notando un extraño cambio en ella pero no podía adivinar la razón de aquello, y tampoco le correspondía saberlo. Simplemente lo dejó pasar como cualquier otra situación en la que no tuviera control y se concentró en tener un buen día, y con Mack a su lado seguro lo tendría.
Las autos y personas pasaron con rapidez por su ventanilla, descendiendo su velocidad a medida que se acercaba a su casa. Para Allison, todo aquello era normal para ella, pero no para Mack cuyo agobio por tanto tráfico fue notable en su confundido rostro. Black rió con levedad, apartando la mirada del castaño de los altos edificios y el sin fin de vehículos para relajarlo un poco.
Cuando finalmente llegaron, bajaron del vehículo sin antes dejarle su respectivo pago a la amable persona que los había traído hasta allí, y se encaminaron a la puerta de la gran casa. La fémina tocó la puerta y esperó por su respuesta. Luego de un par de minutos decidió hacerlo otra vez, por esa ocasión agregando un poco más fuerza para que pudiese ser oída desde una habitación lejana pero al igual que antes, nadie llegó.
—Quizá salió a caminar —le dijo Mack, disipando toda posible preocupación en su compañera.
Allison suspiró. Realmente podría ser así. Conociéndolo, debía ser una actividad diaria para todavía habituarse en esa nueva vida cotidiana que llevaría de ahora en delante.
—Hice una búsqueda rápida, y cerca de aquí hay varios restaurantes de comida rápida —mencionó su acompañante, con su móvil entre sus manos —. Por si quieres matar un poco de tiempo ahí antes de volver a buscar a tu padre.
Allison se acercó aún más a él, y checó la dirección de uno de los mencionados lugares que ella bien conocía por ser un local en el que servían variedad de comida. Por lo que se encargaría personalmente de llevarlo allí.
Luego de una larga caminata de quince minutos por las calles de la ciudad, llegaron al pequeño puesto ubicado en la esquina de una gran avenida. Sus variados colores, con el rojo predominando sobre todos ellos, le daba una atractiva apariencia.
Ambos entraron en el local, inmediatamente siendo recibidos por la IV que les echaba una mano a los meseros y fueron guiados hasta su mesa. En el centro de aquella tabla rectangular se proyectó el menú que disponía el restaurante. Mack vio a través de ese holograma a una indecisa Allison que parecía querer probar de todo. No tenía bien en claro todos sus gustos, y no estaba en sus planes quedarse así.
—No sé tú pero yo aprovecharé para comer la mejor comida chatarra —le dijo, atrayendo toda su atención.
El castaño tornó su cabeza hacia la IV que aún esperaba estático para tomar su orden.
—Una pizza mediana, por favor.
Allison levantó una ceja. Una sonrisa de media luna se formó en sus labios.
—No te importará compartir, ¿verdad? —preguntó.
La mujer también enfocó sus ojos en la Inteligencia Virtual, señalando aquello que estaba por pedir:
—Yo solo quiero una malteada de fresa.
—¡A la orden! —respondió, desapareciendo en un solo parpadeo.
Mack hizo el menú a un lado para contemplar aún más las bellas facciones de Allison.
—Entonces, ¿cómo está tu hermana? —preguntó ella, haciendo caso omiso a su mirada gracias a que entretuvo sus ojos un poco en el personal del restaurante.
—Está bastante bien —contestó —. Gracias a nuestra plática en la base, se me ocurrió una grandiosa idea.
Allison inclinó un poco su cabeza a un lado, mostrando de una manera adorable su interés.
—Le sugerí irse a vivir con nuestros padres a un pequeño y muy tranquilo pueblo. Solo espero que así se sienta más segura —continuó, colocando ambas manos sobre la mesa —. Tal vez mis viejos la ayuden más de lo que yo podría.
Allison percibió en él cierta culpa, llevándola a actuar al instante y tomar su mano para ahuyentar aquel sentimiento.
—Siempre has estado para ella, y aunque no lo creas, haces más de lo que piensas.
—¿Una malteada de fresa? —preguntó la joven que cargaba con una charola donde llevaba también los pedidos de otras mesas.
Allison dejó a su compañero para quitarle un peso más a la mesera. Acto seguido le dio un sorbo, deleitándose con su azucarado sabor a pesar de haber sido preparado con suma rapidez.
—No me imagino que sería de ella si no estuvieras tú... —susurró, de cierta forma sintiéndose identificada debido a que Allison también llegó a estar en su lugar.
—Es mejor no pensarlo —mencionó su compañero.
Otro mesero pasó a dejar cubiertos y servilletas, sonriendo a sus clientes mientras se retiraba y le daba paso a su compañero para entregar su comida.
—Sería un total de veinticuatro dólares —les dijo.
Allison buscó en sus bolsas. Todavía tenía efectivo de sobra para poder pagarlo pero antes de que pudiera ofrecerlo, Mack estiró la muñeca izquierda hacia el mesero para señalar su forma de pago. El empleado procedió pasando una pequeña tarjeta que ubicaba el microchip de su muñeca y restando el saldo correspondiente.
—Todo listo. Espero y disfruten de su comida.
Los dos pasaron los siguientes minutos conociéndose un poco más, y hablando sobre las estupideces que se les venía a la cabeza. A dos rebanadas ingeridas cada uno, Mack recibió una llamada de su tan estimada hermana. Al contestar sonrió con más alegría que nunca cuando vio detrás de la llamada a sus dos adorados sobrinos, curiosamente, también cenando rebanadas de pizza. Allison escuchó a uno de esos dos niños preguntar por la "tía Sade". La piromana tenía que ser alguien importante en la familia de Mack como para recibir tal título. Después de una negación de su tío, mostró por la llamada a la mujer que lo acompañaba, presentándolos a ambos. Uno de ellos, de cabellera castaño-rubia con la ausencia de uno de sus dientes frontales, la saludó. Por otro lado su hermano, casi como su propio reflejo, se quedó callado por la notable timidez.
La pequeña charla continúo por breves minutos hasta que los sobrinos de Mack colgaron la llamada.
—Una disculpa —mencionó por la intervención que tuvo su llamada en la comida de ellos dos.
—No lo hagas, fue agradable conocerlos —le dijo Allison sin ningún problema, entendiendo por completo el valor de la familia.
Tardaron otro par de minutos comiendo y hablando hasta que finalmente terminaron con su deliciosa manjar y ya ambos se encontraban caminando por la salida. Hacía tiempo que Allison no disfrutaba de la comida chatarra, y agradecía tener el estómago lleno para no lamentarse de ello a medio tatuaje.
Con su mirada fija en los vehículos que pasaban y sus manos en las bolsas, Black miró a Mack pensando que no estaría mal si pasaban más tiempo juntos.
—¿Quieres acompañarme esta noche? —soltó, sin llegar a pensar que aquella pregunta podría ser malinterpretada.
Lo que restaba del día no quería estar como un zombi en la tienda de tatuajes contando y repasando cada diseño enmarcado y colgado en la pared del lugar.
Él vaciló al instante.
—¿Segura?
Allison encogió los hombros.
—Sí, no veo porque no. De todos modos no le falta mucho a mi tatuaje.
Mack entró en cuenta que no era lo que él pensaba, y gracias a ello se sintió menos nervioso.
—¿Eso quiere decir que te veré desnuda? —bromeó, haciendo una señal con su mano para detener otro taxi que los llevaría muchísimo más rápido.
Luego de bajar del vehículo que los transportó a cambio de dinero, caminaron poco más entre las calles para encontrarse con la tienda que Allison últimamente frecuentaba. Ingresando se encontraron con una mujer tatuada de ambos brazos con diferentes diseños y colores. Sonia, se hacía llamar.
—Rápido, chica. Que el tiempo es oro —apresuró, ya teniendo todo listo para terminar su trabajo.
Mack espero sentado en una silla y centró su vista por breves momentos en Allison. Quien, al escuchar la prisa que su servidora tenía, se quitó su blusa mientras estaba de camino a ella. Mostrando así, el tatuaje a medio terminar de un cuervo empezando desde su espalda y terminando en su hombro derecho.
—Ya veo que no requieres estar desnudar para que yo pueda ver el tatuaje —habló Mack desde su lugar.
Allison rió.
—Solo quería ver tu expresión —confesó —. Además, el brasier sería un estorbo, ¿no lo crees?
—Quizás podríamos compararlo de las dos formas. Aunque ya sé cuál quedaría mejor —una sonrisa burlona apareció al terminar, aún así aclaró su garganta para no incomodar a la tatuadora más de lo que ya estaría —. Por cierto, ¿qué significa?
—Guerra —respondió ella al instante, dejando un poco pensativo a su compañero pero entendía la razón de aquello.
—Se ve bien.
Mack le sonrió. Después de todo estaban en una guerra de la que millones de personas no estaban enteradas.
Andhra Pradesh, India/ Instalación abandonada de CyberTec.
Shiva
Sin mucho problema abrió las viejas puertas bajo sello que mantenían a cualquier otro ladrón lejos de lo que antes llegó a ser su hogar. Los fieles soldados que les servían fueron los primeros en entrar con sus armas en punto y listas para la ocasión, una vez asegurando tal lugar Yeti le cedió el paso.
—¡Qué recuerdos! —expresó Kali, pateando un pedazo de concreto que se encontraba en su camino y encontrando debajo de eso un cráneo roto —. La muerte sigue siendo la dueña del lugar.
—Así parece —afirmó Shiva, pasando por encima de un esqueleto para llegar a una terminal que aún permanecía intacta.
Los otros dos androides fueron a sus respectivos lugares para ayudar a Shiva con su búsqueda de información sobre el paradero de una vieja IA, de la cual tenían que encargarse para no tener futuros problemas.
—Los demás pueden echar un vistazo por el lugar, si encuentran algo no duden en decirlo —ordenó la mandamás, dirigiendo sus palabras en los humanos que les acompañaban.
Yaca asintió, tomando rumbo por un pasillo con una lámpara y su rifle por delante, mientras que Yeti y Dimitri se fueron juntos por otro lado.
—¿Alguna noticia? —preguntó a sus compañeros.
Los dos negaron desde sus terminales. Todos los datos que buscaban habían desaparecido, borrados, o en el peor de los casos, robados. Shiva accedió a los sistemas de emergencia del lugar, logrando encender algunas luces para facilitarles un poco el trabajo a sus subordinados.
—¿Una pequeña filtración te asustó, Shiva? —Kali rompió con el silencio con aquel tono burlesco de siempre —. ¿O para qué nos hiciste viajar de tanto para esto?
—Es necesario —respondió la mencionada, ignorando el comentario de su compañera y las manchas en las paredes que debían de corresponder a la sangre humana —. Vamos a necesitar un ejército más grande si queremos lograr nuestros objetivos.
—Echa un vistazo a tu alrededor. Perdemos nuestro tiempo —replicó Kali, ahora hablando sin mucha emoción —. Podría estar torturando a unos soldados si no fuera porque me quieres tener aquí haciendo cosas tan triviales como esta.
—Es una lástima —Shiva le restó importancia a lo que decía, apenas encontrando un archivo con información dañada e imágenes de todos los antiguos trabajadores del lugar; entre ellos una foto de la doctora Rión.
Ver a su propia creadora le traía muchos recuerdos, entre ellos lo que vivió y experimentó en el poco tiempo que llevaba con vida.
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