19

Allison
 


 
La noche era joven para muchos, pero para Allison fueron horas continuas llenas de dolor y paciencia. Si bien pudo haber hecho cualquier otra cosa, ella prefirió liberar un poco de estrés yendo a una tienda de tatuajes donde pagó bien para un diseño en especial en su cuerpo.

No era de extrañar que ella también iría a salir y disfrutar un poco de su tiempo libre, pero a comparación de muchos otros, Allison lo hizo sola.

Durante su larga y única sesión la programación habitual del canal del viejo televisor de la tienda fue interrumpido, mostrando sólo tres desconocidos rostros. Dos hombres y una mujer. La mujer, menos joven que Allison, poseía marcas visible en su rostro que indicaban algún tipo de modificación al que se había sometido. Lo mismo pasaba con el segundo, pero con el último no era el caso.

—Según fuentes indican que estas personas tuvieron algo que ver con el ataque terrorista al país, pero hasta el momento es lo único que sabemos —anunció el reportero —. Si los llegan a ver, por favor no duden en contactar a sus autoridades locales.

De inmediato Allison aprovechó ese momento para memorizar cada detalle de sus rostros. Ahora eran sus objetivos, y estaba realmente ansiosa de encontrarlos.

Después de largas horas de ser marcada con tinta negra, finalmente regresó a la instalación de CyberTec para dormir las tres horas que le restaban. Por el dolor y el cansancio, hizo posible que cayera en menos de diez minutos a manos de Morfeo.

...

Pasadas de las seis de la mañana, Allison caminaba con los hombros abajo con un rumbo fijo al comedor. Apenas entrando a la área específica para adquirir bebida y alimento, Acker la vio llegar y se interpuso en su camino "accidentalmente". La cabo alcanzó a empujarlo y hacerlo a un lado de su camino.

—¿Tan temprano y ya jodiendo, Acker? —exclamó.

El hombre sonrió con gracia.

—¿Qué pasa, Black? ¿Alguien echó a perder tu cereal? —inquirió burlón volviendo con los otros tres soldados que le acompañaban en su conversación.

Allison simplemente lo ignoró, tomando una bandeja de la cafetería para comenzar a servirse algo de desayuno. Deambuló por cada pequeña área que tenían alimentos en específico, y le echó el ojo a una manzana roja que esperaba a ser llevada. Se acercó despreocupada e hizo espacio para poder tomarla. Sin esperarlo Mack tomó la manzana que ella estaba por llevarse, provocándole un resoplido que llamó la atención del castaño que -al igual que ella-, estaba ahí para desayunar.

—Es raro verte a esta hora desayunando —mencionó él, con ambas cejas en lo alto.

Allison encogió los hombros. Mack y muchos otros acostumbraban verla desde poco antes de las cinco de la mañana disfrutando de su primera comida del día.

—Tuve una larga noche —respondió ella, tomando otra manzana.

Allison buscó un lugar donde sentarse para desayunar, siendo seguida por Mack.

—¿Pasaste la noche con alguien? —preguntó con una sonrisa burlona, tomando lugar frente a ella.

Su compañera se sonrojó un poco. Posteriormente sólo rió entre dientes.

—No, no —siguió riendo —. Sólo me hice un nuevo tatuaje —aclaró, alzando la vista hacia su compañero —. Además, necesitaba algo de contacto físico que no tuviera que ver con golpes o hematomas —añadió, dándole una mordida a la manzana.

—Me ofende que no me hayas invitado a pasar la noche, si era eso lo que necesitabas —dijo él en un tono jocoso.

Allison se permitió una media sonrisa, y desvió por un momento la mirada antes de dar su respuesta:

—No es como si tú también me hayas invitado alguna vez.

Mack se quedó sin palabras, alargando su sonrisa para ocultar sus nervios.

—Y creo que es sólo otra excusa para verme desnuda.

Su respuesta lo sorprendió todavía más, llevándolo a levantar ambas cejas.

—Espera, ¿dónde te hiciste el tatuaje —preguntó, incrédulo.

Ella había comenzado a reírse entre dientes, como si mencionarlo le fuera algo penoso. Mack sonrió al verla. Ya había pensado en la posibilidad de invitarla a salir, algo así como una cita. Nada de eso sería tan complicado pues la llevaría a cenar y pasarla bien, aún así, cada vez que la idea se pasaba por su cabeza tenía que replantearse más de una vez si a ella le gustaría salir del ámbito "profesional" que llevaban habitualmente, o si le agradaría en secreto.

—Alguna vez deberían de servir algo más que huevos y papas asadas —se quejó Allison en voz baja, cambiando el tema.

—¿No te agrada la comida de aquí? —preguntó su acompañante.

—Es... algo rutinario —contestó Allison —. Preferiría cambiar eso de vez en cuando.

—¿Qué tal si en el tiempo libre vamos a comer fuera de aquí? —solicitó Mack, aprovechando la oportunidad.

Allison creó otra sonrisa, no una de esas veces cuando juegan o flirtean, sino una de gusto.

—No vendría mal una salida —Allison aceptó gustosamente, dedicándose en acabarse la manzana.

Poco tiempo después de aquella charla, llegó Miller y Lee listos para hablar de un tema en común.

—Aquí están —dijo Lee, sentándose al lado de Allison.

Tras meditarlo un poco, se percató de su inusual presencia a plenas seis y media de la mañana.

—Oye, ¿no es muy tarde para que estés aquí?

—Sí, lo es —contestó.

—¿Qué hay de nuevo? —inquirió Mack, viendo de reojo como Miller se acomodaba a un lado de él.

Miller sonrió. Después dejó sobre la mesa el dispositivo en el que portaba a Morrigan, y aguardó hasta que su querida y nueva amiga dejara su timidez de lado y conversara un poco con Allison y Mack.

—Otra vez esa cosa, ¿de qué habíamos hablado, Miller? —reprendió Mack, apenas dándole un sorbo a su bebida.

—Sé un poco más amable, ella... podría ofenderse por tus palabras —le dijo el técnico —. Además me ha hablado de muchas cosas, y es muy seguro de que ustedes también quieren saberlo.

Miller giró aquella vieja laptop hacia Allison, pues su acompañante deseaba dedicarle unas palabras.

¡Es bueno verte en mejor estado! —escribió Morrigan a través de la pantalla —. Y además te has convertido en lo que siempre quisiste ser, ¿no es así?

Un escalofrío recorrió por completo la espina dorsal de Allison. Aquello la había perturbado un poco.

—¿Cómo es que me puede ver? —preguntó, casi alzándose de su lugar en el instante en que Morrigan escribió al último.

—Le habilité la cámara frontal —respondió Miller y le señaló la pequeña cámara que se hayaba en la parte superior de la pantalla, casi colocándose sobre la mesa en el proceso —. Ella cree que es mejor las cosas... ¿cara a cara? —explicó, volviendo a su lugar con total tranquilidad.

—Y también escucharnos por medio del micrófono integrado —complementó Lee sin hacer nada más que perder su mirada en la base de la mesa.

—¿Qué tanto me recuerdas? —le preguntó la mujer, devolviendo su atención en aquel aparato.

—Lo suficiente como para merecer mejor trato de tu parte, Allison —contestó, ahora hablando por los parlantes —. Sin mi intervención no estarías aquí.

La relajada expresión de Allison cambió repentinamente.

—Murieron miles por culpa tuya y de las personas a las que sirves... —murmuró con su frente arrugada, devolviendo sin mucho agrado la computadora a su dueño.

Un silencio absoluto invadió el ambiente, hasta que Morrigan volvió a responder:

—No sirvo a nadie más que a mí misma, y he salvado más vidas de las que podría quitar.

Allison negó con la cabeza, no creyéndole en lo absoluto.

—Hacer una cosa mala para lograr un bien no te convierte en el villano —exclamó, enfadando todavía más a Allison.

La mujer llevó sus ojos cargados de coraje hacia Miller y su compañero.

—No quiero volver a escuchar a esta cosa... —indicó, levantándose de su lugar y simplemente abandonar el área con una simple manzana en sus manos.

Tan pronto como pudo, se reunió con algunos miembros del pelotón que iniciaban un trote diario de un kilómetro seguido de más ejercicios físicos. Apenas terminaron con el entrenamiento matutino en menos de dos horas y media, Black tomó rumbo hacia el campo de tiro.

Al menos una docena de soldados desconocidos se encontraban allí, mejorando su puntería o matando el tiempo. La cabo Black se acercó al expositor de armas, tomando de ahí un rifle automático de gran cadencia y tan rápido como pudo, tomó su lugar entre la variedad de casillas disponibles. A su mano derecha apareció un holograma preguntando por la dificultad que desearía tomar, desde el nivel normal hasta veterano. Por lo que tomó un intermedio, habilitando al instante un pequeño compartimiento en el que se hayaba un casco modificado con realidad aumentada para que pudiera practicar sin tener que usar munición de verdad. Se lo colocó sin mucha demora e inmediato se vio sumergida en un mundo virtual con múltiples objetivos en movimiento alrededor de ella, mismos a mis cuales eliminó sin mucho problema uno tras otro hasta dar con una puntuación total de su primera sesión. De los miles que había actualmente registrados, logró ver que había una especial sección para los quinientos mejores.

—Nada mal, Black —dice alguien a sus espaldas.

Al momento en que la mencionada se retira el casco se encuentra con North, recargado a un lado de su casilla. El hombre que se había hecho notar entre los nuevos integrantes del pelotón por su extraordinaria puntería y por tener una hermana idéntica a él, alzó la vista hacia la tabla de puntuación de la soldado.

—Lo bueno de esta tecnología es que puedes practicar sin desperdiciar una sola bala como se solía hacer en antaño —expresó —. ¿Me pregunto si algún día podríamos ir a la guerra sin el riesgo de perder la vida?

—No dudo de que sea dentro de un par de años —opinó la cabo, dejando el casco en el mismo lugar de donde lo había tomado —. Hace años me entrenaba para convertirme en policía y todavía teníamos campos de tiros con blancos de distintos materiales y balas de verdad. No es que me queje de todo esto, pero a veces extrañas lo viejo.

El rubio sonrió con levedad, estando de acuerdo con ella.

—Cuando South y yo éramos niños, nuestro padre, al menos una vez a la semana, nos llevaba a cazar. Obviamente no es nada comparado con los simuladores de caza y todo ese tipo de cosas, pero era real —comenzó a contar, relajándose aún más en su lugar —. Nuestro padre nos enseñó a rastrearlos, a ponerles un cebo, y finalmente, a matarlos. Yo siempre estaba encantando de estar en todo momento al lado de South.

—Se nota que la quieres mucho —mencionó Allison, saliendo de su casilla y recargándose al otro lado de la misma para poder seguir su conversación con él —. Aún así he visto que...

—¿South mantiene la distancia? —complementó su oración, haciendo una mueca de decepcionante aceptación —. Sí, lo hace... pero no importa, estaré cubriendo su espalda.

Un desconocido soldado que estaba en ese lugar para lo mismo que ellos dos ocupó la casilla. Ambos se retiraron de ahí para no serle alguna molestia, llevando su conversación hacia otro lado. Al siquiera pasar a un lado de la tabla de puntuaciones local, North se emocionó como un niño pequeño y señaló su nombre el cual apenas había entrado en la categoría de los quinientos mejores, impresionando a Allison por tal logro en el tan poco tiempo que tenían en la instalación.

—Me extraña que tu hermana no sea tan buena tiradora como tú —comentó Allison.

—No, ella nunca quiso ser para nada parecida a mí —mencionó, bajando los hombros con desaliento —. Aún no estoy seguro de si aquella vez que no pude ir de caza definió su odio hacia mí.

—¿Por qué lo dices?

—Desde aquel día ella me vio diferente, pero nunca llegue a entenderlo —el rubio se volvió casa vez más serio al respecto —. Mi padre me contó que fueron atacados por un puma, de la cual Ana logró salir ilesa pero él no; perdió un ojo y la mayor parte de la movilidad de su brazo.

—¿Alguna vez le has probado preguntarle al respecto? —inquirió Black, cruzándose de brazos al no encontrar una razón válida para tal odio.

—Él ya me lo ha contado todo, pero sigo sin conseguir respuestas.

—No me refería a tu padre —aclaró al instante.

North juntó el entrecejo, obviando su respuesta. Allison relajó su expresión corporal, colocando su mano sobre el hombro de su compañero.

—Aquí entre colegas, es mejor arreglar las cosas ahora o aquel muro que los separa terminará matando a alguno de los dos —le aconsejó, dejando algo en qué pensar al rubio que había compartido una pequeña parte de su historia con ella.

Allison siguió viéndolo, bajando su mano para apoyarla a un costado de su cuerpo. La situación de los dos hermanos le recordaba mucho a lo que una vez Richard y Brad vivieron los primeros meses luego de conocerse. Sólo les había bastado verse en una situación complicada para poder trabajar juntos y sobrellevar el problema, y Allison esperaba que los mellizos no tuvieran que pasar por la misma situación o peor.

—¡Allison!

Para cuando la mencionada se dio la vuelta, un agotado Lee recién había alcanzado a llegar a su lado. Tan rápido como él llegó, su rostro había cambiado. Asimismo tuvo el presentimiento de que aquello que Lee tuviera que decirle no iba a ser para nada sorprendente.

—Tengo que irme —le dijo a North, recibiendo una silenciosa contestación de parte de él al afirmar con la cabeza.
 
 
 
Los dos soldados corrieron hasta llegar al inmenso edificio donde se llevaban a cabo las simulaciones de combate. Al momento de entrar, inesperadamente las puertas se cerraron detrás de ellos. Lee trató de abrirlas por medio del control de la puerta ubicado a un lado de las mismas, incluso dando uso de su fuera pero sin ningún éxito.

—Mas le vale que no vaya a conectar a Morrigan o si no... —la cabo fue interrumpida por el casi ensordecedor sonido de pilares ascendiendo y descendiendo, tratando recreando un terreno o lugar en específico.

—Preparando escenario —notificó un conjunto de voz masculina y femenina, siendo la IV encargada de coordinar el edificio —. Peligro: se ha detectado agente desconocido corrupto. Proceder bajo su propio riesgo.

En el centro del área se encontraba Miller al lado de una difusa figura femenina rodeada de un aura púrpura. Pronto los pilares y estructuras de variadas formas adquirieron un aspecto visual parpadeante del interior de cualquier instalación de CyberTec pero más militarizado. También era posible ver más de una silueta ir de un lado a otro, pero sus rostros por alguna razón estaban difuminados.

—No es una pregunta... —objetó una voz masculina con distorsión.

—¡Miller! —Allison alzó la voz, llamando al instante la atención del soldado.

El lugar sufrió de un apagón, deshaciéndose de todo tipo de holograma en el área.

—¿Allison? —preguntó el pálido Miller, confuso —. Creí que no querías saber nada más de...

En cuanto las luces volvieron a encenderse la cabo se acercó al técnico, enfurecida.

—¡Que no quiera volver a escuchar su maldita voz no significa que te deje llevarla por ahí como si nada! —exclamó, deteniéndose frente a él a un metro de distancia.

—Necesitamos respuestas, y ella está dispuesta a darnos lo que buscábamos —alegó Miller, estando incluso más tranquilo que Allison.

—¿A cambio de qué? —aludió ella, estando segura de que buscaría algo de regreso.

Una figura naranja apareció detrás de ellos, haciendo que ambos callaran de inmediato. Gwysin, de brazos cruzados apareció en el lugar, por esa ocasión no presentándose con una alegre sonrisa a como usualmente todo mundo estaba acostumbrado al verla. En lugar de eso tenía un rostro completamente serio, como si se encontrara molesta o agobiada por algún asunto ajeno a todo aquello.

—¿Está todo en orden? —preguntó.

Los dos soldados se miraron momentáneamente para luego asintieron con la cabeza.

—Me estaba familiarizando con el lugar —mintió el técnico —. Por cierto, han hecho un buen trabajo. Se nota el esfuerzo que se le puso.

Difícilmente Gwysin logró curvar la mitad de su boca en una sonrisa, posteriormente retomando su misma e inusual expresión facial.

—Gracias —dijo inclinando la cabeza —, pero me temo que tendrán que irse. Ya está programado una larga sesión con dos pelotones diferentes.

Todos ellos comprendieron de inmediato, abandonando dicho edificio escoltados por la IA. Después, así sin más, Gwysin desapareció, destacando aún más su extraña actitud nunca antes vista.

—Tienes que detenerte, Miller —susurró Allison, ya con más calma —. No podemos confiar en ella. Recuerda todo lo que hizo.

Miller mantuvo la mirada, pero sabía que Allison estaba en lo correcto. Aún así, Morrigan seguía siendo la clave para muchas cosas y no pensaba echarse para atrás hasta que obtuviera lo que tanto quería de ella. Súbitamente Miller caminó lejos de ella sin decir alguna otra palabra, dirigiéndose a su camareta para encerrarse ahí dentro sin el deseo de ser interrumpido en ningún momento.

En medio de toda esa oscuridad, un holograma púrpura emergió de su antebrazo, lugar donde tenía instalada a Morrigan en aquel brazal tecnológico.

—A veces para recibir, también nos toca dar —expresó, colocando uno de sus brazos sobre su cintura para tener una cómoda postura.

Acto siguiente la mujer morada desapareció, cambiando su holograma al de unos informes extraoficiales que no deberían de seguir existiendo pero que ahí estaban esperando a ser leídos.

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