18

 
  Dos años atrás...

Su equipo aguardaba en un viejo edificio en la espera de un convoy del corrupto político Barend Al-Maad, el pez gordo de una remanente organización terrorista.

El silencio estaba presente como un acompañante no deseado en esa situación. A pesar de que la misión sería un éxito, tenían que salir del lugar lo más rápido posible para evitar más confrontamientos con los seguidores de Barend. Pero el silencio, lo más temido entre los soldados, estaba haciendo de las suyas con Dakota. En el fondo de su ser tenía el presentimiento de que había algo que no se les había contado al respecto.

Todos los miembros del pelotón recargaban y verificaban que sus armas estuvieran funcionales y listas para la ocasión. Robert había dado la orden de no decir ni una sola palabra hasta que el objetivo apareciera con su convoy y sus soldados, tan obedecientes como siempre, se dedicaron cumplirlo al pie de la letra.

En cuanto el convoy estuvo a la vista de Acker, se dio el siguiente paso. Desde su cobertura al otro lado de donde se encontraban ubicados todos los demás, extendió su mano hacia la ubicación de Sade e inició una cuenta atrás con sus dedos. La morena viendo desde su cobertura el reflejo del soldado, esperó al último momento para detonar los explosivos colocados minuciosamente entre las calles.

Las múltiples detonaciones lograron descarrilar los vehículos y crear caos entre sus víctimas. El momento perfecto para dar inicio a su emboscada.

Los que no murieron o quedaron inconscientes durante el ataque, torpemente salieron de sus vehículos. Sus únicas órdenes eran defender a Barend aunque eso les costara su vida, y como tal, así fue. Todos ellos quedaron marcados con varios agujeros sangrantes en su cuerpo, asegurando su muerte.

Dakota y Grace se encargaron de cubrir gran parte del área, registrando de vehículo en vehículo si habían cumplido su diligencia mientras que sus compañeros remataban a los enemigos restantes.

Desde los techos de las casas que los rodeaban, una lluvia de balas se precipitó sobre todos esos soldados en un intento de los refuerzos de Barend por sacarlo de ahí. El sirio logró escabullirse entre el enfrentamiento para salir de ahí en una pieza. Grace rápidamente lo enfocó con sus ojos, como una fiera no deseando dejar escapar a su presa, y no dudó en darle persecusión. El soldado que la acompañaba apenas se enteró de las razones de su compañera para exponerse al peligro, otorgándole fuego de cobertura momentos antes de seguirla.

Ambos soldados se internaron aún más entre las calles de Damasco, donde lo viejo y lo moderno hacía choque con sus destacables edificios y vehículos. Ningún habitante de la ciudad se encontraba fuera. Eran demasiado inteligentes como para no hacerlo después de haber escuchado el tiroteo allá atrás, cosa que daba ventaja a los soldados que perseguían a su objetivo. Luego de diez minutos de persecución, finalmente dieron con Barend; acorralado y fatigado por su falta de condición para seguir moviendo sus piernas y saltar sobre vallas. Aquel político tenía entre sus brazos un dispositivo cilíndrico que, con desesperación presionaba botones sin saber realmente su función.

—Es todo Al-Maad —dictó la soldado, teniendo en la mira al viejo hombre.

Barend maldijo en árabe y lanzó el cilindro hacia ellos. Dakota atrapó el dispositivo y Grace arremetió contra el sirio con una ráfaga de plomo. El rubio observó el dispositivo, y encontrando un contador en regresiva que lo obligó a ponerse en contacto con Titán para ser asesorado en el desarme de la aquella posible bomba.

—Confirmando baja —anunció Grace, tomando una foto del inerte cuerpo de Barend.

Posteriormente la mujer se posicionó para brindarle cobertura a su pareja.

—Encontré el panel, ¿ahora qué? —preguntó el soldado, concentrado en desconectar manualmente el contador y desactivar la bomba.

Al instante en que terminaba de hablar, recibía sus siguientes indicaciones. Aún así, el tiempo se acababa. Los diez segundos restantes le dejaban sobre sus hombros un gran presión.

Con la compleja instrucción de desarme y su casi nula experiencia en ese campo, nunca lograría terminar a tiempo. Por lo que rápidamente abrazó aquel objeto con fuerza y corrió lejos de Grace, implorando por alejar del peligro a la persona que más amaba en el mundo.

Con su corazón latiendo más rápido que nunca, esperó su final pero nada ocurrió. En lugar de eso un humo grisáceo fue expulsado desde varios pequeños puntos del dispositivo, inundando las fosas nasales de Dakota. Entendiendo que aún estaba a tiempo del desarme, recordó las últimas palabras de Titán y terminó con su trabajo.

—Dakota, ¿estás bien? —la preocupada Grace le habló por la radio.

Dakota arrojó al suelo aquel objeto y caminó lejos, observando como lo poco liberado se alejaba con el viento. Posteriormente giró su cuerpo en una agobiante sensación de mareo y una sofocante necesidad de expulsar algo de su pecho. Así que tosió a más no poder. Al ver que Grace se acercaba para brindarle algo de apoyo, él negó con la cabeza pensando claramente en su seguridad y bienestar.

—Grace, Dakota. ¿Cómo es la situación allá? —exigió Robert, preocupado —. Respondan de inmediato.

—Misión cumplida. Objetivo muerto —informó la primera, igual de inquieta.

—Me importa un carajo todo eso, ¿cómo se encuentran ustedes? —manifestó, denotando que prefería saber de su estado antes que cualquier otra cosa.

—Dakota estuvo expuesto cuando la bomba liberó una sustancia —informó viendo las calles con detenimiento, implorando no tener que encontrarse con más trabas en su camino.

Dakota siguió tosiendo con menos intensidad, ya teniendo dentro de sus pulmones más aire fresco.

—Estoy bien —dijo, tratando de fingir una actitud calmada cuando en realidad no lo estaba.

De momento prefería omitir el compuesto y consecuencias que aquello que había inhalado pudiera ocasionarle. Ya sólo era cuestión de tiempo para que los efectos comenzaran a ser notables.

—Aguarden ahí, iremos por ustedes —indicó el hombre al otro lado de la radio, cerrando el canal con un chasquido.

Grace respiró hondo y lo contuvo en su pecho poco más de lo normal para luego exhalar, dejando ir un pequeña porción de preocupación y estrés. Estaba jodidamente asustada, y era algo de lo que su compañero estaba enterado.

—Grace —la llamó —. Estaré bien —aseguró.

El mismo semblante de la mencionada no desapareció, pero eso no le evitó asentir con la cabeza. Aún con todo lo que pasaba, no se podía permitir bajar la guardia.

Al pasar de unos minutos, los blindados se aparecieron para recogerlos, siendo pisado de los talones por más personas armadas. Dakota regresó por el cilindro que había sido desactivado, y pronto fue apurado por su compañera.

En poco tiempo ambos soldados ya se encontraban en la parte trasera del primer blindado de tres que eran en total. El piloto pisó a fondo para llegar a la embajada y finalmente estar a salvo detrás de grandes murallas y un gran ejército que era capaz de repeler todo tipo de ataques.

Sade, por simple curiosidad, trató de ver el dispositivo más de cerca pero Dakota se aferró a él como si se tratara de su objeto más preciado. Fue entonces que Grace tomó la iniciativa de mantener una distancia segura entre ellos y los demás miembros del pelotón. Puesto que nadie más debía de resultar afectado.
 

Actualidad...

Después de una larga caminata en busca de algo que hacer por la noche, llegaron finalmente a un bar que no tenía tan mala pinta como otros. Todos entraron para ser recibidos al instante y ser encaminados hasta la barra donde tendrían mejor atención. La mayoría de ellos empezaron con un trago fuerte, y entre ellos estaba Dakota. El mesero sirvió de su mejor bebida al sargento, después de todo sólo serían un par de tragos.

—Salud —brindaron los demás, agradeciendo que aún siguieran de pie y en una sola pieza.

Dakota alzó por momentos su vaso, contemplando su bebida un par de segundos; después se lo bebió todo de un sólo jalón.

Justo después de aquello, comenzó a tocer. El sargento ignoró eso y pidió otra ronda. En cuanto fue servido, nuevamente se tomó todo de un sólo movimiento. Al dejar su vaso en la barra, pudo notar que el alcohol restante tenía un inusual tono rojizo. Ante la duda se tocó los labios y corroboró que de su boca provenía. Rápidamente se levantó de su asiento y puso rumbo al baño, donde siguió tociendo cada vez más y más.

—Mierda... —maldijo en voz baja y se recargó en la pequeña barra del lava manos, ligeramente agotado.

Abrió la llave del agua, y se enjuagó la boca y sus labios. Después de ello, siguió tosiendo hasta darse cuenta de que la sangre salía en cada liberación violenta de aire.

Dakota se miró al espejo frente a él. Visualizó la sangre que había manchado sus labios por segunda ocasión y su constante cansancio por su peculiar estado de salud, y buscó en su bolsillo una pequeña caja con pastillas blancas que debía tomar cada vez que la ocasión lo ameritara. Sólo tomó un par, y bajaron por su garganta sin la ayuda de algún líquido. Por consiguiente, comenzó a sollozar silenciosamente aún recargado en la barra y con el agua corriendo para ocultarlo.

—Grace... —lamentó en voz baja.

Un abrupto golpe interrumpió su pequeño momento.

El rubio rápidamente limpió su rostro y manos, y procedió a salir de ahí aparentando que nada más había ocurrido.

Lo que antes eran multitudes de personas hablando y bebiendo, se convirtió en casi un absoluto silencio sepulcral de no haber sido por las pantallas holográficas que eran usadas para mostrar transmisiones de interés para la clientela, pero en esa ocasión no había nada de eso. En lugar de lo habitual, una sola nota de varios canales noticieros reportaban una importante filtración de información que mostraba específicamente los rostros de tres personas relacionados al ataque terrorista que aún seguía latente en la cabeza de más de miles de personas. Específicamente los marcaban como en búsqueda y captura, pero nunca revelaron algún nombre o información adicional.

—Acuérdense de sus caras... —gruñó Sade, siendo escuchada por el rubio que recién regresaba de su rápida ida al baño.

Una vez que toda la información al respecto fue dada, todos los canales volvieron a su programación habitual.

—Será mejor que recen... —susurró Titán, yendo ya por su cuarta ronda —. Porque los encontraremos.

Dakota se reunió con ellos, retomando su tercera ronda.

—Los haremos —les dijo, levantando su vaso con la intención de hacer otro brindis y animar un poco el ambiente —. ¿Quién mejor que nosotros?

—Muchos —se le unió Acker, quien tiempo atrás había permanecido en silencio —, y todos han muerto.

—Salud —dijeron al unísono.
 
 

Yeti

Una lenta partida de damas chinas se llevaba a cabo en la armería entre dos buenos compañeros que tuvieron al mismo tiempo a Morrigan como su jefa directa. El europeo que contaba con un solo ojo funcional, pensaba con cuidado qué ficha iba a mover. Al tomarse más tiempo de lo que podría ser aceptable, simplemente tomó el no al azar e hizo su movimiento.

—Soy mejor disparando que jugando a esta cosa —se quejó Dimitri, comiendo dos fichas rojas de su oponente.

Ava sonrió, comiendo el doble de piezas perdidas.

—No bromeabas cuando decías que no sabías jugar Damas chinas —expresó en un tono jocoso.

Dimitri abrió la boca para decir algo más pero en ese mismo instante fue interrumpido por Yaca, quien simplemente entró en la armería con tanta prisa y encendió una vieja pantalla que usualmente usaban de entretenimiento.

—Hey, amigos —les dijo, parcialmente preocupado —. ¿Ya vieron esto?

Ambos soldados en tiempo de descanso alzaron la vista, y pronto compartieron la misma preocupación al ver sus rostros en más de un canal noticiero como en búsqueda y captura. Para su suerte no había más información al respecto, pero ahora no podrían merodear por ahí como fantasmas del pasado.

—"Vivos o muertos"... —murmuró Yeti, no comprendiendo cómo es que habían dado con algo sobre ellos.

—¿Cómo pasó esto? —inquirió Dimitri, abandonando su asiento.

La soldado sintió la presencia de alguien más, por lo que se levantó y giró sobre sus talones para ver a Einar y Shiva de pie en la entrada del lugar.

—Es sólo una pequeña filtración, nada más —comentó Shiva, apacible —. Pero no se preocupen, nosotros nos encargaremos.

Tras esas palabras, ambos líderes se marcharon.

—¿Qué tal si realmente capturaron a Morrigan? —preguntó Yaca, aún con sus ojos fijos en aquella nota.

Dimitri y Yeti cruzaron miradas.

—Nunca podremos estar seguros... —mencionó la mujer, pensando todavía en lo último que Morrigan le había dado.

Yaca negó con la cabeza sucesivamente y procedió a apagar aquella pantalla.

—Veré en que podré ayudar —dijo momentos antes de también salir.

Sólo se quedaron ellos dos, nuevamente solos. Pese a que no había nadie más, era posible sentir un pesado ambiente como si de la misma forma que Yeti ocultaba un pequeño artefacto, también Dimitri escondiera algo más.

—¿Crees que...?

—No, es imposible —Ava no le dio lugar a la posibilidad de que Morrigan los haya expuesto, en cambio su curiosidad y deseo por descubrir qué era lo que tanto ocultaba creció.

Ava tomó del hombro a su compañero. Confiaba plenamente en él como para invitarlo a descubrir el mayor secreto de Morrigan hasta el momento.

—Tienes que venir conmigo.

...

Ambos arribaron hasta la habitación de Yeti, cerrando muy bien la única entrada detrás de sí. Posteriormente la dueña de ese pequeño espacio se dirigió hacia el pequeño escondite en un compartimento ubicado abajo de un par de lozas del suelo, tomando de ahí el artefacto que aún mantenía su aspecto inicial intacto.

—Morrigan me dio esto la última vez que la ví —le dijo —. Se supone que tengo que usarlo pero además de que me niego a creer que se ha ido, no sé cómo.

Dimitri movilizó sus manos para también sacar a la luz otro artefacto de similar forma pero de diferentes trazos.

—Ella me dijo que la otra mitad llegaría a mí, y que a partir de ahí tendría nuevas indicaciones —comentó.

—¿Mitad? —preguntó Yeti en voz baja, observando con detenimiento aquello en sus manos.

—Descubramos qué es —Dimitri la invitó a unir las dos piezas, extendiendo la suya a su compañera.

Yeti no lo pensó dos veces, juntando su artefacto con el suyo pero nada pasó. A punto de que cada quien volviera a separarlos, un mensaje llegó a la terminal personal de Ava y sin tener que ser abierto por la receptora, se proyectaron una serie de coordenadas e indicaciones específicas sobre qué hacer cuando llegasen a tal lugar. Al final del mensaje se encontraba la firma que iluminó los ojos de Yeti con esperanza.

"Con cariño, Morrigan".

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