13

Dakota



-¿Me ha llamado, señor? -inquirió el sargento, quieto en su lugar frente al capitán Ratzinger.

El hombre mayor, condecorado y supervisor del Pelotón Hawk, lo había llamado a plena madrugada sin darle un motivo al sargento.

-Sí, puede tomar asiento, soldado -respondió, y señaló las dos sillas que estaban frente de su escritorio. Aún así, Dakota prefirió seguir de pie. -. Muchos soldados afirman que es un hombre dedicado y que si me descuido, podría tomar mi lugar -halagó Ratzinger con una sonrisa en su rostro.

-Gracias, pero no pretendo hacer eso, señor -contestó el rubio en un asentimiento.

-No te preocupes, hijo. Algún día alguien me tiene que reemplazar -mencionó el capitán, tomando una postura seria -. ¿Hay problemas entre usted y el teniente Simons? -inquirió, entrelazando sus dedos apoyados en el escritorio.

-No, señor -respondió el sargento. No consideraba que hubiese un problema, bueno, al menos no uno de importancia.

-Estuve de espectador en la práctica anterior -comentó el capitán y con una de sus manos, después de separarla de la otra, alzó una pantalla holográfica de su escritorio donde se mostraban distintas cámaras en el lugar.

Una de las cámaras estaba centrada en los últimos instantes de la práctica, en la que él y Simons habían sido acorralados

-Tengo entendido que su arma se trabó antes de realizar aquel disparo que salvaría al teniente -el sargento visualizó todo aquello, y asintió -. ¿Sabe? Yo mismo di la orden de parar la práctica ocho segundos después de ver aquella acción, por lo que seré más específico al preguntar: ¿por qué no disparó? -el capitán se encorbó al frente, curioso de saber la respuesta.

Dakota pensó unos segundos, ya no podía decir que su arma se trabó después de que el capitán le hubiera presentado las piezas armadas de un rompecabezas. Pero le faltaba una, y era saber el porqué.

-Su plan dejó a varios hombres atrás para ser la carnada, lo cual no me pareció correcto si se tratara de una situación real...

-Y por eso decidiste dejarlo "morir" ahí -Ratzinger dio como conclusión -. Seré breve, lo que hizo no fue de la manera correcta. Pero seamos sinceros, en el campo de batalla, ¿quién no lo haría después de dejar que su equipo muriera por negligencia? -Dakota lo vio como una señal de aprobación, que por cierto, era una muy extraña para él -¿Sabe cómo los lobos se rigen?

-Por el trabajo en equipo y las jerarquías -respondió casi al instante. Puesto que la estructura de la manada de lobos es casi como ejemplo para dirigir un equipo o pelotón.

-Si, y sólo puede haber un alfa... -agregó el capitán y volvió a la postura firme de antes -. Pero cuando hay dos, se enfrentan. Y creo que eso fue lo que pasó esta vez.

-No volverá a pasar, señor -se disculpó Dakota, inclinando la cabeza hacia abajo -. Sólo hago lo que considero que es mejor.

-No te disculpes, hijo -correspondió Ratzinger más calmado -. El teniente últimamente no ha estado concentrado por lo que le pasó a su hijo. Por desgracia, tiene el tiempo contado, y si en algún punto ya no puede seguir por su voluntad o la mía. Quiero que sea usted el que lo haga como nuevo teniente -Dakota no pudo evitar la extraña sensación que invadió su cuerpo parecida a la adrenalina al haber escuchado las palabras nuevo teniente.

-Es todo un honor, capitán. Pero no creo poder tomar un lugar así.

-¿Por qué no? Es joven, atlético, un buen líder. Tiene las habilidades y la experiencia que necesitamos en el pelotón -insistió él -. Sé que antes ha estado en misiones de vital importancia en países extranjeros, donde técnicamente se encontraban solos -se refería aquella vez donde el pelotón fue enviado a Damasco con el objetivo de neutralizar a un posible líder terrorista. "Operación del Alba", le llamaron. Cosa que cumplieron, pero tan pronto se enteraron de lo contrario, los altos mandos se limpiaron las manos y echaron con los tiburones al teniente Price, el predecesor de Simons.

-Y lo ha sobrellevado bien. En todo.

-Dicen que no tener miedo, es el precio que pagamos -comentó el sargento -. Me temo que tendré que negarme a la oferta. Tiene un buen teniente que solo necesita aclarar sus ideas -rechazó después de los halagos y la insistencia. Pues él pensaba que se ganaría el rango como debe de ser, con honor y sacrificio. -. Gracias por la sugerencia, capitán. Si me disculpa, tengo órdenes de sacar a pasear al pelotón -dio la vuelta y salió por la puerta que se abrió de par en par por sí sola.

Allison


Allison golpeaba con fuerza un costal de boxeo, liberando toda su energía acumulada. Liberando el temor que sentía cada vez que cerraba los ojos. Las pesadillas sobre aquel día no la dejaban descansar adecuadamente, no después de haber dejado el alcohol de lado y los somniferos. Las pesadillas. Los recuerdos. De vez en cuando la atormentaban lo suficiente como para no querer volver a cerrar los ojos una vez más.

El sudor recorría su cuerpo después de más de media hora estar dando puñetazos al saco oscuro de cuero relleno de aserrín. Sus nudillos se resecaron y cambiaron a un tono rosáceo al cabo de unos minutos de imparables golpes.

-¿Entrenando? -la interrumpió, Mack recargado en la pared. Allison cesó los golpes y detuvo el costal con ambas manos. Se giró buscando al castaño en todo el cuarto de entrenamiento, y lo miró con el entrecejo junto.

-Sí... -mintió, limpiando el sudor de su frente y quedándose estática en su lugar.

-Mientes, ¿quién se levanta a entrenar a plenas... -miró el reloj de su muñeca para estar seguro de la hora exacta -... dos de la mañana?

-Me gusta madrugar -cometió la misma falta sin mostrarse conciente de la hora en la que estaba "entrenando". Ella simplemente se levantó de su pupitre y se encaminó a donde se encontraba actualmente.

-¿Todas las noches? -volvió a preguntar enarcando una ceja. Allison separó los labios para mentir otra vez, pero no se le ocurrió que mas decir. Por lo que en el proceso de volver a sellar sus labios, dejó salir un suspiro.

La mujer se volvió a girar para golpear de nuevo el costal e ignorar a la persona que estaba de espectador. No quería hablar sobre lo que Morfeo le recordaba cada noche. Al ver que él seguía ahí esperando algo de ella, Allison para saciar su curiosidad se atrevió a preguntar:

-¿Me espías?

-Si sigues golpeando de esa manera, te lastimarás aún más las manos -él ignoró la pregunta retirándose de su lugar para buscar al otro extremo unas vendas.

El soldado volvió a ella y la detuvo otra vez con el fin de colocarle las vendas que cubrirían sus nudillos y le darían más resistencia a los golpes. Allison después de vacilar por momentos, finalmente le extendió las manos aceptando su ayuda.

-Y no, no te espió. Anthon te ha visto más tiempo de lo normal aquí y acudió a mi para averiguar un poco qué te molestaba -respondió Mack comenzando a vendar la primera mano con cuidado. Accidentalmente realizó presión en los nudillos, algo que logró hacer que Allison soltara un gruñido de dolor. -. Lo siento -se disculpó preocupado pausando de momento su acción.

Ella asintió, indicándole que prosiguiera. La poca adrenalina que tenía estaba pasando haciendo que las heridas en sus nudillos comenzarán a hacerse presentes por medio del dolor y el ardor.

-Nunca creí que Anthon sería tan agradable -expresó ella, recordando como el robot pasaba a buscarla para sostener una charla sobre el libro que le había prestado.

-Por algo se preocupa por ti -concordó su compañero, terminando de vendar la mano izquierda de Allison -. ¿Está todo bien dentro de esa cabeza? -preguntó después, ocupándose de la última mano restante.

-Todo está perfecto, no he escuchado al teniente gritarnos hasta de qué nos vamos a morir -respondió viendo como le vendaban los nudillos con extremo cuidado.

-Interesante, y ¿qué tal si practicamos algo? -inquirió, subiendo a la plataforma no tan apartada de ellos.

-¿Qué clase de práctica? -cuestionó curiosa, alzando una ceja creyendo que se trataría de un juego y, conociendo a Mack, debía de ser así.

-Boxeo -respondió alzando la vista, y mirar a Allison con una sonrisa.

-¿No piensas dormir? -indagó ella, algo curiosa de saber qué hacía también ahí.

-No -negó al instante con una sonrisa que la retaba.

Wray buscó un par guantes colgados en la pared, y uno de ellos se lo dio a ella. Se colocó los suyos y tomó una guardia defensiva.

-¿No tienes miedo de perder o sí?

Allison hizo una mofa desmostrando que aceptaba el reto. Acto seguido de también colocarse los guantes y optar por una guardia. Mack le extendió el puño antes de iniciar, aclarando que sería un amistoso enfrentamiento. Ella correspondió y miró atenta a su oponente.

Cada uno esperaba un golpe, hasta que Mack decidió dar el primero a un costado derecho de ella. Obviamente Allison no lo vio venir, por lo que apenas logró cubrirse del segundo que estaba por impactar en su rostro. Contraatacó golpeando un punto vulnerable en el pecho, pero no lo había hecho con la suficiente fuerza requerida para agotarlo un poco. Él sonrió como burla y en vez de atacar, prefirió cubrir los golpes.

-¿Qué pasa? -preguntó él al sentir sus acciones reprimidas

-No entiendo la pregunta -repuso ella confusa.

-Me refiero a la forma en la que realizas tus ataques, no son... fluidos. Como si tú misma los reprimieras de alguna manera.

-¿Qué quieres que diga? No he dormido en... no sé cuánto tiempo -respondió, dando un par de golpes en un vano intento de dar con su quijada.

-Si quieres vencerme deberías intentar con otro punto -reprendió el soldado con una sonrisa burlona. Después cambió su expresión a una seria. -. Ya hablando encerio, te ves muy diferente ahora a comparación de cuando entrenamos -mencionó.

Allison aprovechó el momento de desviar una de sus manos con una finta, entrar con facilidad a su guardia y conectar directamente con su puño izquierdo en su barbilla.

Mack retrocedió, algo mareado.

-Creo que hablar mucho no te ayuda en un enfrentamiento -Allison se burló amistosamente de él mientras se mantenía firme en su guardia.

Mack se carcajeó en voz baja y retomó su guardia.

-Te diré que sí, pero usualmente es mi fortaleza -replicó.

-No me puedes ganar con palabras -sentenció la mujer.

-Cuidado, cabo Black. Las palabras pueden ser más mortiferas que una espada afilada -advirtió y volvió a atacar a un costado, esta vez con aún más fuerza.

Allison no creyó que sus golpes en ese lugar en concreto fueran a surtirle efecto, hasta que el mismo cuerpo le exigía caer por el dolor que de poco en poco él había creado. Aún así, se negó a caer y continuó cubriendo los golpes que él impartía.

-Por fin te encuentro -exclamó Miller, entrando en el gimnasio luego haberlo estando en la búsqueda de Mack con suma urgencia.

Los dos pararon su enfrentamiento y miraron con atención a hombre.

-Oh... Hola, Allison -saludó de manera amable al ver a la novata -. No esperaba también encontrarte.

La muchacha alzó la mano, devolviendo el gesto.

-¿Qué pasa? -preguntó Mack, viendo con atención al individuo.

Miller parecía ansioso, como si hubiese descubierto algo de gran importancia y sólo pudiera compartirlo con pocas personas.

-No te lo puedo decir aquí, tienes que seguirme -respondió y abandonó el lugar con prisa, a sabiendas de que ellos lo seguirían.

Allison miró a Mack, preguntándose qué era lo que había pasado.

-Veamos que necesita -indicó Wray.

Ambos se retiraron los guantes, para posteriormente caminaron fuera de ahí rumbo a la camareta de Miller. Una vez ahí, su servidor acompañado el supersticioso de Lee los estaban esperando.

El hombre de facciones asiáticas, miró con desconfianza a Allison. Después se levantó alarmado de su lugar, listo preparado para tirarle excusas sobre de lo que estaban haciendo ahí si llegara a ser necesario.

-¿Qué hace ella aquí? -cuestionó, apuntando a la cabo con un dedo al mismo tiempo en que miraba a Miller sobresaltado.

-Confía en ella -reprendió Mack bajando el dedo que apuntaba fijamente a su compañera. Sus ojos se posaron directamente a Miller y una pequeña laptop. -. ¿Qué es lo que querías decirme?

El moreno reaccionó de inmediato, e indicó que aguardara unos momentos al alzar su mano mientras se giraba al dispositivo y acortaba el espacio a ella deslizándose por el suelo con aquella silla práctica con ruedas. Abrió el aparato y pulsó el botón del encendido. Se recargó en su asiento colocando sus manos como soporte de su nuca mientras códigos y números se proyectan en la reducida pantalla. En un punto todo llegó a negro con un renglón en verde como si se fuera a escribir algo en él.

-¿Querías que viera como formateas una computadora? -interrogó Mack, desconcertado.

Su amigo resultaba ser de vez en cuando un completo nerd con esas cosas, pero nunca creyó que llegaría a tal punto de presumir de algo así.

-¡Hey! -alegó él, ofendido. Casi cae de la silla al escuchar un tono proveniente del aparato. -. ¡Mira! -señaló la pantalla con unas palabras escritas en ella.

Mack se acercó al ver eso ahí. Nadie se había acercado al teclado, y mucho menos se podría tratar de algo paranormal al ver las siguientes palabras con signos de interrogación: ¿Shiva, eres tú?

Allison curioseó también acercándose a ver la pantalla. ¿Shiva? Nunca había escuchado un nombre así.

-¿Qué es esto? -Allison alzó la vista con el entrecejo unido.

-Es el artefacto que se recuperó del día de los ataques -Miller siguió hablando viendo aquella pantalla, pero Allison se fue a su mundo al recordar el momento después de la emboscada al VAMPAC que los transportaba.

-Morrigan... -murmuró el singular nombre de la androide que los había mantenido como sus prisioneros.

Miller afirmó, no tan extrañado debido a que ella había estado presente para cuando dicha androide había sido eliminada.

-Se supone que tener inteligencias artificiales en contra de su voluntad ya es considerado un delito, pero creo podemos hacer la excepción con ésta...

-¿Por qué está aquí? Alguien más debió examinarla en cuanto la recogieron -Mack cuestionó, creyendo que eso de indagar en lo desconocido era trabajo para otra persona.

Lee le echó la mirada a su compañero. Él había sido el primero en tener a Morrigan en sus manos, más no hizo que curiosear en vez de hacer lo correcto.

-No te preocupes -dijo con bastante seguridad, volviendo a girar su asiento a la laptop y teclear una simple respuesta para Morrigan: un No -. Hice modificaciones para que no escapara o se infiltrara en el sistema del Golden Chapel

Esperó unos momentos hasta recibir otra respuesta de Morrigan:

¿Quién eres?, preguntó a través de la pantalla.

Mack echo un vistazo al asombro de Miller, pero temía que se le fuera de las manos. Por lo que acortó distancia y cerró el dispositivo en cuanto lo tuvo al alcance.

-Si es lo que ustedes plantean, no es buena idea que estemos en contacto con ella. No vuelvan a abrir esa cosa hasta estar seguros -mostraba desaprobación y desconfianza, tanto a la I.A como a sus compañeros curiosos.

-Ella estuvo implicada en los ataques, ¿no? -inquirió Lee casi seguro de que así era. Sólo esperaba que alguien se lo confirmara.

Allison miró el artefacto conectado a la vieja laptop. Si Miller tenía razón sobre el hecho de que no podría salir de ahí, ella podría decirles el nombre del responsable del ataque: los asesinos de casi toda su jefatura. No podía esperar, mucho menos suprimir las ganas de saber todo aquello.

-Sí. Debe saber quiénes fueron los responsables de todo aquello -. La muerte de todas esas personas inocentes -se acercó a Mack, y con ambas manos trató de retirarlo de aquella laptop -. Por favor.

El suspiró.

-No podemos correr riesgos -vaciló por momentos mostrándose molesto.

Él al igual que todos ellos quería saber la identidad de los responsables, pero en esos momentos debían conocer los riesgos que conllevaría hacer algo mal.

El lugar se llenó de silencio.

-¡Todos arriba! ¡Rapido, rápido! -ordenó el sargento a aquellos que seguían descansando en sus pupitres. Su voz se escuchaba lejana para ellos, pero era oída con tanta claridad que lo más seguro tendrían un entrenamiento ó, una misión.

-Ya hay que irnos -sentenció Mack, saliendo de inmediato para llegar al punto de encuentro que usualmente su pelotón utilizaba cuando se les necesitaba reagrupar.

Allison y Lee lo siguieron restándole importancia al aparato que hace poco podría otorgarles cualquier respuesta a sus preguntas pero a diferencia de ellos, Miller se negó, quedándose allí. Abrió nuevamente el dispositivo, dispuesto a seguir generando muchas preguntas que contestarían a otras de sus dudas. Para su mala suerte, Morrigan no contestaba a ninguna de sus preguntas o comentarios. En su lugar, comenzó a transmitir una señal a un punto en específico que sólo tuvo una máxima duración de treinta segundos antes de volver a la oscuridad.

-Oh... mierda -maldijo el soldado, rápidamente encendiendo muchísimos más dispositivos que le ayudaban a trabajar como Inteligencia del pelotón.

Antes de que aquella transmisión fuese encontrada por alguno de los técnicos de la base, ocultó la señal dándole la oportunidad a la inteligencia artificial de realmente lograr su objetivo sin problema alguno pero a cambio él obteniendo una ubicación aproximada del receptor.

-Los técnicos de la base me matarán, después el sargento, el teniente, el consejo de guerra, y en las calles probablemente un vagabundo que querrá mi dinero... -se quejó Miller, esperando que realmente él también haya hecho bien su único trabajo.

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