11

Cercanías de Golden Chapel.
Un mes después...

Allison

         
—¡Corran! ¡Corran! —indicaba Mack a todo el equipo.

No les quedaba más tiempo para tomar una buena posición y delantera contra el equipo adversario, principalmente dirigido por el teniente Simons. Allison seguía su curso tratando de no tropezar y dejar que todos se le adelantarán.

El grupo entero llevaba por lo menos quince minutos corriendo por el arbolado bosque. Todos ellos dispersados entre la maleza buscando no ser un objetivo fácil de atacar, mucho menos de eliminar en una única oportunidad.

—Se está oscureciendo —indicó Ray, la habilidosa médico de campo que, además de haber atendido heridos, por dos años consecutivos también se las había arreglado para haber llevado más de treinta bajas confirmadas en combate.

—¿Qué? Apenas serán las siete... —replicó el fatigado Patrick al revisar rápidamente el reloj en su muñeca.

—Es por el invierno, y obviamente por el eje de inclinación de la Tierra —comentó el cerebrito del grupo, Lee.

—Gracias por el dato —dijo Mack mirando el pequeño monte pedroso —. Si no los interrumpo, déjenme decirles que todavía necesitamos alcanzar un punto alto.

Sin necesidad de alguna otra cosa, comenzó a subir entre las piedras y hacer a un lado las ramas que se cruzaban en su camino. La mayoría de los soldados que le seguían dejaron salir un suspiro de cansancio al ver el camino que les deparaba. Mack debía saber que era lo que trataba de hacer ganando altura, y desde luego contársela a su equipo.

—¿Para qué vamos más alto? —inquirió Patrick, viéndose más fatigado al subir entre las rocas que mantener un trote sin tiempo para descansos.

—Tendremos ventaja —respondió su compañero, Nathan, entre varios respiros.

El cansado hombre miró al primero en responderle, todavía esperando otra aclaración. Anthon le dio unas cuantas palmadas en la espalda mientras le tomaba ventaja.

—Es mejor atacar de arriba hacia abajo y no al revés —aclaró el robot, subiendo y viendo a su vez como el rostro de confusión de Patrick había cambiado rápidamente con la respuesta.

Tras unos minutos de subida, finalmente terminaron por alcanzar la cima inhalando y exhalando con rapidez. No era la primera vez que se encontraban tan cansados y presionados, al contrario. Era como la quinta ocasión en la que tenían que ingeniarselas para dar frente a los veteracccnos del pelotón. No era para nada igualado, pero el mayor a cargo de la reincorporación de ese grupo de soldados a un nuevo pelotón contaba que el reducido grupo triunfara astutamente. Aún incluso después de haber fracasado hasta el momento.

—Hay que armar un pequeño acampado aquí —ordenó Mack señalando el área a ocupar —. Cuando tengan todo listo los veré aquí.

Todos asintieron y liberaron el peso de su espalda al dejar las carpas. En un trabajo en conjunto lograron colocar todo en menos de quince minutos para luego regresar con su dirigente en el menor tiempo posible. Sin duda alguna posaron su atención en el soldado que estaba para guiarlos en ese día.

—Tenemos poco tiempo para prepararnos —habló Mack, dejando caer al suelo trozos de algún tronco que utilizaría después para encender una fogata —. Sé que han perdido contra ellos en varias ocasiones pero con eso, aunque no lo crean, les ha otorgado una oportunidad.

—¿Otra oportunidad para perder? Sólo que esta vez con una buena excusa —aludió South, cruzándose de brazos.

—Auch —emitió Mack mientras se arrodillaba, apilando después los pequeños troncos con la intención de crear una fogata —. Tendrán que pensar en otra cosa más que en la derrota. ¿Cómo es que Simons organizaba su equipo? ¿Qué era lo que hacían?

—Siempre son dos grupos y atacan desde distintos flancos —respondió Anthon casi al instante, tan aplicado como siempre —. Sin mencionar que también les gusta tomar rehenes.

Ray bajó la cabeza. Ella había sido la última en caer en algo así.

—¡Bien! Tenemos dos puntos interesantes —habló Mack más entusiasmado que antes —. Solamente es cuestión de organización para evadir esas trampas. Anthon, ¿quieres ayudar un poco?

—Sí, señor —afirmó el mencionado —. Si me permite, tenía una idea dado a las últimas derrotas.

Mack asintió, dándole completa libertad de expresar lo que tenía en mente. Anthon avanzó varias zancadas al frente y se giró a su grupo para dar ciertas indicaciones.

—No considero que estemos en lugar de lanzarnos al ataque o estar a la defensiva por bastante tiempo —el hombre de metal que se aferraba a un libro como si fuese su vida caminó arrastrando uno de sus pies hasta formar un círculo —. "El supremo arte de la guerra consiste en someter al enemigo sin luchar".

Aquella última frase recitada por parte de Anthon hizo que Mack se incorporara de pie, mostrando como toda su atención fue capturada.

—¿Vamos a pedirles el favor de rendirse? —indagó South, igual de desconcertada como algunos de sus compañeros.

—No —replicó en seco el alto de cabellera oscura —. Ellos lo harán por su cuenta.

—¿Qué tenemos que hacer? —inquirió el miembro más viejo del grupo.

—Sólo un poco de tiempo.

Dakota

Su localización apenas era visible entre los abundantes pinos del bosque. El viento soplaba con fuerza apenas dejando a la vista el rastro del humo de la fogata.

El tiempo había avanzado más rápido mientras dos grupos buscaban el lugar perfecto y los utensilios necesarios para su plan. El resto se dedicó a merodear en el campamento como si Simons no pudiera aparecerse en cualquier momento. Todo era callado, lo único que se lograba escuchar sin ningún esfuerzo era el fuego carcomiendo la madera. Allison abandonó su reposo al escuchar algo más que la fogata a unos metros de ella. Alzó la vista y observó como Mack tomaba un lugar al otro extremo.

—¿Qué tal está la noche? —preguntó él.

—Todo tranquilo —contestó ella, tomando una rama para mover algunos troncos, mismos que desprendieron pequeñas brasas al instante.

Allison observó como su compañero pasó su mano izquierda sobre una grande cicatriz en su antebrazo. Por el aspecto que tenía esa herida ya curada, se dio cuenta de que no mostraba indicios que su causa fuese por algún objeto puntiagudo, más bien, por quemadura.

—Eso no es reciente —mencionó alzando una ceja.

El castaño desvió su vista a la cicatriz, luego rió.

—No, claro que no —concordó con una sonrisa —. Tampoco creas que me lo gané tratando de encender una fogata.

—Creo que sería algo gracioso de lo cual reírse algún día —dijo Black, mostrando una mueca de gracia en su rostro.

—Ojalá hubiese sido así —susurró él, perdiendo su vista en las ascuas de la fogata —. Esto es sólo una muestra de lo que una decisión puede lograr, por más pequeña que sea.

Un silencio incómodo se creó en su estancia, hasta que uno de ellos decidió romperlo:

—La primera vez que cargué un arma fue para experimentar algo nuevo; una buena excusa para huir de una aburrida vida de oficinista —su atención seguía perdida entre las flamas —. Una vez en Pakistan, mi antiguo pelotón estaba encargado de escoltar a un hombre que ofrecía información a cambio de protección —hizo una pausa como si se hubiera detenido a pensar en cada detalle de ese arduo día.

—Las misiones de escolta siempre son las más difíciles —agregó su compañera, señalando que lo había escuchado.

Mack asintió sucesivamente.

—Otro grupo de extremistas habían reducido el pelotón en más de una emboscada, sin mencionar que algunos de ellos nos seguían. Para entonces casi todos se encontraban heridos, si no era que a un paso de la muerte —continuó —. Mis compañeros me llamaron loco cuando les dije que me quedaría y les daría frente a los enemigos para ganarles tiempo.

Mack finalmente desvió su vista hacia Allison, misma persona que permanecía en silencio, escuchando atentamente a su compañero.
 
—En fin, hice lo que pude para frenarlos y salí gravemente herido cuando una explosión me alcanzó. Tiempo después otro pelotón me encontró y atendió mis heridas, una vez consciente me dieron la noticia de que todas las personas que conocía habían sido engañados y asesinados por la misma persona que protegían. ¿Puedes creerlo? —el soldado sonrió con levedad —. Yo había decidido morir bajo mis propias condiciones, y aún así fui el único en salir con vida. Es un horrible sentimiento cada vez que lo pienso.
 
Allison miró su brazo derecho. Él le había contado el por qué aquella cicatriz que, por desgracia, siempre le recordaría lo que sucedió aquel día sin importar qué.

—Y a pesar de eso, aquí sigues —añadió ella.

—Así es —coincidió recogiendo una piedra del suelo —. Y esto tal vez sería diferente de haber sido porque gente mala llegó a tocar a nuestras puertas de nuestro propio hogar. No podría permitirlo.

Ambos volvieron a estar en silencio por un breve rato.

—No quiero abrir viejas heridas ni nada de eso, pero realmente lamento lo que sucedió con tus camaradas caídos —habló Mack arrojando la roca al fuego —. Qué suerte tuviste de que tú padre sobreviviera. No lo conozco mucho pero sé que es un agradable sujeto.

—Todos me dicen lo mismo y es reconfortante saberlo —una sonrisa apareció en su rostro —. Y sobre mis compañeros, bueno, creo que ellos murieron cumpliendo con su deber.

Wray buscó algo entre sus bolsas hasta dar con una fotografía que era muy importante para él. Abandonó su lugar para tomar asiento a un lado de Allison y así poder enseñarle aquella imagen. La mujer contempló la foto, observando en ella a una mujer y dos niños pequeños que se abrazaban.

—Tu mujer es muy linda —mencionó igual de sonriente.

Mack rió con su comentario.

—No es mi mujer. Es mi hermana, Lucy, con sus dos hijos, William e Isaac —aclaró con la misma gracia que le había causado su comentario —. Ellos estaban en el centro comercial cuando el caos se desató. También tuve suerte de que escaparan con vida.

El hombre guardó aquella fotografía, cuidando de ella como un dragón cuidaría de su más preciado tesoro. Luego se alzó de su lugar observando a la luna posicionarse en lo más alto del oscuro cielo.

—Ya es hora —anunció apagando su única fuente de calor con la tierra a su alrededor.

Allison abandonó su lugar en silencio para luego apuntar con una linterna a los altos pinos, mismo lugar de donde varios de sus compañeros aparecieron para reunirse tal y como lo tenían pensado. Todos los soldados siguieron a Mack entre la oscuridad y el desnivel del terreno, avanzando lo más rápido posible para que su grupo lograra su cometido. En unos minutos de viaje se detuvieron al tener frente suyo un tronco con un círculo tallado en él, lo apreciaron por menos de un minutos y tomaron una desviación. A poco tiempo de camino una serie de disparos fueron realizados, haciendo que todos ellos tomaran cobertura.

Una nota proveniente de la improvisada ocarina de South los hizo volver a lo suyo como si nada hubiese pasado hasta nuevamente encontrarse con otro círculo.

—Falta poco —susurró Ray.

Varios proyectiles impactaron en ciertos puntos de su cuerpo para hacerla caer del dolor a la par que también lo hacían sus compañeros. Para cuando levantaron sus armas ya era demasiado tarde. Dakota, Miller, Titán y Hemsif ya apuntaban sus rifles a todos ellos.

—¿Qué es lo que están haciendo esta vez? —inquirió Dakota.

El sargento y su equipo, antes de interceptar a ese pequeño grupo, habían sido recibidos por una lluvia de balas de pintura en la que la persona más afectada había sido Hemsif, misma que se usó de escudo para proteger a su líder de equipo de la primera ráfaga. Ninguno de sus enemigos se atrevió a abrir la boca, pero uno de ellos destacó por su sonrisa.

—Bajen sus armas y no serán fusilados —advirtió Mack.

Titán fue el primero con la intención de jalar del gatillo. Al instante su arma fue bloqueada al recibir un tiro en su nuca. La pintura amarilenta manchó parte de su cuello y uniforme.

Otra nota de South fue escuchada.

—Otra vez los mellizos... —se quejó Dakota haciendo lo que se les pedía.

Mack mantuvo la distancia apuntando su rifle hacia Dakota.

—¿Qué tiene el teniente planeado para nosotros? —cuestionó después.

Miller rió como la persona provocadora que era con su gran amigo, Mack.

—Los muertos no hablan —espetó.

Black disparó en el pecho del soldado en un acto atrevido de su parte para ver como el pálido hombre comenzaba a retorcerse en su lugar.

—Tampoco sienten —replicó.

Mack, como líder del grupo, ordenó la aprehensión del sargento y la tan conocida Hemsif. La pelirroja en conjunto con Nathan se acercaron a los únicos dos sobrevivientes pero uno de ellos reaccionó de manera improvisada para darle la oportunidad a su sargento de escapar en una lluvia de tiros, dejando una marca amarilla a todo lo que su pantalón manchado tuviera contacto. Ray le siguió otros diez metros en la oscuridad hasta que lo perdió completamente.

El soldado Wray ayudó a su compañera a levantarse. La castaña había sido fusilada en un imprudente acto de lealtad a su sargento y lo beneficiado que resultaría su equipo con la información obtenida.

—¡No sabía que North podía fallar un tiro! —exclamó la médico preocupada por la vuelta de planes que la huída de Dakota suponía.

—Es porque mi hermano quedó afuera en el ataque de atrás —replicó South acercándose a todos ellos con un fusil de ráfagas colgado en su espalda.

—No importa —dictó Mack —. Aún seguimos con el plan.
 

 
Dakota

 
Dakota corrió al punto de reunión lo más rápido que le fue posible. Entonces allí, escondidos entre la maleza, se encontraba el otro grupo que lideraba el teniente Simons.

—¿Y el resto de su equipo, sargento? —cuestionó el teniente.

—Acribillados —respondió tomándose un respiro.

—¿Sabe a dónde se dirigen?

Dakota encogió los hombros, revisando el lugar donde fue impactado.

—No lo sé con exactitud, pero sea lo que sea, podría ser una trampa.

—Y su grupo fue directo a una de ellas —comentó el teniente en un tono nefasto —. Bien hecho, sargento.

Simons la dio la espalda y dio dos zancadas hacia la oscuridad, teniendo dos de sus dedos en el dispositivo a un lado de su oreja, escuchando con atención la información que Acker le ofrecía sobre una nueva localización de sus enemigos.

Allison

Su grupo veía como la habilidosa piloto se retiraba con su arma en alto en compañía de más caídos en combate. Eliminar a algunos de los miembros del equipo enemigo era bueno, pero hubiera resultado mejor haber tenido a alguno de ellos intacto para poder sacarle información. Allison, quien centró su atención en su líder, notó como una sombra se movía hacia él. Fue entonces que, con la idea de que sus ojos y mente eran presa del cansancio, siguió observando hasta corroborar que no era parte de su imaginación. Por lo que rápidamente alzó su rifle en dirección a aquello que los acechaba. La sombra salió a la liz e hizo una pequeña lucha con Mack donde ambas personas forcejearon entre sí hasta que éste último fue sometido.

—Suéltalo —ordenó ella, dando cortos pasos hacia ellos dos sin dejar de apuntar de su arma.

—Alto ahí —replicó el hombre tomando una pistola y apuntarla en la cabeza de Mack —. Sé que no dispararás, Allison —añadió el hombre que ocultaba la mitad de su cara con una prenda rasgada.

Allison reconoció al instante aquella burlona voz, claramente se trataba de  Acker, y se escuchaba seguro de sus palabras. Pero él tenía razón, no podía disparar si no quería sacrificar a un miembro del equipo en el acto.

Acker se alejaba de poco en poco del lugar hasta que dejó de estar a la vista de Allison.

—¡Mierda! —maldijo ella, siendo escuchada perfectamente por sus compañeros.

—Esto es malo... —susurró Miller, observando atentamente como Ray también abandonaba el juego.

—Me niego a que se quedé así —indicó Allison como si lo hubiera escupido de su boca —. Lee avisa a los demás sobre lo que pasó —indicó después —. Anthon, sígueme.

El soldado de metal asintió y se dirigieron con rapidez hacia el lugar por donde Acker se había marchado junto a su nuevo rehén.

Cuando llegaron dejaron que su vista se adaptara a la oscuridad, lograron contemplar las marcas de pintura sobre los troncos de los árboles, como una jugada astuta de parte de Mack para que le pudieran seguir el rastro. Una serie de disparos los puso alerta.

—¡Ayuda! —llamó Patrick con dolor, sujetando con fuerza el músculo de su pierna donde la munición de goma habia acertado dejando la marca de la pintura amarillenta en el pantalón. Sus compañeros acudieron en su auxilio en cuanto pudieron dar con él. —. ¡Le di a uno de ellos! —exclamó con dolor y satisfacción.

—¿Por dónde se fueron? —cuestionó no pensando en nada más que en recuperar a un miembro de su equipo.

Patrick le señaló al Este, por el mismo lugar donde la luna se había asomado cuando el sol los había abandonado.

—Anthon, llevalo de vuelta al campamento. Nos veremos ahí —ordenó Black caminando por la dirección indicada para tratar de dar con el enemigo.

Su compañero de metal asintió.

—¿Qué pasará si te atrapan también? —indagó después.

—Entonces sigan el camino amarillo —replicó, posando su atención en las marcas y seguir con su camino.

(...)

Allison miraba minuciosamente los árboles y ramas que habían en su camino. Algunas de ellas, poco a poco fueron escaseando de marcas fluorescentes en sus troncos, pero aún así ella creía que por lo menos debía haber una marca de pintura si realmente Patrick le había dado a Acker. Y justamente lo había encontrado: una pequeña hoja de mármol con la sobresaliente pintura ambarino en pequeñas partes de ésta prolongó un poco más sus esperanzas por encontrar a Mack. Prosiguió con su camino, marcando una equis en un tronco a cada diez metros avanzados para que, dado el caso, no se perdiera ella o algunos de sus compañeros si no lograba regresar.

«¿Cuánto llevo caminando?», se preguntó a sí misma después de haber perdido la noción del tiempo entre la oscuridad con sólo una cosa en mente: llegar hasta el enemigo.

Su andada se detuvo en cuanto escuchó una palabras difíciles de entender por la distancia. Suspiró aliviada y se recargó detrás de un gran tronco caído para descansar un poco. Después de todo tenía que volver y con mucha prisa para informarle a los demás antes de que amaneciera y poder seguir contando con el factor sorpresa. Pero al menos tendría que saber algo más de ellos además de su actual ubicación. Se acercó poco más, y aguardó agazapada entre las húmedas hojas cobrizas.

—Los novatos por esta ocasión se han esforzado en sobrevivir —señaló el hombre calvo rebasando los cuarenta años. Allison ya lo había conocido como Titán, y si algo había visto de él destacable, era que ese seudo no se trataban para nada de un chiste.

Aquel maldito loco era amante de cualquier cosa que pueda crear una llamarada al cabo de unos segundos, y claro, también las cosas explosivas. Así como lo dificultoso que era intentar derribarlo. Por eso mismo era el actual mentor de Sade.

—Tener un líder en el equipo cambia las cosas —alegó Dakota aún limpiando la mancha de pintura de su muslo derecho.

La cabo observó curiosa al no ver a todo el equipo completo, el grupo del teniente había salido; seguramente para buscar más leña o seguir vigilando a su equipo por más tiempo.

—¿Por qué no simplemente hacemos una pequeña formación frontal como distracción y otra más elaboraba para acabar con ellos de una buena vez? —inquirió Walker con descontento. Ya habían tardado más de las cinco horas que usualmente solía durar el entrenamiento.

—Porque el teniente quiere jugar al gato y al ratón. Y al ver como nos han evadido durante este tiempo, se le ha subido un poco —replicó Acker, reposando en el suelo sin soltar su rifle y tarareando con sus dedos sobre el arma.

—Más respeto —reprendió Dakota mirándolo con seriedad —. Si vas a hablar de alguien, al menos asegúrate de que al menos esté presente.

Acker hizo una mofa silenciosa en cuanto Dakota había dado la vuelta.
Aquel bufón muy conocido era Brant Acker, y aunque se pareciera a cualquier persona distraída que no le importase nada, era uno de los soldados más letales del pelotón. Ya ha tenido la oportunidad de subir a un mayor rango, aún mas sin embargo, no poseía la disciplina para merecerlo. Muchos decían que su forma de ser era similar a la de un búfalo, ya que hasta por la más mínima cosa se podía exaltar. Además de que no le importaba enfrentarse con cualquiera ya que aseguraba que siempre ganaría.

Allison seguiría escuchando si tan sólo hubiera algo más interesante y revelador de su parte, por lo que se levantó y retiró silenciosamente para llegar de vuelta a su originario campamento en unos cuantos minutos.

—¿Los encontraste? —indagó Patrick, meditando y dejando que el dolor pasase más rápido.

Ella asintió con todas las miradas encima.

—Entonces, ¿qué haremos? —inquirió Anthon, dispuesto a todo para ganar la batalla.

—Pronto el equipo del teniente volverá a su base, nosotros tendremos que estar listos en cuanto eso pase —habló hasta que fue interrumpida por el pesimista del grupo, Logan.

—¿Sugieres un ataque directo? Eso hemos tratado de hacer y siempre terminaban aniquilándonos.

—Claro, pero eso fue por el hecho de que ellos sabían nuestras intenciones y se prepararon con anticipo —replicó Black con firmeza a cada palabra —. Se llevaron a Wray con ellos creyendo que pronto terminaríamos buscándolos por el bosque, y ellos no saben que ya los hemos encontrado.

Dakota

Dakota seguía centrado en su prisionero y los soldados dejados a su cargo. Un quejido llamó su completa atención.

—¡Maldita sea, esto duele! —se quejó Acker. Los impactos de goma en su cuerpo comenzaban a arder de poco en poco.

El sargento desvió sus ojos cafés hacia las armas que solían usar en los Campos de guerra. Aquellos rifles sí habían sido modificadas en cuanto a la presión para causar lo más cercano al dolor de una bala de verdad.

—Díme, ¿quién fue? -preguntó Mack buscando una forma de quitarse los amarres de su muñeca.

—Patrick —respondió el quejumbroso luego de observar a Mack. Se veía tranquilo, y con eso, era obvio que intentaba algo.

—¿Es tan doloroso como parece? —preguntó nuevamente.

—Tú dímelo —Acker sonrió con malicia y disparó a quema ropa a su prisionero, dando en la pierna. Así le demostraba que si intentaba algo más, le iría mal.

Mack se retorció en su lugar murmurando mil y un cosas por el inmenso dolor que sintió al instante, incluso mayor de lo que Acker habia sentido.

Dakota escuchó como un par de ramas crujían en la distancia. Tomó su arma y apuntó en dirección al sonido mientras se acercaba. Sus compañeros aguardaron en su lugares, atentos a cualquier cosa.
Luego de adaptarse a la oscuridad, tomó una diminuta roca y la lanzó a pocos metros a su derecha para confundir a quien sea que estuviera acechando por ahí. Visualizó una sombra, que gracias a la luna en su punto más alto, fue proyectada frenarse y quedarse estática en su lugar. Dakota aprovechó para acercarse rápidamente y tomar a esa persona por la espalda. Pero esa persona se había opuesto y atacó un par de golpes hasta liberarse y apuntar directamente a él.

—Maldición, sargento... —se quejó Sade bajando el arma —. ¿Qué hace fuera del campamento?

—¿Qué haces tú sola aquí? —respondió con una contrapregunta.

—El teniente me pidió que llegará a ustedes por sorpresa para anunciarles que cambiaremos de posición al amanecer —informó la morena.

«Tal vez Acker tenía razón con eso del gato y el ratón. Parece que el teniente se lo está tomando muy en serio», pensó. Acto seguido de caminar de vuelta al cálido lugar en compañía de Sade.

Sade al ver a su amigo Mack, una gran sonrisa de burla apareció en su rostro.

—Quién diría que ahora a ti te tocaría ser rehén —expresó juguetona y sin dejar de sonreír.

—¿Cuál quieren que sea el siguiente? —bromeó Acker con una sonrisa soberbia.

Mack soltó una carcajada después de eso. Los conocía tan perfectamente, por lo que sabía que ellos les gustaba alardear de su inmunidad ante los novatos.

—El exceso de confianza es un gran enemigo —repuso Mack seguro de que su equipo lograría más que recibir los disparos.

—Muy bien, caballeros, preparen sus cosas y salgamos —anunció Sade observando a todos los presentes. Ya había esperado las horas que eran necesarias estancada en un solo lugar con el resto del equipo. Caminó de espaldas y chocó con la de Titan, quien observaba con atención algo entre la maleza.

—No se molesten en hacerlo —replicó él, dando la vuelta para enseñarles a sus compañeros las luces que se dirigían a ellos —. Alguien ha cambiado de opinión.

Acker resopló disgustado y volvió a tomar asiento acompañado de su fiel arma.

—Hay que verlo por el lado bueno, y ese es que no caminaremos —comentó Mack, quieto en su lugar. No quería correr el riesgo de recibir otro de esos disparos que seguramente dejará una notable hematoma, la cual tardaría días en desaparecer.

Acker asintió de acuerdo a aquel comentario. Sólo en pocas cosas él había concordado con algunos de sus compañero, y con quien nunca lo haría, los tenía contados con los dedos.

—Otra palabra más y obtendrás algo más de que preocuparte —advirtió Dakota cargando su rifle y sonriendo de manera irritante para cualquier otra persona.

Mack asintió. No se atrevería a desobedecer a su sargento, mucho menos, y en este caso, a la persona que era su captor armado.

Simons no se demoró más en arribar en el acampado y disparar en distintos puntos donde la iluminación no llegaba. El otro equipo bajaron las cabezas confusos, y reincorporarse rectos después de que los hombres del teniente dejaron de disparar. Simons miró a todos los lugares donde las balas impactaron, no había nada fuera de lo normal.

—Sólo me aseguraba —se excusó, observando a Mack herido de dos disparos —. Veo que saben donde están.

—Sólo esperamos órdenes, señor —respondió el sargento.

Simons sonrió y se acercó a todos ellos con una leve sonrisa dibujada en su rostro, y dijo:

—Vayamos por ellos.

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