¿Qué dices?

Desde la primera palabra,
noté en tus bellos ojos crueles,
lo obvio es que me repeles,
y ya comencé a derretirme.

Con mis rodillas sangrando,
con mis palmas ardiendo,
mi amor igual ascendiendo,
al fin he llegado a la cima.

¿Por qué las lanzas?
¿Por qué el abucheo?
El hedor a muerte,
cala hasta el hueso.

¿Por qué la ira te colorea el rostro?
Pensé que de un ángel era devoto.
Uno que sanaría mis heridas,
de puro adorarle obtenidas.

Pensé que lo mutuo existía,
que era válido quererte,
que obtendría una amnistía,
así nuevamente tenerte.

Así que imagina mi sorpresa,
vaya que es mala mi suerte,
me has dado la espalda,
cual a bruja mala del Oeste.

¿Qué dices?

Cariño, espero que me extrañes,
que algún día por mí llores.
Me he vuelto un triste charco,
mírame antes de pasar de largo.