Capítulo 6
NISA
Salí enfundada en un vestido corto, fruncido y ajustado, con escote en V bastante pronunciado, de manga tipo obispo y abierta, sandalias de tacón y un bolso de mano pequeño.
Para mi maquillaje decidí hacerme la línea en los ojos, un color semi dorado traslucido para los parpados y los labios rojos, le hice un par de ondas a mi cabello y sólo entonces dejé la habitación, encontrando a un aburrido Can sentado en el sofá con un vaso de algún tipo de licor en su mano, mirándome mal.
— ¿Se puede saber por qué tardas tanto?
Reclamó el muy hipócrita a pesar de estar mirándome de pies a cabeza repetidas veces.
— ¿Puedes ser como un hombre normal y decir que me veo bonita al menos? Lúcete para que quiera dormir contigo, joder — moviendo mi cabello hacia atrás— Que aburrido eres.
Negó bebiendo el contenido completo de su vaso, poniéndose de pie.
— Una mujer hermosa no necesita que se lo estén diciendo, Nisa, tú lo sabes — caminando hasta mí— Y te ves hermosa, ahora vámonos.
Me ofreció su brazo como le caballero que ambos sabemos que no es, y abandonamos el cuarto de hotel, procuró molestarme todo el camino por el ascensor, creo yo, para distraerme y subimos a su auto, él sabrá dónde me lleva.
— Pon música.
Pidió sin sus correspondientes berrinches, manteniendo la vista fija en la calle.
— Vaya ¿Y este milagro a que se debe?
Estirándome de todas maneras para poner algo de música.
— Bueno, entonces no pongas.
Golpeándome las manos sin ánimos de lastimarme sólo para mantenerme lejos de su radio, es un infantil.
— ¿Quién es el mayor? ¿Tú o yo? Compórtate como el anciano que eres, Can Vural ¿O quieres que hoy te llame jefe o señor? Porque puedo hacerlo.
— Cállate, huesos.
— Pero quiero hablar, me siento muy parlanchina hoy.
— Cállate o voy a llenarte esa maldita boca que tienes haber si te callas, te ahogas y te mueres de una vez.
— ¿Es una amenaza o una promesa? Porque a mi me suena a algo que podría favorecerme.
El ruido de exasperación que hizo terminó arrancándome una carcajada, y estoy más que segura de que lo vi sonreír, medio segundo, pero lo vi sonreír, y eso me encantó.
***
Estacionamos fuera del un club bastante grande, lujoso, y al parecer, exclusivo, las personas hacen filas interminables para entrar, pero claro, Can Vural no hace filas, me tomó del brazo y me arrastró hasta el frente, dónde el guardia quitó el cordón y nos dejó entrar de forma inmediata al lugar dónde apenas se ve, luces de colores iluminan el lugar, la música está demasiado fuerte, todo el mundo baila y el alcohol es lo que todos consumen para refrescarse, emborracharse y divertirse.
— Sabes que, si me traes a un club, me ligaré todo lo que me guste ¿Cierto?
Advertí sólo para que no me arruinara la fiesta más tarde, yo vine aquí de cacería.
— Diviértete, hoy te suelto la correa, perro.
Dijo indiferente.
Le hice una reverencia burlona y caminé directo a la pista de baile para mover el cuerpo al ritmo de la pegajosa música latina que no hace más que encender el morbo del lugar, soy capaz de ver a mi jefe desde mi posición, sentado en una de las mesas con un trago entre las manos, joder que le gusta beber...
Antes de darme cuenta ya tenía a un sujeto pegado a mi espalda sujetándome por las caderas, frotando su pito con mi culo mientras bailamos.
Por lo que siento, es buen candidato para un polvo rápido en el baño, muero por un polvo, cualquiera con buen pito y rostro agradable a la vista me sirve, lo que sea.
— Hola muñeca ¿Aceptas dos por uno?
Preguntó el sujeto que se acercó por el frente, acariciando mi cuello lentamente hasta mi hombro, dándole un apretón mientras el sujeto a mi espalda sigue frotándose con mi trasero.
— La verdad, no me niego a las posibilidades — sonriéndole— ¿Qué tienes para ofrecerme? ¿Eres egoísta?
Acariciando el cabello del chico a mi espalda, ladeando la cabeza para sentir mejor sus besos en mi cuello, las cosas se estaban calentando.
— Me estoy quedando en un hotel aquí cerca, él puede venir, no soy para nada egoísta — llevando sus manos a mis caderas, dándole un apretón ligero a mi cintura— Te aseguro que no te arrepentirás.
— ¿Qué esperamos entonces? Un polvo en un hotel es mejor que en un baño.
— ¿Vienes sola?
Preguntó, mirando a su alrededor.
— No, pero a mi acompañante no le molestará que me desaparezca ¿Nos vamos?
Antes de poder hacerme la idea del trío, Can empujó al sujeto frente a mí, rodeando mi cintura con su brazo para pegarme a su cuerpo, arrebatándome del otro chico, posesivo.
— Al acompañante sí le molestará si desaparece, y si yo fuera ustedes, me marcharía antes de que yo me encargue de que desaparezcan.
Rodé los ojos.
Claro que se marcharon prácticamente corriendo, la corpulencia de mi jefe, su altura, su actitud, todo en él inspira peligro, nadie tomaría el riesgo de ir en su contra.
— Me arruinaste la diversión.
Quejándome sin moverme ni un poco, me gusta sentirlo pegado a mi cuerpo.
— ¿Olvidamos que somos jefe y empleada hoy?
Preguntó mirándome fijamente.
Alcé la cabeza para observar la diversión en su rostro ¿Cómo es que no está serio? Este no es el sujeto que veo a diario ¿Habrá bebido mucho?
— Lo olvidaré sólo si me follas hoy. Pensaba elegir a cualquier imbécil, pero ya que estas aquí ¿Quieres ser ese imbécil?
Carcajeó ronco, besando tras mi oreja, estrechándome un poco más fuerte, permitiéndome sentir su pito cargado en mi espalda baja.
— Huesos, voy a hacer que te arrepientas de tus palabras, sí que voy a follarte hoy, no hay nadie que nos interrumpa.
— Vamos al hotel entonces...
Meneando las caderas para rozarlo, sintiéndolo acomodar las manos en estas para apretarme y frotarse descaradamente, estaba cachondo, muy cachondo.
— Se supone que saldremos, se supone que bebamos un rato, bailemos y visitemos el casino ¿Qué no quieres salir?
— Si quiero, pero también quiero follar antes de que te arrepientas.
Inclinándome ligeramente hacia adelante para mover el trasero mejor y frotarme con lo que amenaza con romperme en cuanto nos encerremos en el cuarto.
— No voy a arrepentirme — jalando mi cabello, pegando mi espalda a su pecho— Yo cumplo mis promesas siempre.
— Entonces bésame, al menos bésame. Los tratos se cierran con besos.
Creí que no cumpliría, me sorprendió sentir que me giraba entre sus brazos, sujeta mi nuca y se inclina para besarme de forma demandante, metiéndome la lengua de manera inmediata, anclando una pierna entre las mías para estar más cerca, enganchando su brazo a mi cintura, alzándome ligeramente.
Apenas toco el piso, mis manos están en su cabello, mi boca pegada a la suya en un intento de tomar el control, pero este sujeto es tan malditamente intenso...
— Ya vámonos...
Pedí.
— No.
Ladeando la cabeza para profundizar, mordiendo mi labio inferior con la fuerza suficiente para hacerme gemir del dolor, apretando mi culo con descaro, jadeando en mi boca, necesitado.
Su lengua está fría y sabe a whisky, ha estado bebiendo ¿Será por eso que no le interesa follar conmigo ahora?
— Entonces vamos al casino, ya bailamos en el club, vamos... vamos a cualquier lugar, tu auto, lo que sea...
Perdiendo la cabeza.
— No...
Gruñó en mi boca antes de meterme la lengua otra vez, masajeándome el trasero.
A mí nadie me saca de la cabeza que es una ligera promesa de que me lo va a romper en cuanto estemos solos, debería asustarme.
Debería.
— Vámonos...
Insistí.
— Vamos al casino, si ganas algo, consideraré el marcharnos rápido.
— Engin me enseñó a jugar.
— Odio a mi padre.
Protestó.
Pero no se detuvo, me arrastró hasta los estacionamientos, empujándome contra su auto para besarme otra vez, clavando su rodilla entre mis piernas, frotando mi centro, volviéndome loca mientras madrea mis pechos, abandonando mis labios para descender en un camino de besos, posando uno sobre cada curvatura de mis tetas, levantó la cabeza para mirar alrededor, y aprovechando la oscuridad de la noche y nuestra posición solitaria, liberó uno de estos y lo llevó a su boca, chupando con fuerza mi pezón, usando su lengua para volverme más sensible, humedecerme, tentarme.
— Joder... — acariciando su cabello, echando la cabeza hacia atrás— Joder... no te detengas...
Arqueando la espalda, ofreciéndome.
Gruñó hambriento y chupó más fuerte, arrancándome un gemido.
Me vi en la obligación de cubrirme la boca para no delatar nuestra situación, estirando mi mano hacia su miembro, sintiendo la dureza y como no me apartó, abrí su pantalón e introduje mi mano, sintiendo la humedad en el frente de su ropa interior, estaba tan excitado como yo.
— ¿Casino mañana? Por favor... Jugaré a las cartas contigo en el hotel si quieres, pero ya... ya vámonos... Ni siquiera quieres ir al casino.
Levantó la vista observándome como un verdadero depredador, se lo está pensando.
— Por favor...
Intenté otra vez, ya reveló que su fetiche es escucharme suplicar, no le lameré los zapatos, pero sí puedo suplicar un poquito para obtener lo que quiero.
— Súbete al auto, nos devolvemos al hotel.
— ¡Sí!
Subí rápidamente, apenas estaba cerrando la puerta cuando el animal a mi lado arrancó, conduciendo como un maldito loco, colando una mano entre mis piernas durante todo el camino, deleitándose con mi humedad, frotando mi clítoris, volviéndome loca, sonriendo con superioridad al saber que por él mi cuerpo estaba así de necesitado.
Ni siquiera estacionó cómo la gente cuando nos hizo bajar, subimos al ascensor y me aprisionó contra el espejo, subiendo directo a nuestro piso, empujándome contra la puerta para besarme, usando la tarjeta para abrir, metiéndome dentro a empujones, cerrando la puerta con mi cuerpo, alzándome del culo, haciéndome rodear sus caderas con mis piernas, desabrochándose el pantalón para frotarse mejor conmigo sin abandonar mi boca.
— Can... Can espera... espera...
Deteniéndolo cuando comenzó a quitarme el vestido.
— ¿Ahora qué? ¿No tenías tanta prisa?
Protestó jadeante, deteniéndose.
— Tengo un par de reglas para follar.
— ¿Por qué no me sorprende? ¿Tu amiguito el camarógrafo las sabe?
Tanto que le jode Tansu, joder.
— Jamás he follado con él en un cuarto, así que no.
Me bajó al piso se acomodó la erección, mirándome atento.
— ¿Qué esperas? Quiero follar.
Suspiré.
— No me quito la ropa para follar, no duermo con nadie en la misma cama, y no preguntes sobre eso.
— Lo de dormir, lo entiendo, no me interesa que te acurruques conmigo, huesos, esto es sexo, pero no voy a follarte con ropa, que aburrida eres.
— Si no lo aceptas, entonces no follamos.
Cruzándome de brazos.
— ¿Por qué?
— ¿Qué parte de No hacer preguntas no entendiste?
— ¿Por qué? O lo averiguaré por mi cuenta.
Intenté retroceder, pero inmediatamente choqué con la puerta, estoy atrapada.
— Buenas noches.
Escapando de él.
— Nisa, estás loca si crees que te dejaré ir — apoyando sus manos a ambos lados míos, cortándome el paso— ¿Por qué?
— No tengo por qué decirlo, ahora déjame pasar.
Llevó su mano a mi entrepierna, moviendo su dedo corazón en círculos sobre mi clítoris, quitándole fuerzas a mi cuerpo y razonamiento a mi mente.
— Dime, huesos...
Hablando una octava más grave, repercutiendo en mi entrepierna.
— Si quieres que me la quite, ok, pero con la luz apagada y sin tocarme.
— ¿Qué mierda sucede? ¿Te hicieron algo?
Antes de poder responderle, me cargó sobe su hombro llevándome directo a su habitación, soltándome sobre el colchón, haciéndome revotar un par de veces, soltándome sin una pizca de delicadeza, quitándome el calzado, apoyando una rodilla entre mis piernas.
— Can, no es nada.
Viéndolo llevar sus manos a la parte trasera del vestido, buscando el cierre.
— Can... júrame... júrame que no vas a parar si me lo quitas.
Nerviosa.
Esta sería la primera vez que lo haría sin ropa.
— ¿Qué ocurre, huesos? ¿No confías en mí?
— Apaga la luz, cierra las cortinas.
Pedí.
— Quiero verte.
— Y yo no quiero que lo hagas.
La suplica con la que debí mirarlo pareció ablandarlo, bufó y dejó la cama para cumplir con mis peticiones, pidiéndome que le diera la espalda, y como no encuentro salida, lo hice y dejé que deslizara el vestido por mis hombros, quitándomelo.
— Nisa ¿Qué te pasó?
Deslizando su dedo áspero por mis cicatrices, recorriéndolas una a una en mi espalda, llevando sus manos hacia adelante para buscar más de ellas en mi abdomen.
— Nisa, te hice una pregunta.
— Yo sé que es repugnante ¿Puedo irme ya?
Temblando de pies a cabeza.
— ¿Qué pasó?
No parece tener intención de dejar que me vaya.
— Can...
— ¿Qué pasó, Nisa?
Insistió, tocando más.
— Yo... me caí por el segundo piso de la casa en la que vivía, rompí la ventana, me clavé varios cristales, caí sobre varios más al piso en el exterior, me... quebré un par de huesos, servicios sociales me sacó de la casa esa noche, estuve bastante tiempo en ese hospital, las cicatrices... son horribles, por eso no me quito la ropa, las odio.
Escuché un suspiro y luego sus manos dejaron de tocarme, de seguro le doy asco.
— Voltéate.
— Pero...
— Voltéate, Nisa.
Y así lo hice, giré hasta quedar hincada frente a él, viéndolo quitarse la camiseta, tomó mi mano y la llevó a su abdomen, permitiéndome sentir la cantidad incontable de diferentes tipos de cicatrices en él, tomó mi otra mano y la puso en su pecho, mostrándome tantas más, Can estaba lleno de marcas, muchas más que yo.
— ¿Y crees que me acomplejan? Son medallas, demuestran que sobreviví, y no las oculto, las muestro con orgullo cuando es necesario.
— A una mujer se le exige ser perfecta, en ti se ve sexy, pero en mí se ve repulsivo ¿O crees que son atractivas? A nadie le gustaría sentirlas, por eso no me quito la ropa, por eso...
Sujetó mi mentón y plantó un beso en mi boca, interrumpiéndome.
— Cállate, Nisa.
Demandante y rudo como siempre.
— Deja que me vista...
— Yo no lo encuentro repulsivo, es más, esas cicatrices hacen que te respete un poco más, eres impresionante, nueve vidas como un gato, sobrevives a tanto... — estirando su mano para quitarme el brasier— Eres justo el tipo de secretaria que necesito, una que no muera por algo banal como una uña rota.
— Si te gusto así, entonces soy la mujer perfecta para el trabajo, yo soy dura de matar, desde joven que vengo evadiendo a la muerte — permitiendo que me empujara hasta recostarme— Entonces... ¿Sí vamos a follar?
— Pues claro que vamos a follar — dejando la cama para terminar de desnudarse, caminando hacia su maleta para tomar un paquete de preservativos— Y no vas a dejar la cama hoy, no te escaparás a tu cuarto al terminar, cobarde.
— ¿Eres de los que se acurrucan?
Burlándome.
— No. Soy de los que les gusta verlas incapaces de dejar la cama por el cansancio, de los que les gusta verlas doloridas y con piernas temblorosas, alimenta mi ego.
Jalando mis bragas hasta escuchar el crack, rompiéndolas y lanzándolas sobre su maleta.
— ¿Coleccionista de bragas?
Dándole espacio para que sus caderas cupieran en mi entrepierna.
— Las guardaré para amenazarte con mostrárselas a Engin si no te portas bien, huesos — acomodándose entre mis piernas, tomando un preservativo— Si no puedes tolerarlo, avísame, quiero hacerte llorar, sí, pero no quiero desgarrarte algo ahí abajo ¿Quedó claro?
Si lo pienso fríamente, bien podría romperme, su tamaño y mi vagina no calzan, es la primera vez que me folla algo tan grueso, tan largo...
Si las actrices porno pueden, yo también, no voy a dar el brazo a torcer.
— ¿Crees que soy de cristal?
Ofendida.
— No, sólo humana, así que avísame.
Estaba por reírme cuando sentí la primera irrupción de su glande en mi zona baja, nunca tomé una así de ancha, duele, y afortunadamente Can no es un imbécil en este ámbito, en cuanto notó que me tensé, se detuvo, quedándose completamente quieto.
— ¿Quieres que me detenga?
— Claro que no, sólo necesito que vayas lento solamente — tomé aire— Continua.
Asintió y empujó un poco más, arrancándome una maldición, me siento increíblemente llena, me roza por todas partes y eso hace que se sienta de maravilla... necesito más...
Moví las caderas de forma sugerente y eso fue suficiente para anímalo a seguir, pero esta vez no se detuvo, entre jadeos empujó hasta el ultimo centímetro dentro, sujetándome por las caderas, apoyando su frente en mi hombro.
— ¿Por qué estás tan apretada? Yo sé que no eres virgen.
— Porque es demasiado grande, imbécil.
— Pero follas todo el tiempo.
— No con el tamaño tuyo.
Levantó la cabeza y sonrió.
— Pero te la comiste completa — apretando mi abdomen— Eres increíble, huesos.
— Menos halagos y más sexo.
Demandé.
— Por supuesto.
Sin soltarme de las caderas, retrocedió y embistió profundo, probándome, y al ver que sigo completa, no se detuvo, penetrándome con rudeza una y otra vez mientras yo me sujetaba por sus hombros para no perder la estabilidad, separando las piernas a todo dar, recibiendo sus besos demandantes, abriendo la boca para recibir su lengua, acariciándola con la mía, mordisqueando su labio inferior para que sintiera al menos una cuarta parte de lo que mi vagina está sintiendo, sin duda es delicioso.
— Nisa ¿Te cuidas?
— Por supuesto ¿Por qué?
— ¿Puedo correrme sobre tu culo?
— ¿Te gusta mi culo, Can?
Sonriendo con sorna.
— ¿Es un Sí o un No?
— Sí.
— Perfecto.
Se quitó y me hizo voltear, apoyé ambas manos en la cama mientras él acomoda mis rodillas, alza mi culo y vuelve a penetrarme sin un ápice de delicadeza, usándome para su propio placer, aplastando mi abdomen en el proceso, sintiéndolo tan apretado que me es difícil pensar, es más, llevé los antebrazos al colchón, apoyando la frente en estos, alzando más el culo, dándole total acceso, apretando los dientes, secándome un par de lágrimas, se siente tan bien que apenas puedo contenerme, Can está rozándome por todas partes, me está volviendo loca.
Sin pensarlo demasiado, llevé dos dedos a mi clítoris para acariciarlo, eso fue suficiente para que, acompañado de sus movimientos implacables, me corriera, sintiendo la humedad recorriéndome los muslos mientras Can me penetra más rápido, fuerte, sacándolo de pronto, lanzando el preservativo junto a mi rostro.
Voltee para ver qué hacía, los sonidos húmedos y sus gemidos llenan la habitación, se está masturbando apuntando directo a mi culo.
Le sonreí coqueta y levanté el trasero hacia él para darle mejor visual, eso lo animó, moviendo su mano hacia arriba y hacia abajo más rápido, más apretado, liberando por fin todo su esperma manchando parte de mi espalda y mis nalgas.
— Esto apenas comienza, ven aquí.
No tuve tiempo de asimilar sus palabras cuando me arrastro a orillas de la cama, subió un pie y utilizó el otro para mantener la estabilidad, penetrándome de golpe, arrancándome un grito en lo que buscaba estabilidad con mis manos para mantener mi peso.
— Oh joder...
Gemí.
— ¿Vas a volver a follarte al camarógrafo, Nisa?
— Pues sí.
Contesté sólo para joderlo, mi error.
Su pie terminó sobre mi espalda alta, inmovilizándome, ancló su pie mejor y no tuvo piedad, puedo escucharlo gemir con total claridad a pesar de mis oídos abombados.
Maldito hijo de puta, es un animal.
Para cuando me soltó, de mi canal sólo escurre su semen, estoy sudada, cansada y dolorida a más no poder, recostada de espaldas en el colchón, con los brazos extendidos.
— Iré a bañarme ¿O quieres ir primero?
Levantándose de la cama el muy cabrón, como si nada.
— Voy yo primero — levantándome a duras penas— Eres todo un caballero, Vural.
— ¿Necesitas ayuda?
Tomando asiento en el borde de la cama, viendo con sorna la dificultad que tengo para mantenerme en pie, me tiemblan las piernas y si no estoy lo suficientemente concentrada puedo asegurar que terminaré en el piso y no puedo darle la satisfacción a este tipo.
— No, puedo yo sola.
Bufé antes de poder salir de su habitación, el plan era bañarme en el cuarto de baño de la mía, pero Can Vural, psicópata, obsesivo y controlador, no tiene los mismos planes.
— Mejor ahorramos agua y nos bañamos juntos — rodeándome por la cintura, levantándome del piso— Dije que no ibas a escaparte.
— No creo que quieras ducharte con la luz apagada — dejándome arrastrar— Te dije que no quiero que me veas.
De todas maneras, encendió la luz del cuarto de baño y me dejó en el piso, mirándome.
— Dije sin mirar.
Intentando cubrirme.
— Nisa, si te molestan tanto, mañana mismo puedo hacer que te las quiten.
— ¿Qué?
— Lo que dije, si te molestan tanto, si quieres desnudarte por ahí sin sentirte cohibida, ya sabes, lo que quieras, puedo hacer que te quiten todas las cicatrices gruesas, sanará en pocas semanas.
Lo miré con sorpresa e interés, hasta ahora nunca busqué si era posible quitármelas.
— ¿No estás tomándome el pelo?
— Puedo conseguirte una cita ahora mismo, mañana temprano estaremos con el cirujano.
— Pero, los exámenes, los controles, los...
— Nisa, entiende algo — rodeando mi cuello con su mano— Soy Can Vural, para mí todo es ahora, no después, dame un momento.
Dejó el cuarto de baño para ir por su móvil, no importó la hora, efectivamente consiguió la hora para el cirujano y al día siguiente, a primera hora de la mañana estaban revisando mis cicatrices, resulta que el sujeto que se encargaría le debe favores a mi jefe, por lo tanto, no dudó en cumplir con su petición, hacer un espacio para nosotros y me citará para mañana luego de terminar el primer día de la feria del libro, eso quiere decir que pronto podre vestir como quiero, follar con comodidad y no odiarme cada vez que me miro al espejo.
— Can... ¿Cómo puedo agradecerte?
Saliendo juntos de la consulta.
— Es deber de un jefe mantener a su secretaria cómoda para que no quiera renunciar — metiendo ambas manos en sus bolsillos— Así que sólo has lo que haces, con eso es suficiente.
— Eres un jefe bastante amable, Can Vural, me agradas.
— Lo sé, huesos, pero no te equivoques, sigo queriendo matarte, por cierto, Jelena Volkova quiere hablar contigo, su esposo, Alexander me envió un mensaje en la madrugada.
— Pues que me llame, soy una mujer muy amable cuando quiero serlo.
— Ten entonces, está marcando.
Entregándome su móvil, con el nombre de la mujer brillando en la pantalla.
No estaba preparada, pero no me quedó más que carraspear y atender al escucharla atender la llamada.
— Soy Nisa Yildiz, mi jefe, el señor Can Vural dijo que querías hablar conmigo.
— Sí, es sobre el trabajo, los mellizos que quiero que robes por mí.
— Si es urgente, debo decir que no puedo, esta semana ni siquiera estaré en Turquía, tengo trabajo en Seattle.
Nunca hay que estar 100% disponible con personas ajenas a tus jefes directos.
— Mis hombres vigilan esa casa, ya llegué tarde, maldita sea ¿Cuándo puedes ir a averiguar?
— La próxima semana, a mi regreso, lo primero que haré será comenzar con ese encargo, mi jefe dijo que era un favor para un amigo, por lo tanto, lo haré lo mejor posible.
— ¿Exactamente dónde en Seattle están? ¿Mi esposo y yo podemos ir a visitarlos? Necesito hablar personalmente sobre esto.
— Por supuesto, estaré hasta el viernes, habrá una feria del libro por la cuarta y la quinta avenida, soy la organizadora, por lo tanto, me encontrará a la hora que sea.
— Mañana estaré ahí ¿Almuerzas con nosotros?
— Por supuesto, la veo mañana.
Corté la llamada y regresé el móvil a Can, quien me mira alzando una ceja, curioso, esperando por las novedades.
— Vendrán para acá, almorzamos juntos.
— Hace un tiempo que no veo a Alexander, será divertido — sonriendo, guiándome a su auto— Te pido de favor, Nisa, no le busques pelea a la Koroleva, esa mujer es...
— Si me busca, me encuentra, así que no prometo nada — subiendo al vehículo— ¿Me vuelves a poner la correa, jefe?
— Si es por trabajo, sí, pero si es para tener sexo, pórtate mal, Nisa, móntame la próxima vez.
Sonreí con sorna viéndolo tomar asiento a mi lado tras el volante.
— ¿Habrá una próxima vez?
— Sólo no le digas a Engin o es capaz de darme un tiro, es un secreto.
— Será un placer guardarle el secreto, señor.
Acariciando su muslo mientras él se incorpora a la calle.
¿Qué tan malo sería si le hago una mamada mientras conduce?
— Ni se te ocurra, huesos.
Bufé.
— Eres un aburrido.
— Cuando te lo pongas en la boca, quiero tener yo el control, recuerda quien es el dueño aquí, tú eres el juguete, huesos.
Rodé los ojos.
— Ya veremos quien es el juguete de quien cuando llegue el momento, conmigo no te resultarán tus truquitos, Can Vural.
***
Mi jefe hizo la reservación para el almuerzo, él y yo estábamos sentados, esperando a nuestros invitados en el apartado cuando el personal les abrió la puerta, un sujeto corpulento, alto, rubio y de cabello largo atado, ojos claros, y rostro de pocos amigos entró acompañado de una mujer rubia con el mismo rostro, sólo que ella va un poco magullada, de vestido rojo, ajustado y abierto en la zona bajo el pecho, yo también quiero pode lucir vestidos así.
Pronto.
— ¿El esposo es 100% fiel?
Pregunté entre susurros a mi jefe, antes de que llegaran a la mesa.
— Lo es, y ni siquiera te le insinúes o Jelena va a cortarte la cabeza, le dicen degolladora porque no les perdona nada a sus víctimas, corta cuellos por deporte.
— Que lo intente.
— Dije que te comportes.
Sonrió cuando nuestros invitados tomaron asiento frente a nosotros, estirando sus manos para sonreír, claramente correspondí a ambos, intentando mantener la sonrisa. Es difícil poner a dos mujeres de carácter fuerte en el mismo espacio sabiendo que van a chocar.
— ¿Tú eres el perro fiel que Can mencionó?
Preguntó Alexander.
— Prefiero que me diga Nisa, pero no comprende — suspiré— No miente cuando dice que soy suya, lo soy, firmé un contrato y no puedo negarme a nada de lo que me pida, así que confíe en mí que cumpliré con sus peticiones para recuperar a esos niños.
— Es a mí a quién debes rendirle cuentas, mi esposo no entra en la negociación, no me gusta como lo estás mirando.
Rodé los ojos viendo a la mujer, ya sabía yo.
— ¿Y cómo lo estoy mirando según tú? Si estuviese coqueteando, créeme que lo sabrías, aún no lo intento.
Respondiendo con brusquedad, creo que ella y yo no vamos a llevarnos.
— Lena, cariño... Sólo está trabajando, no...
— Una mujer sabe leer a otra, Alexander, y sabes que se pasen de listos con lo que es mío.
Posesiva la rubia.
— Huesos, ven aquí, creo que necesitas relajarte.
Can hizo la silla ligeramente hacia atrás, palmeando su regazo.
No dudé en levantarme y tomar asiento sobre él, dejando que rodeara mi cintura con su brazo.
— ¿Huesos?
Preguntó Alexander.
— Así le digo, es en lo que quiero convertir a esta chiquilla, un montón de huesos a tres metros bajo tierra, pero no puedo, es demasiado buena en lo que hace.
— ¿En qué ámbito?
Preguntó la chica, curiosa.
— En todos, así que le agradecería, Koroleva que no tiente a la suerte, porque mi montón de huesos también oculta varios trucos bajo la manga y yo no voy a detenerla.
Alexander y mi jefe rieron.
— Demasiado pronto para juntarlas, al parecer.
Dijo el Boss.
— Así veo, pero no dudo que logren trabajar juntas si estamos vigilando que no se maten.
Añadió mi jefe.
— Cuídate la espalda, Nisa.
Amenazó la rubia.
— Duerme con un ojo abierto, Jelena, que, para mí, las reinas, no significan nada.
Can sujetó mi rostro y plantó un beso en mi boca sin quitar esa sonrisa arrogante.
— Huesos, sin amenazas ¿Sí? Te prometo que permitiré que hagas lo que quieras en el auto de camino a la feria, tú tendrás el control, pero necesito que ahora te enfoques ¿De acuerdo?
— ¿No vas a interferir si quiero pasarte la lengua por ciertos lugares?
— Te dejaré ser.
— Hecho — sonriendo a la pareja frente a nosotros— ¿Qué es lo que desean de mí? Y que sea rápido, tengo una mamada que hacer antes de volver al trabajo.
El rostro del rubio fue un poema, pero no dijo nada, algo me dice que la conversación la tendrá con mi jefe más tarde, estos dos parece estar disfrutando de ponernos a ambas en un espacio cerrado.
Hombres, estúpidos hombres con sus egos más grandes que su propio cerebro.
Claro que tengo curiosidad de cómo la mujer se hizo esas heridas, la historia familiar de los Volkov me resulta intrigante, sólo por eso voy a cooperar.
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BUENAS BUENAS BBCITAS
ME DEMORÉ UNOS TRES DÍAS EN ESCRIBIR ESTE CAPITULO JAJAJAJAJA LO SIENTO
HE ESTADO MUY OCUPADA ESTOS DÍAS, PERO YA REGRESÉ
MAÑANA VOLVERÉ CON PAPI LUCA O PAPI ALEXANDER, UNO DE DOS, O LOS DOS, ESPEREMOS QUE AMBOS
REGRESANDO AL CAPITULO
NISA NOS MOSTRÓ OTRO MÁS DE SUS TRAUMAS Y EL POR QUÉ FOLLA SIEMPRE EN EL ASCENSOR
ELLA TIENE MARCAS
JODEEER
PERO CAN CLARO QUE LE PAGA LA CIRUGÍA A SU SECRETARIA, SÓLO PORQUE ES BUEN JEFE JAJAJAJAJAJA
Y CAN CON ALEXANDER? RE DISFRUTAN VER A LAS CHICAS QUERER MATARSE, ELLOS LO DISFRUTAN
CLARO QUE CAN DISFRUTA MÁS DE LA COMPAÑÍA DE NISA AHORA QUE PASARON CIERTAS COSAS ENTRE ELLOS
LENA NO LE AGRADA NI UN POCO LA CHICA CON LA QUE TIENE QUE TRABAJAR, NISA NO TIENE PACIENCIA Y NO LA RESPETA, JELENA HABÍA PERDIDO LA COSTUMBRE
YA VEREMOS QUE OCURRE
BESITOS EN LA COLA BABYS
NOS LEEMOS
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