Capítulo 22
NISSA.
Me fui a la cama cerca de las cinco de la mañana con las piernas a punto de caerse por lo mucho que bailé, tomé un baño porque estaba toda sudada y mi cabello era un desastre, pero estaba tan contenta que durante el resto de la noche, me sentí flotar en una nube entre esas cómodas almohadas y suaves mantas, sólo que me faltaba cierta persona a mi lado, Can está durmiendo en otro cuarto esta noche, Engin bloqueó la puerta con un mueble enorme no sin antes ponerle llave, él quiere asegurarse de que cumplamos con esa tradición de no pasar juntos la noche antes de la boda, a mi futuro esposo no le hizo mucha gracia, pero no le quedó de otra, estaba tan ebrio que no se dio ni cuenta cuando Engin lo encerró en otra habitación, pobre hombre.
— ¡Estoy encontrando la manera para expresar los sentimientos por los que estoy pasando, no puedo decir que no te amo, porque te amo!
Abrí los ojos de golpe al sentir a alguien gritar fuera de mi ventana, parecía una canción, desentonada y claramente arrastrando las palabras, estaba hasta el culo, pero al parecer hoy quiere darme una serenata.
— ¡Es difícil para mí comunicar los pensamientos que guardo, pero esta noche te lo haré saber, déjame decirte la verdad, bebé, déjame decirte la verdad!
Carcajeé y dejé la cama para ir y abrir la ventana, viendo a Can sin camiseta ni zapatos, tampoco calcetines, sostiene un montón de rosas que claramente arrancó del jardín, se tambalea, pero aquí está, cantándome Die for you de The Weeknd.
— Lo puedo ver en tus ojos —me señaló— Odias quererme, yo odio cuando lloras, tienes miedo de estar sola especialmente esta noche. Tengo miedo de extrañarte, me pasa todo el tiempo, no quiero esta sensación, no me puedo enamorar, trato de encontrar una razón que nos separe, no está funcionando porque eres perfecta ¿Oíste eso preciosa? ¡Eres perfecta! — carcajeó tambaleándose— ¡Y sé que vales la pena! No puedo alejarme.
Me apoyé en el marco de la ventana, viéndolo acercarse, analizando el lugar probablemente para escalar.
— A pesar de que estemos pasando por esto, y esto te haga sentir sola, ten presente que moriría por ti — me señaló con las rosas— Bebé, moriría por ti ¡Sin dudarlo, huesos!
— ¡Engin va a escucharte! — reí— Hoy estás muy romántico, Can.
— Es que yo moriría por ti, hermosa ¿No me crees?
Sujetándose a la enredadera en la pared, este tonto quiere escalar y está tan ebrio que me da miedo que se caiga.
— Te creo, sí, te creo grandulón, pero no escales ¿De acuerdo? Te abro la puerta, ven por aquí, es más seguro.
— Me lancé por la ventana de mi cuarto, huesos — comenzando a escalar con las rosas metidas en el bolsillo del pantalón, algunas se le cayeron entre flexión y flexión de pierna— ¿Crees que si me caigo me moriré? Claro que no, yo no soy cualquier bastardo, Nisa, soy el bastardo con el que te vas a casar.
Me hice hacia atrás para dejarlo entrar, viendo como cuelga un pie por el marco y se queda ahí unos segundos, intentando mantener el equilibrio, una sola rosa en su bolsillo, rosa que quedó más que aplastada cuando se dejó caer hasta el piso, extendiendo los brazos.
— Ay mierda, creí que nunca terminaría de subir — jadeó— Huesos, maté tus flores, lo siento.
Carcajee, viéndolo desparramado en el piso, los pies sucios y llenos de tierra por haber estado robando flores en el jardín de su madre, el sudor perlado le cubre el torso, pero se ve radiante, feliz... y ebrio.
— Creo que necesitas una ducha, guapo, luego me das otras flores, no te preocupes.
— Me baño siempre y cuando tú me ayudes, hay partes de mi cuerpo que no puedo lavar por mi cuenta, tengo manos torpes de ebrio.
Me miró con lastima, llevando su diestra al pantalón, apoyándola en el frente, dándole un ligero apretón, cambiando esa sonrisa a una arrogante, los ojos le brillan, maliciosos.
— Nada de sexo hoy, el sexo es mañana, jovencito, se supone que tú debías quedarte en tu cuarto, encerrado, pero te escapaste.
— ¿Jovencito? Tengo doce años más que tú, niña.
Desabrochándose el pantalón, bajando el cierre lentamente.
— Eso suena bastante incorrecto, jefe ¿Te das cuenta que tú tenías doce cuando yo estaba naciendo?
— No lo digas así —frunció el ceño, deteniendo su striptease desparramado en el piso— Suena raro y me haces pensar que quizá sí sea incorrecto cuando en realidad me importa una mierda porque mañana serás mi mujer, y estás preñada de mis hijos, dos —carcajeó— Soy doblemente increíble, lo hicimos una vez sin protección y te hice dos bebés.
Riéndose como un idiota en el piso, estaba hasta el culo, yo no fui la única que se lo pasó bien.
— Sí, eres impresionante, pero levántate ya del piso y ve a bañarte, mañana temprano tenemos cosas que hacer.
— "Por cosas que hacer" quieres decir, casarte conmigo ¿Cierto?
Me crucé de brazos, contagiándome de su felicidad, me duelen las mejillas por haber reído tanto hoy.
— Así es, mañana pasaré a ser Nisa Vural, tu esposa, la dama de la mafia turca, y la mujer más importante de Turquía.
— Nadie te va a tocar un solo pelo, hermosa, porque le cortaré las manos a quien se atreva.
Arrastrando las palabras hasta que las ultimas fueron sólo suspiros, luego, comenzó a roncar, y Can no ronca.
— Oye... — moviéndolo con el pie— Oye Can, no puedes dormir en el piso, te resfriarás — ni siquiera se inmutó— Can, si me haces agacharme, te cortaré las bolas, te recuerdo que tengo panza y me molesta hasta para amarrarme las zapatillas — nada— Can...
Suspiré.
— Ok, duermes en el piso.
Acercándome al termostato en la pared, aumentando la temperatura para que el piso no estuviese frío, yendo hacia el guardarropa por cobertores y mantas para cubrirlo, sacando una almohada de la cama, arrodillándome junto a su cabeza para acomodarlo, viéndolo sonreír entre sueños, abrazándola.
— Sí, huesos, ya no quiero romperte el cuello, ahora sólo la garganta por lo profundo que te lo voy a meter...
Suspiró, sonriendo malicioso mientras duerme.
— Vaya, alguien está teniendo buenos sueños — poniéndome de pie— Bien por ti, me encantaría hacer más, pero subirte a la cama está imposible, buenas noches, guapo.
Lanzándole un beso antes de ir directo a mi cama, cubriéndome hasta la nariz con las mantas, durmiéndome casi de inmediato, estaba agotada y muero porque sea mañana.
***
CAN.
La puerta se abrió con estruendo, casi me rompí los tímpanos por el sonido, me duele la espalda y no tengo ganas de abrir los ojos ¿Dónde carajo estoy?
— Bueno... no es lo que esperaba encontrar, pero definitivamente yo no te dejé aquí, hijo.
Abrí los ojos de golpe, viendo a mi padre parado en la puerta, Nisa tomó asiento en la cama, despeinada y adormilada, limpiándose la saliva que se le escurre por la boca, y entonces me vi a mí mismo, tapado en el piso, sin camiseta, sucio con tierra y una rosa en el culo.
— Así que no lo soñé, sí que vine a hacer el ridículo aquí anoche.
Sintiendo mi rostro arder de la vergüenza, yo vine aquí y le canté a Nisa luego de robar flores, como un adolescente, y gracias al diablo no sabe que me di el golpe de mi vida mientras intentaba dejar mi cuarto por la ventana, no me sostuve bien y me golpeé duro con el piso, me quité la camiseta sólo para ver si me había roto algo, pero no, sólo se me está poniendo morada la espalda, sólo eso.
— Fue lindo, me gustó la canción — riendo— Pero te quedaste dormido en el piso y no pude despertarte.
— ¿Canción? ¿Qué canción? — dijo Engin en tono burlón— Espera, no me digan, iré a revisar los videos de seguridad.
Riendo mientras me mira, ahora soy el hazmerreír.
— Papá, no.
Advertí.
— Papá, sí — carcajeó— Iré a ver cómo cantas, hijo, y date una ducha, te ves de la mierda, como si te hubieses revolcado en tierra.
Quizá si lo hice, pero no tiene por qué saberlo.
— ¡Oye, no lo veas!
— ¡Demasiado tarde, hijo!
Corriendo Dios sabe dónde mientras Can se levanta con premura y va tras él, pidiéndole nuevamente que no vea su video de anoche.
Pediré esa copia de seguridad, bien podría extorsionarlo con ese video en unos años, como por ejemplo cuando no quiera ir por nuestros hijos a la escuela, o decida quedarse en cama conmigo para follar en vez de ir a trabajar, se me ocurren muchas cosas que hacer con ese video.
— Pero primero el desayuno.
Dejando la cama, metiendo los pies en las pantuflas, bajando para desayunar, hoy es un día de muchas cosas y necesitamos comenzar con los preparativos temprano.
***
Can me dijo unas diez veces que me quedara descansando en casa para que no me cansara mientras él y los demás terminaban los últimos detalles con el salón de bodas en el Hilton Istanbul Bomonti Hotel & Conference Center, pero yo también quería ser participe de mi boda, por lo tanto, muy a su pesar, terminé coordinando la decoración del gran salón, extasiada con la idea de casarme en un hotel cinco estrellas con paredes de cristal, enormemente alto con habitaciones de lujo y servicio al cuarto a la hora que se nos cante el culo, eso sí, Can desapareció todas las horas de trabajo, él dijo que personalmente se encargará de nuestra noche de bodas, y quiere que sea perfecto, así que... tengo las expectativas muy altas, Can jamás hace algo simple, si hace algo, debe ser a lo grande, es un detallista.
— ¿Deberíamos planear nuestra boda?
Le preguntó Jelena a Alexander mientras busca la posición correcta de los centros de mesa, es una perfeccionista peor que Ceren, quien ha mandado a cambiar la posición de la figura de hielo unas cinco veces, la temperatura aquí adentro está bajísima para qué, cuando llegue el momento, se mantenga hermosa, por ahora tienen una figura de polietileno para buscarle la posición final, un águila majestuosa con sus alas extendidas, el símbolo de nuestra organización, de la cual estoy orgullosa.
— Si le paso la lengua al hielo gigante ¿Crees que se me quede la lengua pegada?
Preguntó Ivanna, seria.
— Mmm... es muy probable que sí — riendo— No lo intentes o te la vas a arrancar.
Hizo una mueca, chasqueando la lengua.
— Suficiente tengo con Delano, sus besos y sus mordidas, sin lengua me dejará un día de estos —suspiró— Señorita novia, te queda una hora con treinta y tres minutos exactamente para dar inicio a tu boda, yo que tú, me voy arreglando.
— Pero tengo que esperar a los de la prensa, Ceren me dijo que les buscara la mejor ubicación porque la boda, además de ser un evento de unión para Can y para mí, es para dar un aviso de lo que sucedería si se meten conmigo.
Eso llamó la atención de Jelena, ladró ordenes sobre los centros de mesa a los que parece haberles encontrado ubicación y vino con nosotras.
— Al parecer estás comenzando a comprender cual es tu posición, bella — tomó mi mano— Recuerda, tú estás en la punta de la pirámide y nadie es más que tú, no importa el contexto o a quién tengas en frente, no hay mujer con más poder que tú. Y deja que me encargue de la prensa, les daré el primer plano de lo hermosa que te verás hoy, lo poderosa que eres, me encargaré de que lo cubran todo.
— Gracias Jelena, por estar aquí, por todos, a ti también Ivanna, sin ustedes, sin todos — mirando a las mujeres y hombres repartidos por aquí y por allá ayudando a que esta sea una gran celebración— Esto no hubiese sido lo mismo.
— Somos amigas, las amigas estamos en las malas, las peores, las terribles — enumeró Ivanna— Porque en las buenas están todas, esas no sirven, son falsas — suspiró— ¿Te conté que maté por primera vez? Me gustó.
Su capacidad de cambiar temas es... interesante.
— Por eso me alegra de tenerlas como amiga — tomando su mano— Cuéntame más ¿Cuántos mataste?
— Más de una docena y a disparos — dijo con orgullo— Me gustó la sensación de la sangre en mis manos, esos bastardos lastimaron a mi osito de peluche.
— ¿Osito...?
Confundida.
¿Mató por un oso?
— Delano — explicó Jelena, riendo— Así le dice a Delano, un osito de peluche que la cuida por las noches y le da calor.
Carcajee.
Ivanna y sus cosas...
Literalmente se necesita de un diccionario para entenderle.
— Bueno, todas necesitamos uno de esos — secándome las lagrimas de la risa— Chicas, entonces iré a prepararme.
— Ultimo piso, la 3B, es ahí dónde tus cosas esperan junto con las chicas que te ayudarán a vestirte, tu escolta está por ahí.
Señaló Jelena a Leorio, mi fiel amigo y compañero, un protector, un profesor, familia.
— Gracias, chicas.
— Yo me encargo de la prensa, ahora vete, guapa.
Asentí y di media vuelta, recorriendo el salón, escuchando a Engin ladrar ordenes por aquí y por allá en lo que yo llego con Leorio y abandonamos el lugar, yendo hacia el ascensor, marcando con la tarjeta que da paso al ultimo piso para entrar y comenzar a subir la cantidad increíble de pisos que nos esperan.
— ¿Te sientes bien, ángel? ¿Mareos? ¿Miedo? ¿Angustia?
Rodeándome los hombros con su brazo.
— No, estoy bien, la vista es bonita — viendo como vamos subiendo, agradeciendo el ascensor transparente— O quizá... ya no me siento mal con los espacios cerrados, Can ha sido... parte fundamental en todo esto, me ha dado confianza en mi misma, me apoya con mis terapias, me ayuda a seguir adelante y me cuida, me quiere, ya no me siento... sola, ni llena de obligaciones, ya no me siento atada a los Vural, ahora son... son mi familia, todo lo que tengo.
— Me alegro, ángel, me alegro que por fin comiences a vivir tu vida, ya te estabas tardando.
Besó mi coronilla y entonces continuamos el resto del camino en silencio, abrió la puerta con su tarjeta nuevamente y cerró en cuanto entré, custodiando la entrada junto al grupo de hombres que Can dispuso para mi seguridad.
Ya dentro, fui abordada por las dependientas, el baño esperaba por mí, Leorio dio la señal de que estaba subiendo, y tenían todo listo. Lavaron mi cabello con delicadeza, lavaron mi cuerpo, lo exfoliaron y aplicaron diversos aceites para hacerlo más suave al tacto, de aroma dulce, delicioso, ellas estaban preparando el regalo de su jefe, lo que él se comerá esta noche, y a mí me importa muy poco si seré la cena, el postre y la repetición, yo también quería devorar a mi recién estrenado marido para ese entonces.
El siguiente paso, enfundada en una cómoda y suave bata blanca, fue tomar asiento en el tocador para que comenzaran a trabajar en el maquillaje, las uñas y el cabello, me preguntaron qué colores querían que fuesen los principales, y cómo no soy una mujer que suele maquillarse mucho, lo dejé en sus manos, ellas son las profesionales y sé que me harán quedar hermosa, por lo que sólo cerré los ojos y las dejé trabajar mientras pensaba que quizá una hora y treinta minutos no fueran suficientes para estar lista.
Ataron mi cabello en un moño bajo, dos mechones sueltos adornando mi rostro a los costados, acomodaron la tiara, regalo de Ceren, en mi cabeza, colocaron los pendientes y el collar, también decidí usar el brazalete que Misha me regaló, es bonito y realmente una pena que no pueda estar aquí hoy, él me agrada, nos llevamos bien, pero mi marido bien podría reventarle los sesos si lo ve en la ceremonia y definitivamente lo prefiero vivo.
Miré mis uñas, jamás las tuve así de largas y bonitas, en punta, con una francesa magnifica, un copo de nieve en el dedo anular, una corona en el dedo medio, diamantes pequeños en el borde de la uña para adornar el resto, uno o dos en cada uno, algo pequeño, nada ostentoso, me encanta.
Y mis pies no quedaron fuera, mis pies también fueron tratados, una bonita francesa, pies de novia les dijeron, literalmente se ocuparon de todo.
Me metí dentro del vestido que ajustaron con delicadeza a mis nuevas curvas, aplicaron polvo de ángel en mis hombros y clavículas, calcé mis bonitos zapatos en punta y entonces me miré al espejo, el trabajo completo ya realizado... y voy diez minutos tarde, Can debe estar con taquicardia esperando por mí, pero, me veo hermosa.
— Ya está lista, señor, adelante.
Escuché decir a una de ellas, abriendo la puerta, dejando pasar a Engin con un ramo de flores azules y blancas entre las manos, el ramo que el padre le entrega a la novia, un ultimo regalo antes de entrar a su vida de casada.
— Ángel... te ves hermosa...
Dijo él, mirándome de pies a cabeza, acercándose para besar ambas mejillas, dándome un abrazo delicado, uno que suena a despedida cuando claramente seguiré viviendo en su casa, es un dramático.
— Gracias Engin, por hacer que todo esto suceda, por ayudar a Can, por ayudarme a mí, no sabes lo feliz que me hace todo esto, cumplieron mi sueño de una boda tradicional haciendo que todo ocurriera en dos días, son impresionantes.
— Mi hijo lo es —le dio el triunfo— Can puede ser muchas cosas, pero él quería que recordaras esto como algo feliz, Can te ama, y a mí me encanta ver cómo se hace un mejor hombre por ti y los niños que vendrán — entregándome el ramo— Y me encanta saber que estarás en buenas manos, hija.
Me acerqué a Engin y rodeé su cuerpo con mis brazos, apoyando mi rostro en su pecho, viste un elegante traje y su perfume me pica en la nariz, va bien peinado y con un corbatín, está impecable.
— Gracias Engin, por comprarme y rescatarme, mi vida se hizo mejor cuando tú apareciste.
Me abrazó de regreso, la risa suave me vibró en el pecho.
— La nuestra también se hizo mejor, ángel, pero ahora, te sugiero que comencemos a caminar o a mi hijo le dará un infarto esperando ahí abajo, cuando subí, no dejaba de pasearse de un lugar a otro, miraba el reloj y luego el ascensor, está deseoso de verte y poner el anillo en tu dedo.
La que ríe ahora soy yo, levantando la cabeza.
— Entonces es mejor que comencemos a caminar.
— Traje una niñita conmigo que insistió en ser la niña de las flores o se robaba los anillos, amenazó a Can, fue muy insistente y este no pudo decirle que no.
Viendo a las dependientas abrir la puerta y dejar entrar a una pequeña niña con una canasta entre las manos, sonriendo traviesa.
— Hola tía ya no perdida.
Saludó Tanya.
— Hola pequeña ¿Así que serás mi niña de las flores hoy?
— Así es — sonrió, le falta un diente, y se ve bastante feliz— Mami me dio permiso, papi dijo que, si el tío Can me molestaba, tengo permiso de dispararle.
Sin duda es hija de la Bratva, quiero que mis hijos tengan la misma confianza en ellos que Tanya.
— Bueno, pero no en algún punto vital ¿De acuerdo?
— De acuerdo.
Saltó emocionado.
— Vamos entonces, o no me casaré con nadie porque al dramático de Can le dará un infarto.
— Hombres, son todos unos dramáticos.
Dijo la niña saliendo primero, dando saltitos hacia el ascensor.
Sin duda puedo escuchar la influencia de Jelena en todas las palabras que salen por esa pequeña boca.
Engin me ofreció su brazo al entrar a aquel espacio cerrado, palmeando mi mano en todo momento, observándome en caso de que algo vaya mal, pero no, ya no siento esa presión en el pecho cuando estoy en espacios cerrados, ya estoy bien.
Llegando a la primera planta, consciente de la cantidad de hombres que custodian el lugar, parando justo frente a las puertas dobles.
— ¿Estás lista, hija?
— Estoy lista.
Asintió, dando la señal para que sus hombres abrieran las puertas dobles, Tanya comenzó a caminar, lanzando pétalos de flores lentamente en ambas direcciones mientras los flashes de las cámaras apuntan hacia mí, hice mi mejor esfuerzo por no encogerme, dar media vuelta y comenzar a correr, no estoy acostumbrada a ser el centro de atención, pero ahora soy consciente de que mi posición me impide escapar, las personas como yo, en mi posición, no huyen, enfrentan los miedos y las guerras de frente, una reina no baja la cabeza o se le caerá la corona, y yo no voy a retroceder, nunca más.
Hice uso de todo mi valor para poner un pie frente al otro y comenzar a caminar, sujetando el ramo con una de mis manos mientras la otra se sujeta con fuerza del brazo de Engin quien camina a mi lado con seguridad, un hombre con apariencia de modelo, seguro, rico y poderoso, algo que las cámaras deben estar capturando en estos momentos mientras me lleva con Can, su hijo y cabecilla de Las Águilas.
— Cuídala o te juro por mi vida que voy a matarte, hijo.
Amenazó Engin antes de tomar mi mano y ponerla entre las manos de Can, besando mi mejilla, dándome su bendición.
— Antes prefiero darme un tiro yo, padre. Nisa es mi prioridad.
Juró sin quitar la vista de su padre, un duelo de miradas, un duelo de titanes que de seguro dará que hablar, ambos parecen rivales justo en estos momentos.
— Si frunces mucho el ceño, te saldrán arrugas, tío Can, y tan joven, no eres.
Le recordó Tanya, dejando la canasta para tomar los anillos ahora, anillos que Ceren le entregó, ella estaba encantada con la pequeña, le encantan los niños.
— Si tú hablas mucho, se te caerá la lengua, cotorra.
Le respondió el maduro de mi prometido, desviando la vista de su padre hacia la niña.
— Si yo no te hablo, tú serás un amargado, alguien tiene que distraerte ¿No? Soy buena distracción, tío cabezota.
Sonreí y estiré mi mano para acariciarle el cabello a la pequeña, viendo de reojo a Engin sonreír mientras se aleja para ir con su esposa.
— Cierra la boca, cotorra, que quiero apreciar a mi futura esposa ahora.
Tanya se encogió de hombros y miró en otra dirección en lo que yo siento las manos de mi hombre en mi cintura, luego su olor y por último, dos besos, uno en cada mejilla.
— Estás hermosa... Realmente hermosa. No puedo creer que por fin llegó el día en que serás mía.
Mirándome de pies a cabeza repetidas veces, acariciando mi cintura con sus pulgares, se ve muy feliz.
— Tú te ves exquisito — mirándolo en ese costoso traje de diseñador— Gracias por hacer que todo esto ocurra en tan poco tiempo.
— Por ti soy capaz de hacer milagros, huesos. Todo lo vale sabiendo que podré hacerte mi esposa.
Sonreí tímida sin desviar la vista, no bajaré la cabeza, no más.
— Prometo ser una mujer a tu altura, Can.
— Siempre lo fuiste, Huesos, siempre has sido demasiado para mí, yo soy quien debe esforzarse por llegar a tu altura, ser mejor.
¿Después de todo lo que hizo por mí, sigue sin sentirse digno? Que tontería... él es más que digno.
— Todo es perfecto justo ahora, tú, yo, todo esto, nada podría ir mejor.
Le aseguré, dándole un apretón a su mano.
— Me esforzaré porque sea mejor — ayudándome a arrodillarme en el piso, sobre un cojín mullido para mis rodillas— Siempre será mejor, hermosa.
tomando posición a mi lado.
— Estamos hoy aquí reunidos para celebrar la unión de estas dos personas que han decidido tomar el compromiso del matrimonio, un vinculo conyugal que va mucho más allá de la firma de un papel, o la consolidación de un rol, es la unión de dos vidas, y la decisión de pasar el resto de sus días en compañía del otro. Nombre y apellido, señorita.
Dijo la mujer que nos casará el día de hoy.
— Nisa Yildiz.
Dije yo, escuchándome segura cuando por dentro soy un manojo de nervios.
— ¿Nombre y apellido?
Preguntó al hombre a mi lado.
— Can Vural.
Respondió este, sonriente, cuando esas sonrisas no se las regala a nadie.
— Previamente han declarado su voluntad de contraer matrimonio, no hemos encontrado inconvenientes legales que les impidan consolidar esta unión, por lo tanto, les pido decir sus votos en voz alta en esta ocasión para los invitados.
Dijo la mujer, sonriente, llamando a alguien.
— Por favor, adelante.
Confundida, levanté la cabeza para ver a Jelena y Alexander acercarse, la primera con una cinta roja entre las manos.
— Junten sus manos, por favor — pidió Alexander— Dame eso, guapa.
Tomando mi ramo, entregándoselo a Ivanna, quien regresó pronto a su lugar junto a Delano, ambos de pie cerca nuestro con el resto de los invitados.
— Quisimos ser participes de sus tradiciones — explicó Jelena en cuanto vio mis manos y las de Can unidas— El matrimonio no es simple, créeme que el amor no siempre es suficiente, son muchos los factores que influyen para poder estar juntos a través de los años, y antes que amantes, ambos deben ser compañeros, amigos, dispuestos a escuchar al otro, a brindarle una zona segura en su persona, a ceder cuando no logran coincidir en la toma de decisiones.
— Y a darles su espacio — complementó Alexander— Sabemos que se ponen en peligro seguido, pero... no podemos meterlas dentro de una burbuja, sólo debemos procurar estar ahí para ellas cuando nos necesiten, doblar o triplicar la seguridad, pero que ellas no dejen de hacer su vida normal ¿Me entiendes, amigo? El matrimonio no es una cárcel, es un compromiso dónde dice indirectamente que siempre estaremos a su lado para ser lo que necesiten en el momento que sea, cualquiera, cualquier cosa, siempre vamos a estar.
Tragué grueso para hacer bajar el nudo que me aprieta la garganta, pero no iba a llorar, nunca más, no voy a ceder.
— Ahora, la feliz pareja hará sus votos.
Dijo la mujer que oficia la boda, y eso me puso horriblemente nerviosa, olvidé los votos, no planee nada, estuvimos tan ocupados con las celebraciones que... no planee nada.
— Comienzo yo — dijo Can, observándome, dándole un ligero apretón a mis manos, tranquilizándome, como si me entendiera, como si leyera mi mente— No necesito unos estúpidos votos que leer porque lo que siento por ti, huesos, no necesito aprendérmelo de memoria, no es un tonto discurso, son sólo mis sentimientos y mis promesas contigo —besando mis nudillos— Así que no estés nerviosa, y confía en mí cuando te digo que quiero estar contigo toda la vida, un Vural no falla a su palabra, y te juro que serás la única para mí, siempre. Serás mi compañera, mi amiga, mi peón y yo seré el tuyo, prometo tomarte en cuenta en la toma de decisiones, jamás guardarte secretos y estar contigo en cada paso — apoyando una de sus manos en mi vientre— Prometo ser un buen padre para todos los hijos que quieras darme, prometo amarte siempre y jamás volver a decir que quiero quebrarte el cuello — riendo— Que nos conociéramos fue... extraño, para mí tú eras dos chicas diferentes, una que jamás podría tener, la del ascensor, y una que jamás decía que no a mis ordenes por muy macabras que fueran, mi peón, pasamos de un contrato de pertenencia a un contrato de matrimonio ¿Quién lo diría? Eres todo lo que estaba buscando en una compañera, eres fuerte, inteligente, graciosa, leal, me amas, me comprendes, me escuchas, me apoyas... lo tienes todo, lo eres todo para mí ahora, eres mi mundo, y juro proteger eso, lo que sientes por mí, como mi posesión más valiosa, ese es mi juramento contigo. Ven aquí, cotorra y dame ese anillo.
Tanya lo miró mal, pero de todas maneras se acercó y le entregó el anillo más pequeño, Can lo tomó y lo deslizó con delicadeza por mi dedo, depositado un beso sobre él.
— Ahora, la señorita.
Dijo la mujer que nos oficia.
— Yo... no fui feliz ni un solo momento de mi vida — dije— Mi infancia fue bastante cruda, mis únicos momentos felices siempre fueron con mi abuela, nadie además de ella veló por mí hasta que llegó tu padre y me compró, ese día todo cambió para mí, tuve paz como la que no tuve en mucho tiempo, fui capaz ir a la universidad, tomé clases de defensa, aprendí a sobrevivir en tu mundo, escalé y me hice de las mejores peones porque... yo no tenía nada, no había nada que perder y sabía que mi abuela estaría bien cuidada pasara lo que pasara conmigo, yo no me permití pensar en mi misma y en lo que quería hasta que llegaste tú y fuiste mi primer capricho — sonriéndole— Día tras día me divertía pensando en nuevas maneras de molestarte, hacer que me amenazaras eran de mis pasatiempos favoritos porque ambos sabíamos que no podías tocarme ni un solo cabello... de ninguna manera posible — puntualicé— Y eso me estaba matando, tenerte tan cerca y no poder ponerte las garras encima hasta que... sólo sucedió. De un momento a otro comenzamos a pasar más tiempo juntos, tú dejaste de verme como un peón y yo dejé de verte como mi jefe, esa fina línea se fracturó y entonces nos hicimos... cercanos, muy cercanos, tanto que... ya no pude volver a tocar a otro porque sólo pensaba en ti, te adueñaste de mis pensamientos, de mis noches, de mi... de mi corazón —sonrojándome— Hiciste que te amara y más te vale hacerte responsable, porque ya no quiero vivir sin ti, esta es mi decisión, la primera que tomo por mi cuenta, te elegí, a ti, para siempre.
Can sujetó mi rostro con delicadeza y me besó suave, su lengua lamió mi labio inferior y abrí la boca para él, intensificando ese beso, lamiendo mi paladar, llevando una de sus manos a mi cintura, acercándome más a él de ser posible.
— Ejem...
Carraspeó Alexander, sacándonos de nuestra burbuja, tomando espacio.
— Lo siento, estoy ansioso — murmuró Can en mi boca— Aún puedes ser libre, aún puedes... — tragó grueso— Si quieres irte, te dejaré ir, y siempre estarás cuidada, te daré un hogar, seguridad para nuestros hijos, nunca les faltará nada, no tienes que... elegirme si no es lo que quieres, tú sólo... yo... yo quiero que seas feliz.
Dame opciones hasta el ultimo momento... eso es algo muy de Can, algo muy suyo.
— Dame el anillo, cariño.
Le pedí a Tanya el anillo y esta me lo entregó con una enorme sonrisa, entonces tomé la mano de Can y lo deslicé por su dedo, viendo como el rostro de Can se contrae entre la felicidad, la perplejidad y la nostalgia.
— ¿Aún pensabas que podrías librarte de mí? — dije— Estás perdido, eres mío, Can, y no voy a compartirte con nadie.
Con las manos unidas, Alexander y Jelena ataron la cinta roja alrededor de estas, varios nudos.
— Este lazo rojo es la traducción material que la conexión que ustedes dos comparten —dijo Jelena— Este lazo representa visualmente el vínculo inquebrantable entre ambos.
— Una fuerza que los une y los aparta del resto del mundo — complementó Can— Los protege y afianza su alianza. Y tiene tantos nudos que jamás se van a poder separar, están jodidos.
Arrancando un par de carcajadas nuestras y de nuestro público.
— ¿Ambos están aquí por decisión propia sin estar bajo influencia de terceras personas?
Preguntó la mujer.
— Así es.
Dije yo, segura.
— Quiero casarme con esta mujer.
En ese momento podría haberlo arrastrado directo al cuarto de arriba, nada quiero más que devorarme a este hombre, lo deseo justo ahora.
— Can Vural ¿Acepta usted a Nisa Yildiz como su esposa?
— Por supuesto que sí, pensé que ya había quedado claro.
Negué mordiendo mi labio inferior, este hombre es único.
— Nisa Yildiz ¿Acepta usted a Can Vural como su esposo?
La ansiedad de Can no pasó desapercibida, volteando el rostro para mirarme con nerviosismo, como si yo fuera capaz de decir que no a estas alturas y luego de todo lo que dije.
— Claro que acepto.
Sonriendo al ver como bota el aire acumulado y su cuerpo tenso se relaja.
— Ahor ambos firmen aquí la consolidación de su compromiso.
Girando el libro hacia nosotros.
— Y nosotros cortamos el lazo — dijo Engin, acercándose con las tijeras en la mano— Los padres bendecimos esta unión, felicidades, chicos.
Le entregó las tijeras a su mujer y este colocó la mano sobre la suya para cortar juntos el lazo, permitiéndonos así firmar el libro a nosotros, y nuestros testigos, Jelena y Alexander.
— Por el poder legal que me ha sido otorgado, los declaro a ustedes, marido y mujer. Señor Vural, puede besar a su esposa.
— Ahora sí, carajo, ven aquí hermosa.
Apoyando una mano en mi cintura y la otra en mi mejilla, acercándome a él para besarme esta vez no con calma, sino que, con su fiereza característica, acariciando mis curvas, dándome un leve apretón cada tanto, intentando acercarme a su cuerpo.
— Ah, mierda.
Se apartó Can, quejándose, Engin lo había golpeado en la cabeza con nuestra nueva y recién estrenada libreta de matrimonio, la cual me entregó, tenía nuestros nombres juntos en la primera hoja.
Nisa Vural y Can Vural.
— Ahora sí que llevo tu apellido, jefe.
Sonriéndole al hombre que ve lo mismo que yo.
— Eso es muy excitante, bonita.
— Más tarde se irán al cuarto, por el diablo, ya basta de parecer perros en celo — se quejó Engin— Tienen toda la vida para eso.
Can carcajeó y se puso de pie, sujetándome por las axilas para ponerme de pie a mí también, manteniendo sus manos en mi cintura en caso de desestabilizarme, estuve mucho tiempo arrodillada.
— Ya eres mi esposa.
Dijo más para convencerse que convencerme.
— Sin duda este ha sido el día más feliz de mi vida, Can, gracias por hacer realidad mis deseos.
— Tus deseos son todo lo que me interesa.
— ¡Que vivan los novios, carajo!
Se animó Ivanna, llegando a nuestro lado, abrazándome por el cuello con un brazo.
— Oye cuidado, está embarazada.
La regañó Can.
— Yo también ¿Y me ves que ando de lisiada? ¿No verdad?
— Alex, tu tío Can piensa que los bebés son de cristal, que idiota.
Carcajeó tomando al bebé de Jelena que Delano cargaba, un bebé ya no tan pequeño, un bebé que ya comenzó a dar sus primeros pasos si está afirmado.
— ¡Felicidades, hija!
Llegó Ceren, abrazándome por el cuello con fuerza, sujetando a Can con un brazo para acercarlo también.
— Felicidades, felicidades a ambos, les prometo que la vida les va a cambiar, un matrimonio es... es muy bueno cuando encuentras al compañero indicado.
Besando a Engin en la boca, lo que provocó que Can arrugara el entrecejo y fingiera tener arcadas, ganándose un golpe en el brazo de parte de su madre, junto con una mirada de desaprobación.
— Yo no te digo nada cuando te besuqueas con Nisa.
Lo regañó su madre.
— Es diferente.
— ¿Diferente en qué sentido?
Posando sus manos en jarra, lo que no pronostica nada bueno, razón por la cual Engin, yo y el resto decidimos escapar, hacia el salón del banquete, siendo seguidos de cerca por las cámaras, quienes nos abordaron, cortándonos el paso.
— ¿Qué se siente ser la nueva dama de la mafia?
— ¿Esperó llegar a esta posición?
— ¿Se casó porque se embarazó de él? Los Vural son tradicionalistas ¿Cree usted que será abandonada luego del parto?
Estiré mi mano hacia los hombres de los Vural, un arma fue puesta en mi arma en menos de dos segundos, arma que no dudé en apuntar al reportero de la última pregunta, disparándole entre ceja y ceja.
Si los dejo pasarme a llevar una vez, lo harán siempre y mancillaré el apellido de los Vural, mi apellido ahora también.
— Ser la dama de la mafia es una mera formalidad porque yo ya lo era — hablé con seguridad— Lo mío con Can fue inminente, y que nos hayan visto profesando palabras de amor, no quiere decir que seamos más accesibles o permisivos, el respeto debe ser el mismo. El próximo que no me trate con el debido respeto terminará como él — señalando al sujeto desangrándose en el piso— Quítenlo de mi vista, ensucia mi piso.
— Sí, dama.
Respondió uno de los hombres, quien recibió el arma de regreso.
Los reporteros no preguntaron más y nos abrieron paso, Engin palmeó mi mano apoyada en su brazo y besó mi coronilla.
— ¿Habrá sido demasiado? Es la primera vez que hablo así.
Susurré hacia él.
— Bien hecho —susurró de regreso— Demuéstrales que no deben meterse contigo. Acostúmbrate al poder, guapa. Nuestra gente es tu gente también ahora, darán su vida por ti, y Turquía tendrá que ponerse a tus pies si quiere seguir manteniendo a su gente respirando. Deben respetarte.
Respiré profundo y alineé mis hombros, será todo un reto, pero puedo con ello.
— Carajo ¿A quién se le ocurre lamer la figura de hielo?
Protestó Engin.
Giré mi rostro en dirección a la figura del águila gigante, viendo a Ivanna con la lengua afuera, pegada al hielo, Alex sentado en la mesa junto a esta, riéndose.
— Carajo... pensé que no lo haría, iré a ayudarla.
— No la tires o se arrancará parte de la lengua.
Advirtió Engin.
— Lo sé, la despegaré con cuidado, ya regreso.
Sujetando la falda de mi vestido para caminar más rápido, arrugando la nariz al ver parte de la sangre de ese reportero idiota en mi ropa, la ensució, tendré que mandarlo a lavar antes que se pegue y definitivamente no salga.
— Tranquila, yo te ayudo, iré por agua.
Medio asintió, señalando al pequeño, será media mensa, pero sigue siendo responsable.
— Vámonos Alex, ayudemos a tu tía Ivanna.
Cargando al pequeño para ir juntos a buscar algo con lo que ayudar a la pelinegra. Sin duda esta boda no será para nada aburrida, y los mismos invitados se encargarán de que así sea.
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BUENAS BUENAS BBCITAAAS
COMO LAS TRATA LA VIDAAA?!!!
POR FIN NISA SE CASÓ CON CAN, ESTE HOMBRE DEFINITIVAMENTE ESTABA EN LAS NUBES, NADA MÁS QUE CONTENTO CON LA BODA.
CAN ES TODO LO QUE ESTÁ BIEN EN ESTA VIDA
JELENA Y ALEXANDER ESTUVIERON EN TODO MOMENTO PARA ELLOS
ENGIN Y CEREN SON TODO LO QUE QUIERO COMO SUEGROS JJAJAJAJAJA
HASTA TANYA FUE UN AMOR, TAN ELLA QUE CAN NO SE RESISTE
IVANNA? IVANNA ES IVANNA Y LA AMOS ASÍ JAJAJAJAJA
NOS LEEMOS EN EL PROXIMO CAPITULO BELLAS
BESITOS EN LA COLA
SE LES QUIERE
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