Capítulo 2

ESPERO SU OPINIÓN, LAS LEO, PECADORAS.

CAN.

Por fin es tiempo de reincorporarme a la compañía luego de casi un año fuera, los negocios con los rusos duraron más de lo estimado, y es que las alianzas son importantes cuando las personas como nosotros conseguimos enemigos cada vez que respiramos, y ellos en definitiva estaban desesperados, es un favor que me gustará mucho cobrar en el momento más oportuno.

— Primero te presentaré a mi ángel, has hablado por teléfono con ella incontables veces — explicó mi padre subiendo ambos por el ascensor— Pero jamás la has visto y jamás te has topado con su temperamento — sonrió de lado— Esa chiquilla no le tiene miedo a la muerte, todo le es indiferente, absolutamente todo, menos su abuela, es lo que la metió en esto.

La comprendo, la familia es nuestro apoyo siempre, pero también nuestra mayor debilidad, son un arma de doble filo y en este tipo de mundo es mejor no tener, de esa manera no encontrarán puntos ciegos para atacarme y yo no tendría que preocuparme de nadie más que de mí.

— ¿Por qué ángel? Jamás me hablas de ella.

— Es mi ángel de la muerte, porta malas noticias siempre — dejando el ascensor atrás, caminando hacia el despacho de ella, uno que no merece una simple secretaria— Claro que para otros no para mí.

Me sorprendió ver el área de trabajo vacío, pero ella estaba por aquí, sus cosas estaban sobre la silla, abandonó el móvil sobre el escritorio ¿Dónde estará vagando? Las chiquillas como ella no comprenden el mundo laboral y las consecuencias de no cumplir sus roles perfectamente.

— ¿Dónde estará mi ángel? Esa ratita escurridiza lo hizo de nuevo.

Dijo mi padre, caminando fuera otra vez.

— ¿Qué hizo de nuevo? ¿Es recurrente que abandone su lugar de trabajo?

— Es recurrente que ella se use a sí misma para cubrir al resto del personal.

— ¿Cómo así?

Confundido.

— Nisa me agrada, siempre soluciona todo sin importarle el costo, ella siempre busca el beneficio para mí, debe estar en alguno de los pisos, dame un momento.

Habló con el personal y rápidamente lo guiaron hasta el piso de publicidad, dónde Ada palideció al instante en el que nos vio entrar al set, reuniendo al personal con rapidez.

— Señor Vural, señor Vural — nos saludó— ¿En qué puedo ayudarlos?

— Vine a presentarme — dije— Hubo bastantes nuevas contrataciones y es correcto que me presente como es debido.

Expliqué.

— Por supuesto señor.

— ¿Dónde está la señorita Yildiz?

Preguntó mi padre, mirando en todas direcciones.

— No lo sé... estaba recién por aquí con el señor Tansu — mirando en todas direcciones también— La llamaré.

— Déjelo, sé muy bien dónde debe estar, regrese con el resto.

— Sí señor.

Mi padre volteó a verme medio sonriendo, aun con sus manos en los bolsillos.

— Ve a ver el ascensor de servicio, mi ángel suele esconderse ahí con sus amigos para... hablar, se amable o te cortará la lengua.

— No si yo sé la corto primero.

— Recuerda las reglas, Can.

Bufé exasperado y eché a caminar con calma hasta el maldito ascensor de servicio recordando las estúpidas reglas de mi padre cuando la contrató. Primero, está prohibido matarla. Segundo, jamás dejarla sin supervisión, ella debe estar segura en todo momento. Tercero, no puedo verla ni interactuar con ella además de por teléfono. Sus reglas son irracionales y su cariño por la rata muerta de hambre incomprensible.

Presioné el botón del ascensor esperando a que las puertas dobles se abrieran para poder regañar a mi estúpida secretaria y hacer que caminara de regreso con el grupo, pero me congelé.

Viejo maldito, él lo sabía, lo hizo a propósito.

Frente a mí tenía a la chica que tenía prohibido despedir por más faltas graves que cometiera, mi padre me ordenaba borrar las grabaciones de este elevador cada tres días, él no veía las grabaciones por respeto a la mujer que aparecía en ellas, dijo, pero yo sí que tenía que verlas para saber cuando eliminarlas ya que cierta jovencita venía a follar con diferentes sujetos casi todos los días.

Al comienzo era una completa molestia, luego comencé a fijarme en la forma en la que ella disfrutaba del placer, ella dirigía siempre, ella les decía dónde y cuando besar, dónde morder, cuando follarla, parecía gustarle el trato rudo, su boca se entreabría y al no tener el audio, no me quedaba más que imaginar los dulces sonidos que debían escapar de su boca, centrándome en esos labios rozados que se verían increíbles rodeándome la polla, tensa dentro del pantalón cada vez que debía borrar las grabaciones.

Y lo que al comienzo fue una molestia, luego se transformó en una obsesión. Borraba las grabaciones por celos de que alguien más viera a la chica del ascensor, porque esa era ella para mí, la desconocida del ascensor que mi padre me prohibió buscar, él dijo que ya conocería al personal cuando regresara al trabajo, que mi mente debía estar con los rusos y preocuparme de mantenerme vivo.

Ahora veo por qué no quería que buscara a ninguna de las dos chicas, ni mi secretaria misteriosa que se ensucia las manos cada vez que se lo ordeno, ni la chica del ascensor, ambas eran la misma persona, dos facetas diferentes de la misma mujer.

Nisa Yildiz, le queda bien ese nombre, Nisa era una ninfa de las montañas, y generalmente las ninfas son conocidas como doncellas, diosas secundarias, que bailaban y cantaban desnudas por diversión, siendo objetivo de sátiros y en ocasiones obligadas a la esclavitud para cumplir con servicios sexuales, se dice que toda aquella que lleve el nombre de una ninfa, lleva también ese don de la belleza y la sensualidad que obliga a un hombre a caer rendido a sus pies, son hechiceras por naturaleza, hay que ser cuidadoso, una vez que pisas sus redes, es difícil salir, por no decir que casi imposible.

El encanto se rompió en cuanto la mujer abrió la boca, era mal hablada y vulgar, buscando pelea cada vez que interactuaba conmigo, pero con mi padre era diferente, con Engin sólo le faltaba arrodillarse y besarle los zapatos, a él lo respeta y pienso hacer lo mismo, pienso forzarla a que quiera besarme los zapatos a mí también... u otros lugares.

***

Observé a la protegida de mi padre abandonar el despacho, mi despacho, con total calma luego de haberme faltado el respeto sin haberse arrugado ni un poco, es más, parece haberlo disfrutado.

¿Cómo es posible que nadie le enseñe modales a esa mocosa? Apenas está en sus veintes, pero parece no haber madurado ni un poco, sigue teniendo la mentalidad de una chiquilla de quince que no mide peligros, más bien parece que le excita el peligro, el riesgo y la idea de que yo la mate, porque no pareció ni un poco asustada con mi sutil advertencia.

Me acomodé la erección resoplando mientras acomodaba la espalda en el respaldo de mi silla, mirando el techo, recordando la falta de juicio de la chiquilla ¿A quién cree que le habla así?

Tomé el móvil sin dudar y llamé a mi padre, apenas terminé de saludar, se marchó y no me dio tiempo de hablar sobre la secretaria/Sicaria/ChicaDelAscensor, él sabía que esto sucedería, sabía que querría estrangularla por dos razones muy diferentes apenas la conociera.

— ¿Y bien? ¿Mi ángel te puso al día?

— Sácala. Llévate a tu ángel sin cerebro a otro lugar, pero aquí no la quiero.

Masajeando mis sienes, comienza a dolerme la cabeza y la polla no me da tregua, tuve que pedirle a ese montón de huesos que muero por matar que saliera, porque entre más me insultaba y me faltaba el respeto, más duro se me ponía y por el bien del cierre de mi pantalón a punto de explotar, tenía que hacerla salir.

— No puedo hacer eso, ella maneja la agenda de todas las áreas de la compañía, ella es el cerebro en ese lugar, cuando algo sucede, le preguntan a ella. La preparé bien, Can, comencé a formarla en cuanto la encontré, e incluso está estudiando en la universidad algo que va bien con la compañía, sólo tienes que centrarte, a ella no te la puedes follar, Nisa tiene la mala costumbre de ignorar a todo aquel con el que folla y tú eres su jefe, mantiene el pito en los pantalones y no cruces la línea de lo profesional.

Demasiado tarde.

Debió decir eso antes de hacer que le salve el culo a la señorita "Adoro follar en lugares públicos" borrando sus grabaciones.

— ¿Por qué no me dijiste que la señorita Yildiz era la chica del ascensor?

— ¿Para qué? ¿Para qué quisieras follártela cuando te llevara los dedos? Los últimos dos meses los recibiste tú, y te conozco, además, Nisa es un poco... ¿Cómo decirlo sin que se escuche mal? Ella es muy inocente, cuando ve una mínima muestra de afecto, le es imposible no entregarse, por eso le tengo de escolta a Leorio, él se encarga de que nadie se pase de listo con mi ángel.

— ¿Muestra de afecto?

No entiendo nada ¿Contrató a una sicaria más o ahora el viejo es terapeuta?

— La chica tuvo una infancia difícil, muchos traumas, aunque eso la hicieron más fuerte, lo digo en serio, cuida tu boca o ella es capaz de cortarte el cuello, es impulsiva, no se mide. Y no la cambies de oficina, ella necesita las paredes de cristal para no sentirse encerrada, jamás le apagues el aire acondicionado, odia sentirse sofocada, no le desordenes sus archivos, tiene TOC, y...

— Bueno, viejo ¿La señorita Yildiz trabaja para nosotros o te apeteció terminar de criarla?

— No me cuestiones — ya no estaba jugando, por su tono de voz sé que está molesto— Mantén las manos, la pistola y la polla lejos de Nisa Yildiz y concéntrate en lo profesional, ella es la chica que necesitas para integrarte de nuevo al mundo de los negocios.

— Es doce años menor que yo, jamás...

— Te conozco, Can, eres mi hijo y sé lo que tengo. Sé profesional.

— No voy a ponerle las manos encima, joder, no me interesa.

Bufé.

— Ponte al día, nos vemos.

Cortó la llamada y me vi forzado a deslizar mi mano por el rostro, apenas es medio día y yo ya estoy exhausto, y para colmo, debo llamar a esa chiquilla porque necesito los detalles del ultimo año para ponerme al día con los asuntos de la compañía.

Conté hasta diez y usé el teléfono sobre el escritorio, marcando el anexo al despacho del costado para llamarla, tres tonos y ahí estaba su voz, la chica que apenas respondía un OK cuando le daba la orden de matar a alguien.

— Ven a mi oficina.

Ordené.

— ¿Ya se aburrió de mirar los autos pasar fuera de la ventana? Estos ventanales dejan una buena vista de lo que pasa abajo.

Irónica.

— Huesos ¿Aún no recapacitas? Sigo siendo tu jefe, me perteneces y puedo hacer contigo lo que quiera, cuidado.

— Llamaré a tu papi y le diré que me estás amenazando ¿Qué dirá él cuando se entere que estás acosando a su ángel?

— ¿Acosar?

Pero ¿Qué cruza por la cabeza de esta mocosa?

— Ver videos de mi follando, para mí eso es acoso, jefe.

Dijo con sorna esto último, soltando una carcajada baja, disfruta tocándome las pelotas.

— Pues folla en tu casa como la gente normal o busca un lugar sin cámaras. Piensa.

— Sí, pensaré en usted la próxima vez que folle en el ascensor, le diré a mi acompañante que me cubra con su cuerpo para así impedirle que pueda ver lo bien que me lo estoy pasando.

Eso sería una gran, gran lastima.

— Ven a mi oficina, señorita Yildiz.

— Estoy ocupada.

— No te lo estoy pidiendo.

— Luego del almuerzo me haré un tiempo para visitarlo.

— Nisa.

Gruñí, perdiendo los papeles, poniéndome de pie.

— No creo que sea correcto que me tutee, jefe. Es una falta de respeto.

Negué carcajeando bajo, esta tonta realmente se quiere morir.

Corté la llamada, y tomé siete expedientes que mantengo en mi maletín, no son urgentes y por lo general les doy más tiempo para que paguen sus deudas, pero hoy estoy cabreado y quiero molestar a ese montón de huesos que no comprende aún su posición.

Crucé el archivador y entonces la vi, claramente estaba ocupada, regresando a su lugar con dos personas siguiéndola, tomando asiento frente a ella.

A uno lo conozco, es Doruk, un editor de la rama editorial de nuestra firma, el otro debe ser un nuevo escritor.

— Señor Vural — dijo mi secretaria reparando en mí— Le presento a Doruk, nuestro editor — señaló— y él es el señor Kadir, vino a firmar el contrato con nosotros como nuevo escritor, por lo general me encargo de cosas como estas — explicó manteniéndose profesional— Su libro se encuentra en la categoría romance, fantasía, y contemporáneo, posee contenido para mayores de dieciocho años, lo cual es muy conveniente ya que nuestros mayores consumidores son entre los 18 y 24 en el rango etario, publicó primero en línea y obtuvo muy buenos números, luego le mostraré nuestro proceso de filtro y selección.

— Buenas tardes, bienvenidos — estrechando la mano de cada uno al acercarme— Felicidades por la publicación de su libro.

Kadir palideció, tragó grueso y asintió repetidas veces, murmurando parecido a un gracias, fue la señorita Yildiz quien lo sacó de su trance y comenzó a hablarle del contrato, los términos, regalías y beneficios, comentándole sobre la feria del libro que estaba organizando para este fin de semana en Seattle, dónde grandes editoriales del mundo tendrán un encuentro, lo invitó a participar para una firma de libros mostrándole en el monitor que las lecturas de su libro en estados unidos son del 48% de lecturas totales, un número importante, lo cual entusiasmó al asustado escritor y dejó de prestarme atención, escuchando atentamente lo que mi secretaria tenía para decir, firmando sin dudar, agradeciendo a su editor en el proceso por hacer realidad su sueño de publicación.

Luego de treinta minutos, ambos abandonaron el despacho y ella se dejó caer en la silla, mirando el reloj en su muñeca.

— Tiene cinco minutos para hablarme sobre lo poco respetuosa que soy, debo recibir al jefe del departamento encargado de los eventos para hablar sobre los últimos detalles para la feria del libro en Seattle. El señor Engin dijo que usted debía ir, por lo tanto, usaremos el jet de su familia, sé que odia los vuelos comerciales, su padre me lo dijo.

Tomé asiento frente a ella viendo que no es tan estúpida cómo pensé, sabe bastante y mantiene todo bajo control.

— Iré a esa feria, has la reservación, un cuarto, dos habitaciones. Bien sabrás que ese tatuaje — señalando el águila en su muñeca— Te da inmunidad, pero también problemas, no puedo dejarte sola y desprotegida ¿Cuánto tiempo debemos ir?

— Será... una semana, pero puedo cuidarme muy bien por mi cuenta, señor Vural.

— Si llamo a mi padre y le pregunto si jamás sufriste algún accidente en viajes de trabajo como este ¿Responderá lo mismo que tú? ¿Él permitiría que fueras sin protección?

Abrió la boca y la cerró, observándome con molestia.

Ya sabía yo que, si menciono al viejo, la chiquilla se hará dócil.

— Decidido entonces. Has la reservación, te enviaré una lista detallada de los lugares dónde me gusta comer.

— De acuerdo, tendré todo listo, el viaje es para el lunes de la próxima semana.

— ¿Cómo es que puedes faltar una semana a clases sin problemas?

Pregunté con curiosidad.

— Porque un profesor intentó reprobarme por inasistencia el semestre pasado, el señor Engin fue a... arreglar mi situación, mi asistencia es liberada, mis notas perfectas, no tengo problema en viajar.

— Pareces ser más competente de lo que pensé — apoyando los expedientes frente al escritorio, viendo como se le deformaba en rostro en una mueca de disgusto— Para hoy, sabes que hacer.

Tomó los expedientes, contándolos, observándome como si se me hubiesen cruzado los cables.

— Son siete ¿Cómo lo haré? Debo salir después de media noche si quiero que mi abuela esté bien dormida ¿Cómo...?

Tres toques en su puerta la interrumpieron, debe ser el jefe del departamento de eventos.

— Soluciónalo, quiero los dedos de ambas manos de cada uno, intenta no confundirlos — levantándome de la silla— Rotúlalos o qué se yo, te enviaré la dirección en cuanto me llames para notificar que los trabajos estén hechos.

Bien podría haberse puesto a llorar por la expresión que tiene, si me quedaba más tiempo en su despacho de seguro hará un berrinche, parece una consentida y por la forma en la que mi padre la trata, no me sorprende.

Conmigo las cosas serán diferentes, alguien debe ponerle mano dura a esa ninfa come hombres.

***

NISA.

Pateé las piedras en el camino de regreso y me metí al auto, rotulando la bolsita numero seis con el nombre de mi penúltima víctima, metiéndola en la cajita con los otros pulgares, son las cinco de la mañana, mi despertador para ir a trabajar suena a las seis treinta, si no me apresuro, la abuela se dará cuenta que no pasé la noche en casa y estaré en problemas, va a preocuparse.

— Sólo falta uno, no te estreses ¿Por qué parece que estás a punto de llorar?

Preguntó Leorio, acercando una toallita húmeda para limpiarme la mejilla, supongo que me salpicó algo de sangre.

— Porque estoy cansada, tengo sueño, ese asqueroso saco de mierda me salpicó — hice una mueca— Mi abuela se va a dar cuenta...

— A ti te preocupa que Asya se entere, eso te tiene así, por lo general no te preocupas tanto por lo demás.

— ¿Y si se entera qué le voy a decir?

Pregunté con la preocupación a mil.

— ¿Si se entera de qué? Eres una adulta, que tu abuela te trate como si tuvieras diez es diferente, sólo dile que te fuiste de fuiste con unos amigos y ya.

— Claro, los amigos que no tengo ¿Olvidas que todos me repelen en la universidad por trabajar para quién trabajo? El señor Engin dejó muy en claro que es mi titiritero y que tengo privilegios, nadie se me acerca, así que esa respuesta no es válida.

— Entra por la ventana del cuarto entonces, con tal de que estemos en tu casa antes de las siete, todo perfecto ¿No?

— ¿Y si Asya ve el auto y me ve bajar? Ella es madrugadora, me va a ver.

Entrando en pánico.

— Entonces... no vayas a casa — encogiéndose de hombros— Puedo ir y colarme para sacar tus cosas, ropa, el bolso, zapatos, lo que necesites, te bañas en la oficina y ya está, le dices que saliste antes para solucionar un problema.

— ¿Entrarías a robar a mi casa por mí?

— Por supuesto que sí, ángel, así que cambia esa cara, lo solucionaremos.

La preocupación me abandonó y confié en sus palabras entrando a la casa del sujeto número siete por la ventana del segundo piso, pero no fui sola, dos personas más me acompañaron, este sujeto tiene esposa y dos hijos, su agravio es no pagar por los servicios de protección de Las águilas, debe tres meses, el hombre posee un burdel, es proxeneta, tiene un montón de prostitutas a su disposición y usa a la gente de los Vural para que sus chicas puedan realizar su trabajo y recibir el debido pago, lastima que mi jefe lo quiera muerto, me apenan sus hijos...

— A la mujer no la maten, no lastimen a los niños tampoco — ordené— Sólo quiero al hombre.

— Eres demasiado blanda, lo que no sirve, se elimina, la mujer puede ser un problema.

Dijo uno de ellos susurrando al igual que yo.

— La dormiremos, cuidado con que vea sus rostros, no quiero que esos niños se queden solos.

— No se quedarían solos si los mandamos al otro lado con sus padres.

Puntualizó el otro.

Me moví rápido y apenas rocé su garganta con mi navaja, viendo deslizar una gota de sangre por su cuello hasta perderse en la camiseta, no lo mataría, pero le daría una buena advertencia.

— Las reglas las pongo yo, si no te apetece seguirlas, baja por donde subiste y tráeme otro imbécil que sí quiera la cabeza pegada al cuerpo ¿Entendido?

Tragó grueso y asintió lentamente, cuidadoso de no rozarse con la navaja.

— Duerman a los niños primero con el cloroformo, si me entero que los mataron, no sólo tendrán que enfrentarse a mis consecuencias, sino que, también a las del señor Engin y el señor Can. Esto se hace bajo mis métodos o no se hace.

Asintieron y sacaron lo necesario, encaminándose hacia el cuarto de los niños mientras yo iba hacia el cuarto de la mujer, si mis informantes están en lo cierto, el hombre número siete en mi lista debe estar por llegar y será una molestia si su esposa despierta.

Lo primero que hice fue ponerle el paño con cloroformo cubriendo nariz y boca, presionando con fuerza a la vez que apoyaba la almohada en su rostro para que no pudiera verme la cara, aguantando sus rasguños en una lucha por respirar, viendo mis brazos con líneas irregulares chorreantes de sangre, salpicando las sabanas que tendrán que quemar para sacarme de la ecuación.

Para cuando dejó de moverse, cuidadosa quité la almohada y el paño, llevando las sábanas conmigo, haciendo presión en mis brazos para detener el sangrado, llegando a la primera planta, dos minutos después, llegó la víctima, el hijo de puta se hizo el difícil, no me gustan las armas de fuego, son muy ruidosas, y para llegar a su cuello y lograr cortarlo con la navaja, debía acercarme y él no me lo permitía, uno de mis acompañantes de aburrió de esperar y le disparó justo en la cabeza, la bala quedó incrustada en el cuadro sobre mi cabeza ¿Y yo? Completamente salpicada por su sangre.

Entonces... hice lo peor que podría haber hecho, me puse a llorar.

— ¡Me salpicaste! Sabes que odio ensuciarme las manos y ahora estoy toda sucia — patee el piso— ¡No me gusta! ¡Le diré al señor Engin que me salpicaste!

El otro acompañante me tomó de la mano y me sacó de la casa, parándome en el patio trasero, tomando la manguera.

— Quitate los zapatos y dame tu móvil o va a estropearse con el agua.

— ¿Vas a... mojarme con la manguera?

— Prefieres estar mojada con agua o estar llena de sangre.

— El agua.

Sin duda prefiero el agua.

— Bien entonces, dame el móvil.

Me quité los zapatos y le entregué el móvil junto con mi navaja para que no se oxidara y lo vi ser cuidadoso a la hora de mojarme, yendo por partes, primero las piernas, una y luego la otra, procurando que toda la sangre se fuera por el desagüe.

Me perturba tanto el hecho de la suciedad y que mi perfecta limpieza se viera opacada por la sangre que no podía parar de llorar, tampoco podía secarme la cara porque iba a ensuciarla más, así que sólo lloré mientras dejaba que ese tonto me limpiara.

— Te está llamando el jefe.

Mostrando el nombre del señor Can Vural en la pantalla.

— Dile que se puede ir muy a la mierda.

Solté entre sollozos.

Pero su cobardía fue más grande y contestó, poniendo el altavoz.

— ¿Qué te toma tanto tiempo, huesos? Quiero mis dedos.

— Señor... ocurrió una situación, Nisa está en medio de una rabieta, pero ya la enviamos para allá.

— ¿Rabieta? ¿Y qué le pasó? ¿Había un lápiz fuera de lugar? ¿Encontró un adorno torcido? ¿El lugar estaba sucio y eso la perturbó?

Se burló.

— Bueno... algo por el estilo, a Nisa no le gusta la suciedad y se salpicó completa de sangre.

— Dile que venga a mi casa ahora ¿Está escuchando?

— Está escuchando, señor, pero sigue llorando.

— ¿Llorando? Lo escucho y no lo creo, esa arpía tiene más sentimientos además de esos aires de grandeza que se carga.

Entrecerré los ojos, pero no dije nada, no le daré el gusto de escucharme llorar, si no lo ve, no puede basarse en los rumores, yo jamás lloré y punto.

— Estoy lavándola con la manguera ahora, señor, apenas termine, ella...

— Supongo que está vestida.

— Sí señor, Nisa me mataría si yo...

— Dile que venga ahora. Enviaré la dirección.

Entonces cortó, y como la marioneta que soy, me vi en la obligación de lavarme más rápido, robarle una camiseta a uno de los chicos y quitarme la ropa mojada, pidiéndoles que se deshicieran de ella también, tomé mi móvil y la caja con los dedos ya rotulados, pisando a fondo el acelerador para llegar con rapidez con ese idiota arrogante, maldiciendo el lugar que eligió para hoy, un edificio muy alto, debo subir al piso número dieciocho y no traje mis audífonos.

Mis escoltas detuvieron al hombre de la recepción cuando me vio cruzar la puerta principal, soy consciente de que mis pintas no son las mejores, llevo una camiseta de hombre, bragas mojadas, el brasier me lo quité en el auto y el frío hace que se irgan los pezones, y para colmo, voy descalza, impresionante.

Me metí dentro del elevador e intenté yo misma cantar algo para evitar escuchar el ruido de los engranajes y las cuerdas hacer lo suyo, me aculillé en el piso, dejé la caja a mi lado y cubrí mis oídos con ambas manos, cerrando los ojos de golpe, cantando más fuerte, sintiendo el llanto quemarme en la garganta y la conocida presión en el pecho perturbarme, el corazón me late con tal fuerza que me abomba los oídos y la ansiedad comienza a nublar mi juicio.

Fui afortunada al lograr mantenerme consciente hasta que las puertas se abrieron, recogiendo la caja y el móvil, dejando el ascensor, tomando aire a grandes bocanadas mientras caminaba por el pasillo, tocando con insistencia el timbre del departamento indicado, soltando la caja en el piso fuera de la puerta como tantas otras veces, dispuesta a dar media vuelta y marcharme cómo tantas otras veces, sólo que, en esta ocasión, la puerta abrió de forma automática, y mi jefe me sujetó del brazo antes de poder escabullirme por el pasillo hacia los ascensores para torturarme otra vez con el espacio reducido.

— Te ves... horrible ¿Por qué vas vestida así? Tienes el maquillaje corrido, eres un desastre.

— Sí, gracias, usted se ve impecable también, señor. Me voy.

Di media vuelta y eché a caminar, claro que no llegué muy lejos porque él no soltó mi brazo, es más, me jaló de regreso a su posición con tal fuerza que terminé chocando con su fornido cuerpo, viéndome en la obligación de levantar la cabeza para mirarlo.

— Estás temblando, estás congelada, metete y date una ducha — jalándome dentro del departamento, pateando la caja hacia el interior en el proceso antes de cerrar— Mi secretaria no puede ir por ahí luciendo así, habla mal de mí como jefe, preocúpate más por tu apariencia, Nisa.

— Le dije que no me tutee, señor Vural.

Me defendí viendo de reojo el lugar dónde mi brazo y su mano se conectaban.

— El señor Vural es mi padre, a mí llámame Can.

Inclinándose ligeramente hacia mí, permitiéndome sentir el olor de su loción, lleva el cabello húmedo, viste un pantalón de pijama gris, parece haber tomado una ducha hace poco y ese color no le favorece mucho... digo, le favorece a mis ojos curiosos que pueden observar en detalle los estragos de la mañana en lo que carga entre las piernas.

¿Lo peor? Parece haber notado que le miré el paquete, por la sonrisita arrogante que se instaló en su rostro.

¿Lo mejor? Acabo de olvidar por qué sufrí una crisis hoy...O dos... ok, una y media.

— ¿Señorita Yildiz?

Preguntó con la voz una octava más grave y a mí se me humedecieron las bragas.

¿Por qué tengo una vagina tan sociable? Si odiamos al hombre, debemos odiar al pene también, tenemos que estar de acuerdo en esto.

— ¿Sí?

Me las arreglé para preguntar, mirándolo.

— Está mojando mi piso — señaló mis piernas por dónde corre el agua de mis bragas mojadas por el agua— Creo que necesita ese baño, ahora.

— Sí, yo también lo creo — lamiendo mis labios, regañándome internamente por el gesto sugerente que no pensé— ¿Dónde está su baño?

Mirando la dureza que se forma en su pantalón, no soy la única sintiendo cosas que no debería.

— Te guío, huesos — soltándome— Te conseguiré ropa y avisaré abajo que no te esperen, vas a ir conmigo a la oficina hoy.

— Dígame huesos de nuevo y le romperé más de uno, señor Vural.

En dos movimientos tenía su mano en mi cuello, mis manos sobre la cabeza y su rodilla clavada entre las piernas, sintiendo la ligera presión en el cuello y su aliento caliente chocar con mi rostro, huele a menta.

— Si yo digo que eres un montón de huesos, eso es lo que eres. Si te digo que mates por mí, matas. Si te digo que me respetes, lo haces, yo no soy mi padre que parece ser bastante flexible contigo, trabajas ahora para mí.

— Si quiere respeto, se lo gana, señor Vural. Eso no viene incluido en nuestra relación contractual, y si no le gusta, despídame.

Sonreí victoriosa, viéndolo apretar los dientes, apretando un poco más fuerte en un intento de asustarme, una lastima que cosas como estas no me perturben ni un poco.

Si quiere asustarme, que mejor me haga lamer el piso, bote las cenizas del cenicero en el piso, o desordene todos los expedientes del cuarto archivador en la compañía, eso sí que me perturbaría.

— Tu abuela debe estar despertando justo ahora ¿No quieres que le contemos juntos a lo que te dedicas y para quien trabajas?

Se me borró la sonrisa, bastardo inteligente.

— Cuidado, que yo sé muchas cosas suyas que lo podrían perjudicar.

Contraataqué.

— Si no sales de aquí nunca, no podrías delatarme ¿O sí?

Soltando mi cuello, quitándome el móvil que aún sostengo entre las manos que aprieta juntas con la suya.

— Creo que no estoy entendiendo el punto de todo esto, en vez de asustarme o molestarme, sus amenazas y lo cerca que está me producen otras cosas ¿Cómo vas a retenerme? Los juegos de roles en los que soy amarrada, me gustan.

Primera regla de supervivencia: Todos caen bajo las provocaciones correctas.

Segunda regla de supervivencia: Los que ven el hecho de ser mujer como una debilidad, yo lo utilizo como beneficio.

¿Qué busco?

Que olvide el llevarme a rastras dónde la abuela para contarle que he estado haciendo todo este tiempo, eso le rompería el corazón.

Can Vural parecía desconcertado, cambió su expresión de ganador a la confusión total, mirándome de pies a cabeza, lamiéndose los labios.

Se lo está pensando.

— Ve a tomar un baño, estás fría y no solo mojas mi piso, lo estás manchando — señalando las gotas de sangre— Curaré eso luego de que salgas de la ducha — soltándome de mala gana, acomodándose la erección con descaro frente a mí— Una mocosa cómo tú, no podría conmigo, yo no juego con niñas que sé que no podrán tomarlo todo. Sígueme.

Comenzó a caminar y miró sobre su hombro si lo estaba siguiendo, mis pies comenzaron a caminar por inercia hasta llegar a lo que parece ser su habitación, huele a él. Señaló la puerta del baño y cerró el mismo apenas me metí dentro, apoyando la espalda en la puerta.

— ¿Quién le dijo que no podía? Menudo tonto — quitándome la ropa— Yo sólo iba a seducirlo para que se olvidara de mi abuela... y quizá porque fue un poquitín amable, iba a darle un premio a ese perro ¿Quién se cree? — dando el agua y metiéndome bajo el chorro cuando se calentó— Ni siquiera deseo follar con él, era sólo... distracción y agradecimiento.

Hablando sola durante todo lo que duró mi ducha exprés, dejando el baño con una toalla en la cabeza y otra cubriendo mi cuerpo viéndolo sentado en la cama con un botiquín a su lado, viste el mismo pijama y tiene las piernas separadas, su pene descansa sobre una de estas y a mi se me hace agua la boca de solo ver su extensión.

— Ven aquí —Ordenó— Montón de huesos.

Y yo no pude evitar plantarme frente a él, entre sus piernas, esperando su siguiente orden.

Él es mi jefe, yo soy la marioneta, luego podría culparlo de lo que sea que suceda para no sentirme culpable por dejarme llevar otra vez, me ha pasado decenas de veces en la oficina y siempre termino follando en ese maldito ascensor.

El que sean autoritarios y se preocupen de mi bienestar, me pone mucho, tanto, que generalmente olvido con quién o dónde estoy.




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BUENAS BUENAS BBCITAS

PRIMERO QUE TODO, GRACIAS POR SUS SALUDOS POR EL DÍA DEL ESCRITOR

GRACIAS POR LOS VIDEOS, LOS TEXTOS Y LAS FOTOS

GRACIAS POR LOS EDITS, LAS IDEAS, LOS CHISMES Y LAS TEORIAS, ME DAN MIL AÑOS DE VIDA

SIN USTEDES NO HABRÍA HISTORIA, GRACIAS POR TANTO

AQUÍ LES DEJO EL CHISMESITO DEL OTRO LADO DE LA HISTORIA

ENGIN PARECE HABER HECHO TODO A PROPOSITO

CAN SE DIO CUENTA DE QUE NISA ES REALMENTE UTIL Y CAPAZ

PERO SIGUE TENIENDOLE SANGRE EN EL OJO

LAS COSAS SE COMPLICAN ENTRE AMBOS

Y EN DIFERENTES SENTIDOS

YA VEREMOS MÁS DE ELLOS

NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPITULO BBCITAS

BESITOS EN LA COLA

Muchas gracias a sanguchitos4ever

Por este hermoso edit de Nisa y Can ♥️

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