Capítulo 19


NISA.

Desperté a las cuatro de la mañana porque el maldito móvil no deja de vibrar sobre mi mesa de noche, pensé que quizá se trataba de Alén o Pete quien ya me llamaron unas diez veces para asegurarse de que estoy bien y por mi voluntad en Turquía de nuevo, son unos roomies increíbles, pero me equivoqué, no eran ellos, era Ilias, otra vez.

Silenciosamente dejé la cama, viendo a Can dormir plácidamente a mi lado, sin camiseta y con el rostro relajado, tranquilo, él, quien siempre lleva el ceño fruncido y mirada alerta.

Es bueno tenerlo cerca otra vez, debo admitir que lo extrañaba.

Entré al baño y cerré la puerta sin encender la luz para no despertar al sujeto que aparentemente es mi prometido ahora, contestando la llamada del sujeto ruso que ocasionó todos mis problemas... junto con Aslan, claro.

— ¿Qué quieres, Ilias?

Hastiada.

— Sólo saber si estás bien, Aslan no aparece, temo que se aparezca por allá, así que lo llamé directamente, y contestó, que fue lo más extraño.

— ¿Y me llamas para el chisme? —deslicé mi mano por el rostro— Ilias, no somos amigos, no me interesa hablar contigo, no te quiero cerca y definitivamente me sentiría mejor conmigo misma si pudiera darte un tiro directo en la frente.

Sincera y clara, es tarde y no estoy para rodeos.

— Sé que soy la ultima persona que quieres ver, pero creo que necesitas saber que Aslan te dará unos meses de paz, dijo que no va a tocarte ni a ti ni a tus hijos, lo sabe, sabe que estás embarazada, pero no es capaz de dañar a una mujer directamente, dijo, su problema es con Can, dijo que su hermano jamás será feliz, hará que tú lo odies, que lo odies tanto que no lo querrás cerca de tus hijos o de ti, ese es su objetivo.

— Pues pierde el tiempo, yo necesito pruebas, no conjeturas tontas y dudo mucho que Can me sea infiel, menos ahora que se la pasa encima de mí todo el tiempo, no podrá acercarse.

— De todas maneras, cuídate, yo... yo me arrepiento de lo que sucedió con tu abuela, ese no era el plan, yo no tenía planeado hacer todo eso, yo no quería, yo...

— Cállate, Ilias — solté con odio— Cállate o me harás perder la poca paciencia que tengo, te cazaré y te colgaré de las bolas para que mueras lenta y dolorosamente, yo no soy ninguna mujer delicada.

— Lo sé, lo vi. Nadie hubiese sobrevivido a lo que te hice, así que... me mantendré al margen, si sé algo sobre Aslan.

— No me interesa lo que haga Aslan, y tampoco te elegiré a ti por estarme advirtiendo.

Una risa amarga me llegó al oído, casi pude imaginar su rostro triste.

— No esperaba que me eligieras, no después de lo que te hice, y si eres inteligente, te mantendrás alejada de cualquier Volkov que conozcas, estamos destinados a hacer infelices a quienes nos rodean — suspiró— Lamento que tuvieras que conocerme, que conocer a mi familia... Adiós, cuídate y felicidades por tu embarazo.

Entonces cortó, dejándome con un mal sabor de boca, el hijo de puta logró que me sintiera mal por él.

— ¿Quién era?

Brinqué del susto, llevando la mano a mi pecho, viendo a Can apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados, vistiendo un ajustado bóxer negro, se ve exquisito.

— Ilias.

Suspiré.

— ¿Qué quería?

— Avisarme sobre Aslan, lo llamó, su objetivo no soy yo, eres tú, quiere hacer que yo te odie, quiere que te borre de mi vida, eso será castigo suficiente según él — suspiró— Tu hermano es un puto loco.

— Aslan siempre ha querido hacerme sentir infeliz, no sería nada nuevo —suspiró— Lo que sí me molesta es que Ilias te llame a esta hora ¿Quién se cree? ¿Le dijiste que te comprometiste conmigo? Que asuma que ya perdió, eres mía, yo gané.

— No soy un premio, Can.

— Oh no, huesos, eres más que eso — estirando su mano hacia mí— Vamos a dormir, las embarazadas tienen que dormir bien.

Estiré mi mano y tomé la suya, poniéndome de pie, poniendo el móvil en silencio.

— Algo me dice que serás un dolor en el culo.

— Cuidarte será mi razón de ser hasta que estos pequeños nazcan.

Jalándome hasta él con delicadeza, inclinándose lo suficiente para subirme la camiseta y besarme la panza, acción que más que tierna hizo que despertaran las mariposas morbosas y sucias que mueren por tener algo de acción.

— ¿Y después? ¿Me dejarás a la deriva después?

Acariciando su cabello, sintiendo otro beso en mi panza, facilitándole el acceso mientras sujeto la camiseta para él con la mano libre.

— Claro que no, como mi mujer, pondré el mundo a tus pies — apoyando las rodillas en el piso— Serás mi prioridad, tú y nuestros hijos, siempre van a ser primero —otro beso, pero esta vez, más abajo— Te cuidaré siempre Nisa, nadie va a tocarte conmigo cerca.

Apoyando sus manos en mis caderas, besando sobre el borde de mis bragas.

— ¿No que ya nos íbamos a dormir?

Suspirando del gusto, atrapando mi labio inferior entre los dientes.

— Ese era el plan original, pero comienzo a pensar que quizá no estés lo suficientemente cansada, creo que debería ayudarte con eso, un buen prometido lo haría.

¿Un orgasmo antes de dormir?

Sí por favor.

— Bueno... si tú me ayudas a dormir, bien podría ayudarte yo también ¿Qué me dices?

Alzó el rostro sonriéndome ladino, encendiéndome.

— A la cama ahora, huesos.

— Últimamente no sigo tus ordenes, pero... esta si que voy a seguirla.

Dando un paso atrás, sintiendo la ausencia de su calor en mi cuerpo, dándole la espalda para ir hacia la cama mientras me quito la camiseta y la suelto en el piso, caminando en culote hasta la gran cama, tomando asiento, viéndolo de rodillas dónde lo dejé, sin despegar la vista de mis pechos.

— ¿Qué? ¿Quieres que te amamante, Can? Aún no me sale leche.

— Podría practicar —poniéndose de pie con agilidad, viniendo hacia mí— Es más, creo que debería hacerlo para enseñarle a los bebés en un tiempo más.

No tuve oportunidad de responder cuando su lengua hizo contacto con mi pezón, sostiene mi pecho con dedos firmes, apoyando la otra mano en mi espalda para impedirme retroceder, esto se siente como la puta gloria.

— Can... joder...

Llevando las manos a su cabello, cerrando los ojos, dejándome llevar por la sensación.

Soltó un gruñido desde el interior de su garganta, empujándome ligeramente hacia atrás, hasta que mi espalda tocó el colchón, apoderándose de mi otro pecho, jalando mi pezón libre con sus dedos, retorciéndolo y aplastándolo con su pulgar.

A estas alturas estoy increíblemente húmeda y deseo su boca en otros lugares un poco más... estimulantes, más, quiero decir, mucho más.

— Can... por favor...

— ¿Por favor, qué, huesos?

Ronroneó entre mis pechos, depositando besos húmedos entre ellos mientras los madrea con sus manos con poca gentileza, su pene empuja contra mi muslo, erecto y listo para la acción.

— Quiero tu boca en otro lugar, necesito... relajarme.

Soltando esto ultimo en un suspiro, sintiendo sus dedos aventurarse por mi vientre bajo directo a mi culote, metiendo la mano dentro, sujetando mi vagina con su mano, riendo ronco desde su posición, alzando el rostro para mirarme.

— Muero por probarte, huesos.

su voz, una octava más grave, hizo estragos con mi cuerpo, todavía no me toca dónde quiero y sé que con un solo roce podría correrme.

— Pues hazlo, deja de hablar y usa esa lengua para otra cosa.

Gran error.

Mi culote saltó en pedazos al piso en lo que Can separa mis piernas y acaricia mis muslos, observándome con deseo, como si llevase siglos sin probarme.

— Comeré bien, huesos, gracias, tenía una sed increíble.

Atrapé mi labio inferior entre mis dientes, viéndolo descender directo a mi entrepierna, lo primero que sentí fue su respiración en mi zona sensible, luego fueron sus dedos, paseando por mi humedad entre mis pliegues, separándolos para posar esa boca sobre mi clítoris, besándolo, succionando a la vez, abriendo la boca, besándome mientras delinea mi sexo con su lengua, haciéndome temblar, no duraré mucho, estoy muy caliente y muero por correrme.

Can no fue cruel conmigo, dos de sus dedos se aventuraron por mi vagina, penetrándome con rudeza, golpeando hacia arriba mientras su boca no me tiene piedad, lamiendo de sur a norte, robándose mi esencia, saboreándome, torturando mi clítoris con sus dientes, atrapándolo con delicadeza, lamiéndolo y succionándolo después, gruñendo sobre mi sexo antes de atrapar mis pliegues y darles la misma atención que al resto de mi sexo, usando su mano libre para mantenerme en mi lugar, cuidadoso de no aplastar el bulto en mi vientre bajo, será un animal, pero el animal se preocupa de que a nuestros hijos no les vaya a pasar nada.

— Eres deliciosa...

Dijo en medio de un gemido, encendiéndome a tope, alzando las caderas para tener más de él, más de sus manos, más de su lengua, más de esa boca que no me da tregua, más de sus dientes torturadores.

— Voy a correrme.

Avisé, moviendo las caderas sin cuidado alguno, sujetándolo por el cabello, usándolo.

Su respuesta fue golpear más fuerte mis paredes con sus dedos, chupando mi clítoris más fuerte, todo mi cuerpo tembló, intenté contenerlo, intenté durar más, pero su lengua... esa maldita lengua traicionera...

Me sujetó por los muslos cuando intenté apartarme, lamió y probó todo lo que le di, prolongando mi orgasmo hasta el punto doloroso, me tiemblan las piernas, cubrirme la boca apenas logra mantenerme callada, y que Can gima y jadee mientras prueba mi excitación es... es muy estimulante.

Jamás tuve un orgasmo así, puedo atribuirle el logro a él.

— Joder Nisa, eres deliciosa...

Ronroneó mientras me soltaba con delicadeza, apoyando mi culo en la cama otra vez, viéndome sonriente, mi esencia brillándole por la boca y parte del mentón.

— Rápido, vamos rápido.

Jalándole la ropa interior hasta liberar su pene, inclinándome hacia él, sosteniéndolo por la nuca para acercarlo, comiéndole la boca mientras mi mano libre se aventura hacia su erección, masturbándolo, consciente de que no logro rodear por completo su longitud, deleitándome por los gemidos que mueren en mi boca cada vez que rozo su glande con mi pulgar, sintiéndolo temblar.

— Eres una perra maliciosa, bruja ¿Qué me hiciste?

Moviendo las caderas al ritmo de mi mano, apretando los dientes, sin quitarme la vista de encima, regalándome todos los sonidos que escapan de su boca.

¿Por qué demonios son tan sexys cuando no se contienen al gemir? Esos sonidos hacen estragos conmigo.

— Yo no hice nada, tú solito te pegaste en mis redes, tú viniste a mí sabiendo mi reputación, sabiendo que amo el sexo, a los hombres, y el no compromiso.

— Pero dime ¿Quién ganó? —sonriendo con suficiencia— ¿Quién se quedó con la chica, el compromiso y los hijos? ¿Quién fue, Nisa? Responde.

Sujetándome por las mejillas con la fuerza suficiente para inmovilizarme, plantando un rudo beso en mi boca.

— Cuidado, que soy yo quien tiene al toro por las bolas.

Dándole un ligero apretón a su pene, viéndolo achinar los ojos y apretar los dientes en una mueca de dolor, haciéndome sonreír.

— No olvides que sigo siendo tu jefe, sigo siendo tu dueño, sigo siendo el único que tendrá este placer.

— Soy una marioneta feliz.

— No más de eso, no eres una marioneta — gruñó, apoyando su frente en mi hombro— Más rápido... más... más fuerte, aprieta un poco más, Huesos...

— ¿Ya no lo soy? ¿Puedo romper el contrato?

Siguiendo sus indicaciones, escuchándolo gemir otra vez, eso hizo que mi propia excitación recorriera mis muslos, estoy muy excitada.

— No, claro que no — Carcajeando bajo— Esa es mi única garantía contra ti, no pienso soltarte, nunca.

— Bueno, estoy por firmar otro documento como esos, sólo que esta vez, más que tu marioneta, seré tu esposa, Nisa Vural ¿Qué me dices? Me gusta como suena eso, Can.

Y sucedió.

Su esencia quedó repartida por mi mano y vientre, no dejé de masturbarlo hasta soltar la ultima gota, y tampoco dejé la mano libre quieta, la llevé directo a mi entrepierna y me dejé llevar por los sonidos de ambos, por los movimientos de sus caderas, por la textura de su pene, aterciopelado y duro bajo la superficie, suave al tacto, resbaloso por su semen...

— ¿Cuándo nos casaremos? ¿Cuándo, Nisa? ¿Una semana, dos, un mes?

Dejando que me recostara en la cama, separé las piernas y le hice espacio, echando la cabeza hacia atrás al sentir su pene separar mis paredes, su tamaño sigue siendo un reto para mí, un reto que puedo soportar.

— ¿Por qué tan pronto?

Me las arreglé para decir, cerrando los ojos, disfrutando del roce constante, intentando no correrme sólo por esto.

— Porque quiero que tengas mi apellido, quiero que todos sepan quién eres.

— Todos saben quién soy, saben que más les vale no meterse conmigo, además, quiero llevar a cabo las tradiciones, quiero... una boda que a Asya le hubiese gustado.

Abrazándolo por el cuello, sintiendo su calor contra mi cuerpo, su peso apoyado en sus antebrazos, cuidadoso de no aplastarme.

— Entonces... ¿Podemos comenzar mañana? Por favor, Nisa... quiero casarme contigo, quiero casarme ya.

Jadee del gusto al sentirlo completamente dentro, doblando el cuerpo, frotando mis pezones con su pecho, recibiendo una gran carga de placer, todo mi cuerpo está en llamas.

— Ok, será como dices, hagámoslo de esa manera.

Clavando los talones en su espalda baja para tenerlo más profundo, sintiéndolo ondular sus caderas, provocándome.

— ¿Estás pensando, Nisa? ¿Me dirás que no mañana?

— No me arrepentiré, lo prometo... lo prometo...

— Entonces te daré en el gusto, huesos, afírmate bien.

Sacó su pene y me volteó en la cama como si fuese una muñeca, posó mis manos en el respaldo de la cama, aplastó mi espalda para que arqueara más el cuerpo, estirando el culo hacia él, y sin mayores explicaciones, me penetró, sujetándose del respaldo, sus manos junto a las mías, usando la pobre madera que comenzó a astillarse ante su fuerza, el chapoteo insistente y el golpeteo de nuestros cuerpos deleitando mis oídos, la cama rechinando bajo nuestro peso, golpeando la pared una y otra vez, la protesta de la madera estropeando el sexo rudo que está dándome mientras besa mi cuello y muerde mi hombro con la intención de marcarme.

Un puto animal en celo es lo que es, y eso me vuelve loca.

— Can, la cama, más despacio...

— Puedo comprarte cien más si quieres, mil, las que quieras...

Lamiendo la zona donde mordió, succionando luego, dejando un chupón.

— Can...

— Sí huesos, gime mi nombre, continua...

— Can, la cama...

— Shh... no te preocupes y disfruta...

— Joder... no te detengas...

Moviendo el cuerpo hacia atrás cada vez que el se preparaba para embestirme, recibiendo duras estocadas de su parte, sintiéndolo remecer todo mi interior.

— Can...

— Sí, Nisa, lo sé, lo siento, córrete para mí, empápame, demuéstrame cuanto me deseas...

Apretando la madera del respaldo con más fuerza, rompiendo parte de ella, lo siguiente que falló fue la base, separándose de la cama, y para nuestra mala suerte, una de las patas nos falló, la cama se inclinó y terminó rompiendo la otra pata del mismo lado, y pude haberme caído si sus brazos no me atraparan a tiempo, terminando sentada sobre él, con su pene bien clavado en mi interior, haciéndome gritar.

— Mierda.

Me regañé, cubriéndome la boca mientras el idiota no me da tregua, controlando el ritmo de las embestidas, ese susto fue suficiente para aumentar la adrenalina, terminé corriéndome, apretando mis paredes a su alrededor, arrastrándolo conmigo, sintiendo su liquido caliente y viscoso llenarme por dentro, escurriéndose por mi vagina.

— Eso fue... increíble.

Me sinceré, dejándome caer sobre él.

— El sexo contigo siempre es increíble.

Besando mi hombro.

— Te dije que tuvieras cuidado con la cama, eres un bruto ¿Qué dirá Engin mañana?

— Puede que me golpee, pero vale la pena — moviéndome hacia un lado con delicadeza, saliendo de mi interior con lentitud— Vamos, te lavaré.

— Puedo hacerlo sola, tengo pies y manos.

— Yo ensucio, yo limpio, son las reglas, huesos, ahora vamos.

Se levantó primero y estiró su mano hacia mí, ayudándome a ponerme de pie.

Ambos fuimos directo a la ducha, y lo que él mencionó como limpieza, en realidad era masturbarme con sus dedos hasta darme otro orgasmo, y al verme cansada y soñolienta, terminó de bañarme, arrancó las patas que sí resistieron de la cama y nos arropó a ambos, desnudos, durmiéndonos en segundos, el sol comienza a salir por el horizonte y aún no estoy preparada para salir de la comodidad de estos brazos, quiero disfrutar de su calor un poco más.

***

CAN.

Desperté con Nisa entre mis brazos, durmiendo tranquila, su pecho sube y baja lentamente, lleva las mejillas sonrojadas y una sonrisa en el rostro, se ve satisfecha y feliz, eso me gusta, me gustaría mucho tener la dicha de poder ver este rostro, así de conforme, todos los días.

Nunca pensé tener la suerte de lograr captar su atención, no al menos para más de una follada, Nisa es alguien especial, no se abre con facilidad, y a pesar de mi carácter difícil, logré llegar a su frío corazón de piedra que bien podría estar latiendo por mí, eso, o quizá tiene miedo a quedarse sola, o siente que debemos estar juntos por el embarazo ¿Quién sabe? Aún no me dice abiertamente que me quiere, no le creo cuando dice gustar de mí, ella es buena mentirosa, pero si me miente... si está... diciendo cosas que cree que quiero escuchar, eso no me interesa, mientras la tenga a ella y a los bebés, yo no me cansaré de intentar conquistarla.

— ¿Puedes dejar de mirarme así, pervertido?

Habló arrastrándome fuera de mi trance.

— Tienes los ojos cerrados ¿Cómo me viste?

— Porque huelo a los pervertidos — abriendo los ojos— Buenos días.

Sonrió, besando mi mejilla.

Parece estar de buen humor.

— Buenos días — respondí más como un balbuceo, me tomó desprevenido— ¿Lograste descansar?

— Dormí como un bebé gracias a ti, pero tengo hambre... ¿Podemos ir a desayunar ya? ¿Qué hora es?

— Apenas son las nueve, pensé que querrías dormir más, pero si comer es lo que quieres, vamos allá, mis padres deben estar comiendo ya.

— Eso es bueno, vamos a compartir con ellos entonces — dejando la cama— Tengo que salir hoy, muchos tramites que hacer, la escuela, el trabajo, el psicólogo, los controles de maternidad... — suspiró— Tomaré a Leorio y un puñado de idiotas, no almorzaré aquí hoy.

Quise protestar y decirle que yo la acompañaría, pero antes de poder emitir palabras, cerró la puerta del baño y me dejó solo en el cuarto.

¿Lo bueno?

Verla pasearse desnuda por la habitación mientras busca sus maletas que intencionalmente escondí en mi guardarropa para poder deleitarme con escenas así.

Claro que tuve que decirle dónde escondí sus cosas cuando perdió la paciencia, lo cual fue veinte segundos después de comenzar a buscar, es una mujer de mecha corta, y resulta que es justo mi tipo.

— ¡Buenos días Ceren!

Se acercó feliz a saludar a mi madre, besando su mejilla.

— Buenos días, señor Engin.

Acercándose a él también, besándole la mejilla, tomando desprevenido a mi viejo, luego su rostro pasó a la comprensión total, y me miró, entonces yo también caí en cuenta.

Hace varias semanas, Asya la estaba regañando por el móvil, le recordó su promesa, jamás salir de casa sin darle un beso de buenos días a la abuela, y Nisa hoy nos... dio los buenos días acompañado de un beso a cada uno, mantiene su promesa, sólo que su abuela ya no está más, eso es lamentable.

— ¿Por qué el rostro de funeral?

Preguntó curiosa, sonriendo al personal cuando le sirvieron su té.

— No es nada, guapa, no es nada — dijo Ceren— Mejor dime ¿Cómo dormiste? ¿Fue extraño volver?

— Dormí como un bebé, extrañaba estar aquí, aunque admito que me da un poquito de ansiedad regresar a esta casa, pero me acostumbraré — sonriendo triste— Tengo varios recuerdos de Asya por aquí, hoy... hoy voy a ir a visitarla al cementerio, le dejaré flores, quiero contarle las dos buenas noticias.

— Ella debe estar revolcándose en su tumba al saber que te quedaste con el tonto de mi hijo — sonrió Engin, estirando su mano para tomar la de Nisa— Pero créeme, no hay mayor honor para mí que tenerte como hija política.

— Y ahora sí que será oficial, señor Engin, Can me propuso matrimonio y le dije que sí.

El golpeteo de la cuchara en el plato casi me revienta el tímpano, mi propuesta tomó tan desprevenido a papá que la sorpresa era palpable en todo su rostro mientras me miraba. Ceren fue la primera en levantarse e ir con Nisa, dándole un gran abrazo y dos besos, uno en cada mejilla, felicitándola, luego vino hacia mí, repitiendo el proceso, riendo feliz.

Engin no se quedó atrás, fue por Nisa y se acuclilló frente a ella, tomando sus manos.

— Hija, quiero felicitarte por el paso que estás dando, por aceptar al tonto de mi hijo y decidir caminar juntos desde ahora, quiero que sepas que cuentas conmigo para todo lo que necesites, no importan las circunstancias, tú eres parte de la familia y siempre vas a poder contar con nosotros, confía en que haremos de tu boda un sueño, lo haremos a tu manera, y yo seré quien te entregue al altar, yo velaré para que las tradiciones se cumplan y logres entrar a la vida de casada con todas las de la ley.

Nisa se echó a llorar, abrazando a mi papá por el cuello, parece una niña pequeña, pero sonríe, se ve feliz.

Muero por comenzar a organizar la boda, entre antes tenga mi apellido, antes podré llamarla mía con todas las de la ley, y antes podré presumir a mi flamante esposa en la compañía.

Ya quiero ver el rostro del estúpido camarógrafo cuando Nisa le diga con quién se va a casar, odio el trabajo sin ella, pero ahora que regresó, muero por ir a la compañía con esta chica sujeta de mi brazo, marcaré territorio desde el día uno, para que nadie ose mirar a mi mujer.

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BUENAS BUENAS HERMOSAAAAS

COMO LO HABLAMOS EN EL GRUPO JAJAJAJAJA HOY TOCABA TEATRO 

SIGUE EL ACUERDO DE LOS COMENTARIOS

ASIII QUE NOS LEEMOS EN LOS PROXIMOS DOSCIENTOS

SE VIENE LO BUENO, AGARRENSE FUERTEEEE

DEBO ADMITIR QUE ILIAS ME DA RE LASTIMA AHORA, AUNQUE SIGO ODIANDOLO POR LO QUE HIZO

UNA COSA NO JUSTIFICA LA OTRA, QUE QUEDE BIEN CLARO

A CAN LE JUSTIFICO TODO, OBVIO

ESE HOMBRE ES TODO LO QUE QUIERO EN LA VIDA 

NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPITULO BEBAS

BESITOS EN LA COLA 

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