Capítulo 16
CAN.
A finales de cuentas, tuve que contenerme y quitar las manos de dónde moría por tocar, Nisa estaba más que dispuesta, pero yo no permitiría que el chofer se llevara la porno de su vida en la cabeza, no señor, que los sonidos y los gestos de Nisa son sólo para mí de aquí en adelante.
Pero no la bajé de mi regazo, quiero sentirla cerca, me he sentido muy ansioso sin ella dando vueltas a mi alrededor con sus bromas y su ironía característica, pero estar aquí con sus tratamientos le está haciendo bien, tiene mejor rostro que la ultima vez que estuvo en Estambul.
— Nisa... en tres semanas será navidad y me gustaría que lo pasáramos juntos, tú, yo, mis padres... no sé qué piensas.
— ¿Volver a casa?
Intenté reprimir la sonrisa, me gusta que ella piense en mi casa como la suya, que se sienta parte, porque lo es.
— Sí, al menos sólo por las festividades, luego puedes volver aquí, te dije que yo no sería un estorbo para ti.
— Bueno... yo creo que sí podría ir si es sólo para las fiestas, de seguro Engin y Ceren quieren ver mi panza.
— Quieren verte a ti — corregí— Te extrañan, no te quieren sólo porque lleves a sus nietos, es más, deberíamos guardar la noticia y dárselas para navidad ¿Qué dices? De seguro a papá le dará algo, está encantado con la idea.
La seriedad con la que habló de su panza se esfumó, y fue reemplazada por una sonrisa, sigue teniendo problemas de autoestima, ella también es importante, muy importante, si ella no está bien, nada lo está, así están las cosas.
— Está bien, me parece una buena idea — sonrió— Podemos comprar dos mini trajecitos, dos mini zapatitos y poner unas copias de las ecografías, quiero hacer un librito de los bebés, será bonito llenarlo a medida que van creciendo.
— Busca el que quieras, el que más te guste que yo te lo regalo.
Rodó los ojos, hastiada.
¿Ahora qué dije?
— Tengo dinero, puedo cómpralo.
— Pero quiero hacerlo yo ¿Cómo te digo que es la única manera en la que puedo ayudarte? Soy un inútil en esto, sólo puedo darte ánimos o complacer tus antojos, ser padre es difícil, es estar de brazos cruzados cuando tú te llevas la peor parte.
Si mi padre me escuchara ahora, se reiría de mi forma de tratar a la mujer que tengo en frente, para mí, es una chica de cristal que tengo que cuidar.
— Bien, está bien, cómpralo tú, elígelo entonces y me lo regalas, será más especial — apoyándose en mi pecho, bostezando— ¿Queda muy lejos el lugar dónde iremos?
— No, ya estamos por llegar — frotando su espalda ¿Tendrá frío? — ¿Tienes sueño? ¿Dormiste bien anoche?
— Estaba un poco ansiosa por hoy, ver al bebé... bueno, a ambos, y verte a ti, fue un revoltijo de emociones.
Seguí acariciando su espalda lenta y pausadamente, disfrutando del calor que irradia su cuerpo hacia el mío.
— Ya, pero... en cuanto a verme a mí ¿Es del nervio bueno o del nervio malo?
Ella soltó una risita traviesa, mirándome de reojo, sigue apoyada en mi pecho y nunca pensé que fuese tan reconfortante tener a alguien así de cerca y sentirme tan cómodo.
— ¿Es nerviosismo lo que presiento, Can?
No debí haberme confesado, ahora parece que ella tiene el control.
— ¿Nervioso por qué, huesos?
— No lo sé, tú dime ¿Por qué estás nervioso?
Trazando círculos en mi pecho con su índice, círculos lentos y perezosos mientras lucha por no quedarse dormida.
— Bueno... sí estoy algo nervioso, no todos los días me dicen que seré padre de gemelos, es algo completamente nuevo para mí.
— Entonces... ¿Es del nervio malo?
Preguntó, y logré sentir en su voz un poco de miedo.
— No, nervio del bueno, estoy emocionado. No sabía que quería hijos hasta que conocí a la mocosa de Alexander, Tanya. Y si es contigo... bueno, me gusta que sea contigo todo esto, somos compatibles.
Levantó la cabeza de mi pecho para mirarme, lleva las mejillas sonrojadas, los ojos brillantes y una sonrisa bailándole en los labios, me gusta verla así de feliz y contenta, relajada, y no hundiéndose en la miseria como hace unas semanas.
— Sí, yo también creo que somos compatibles, pero hay que seguir conociéndonos, tú eres un psicópata que me ha visto por meses... pero follando en un ascensor, lo cual no te dice mucho sobre mí, y yo sólo te conocía por voz como un mandón imbécil que adora que le lleve los dedos de sus víctimas, así que... hay que conocer a los verdaderos nosotros ¿Qué dices?
— Me gusta el plan, pero más te vale hacerte la idea de que voy a estar encima de ti todo el tiempo, preocupado de que tú y los bebés estén bien, son mi prioridad ahora.
Suspirando, acomodándome mejor para que ella se acomodara.
Joder... podría quedarme así el día completo, no entiendo qué me pasa, esto es demasiado cómodo y familiar, como si encajáramos, como si siempre debiese ser así.
***
Bajamos del auto cuando Nisa comenzaba a dormirse, me sentí un poco mal de sacarla a pasear cuando se ve cansada, estuve a pocos segundos de proponerle ir a su casa y dormir una siesta para que se repusiera cuando comenzó a correr como una niña por el lugar y tuve que apresurarme para alcanzarla.
¿De dónde saca tanta energía?
— ¡Oye montón de huesos! ¡No corras! ¡Los intrusos!
Los gustos de Nisa son variados, a ella le gusta todo lo que sea artístico, los libros, la música, el teatro, las galerías, la danza... todo eso le encanta, pero también es sencilla y le gusta el royo de los animales, lamentablemente nunca ha pisado un zoológico, el olor a mierda de animal no me es muy tentador que digamos, razón por la cual decidí traerla a un acuario con caminos que cruzan entre los acuarios para que los peces de colores, tiburones, ballenas, mantarrayas y demás animales marinos pasaran a nuestro alrededor, Nisa estaba maravillada, estoy a dos segundos de ponerle un cordel amarrado en la muñeca para que no se me pierda entre la gente, ella quiere verlo todo, dando brincos de un lugar a otro.
— Oye, te me vas a perder, cuidado.
Tomando su mano, entrelazando sus dedos con los míos.
Ya que no tengo una cuerda, a improvisar.
— ¿Aprovechándote del pánico, Vural?
Mirando nuestras manos y luego a mí.
Puede que sí esté aprovechando la oportunidad.
— No, sólo estoy preocupado de que algo te pase, así que no me sueltes la mano.
Mirando a nuestro alrededor, quiero verla comer algo, no sé que tan bien esté de apetito.
— Vale, no te suelto, pero no seas tan lento, quiero mirarlo todo.
Comenzando a caminar, arrastrándome de un lugar a otro para poder ver bien los diferentes cardúmenes que se agrupaban por aquí y por allá, está fascinada y eso me pone de buen humor.
— ¿Quieres comer algo? Huele bien, están haciendo churros.
Señalando el único lugar con comida que podría satisfacer su hambre, no creo que las paletas o las palomitas sacien algo.
— Sí quiero.
Parando en seco, obligándome a chocar con su espalda, sujetándola por la cintura para no botarla.
— Carajo Nisa, casi te boto.
— Pero no lo hiciste, gracias por sujetarme.
Girando en dirección a la caceta, arrastrándome hacia allá sin soltarme las manos.
Compré una docena de churros sólo para ella, resulta que tiene apetito y uno muy grande, a simple vista, ya no necesita comer las mismas cosas para sentirse centrada y en control, el tratamiento en el que está inmersa le está haciendo muy bien, me molesta la distancia, pero quiero que se sienta cómoda, feliz y tranquila cuando regrese a casa, así que... la apoyaré en su decisión por mucho que odie estar lejos de ella.
— ¡Can! ¡Hay caballitos de mar!
Casi perdí mis churros en el jalón que me dio para seguir al montón de caballitos que se mueven por el costado derecho del camino.
Que putas ganas tengo de besarla.
— Te ensuciaste, huesos.
Deslizando mi pulgar por su labio inferior.
— ¿A sí? ¿No sería mejor si usas otra cosa en vez de los dedos? Vas a ensuciarte.
Menuda... perra es la mal parida esta, yo que intento contenerme...
Olvidé preguntarle al doctor si podemos tener sexo ¿Será bueno para los bebés? Debería llamar y preguntar.
— ¿Algo como qué?
— La lengua, que no te la dieron sólo para hablar ¿No crees?
Ahí estaba esa sonrisa maliciosa otra vez, está provocándome.
— Nisa... no sé ¿Y si te hago daño?
Estoy caliente, pero también intento ser responsable.
— Alén ya me dio la charla del sexo en el embarazo, no pasa nada porque la bolsa amniótica protege al bebé, bueno, a los bebés, así que no te contengas.
Lamí mis labios, apoyando mi mano en su cintura, dándole un ligero apretón.
— ¿Estás segura de que no intentas convencerme con mentiras?
Soltó un suspiro cargado de placer, asintiendo.
— Mis hijos son más importantes que tú y que yo en estos momentos, por lo tanto, siempre pensaré en ellos antes que en nosotros, todo estará bien.
— En ese caso... Divirtámonos hoy, todo el día, y luego por la noche.
— Me estás pidiendo demasiado, mi cuerpo necesita sexo y me he contenido, por ti.
¿Qué he hecho yo para conseguir a esta ninfómana?
— Si continuas, te voy a quitar los churros, Nisa.
Frunció el ceño y arrugó la nariz, moviendo la bolsa de churros hasta abrazarla contra su pecho.
— Vamos huesos — rodeando sus hombros— Vamos a ver los peces, luego te llevo a almorzar lo que tú quieras, después...
— Después sexo.
— No, después iremos a pasear por ahí como la gente normal, quiero tener citas, carajo, conocerte. Me encanta el sexo contigo, pero quiero que hablemos también.
Me miró sonrojada, sonriendo.
— Bueno... te dejo los planes a ti entonces, pero... cuando termine de comerme los churros ¿Me cargas? Es que ya me cansé.
Esta puta niña...
— Sube a mi espalda e intenta no ensuciarme.
Suspiré.
— ¿Lo dices en serio?
— Pues claro — acuclillándome frente a ella— Si estás cansada, no te puedo forzar, que tenemos que cuidar a nuestros bebés.
— Este Can me agrada mucho más.
Subiéndose a mi espalda, tomando mis churros para que la levante y la sujete por las piernas, ella se encarga de acercarme los churros para que coma mientras yo la llevo por todas partes.
Hace años que no me divierto así, hace años que no me divertía.
***
Al terminar en el acuario, la llevé al restaurante más fino que encontré, de pasada pasamos por ropa de etiqueta o no nos dejarían entrar, Nisa se decidió por un vestido azul con escote, largo y abierto al costado, metiendo sus pies en altos tacones y eso me preocupaba un montón, ella no debería ocupar tacones, pero la cabezota no escucha a nadie.
Yo tomé un traje negro, camisa blanca y una corbata del color de su vestido, haciendo combinar también el pañuelo para que los imbéciles supieran que ella es mi pareja, que esa belleza de cabello recogido viene conmigo.
Tomaron nuestros abrigos en la entrada y nos llevaron a nuestra mesa dónde previamente hice reservación, mi plan era comprarle las cosas más caras y deliciosas para asegurarme de que comiera bien, quiero asegurarme de que aquí sin mí está bien.
— Quiero el menú infantil — pidió al chico que vino a tomar nuestra orden— Una hamburguesa grande con una porción de patatas fritas para dos, con salsa de ajo, y agua mineral, por favor.
La miré con asombro.
De todas las cosas que pudo pedir.
— ¿Qué? ¿No puedo?
Me retó, alzando una ceja, no me sorprendería si lo está haciendo a propósito.
— Pensé que querías comer algo mejor.
— Alén no me ha dejado comer comida chatarra, muero por un poco de fritura, dame en el gusto ¿Sí?
Estirando su mano para tomar la mía sobre la mesa, dándole un apretón.
— Está bien, carajo, está bien, que no puedo decirte que no si me pones esa cara.
Rodando los ojos.
— Yo quiero un pollo a la naranja, con patatas rusticas, también su mejor vino.
— El vino se vende por botella señor, no por copa.
Alcé una ceja en su dirección.
— ¿Me ves con cara de no poder pagar una botella? Tráela, joder.
— Sí señor, mis disculpas — anotando— ¿Dos copas?
— Una. Mi mujer no puede beber, está embarazada.
Adoro decir que está embarazada, mejor aún si digo que la embaracé yo.
— Felicidades — dijo este, sonriéndole— Traeré sus cosas a la brevedad.
Giré el rostro para mirar a la chica sentada frente a mí, sonriendo con suficiencia.
— No soy tu mujer, Can ¿Por qué se lo dices a todo el mundo?
— Porque eres mía, Nisa, yo tengo que hacerme cargo por lo que hice, esos bebés no aparecieron de la nada.
Bufó.
— Agradezco que quieras ser un padre presente y te preocupes del embarazo, pero no quiero que te sientas obligado a nada, hay un montón de madres solteras que lo hacen de maravilla, podríamos dividir los tiempos con los bebés, ya sabes.
Carcajee sin gracia negando.
— ¿Tú estás loca? ¿Obligado? ¿Por qué haría algo que no quiero? Nisa... he estado obsesionado contigo por meses, queriendo hacerte mía sin saber que motivo usar para no ser patético y al mismo tiempo manteniéndote interesada, esta es mi oportunidad... a menos de que no quieras, en ese caso dime y dejo de insistir, no quiero molestarte, quiero que estés bien y tranquila.
Ella carcajea ahora como si hubiese contado el mejor de los chistes.
— ¿Me ves enojada? ¿Incómoda? ¿Infeliz? Me gusta esto, sólo que no quiero apresurarme y cometer un error, suelo cagarla cuando algo me gusta y me hace bien, me asusta cuando las cosas salen como quiero porque no me pasa nada bueno nunca, entonces... siento que la vida me lo va a quitar y prefiero ahorrarme el mal rato, por eso me alejo.
Tomé su mano y besé el dorso sin quitarle la mirada de encima.
— Bueno, despreocúpate de eso, huesos, porque ahora que te he preñado, nada ni nadie te va a librar de mí, te seguiré como tu sombra siempre, te haré mi mujer, parirás a mis hijos, llevarás mi apellido, es sólo cuestión de tiempo.
Negó retirando su mano lentamente, me hubiese preocupado si este montón de huesos que tengo en frente no se hubiese ruborizado, manteniendo una sonrisa en esa apetitosa boca que muero por probar.
— Bueno, Can, tienes muchas expectativas de esto, tu ego es... impresionante, ya veremos qué sucede.
— Te diré que sucederá, Nisa, te enamorarás de mí, y cuando eso suceda, no dudarás en darme lo que quiero.
— ¿Y lo que quieres es...?
— A ti, completa, mía.
No pasó inadvertida su manera gruesa de tragar saliva y esto puede ser por dos cosas, o está nerviosa o excitada, y espero que sea la segunda, porque muero por estar dentro de ella.
***
No supe a quién agradecerle cuando por fin regresamos a casa, bueno, esta no es mi casa ni la suya, que quede muy en claro que la casa de Nisa está en Estambul, conmigo, ese es su lugar, esto sólo es temporal y que quede claro que no me gusta nada que mi mujer se esté quedando con una pareja de hombres, sé que están casados, se aman y todas esas chorradas de enamorados, pero de todas maneras no me gusta que Nisa viva con otro que no sea yo.
Estoy celoso.
— ¿Listos para comer algo? De postre hay Pastel Praga hecho por Pete, se emocionó por la noticia de los bebés y quiso celebrar.
Nisa me soltó y fue hasta ellos saludándolos de abrazos a cada uno ¿Desde cuándo en Moscú son tan demostrativos?
— Gracias Alén, gracias Pete, por todo, por tanto.
Dijo mi chica.
Mía.
— Nada que suene a despedidas, pequeña saltamontes — dijo Pete, tocándole la punta de la nariz— Te queda mucho, pero mucho tiempo con nosotros, bastante.
— Eso sonó a que quiere pelea ¿Ya puedo pegarle, Nisa?
Pregunté manteniendo mi lugar junto a la puerta, de manos en los bolsillos, una pequeña barrera entre mi puño y su cara.
— No, no vas a pegarle a nadie, violento.
¿Violento? ¿He sido de alguna otra manera? Sabe que soy violento en todos los sentidos, lo sabe y le encanta.
— Sí. Planeo ser muy violento esta noche, huesos.
Sonriéndole travieso, haciendo denotar mis intenciones que captó claramente, entrecerró los ojos y soltó a sus amigos, colocando sus brazos en jarra.
— Can ¿Puedes moderarte?
— No, no quiero, huesos.
— Uy... huele a que alguien no querrá postre porque tiene uno con patas que le resultará más delicioso.
Dijo Pete, y por supuesto que me agradó su comentario, alguien que sabe leer entre líneas, joder, y parece que no será impedimento para que me folle a mi mujer.
— Así es, quiero comerme a Nisa, así que cenemos pronto, muero por encerrarme en el cuarto con ella.
— ¡Can!
Me regañó la pelinegra guapa que frunce el ceño en mi dirección, negando lentamente.
— ¿No quieres, huesos? Porque si tú no quieres, dormiré en el sofá sin problemas.
Encogiéndome de hombros.
— Yo no... dije eso.
Mirando en otra dirección.
Ambos queremos lo mismo, eso es lo bueno, tiene tantas ganas de follar como yo.
— Bien, entonces a comer para que tomes tus vitaminas, señorita —dijo Alén, rodeándola por los hombros para guiarla por la casa— Hice tu favorito para celebrar.
¿Cuál es su favorito? ¿Por qué él sabe y yo no? He prestado atención a Nisa, pero nunca comió lo mismo en el almuerzo por dos veces.
— ¿Cuál es tu favorito?
Caminé más rápido y aparté el brazo del sujeto, colocando el mío en su lugar, sobre los hombros de mi mujer, ganándome una mirada de desaprobación de su parte.
— Mi favorita es la lasaña de berenjena con mucho queso.
— Anotado.
Entrando todos al comedor dónde la mesa ya estaba puesta.
— Nosotros servimos, pónganse cómodos.
Dijo Pete, besando a su esposo, llevándoselo del lugar para darnos privacidad... bueno, más, porque hemos estado solos todo el día, solos y rodeados de gente a la vez, que molesto.
— ¿Seguro tienes hambre? ¿No quieres pasar al postre mejor?
Me aventuré a decir, dándole un apretón a su hombro, mirándola de pies a cabeza, sigue pareciéndome la mujer más bonita que he visto.
— Aunque no lo creas, sí tengo hambre, mi apetito ha mejorado mucho estás semanas.
Suspiré soltándola resignado.
— En ese caso, tienes que comer, no quisiera que mis hijos pasen hambre sólo porque su papá muere por saborear a su mamá.
Se sonrojó nuevamente, pero la vergüenza no la detuvo, dio un paso hacia mí, luego otro, hasta quedar a una peligrosa distancia de veinte centímetros, levantando la cabeza para poder mirarme.
— Comienzas a asustarme, Can, estoy comenzando a creerme lo que me dices y no sé qué tan bueno sea eso para mí.
— Pues comienza a creértelo, porque yo hablo muy en serio — sujetando su mentón para alzarle la cara un poco más, plantando un rudo beso sobre su boca, haciéndolo sonar— Eres mía, Nisa.
Estiró su mano y la plantó en mi entrepierna, acariciando con la fuerza suficiente para estimularme.
— No estoy acostumbrada a ser tratada así, no sé qué decir, pero debo ser sincera, no te saco de mi cabeza, maldito animal.
Aplicando un poco más de fuerza, forzándome a rechinar los dientes para controlar el jadeo que amenaza con salir, su mano en mi pene se siente de maravilla, mataría para que estuviera en contacto directo con mi piel.
— Te voy a follar hasta que salga el sol, montón de huesos, te llenaré tanto que tu panza se abultará otro tanto más — Apoyando mi mano en su vientre— No seré cuidadoso, y por el bien de nuestros hijos espero que no me mientras sobre el saco amniótico, porque no quiero lastimarlos.
Ella sí que jadeo, moviendo su mano más rápido contra mi pene, y claro que terminé gimiendo para ella, inclinándome hacia su oído, rozándole la oreja con mis labios, escuchando los pequeños sonidos que escapan de su boca, sonidos provocados por los míos.
— No quisiera interrumpir, pero ¿Si van a comer o ya no? Digo... para no servir los platos.
Preguntó Alén.
Levanté la cabeza para mirar a Nisa procurando no alejarme demasiado, quiero que continue.
— Es tu decisión.
— Tengo hambre... pero quiero comer otra cosa también ¿Qué hago?
Respondió jadeante, agitada, deseosa, casi desesperada.
— Entonces, comeremos — dando un paso atrás, respirando profundo para intentar calmarme— Comeré rápido, y el postre me lo comeré en el cuarto.
— Me gusta ese plan.
Dijo Nisa acomodándose el cabello.
— Cuatro platos de comida entonces, dos de postre, ya regreso.
Abandonando el lugar otra vez, dándome oportunidad de apoyar mi mano en mi pantalón para acomodarme la verga, me estoy lastimando la polla con la cinturilla, demasiado apretado.
— Te veo con problemas, Can.
Se burló.
— Más problemas te daré yo a ti en un rato, huesos.
— Me pone ahora cuando me dices así.
— Estás loca.
— Si me quedo contigo y decido parir a tus hijos, pues sí, estoy muy loca.
Y como todo el caballero que intento aparentar con ella, separé la silla para que tomara asiento y luego la empujé para acercarla a la mesa, tomando asiento a su lado, asegurándome de tomar asiento a su lado derecho para poder usar mi mano izquierda y aventurarme bajo el mantel para tocarla durante la comida, cosa que no le molestó, la malnacida incluso separó un poco más las piernas, intentando mantener sus expresiones en control, el problema aquí es que está rodeada de hombres y los hombres sabemos como pensamos, estoy más que seguro que ellos saben que algo está ocurriendo, pero por educación no dijeron nada.
Me agradan un poco más ahora.
Soy consciente de que apenas Nisa tragó su ultimo bocado, la cargué como princesa y dejé la mesa, caminando directo a las escaleras que vi cuando llegué aquí, mientras Nisa grita un "Gracias por la comida", dejándose llevar por las escaleras, mirándome al parar en la planta superior.
— ¿Dónde está tu cuarto?
Mirando que todo estuviese bien con ella.
En otras circunstancias me la hubiese echado al hombro y hubiese emprendido el camino directo a su habitación, mi yo más primitivo se apodera de mi cuerpo cuando de Nisa se trata, pero el yo racional sigue predominando, y no puedo aplastar a mis hijos por mi calentura, intento ser cuidadoso a mi manera.
— A la derecha, la puerta de la izquierda, al final del pasillo.
— Uy, no vaya a perderme entre tantas puertas, hay sólo dos habitaciones, Nisa.
Rodando los ojos, empujando la puerta que ella indicó.
Su cuarto no está mal, pero es pequeño, ella merece mucho más, algo como lo que yo quiero darle y ella no quiere tomar.
— Al otro lado del pasillo está la oficina de Alén dónde guarda todas sus cosas doctorescas, y esta no es una casa pequeña, es la casa de alguien normal, es más grande que la que yo pude pagar en Estambul.
Dejándola en el piso del cuarto, cerrando la puerta con seguro.
— Tu casa es la casa Vural, Nisa, métetelo en la cabeza — apoyando las manos junto a su rostro, arrinconándola contra la madera— Ese es tu hogar, mi familia es tu familia, tú me perteneces.
— Te la pasas diciendo que soy tuya, Can, pero ¿Qué hay de ti? Si vas a estar poniéndote posesivo, al menos quiero tener la misma convicción que tú ¿Serás mío?
Ella no está jugando, su rostro serio, las cejas levemente fruncidas, y la línea apretada que forman sus labios me lo confirma.
— Si lo que intentas preguntar es si seré tuyo, sí Nisa, lo seré — la sorpresa impresa en su rostro me hace pensar en la poca autoestima que tiene ¿Es que no se da cuenta que haría lo que fuera para mantenerla conmigo? — No habrá otra, te doy mi palabra, sabes que un Vural no rompe su palabra.
— ¿Puedo confiar en ti?
— Siempre — con convicción— Siempre puedes confiar en mí, porque yo no voy a traicionarte.
Sus dedos encontraron su camino desde mi cuello hasta el cabello, dándole un jalón brusco que sí me dolió un poco sólo para acercarme a ella.
— En ese caso, despide a la secretaria de pacotilla que te mira con deseo, es una incompetente, búscate una mejor hasta mi regreso.
Exigió.
— De acuerdo.
Accedí separando los labios al sentir su mano desabotonarme el pantalón, metiendo la mano dentro del bóxer para tocarme directamente.
Piel con piel. Justo lo que necesitaba.
— Llámala ahora y despídela, quiero oírlo.
Exigió otra vez, y como me tiene por las bolas, claro que busqué mi móvil, lo desbloqueé y busqué el contacto de la secretaria, gimiendo cuando apretó más de la cuenta.
— Rápido... necesito tenerte dentro...
Jadeó la muy perra.
Es ella la que exige y exige cosas que nos retrasan, pero algo me dice que en su estado es mejor no contradecirla.
Marqué a la chica y tuve toda intención de llevarme el móvil a la oreja, pero Nisa me lo impidió, quitó la mano de mi pito y sujetó mi brazo, negando y presionando el altavoz antes de tirar de los pantalones y la ropa interior hasta tenerla arremolinada en mis tobillos, lamió su palma y regresó a la acción, pero esta vez, masturbándome con más rudeza mientras me mantiene bien sujeto por el cabello.
Me tiene por las bolas, está haciendo lo que hace con el resto, los hipnotiza y los domina, pero no, no conmigo, yo no soy como todos los imbéciles con los que folló, ella debe entender que yo soy superior, que soy el ultimo y el que se va a quedar.
— Señor, antes de que me regañe, déjeme decir que encontré lo que había perdido, pero...
— Estás despedida.
Solté rápidamente, lamiendo mis labios, su palma está rozándome el glande y necesito poner toda mi concentración en esta conversación o terminaré gimiendo.
— Pero señor, usted me dijo...
— Mi mujer no está contenta con esto, y no es como si ella tuviese el control, pero coincido en esto con ella, no estás capacitada para el trabajo, cómprate un pasaje y regrésate, no quiero ver tu cara en la oficina ¿Quedó claro?
El llanto llegó primero, me lastimó los oídos y agradezco no tener la oreja pegada al aparatito o de seguro me quedo sordo.
— Error — dijo Nisa— Tú no demuestras cuanto te afectan las cosas, tú deberías haberle dicho que se fuera a la mierda y que tienes miles de ofertas de trabajo más, que no lo necesitas, aunque sea mentira, aprende eso y entonces conservarás el trabajo, la desesperación no va con nuestro rubro.
Me soltó de nuevo y cortó, tomó el móvil y lo lanzó a la cama, mirándome hambrienta.
— No me mires así, primero hay que hablar.
Guiando mi mano al borde de su vestido, subiéndoselo lo suficiente para amasarle el culo.
Adoro su culo.
— No te veo con ganas de tener una larga conversación, Can Vural.
Frotando su palma con mi glande otra vez, desconcentrándome.
— Quiero que quede algo claro, huesos — apoyando mi mano en su cuello, dejándola ahí sin apretar— El que domina soy yo, no vas a estar comparándome con la parvada de imbéciles que frecuentabas, yo no soy ese camarógrafo de picotica ¿Oíste?
Sonrió de lado, el brillo de la malicia brillándole en los ojos.
— Me caga el machismo, pero me ponen tus celos.
— ¿Celoso de él? Nunca. Cuando te acuestes con un imbécil a mi altura, quizá lo reconsidere. Levanta los brazos.
Lentamente quitó sus manos de mí y las elevó sobre la cabeza, permitiéndome quitarle el vestido.
Erguí mi postura y pateé mi ropa, quitándome la ropa de cintura hacia arriba para quedar completamente desnudo, viéndola a ella en ropa interior y botas, sigue viéndose caliente, muy sexy.
— ¿Qué es esto? ¿El gran Can Vural arrodillado a mis pies? ¿Debería postearlo para ser la envidia de las modelos, reporteras, actrices y demás?
Mofándose en cuanto apoyé una rodilla en el piso para bajar el cierre de su bota y poder quitársela.
— Si quieres hacerlo, hazlo, me servirá para hacerle saber al mundo que tú no estás disponible y yo ya elegí a mi pareja. Levanta.
Alzó el pie para poder quitarle la ajustada bota, luego repetimos el mismo proceso con la siguiente, sintiendo sus pequeñas manos en mis hombros, manteniendo el equilibrio.
— ¿Y la foto? ¿O ya te dio miedo, huesos? Cobarde.
La reté.
— ¿Tanto quieres que te presuma? ¿Quieres que vean a quién me estoy cogiendo ahora?
— Sí, lo quiero ¿Me darías el gusto, Nisa?
Hazle parecer que tiene el control y entonces hará lo que le pidas.
— Bien, pero será a mi manera.
— ¿Y esa sería...?
Tomó su móvil que quedó tirado en el piso, debió caerse de su bolsillo cuando le quité el vestido, caminando hasta el espejo que abarca un buen espacio de la habitación, desde el techo hasta el piso, quitándose el brasier, mirándome.
— ¿Vienes o no? Necesito tus manos, mi cuerpo cubrirá lo que no quiero que otros vean.
Negué maldiciendo internamente a esta hija de puta loca, pero no me negué, es más, en cuanto lo dijo, comencé a caminar, cuestionándome mi autoridad en todo esto, apoyando mis manos en sus perfectos pechos, apoyando mi erección en la parte baja de su espalda, apretándome contra ella mientras Nisa alza el móvil y nos proyecta a través del espejo.
— Sonríe, jefe, que seremos la comidilla de la compañía.
— Que hablen. Que todos se decepcione al saber que dejaste el mercado y ahora tienes dueño.
Besando su hombro, sintiendo el clic de su cámara.
— Yo creo que el que se ató la correa al cuello es otro — haciéndonos más fotos mientras reparto besos por su cuello y hombro, sin quitar las manos de sus pechos— El que se obsesionó fuiste tú, no yo.
Le quité el móvil lanzándolo a la cama, sujetándola por la nuca para inclinarla hacia el frente, tomando sus manos para que las apoyara en el espejo.
Con una mano sujeté su rostro y con la otra, guie mi pene hacia su entrada, asegurándome de tocarla primero para cerciorarme de que está húmeda, estoy enojado, pero eso no quiere decir que quiera lastimarla, y al comprobar que está como la necesitaba, jalé sus bragas hasta hacerlas harapos, tirándolas al piso, empujando mi erección por su sexo hasta tenerla dentro por completo, sujetándole el rostro en el proceso para que ella pudiese ver como se le contrae el rostro de placer.
— Vamos, mírate, Nisa, mira esa cara lasciva que pones cuando te follo, te vi por meses follar en un ascensor y así no es como te veías, tu rostro era de aburrimiento total ¿Estás aburrida ahora?
Apretó los dientes cuando mis arremetidas se hicieron más agresivas, sacándola casi por completo, manteniendo el glande dentro, penetrándola de golpe otra vez, haciéndoselo lento, pero duro, deleitándome por cómo me aprieta por dentro, como le tiemblan las piernas y se le erizan los vellos.
Le gusta, pero es tan malditamente orgullosa que no lo admitirá fácilmente.
— Responde, huesos ¿Estás aburrida? ¿Te follo como los otros? ¿Ese camarógrafo lo hace mejor? Porque lo repetías, lo hiciste muchas veces y no sé qué tanto pudo haberte ofrecido él.
Soy consciente de mis jadeos bruscos, intentando mantener el control y no follármela como quiero, necesito que piense y responda, luego de que reciba lo que quiero de su boca... luego de eso...
— Yo... y-yo... y-yo no...
— ¿Pierdes la capacidad de conectar el cerebro con la boca por tan poco? ¿Los otros podían hacer este desastre de ti por tan poco?
Girando la cadera en círculos sin dejar de sacarla con lentitud y penetrarla con fuerza, empujando su cuerpo hacia adelante.
— Sí puedo. Puedo... puedo hacerlo.
Se las arregló para decir, lamiendo sus labios, soltando un gemido bajo que me puso los pelos de punta.
— Responde entonces ¿Te pongo igual que ellos? ¿Así de mediocre soy?
— No...
— ¿No qué?
La presioné, dándole un poco más de voltaje al asunto, estoy en mi limite de autocontrol ¿Cómo es que nunca se me ocurrió follarla contra un espejo? Las caras que pone son... arte.
— Me pones mucho más.
Solté su rostro y ubiqué mis manos en sus caderas, acelerando un poco más mis embestidas, empujando su cuerpo hacia adelante, manteniendo las manos bien apoyadas contra el espejo, mirándome a través de él.
— ¿Sólo eso?
— Me pones tanto, que... me he tocado estos días pensando en ti y tu pene, fantaseando con el día de hoy, deseando que me montaras con tu rudeza característica para poder recordarte por los siguientes días.
— ¿Tan difícil era admitir que te gusto?
— No dije que me gustas.
Se esforzó a decir, gimiendo alto mi nombre, eso me hizo perder gran parte del autocontrol que me quedaba.
— ¿No lo hago entonces? ¿No te gusto ni un poco? ¿Sueles ser la novia de sujetos a los que no quieres?
— T-tampoco dije...que no lo hiciera.
— Sé clara, mujer.
Sujetándola por el cabello sin quitar mi mano de su cadera, penetrándola más fuerte, un poco más rápido.
— Joder... no te detengas...
— Responde o voy a parar, Nisa.
Amenacé.
— Me gustas... sí... me gustas — gimió mi nombre otra vez— Me gustas más de lo que me gustaría admitir...
Eso fue suficiente para perder el poco autocontrol que quedaba.
Nisa arqueó la espalda y soltó un gritito de sorpresa mientras su cuerpo tiembla por completo, pero para mí no fue suficiente.
Deslicé mi mano hasta llegar al haz de nervios, frotándolo con dos dedos, escuchando la desesperación en sus gemidos mientras empuja su cuerpo hacia atrás con la intención de que la folle con más fuerza, esta mujer simplemente es la indicada, se adapta a mi a la perfección, encajamos, nos gustamos, y no la voy a soltar.
— No te detengas...
Suplicó.
— No pensaba hacerlo.
Jalándola por el pelo hasta levantarla, rodee su cuello con mi mano y la mantuve pegada a mi pecho mientras la follo como ambos necesitamos, viendo como soporta su peso en la punta de los pies y se sujeta de mi brazo, viéndonos a ambos a través del espejo, soltando un gemido fuerte que muy probablemente escucharon sus compañeros de casa, dudo mucho que estas paredes sean a prueba de sonido.
— Shh Shh Shh... duérmanse niños, que papá y mamá están dándose cariño — apoyando mi mano en su panza sin ejercer presión— Vean como un Vural domina la situación siempre — clavándome más profundo en mi mujer— Su madre podría ser una Vural también, pero es una cobarde.
Metiendo mi pulgar dentro de su boca, aplastándole la lengua, sintiendo su saliva escurrirme por la mano, no quiero que hable, quiero que sienta y se deshaga, que no pueda pensar en nada más que en mí, y entonces, va a decir que sí a todas mis propuestas, le he hecho varias y no he obtenido respuestas positivas.
Sin salir de su interior, apoyé mi brazo bajo sus pechos para cargarla y llevarla a la cama a cuatro patas, levantándole una pierna para poder llegar un poco más profundo, sintiendo como todo su cuerpo se tensa y su vagina se hace más estrecha, soltando un grito de éxtasis pura mientras se corre en medio de su orgasmo, empapándome la polla y la pelvis en su paso, su humedad chorreándole por los muslos, salpicando la cama.
— ¿Ellos te hicieron correr así, Nisa?
Estoy por correrme también.
— No...
— ¿Ellos logran llegar dónde yo llego? ¿Ellos te vieron desnuda acaso?
— No... ninguno... yo... ellos... sólo tú...
Soltó en medio de balbuceos, apoyando los antebrazos en la cama, entregándose por completo, su cuerpo habla, su cerebro se desconectó, pero me quedó más que claro que tengo privilegios y ha hecho excepciones por mí, por ahora, es suficiente.
Aplasté su espalda y golpeé su culo, cerrando los ojos, entregándome a las sensaciones, corriéndome en su interior, sintiendo la tonta necesidad de sacarla y masturbarme sobre su culo sólo para ver como mi liberación tiñe parte de su espalda, el culo y le chorrea por los muslos, juntándose con su propia liberación.
— Si pudiera, te marcaría para que todos supieran sólo con mirarte que ya tienes dueño.
— Pareja, se dice pareja, Can. Ya no soy tu perro.
Mirándome por sobre su hombro.
— Cierto, no lo eres, eres mi futura esposa.
— No he dicho que sí y no te daré en el gusto, no voy a casarme sólo porque tendré a tus hijos, confórmate con que sea tu novia.
— Me conformo con eso por ahora, pero más adelante llevarás mi apellido, ya verás, Nisa.
Esperé que debatiera, pero no lo hizo, estaba más callada de lo habitual.
— ¿Nisa?
Preocupado me subí a la cama y la moví, viéndola recostarse en posición fetal, suspirando del gusto, acomodándose mejor para seguir durmiendo.
— Te quedaste dormida, montón de huesos.
Sonriendo enternecido.
Ella estaba cansada y aun así...
— Voy a limpiarte primero, no puedes dormir así.
Levantándome de la cama, mirándola una ultima vez antes de ir hacia su baño personal, al menos tiene uno, dando el agua para que se calentara mientras voy por su cuerpo inerte y muerto, metiéndome con ella a la bañera para poder limpiarla como es debido y sacarle mi semen de adentro, dejándola limpia y relucientes antes de volver a la cama y quitar lo que ensuciamos, reemplazándolo por otro cobertor.
— Mmm... sí abuela... tengo muchas ganas de comer tus brownies... son mi postre favorito...
Se saboreó mientras sonríe, y a la vez, una lagrima le rueda por la mejilla.
— Estás soñando con Asya...
Sintiendo una punzada de dolor en el pecho, la culpa me carcome, si no fuese por mi hermano...
— ¿Quieres brownies? Te haré brownies, huesos, sólo dame unos minutos.
Tomé ropa rápidamente para cambiarme, dejando la habitación para ir a la primera planta, siguiendo las voces de ese par de idiotas que vive con Nisa, muy acaramelados ambos, Pete tiene la mano dentro del pantalón de Alén, tocándole el culo, estaban por llegar a la parte interesante cuando los interrumpí.
— ¿Hay ingredientes para hacer brownies o debo ir a comprarlos? Nisa tiene antojos.
Me importa una mierda su calentura, Nisa tiene ganas de brownie, y si tiene ganas, se los voy a hacer.
— Hay ingredientes, hace semanas que quiere intentar hacer y no logra quebrar ni un huevo antes de ponerse a llorar — explicó Alén sin moverse ni un poco— Le hará bien avanzar, un poco de ayuda siempre le va bien a quienes lo necesitan.
— Gracias, ahora vayan a hacer sus mierdas a otro lugar, me quedo con la cocina.
Pensé que iban a protestar, pero el tal Pete se cargó a Alén al hombro y desaparecieron por la misma puerta que yo usé, de seguro van a divertirse a lo grande, yo en cambio, haré algo que nunca he hecho en mi vida, bueno, dos cosas.
Hacer algo por alguien más.
Y cocinar.
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BUENAS BUENAS BELLEZAAAAS
CAPITULO LARGO POR HABERME QUEDADO DORMIDA LOS OTROS DÍAS JAJAJAJAJA
LO SIENTO, ES QUE ME RE CANSO ULTIMAMENTE Y ME QUEDO DORMIDA EN TODAS PARTES
LA OFERTA DE COMENTARIOS X CAPITULOS SIGUE EN PIE, MAÑANA BIEN PODRÍA HABER ACTUALIZACIÓN DOBLE, YO SÓLO DIGO
CAN ESTÁ EMPEÑADO EN ENAMORAR A NISA
LA CHICA SE RESISTE, PERO TODAS SABEMOS QUE HAY COSAS QUE NO SE PUEDEN EVITAR
CAN ESTÁ SIENDO TODO UN CABALLERO ROMANTICO, CLARO QUE SU LADO TÓXICO SE LE ESCAPA EN OCASIONES, PERO ES DE ESOS TÓXICOS QUE ME GUSTA, ADMITO
SE VIENEN COSAS BESTIEEES
AFIRRMENSEEE
PROXIMO CAPITULO NARRADO POR UN INDESEABLE... AL MENOS AL COMIENZO
NOS LEEMOS BELLAS
BESITOS EN LA COLA
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