Capítulo 15

CAN.

Nunca pensé que Nisa fuese tan indispensable en mi vida.

Me acostumbré a que ella se encargara de la compañía, ella lo manejaba todo a la perfección, solucionaba problemas con una velocidad impresionante y se usaba a ella misma en ocasiones para evitar retrasar el itinerario, la compañía es un caos sin ella, pero por supuesto no puedo decirle, si se lo comento, querrá volver y eso no puede ser, quiero que ella viva su duelo y su proceso, que regrese cuando esté lista... pero si es pronto, mejor.

¿En cuanto a su trabajo como sicaria? Era competente, rápida, no cometía errores, no había daños colaterales y la policía no nos respiraba en la nuca, siempre hacía sus trabajos limpios y sigilosos, no como la parvada de idiotas que manejo, todos son unos putos brutos que adoran derramar sangre y luego no son capaces de cubrir todas sus huellas.

— Maldita sea, la extraño.

Frotándome el rostro con frustración, dejando de lado mis lentes para leer, viendo de reojo a papá sonreír mientras me ayuda con unos documentos, tengo una pila de papeleo sin terminar y se supone que debo tenerlos listos para mañana, mi nueva estúpida secretaria me avisó hoy, es una incompetente.

— Te vas mañana a ver a Nisa ¿Puedes enfocarte para terminar?

— Es lo que intento, pero cada vez que trabajo y tengo que interactuar con los imbéciles de mi personal, recuerdo a Nisa que siempre mantenía todo a raya, sin ella no puedo.

Debatí.

— Mejor di que la extrañas en vez de poner de excusa el trabajo, sé sincero, Can, estás hasta el cuello de trabajo, con las compañías, las reuniones, las ruedas de prensa, tu cargo como jefe de Las Águilas, y todo lo demás, apenas das abasto, pero aun así estás dejando todo botado para ir a ver a mi Ángel y tu bebé.

Fue inevitable no comenzar a sonreír como un idiota, suena bien la idea de tener un intruso dando vueltas por ahí, Tanya es divertida, supongo que mi hijo o hija será mejor que la mocosa de Alexander porque será mío o mía, mi creación.

— Nisa y el bebé lo valen — encogiéndome de hombros— No hay nada más importante que ellos ahora, han pasado semanas y no he podido verla, no tienes idea, pero me estoy volviendo loco.

— Sí, sí que me doy cuenta, apenas duermes, te paseas por las noches, vas al que era su cuarto como un pervertido y le hueles la ropa, Can, te he visto — riendo— Estás loquito por ella ¿Por qué no me dijiste antes que ibas en serio?

— Porque no me creerías, no tengo buena fama, pero ese... puto ascensor y sus cámaras... Nisa me sedujo sin siquiera intentarlo, ya me gustaba cuando la conocí, así que... lo del bebé facilita las cosas, nos hará pasar más tiempo juntos, eventualmente haré que se enamore de mí.

Encogiéndome de hombros, seguro de lo que digo, puedo ser muy persuasivo cuando quiero, y definitivamente quiero que Nisa no vea a ningún otro además de mí, yo la marqué, la preñé, es mía.

— Bueno, si te soy sincero, tenía esperanzas de que te enamoraras de ella si te la prohibía — mirándome serio— Eres un bruto, Can, los hombres somos primitivos, entre más nos nieguen algo, más lo queremos, y así pasó, me diste lo que quería, hacer de Nisa familia.

Hablando tan relajado, como si no nos hubiese manejado como sus marionetas para darle justo lo que quería, Engin tiró de las cuerdas desde las sombras para juntarnos.

— Viejo de mierda ¿Lo planeaste todo? ¿Por eso nos lo prohibías, pero nos ponías en el mismo sitio siempre?

Si miro hacia atrás, muchas cosas tendrían sentido.

— Pero funcionó ¿Cierto? Dame las gracias luego cuando te cases con ella, porque vas a casarte ¿Cierto? la embarazaste, la deshonraste, sabes que las mujeres de por aquí son chapadas a la antigua, la mirarán mal si la ven con un hijo sin estar casada.

Rodé los ojos.

— Por supuesto que está en mis planes, papá, no dejaré que hablen de ella, debí ser más precavido, debí usar el preservativo, así que me haré cargo, pero primero deja hacer que guste de mí, ella no va a aceptar sólo porque sí, necesita quererme primero.

— Yo creo que ya te quiere, sólo que ambos son idiotas y no se dan cuenta de lo que sienten por el otro.

Tomé mis lentes otra vez, poniendo atención a los documentos.

— No sé de qué hablas.

— Ya te confesaste, hijo, ya deja de mentirte.

— No tengo idea de lo que estás diciendo, viejo senil.

Negó suspirando, tomando su propia pila de papeles.

— ¿Cuándo dejarás de ser un cabezota? Otro te la puede ganar, embarazada o no, Nisa es hermosa y pretendientes jamás le han faltado.

Levanté la cabeza para mirarlo mal.

— Eso sí que no, ese montón de huesos es mío, que otro busque su propio hueso para roer.

— Nisa no es un pedazo de carne.

— Es la carnicería completa — puntualicé— Sólo los mejores cortes y un montón de huesos que lleva mi nombre, yo soy el dueño de esa carnicería, punto.

Negó resoplando.

— No hay caso contigo, eres todo un neandertal.

— Así le gusta a Nisa, le pone.

— Agh no digas esas cosas, mi ángel no sabe, es una bebé todavía.

Hablando indignado, haciéndome reír.

— ¿Una bebé? Date cuenta que tu niñita creció, papá, y es mía ahora, parirá a mi hijo.

— Te encanta decir que tendrá a tu hijo ¿No? ¿Estás entusiasmado?

— Mucho.

— Eso es suficiente para mí, verte feliz, verlos a ambos felices.

— Estaré mucho más feliz cuando Aslan deje de respirar.

La sonrisa se le borró de la cara, suspiró y se puso serio, comenzando a trabajar otra vez.

— No lo encontramos. Pero le siguieron la pista y lo vieron por ultima vez con Ilias, bien podría estar con ellos... Aslan... traicionó a la familia, no sé que hacer respecto a eso.

— Matarlo.

— Es mi hijo, Can, no puedo disparar el gatillo contra mi hijo.

— Lo sé, pero sabes que terminará muerto porque eligió el bando equivocado. Si no lo atrapa Jelena primero, lo hará Nisa, ambas tienen muchas razones para quererlo muerto, y esa muerte las llevará a Ilias y Yakov, dos escorias más. Prepárate para enterrar a tu hijo, porque mi nada querido hermano de esta no se salva.

Suspiró y no dijo nada, sólo se centró en los documentos frente a él.

No miento al decir que Aslan tiene los días contados, hizo algo horrible y tiene que pagar por sus actos.

***

El viaje en avión se me hizo eterno, trabajé todo el tiempo en la computadora para lograr terminar esos putos informes que aún no hago, aún así, el tiempo no avanza nunca y mi trabajo tampoco, soy un maldito asco en esto de dirigir una compañía, necesito una mujer competente a mi lado que me mandonee como a Nisa le encanta para poder tener todo terminado en los plazos establecidos.

Me sentía frustrado por ser una mierda como jefe, estoy enojado y no he dejado de discutir con la tonta de mi secretaria que me acompañó en el viaje, que ella siga trabajando con el resto del equipo mientras yo me centro en lo que de verdad es importante.

Claro que no me imaginé sentado en el asiento de atrás de los roomies de Nisa, una pareja que se ve bastante sólida y adoptó a Nisa como un cachorro abandonado, han estado cuidando de ella todo este tiempo y eso me enferma, yo quiero cuidarla y la mal nacida no me deja.

— Can ¿Puedes dejar de mirarlos así?

Preguntó ella desde su lugar en el otro extremo del asiento, viste un vestido de invierno grueso de manga larga beige y unas botas negras de medio muslo, combinó su atuendo con un bolso pequeño del mismo color que su vestido, se ve exquisita.

— ¿Mirarlos cómo?

— Como si los quisieras muertos.

— ¿Y si te digo que estoy imaginando mil maneras en las que podría hacerlos desaparecer?

Golpeó mi brazo e hizo eso con la nariz que tanto me gusta, arrugándola para hacer ver su fastidio.

Me gusta molestarla y verle esa expresión en su cara.

— ¡Can!

— Era broma, era broma — riendo— Mejor dime ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? ¿Tienes frío?

Acercándome a ella, abrazándola y frotándole los brazos antes de siquiera pensarlo, fue innato, hasta yo me asombré de mis acciones.

— No creo que a ellos les haga gracia tus bromas — sonrojándose, mirando en otra dirección— Estoy bien, las costillas casi no las siento, mi espalda va bien, y no tengo frío, es vestido es grueso y las botas son especiales para el invierno.

— Pero tienes parte de los muslos descubierto, te puedes enfermar.

Tocándola para ver si estaba fría, pero no, irradia calor.

— No soy de cristal, Can, estoy bien, tú tranquilo, si hay algo mal, te lo diré.

— Tú te guardas todo, no puedo confiar en ti, huesos.

Entrecerrando los ojos.

— Si vas a estar fastidiando, mejor regresa a casa y ve a trabajar que esa compañía no se mantendrá a flote por su cuenta.

Lo señalé.

— Para tu información, no tengo nada que hacer porque soy un hombre muy competente, Nisa, puedo avanzar sin que me estés respirando en la nuca.

El tal Alén suspiró sonriente, mirándonos por el retrovisor.

— Pelean como recién casados ¿Lo recuerdas, amor? ¿Nuestros primeros meses?

— Sí, lo recuerdo — dijo Pete, tomándole la mano— Buscábamos excusas tontas para pelear sólo para resolverlas en la cama.

— Que tiempos... deberíamos pelear ¿Qué dices?

Sonreí, son un par de tontos.

Unos tontos muy lindos.

— Ustedes tranquilos que mi intención es follármela sin descanso, es más, les traje tapones de oído, porque estoy seguro de que los cuartos no son a prueba de sonido, no podrían pagarl... ¡Aush! ¡Nisa, eso me dolió!

Frotándome el muslo justo dónde me dio un pellizco la muy maldita.

— Modales, Can.

— Estoy comportándome, Nisa, les traje tapones de oídos.

Rodó los ojos y se cruzó de brazos, mirando hacia afuera.

Por más que le hablé, no me respondió.

¿Y ahora qué hice? Estoy siendo considerado, carajo, traje tapones de oídos ¿Qué más quiere esta mujer de mí?

***

Llegando a la consulta, esperamos alrededor de diez minutos para que nos hicieran pasar, tomando asiento uno junto al otro frente al doctor sentado tras su escritorio, su box de atención estaba lleno de cosas infantiles, calcomanías de animalitos, juguetes, pesas de bebés, unas cosas raras para medirlos y demás mierdas infantiles, nunca he estado en un hospital y venir por el control de mi hijo parece una buena primera impresión.

— Buenos días, me presento, soy obstetra, mi nombre es Dimitry Fedorov y estaré a cargo de su caso — estrechando la mano de Nisa, y luego la mía— Según la ficha de ingreso, usted es Nisa Yildiz, veinte años de edad, soltera ¿Correcto?

— Correcto.

Respondió ella con seguridad.

— Eh... no está correcto, soltera no está, es mi mujer.

Respondí sólo por si las dudas, nunca se sabe quién podría querer coquetear con ella, Nisa está mucho más guapa y radiante de lo que recuerdo, sólo un tonto no voltearía a mirarla por haberse enamorado a primera vista de ella.

— Sí estoy soltera, Can — protestó Nisa— Si no estoy casada, pues estoy soltera, deja de decir tonterías.

— De todas maneras, soltera soltera no estás.

Cruzándome de brazos, mirando en otra dirección.

Nisa suspiró.

— Prosiga doctor, lo siento.

— Tranquila, no pasa nada — sonriente— Comenzando con el primer control de embarazo, primero quiero saber sobre su estado de salud ¿Cómo va? Leí su expediente.

— Mejor, mucho mejor, ya no siento tanto dolor, dejé los medicamentos hace tres días, estoy casi sana al 100%.

— Eso es muy bueno, el dolor podría provocar un aborto espontaneo y es lo que no queremos.

¿Así de grave?

Nisa no se va a mover de la seguridad de la casa hasta que nazca el bebé, si algo les ocurre, yo creo que me volvería loco, yo no consumo drogas y recurrí a ellas en un momento de desesperación, cayendo en el vicio cuando la perdí de vista y Aslan le tendió una trampa, no quiero ni pensar en lo que yo me transformaría si le pasa algo irreversible.

— ¿Ha tenido embarazos o abortos previos?

Preguntó el doctor, y yo no pude evitar mirar a Nisa, expectante.

— No, esta es mi primera vez.

Soy el primero. Escucha esto, camarógrafo imbécil, soy el papá de su hijo.

— ¿Se ejercita?

— No, estoy guardando reposo.

— En su estado actual es lo más sabio — asintió, anotando en su computadora— ¿Fuma o bebe alcohol?

— Nada de vicios, me estoy cuidando mucho.

Treinta minutos de preguntas como estas me hicieron aburrirme como ostra, todo se lo preguntan a ella y a mí no me mira, sé que no soy importante aquí porque la que va a tener un bebé es ella, pero yo puse ese bebé ahí y al menos quiero que me pregunte cómo me siento ¿O es mucho pedir?

— ¿Y ahora qué?

Preguntó Nisa al ver mi posible cara de perro.

— Nada, no me pasa nada.

Respondí intentando cambiar el rostro, pero nada, no lo consigo.

— Ha estado muy callado, señor, pero también debo rellenar los campos con los datos del padre ¿Ese es usted?

— Por supuesto que soy yo, sino, no estaría aquí.

— Claro, por supuesto — respondió en un tono que me pareció más bien sarcástico— Su nombre completo y edad.

— Can Vural, 32 años.

— ¿Soltero, viudo, divorciado?

Consultó.

— Divorciado.

La rapidez con la que Nisa giró el rostro y me miró con los celos ardiéndole en la mirada, me hizo reír.

— Era broma, huesos — apretándole la mejilla— Soltero, por ahora.

— No eres gracioso, Can.

Suena enojada, pero no se mueve ni un poco, le gusta que la mime y juguetee con ella.

— ¿Fue este un embarazo planeado?

Consultó el doctor.

— No, que va, pero de todas maneras estamos felices por esto.

Respondí seguro, yo estoy muy contento por esto y Nisa bastante ilusionada.

— Eso es bueno, saber que hay una base solida tras el embarazo. Ahora señorita Yildiz, pase por favor al cuarto de ahí y cámbiese de ropa, colóquese una de las batas, sin ropa interior y regrese aquí para la ecografía.

— De acuerdo, doctor.

Nisa muy obediente se levantó y fue a cambiarse, regresando con una bata de hospital puesta, caminando en calcetines hasta la famosa silla que es demasiado alta para sus cortas piernas.

— Haber, deja, te ayudo.

Cargándola por las caderas hasta sentarla en la silla, ayudándola a recostarse para que no forzara sus costillas, viéndola sonrojarse otra vez.

— Gracias, Can.

— Es lo mínimo que puedo hacer, Nisa, deja que te ayude, siempre te lo digo.

Besando su coronilla, parándome a su lado, viendo al doctor acercar el monitor y una cosa que parece un dildo gigante, está poniéndole un condón y lubricante.

— Espere... doctor, yo leí que las ecografías se hacían en el vientre.

Me apresuré a decir al hacerme la idea de por dónde iría ese aparato.

— Las ecografías son abdominales cuando el feto está un poco más crecido o no podrá apreciarse bien, las primeras sueles ser vaginales — explicó— Señorita Yildiz, sentirá un poco de incomodidad, relájese ¿De acuerdo? Separe sus piernas, apóyelas en los espacios designados.

— Nisa... va a ver lo que es mío.

Susurré para que sólo ella escuchara, viendo a ese doctor mirando la vagina de mi montón de huesos, introduciendo ese aparato que parece molestarle bastante.

— Es el doctor, tonto — frunciendo el ceño, buscando mi mano, está nerviosa— Es su trabajo, deja que haga su trabajo para que podamos ver al bebé.

Le di la mano sin dudar, evitando que buscara más, dándole un ligero apretón, besando su dorso, acomodándole el cabello para que no le molestara.

— Estoy contigo, Nisa, tranquila, saldrá todo bien.

Eso pareció bastar para que su cuerpo dejara de estar tenso, sigue temblando de los nervios, pero al menos está más tranquila.

— Miren esto... — sonrió el doctor viendo en el monitor— Estoy seguro de que no se lo esperaban.

— ¿Qué sucede doctor? ¿Pasa algo malo?

— Al contrario — respondió este, señalando la pantalla— Fíjense aquí, miren, aquí hay uno... y aquí está el otro — señalando cada uno— Comparten saco amniótico, son gemelos o gemelas, felicidades.

Miré a Nisa con sorpresa, esta estaba tan sorprendida como yo.

— Espere... ¿Seguro son dos?

Quería confirmarlo, sigo un poco en shock.

— Dos, es seguro. Los gemelos nacen a partir de un único ovulo fertilizado, se separa y se forman dos fetos, serán bebés idénticos.

Comencé a reír viendo el monitor y los claros dos bultos grises entre tanto negro, luego miré a Nisa, acunándole el rostro para besarla y seguir riéndome como un imbécil.

Dos. Seré padre de dos mocosos o mocosas insoportables, dos intrusos que no me dejarán follarme a su madre como desearía, pero... pero son míos, mi familia, dos pequeños que protegeré de todo y todos.

— Nisa, eres increíble.

— Lo sé, soy grandiosa — carcajeando feliz, besándome otra vez— Van a ser dos, tendrás que ayudarme, Can.

— Todo lo que quieras, dije que estaría para ti.

Cuando le cuente a Engin, va a comenzar a planear el baby shower enseguida, de seguro mamá querrá hacer una revelación de sexo, y debo admitir que la idea me entusiasma, quiero hacer todas las fiestas posibles para celebrar a mis hijos.

Dos, carajo.

Soy impresionante.

***

Al salir de la consulta con un montón de folletos sobre la maternidad, y las vitaminas de Nisa, estaba por hablarle cuando esta pasó como un torbellino por mi lado y fue hasta sus roomies, abrazándolos por el cuello a cada uno con un brazo, estos la sujetaron por la cintura, alzándola del piso y debo admitir que me puse celoso, pero no quiero arruinarle la felicidad, así que intentaré hacer la vista gorda... hoy.

— ¡Son dos! ¡Tendré gemelos!

Anunció feliz, riendo con ese par de idiotas que la felicitan y la abrazan.

— Felicidades por esto, es una gran noticia.

Dijo Alén viniendo a mí, estirando su mano para felicitarme.

Y como Nisa me mira como si quisiera matarme, estiré la mano y la estreché, fingiendo mi mejor sonrisa a pesar de que no me agrada ni un poco, pero bueno, yo tampoco me amargaré por estos tipos, hoy es un día de celebración.

— Nisa, te invito a una cita para que celebremos.

Acercándome a ella otra vez, lleva demasiado tiempo hablando con Pete.

— ¿Una cita?

— Solos tú y yo, sí ¿Qué dices?

— B-bueno, me parece bien — sonrojándose— ¿Dónde vas a llevarme?

— Es una sorpresa — tomándola de la mano— Ahora vámonos.

Miró a sus amigos un poco contrariada.

— Chicos... ¿Nos vemos en casa para la cena?

— Tendremos algo delicioso preparado para ti — dijo Alén— Celebraremos.

Luego de eso mi gente trajo el auto que arrendé hasta mi regreso, comienza a nevar y no quiero exponer a Nisa al frío, tiene que cuidarse.

Estábamos por entrar al auto cuando mi tonta secretaria nueva se acercó con su tableta entre las manos.

— Señor, estaba trabajando en el documento y lo borré sin querer, ahora no lo encuentro.

Dijo afligida.

— Eres una... — me guardé la rabia para no arruinar el paseo con Nisa— Busca ese maldito documento, y si no aparece, comienza a verte un pasaje de regreso a Turquía porque te voy a despedir.

Nisa me miró mal, pero miró a la secretaria como si quisiera matarla.

— ¿Y tú quién eres?

Preguntó de mala gana.

— Ayla Celik, señorita. La secretaria del señor Can Vural... por ahora.

La mirada afilada de la mujer a mi lado me indica que debería tomar distancia de ella porque bien podría terminar acuchillado por la intensidad de su mirada.

— ¿secretaria? ¿Otra?

Mirándome ahora a mí.

— Bueno... necesitaba de alguien que me ayudara, Ayla fue la que tenía el mejor curricular, pero no te llega ni a los tobillos.

— ¿Y no pensabas contarme que ya me tienes reemplazo?

— ¿Reemplazo? — carcajee sin gracia— Nisa, tú no tienes reemplazo, nadie podría ocupar tu lugar.

— Ella lo está haciendo —Señaló— Y vino de viaje contigo.

— ¿Estoy oliendo celos, Nisa Yildiz?

Se cruzó de brazos, alzando el mentón con ese aire de grandeza que la hace ver como una jodida reina.

— Y si es así ¿Qué?

— Señor... el documento...

Interrumpió Ayla, ni siquiera se da cuenta cuando no debe interrumpir.

— ¿Y ella sabe de lo otro?

La ignoró mi montón de huesos, dando un paso hacia mí.

— Claro que no, tú eras la de los privilegios.

Eso hizo flaquear un poco su entrecejo fruncido.

— Busca tutoriales en YouTube — le dijo Nisa a Ayla— Internet no es sólo para buscar porno, Can es mío por hoy y el resto del tiempo, disfruta los cinco minutos que tendrás para calentarme la silla porque regresaré pronto, y ni siquiera te atrevas a pensar sobre el cliché del jefe y la secretaria, porque Can sólo va a mirarme a mí.

Abriendo la puerta del auto, subiéndose.

— ¿Qué esperas? Súbete.

Ordenó la malhumorada desde el interior, mirándome aún con molestia.

¿Por qué a mí si Ayla es la que la fastidia?

— Ya la escuchaste, soluciónalo de aquí a las seis de la tarde, si no lo logras, te vas ¿De acuerdo?

— Sí señor.

— Ahora vete.

Subí al auto y cerré la puerta, incorporándonos rápidamente al tráfico.

— ¿Sigues celosa, huesos?

— Sí.

Admitió mirando por la ventana, declaración que me sorprendió.

— ¿Y por qué si ya quedó más que claro que te quiero a ti como mi mujer?

Sujetándola por las piernas para arrastrarla hasta mi posición, sentándola sobre mis piernas para que no pudiera escapar.

— Si la trajiste es porque sigues trabajando ¿Para cuando son esos informes?

— Para... hace una semana.

— ¿Estás retrasado?

Indignada.

— Sólo un poco.

Bastante. Demasiado.

— Entonces te ayudaré. Al anochecer, nos pondremos manos a la obra.

— Mis manos van a estar sobre tu cuerpo al amanecer, ni de coña desperdiciaré nuestro tiempo para trabajar cuando podría estarte follando sin descanso.

— Bueno, si lo pones así...

Sujeté sus mejillas y la besé, deslizando mi mano por sus muslos hacia el interior de su vestido.

— No tienes idea de las ganas que tengo de montarte, Nisa.

— Siempre tienes ganas, Can,

— ¿De ti? Siempre.

Repartiendo besos por su cuello, sonriendo al sentir como ladea la cabeza para que continue, separando ligeramente las piernas, una sugerente invitación que bien podría aceptar.

Muero por aceptar.



~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

BUENAS BUENAS BBCITAAAS

LO PROMETIDO ES DEUDA

USTEDES CUMPLEN CON LOS 200 Y YO TRAIGO CAPITULO AUNQUE LLUEVE, TIEMBLE O TERREMOTEE

Y POR FIN UN CAPITULO FELIZ LUEGO DE TANTA TRAGEDIA

LOS GEMELOS DE SEGURO SE LOS MANDÓ ASYA A NISA, ASYA NO IBA A IRSE SABIENDO QUE SU NIETA SE QUEDARÍA SOLA

AY ASYA TE EXTRAÑOOO

Y CAN COMO NOVIO/PAPÁ ES QUE JODEEER CON ESTE HOMBRE JAJAJAJAJA SUS CELOS ME DAN RISA, PERO IGUAL ME ENCANTA

NISA TODA FELIZ

LA SECRETARIA ME HACE OLER A PELIGRO

Y EL CHOFER? PAGUENLE LA TERAPIA JAJAAJAJAJA

SE VIENE LA CITA SEÑORITAAAS

NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPITULO

BESITOS EN LA COLA

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top