xxvii. fuck the bloodline

xxvii. al carajo con el linaje

En el domingo no paso gran cosa, excepto que Alyssane le explicara un poco más sobre su relación con Cedric, pero fue el lunes que se pusieron las cosas peor.

Los de Hufflepuff, que generalmente se llevaban muy bien con los de Gryffindor, se mostraban ahora muy antipáticos con ellos. Bastó una clase de Herbología para que esto quedara patente. No había duda de que los de Hufflepuff pensaban que Harry le quería robar la gloria a su campeón. Un sentimiento que, tal vez, se veía incrementado por el hecho de que la casa de Hufflepuff no estaba acostumbrada a la gloria, y de que Cedric era uno de los pocos que alguna vez le habían conferido alguna. A Margaery le pareció que hasta la profesora Sprout trataba a Harry de manera distante.

—Margaery, no vas a defenderlo, ¿cierto? —preguntó Ernie Macmillan, cuando Margaery les pidió a él y a Justin Finch-Fletchley que pararan de reírse cuando a Harry se le escapó un bulbo botador de las manos y se le estrelló en la cara.

—¡Es mi hermano mellizo, idiota! —estalló ella—. ¡Por supuesto que voy a defenderlo de inútiles como ustedes!

La clase se quedó en silencio y Margaery podría haber jurado que la profesora Sprout la había ignorado solo para que no tuviera que restarle puntos a Hufflepuff. Harry le sonrió y le murmuró un pequeño "gracias".

Margaery era capaz de entender la actitud de los de Hufflepuff, aunque no le hiciera ninguna gracia, porque ellos tenían un campeón propio al que apoyar. Tampoco esperaba otra cosa que insultos por parte de los de Slytherin (Harry les caía muy mal, y siempre había sido así, porque él había contribuido muy a menudo a la victoria de Gryffindor frente a ellos, tanto en quidditch como en la Copa de las Casas). Pero tanto Margaery y Harry habían esperado que los de Ravenclaw encontraran tantos motivos para apoyarlo a él como a Cedric. Y se habían equivocado: la mayor parte de los de Ravenclaw parecía pensar que él se desesperaba por conseguir un poco más de fama y que por eso había engañado al cáliz de fuego para que aceptara su nombre.

—Deberás conformarte con mi apoyo, el de todo Gryffindor, de Alys, de Arya, de Electra, de Catherine, de Hermione, de Victoria y de Ron —dijo Margaery, tratando de sonar optimista, en clase de Transformaciones.

—Ya quisiera tener el apoyo de Ron —comento Harry.

—¿En serio cree que tu pusiste tu nombre a propósito? —preguntó Margaery incrédula. Harry asintió—. Que reverendo idi...

—¡Potter! —gritó la profesora McGonagall, regañándolos.

—¿Si, profesora? —preguntaron ambos al mismo tiempo, fingiendo inocencia.

La profesora McGonagall no les dijo nada más, solo los miró y se dio la vuelta.

—Oye, Harry —lo paró Margaery, a la salida. Si no se equivocaba, Harry tenía clase doble de pociones y con Slytherin, doble tormento—. No dejes que te afecten. —Margaery lo abrazó y él la abrazo también—. No te merecen.

—Gracias, M —sonrió él—. Nosotros no te merecemos a ti.

—Tonterías —dijo ella sonriendo—. Buena suerte. La vas a necesitar —luego de eso se alejó para ir a su clase de Historia de la Magia.

Resulta extraño pensar que, cuando uno teme algo que va a ocurrir y quisiera que el tiempo empezara a pasar más despacio, el tiempo suele pasar más aprisa. Los días que quedaban para la primera prueba transcurrieron tan velozmente como si alguien hubiera manipulado los relojes para que fueran a doble velocidad.

El sábado antes de la primera prueba dieron permiso a todos los alumnos de tercero en adelante para que visitaran el pueblo de Hogsmeade. Margaery, Catherine, Victoria y Hermione le dijeron a Harry que le iría bien salir del castillo por un rato, y Harry no necesitó mucha persuasión.

—Pero ¿y Ron? —dijo—. ¡No querrán que vayamos con él!

—Ah, bien... —Hermione se ruborizó un poco—. Pensé que podríamos quedar con él en Las Tres Escobas...

—No —se opuso Harry rotundamente.

—Ay, Harry, qué estupidez... —murmuró Victoria.

—No es una estupidez, Victoria —Catherine defendió a Harry—. El único estúpido es Ron

—K tiene razón —dijo Harry—. Iré, pero no quedaré con Ron. Me pondré la capa invisible.

—Como quieras... —soltó Hermione

—Pero es horrible hablar contigo con esa cosa puesta. Nunca sé si te estoy mirando o no. —protestó Margaery.

Hermione asintió, dándole la razón.

De forma que Margaery, Harry, Catherine, Victoria y Hermione marcharon a Hogsmeade. Electra se habia quedado en Hogwarts, escusándose con que tenía que ver a alguien.

Al entrar en la aldea vieron a otros estudiantes, la mayor parte de los cuales llevaban insignias de «Apoya a CEDRIC DIGGORY».

—Auch Harry —se quejó Margaery de mal humor, cuando los dos se chocaron.

—Fue tu culpa.

—¡Pero si tu eres el que me ve! —le reprochó Margaery, haciendo reír a las demás

—Vamos, Harry, por favor, quítate la capa sólo un rato. Aquí nadie te va a molestar. —le rogo Hermione

—¿No? —replicó Harry—. Vuélvete.

Rita Skeeter y su amigo fotógrafo acababan de salir de la taberna Las Tres Escobas.

—Escóndanme —pidió Victoria.

Acto seguido, Harry le hizo un lugar con él en la capa.

Pasaron al lado de Hermione, Catherine y Margaery sin mirarlas, hablando en voz baja. Harry y Victoria tuvieron que echarse contra la pared de Honeydukes para que Rita Skeeter no le diera con el bolso de piel de cocodrilo. Cuando se hubieron alejado, Harry comentó:

—Deben de estar alojados en el pueblo. Apuesto a que han venido para presenciar la primera prueba.

Mientras Harry hablaba, Margaery notó como si el estómago se le llenara de algún líquido segregado por el pánico. Pero no dijo nada de aquello.

—Se ha ido —dijo Hermione, mirando la calle principal a través de Harry y Victoria.

La castaña se sacó la capa.

—¿Qué tal si vamos a tomar una cerveza de mantequilla a Las Tres Escobas? Hace un poco de frío, ¿no? ¡No es necesario que hables con Ron! —añadió irritada, interpretando correctamente su silencio.

La taberna Las Tres Escobas estaba abarrotada de gente, en especial de alumnos de Hogwarts que disfrutaban de su tarde libre, pero también de una variedad de magos que difícilmente se veían en otro lugar. Margaery suponía que, al ser Hogsmeade el único pueblo exclusivamente de magos de toda Gran Bretaña, debía de haberse convertido en una especie de refugio para criaturas tales como las arpías, que no estaban tan dispuestas como los magos a disfrazarse.

—No sé, a lo mejor tendría que intentar que la gente del pueblo se afiliara a la P.E.D.D.O. —dijo Hermione, sacando un cuaderno de su bolso al mismo tiempo que Catherine y Victoria traían cinco cervezas de mantequilla.

—Bueno... —asintió Victoria.

—¿Cuándo te vas a hartar de ese rollo del pedo? —preguntó Catherine, haciendo que Harry y Margaery rían.

—¡Cuando los elfos domésticos disfruten de un sueldo decente y de condiciones laborales dignas! Y no es pedo...

—Es «pe, e, de, de, o» —respondieron Harry y Catherine al mismo tiempo, haciéndose reír—. Ya lo sabemos

—¿Saben?, estoy empezando a pensar que ya es hora de emprender acciones más directas. Me pregunto cómo se puede entrar en las cocinas del colegio. —dijo, ignorando a Harry y Catherine.

—Tienes que hacerle cosquillas a una pera que esta en la entrada —explicó Margaery.

—¿Esa es Alessia Pendragon? —preguntó Victoria, mirando a través de Harry.

Margaery se dio vuelta instantáneamente para mirar. Lo que decía Victoria era completamente correcto; unos metros atrás de ellos estaban sentadas Alessia y Angelica juntas. Margaery busco alguna señal del hermano de la pelirroja, pero al no encontrar ni una, su mente hizo "click". Después, buscó señales de Alyssane o Arya, pero, al parecer, tampoco estaban en las Tres Escobas.

—Margaery Potter que ni se te ocurra —la regañó Harry, viendo sus intenciones.

—No me esperen —murmuró Margaery, levantándose con dirección a la mesa en donde estaban sus amigas. Atravesó el salón abarrotado de gente con mucha dificultad, pero llegó al otro lado—. Hola —saludó tímidamente a las dos—. ¿Creen que pueda sentarme con ustedes? No conozco a nadie más en el bar, excepto a las amigas de Harry, pero no me gustaría estar con ellas.

—¿Qué dices, Less? ¿La dejamos sentarse? —preguntó Angelica en tono juguetón.

Alessia rió.

—Yo creo que deberíamos —respondió Alessia en el mismo tono

—Entonces te dejaremos —Angelica sonrió, corriéndose para dejarle lugar a Margaery.

Margaery sonrió también, sentándose a un lado de Angelica.

—¿Y qué tal Hogwarts? ¿Les gusta? —preguntó Margaery

—Es... —comenzó Alessia.

—Británico —completó su compañera.

—¿Muy extravagante? —trató de adivinar.

—Poco... delicado —respondieron las dos.

—Entiendo —asintió Margaery—. ¿Es Beauxbatons muy principesco?

—Si tienes en cuenta que era un palacio de la familia real francesa durante la época revolucionaria, pues sí —contestó Alessia, levantando los hombros.

—¿Época revolucionaria? —preguntó Margaery, confundida.

—Fue la época equivalente al reinado de Napoleón Bonaparte para los muggles —respondió Alessia como si fuera obvio

—¿Quien? —cuestiono Margaery, aun confundida.

—Napoleón Bonaparte... el emperador francés, el de las guerras napoleónicas —al ver que Margaery seguía confundida Alessia agregó: —. ¡Vamos, Marg! El requimen de Mozart sonó en su funeral.

—No tengo ni idea quienes son —respondió Margaery, totalmente franca.

Angelica y Margaery rieron, cuando Alessia dejo caer su cabeza en la mesa, abatida.

—No lo puedo creer...

Alessia levantó la cabeza de la mesa con una expresión de incredulidad.

—¿En serio, Margaery? ¿Nunca has oído hablar de Napoleón Bonaparte ni del Réquiem de Mozart?

Margaery frunció el ceño y negó con la cabeza.

—Lo siento, chicas. No soy muy buena con la historia muggle.

Angelica le dio un golpecito en el hombro de manera amistosa.

—No es que tu seas mala es que Alessia es muy buena —comentó Angelica, bromeando.

—Es que en Tintagel no hay mucho para hacer —respondió Alessia, levantando los hombros

Margaery sintió un sentimiento muy similar al desagrado. Tintagel era el hogar de Alessia y su familia, a quienes Margaery detestaba. Según las leyendas artúricas, Tintagel es el lugar en donde había nacido el rey Arturo, por lo tanto, es un lugar increíblemente importante para los Pendragon y que la familia de Alexander con todos sus... problemas de ilegitimidad, la ocupara era casi insultante. No era solo eso, sino el hecho de que un hijo ilegitimo de un rey bretón estuviera casado con otra hija ilegitima de una princesa francesa con un rey inglés y que estos tuvieran no solo uno, pero dos, hijos fuera del matrimonio hacia su situación aún peor.

A pesar de su disgusto, que al parecer Angelica notó, Margaery sonrió.

—¿Siguen viviendo en Tintagel? —preguntó Margaery, tratando de ser amable—. Pensé que el rey los iba a cambiar a Ille y Vilaine.

—Sí, pero el duque no quiso —respondió Alessia—. En un principio nos iban a cambiar a Roscoff, pero mi padre no quiso. También propusieron Quimper, pero mi madre se negó. Asi que supongo que estaremos varados en esa prefectura por el resto de nuestra vida

—Ya quisiera yo vivir en Tintagel. En la capital no hay casi nada que hacer —se quejó Angelica.

—Pero tu vives en la ciudad. Yo vivo en el castillo y ahí no hay nada más que sentarse bajo el árbol de Merlín o estar en los columpios —dijo Margaery.

Su corazón dio un salto al hablar sobre los columpios del castillo, recordando su último momento en ellos, donde había hablado con Andrew.

—¡Pero es el castillo! —reprochó Angelica.

—Margaery tiene razón. No hay casi nada que hacer ahí —la apoyó Alessia.

Pasaron los siguientes veinte minutos charlando, entre risas y bromas, hasta que Angelica habló:

—Creo que es hora de irnos. Ya va a anochecer 

—Si, yo debería irme también. —dijo Margaery, girándose para buscar a Harry o las chicas pero no había ningún indicio de que la habían esperado—. Las acompañó hasta el carruaje.

Acto seguido, las tres se levantaron y dejaron las Tres Escobas. Margaery las acompañó hasta el majestuoso carruaje de Beauxbatons y luego se despidió. Atrás del carruaje, en el Bosque Prohibido, Margaery llegó a observar unas llamas. Pensando que eran rayos propios del atardecer, continuó caminando hacia Hogwarts.

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