xlii. she's my friend
xlii. ella es mi amiga
—Bueno, después está Peeves. Es un dolor en el...
Andrew rió ante la explicación de Margaery.
—La Torre de Ravenclaw es la más alta de todas, así que te vas a matar subiendo las escaleras —Margaery tenía el Mapa del Merodeador en las manos y con él iba señalando los lugares de Hogwarts—. Sin embargo, la Sala Común de Hufflepuff está bastante cerca así que vas a poder venir a verme cuando quieras —el chico volvió a reír—. Por cierto, ¿qué materias tomaste?
—Bueno, en Beauxbatons no tenemos las mismas materias que en Hogwarts pero sí parecidas —le explicó él—. Lingüística Arcana vendría a ser Runas Antiguas.
—Pero es mil veces mejor el nombre —aprobó ella—. Yo también tomo Runas.
—Lo sabía —sonrió él.
—¿Lo sabías? —le preguntó Margaery, sonriente.
Andrew le sonrió una vez más.
—Me dió mucha pena saber que Criptozoología Mágica era solo Cuidado de Criaturas Mágicas —prosiguió, bajo la mirada atenta de Margaery—. Así que decidí no tomarla.
—Mejor —dijo Margaery—. Quiero mucho a Hagrid pero sus clases son un poco... peligrosas —ambos rieron—. ¿Cuáles otras?
—Las clásicas: Encantamientos, Pociones, Transformaciones y Herbología —dijo Andrew—. No hay ni Psiquetransferencia o Herencia Mágica, por lo que tuve que tomar Artimancia y Adivinación.
Margaery negó con la cabeza.
—Si la profesora Trelawney predice tu muerte no le hagas caso —dijo—. Si fuera verdad, Harry y yo seriamos un milagro.
Andrew rió de nuevo.
—No creo mucho en la Adivinación, pero era la única materia de la que tenía la equivalencia —admitió Andrew, levantando los hombros—. Fallé Relaciones Muggles, así que no podía tomar Estudios Muggles.
—Hubiese nacido un año más adelante y hubiéramos sido compañeros de clase —dijo Margaery—. Pero alégrate, según mi mamá sexto es el mejor año.
—Ella porque cursó todos los años en una misma escuela —respondió Andrew—. Yo no me hubiese cambiado, de hecho, pero con Francia tomada completamente por lord Voldemort y con mi padre apoyando a tu hermana es entendible.
Margaery colocó sus manos en las de Andrew y le sonrió.
—Hogwarts es, por lejos, el mejor lugar del mundo, no el más seguro, pero sí el mejor.
—Sé que no es el más seguro —comentó Andrew, con una pizca de sarcasmo.
Margaery sonrió levemente.
—¿Y tus escritos? ¿Como van esos? —le preguntó.
—Profesional en cambiar de tema, Val —Margaery levantó los hombros—. Pues... Bien.
—¿Bien?
—O sea, no he escrito nada desde que terminó el torneo —admitió Andrew—. Pero seguro que encuentro inspiración al volver a Hogwarts.
—Si necesitas ayuda...
—Eres a la primera persona a la que le pediría —asintió él.
Se quedaron en silencio por unos minutos, hasta que Andrew decidió hablar.
—¿Estás nerviosa?
—¿Por? ¿La vista? —preguntó Margaery y Andrew asintió—. No. Harry va a ser absuelto. Siempre sale impune.
Y no era mentira. No solo en Hogwarts, pero en Camelot también. Margaery recordaba una vez en la que, no solo Harry, pero Margaery, Alyssane y Arya habían salido impunes. Estaban los cuatro, lo más tranquilos posibles en los santuarios hasta que Alexander Pendragon entró. Margaery no recordaba muy bien lo que había pasado, pero recordaba a su hermana alentar al chico pelirrojo a subir a uno de los dragones y luego a Arya montando a Valkiria por primera vez. Cuando Arya logró bajar a Alexander del dragón, él agarró algo que Margaery aún no descubría que era y comenzó a amenazar a los cuatro. A Margaery le dejó un corte en el brazo tan grande que estuvo sangrando por varias horas y, justo antes de que Alexander le rompiera la nariz a Harry, Arya sacó Excalibur de la piedra y noqueó a Alexander con el mango. Margaery no quería recordar el escándalo que se había formado entre su tía Margaery e Yvette Britannia.
—Será hasta el día en que no —dijo Andrew—. Muy a futuro porque tiene que perder esa astucia suya...
—Y tiene que perder la mala suerte —continuó Margaery—. Eso se va a tardar más.
Andrew y Margaery rieron.
—¿Vamos a desayunar? Creo que nos están esperando hace media hora —dijo Andrew, con una sonrisa.
—Ah, sí. Me había olvidado —dijo Margaery—. Tengo que cambiarme y voy.
—Estás bien así.
—¿En piyama? —rió ella, negando con la cabeza—. Sé que no parece pero con esto duermo
—¿Te espero abajo? —Andrew se levantó.
—Seguro.
El rubio salió de la habitación, dejando a Margaery sola.
—Deberías alejarte de ese niño. Te lo digo por tu bien.
Margaery soltó un pequeño grito y soltó el mapa de sus manos. Cuando se dió la vuelta para ver de quien era la voz, suspiró.
—Ah, es usted...
—Sí, soy yo —asintió Morgana—. ¿Quién más sino?
—La verdad, no me sorprende. Primero mis sueños después... esto —Margaery hizo un gesto con las manos, señalando a la bruja—. ¿Como lo hace?
—Pues... —se desapareció y apareció sentada en la cama de Paulette— así, supongo.
—Muy chistosa —ironizó Margaery, sorprendiéndose a sí misma al tratar a Morgana de esa forma.
—¡Al fin alguien que lo acepta! —aplaudió ella.
Margaery se quedó consternada, ¿no se había ofendido?
—Ah, sí... Y, ¿qué hace aquí? —preguntó Margaery.
—Dime Morgana y trátame de "tú". No soy tan vieja —dijo la bruja.
"Para nada", pensó Margaery, irónica, "solo unos novecientos años"
—He venido a ver como estabas —respondió Morgana, viendo la expresión de la más joven.
—Ah... Bien —contestó Margaery con confusión—. Mi hermano está en una vista en el Ministerio así que estoy lo mejor que puedo.
—Ví eso... La jueza va a, lamentablemente, morir en un año —Morgana soltó tremenda noticia como si fuera lo más normal del mundo que dejó a Margaery horrorizada.
—¿Qué haces aquí? —repitió Margaery con convicción.
—Ya te lo he dicho: vine para ver como estabas.
—¿Por? ¿En serio soy tan revoltosa? —preguntó, cruzando los brazos.
—¿Te soy sincera? —Morgana cuestionó y Margaery asintió—. Nadie allá se preocupa por ti.
—¿Y por qué us... tú lo haces?
—Porque yo sí te creo una amenaza, Margaery de Lyndor —el semblante amable de Morgana fue cambiado por uno serio.
Margaery la miró.
—¿De Lyndor? ¿Qué es "de Lyndor"? —preguntó confundida.
—Pregúntale a tu madre —respondió ella y acto seguido se desapareció dejando a una confundidisima Margaery sola.
Intentó buscar en su mente algún tipo de referencia a Lyndor. No había princesas o ciudades, al menos que ella recordara, que llevaran ese nombre. Tampoco de un rey o una profecía. Margaery pensó que quizás tenía relación con algo que excedía sus conocimientos o algo que solo la propia Morgana sabía. Aunque esto último no podía ser porque, en vez de haberle dado una respuesta, había dicho que le pregunte a Aemma. Quizás su madre sabía...
Pero luego se le ocurrió otra cosa más: quizás tenía que ver con algo que a ella le gustaba. ¿Qué le gustaba? La historia, los libros, las revoluciones, el feminismo... Quizás era eso. Sobre alguna autora revolucionaria o alguna activista. Tras darle vueltas un rato, comprobó que no habría manera de que alguna persona que estuviera enlazada con las varias revoluciones bretonas y que ella no la conociera. Decidió que, más tarde, le preguntaría a Colette o Andrew y, como último recurso, a su madre.
Bajó al compás de unos gritos como "¡Se ha librado! ¡Se ha librado! ¡Se ha librado!" y supuso que Harry había vuelto y, con esos gritos de alegría, solo podía haber habido un resultado: había sido absuelto. Comenzó a bajar los peldaños de cada dos, procurando no caerse y armar un escándalo.
—¿Cómo te fue? —le preguntó a su mellizo al llegar abajo.
Él no respondió, pero sí la abrazó.
—¡Me vas a tener que aguantar en Hogwarts también! —exclamó él, sonriente.
—¿En serio? Que tragedia... —ironizó Margaery.
La verdad es que no lo era. Margaery no podía imaginarse Hogwarts sin Harry. Poco podía pensar en cómo iba a ser Hogwarts sin Alyssane. Le costaba imaginarse una vida sin Harry o Alyssane.
La señora Weasley se secaba las lágrimas con el delantal, y Catherine, Fred, George y Ginny seguían bailado una especie de danza guerrera al son de una canción que seguía:
—¡Se ha librado! ¡Se ha librado! ¡Se ha librado!
—¡Basta! ¡Calmaos! —gritó el señor Weasley, aunque él también sonreía—. Oye, Sirius, hemos visto a Lucius Malfoy en el Ministerio...
—¿Qué? —saltó Sirius.
—¡Se ha librado! ¡Se ha librado! ¡Se ha librado!
—¡Callaos, vosotros tres! Sí. Lo hemos visto hablando con Fudge en la novena planta; luego han subido juntos al despacho de Fudge. Dumbledore debería saberlo.
—Desde luego —coincidió Sirius—. Se lo diremos, no te preocupes.
—Bueno, tengo que irme, hay un inodoro que vomita esperándome en Bethnal Green. Molly, llegaré tarde, debo cubrir a Tonks, pero quizá Kingsley venga a cenar...
—Se ha librado, se ha librado, se ha librado...
—¡Basta! ¡Fred, George, Ginny! —chilló la señora Weasley cuando su marido salió de la cocina—. Harry, querido, ven y siéntate, come algo, que apenas has desayunado.
Margaery se sentó enfrente de Harry, a quien no había visto tan contento desde su llegada a Grimmauld Place. De pronto la sombría casa resultaba más cálida y acogedora; hasta Kreacher le pareció menos feo cuando éste metió la nariz en la cocina para investigar el origen de todo aquel alboroto.
—¿Mamá no ha llegado aún? —le preguntó Harry, escudriñando la cocina.
—Pensé que venía contigo —respondió Margaery, levantando los hombros.
—Pues no —dijo Harry, volviendo a mirar—. Y tía Margaery tampoco está...
—¿Habrán ido a Camelot? ¿Con Alys? —cuestiono Margaery, un poco preocupada.
—No... es muy peligroso —negó Harry.
Los mellizos se quedaron en silencio, hasta que Harry volvió a hablar.
—Señora Weasley, ¿dónde está mi madre? —pregunto.
La señora Weasley arrugo la nariz.
—¿Tu madre, querido? Creo que en Atheria —respondió la señora Weasley—. Se fue con tu tía Margaery esta mañana.
Harry y Margaery se miraron, incrédulos.
—¿En Atheria? —susurro Margaery—. ¿Es que ha perdido la cabeza?
Había muy pocas razones por las cuales su madre no podía estar en Atheria y, que si llegaba a ir, era porque se había vuelto loca de remate. Atheria era una ciudad en la costa de Camelot y era, principalmente, residencia de cualquier persona que hubiera decidido exiliarse. Su tía Daenerys estaba ahí y también la persona más desagradable que Margaery había conocido, su abuelo, el rey Arthur IX. Su abuelo había abdicado cuando Aemma murió y su trono pasó al rey Maegor aunque eso no era lo peor. El rey se había casado con una niña de 17 años, mientras que él tenía 50. Margaery tenía náuseas cada vez que lo recordaba.
—Claro, cuando Dumbledore se puso de tu lado, no había forma de que te mandaran derechito a Azkaban —observó Catherine, cuando ella, Ron y Hermione le pidieron detalles de la vista
—Sí, Dumbledore me echó una mano —afirmó Harry.
Margaery deseo que Dumbledore le echara una mano a ella también. Desde su charla con Morgana, de la cual intentaba convencerse que no había existido, el nombre Lyndor rondaba su mente y no había otra cosa que lo ocupara.
¿Qué carajo era Lyndor?
Margaery lo terminó tildando como un misterio que no iba a resolver.
—Ah, por cierto. Margaery tienes correo
Margaery giró la cabeza confundida.
¿Ella? ¿Correo? Esas eran dos palabras que difícilmente iban en una misma oración mayormente porque nadie, ni siquiera Electra, Hannah o Susan, le hablaba en las vacaciones. Su comunicación con alguien fuera de Camelot era tan nula que Margaery alguna vez llegó a pensar que sus lechuzas eran interceptadas.
—Creo que está equivocada, señora Weasley —dijo ella, mirándola.
—Pues si tú no eres Margaery A. Potter no sé quién más —respondió la señora Weasley, levantando los hombros y entregándole la carta—. La verdad no sé como llegó esto, pero a Dumbledore no le va a gustar para nada.
Margaery la agarró, y se fue a su habitación, pensando que podía ser Electra, pero recordó que, al estar de duelo, no podía escribir o recibir cartas. Luego pensó que podría ser Hannah o Susan, pero nunca se habían carteado. Alyssane o Arya ya la estilizaban como "Su Alteza Real, la princesa Margaery de Camelot" y les habían escrito hace unos días asi que ellas no podían ser. Los Knight estaban ahí, Harry también, su tía Margaery y su madre no pero volverían en un par de horas seguramente. No encontró a nadie en su mente cercano a ella como para escribirle cartas. Excepto... La idea era tan ridícula que Margaery casi se echa a reír como maniática.
Que Alessia Pendragon, ahora esposa del rey usurpador de Camelot que al mismo tiempo era su hermano, le escribiera a la hermana de la reina legítima a la que estaban usurpando era ridículo. Nunca había pensado tanta cantidad de sandeces... Aun así...
Era la caligrafía de Alessia. No, no solo la caligrafía de Alessia, era una carta de Alessia. Margaery estuvo a punto de tirarla pero algo la detuvo. Abrió el sobre lentamente, procurando no romperlo.
Querida Margaery;
Sé que debes odiarme. No te culparía si lo hicieras, para ser franca, yo me odio también.
Cuando esa tarde mi hermano vino a buscarme nunca imaginé que todo terminaría en esto. Te digo esto a ti y solo ti: nunca quise esto. Estar en lo más alto de todo no se siente tan "increíble" si el lugar no es tuyo. Pienso, muy a menudo, en lo que hice. O en lo que hicieron en mi nombre. No paro de pensar en cuanto daño le debo haber hecho a tu familia y no te puedes imaginar cuanto lo siento.
Por aquí, eres el chisme de todos los días. Escuché que moriste pero unos minutos después vivías. Llámame egoísta pero lo agradezco. No sé si podría haber vivido si tenía que cargar con tu muerte en mi conciencia, aunque yo, de nuevo, no haya hecho nada. A pesar de eso, estoy inmensamente feliz de que hayas sobrevivido. Que tú te mantengas lo mejor posible le da un pequeño consuelo a mi corazón.
También escuché que las Knight habían huido de su hogar y que ahora están con sus primos. Me alegro por ellas porque esta parte de la familia solo se mantiene de pie porque la hija menor, Margaret, es una de mis damas de compañía. Si estás con Angelica dile que le mando mis saludos y que, de todas las personas en el mundo, nunca he tenido tanto apoyo y consuelo como el que obtuve con ella y que, de todo corazón, desearía haber sido la mitad de buena amiga como ella fue.
Si te preguntas como estoy escribiendo esto, te respondo que ni yo lo sé. Descubrí un lugar que ni siquiera los guardias saben de su existencia. Es un jardín inmenso, repleto de flores de todos los colores y miles de mariposas. Los búhos revolotean por todas partes y creo que ya hice mis primeros amigos en este lugar. Nadie las detiene, lo que resulta en que las aves puedan salir de Camelot con cualquier carta. Y lo mejor es que solo vuelven a este lugar así que, si quieres contestarme (no te culpo si no lo haces), nadie más que yo va a ver tu carta.
Quiero, porque creo que no lo hice, pedirte disculpas. No hay palabras que expresen lo mucho que quiero irme de este lugar, de salir de aquí, de hacer mi vida de nuevo en un lugar nuevo sin ninguno de los errores de mi familia.
Te deseo lo mejor y espero que puedas perdonarme
Alessia
A Margaery se le rompió el corazón con cada palabra que estaba escrita en el papel. De solo pensar en su amiga en ese estado, sufriendo por los actos de su familia... No podía soportarlo. Había leído la carta varias veces, había estado al borde de las lágrimas más veces de las que podía contar. Parecía una carta de despedida... Margaery se estremeció de pensarlo.
Agarró la carta y la extendió para guardarla en su mesa de luz. Se dirigió al escritorio dispuesta a responderle a Alessia, cuando una voz la sobresaltó.
—No le respondas —dijo la voz de Morgana, atrás de ella.
A Margaery le empezaba a hartar (quizás era a inquietar) la presencia de Morgana.
—¿Por?
—Me lo vas a agradecer —dijo la bruja, mirándola seriamente.
—Alessia es una buena persona —respondió Margaery, insistentemente—. Está pasando por un infierno allá —Margaery se pausó—. Y yo voy a sacarla de allí.
—¿Por qué? —preguntó Morgana.
Margaery dudó unos segundos, pensando en su respuesta. ¿Por qué debería sacarla cuando la familia de Alessia había hecho sufrir a su hermana? ¿Cuándo esa familia le había quitado todo? Y, de pronto, la respuesta salió de sus labios sin tener que pensarlo dos veces.
—Porque ella es mi amiga.
AUTHOR'S NOTE:
ustedes no lo saben aún pero Margaery acaba de cometer el peor error de su life
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