xix. one last time (or maybe not)

xix. una última vez (o quizás no)


Cuando Harry, Ron, Hermione, Margaery y Alyssane dejaron la enfermería al día siguiente a mediodía, encontraron el castillo casi desierto. El calor abrasador y el final de los exámenes invitaban a todo el mundo a aprovechar al máximo la última visita a Hogsmeade. Sin embargo, ni a Ron ni a Hermione ni a Alyssane les apetecía ir, así que pasearon con Harry y Margaery por los terrenos del colegio, sin parar de hablar de los extraordinarios acontecimientos de la noche anterior y preguntándose dónde estarían en aquel momento Sirius y Buckbeak.

Una sombra los cubrió. Al levantar la vista vieron a Hagrid, medio dormido, quebse secaba la cara sudorosa con uno de sus enormes pañuelos y les sonreía.

—Ya sé que no debería alegrarme después de lo sucedido la pasada noche —dijo—. Me refiero a que Black se volviera a escapar y todo eso... Pero ¿a que no adivináis...?

—¿Qué? —dijeron, fingiendo curiosidad.

—Buckbeak. ¡Se escapó! ¡Está libre! ¡Lo estuve celebrando toda la noche!

—¡Eso es estupendo! —dijo Hermione, dirigiéndole una mirada severa a Ron,
que parecía a punto de reírse.

—Sí, no lo atamos bien —explicó Hagrid, contemplando el campo satisfecho—. Esta mañana estaba preocupado, pensé que podía tropezarse por ahí con el profesor
Lupin. Pero Lupin dice que anoche no comió nada.

—¿Cómo? —preguntó Alyssane.

—Caramba, ¿no lo has oído? —le preguntó Hagrid, borrando la sonrisa. Bajó la voz, aunque no había nadie cerca—. Snape se lo ha revelado esta mañana a todos los de Slytherin. Creía que a estas alturas ya lo sabría todo el mundo: el profesor Lupin es un hombre lobo. Y la noche pasada anduvo suelto por los terrenos del colegio. En estos momentos está haciendo las maletas, por supuesto.

—¿Que está haciendo las maletas? —preguntó Harry alarmado—. ¿Por qué?

—Porque se marcha —dijo Hagrid, sorprendido de que Harry lo preguntara—. Lo primero que hizo esta mañana fue presentar la dimisión. Dice que no puede arriesgarse a que vuelva a suceder.

Harry, Margaery y Alyssane se levantaron de un salto.

—Voy a verlo —dijo Harry a Ron y a Hermione.

—Pero si ha dimitido...

—No creo que podamos hacer nada.

—No importa. De todas maneras, quiero verlo. Nos veremos aquí mismo más tarde.






























































































































La puerta del despacho de Remus estaba abierta. Ya había empaquetado la mayor parte de sus cosas. Junto al depósito vacío del grindylow, la maleta vieja y desvencijada se hallaba abierta y casi llena. Remus se inclinaba sobre algo que había en la mesa y sólo
levantó la vista cuando Harry llamó a la puerta.

—Los he visto venir —dijo Lupin sonriendo. Señaló el pergamino sobre el que estaba inclinado. Era el mapa del merodeador.

—Acabamos de estar con Hagrid —dijo Harry—. Nos ha dicho que has presentado la dimisión. No es cierto, ¿verdad?

—Me temo que sí —contestó Lupin. Comenzó a abrir los cajones de la mesa y a vaciar el contenido.

—¿Por qué? —preguntó Margaery —. El Ministerio de Magia no creerá que estás confabulado con Sirius, ¿verdad?

Remus fue hacia la puerta y la cerró.

—No. El profesor Dumbledore se las ha arreglado para convencer a Fudge de que intenté salvaros la vida —suspiró—. Ha sido el colmo para Severus. Creo que ha sido muy duro para él perder la Orden de Merlín. Así que él... por casualidad... reveló esta mañana en el desayuno que soy un licántropo.

—¿Y te vas sólo por eso? —preguntó Alyssane.

Lupin sonrió con ironía.

—Mañana a esta hora empezarán a llegar las lechuzas enviadas por los padres. No consentirán que un hombre lobo dé clase a sus hijos, Alys. Y después de lo de la última noche, creo que tienen razón. Pude haber mordido a cualquiera de vosotros... No debe repetirse.

—¡Eres el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos
tenido nunca! —dijo Harry—. ¡No puedes irte!

Remus negó con la cabeza, pero no dijo nada. Siguió vaciando los cajones. Luego, mientras Harry buscaba un argumento para convencerlo, Lupin añadió:

—Por lo que el director me ha contado esta mañana, la noche pasada salvaste
muchas vidas, Harry. Si estoy orgulloso de algo es de todo lo que has aprendido. Háblame de tu patronus.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Harry anonadado.

—¿Qué otra cosa podía haber puesto en fuga a los dementores?

Harry contó a Lupin lo que había ocurrido. Al terminar, Lupin volvía a sonreír:

—Sí, su padre se transformaba siempre en ciervo —confirmó—. Lo adivinaste.
Por eso lo llamábamos Cornamenta. —Lupin puso los últimos libros en la maleta, cerró los cajones y se volvió para mirar a Harry—. Toma, la traje la otra noche de la Casa de los Gritos —dijo, entregándole a Harry la capa invisible—: Y... —titubeó y a continuación le entregó también el mapa del merodeador—. Ya no soy profesor tuyo, así que no me siento culpable por devolverte esto. A mí ya no me sirve. Y me atrevo a creer que ustedes le encontraréis utilidad.

Harry cogió el mapa y sonrió.

—Me dijiste que Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta me habrían
tentado para que saliera del colegio..., que lo habrían encontrado divertido.

—Sí, lo habríamos hecho —confirmó Lupin, cerrando la maleta—. No dudo que a James le habría decepcionado que ninguno de sus hijos no hubiera encontrado ninguno de los pasadizos secretos para salir del castillo.

—¡Oye! Yo encontré el mapa —reclamó Alyssane.

—Pensé que habían sido Fred y George —dijo Margaery mirándola.

—Trabajo conjunto

Alguien llamó a la puerta. Harry se guardó rápidamente en el bolsillo el mapa del merodeador y la capa invisible. Era el profesor Dumbledore. No se sorprendió al ver a Harry.

—Tu coche está en la puerta, Remus —anunció.

—Gracias, director.

Remus cogió su vieja maleta y el depósito vacío del grindylow.
—Bien. Adiós, Harry, Margaery y Alyssane —dijo sonriendo—. Ha sido un verdadero placer ser profesor suyo. Los veo en las vacaciones. Señor
director, no hay necesidad de que me acompañe hasta la puerta. Puedo ir solo.

Margaery tuvo la impresión de que Remus quería marcharse lo más rápidamente posible.

—Adiós entonces, Remus —dijo Dumbledore escuetamente. Lupin apartó ligeramente el depósito del grindylow para estrecharle la mano a Dumbledore. Luego, con un último movimiento de cabeza dirigido a Harry, a Margaery y a Alyssane y una rápida sonrisa, salió del despacho.

Margaery y Alyssane salieron detrás de él.

—¿Vienes Harry? —preguntó Margaery.

Alysane había salido y estaba hablando con Remus.

—No... —negó Harry.

Margaery levantó los hombros y salió del despacho.

—¡Marg! —escuchó una voz familiar. Era Electra—. ¿Te enteraste?

Margaery y Alyssane se miraron, tratando de no reír.

























































































Los resultados de los exámenes salieron el último día del curso. Margaery y Electra habían aprobado todas las asignaturas. Margaery estaba asombrado de que le hubieran aprobado Pociones. Sospechaba que Dumbledore había intervenido para
impedir que Snape lo suspendiera injustamente. El comportamiento de Snape con Harry y Margaery durante toda la última semana había sido alarmante. Margaery nunca habría creído que la manía que le tenía Snape pudiera aumentar, pero así fue. A Snape se le movía un músculo en la comisura de la boca cada vez que los veía, y se le crispaban los dedos como si deseara cerrarlos alrededor de sus cuellos.

Alyssane aprobó todos sus TIMOS, excepto pociones. Mientras tanto, la casa de Gryffindor, en gran medida gracias a su espectacular actuación en la copa de quidditch, había ganado la Copa de las Casas por tercer año consecutivo. Por eso la fiesta de final de curso tuvo lugar en medio de ornamentos rojos y dorados, y la mesa de Gryffindor fue la más ruidosa de
todas, ya que todo el mundo lo estaba celebrando.

Cuando a la mañana siguiente el expreso de Hogwarts salió de la estación, Margaery se decantó por contarle toda la verdad a Electra.

—Pero no le puedes decir a nadie, ¿entendiste? —dijo Margaery, seriamente.

—Entendido, capitán —le contestó haciendo una seña con sus manos.

Hannah y Susan entraron poco después. Electra se recostó en el regazo de la pelirroja, mientras ella y Margaery jugaban a los naipes explosivos. Cuando llegó la señora del carrito, Margaery y Electra compraron abejas efervescentes para las cuatro.

Cuando llegó el momento de bajar del tren, Hananh, Susan, Electra y Margaery se despidieron entre promesas de escribirse.

—¡Te llamaré por los Mundiales! —gritó Ron a Harry.

Alyssane era la única que aún no había llegado con la tía Margaery, quien los abrazó muy preocupada y feliz de verlos de nuevo. Alyssane llegó unos segundos más tarde.

—Escuchen, Londres esta mas activa de lo normal hoy. El que se separe de mi, vivirá en la calle hasta el fin de sus días, ¿entendido?

Y Margaery no fallaba; Alyssane tuvo que ir parada todo el trayecto en tren. Y luego, tuvieron que caminar, unos tres kilómetros, hasta el puente que unía Reino Unido y Camelot.

Luego de caminar por una hora y media más, atravesando la ciudad y el palacio casi por completo. Llegaron a su hogar.

—Deberías buscarnos en dragón la próxima vez —aconsejó Alyssane, sacando sus zapatos.

—Yo no monto dragones, Alyssane —recordó su tía—. ¿Quieren algo para comer?

Los tres asintieron y Margaery fue a buscar comida.

—Ustedes dos en contra mío —propuso Alyssane, extendiéndo un juego de mesa.

—Prepárate para perder —dijo Harry, abriendo la caja.

No era un juego particularmente difícil, solo había que tener astucia. Harry y Margaery habían encarcelado a la mitad del ejército de Alyssane, pero la rubia estaba dos pasos por delante, atacó una de sus ciudades conquistadas  lo que obligó a los mellizos a retroceder.

—Tu turno, Lys —dijo Margaery, sabiendo que básicamente había terminado la partida.

Alyssane hizo su movimiento y, efectivamente, ganó la partida al derribar el último edificio.




























































































AUTHOR'S NOTE:

AAAAAAAAAA TERMINAMOS EL PRIMER ACTO

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