13: Un nuevo comienzo

13: UN NUEVO COMIENZO

      Era ahora o nunca.

      Tomaron lo necesario. Un poco de comida, ropa, herramientas y armas. Tomaron lo necesario con el corazón en la mano, sintiendo cada palpitación más fuerte que la anterior.

      —¿En serio quieres hacer esto?—cuestionó Lo'ak cuando terminó de poner sus cosas en una tela para después amarrarla.

      —Si—respondió sin titubear la chica, cargando sobre su hombro toda la bolsa de tela donde llevaba sus cosas antes de girarse hacia su compañero—. No tienes que ir conmigo si no deseas, Lo'ak.

      El Omaticaya negó. Él también tenía suficientes motivos como para agarrar sus cosas e irse. Pero para Mi'ite sería diferente.

      —Dejarás tu hogar, Mi'ite—soltó en voz suave—. Eso no es fácil, lo sé por cuenta propia.

      —Por Eywa. ¡Lo sé, lo sé!—se llevó las manos a la cabeza—. Pero yo ya no aguanto, Lo'ak. Ya no aguanto...

      Ya no le importaba dejar su hogar, sus costumbres, el lugar donde nació, ni su familia. Quería irse de ahí. Quería ser libre por una vez en su vida. Quería saborear su libertar al menos una vez en su vida y tomar sus propias decisiones. Quería equivocarse y tomar con gusto las consecuencias de sus errores.

      —Está bien—le había dicho Lo'ak, acercándose a ella para acariciar sus brazos—. Está bien—entrelazaron sus dedos en un agarre sólido antes de salir a hurtadillas del marui hacia la playa, donde comenzaron a ir hacia la parte de atrás de la Isla.

      —¿Qué haces?—cuestionó la chica cuando pasaron de largo sobre la sección de montaje de Skimwing—¿Adónde vamos?

      —Por mi Ikran.

      —¿Qué?

      —Será mucho más fácil huir por cielo que por agua—Lo'ak tenía razón. En el agua había muchos depredadores que podrían atacarlos, fue por eso por lo que la Metkayina aceptó luego de repasar su oferta.

      Mi'ite soltó un suspiro. Ya no podían ignorar la manipulación sutil, pero persistente de sus padres y la sensación de estar atrapados en las expectativas de la tribu.

      Ellos serían libres.

      El Ikran de Lo'ak, un majestuoso y poderoso animal volador, se convertiría en su aliado para esta nueva etapa de su vida. Con las primeras luces del amanecer, Mi'ite y Lo'ak se encontraron cerca del imponente Ikran, listos para emprender su viaje.

      —Es hermoso—había susurrado Mi'ite cuando vio al majestuoso animal—. Es hermoso, Lo'ak.

      —¡Claro que sí! Es tan hermoso como yo—aquello hizo que una pequeña y armoniosa risa saliera de los labios de la Metkayina.

      —¿Qué?—había preguntado Mi'ite cuando vio la mirada de Lo'ak sobre ella.

      —Deberías de reír más—le dijo—. Es agradable al oído.

      —Es hora, Lo'ak—dijo Mi'ite para cambiar de tema, moviéndose con nerviosismo ante aquel cumplido—. Nuestro camino nos espera más allá de estas Islas. Debemos encontrar nuestro propio destino y tomar el control de nuestras vidas—suspiró.

      Lo'ak asintió, compartiendo la misma determinación.

      "Hemos estado atados por demasiado tiempo a las expectativas de otros. Es hora de que forjemos nuestro propio camino." Ninguno lo dijo en voz alta, pero lo pensaron con el corazón en la mano.

      Juntos, subieron con agilidad al lomo del Ikran. La conexión instantánea con el animal llenó el corazón de confianza y emoción a Lo'ak. El Ikran desplegó sus poderosas alas y con un poderoso golpe, se elevaron en el aire. Las islas Metkayina se desvanecieron en la distancia mientras el viento silbaba en sus oídos y el sol se elevaba sobre el horizonte.

      Mi'ite volteó atrás, extrañando casi de inmediato sentir la arena bajo sus pies y la brisa cálida que venía con las olas. Extrañó todo sin estar lo suficientemente lejos, pero se dijo a sí misma que no volvería hacia atrás.

      "Solo mira hacia adelante."

      A medida que surcaban el cielo, Mi'ite compartió un sentido de libertad y empoderamiento que nunca habían experimentado antes. Podía sentir como la manipulación de su padre ya no tenía poder sobre ella, y estaba decidida a tomar decisiones que fueran auténticas y significativas para su propia vida.

      —Esto es solo el comienzo, Mi'ite—le había dicho Lo'ak con una sonrisa—. Exploraremos nuevos lugares, aprenderemos de otras culturas y viviremos según nuestras propias convicciones.

      Mi'ite asintió, su mirada fija en el horizonte, aferrándose a la cintura de Lo'ak para no resbalar y caer.

      —Sí, Lo'ak—susurró con una pequeña sonrisa en el rostro—. Descubriremos lo que realmente significa vivir en libertad y encontrar nuestro propósito en este mundo vasto y maravilloso.

      Mientras el Ikran los llevaba a lo desconocido, Mi'ite y Lo'ak compartieron una mirada llena de esperanza. Juntos, estaban dispuestos a enfrentar cualquier desafío que les esperara en su búsqueda de independencia y autenticidad. Con cada latido de sus corazones y cada batir de alas del Ikran, estaban decididos a forjar su propio destino y encontrar la felicidad en sus propios términos.

      Mi'ite y Lo'ak volaron con su Ikran a lo largo de distancias desconocidas, siguiendo el rumbo que marcaba su búsqueda de independencia y autenticidad. Después de horas de vuelo, divisaron un lugar en el horizonte que parecía perfecto para aterrizar y explorar. A medida que se acercaban, vieron que era un lugar único, una fusión encantadora entre un frondoso bosque y una extensa playa.

      —Aquí, Lo'ak—le dijo al chico mientras le daba suaves toques en el hombro,

      —Como la chica desee.

      El Ikran comenzó a descender, sus alas poderosas cortando el aire mientras se acercaban al suelo. Con destreza y coordinación, Mi'ite y Lo'ak se prepararon para el aterrizaje, sus cuerpos sincronizados con los movimientos gráciles del Ikran. Finalmente, el majestuoso animal tocó tierra suavemente, desplegando sus alas en un gesto de triunfo.

      Mi'ite y Lo'ak se desmontaron del Ikran, sintiendo la arena suave y fresca bajo sus pies mientras observaban a su alrededor. Ante ellos se extendía un paisaje maravilloso, donde los árboles altos y frondosos del bosque se mezclaban con la arena dorada de la playa. El sonido suave de las olas rompiendo en la orilla llenaba el aire con una sensación de serenidad y paz.

      —Es hermoso—susurró Mi'ite, su voz cargada de asombro, mirando todo el maravilloso paisaje.

      Lo'ak a su lado asintió, su mirada llena de admiración, sintiendo como su cola de movía de un lado para el otro por la curiosidad.

      —Definitivamente. Parece el lugar perfecto para comenzar esta nueva etapa de nuestras vidas. ¿No lo crees?—se giró hacia Mi'ite con una de sus sonrisas que prometía problemas.

      —¿Qué sucede?—cuestionó la Metkayina, sospechando de Lo'ak. Tenía casi el mismo rostro de Ao'nung cuando sabía que iba a meter la pata.

      —Nada. Solo vayamos a explorar—sujetó la mano de la chica para insistirle a avanzar.

      Juntos, caminaron hacia el borde del bosque, explorando los alrededores con curiosidad. Las hojas de los árboles se mecían suavemente con la brisa, y el canto de las aves llenaba el aire. Se adentraron en el bosque, encontrando un camino serpenteante que los llevó más profundamente en su misteriosa belleza.

      —Jamás había estado en un lugar como este—murmuró con maravilla Mi'ite mientras se dejaba guiar por Lo'ak.

      —Pues déjame decirte que este es mi terreno.

      —Cierto—sonrió—, se me había olvidado de que eres el niño del bosque.

      Lo'ak se giró hacia ella para poder verla mientras él caminaba de espaldas.

      —¿Niño del bosque? ¿También debería de inventar un apodo para ti? ¿Qué te parece niña del mar?

      Mi'ite volteó los ojos sin abandonar la sonrisa en sus labios.

      —Ten cuidado. No te vayas a caer por estar caminado de espaldas y no ver por donde pisas—advirtió la chica.

      —Es mi terreno, niña del mar. Sé lo que hago.

      No debió hablar mucho. Una rama sobresaliente de un árbol hizo que se tropezara y perdiera el equilibrio, si no fuera por Mi'ite, que sujetó su brazo antes de tiempo, hubiera recibido un serio golpe en su espalda al caer sobre esta.

      —Definitivamente sabes lo que haces—se burló la chica al mismo tiempo que lo enderezaba y lo sobrepasaba para ella liderar la caminata.

       Después de un rato, regresaron a la playa y se sentaron en la arena, mirando el horizonte. Mi'ite se permitió apoyar su cabeza en el hombro de Lo'ak, y este se lo consintió, siendo casi totalmente ese acto natural al tener que fingir ser una pareja feliz frente a la tribu, a la vez que compartían un momento de paz y tranquilidad mientras el sol se ponía lentamente en el cielo.

      —Esto es exactamente lo que necesitábamos, Mi'ite—dijo Lo'ak con una sonrisa—. Un lugar donde podamos ser nosotros mismos, sin las expectativas de nadie más.

      Se sentía tan correcto estar ahí que dolía. Deberían de sentirse extrañados y con miedo por lo desconocido, pero se encontraban inesperadamente tranquilos.

      Mi'ite asintió, sintiendo la calidez de la arena bajo sus manos.

      —Sí, Lo'ak. Aquí, podemos construir nuestra propia historia, tomar decisiones que sean auténticas para nosotros y vivir según nuestras propias convicciones.

      No podían romper su unión, porque aquello era algo sagrado. Pero podían permitirse a aprender sobre el otro hasta enamorarse, paso a paso, sin ningún apuro y sin ninguna persona que les diga que hacer y que no hacer.

      Los dos se quedaron en silencio por un momento, compartiendo la serenidad del momento. Mientras el sol se sumergía en el horizonte y las estrellas comenzaban a aparecer en el cielo, Mi'ite y Lo'ak sabían que habían tomado la decisión correcta al embarcarse en este viaje aventurero y desconocido.

      En ese lugar mágico donde el bosque se encontraba con la playa, estaban listos para comenzar una nueva vida juntos, lejos de las garras de la manipulación y las expectativas, y abrazando la libertad y la autenticidad que tanto anhelaban.

      Ahí solo importaría ellos y nada más.

┎─────«❀»─────┒
¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
┖─────«❀»─────┚

¡Al fin Mi'ite y Lo'ak se alejaron de la manipulación!

Han renunciado a bastante, ¿vendrá la pena?

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● Kriss-sama

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