10: Su risa

10: SU RISA

         Lo'ak se encontraba frente al grupo de guerreros liderados por Mi'ite, los que siempre ha observado de lejos en sus hazañas. Al principio, la tensión y el nerviosismo lo hacían sentir incómodo, consciente de que algunos de ellos podrían no estar del todo contentos con su matrimonio con Mi'ite. Sin embargo, Lo'ak estaba decidido a ganarse el respeto y la confianza de su nueva comunidad.

         Mi'ite, como la futura Tsahik del clan, dio un paso adelante para presentar a Lo'ak.

         —Queridos guerreros y guerreras de la tribu Metkayina, les presento a mi esposo, Lo'ak. Aunque nuestro matrimonio comenzó por una unión política, espero que puedan ver en él el valiente y talentoso guerrero que es—hubo demasiada seriedad en su voz que hizo que el chico se tensara más.

         El grupo permaneció en silencio por un momento, mirando a Lo'ak con curiosidad y cautela. Algunos todavía estaban procesando la noticia del matrimonio político, pues habían creído erróneamente que era un matrimonio por amor, pero otros estaban dispuestos a darle una oportunidad. A medida que avanzaba el tiempo, Lo'ak se esforzó por mostrar su valía y su dedicación a la tribu.

         Con cada encuentro y misión, Lo'ak demostró su habilidad como guerrero y su compromiso con la protección de Pandora y su gente. Poco a poco, sus habilidades y su dedicación comenzaron a ser reconocidas por los miembros de la tribu. Ganó respeto a través de sus acciones y demostró que estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío para proteger a la tribu.

         Además de sus habilidades como guerrero, Lo'ak también se esforzó por conectarse con los demás miembros de la tribu a nivel personal. Participaba en las tareas cotidianas, compartía historias y conocimientos con los más jóvenes y se ofrecía como apoyo para cualquier miembro que lo necesitara. A medida que se abría y mostraba su auténtico yo, comenzó a formar lazos genuinos con los demás.

         Los guerreros gradualmente comenzaron a ver más allá del matrimonio político y reconocieron a Lo'ak como un miembro valioso de la tribu. Apreciaban su coraje en el campo de batalla y su compasión en la vida cotidiana. Se dieron cuenta de que estaba comprometido con la tribu y que compartía los mismos valores y objetivos.

          Con un poco de tiempo, la tensión inicial se desvaneció y Lo'ak se convirtió en un miembro respetado y querido en aquel pequeño grupo de guerreros jóvenes. Su dedicación y esfuerzo no solo se estaban ganando la confianza de Mi'ite como su esposo, sino también el respeto y el cariño de los demás guerreros y guerreras.

         Durante ese periodo, hubo algo que lo dejó completamente perplejo. Y no fue los exhaustivos entrenamientos que tenían que hacer los guerreros para tener una condición física envidiable y estar preparados para todo, ni tampoco la gran capacidad de Mi'ite en cuanto al liderazgo, ni siquiera la forma en el que aquel grupo se comportaba, como si fueran una familia. Sino fue la armoniosa risa que salió de la garganta de su, ahora, esposa cuando Moari, una de las guerreras cercana a ella, derribó a su compañero de manera rápida.

         Fue una risa tímida. De esas sonrisas suaves y reservadas como cuando estás retraído. Fue un ligero sonido que apenas llegó a escuchar, pero capó tanto su atención, porque fue un sonido hermoso que jamás había escuchado, ni siquiera de Tsireya.

         Se quedó ahí, observándola como un completo idiota cuando el mismo sonido se volvió a repetir. No le importó el causante de aquella melodía, solo estaba absorto en escuchar aquel espectacular sonido.

         Hasta cierto punto le causó cierta gracia cuando los ojos celestinos de Mi'ite se fijaron en él, sonrojándose notablemente cuando descubrió que su risa había sido escuchada por él.

         No hubo necesidad de palabras, solo un rostro ruborizado por ella y una sonrisa socarrona por parte de él.

         —Sé que son marido y mujer—Moari llamó la atención de ambos, haciéndoles ver que la mayoría del grupo tenía puestos sus ojos sobre ellos—, pero dejen su burbuja de amor para cuando se encuentren solos en su marui—la Metkayina no lo decía de mala gana, incluso se podía notar el toque de ironía en sus palabras, y el tipo de sonrisa que el grupo tenía en sus rostros solo significaba que se estaban burlando amigablemente de ambos.

         Ahora los dos se encontraban sonrojados.

         Mi'ite se paró de la arena para ir hacia Moari y empezar un forcejeó que terminó en más risas por parte de todo el grupo. Eran esos pequeños momentos que hacía que entre los dos se les olvidaran la indiferencia de su familia. Porque ahí, riendo a carcajadas cuando Moari acabó en el suelo, podían sentirse en paz.

         Los momentos donde ambos la pasaban en el marui eran los más incomodos y dificultosos en la convivencia de los dos. No era que se llevaran mal, incluso habían descubierto que se llevaban bien, solo que el silencio que rodeaba su hogar los hacía pensar demasiado.

         —¿Quieres salir a pasear?—cuestionó Lo'ak.

         —Si—contestó Mi'ite, demasiado rápido para su gusto cuando se dio cuenta, causando la sonrisa burlona de Lo'ak—. Podemos caminar un rato por las playas—respondió esta vez más pausado.

         —Mmmm—a Lo'ak no le convenció la idea. Durante sus días de casados habían estado recorriendo las playas un montón de veces hasta que Mi'ite se encontrara lo suficientemente cansada para solo llegar al marui y dormir profundo—. Qué te parece si mejor vamos fuera del arrecife.

         El cuerpo de la chica inmediatamente se tensó.

         —Lo'ak—advirtió.

         —Payakan no es lo que ustedes creen—se apresuró a defender al Tulkun antes de que su esposa empezara a regañarlo—. Si tan solo te permitieras ver un poco más allá de lo que las creencias te hacen mirar.

         Mi'ite suspiró.

         —Son leyes, Lo'ak. Los Tulkun tienen leyes como nosotros.

         —Asesinaron a su familia, Mi'ite.

         —¿Qué?

         —Era joven en ese tiempo, y lo único que quería era tomar venganza tras ver toda la masacre que habían hecho los humanos contra su familia.

         —Por Eywa, Lo'ak—soltó la chica, llevando sus manos su boca mostrando aflicción—. Yo no sabía—susurró.

         El chico asintió. Sabía que la Metkayina no podía saber nada de aquello, se lo había hecho prometer a Tsireya que no dijera a nadie cuando le contó la historia de Payakan, en la ocasión en que Mi'ite se echó la culpa de todo. Sin embargo, no podía evitar sentirse desaminado cuando pensaba en lo excluido que el Tulkun se sentía. Había tantas cosas que lo hacían simpatizar con el gran animal, y una de ellas era que varias veces se había sentido excluido de su propia familia.

         —Preséntamelo, Lo'ak—una corriente eléctrica lo atravesó cuando escuchó la suave voz de Mi'ite.

         —¿En serio?

         La Metkayina asintió con una débil sonrisa en su rostro. Ella tenía un serio problema con hacer sentir a las demás personas bien. Odiaba ver como las orejas descendían y como la cola caía al son de la tristeza. Tal vez por el hecho de que su padre la hacía sentir así. Tal vez por el hecho que se había pasado años levantando el ánimo de sus hermanos tras algún enojo de su madre o padre.

         —En serio—respondió.

         Mi'ite pudo jurar haber visto por unos segundos aquel brillo en los ojos que tienen los bebés en los ojos de Lo'ak. Una inocencia que era incapaz de mirar en algunos Metkayina jóvenes,

         Ambos tomaron sus Skimwing y se sumergieron en las aguas frías para empezar el recorrido hacia las afueras de arrecife. Lo'ak era el que iba adelante, pues era él quien sabía a ciencia exacta donde solía descansar el Tulkun.

         —¡Payakan! ¡Amigo!—gritó Lo'ak cuando pararon en medio de unas rocas. No pasó mucho tiempo para que el Tulkun se dejara ver.

         Mi'ite se quedó impresionada ante la visión de Payakan. Su tamaño era imponente, y su presencia inspiraba respeto y asombro. Sus ojos grandes y amables brillaban mientras emergía ocasionalmente a la superficie para respirar. El mar se llenó de vida cuando Payakan nadaba, creando ondas que se extendían hacia el horizonte.

         —Es realmente asombroso—susurró Mi'ite con admiración. Y se preguntó si Rasak, su hermano espiritual, aprobaría que se encontrara frente a uno de los exiliados.

         Mi'ite se acercó aún más al borde del agua y el Tulkun, sintiendo una conexión especial con Payakan gracias al lazo que había estado practicando para conectar mejor con Eywa. Aunque era una guerrera intrépida, también sentía un profundo respeto por las criaturas que compartían el mundo con su tribu.

         —¿Puedo acercarme a él?—preguntó Mi'ite a Lo'ak.

         —Por supuesto—respondió el chico, animándola a acercarse.

         Con cuidado, Mi'ite se fue acercando, avanzando hacia Payakan con respeto y cautela. La criatura se acercó con curiosidad y dejó que Mi'ite acariciara su suave y escurridiza piel. Mi'ite sintió una conexión especial con Payakan, como si pudiera percibir su sabiduría ancestral y su profundo conocimiento de los misterios del océano, así como también aquella sensación de ferocidad.

         —Ella es—dijo Lo'ak al mismo tiempo que le hacía señas al animal para que lo entendiera, mientras que Mi'ite detenía sus caricias en el Tulkun para mirar el porqué Lo'ak se había puesto nervioso—... mi esposa.

         El Tulkun cantó con alegría mientras hacía chapotear su fosa. No pasó mucho tiempo para que el gran animal empezara a nadar entre círculos, dejándolos a ellos dos na'vi en el centro.

        —¿Qué está haciendo?—cuestionó el chico al no comprender a Payakan. Su mirada se dirigió a Mi'ite cuando ella no le contestó, hallándola con las mejillas de un color carmín mirando hacia otro lado.

         —Me... me está aceptando como tu pareja.

         —Ah—las mejillas de él aumentaron en temperatura.

        Lo'ak no quería que la primera experiencia de Mi'ite con Payakan fuera incomoda, así que le ofreció nadar con ellos. Después de eso la Metkayina se encontraba contándole a Payakan sobre Rasak y como este había encontrado el amor en una Tulkun joven, cabe decir que Rasak era un viejo gruñón y sarcástico la mayor parte del tiempo.

        Se la pasaron así, compartiendo solo los tres ese momento sin las miradas de la tribu y de sus progenitores sobre ellos. Y estuvieron tanto tiempo en el agua que llegaron agotados al marui.

         Sin querer, Lo'ak había logrado que Mi'ite recordara ese día como uno de los mejores días de su vida. Una lista que, pobremente, contaba con pocos guiones.

┎─────«❀»─────┒
¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
┖─────«❀»─────┚

¡¡Waaaaa!! Lo'ak y Mi'ite cada vez se están llevando bien 7v7

Sin embargo, aún falta muchos obstáculos para este joven matrimonio :(

Y claro que mucho más cercanía

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