05: El plan de los patriarcas
05: EL PLAN DE
LOS PATRIARCAS
La furia de su madre había despertado aquella tarde lluviosa cuando un mensajero vino desde una de las Islas a comunicarles que los demonios habían destruido toda su aldea en busca de información de los Sully.
—¡Quemaron las casas de tu pueblo, ¿y tú solo velas por la seguridad de los Sully?!—exclamó la matriarca tras recibir una negativa sobre botar a los Sully de la Islas.
—Es Toruk Makto, mujer—respondió Tonowari con tranquilidad.
—¡Y ellos son tu gente!
—Iré a hablar con ellos, ¿entendido?
—No, esposo—habló con seriedad Ronal, ocasionando que todos sus hijos se tensen, pues solo solía utilizar aquel tono cuando ya estaba al límite—. Ellos se irán.
Un suspiro de tristeza escapó de Tsireya en el momento exacto en que su madre pronunció aquellas palabras. La pesadumbre también halló camino al corazón de Mi'ite.
Tonowari no tuvo de otra que salir del marui para darle las noticias a los Sully sobre que ya no eran bienvenidos en las Islas.
Pero un plan hallaron los patriarcas.
Tonowari y Jake acordaron un compromiso a espaldas de las dos matriarcas.
—¿Quieres que los Sully se vayan?—le preguntó su padre aquella tarda cuando entrenaba.
Mi'ite arrugó su entrecejo y negó de inmediato: —Claro que no.
—Puedes comprometerte con uno de sus hijos—de inmediato apareció la imagen de Neteyam en su cabeza, al instante en que su padre le ponía una mano en el hombro—. Puedes hacer que los Sully no se vayan y no corran peligro aquí.
No pensó en los pros y los contras. No se detuvo a pensar que podía ser que Neteyam no terminara siendo su prometido. Las palabras dulces de Tonowari y las idealizaciones junto a una vida con Neteyam no la dejaron pensar.
—Si—respondió segura.
Casi al instante se encontraba hablando con su madre para que no presionara a su padre para botar a los Sully de la Isla.
—Me gusta un Sully—soltó, bastante avergonzada para llegar a decir el nombre del na'vi que le robaba suspiros—. En serio me gusta. Mamá, encontré a mi pareja.
—No—no fue fácil convencerla, especialmente cuando los Sully portaban sangre demoniaca.
—Mamá, por favor, no me hagas esto. No me alejes de él.
Sus lágrimas. Sus verdaderas lágrimas ayudaron a que Ronal se compadeciera y no largara a los Sully fuera de sus tierras.
—¿En serio lo quieres, mi niña?—Mi'ite no dudo en asentir.
—Lo quiero, y mucho.
¿Qué madre no haría lo que fuera para que su hija sonriera como lo hacía Mi'ite? Ronal haría de todo por su pequeña guerrera. De todo. Hasta aceptar a uno de los Sully como su yerno.
Mi'ite, a pesar de su valentía y determinación que mostraba a la tribu, sentía un miedo profundo en relación con su padre, Tonowari. Desde una edad temprana, había sentido la presión de cumplir con las altas expectativas de su progenitor y temía defraudarlo.
El miedo a la desaprobación y al rechazo de Tonowari limitaba la confianza y la autonomía de Mi'ite. Siempre se cuestionaba sus propias decisiones y acciones, temiendo que no fueran suficientemente buenas o que no estuvieran a la altura de las expectativas de su padre. Este miedo constante la frenaba en su crecimiento y la mantenía en un estado de inseguridad constante.
Y eso era algo que jamás experimentara Tsireya.
—¡Tsireya ha dejado que Lo'ak se enlace a Pakayan!—exclamó con frustración Ao'nung cuando Mi'ite los encontró saliendo del mar.
—¡Maldita sea, Tsireya!—la irritación pronto brotó de su pecho, enseñando sus colmillos a la vista.
Recién venía saliendo de una tarea que le había impuesto su padre y se encuentra con ese dilema con sus hermanos. Estaba cansada, su cuerpo pedía descanso.
—Ella no tiene la culpa—se apresuró a decir el Omaticaya.
—¡Cállate Lo'ak!—llevó sus manos con colera al rostro—. Papá se va a enterar de esto—susurró por lo bajo con terror.
Siempre había oídos y ojos por todos lados.
No paso mucho tiempo para que los dos lideres de la tribu se acercaran al grupo de menores. Un pescador había informado de la situación a Ronal al percatarse lo que los jóvenes estaban haciendo.
—Todos, síganme—fue aquella voz fría y autoritaria que heló la sangre de Ao'nung y Mi'ite, porque sabían que iba a haber consecuencias muy graves.
Lo'ak, Ao'nung, Neteyam, Tsireya y Mi'ite los siguieron sin protestar hasta llegar al marui, donde el desastre comenzó.
—¡Tú lo permitiste!—exclamó su madre entre dientes mirando a Tsireya—. ¡Tú, dejaste que se vinculara con el exiliado!—la orejas de su hermana descendieron.
—Tsireya—el paso hacia atrás involuntario de su hermana cuando su padre pronunció su nombre hizo que su boca hablara por si sola.
—No fue su culpa—intervino.
—Mi'ite—llamó su madre con seriedad, como si supiera lo que estaba haciendo para proteger a su gemela.
—Fue mi culpa. No fue Tsireya. Fue mi culpa.
Mi'ite, consciente del error cometido por Tsireya al permitir que Lo'ak realizara una acción prohibida en la tribu, sintió la necesidad de asumir la culpa para proteger a su gemela de posibles represalias y regaños por parte de sus padres.
«Está bien—pensó—, estoy acostumbrada a los castigos. Reya no.»
A pesar de que Mi'ite no había tenido ninguna participación directa en la situación, Tsireya era una persona valiosa e importante para ella. Entendía que todos cometían errores y que, en ocasiones, era necesario intervenir para proteger a aquellos a quienes queríamos.
Su madre le había enseñado eso. Solamente ella lo estaba poniendo en práctica.
—Fui yo quien he instigado y alentado a Lo'ak a llevar a cabo la acción—mintió con la mirada gacha.
Lo'ak y Neteyam se miraron sorprendidos mientras admiraban en silencio a Mi'ite. Y es que, ella en ningún momento hacia formado parte de aquel problema hasta que se enteró en la orilla de la playa.
Tonowari negó desde lo alto: —Me decepcionas, hija.
Esas palabras dolieron.
Mi'ite quedó devastada. Las palabras de Tonowari resonaron en su corazón y se sintieron como un golpe abrumador para ella. Era una muestra de desaprobación que la hería profundamente, ya que siempre había anhelado la aprobación y el orgullo de su padre.
Mi'ite intentó mantener la compostura frente a la decepción de Tonowari, pero las lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para responder.
Lo'ak, quien se mantenía apartado de la discusión, entendió aquel sentimiento. Mirando con pena hacia Mi'ite.
—Y tú—Tonowari se giró hacia Lo'ak—, como hijo de un gran guerrero, fuiste mejor educado.
—Payakan me salvó la vida, señor. No lo conoce.
—¡Lo'ak!—exclamó por lo bajo Mi'ite. Ya suficiente tenían con ese problema, no quería agregar la falta de respeto a su lista.
—Sentado—Mi'ite se tensó en su lugar, obedeciendo casi de inmediato a su progenitor a pesar de que no fue a ella a la cual la señalaba—. ¡Siéntense!
Su nerviosismo y temor no pasó desapercibido por los dos hermanos Sully, quienes también obedecieron al mandato de Olo'eyktan.
—Óyeme bien, muchacho—comenzó diciendo Tonowari, mirando con seriedad a Lo'ak—. En los días de las primeras canciones, los Tulkun pelearon entre ellos por territorio y venganza. Pero llegaron a comprender que matar, no importa qué tan justificado, solo provoca más muertes. Así que matar quedó prohibido. Así son los Tulkun y su ley. Payakan es un asesino, así que fue exiliado.
—Lo siento, señor. Pero se equivoca.
—¡Lo'ak!—sisearon sus padres que estaban detrás de él y Mi'ite que estaba al lado suyo—. Hablas con el Olo'eyktan—riñó Neytiri.
—¡YA BASTA!—el grito proveniente de Jake hizo que Mi'ite diera un saltito en su sitio. Ya de por si su mente andaba nerviosa con los posibles castigos que le haría hacer su padre, no necesitaba más violencia del aclamado Toruk Makto.
Lo'ak suspiro frustrado: —Yo sé lo que vi.
—Dije que ya basta—murmuró Jake mientras se acercaba a su segundo vástago, para después dirigirse hacia Tonowari—. Yo me encargo de este—no esperó respuesta del líder, pues rápidamente agarró al menor y se lo llevo del brazo.
—Mi'ite—la suave voz de su padre solo hizo que su piel se erizara—. Sígueme, hija.
Ella odiaba que hiciera eso. Que su padre diera a entender que tenía mucha paciencia cuando en realidad era alguien que estallaba demasiado rápido.
Mi'ite sintió el peso del castigo impuesto por su padre cuando él la obligó a enfrentar una tarea difícil y desafiante: pescar un pez que era conocido por ser esquivo y difícil de atrapar. El castigo era una prueba de su habilidad y tenacidad como guerrera y pescadora, pero también era una forma de enseñarle una lección sobre la importancia de la disciplina y el coraje.
Soltó un suspiro. No era una tarea difícil en sí. Pero había esperado que se enfureciera con ella y le soltara palabras hirientes como solía hacer cuando no hacia las cosas bien.
Fue entonces que, a pesar de la dificultad de la tarea, Mi'ite aceptó el desafío. Sabía que tenía que demostrar su dedicación y capacidad para enfrentar los obstáculos si quería ganarse la aprobación y el respeto de su padre. Con el cuerpo y la mente cansada, se embarcó en la misión encomendada.
Los días pasaron mientras Mi'ite se adentraba todos los días en las aguas del mar, siguiendo el rastro del escurridizo pez. Entraba de día y salía de noche o cuando necesitaba algo de alimento en su sistema. Se enfrentó a las olas turbulentas y al clima desafiante, pero se negó a rendirse. Cada intento la acercaba un poco más a su objetivo, pero también le recordaba las dificultades que enfrentaba.
No iba a permitir que su padre se enfadara más con ella.
En los momentos de agotamiento y frustración, Mi'ite encontró consuelo en las lecciones de sabiduría que su madre le había transmitido antes de su partida. Recordó las enseñanzas sobre la paciencia, la perseverancia y el respeto por la naturaleza, y se sintió inspirada para seguir adelante.
Pero a pesar de que pasaba poco tiempo en casa, se había dado cuenta de la situación que estaban pasando sus hermanos. Ao'nung seguía molesto con Tsireya por su torpeza.
—Por su culpa andas castigada—había dicho una noche—. Ella ni siquiera tiene idea de lo cansados que son los entrenamientos como para que le sumara un castigo que debería ser para ella.
—Oh, vamos Nung—acarició la cabellera de su hermanito—. No te enojes con ella. Reya no hubiera podido soportar el castigo de papá.
—Eres demasiado bueno con ella.
Lo era. Y cómo no serlo cuando era su otra mitad. La que podía disfrutar y ser libre por ella.
Mientras tanto, a medida que la búsqueda continuaba, Mi'ite también se dio cuenta de que este desafío no se trataba solo de atrapar un pez escurridizo, sino de enfrentar sus propios miedos y limitaciones internas. Se enfrentó a la inseguridad y la ansiedad que sentía al no estar a la altura de las expectativas de su padre, y encontró fuerza en su determinación de superar esas barreras.
—¡Te tengo!
Finalmente, después de días de esfuerzo y perseverancia, Mi'ite logró atrapar el pez escurridizo. Con el pez en sus manos, sintió un profundo sentido de logro y orgullo. Sabía que había superado una prueba significativa y había demostrado su valentía y habilidades como guerrera.
Cuando regresó con el pez en sus manos y se lo mostró a su padre con una sonrisa en rostro, se esperó otro tipo de respuesta de su progenitor, una de orgullo. Pero no fue ese el caso: —Una guerrera nata lo hubiera hecho en menos días que tú.
Sus palabras dolieron. No importa que tan acostumbrado este tu corazón a los golpes, aquellas palabras seguían doliendo como la primera vez que las escucho.
"Papá... ¿algún día estarás orgulloso de mí?"
┎─────«❀»─────┒
¡Annyeonghaseyo!
❝안녕하세요❞
┖─────«❀»─────┚
Mii'ite es una hermana mayor muy protectora; sin embargo, esa protección que tiene sobre sus hermanos no siempre es buena. Mi'ite debió dejar que Tsireya asumiera el cargo de su error, pero bueno...
Y con Tonowari es otro dilema, su manera de educar a Mi'ite y a Ao'nung no es la adecuada :(
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