CAPÍTULO 6

Ya habían pasado unas semanas desde el terrible suceso. Mi espalda se recuperaba muy lentamente y tenía que llevar puesta una faja de lana para darme calor en la zona dañada.

Estaba ahora mismo sentado al lado de la puerta de entrada con la espalda apoyada en la pared.

Llevaba en mis brazos al pequeño bebé que no paraba de llorar. La pobre estaba famélica, aunque no era la única. Mis tripas llevaban ya un buen rato sonando exigiendo la comida que no había.

Eses días no había habido un buen cultivo por lo que si ya de por si la comida era poca, esa semana era la mitad de la ración habitual.

Y la mujer que amamantaba a mi hermanita se negaba a seguir alimentándola con la certera excusa de que apenas tenía para su propio bebé.

La arullé moviéndola un poco para intentar calmar su llanto.

-- Ya, ya. Ya está.

Al ver que no se calmaba se me ocurrió una idea. Siempre que yo no era capaz de dormir mi madre me cantaba una nana.

Así que empecé a recitar la canción sin dejar de mecerla en s brazos.

-- << Durme meu neno, durme,
sen máis pronto,
que o tempo de chorare,
vai pasando.
Que a terra na que vives,
no que bágoas,
precisa homes enteiros,
pra libertala.
Durme meu neno, durme,
colle forzas,
que a vida que che agarda
pide loita.
Recollera-lo froito
sementado,
no inverno escuro e frio
no que estamos.
Semente feita en sangue por un pobo
que xurde dende a historia, dende o sono,
un sono cheo de aldraxe e miserento,
un sono de inxustizas e silencio.
Mira a língua que falo, despreciada,
por ser língua de probes, língua escrava,
son o orgullo que temos, língua de probes.
neles hai verdade e máis honores.
Durme meu neno, durme, neste colo,
que esta terrra de escravos non ten odio.
Ten séculos de espranza, agardada,
que pon hoxe nos fillos que amamanta.>>

Bajé la vista para ver su carita ahora con expresión calmada. Se había quedado dormida al fin. Contemplé una vez más sus cabellos rizos y dorados iguales a los de mi madre. La verdad es que era una niña preciosa.

-- Luffy.

Alcé la vista para ver a mi tía apostada en la puerta.

-- ¿ tía Yura?

Pude ver la expresión seria que traía e incluso parecía tener un destello de... ¿Culpabilidad?

-- Luffy... me temo que ya no tenemos suficiente para alimentaros a tu hermana y a ti, ni para cuidaros por más tiempo.

Yo la miré sin comprender a donde quería llegar a parar. La mujer por su parte parecía no querer mirarme a la cara pues dirigía la vista todos lados menos a mi.

-- Unos hombres vendrán en unas horas y os ireis con ellos -- Sentenció.

Yo la miré de nuevo desconcertado.

-- ¿Po... por qué?

-- Por que Luffy, ya no podemos cuidaros por más tiempo. Os iréis y punto.

Y sin más que decir volvió a adentratse en la pequeña casa de madera dejándome algo confuso y desorientado.

¿Irme? ¿Con unos desconocidos? ¿Por qué?

***

Me subí al carro con ayuda de uno de los hombres mientras escuchaba la conversación de mis tías con el hombre que parecía estar al mando.

-- 150 por el niño y 100 por el bebé. O lo tomáis o lo dejáis.

El hombre que me había ayudado a subir cogió a mi hermana y me la entregó con cuidado.

-- Está bien. -- Suspiraron las mujeres.

Pude ver como el hombre sacaba una cartera y le entregaba un matojo de billetes.

-- ¡Vale, ya podemos irnos!

Me acomodé en el incómodo lugar acurrucándome en una esquina para estar mas protegido de no caerme del vehículo.

A mi alrededor estaba todo recubierto de lonas y repleto de objetos y sacos de arroz y maíz.

Tras un chasquido del látigo los caballos empezaron a cabalgar provocando que el vehículo se moviera.

Dirigí mi vista por última vez al lugar en el que había nacido y donde me había criado con mi madre y con mi amiga y volví a verlo todo borroso por las lágrimas que empañaban mis ojos.

Apreté con más fuerza al bebé en busca de apoyo y consuelo. Ahora esa niña era lo único que me quedaba.


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