TEAR
Entró a su apartamento, aquel lugar donde había estado ya viviendo por casi dos años y seguiría allí hasta que se graduara de la universidad.
Caminó casi arrastrando sus pies, sintiendo sus piernas pesadas, y con la cabeza a gacha, tirando las llaves en el sillón. Eran las 8 de la noche y el apetito que generalmente tenía a esa hora aún no aparecía. En ese instante no le importaba comer, no sentía ya la necesidad de hacerlo, estaba devastado, solo.
Se sentía consumido en una especie de trance que le dejaba suspendido en el tiempo. No había nada más para hacer.
En toda su vida había sido utilizado y pisoteado, por momentos tanto que sentía que ya no le afectaba.
No tenía valor alguno, así había sido desde que tenía memoria.
Suspiró cansado, dirigiéndose al pasillo que dos puertas contenía. Una daba a su habitación, y la que estaba al frente daba paso a otra, a la de su compañero.
Jungkook sabía que podría haber sido un poco menos egoísta y dirigirse a su propia habitación, llorar del vacío que sentía en su interior hasta simplemente quedar dormido, pero ciertamente su estado le traía tan mal que necesitaba arrancarse esa sensación patéticamente deprimente que le arrullaba en esos momentos. A pesar que sabía que era como cavar su propia tumba.
Prendió un cigarrillo y entró a la habitación que no le pertenecía.
El olor dulce y masculino del lugar le inundó las fosas nasales, sintiendo un cosquilleo en su interior, una ansiedad que revoloteaba en su estómago y se colaba por debajo de su piel.
Dejó que el humo del cigarrillo saliera de su boca y se disipara en aquel lugar.
Lleno de frustración se rascó la nuca, fumó un par de pitadas más y tiró la colilla al suelo, sin darle importancia a que ésta había quemado algo la alfombra del piso bajo sus pies.
Se desvistió por completo, quitándose la ropa que estaba mojada. Había estado lloviendo afuera y no había salido con paraguas. Se quedó sólo con sus boxers puestos.
No pensó ni un segundo más antes de tirarse en aquella amplia cama, dejándose hundir en el colchón y removiéndose entre las suaves sábanas. Ese olor le recorría cada célula del cuerpo, haciéndole sentir calidez y nerviosismo a la vez.
Miró al techo y con su mano izquierda llevó parte de las sábanas a su cara, oliéndolas hasta llenar sus pulmones como si del humo de cigarrillo se tratase.
"Jimin..." susurró a penas audible. Su otra mano fue a su entrepierna, acariciando con fuerza su miembro, tocándose por encima de su ropa interior.
No, no quería ser egoísta, pero no podía con su genio, porque Jungkook ya no sabía qué le hacía sentir peor, si era el odio o la culpa, si quería castigarse por aquello o castigar a quien le tenía tan mal. Jungkook tomaba malas decisiones más de lo que hubiera querido, y la peor sabía que era haber dejado a alguien que lo quería para terminar sufriendo por alguien que no lo hacía.
Su noche estaba siendo terrible y no tenía vuelta atrás, y era egoísta por pensar en querer arruinar la noche de Jimin también, pero estaba roto y no podía repararse por sí solo. Estaba impaciente, quería que Jimin le rescatase, que él le diera parte de su atención y quizás así no se sentiría tan miserablemente abandonado aunque todo era un círculo vicioso sin fin.
Dejó de realizar el trabajo que poco entusiasmado había emprendido en su entrepierna para tomar su celular y marcar el número que le sacaría de sus aprietos y su situación lamentable.
Jimin atendió.
- ¿Jungkook...? – preguntó al contestar - ¿Sucede algo? – Al escuchar su voz Jungkook llevó su mano libre automáticamente a su parte baja nuevamente y con sus ojos cerrados suspiró antes de hablar.
- Jimin... estoy en casa – le comunicó. Sintió que el contrario había tardado en reaccionar.
- ¿Qué haces en casa? ¿No se suponía que habías salido con él? – le cuestionó algo confundido. El pelinegro se mordió el labio inferior, recordando que sí, así era.
- Me dejó – contestó.
- ¿Qué dices? – preguntó extrañado - ¿Cómo que te dejó?
- Me usó, Jimin. El maldito me usó – habló con despecho – Me dejó tirado por una perra – Explicó y se removió entre las sábanas, poniéndose boca abajo y apoyando el mentón sobre el colchón, inhalando el aroma que la cama desprendía. No quería pensar en todo eso. Se hicieron unos segundos de silencio.
Podría haber jurado, en ocasiones, haber tenido algunos problemas de comportamiento. El pelinegro sabía que nada de lo que le rodeaba estaba bien últimamente, que de alguna forma las cosas habían tomado un rumbo inesperado, en un momento que apenas era capaz de identificar en su línea de tiempo. También, en algún momento, el caminar por encima de sus propias mentiras le llevaría a su fin.
Sí, lo sabía. Lo único que podía entender de aquello era que estaba enterrado, enterrado bajo una pila de falsedades, de mentiras disfrazadas de verdades, de sentimientos pausados o congelados. No sabía por qué, ni cómo, pero no había forma de que pudiera ya salir de ese ciclo enfermizo, de aquel pozo que parecía succionarlo hasta lo más profundo sin darle oportunidades de escapar y que él mismo había cavado. No podía liberarse de aquellas cadenas que él mismo se había impuesto y que lo ataban a su perdición.
Ya no tenía nada que perder.
- Ven conmigo, Jimin – habló con voz suave e insinuante.
- No puedo, Jungkook. Estoy con Solar ahora, llegaré tarde a casa – habló bajando su voz. Probablemente ella estaba a su lado. Los ojos de Jungkook se tornaron con una mirada algo severa y triste a la vez.
- Vamos, Jimin... - insistió. Su voz se aterciopeló sin prestar atención a los sentimientos oscuros que habían comenzado a brotar de su interior al escuchar el nombre de una mujer salir de la boca de su amigo – Estoy en tu cama, esperándote – su mano recorría sus muslos y pasaba fugazmente por su miembro que estaba algo erecto bajo su ropa interior – Me siento miserable y solo – su voz tembló esta vez, recargada de pesar.
- No puedo, Jungkook... ya te dije que estoy ocupado – le recordó, aclarando su voz. El pelinegro, sin embargo, se caracterizaba por su insistencia y testarudez. No pararía hasta obtener lo que quería.
- Sabes que tu lugar es aquí conmigo... - musitó mientras sentía su propia mano tocar su miembro con fervor, llegando a endurecerse por completo – Estoy en ropa interior, tocándome sin poder dejar de pensar en ti... – si era necesario, le describiría la situación entera para que el castaño supiera lo tan desesperado que estaba por su compañía – Te deseo tanto, bebé... – se lamió los labios, con sus ojos aún cerrados, imaginándose a su compañero tocándole y recorriendo su cuerpo con sus suaves manos, sintiendo su calor – Maldición, te necesito y te quiero ahora, Jimin – hizo una leve pausa y gimió al apretarse aún más – Dios...necesito que me penetres – se mordió el labio tan fuerte que no se había dado cuenta que había estado bastante cerca de venirse en su mano. Jimin finalmente respondió.
- Estaré allí en diez minutos.
Con aquello, el castaño simplemente terminó la llamada.
Jungkook suponía que probablemente estaba enojado, pero no le importaba, él estaba feliz. Bueno, medianamente feliz. Tenía, a decir verdad, un remolino en su pecho. Aquella sensación amarga de no poder controlar los pensamientos y emociones en su cuerpo, pero de un momento a otro parecía importar menos cuando escuchó que su mejor amigo iba a volver a su casa. Iba a ir por él, únicamente por él.
Aunque, de todas formas, la situación no era mejor para el pelinegro sólo porque su mejor amigo iba a ir a su rescate. De hecho era aún peor.
Esos diez minutos, si habían sido exactos no lo sabía, pero sí los había sentido irritablemente eternos.
Esperó mirando la puerta hasta que finalmente el sonido de la llave encastrando en la cerradura había sacudido su interior con emoción. Era esa misma analogía, esa parte faltante encastrando perfectamente consigo mismo. Ahora sí se sentía en casa. Se sentía recibido. Se sentía cálido. Estaba terriblemente desesperado.
La puerta se abrió y a penas se cerró, Jimin volteó conectando su mirada con la de su compañero, lo cual fue suficiente para que Jungkook se lanzara sobre él, rodeándole el cuello con sus brazos y acercándolo a él con desesperación. Le besó necesitado, chupando sus labios, dándole lamidas y mordidas que exigían su atención únicamente para él, y apretando su cuerpo contra el contrario descargando toda aquella necesidad que tenía de quitarse el dolor en su pecho.
La verdad era que sentía que su corazón latía tan fuerte que si no moría de un ataque cardíaco entonces era un milagro. Un nudo en su garganta le amenazó con hacer salir unas lágrimas de sus ojos pero no lo permitiría.
El beso estaba lleno de emociones intensas y apabulladoras, hubiera seguido con ello hasta dejar todo eso en Jimin, pero tuvo que separarse de él para poder tomar algo de aire.
Suspiró sobre los labios del contrario, sintiendo que la vida volvía a su cuerpo, que su ansiedad se opacaba y sonrió dulcemente, entregándole a Jimin la mejor de sus facetas, contagiándole la sonrisa.
El castaño le rodeó con sus brazos por la cintura y con sus manos lo apretó contra él. Sus dedos se marcaron en la fina piel de Jungkook.
- Me iba a coger a Solar finalmente, y tú tenías que aparecerte... - refunfuñó con molestia, llevando sus manos al trasero del más alto y apretándolo fuertemente para desquitarse. Jungkook gimió sobre su boca y Jimin le mordió el labio.
- Cógeme a mí... - pidió mientras jadeaba por la exaltación con la que respiraba – Cógeme lo más fuerte que puedas...
- Eres un maldito... – le reclamó con una sonrisa leve, clavando sus ojos en los del contrario que le penetraban a todo momento. Mordió su labio nuevamente mientras lo empujaba hacia atrás y lo guiaba hasta su habitación sin dejar de besarse y tocarse – Te metiste en mi habitación... y me recibes sin ropa... qué hábito te has hecho – le empujó sobre la cama y Jungkook cayó de espaldas sobre el colchón. Apoyó sus codos sobre la superficie acolchonada y observó detenidamente cómo su amigo proseguía a quitarse la ropa – Interrumpiste mi casi noche de sexo con Solar... ¿Qué te parece si pienso en ella mientras te lo hago?... - habló con algo de malicia y luego rio al ver la cara de pocos amigos de Jungkook – ¿Por qué te dejó? – preguntó al acercarse posicionándose sobre él.
- Fui a su maldita casa y estaba tirándose a una zorra – los labios de Jimin le recorrieron el cuello, dejando besos tan suaves y afectuosos que Jungkook no hizo más que cerrar sus ojos para disfrutar de cómo se sentía. Aquellos labios tan suaves cada vez dolían más con el pasar del tiempo. Ese agujero en su pecho aumentaba a la vez que se sentía tan a gusto siendo tragado por él. Jungkook se estaba perdiendo en el tacto de esos labios, tanto que ya no pensaba en su, ahora, ex pareja. Le debía una grande, se disculparía luego por incriminarle de esa manera.
Suspiró dejando salir un gemido cuando sintió las manos de Jimin posicionándose sobre el elástico de sus bóxers, tironeando de ellos hasta quitárselos por completo. Su miembro erecto quedó al descubierto y el castaño se relamió los labios, acercó sus caderas a las del contrario y frotó sus entrepiernas, provocando estremecimientos en todo el cuerpo del pelinegro.
- Sabes... planeaba hacer a Solar mi novia – expresó en su oído, haciendo chocar su aliento contra su oreja, mientras movía su pelvis buscando que Jungkook se excitara aún más, recorriendo su cuerpo, marcando una línea con su mano izquierda desde su muslo, pasando por su cadera, luego su abdomen hasta terminar en su cuello, apretándolo y sintiendo cómo su garganta se expandía debajo de la palma de su mano para que el aire entrara – Planeaba tener una relación decente con ella pero todas las novias que he intentado tener... simplemente no duran...
- Deja de hablar y penétrame de una vez – le ordenó con voz rasposa, apretando sus dientes porque el tacto del castaño lo volvía malditamente loco. Llevó sus manos al cabello de Jimin y lo tironeó fuerte para besar sus labios. Como si se tratase de una droga, no podía evitar sentir la hermosa sensación de sus labios siendo acariciados por los del mayor, y de aquella lengua escabulléndose en su boca. Le encendía y le quitaba el dolor que sentía.
Claro que Jimin no podía tener novia, o más bien sí podía, pero tal y como lo había expresado, ellas no duraban a su lado. Tarde o temprano Jungkook se encargaba, sin querer queriendo, de que ellas se enteraran de la relación a escondidas que ambos tenían. En dos ocasiones, ambos fueron descubiertos mientras tenían sexo, Jimin pensaba que era coincidencia, pero Jungkook siempre tenía algo que ver.
Su mejor amigo daba unos besos deliciosos, según él. Su lengua entraba a su boca, sintiendo su humedad y su suavidad, la viscosidad que le rodeaba volvía más suave y placentero cada beso que le daba, yendo a un ritmo perfecto, provocativo y sensual. El calor aumentaba de sobremanera en el cuerpo de Jungkook y se acentuaba en su entrepierna.
- Lame todas mis heridas... Jimin... - El nombrado llevó dos dedos entre los glúteos de Jungkook y haciendo presión en su entrada los introdujo con una lentitud medida, provocando un gran estremecimiento en quien lo recibía.
Alejó su boca y bajó un poco besando el pecho que se inflaba debajo suyo. La respiración de Jungkook era agitada, su voz se entrecortaba mientras intentaba mantener sus piezas juntas. Sentía que iba a romperse.
El aliento de Jimin y su lengua sobre su piel quemaban, le hacían arder. La sensación aguda de los dientes clavándose sobre la sensible piel de sus pezones le erizó de pies a cabeza y cerró sus ojos con fuerza, mientras disfrutaba y percibía cómo su pezón era lamido y presionado con la lengua que daba movimientos circulares alrededor de él, succionándolo por momentos.
La sobre estimulación era tan palpable que no podía evitar curvar su espalda hacia atrás, estirando todo su abdomen, dejándolo más a merced de las haciendas de Jimin.
Jungkook sentía cómo los dedos dentro de él se movían con lentitud, calándose bien profundo, acariciando su punto erógeno. Sus manos seguían sin despegarse del cabello del más bajo y tampoco podía evitar gemir por reflejo, derritiéndose en las caricias que recibía, sintiéndose cálido y eufórico.
Jimin no tardó en seguir bajando, esta vez sacando sus dedos del interior de su amigo y acariciándole las piernas, apretándolas y sintiendo sus músculos contraerse. La piel de Jungkook estaba brillante por el sudor, sus abdominales bien contorneados brillaban y se endurecían. El más bajo besó su abdomen y mordió su piel sin saltearse ni un centímetro, pasando su lengua por toda su extensión, paseando por su ombligo hasta llegar a su vientre bajo.
De allí, hizo que Jungkook abriera bien sus piernas, dejándole a su merced lo que había entre ellas. No tardó en morder el interior de sus muslos, su piel era especialmente sensible allí, tanto que los gemidos salían de su boca sin previo aviso, sin poder controlarlos o retenerlos. Jimin conocía cada punto sensible de Jungkook. El placer que le generaba que le mordiera el interior de sus piernas o la piel fina en su ingle le volteaba por completo.
Era torturante por un lado y placentero por otro. Los sonidos obscenos que el más alto vocalizaba como consecuencia del arte con el que movía la lengua y labios eran la mejor recompensa que el castaño podía obtener, una voz rasposa y sensual. La voz de Jungkook se volvía especialmente hermosa en sus oídos cuando le tocaba donde más le gustaba.
La piel blanca se había vuelto roja, con puntos hinchados, con los dientes de Jimin marcados por todos lados. Se separó de él por unos segundos para apreciarle mejor, y allí estaba, recostado sobre el colchón, con las piernas abiertas de par en par para él y con todos aquellos moretones en lugares que nadie podría si quiera imaginar.
- Te quiero sentir dentro de mí – expresó mientras apuntaba con ojos algo espeluznantes a Jimin.
Esa mirada llevaba escondidas mil y una razones para querer arrebatar la sanidad del castaño. Era pretensiosa, ansiosa y para nada comprensiva. Era egoísta, era posesiva y a la vez marchita. Como si al mirarle, en su afán por pedirle que le entregara hasta la más mínima gota de su persona, hubiera sido él mismo quien le había dado todo hasta quedar vacío.
Jimin sonrió, afinando sus ojos con una mueca de satisfacción y orgullo de ver lo desesperado que estaba su amigo por él. Posó sus labios en el pecho de Jungkook y marcó una línea hasta sus clavículas y luego pasó por su cuello mordiéndole la piel sin dejar de marcarlo. Era doloroso, tan placenteramente devastador.
Finalmente Jimin volvió a su altura y le miró intrigado.
- ¿Por qué lloras? ¿Tanto lo querías? – preguntó al ver que los párpados de Jungkook estaban cerrados pero con lágrimas filtrándose entre ellos. Cuando los abrió, sus ojos estaban levemente rojos y totalmente vidriosos, irradiaban desesperación y desamparo.
- Te necesito... - su voz temblaba pero aún así sonrió. Aunque quisiera esconderlo, Jimin lo notaba.
Esa sonrisa quebrada y aquellos ojos eran los de alguien que sabía se estaba sometiendo a una tortura que le costaría demasiado caro. Apostaba a algo que le dejaría en deuda. Sin embargo, no podía mentir, también le necesitaba, en una magnitud insana.
Le besó los labios, estaban ardientes, hervían por el calor de su cuerpo, de los besos antes dados y por haberlos aprisionado entre sus dientes reiteradas veces. Luego besó sus mejillas, recorriendo los caminos que sus lágrimas habían trazado, posando sus labios suave y dulcemente sobre aquel rostro de porcelana.
El pelinegro sintió que aquello era de las cosas más hermosas que tenía en su vida. Eso era Jimin, aquel tacto tan compasivo y a la vez tan desgarrador.
- Quizás podría tener una novia... si tú no te hubieras cruzado en mi vida... - rio con desgano, algo resignado. Alineó la punta de su pene con la entrada de su compañero e hizo presión, adentrándose y llegando muy lentamente al fondo, tocándole con fuerza al final. Jungkook lanzó un gemido ahogado en placer cuando sintió que su próstata era tocada con ímpetu. Jimin le miraba con devoción en sus ojos, negó con la cabeza y se sonrió. Era irremediable. – lameré todas tus heridas si es necesario...
Sí, de ser necesario lo haría, como ya lo había estado haciendo desde todo el tiempo que habían estado acostándose juntos. Correría siempre a donde Jungkook estaba para sostenerle fuerte, para intentar curarlo e indirectamente herirlo.
Estaría allí para quitarle su dolor con más dolor.
Estaría allí para hacer que Jungkook olvidara a todos aquellos que lo habían herido y dejado a un lado como un trapo de piso. Estaría allí para secar sus lágrimas.
Sí, lamería todas sus heridas esperando borrar todo lo que aquellas personas le habían hecho, pero algo que Jimin ignoraba completamente por mera inocencia o inconsciencia, era el hecho de que, en realidad, todo ese tiempo había estado lamiendo las heridas que él mismo había ocasionado.
No sabía que más que sacar un clavo con otro clavo, en el caso de Jungkook era más bien un solo clavo que se había incrustado en él hacía ya mucho tiempo, y en su intento por sacarlo, lo había enterrado aún más. Porque no podía dejarlo, porque no podía quitárselo, porque no quería hacerlo por más que el dolor de tenerlo allí clavado en su pecho le torturara horrores hasta dejarlo sin aliento y desesperanzado.
Porque Jimin era tan centrado en sí mismo que nunca tuvo la capacidad de comprender lo que a Jungkook le sucedía. No había sido si quiera capaz de notarlo, por más obvio que fuera, por más que el pelinegro se entregara a él en una caja de cartón con una estampilla.
Sí, Jungkook era egoísta, pero Jimin también.
Jimin era todo eso, la belleza y la marchitez, la calidez y la frialdad, el afecto y la agresividad. El amor y el odio. La salvación y la devastación de Jungkook.
Tan desgarrador como sanador. Tan deformado como perfecto.
El más alto se dejó tocar por esas manos, acariciarse del derecho y del revés, pidiéndole más y más, sin poder tener suficiente de ello, sin poder sentirse completo, lleno, entregándose como siempre lo hacía.
¿Por qué, aunque tuviera a la persona indicada allí, aún seguía sintiéndose vacío? Incluso en aquel momento donde Jimin le dedicaba una sonrisa, cuando le besaba y miraba como si no hubiera un mañana y algo parecía llenarse poco a poco, todo seguía siendo demoledor.
El problema era que había demasiado espacio allí, un hueco demasiado grande, quizás hasta infinito, y por más que Jungkook tenía casi todo de Jimin a su disposición, aún no era suficiente. Quizás jamás lo sería.
Estaba claro, su amor era más que eso, una obsesión que nada tenía de salubre, una adicción que le volvía loco hasta enfermarlo y cegarlo.
Porque todo ese malestar de aquella noche no tenía otro origen que la amargura que sentía al verse rendido a los pies de su mejor amigo una vez más. Porque estando en pareja podía fingir que dentro suyo todo estaba perfecto cuando en la realidad no era así para nada. Podía fingir que nada le afectaba, que seguía hacia delante haciendo su vida, que no necesitaba a Jimin.
Pero aunque se sentía en el mismísimo infierno, perdido y consumido hasta los huesos, esa sensación de bienestar que sentía cada vez que Jimin le tocaba y sostenía en sus brazos, le embriagaba por completo, haciéndole pensar que incluso si él no lo amaba de la misma manera, era casi suficiente para él de todas formas.
Era la paradoja del conformista, luchando contra la sensación de vacío pero conformándose de todos modos. Sí, Jungkook prefería pensar que eso era conformismo, antes que llamarlo masoquismo.
Con cada embestida Jungkook dejaba salir su voz y estiraba su cuello, tirando su cabeza hacia atrás, sintiendo en cada parte de su cuerpo aquellas descargas eléctricas que se generaban en su interior y se expandían recorriéndole entero, llenándolo de placer, haciéndole temblar, dejándole con las piernas débiles pero aún con algo de fuerza para sujetarse al cuerpo que estaba entre ellas.
Entrecerraba sus ojos, a veces poniéndolos en blanco por el placer que le arrebataba su consciencia. Su cabello mojado se pegaba en su frente y sus mejillas sonrojadas, su boca abierta formulando una "o", con sus labios rojos y humedecidos. A Jimin le brillaban los ojos de tan sólo mirarle. No podía parar de moverse, de hacerle sentir bien, de llenarle con él, y no pararía hasta ver su propio semen escurrirse entre esas piernas que tanto le gustaban.
- ¿Así te gusta, bebé...? – le preguntó Jimin con los labios pegados a su nuez de Adán mientras rodeaba por completo aquel esbelto cuerpo con sus brazos, sujetándolo fuerte para evitar que se moviera pegando sus torsos por completo y comenzó a mover sus caderas con mayor rapidez y agresividad, aguijoneando su interior, provocándole una oleada creciente de placer.
- ¡Ah!... maldición... - vociferó con voz rasposa, apretando sus piernas aún más fuerte con el objetivo de que Jimin se enterrara aún más profundo. Quería sentirle absolutamente, la piel ardiente del miembro de Jimin friccionaba de una forma tan deliciosa en su interior, contra sus paredes y estimulando su próstata automáticamente con cada estocada – justo ahí... más fuerte... más – pedía con tono de súplica y el contrario sonreía gustoso. Escondió su boca en la curvatura que unía el cuello y el hombro de Jungkook, mordiéndole y manteniendo ese agarre fuertemente, como si fuese un animal en celo. A Jungkook le encantaba ser tratado de esa manera. Siguió embistiéndole con fuerza y dejando que su cabeza se llenara de los sonidos obscenos que salían de la boca de Jungkook.
- Eres tan jodidamente caliente, bebé... - carraspeó contra la piel sudorosa del pelinegro.
No dejó de moverse en ningún momento, su pene dolía tanto por todo el placer que cargaba que sentía que cada vez estaba más cerca del orgasmo, y podía notar que su amigo también. Llevó su boca a la oreja de Jungkook y le susurró.
- Gime más para mí... - su voz había sido grave, recorriendo todo el encéfalo del otro estimulándolo aún más – ¿quieres que te acabe dentro...? – mordió su oreja fuertemente y la piel del contrario se erizó – sé que te gusta eso...
- Acábame adentro... - suplicó apretando sus ojos y clavando sus cortas uñas en la espalda del contrario.
No era necesario decir más nada para que Jimin tuviera la gasolina que le hacía falta para mover sus caderas de una manera tan particular que sabía que haría perder la cabeza a su compañero, de forma rápida pero certera y bien marcada, sin perderse ningún milímetro de ese interior caliente.
Le golpeó fuerte, provocando un notable sonido generado por el choque de su cadera contra los glúteos de Jungkook. Hasta llegar a lo más profundo de su entrada.
Mientras le besaba el cuello, le dejaba espacio para que vocalizara lo que eran los últimos gemidos antes de venirse, y también para poder escuchar algo que solía salir de la boca de su amigo sólo en esos momentos. Algo que le encantaba oír de la boca de Jungkook.
- Te amo... Jimin – habló. Era firme y claro, apenas temblaba, su garganta se apretaba para evitar el titubeo. Era hermoso, era melódico. Aprovechó a buscar su boca, sintiendo su aliento agitado pegar contra sus labios – Te amo demasiado... - reiteró con Jimin dándole pequeños pero fuertes besos sobre su boca, hasta que finalmente ambos llegaron al orgasmo fundiéndose en ese placer agridulce del que ambos eran cómplices.
Jungkook le entregaría todo de sí mismo, su corazón, los trozos de éste, para que Jimin los pisoteara, los destrozara y los prendiera fuego hasta hacerlos cenizas, borrando cualquier rastro de sentimientos que pudieran permanecer dentro de él.
Se dejó consumir por aquello, por aquel momento donde su auto-desprecio y pena desaparecieron por un instante. Donde el dolor añejo se veía renovado, dolía demasiado pero se sentía tan bien, se sentía como en casa.
Jimin tragó palabras de sentimientos que nunca supo decir y que murieron en su boca sin poder salir.
Ambos se destruyeron mutuamente sin piedad.
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Hola a todos! Antes que nada gracias por leerme y votar 💙.
¿Qué sintieron al leer esta historia?
Creo que lo que buscaba con esto es que al leer, pudieran sentir esa sensación de "hundimiento" de Jungkook, y lo tan conflictivos que son sus sentimientos y los de Jimin, quien está atrapado en este círculo vicioso con Jungkook.
¿Cómo llegaron a esta situación? Pueden leer la historia completa en mi perfil, así que no está todo perdido!
También los invito a darle una oportunidad a mi fic S[e]OUL (también Jikook y angst).
Gracias por llegar hasta acá 💫💙
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