5. La suciedad no se quitará
Unos meses atrás.
Jungkook se tiró sobre el sofá en rendición, suspirando pesado del cansancio, mientras Jimin entraba las últimas cajas que habían quedado fuera del departamento, con una cargada en sus brazos y otra en el suelo, pateándola y arrastrándola, metiéndola dentro y cerrando la puerta con su espalda. Dejó la caja que sostenía con sus brazos en el suelo y bufó.
- No te dije que podías descansar, ¿Qué haces ahí acostado? No hemos terminado – le echó en cara al menor, quien no le estaba ayudando a acomodar las cosas que se habían traído de sus casas a su nuevo departamento.
- Me duelen los brazos – respondió sin darle mucha importancia, con los ojos cerrados – este sofá es genial – dijo notando lo cómodo que era. Jimin bufó.
- ¿Para qué tienes músculos si no los usas? – se acercó a él y se sentó a los pies del pelinegro – Oh... sí, se siente cómodo – comentó tocando y sintiendo lo mullido que era el sofá. Se recostó, extendiéndose completamente sobre Jungkook, quedando encima de él, apoyando su espalda sobre el pecho del contrario – pero tú eres más cómodo – Jungkook le rodeó con sus brazos.
- Tengo hambre, ¿Qué cenaremos? – preguntó con curiosidad, mientras se le hacía agua a la boca de pensar que pronto llenaría su estómago.
- Es tarde, no planeaba que comiéramos... estoy cansado.
- ¿Qué? – sonó alarmado - ¿Vas a dejarme sin comer?
- No es mi culpa que comas como una termita, Jungkook.
- Y no es la mía que tú no comas nada – le apretó más fuerte – vamos, hazme de comer.
- Eres mi amigo, no mi hijo – chistó – ve y cocínate tú – se acomodó mejor sobre el pelinegro.
- Te vas a dormir así... - comenzó a moverse, intentando que Jimin se levantara pero éste se puso tieso, impidiéndole moverse. Jungkook rió – vamos, múevete, yo quiero comer – decía mientras seguía con sus inútiles esfuerzos de empujarlo, hasta que finalmente Jimin se corrió y el más alto pudo liberarse y pararse.
- Hazme comida – le dijo mientras se sentaba en el sofá, mirándolo con una sonrisa sugerente, ganándose la misma reacción del otro.
- Lo haré sólo porque yo sí soy bueno – se dirigió a la cocina donde había más cajas, abriéndolas y buscando unas sopas instantáneas – ¿Ramyeon?
- Claro.
Fue la primer noche que ese par pasó finalmente viviendo juntos, lejos de sus familias y para ellos era lo mejor que les había ocurrido, ya que ambos se conocían desde siempre y se llevaban de maravilla. Huir de las casas de sus padres, donde ambos no encontraban un hogar propiamente dicho, era lo que les había unido incluso más.
Por el lado de Jimin, su familia estaba compuesta por su padre y madre, quienes estaban tan sumidos en sus asuntos de adultos, en sus negocios y vida espléndida que jamás le habían prestado especial atención a su hijo. Jimin había pasado toda su adolescencia solo, porque sus padres vivían trabajando y de viaje, mientras que al castaño no le había quedado otra que quedarse solo y así aprendió a valérselas por sí mismo, a limpiar su casa, a cocinar, a lavar los platos, a hacer las compras. Absolutamente todo. Su padre no le daba muestras de cariño en absoluto, solo le importaba que obtuviera buenas notas en la universidad, mientras que su madre, una mujer superficial y narcisista en todos los sentidos, sólo quería hacer ver a su familia como la familia perfecta y le daba muestras de afecto o lindas palabras a Jimin únicamente cuando estaba con visitas o con sus amigas. Ella le llamaba por teléfono para saber si no había prendido fuego la casa y nada más.
- ¿Ninguna noticia de tus padres? ¿Te enviaron el dinero? – preguntó Jungkook mientras comía unos snacks detrás de Jimin mientras éste jugaba a un videojuego.
- Me depositaron el dinero ayer por suerte, así que no los llamaré hasta que necesite algo más, me estresan – habló, calmado por la concentración que tenía en el juego.
- Qué bueno que pudimos finalmente irnos como tantos años dijimos que haríamos – dijo aliviado, estirando su brazo con unas papas en mano, acercándolas a la boca de su amigo y éste las engulló sin quitar su vista de la pantalla. Jungkook apoyó su mentón en el hombro de Jimin y se enfocó en la pantalla también – Sabes... no me imagino viviendo con otra persona que no sea contigo... - dijo algo melancólico.
- Yo tampoco... aunque supongo es porque no tenemos pareja.
- Te conseguirás una pronto como siempre, yo no tengo – se quejó.
- De todas formas, no creo poder soportar a alguien más, a penas te soporto a ti – bromeó. Jungkook se defendió picándole con el dedo en sus costillas, a lo que Jimin se sobresaltó y rió.
- ¿Crees... que alguna vez podré estar con alguien? Ya sabes... acostarme con alguien.
- ¿Tanto te preocupa? – preguntó, aún con sus manos moviéndose sobre el joystick.
- Tengo pánico a estar con alguien... - apoyó su espalda sobre el borde del sofá que estaba justo detrás de ellos – apesta... – su tono se sintió apagado, y Jimin lo notó. Puso en pausa el juego y se volteó a verle.
- ¿Qué es lo que te preocupa? Ya conseguirás a alguien con quien tengas confianza.
- Pero no puedo... ya lo sabes, lo he intentado y... ni siquiera quiero recordarlo – masajeó el puente de su nariz con sus dedos, bajando su mirada para no conectarla con la de Jimin, quien se había acomodado de frente.
- No es fácil, Jungkook... - habló con una voz baja y calma, tomando las manos de su amigo – Y no tienes que presionarte por eso.
- Es una mierda, Jimin... porque de tan sólo pensar en eso, cuando se me acercan, me dan ganas de huir. Si me gustaran las mujeres sería más fácil... - habló con remordimiento.
- Pero no te gustan – el castaño buscó la mirada de su amigo – Y eso está bien – Jungkook le miró finalmente, y Jimin le sonrió con encanto, entrecerrando sus ojos. El corazón de Jungkook se sentía tan cálido de tan solo verle sonriendo así. Entrelazaron sus dedos, ajustando el agarre de sus manos – Cuando alguien te guste de verdad, y lo conozcas, y sepas que no te lastimará, hazlo, y esa persona sabrá cuidarte – hizo una pausa, notando cómo una lágrima caía por una de las mejillas del pelinegro, quien había vuelto a bajar la mirada – Y si alguien te daña, yo estaré allí para ti.
- Odio a mi madre tanto... - cerró sus ojos. Su nariz se había puesto roja y sus ojos también. Jimin soltó sus manos y secó las lágrimas de Jungkook con sus pulgares, acariciando sus mejillas.
Sí, Jungkook odiaba a su madre, tanto como Jimin odiaba a sus padres, o quizás más, muchísimo más. Porque ella era drogadicta y prostituta, se había separado de su padre a penas Jungkook nació, y se la había pasado cambiando de pareja toda su vida, bebiendo alcohol a grandes cantidades, olvidándose de su hijo.
"Por tu culpa tu padre me dejó" "De haberlo sabido hubiera abortado" "Tuviste que arruinarlo todo" y un montón de mierda más era la que su madre le había repetido toda su vida, generando a un Jungkook inseguro y muy acomplejado. Pero el verdadero problema de Jungkook había sido otro más además del odio y rechazo de su madre. La gota que había rebalsado el vaso cuando él tenía sólo 10 años, cuando su vida dio un giro y se detuvo por completo.
"¡Escoria que eres, robándome a mis novios!", le gritó a la vez que le volteó la cara de una cachetada a su hijo. Aquella vez le había gritado tanto, pegándole dos veces más, y de todas formas él no la podía escuchar, el revoltijo en su estómago crecía, quería vomitar pero incluso su estómago parecía totalmente vacío. No podía soportarlo, esa sensación de asco que le hacía removerse en su lugar, su cuerpo no dejaría de temblar y las lágrimas no dejaban de caer de sus ojos. Sólo podía mantenerse allí en el piso, sin moverse en absoluto porque no encontraba si quiera la fuerza para ponerse de pie y salir de ese lugar horrible.
¿Qué era esa sensación tan inquietante? Podría haber jurado sentir los gusanos trepar por su piel, larvas metiéndose por los orificios de su cuerpo y alimentándose de él. En un segundo se habían llevado todo, se habían devorado su alma y su consciencia. Se habían llevado su inocencia. Porque se sentía como una tormenta, como lluvia ácida cayendo sobre él, llevándose los rastros de aquel crimen, porque ni a su madre le importaba, llevándose su inocencia, con sus ojos vacíos que reflejaban un acto de traición y perversidad. Porque hubiera deseado que aquella lluvia o que las olas del tiempo arrasaran con todo en él, pero esa sensación nunca se iría, jamás se liberaría de nuevo, porque incluso el aire quemaba y pesaba, y las heridas invisibles le dolerían todos los días, reviviendo las emociones podridas que él intentaría reprimir.
Lo que le habían arrebatado era irremediable, porque había sido como si su luz se hubiera apagado para siempre, como un invierno que jamás llegaría a la primavera, como una flor que nunca florecería otra vez. Porque no tenía remedio, porque sabía que nunca podría volver a tener lo que le habían quitado por más que luchara por recuperarlo. No había vuelta atrás.
Aún se preguntaba qué había hecho para recibir tanto odio, porque ni si quiera lástima había podido obtener. Incluso desplomado, despojado de su ser, ultrajado y despedazado. Ella le había vendido para salvarse a sí misma. Porque casi le había escupido a la cara su miseria, tragándoselo y llevándolo al infierno con ella. No tenía sentido ya, porque jamás lograría que ella lo amara, había sido castigado por el simple crimen de haber nacido, porque no valía nada, porque ahora era un trapo usado y desechado.
De todas formas, su sonrisa había sido arrebatada hacía tiempo, y si podía cambiar, esperaba nunca saberlo.
Aunque pensaba no volver a sonreír nunca más, una persona le devolvió la vida que creía haber perdido. La seguridad, al menos una mínima parte de esta.
Con el tiempo, el brillo en los ojos de Jungkook fue volviendo, aunque aquella marca jamás se borraría y su pasado le seguiría sus pasos como su sombra.
Jimin era afectivo, era energético, y muy alegre. Su insistencia para jugar con Jungkook cuando se conocieron hizo que éste último se abriera a dejarse conocer hasta finalmente tener a quien sería su mejor amigo desde ese momento en adelante.
Jungkook experimentó un sinfín de sentimientos y situaciones gracias a Jimin, quien le hizo salir al mundo, conocer a otras personas, conocer a sus amigos, que en el futuro irían a la misma Universidad que ellos dos. Ambos compartieron todo desde aquel momento, porque la miseria de sus familias les unía, además del deseo de poder vivir sus propias vidas, sin dejarse perder el tiempo intentando remediar lo irreparable. Eso era Jimin, y gracias a aquello, Jungkook pudo aprender a valorar las cosas que aún no le habían quitado.
Cada vez que estaba acompañado de su amigo, y por momentos sentía era importante para él, aquel odio que sentía sobre sí mismo y aquella sensación de asco parecían desaparecer como como un milagro.
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