12. Los dos y nada más.

Pasaron varias semanas donde los exámenes se acercaron y el grupo de amigos andaban estudiando, algunos procrastinando, insistiendo en ir a fiestas y de más. Taehyung era de aquellos que al leer recordaba gran parte del contenido, por lo que no prestaba mucha atención a estudiar con esmero como el resto. Jin y Hoseok compartían algunas clases, incluso con Jungkook a pesar de no estar en la misma carrera, pero estaban relacionadas con sonido y producción. Jimin y Yoongi estaban en bioquímica también, aunque éste último iba más avanzado, ambos eran igual de estudiosos y serios. Namjoon, por otro lado, estudiaba administración de empresas, era centrado, aunque bastante soñador para ese tipo de carrera.

Se juntaban en ocasiones a estudiar en la cafetería de siempre, se acompañaban y el estudio se volvía menos pesado, aunque a veces aquello derivaba en charlas interminables de teorías conspirativas donde Yoongi tenía que poner orden luego de haberse dejado llevar por largo rato por sus amigos.

- Yo sigo creyendo en los aliens – decía Taehyung, quien se había teñido el cabello de azul para ese entonces.

- Yo también, desde que te conozco – bromeó Jimin.

- Yo no creo, es demasiado, un invento del ser humano probablemente – dijo Namjoon mientras resaltaba algunas oraciones de sus fotocopias, sin desviar totalmente su atención de su tarea a pesar de que la charla era interesante. Jin estaba a su lado robándole sorbos de su batido.

- ¿Qué te hace pensar eso? – Hoseok le desafió – Creo que pueden haber muchos tipos de vida afuera de la tierra, no somos los únicos.

- En eso es cierto – comentó Yoongi – De hecho, hay una teoría que dice que la vida en la Tierra vino del espacio, se han encontrado rastros de microorganismos en meteoritos.

- Y así es como Tae llegó a la Tierra – Jungkook rió a carcajadas, seguido de su mejor amigo y del resto.

- Ustedes ríanse, si así fue, entonces yo inicié la vida en la Tierra.

- Sí, ya quisieras – todos rieron, porque aunque decían que Taehyung era una clase de alien por su rareza, todos tenían un poco de eso.

Las semanas de exámenes eran extenuantes, por momentos parecían no tener fin. Eran exámenes y entregas de informes, trabajos, pre-proyectos. Los chicos no tenían tiempo ni si quiera de tomarse un fin de semana libre pero por su salud mental a veces no les quedaba de otra.

Salieron a un bar una noche, tomaron y bailaron y al otro día todos se habían despertado en la casa de Jin con una resaca terrible y aun así se despertaron a seguir estudiando. Bueno, algunos de ellos, otros, como Tae, Jungkook y el mismo dueño de la casa se habían quedado durmiendo más tiempo.

Estaban agotados, cansados, pero se ayudaban mutuamente paran o desmotivarse.


Una tarde, Jungkook había estado en su habitación con Taeyang, obviamente haciendo lo que mejor sabían hacer. No perdían la costumbre. El chico parecía bastante compenetrado en su relación, y a Jungkook le parecía tierno, pero solo eso.

Sentía su olor en sus sábanas, el chico ya se estaba cambiando para irse mientras que Jungkook solo se había puesto su bóxer. Pensaba que quizás el olor en sus sábanas era algo trivial, pero no esperó que le generara cierta molestia, incomodidad o incluso despecho, porque había tapado el aroma que en realidad él quería que tuvieran.

No lo malinterpreten, él lavaba las sábanas seguido, más si tenía sexo sobre ellas. Pero sentir el aroma de Taeyang quedarse en ellas al menos unas horas hasta que las pusiera a lavar, le había generado algo de rencor. Era estúpido, porque el aroma de Jimin tampoco permanecía mucho tiempo, aunque le gustara no iba a ser un sucio que no lavara sus sábanas, pero le agradaba sentirlo cerca aunque ya no estuviera en su habitación, y luego con una media sonrisa lavaría las sábanas.

De hecho sonaba estúpido, era estúpido y lo sabía, porque ¿quién demonios le daba tanta importancia a unas sábanas? Pero él ya estaba acostumbrado a lo tonto que se ponía cuando se trataba de su amigo.

Salieron ambos de la habitación. Sorprendidos, se encontraron con Jimin sentado en el sillón con Seulgi, tomando un café, riendo, hasta que los escucharon y voltearon a verlos. Jungkook pensó en que quería que ella se alejara de SU sillón. El sillón donde él y Jimin compartían largas charlas e incluso largos polvos.

Desvió esos pensamientos egoístas y sonrió, saludando a Seulgi, quien algo incómoda por verle en ropa interior le devolvió el saludo con una sonrisa. Taeyang saludo inclinando la cabeza un poco. Se acercaron a la puerta y con un beso bastante fogoso se despidieron, mientras la chica miraba atenta a todo lo que ellos hacían, al igual que Jimin, quien no pudo ignorar el hecho de las manos de aquel chico sobre la cintura de su mejor amigo.

Cuando el chico se fue, Jungkook cerró la puerta y caminó hasta la cocina. Él era alto, esbelto, y aunque fuera flaco sus músculos rellenaban su cuerpo de una forma justa, no excesiva, era simplemente perfecto. Con su pecho inflado, hombros anchos, su abdomen marcado, su cintura angosta, sus piernas firmes y fibrosas. La chica volvió su atención a su novio, quien también había estado mirando a Jungkook.

- Qué desperdicio – bromeó ella, mientras seguía tomando de su café.

- ¿Por qué?

- Porque es gay, y es lindo – comentó como si nada – Aunque es raro... ¿No te incomoda saber que frente a tu habitación hay dos hombres teniendo sexo?

- No, me da igual – mintió. La realidad era que algo de eso le molestaba pero nada tenía que ver con algo homófobo.

- Es raro que vivan juntos... - habló por lo bajo, aún mirando de lejos al pelinegro – Te habrá mirado de manera extraña muchas veces.

- Es mi amigo, y él tiene su vida, no me ve de esa forma – comentó mientras terminaba su café. Observaron que Jungkook se acercaba, con una taza de café en manos y se paró a unos pocos metros.

- Si gustan de más café, dejé preparado allí – hizo una seña con su cabeza hacia la cocina, y bebió un largo sorbo, mientras sus ojos se posaban únicamente en los de Jimin, que le miraba de arriba abajo. Tapó su sonrisa con su tasa, sabiendo lo que pasaba por la mente de Jimin en esos momentos – Bien, ya me voy a estudiar – Volteó y caminó hacia su habitación.

- Jimin – le llamó la chica, el castaño parpadeó y volvió su mirada a ella, quien le miró confundida, porque parecía haber mirado a su amigo más de la cuenta, y se había notado de allí a la China.


Fueron varias las veces que Seulgi se había encontrado con Jungkook en la casa estando en ropa interior y al principio le incomodaba, pero luego eso se convirtió en real molestia. Porque sentía que incluso un chico podría sentirse atraído por la forma tan coqueta con la que el pelinegro caminaba por allí, con ese trasero bien formado, su pequeña cintura, con su ropa interior apretada, como si fuera lo más normal del mundo estar de aquella manera frente a una pareja que quería tener un momento de paz e intimidad.

Jungkook se ponía a hablar por teléfono en la cocina mientras se preparaba comida, riendo con quien fuera que estaba hablando, y si era con Taeyang se escuchaban a veces algunas palabras groseras u obscenas. Jungkook sabía cómo coquetear, eso era claro porque no dejaba de ser juguetón ni insolente en ningún momento.

Seulgi llegó a sentir celos de él, porque algo le decía que era una competencia, tanto que no se pudieron llevar bien en ningún momento, y todo culminó cuando ella, en su intento por sorprender a Jimin una mañana temprano, un domingo, dándole una visita. 

Ella tenía una copia de las llaves, y entró a la habitación del castaño y se encontró con su novio recibiendo una mamada de su mejor amigo.

- ¿Jimin? – habló con una mueca de confusión al ver a su novio disfrutando de aquello, quien apenas escuchó su voz abrió los ojos de sobre manera, Jungkook se alejó de inmediato, girándose a verla. Ella bajó su mirada para ver al pelinegro con rechazo - ¿Qué es esto...? – su cara se deformaba a tal punto que se notaba que no sabía si sentir odio, angustia o si creer que era mentira lo que veía.

- Seulgi... - le llamó con una voz insegura mientras subía sus pantalones, atinando a levantarse de la cama.

- ¡No! – le salió gritar. Se alejó un poco mientras Jimin se ponía de pie, y ella miró a Jungkook apartarse y limpiándose la boca - ¿Me engañas con él? – preguntó, refiriéndose con desprecio y asco al pelinegro – Esperaba que me engañaras con una puta en todo caso pero... esto... que me engañaras con un hombre... y con éste que vaya a saber qué enfermedad tiene... - Jungkook la miró con odio, porque ya no planeaba esconder lo que sentía por ella, y casi quiso reír, pero en cambio ella lo hizo – Qué maldito asco.

- No hables así de Jungkook – dijo Jimin con un tono de voz duro, ella se sorprendió y le miró con ojos llenos de lágrimas.

- ¿Y planeas defenderlo? – le preguntó dolida – Te he presentado a mis padres, y todo estaba bien, ¿y tú te estabas acostando con él? Eres un maldito marica.

El ambiente se estaba tornando demasiado pesado, caótico, sin saber para dónde podría dirigirse todo aquello. Seulgi no quitaba su mirada de desagrado, la mueca en su rostro mostraba lo horrorizada que estaba con todo aquello, porque se sentía humillada, engañada y traicionada luego de todo ese tiempo.

De todas formas, los sentimientos de alguien en particular, el pelinegro que sólo miraba y escuchaba con atención las cosas que ella decía, pensaba que jamás le hubiera importado lo que alguien como esa chica diría, pero al final, sus palabras entraron tan fuertemente a él como habían salido de esa boca. Porque la persona que Jimin había elegido se estaba dirigiendo hacia él con tal desprecio que él mismo podía sentirlo.

- No significa nada – dijo – Jungkook es mi amigo, no somos nada más – habló de forma calma, ignorando los estragos que esas palabras generaban en el pelinegro.

- ¿Es sólo un polvo?

- Sí – respondió y Jungkook ya no quería estar allí. Ella rió con indignación.

- ¡Para eso me tienes a mí, Jimin, te he dado todo lo que tenía! ¡Todo! – dijo con la voz elevada - ¿Él qué mierda te dio? – preguntó – Espero... - ella se quedó atónita por un instante – Espero que lo hayas hecho con condón... - su cara era casi como si estuviera viendo una película de terror – Él se acuesta con medio mundo, seguramente-

- ¡Cállate, Seulgi! – le gritó y ella se paralizó, mirándole con incredulidad.

- Esto es una locura... - musitó. Dejó la habitación y Jimin le siguió rápidamente.

- Seulgi... Espera – la tomó del brazo y ella se soltó bruscamente mirándole con rencor.

- ¡No me toques! – dijo con disgusto – Me das asco. Ambos me dan asco - Se fue enfurecida, tirándole las llaves casi en la cara y dejando la casa, alejándose de toda esa maraña de caos y engaño.

Jimin suspiró con pesadez, porque había sido una situación que jamás se imaginó, aunque para ser sincero, ¿Cuánto esperaba que algo así no saliera a la luz? No era la primera vez que una de sus novias le hacía algún comentario acerca de Jungkook, desconfiando de él. Se sentó sobre el sillón. Se sentía enojado consigo mismo, con todo a su alrededor. No sabía por qué, pero no se sentía dolido porque ella le había dejado, pero sí estaba molesto y hubiera preferido que las cosas le siguieran tan estables como siempre, porque incluso a sus padres les había gustado Seulgi. No pensaba que a esa altura sus padres le siguieran importando.

Levantó su mirada, Jungkook estaba parado, apoyado contra la pared del pasillo, con los brazos cruzados. Se miraron por un rato sin decir nada. Jungkook sentía que dentro de él, una llama cálida estaba luchando para no morir, una pequeña chispa que le mantenía respirando en ese momento. Jimin rompió el silencio.

- Ven aquí – le dijo, y la llama comenzó a revivir. El frío se estaba disipando. Se acercó con pasos cuidadosos. Jimin le tomó de la mano y lo acercó. Jungkook se sentó a horcajas sobre su regazo siendo recibido con un beso, invitándolo a besarlo y tocarlo.

Quizás Jimin estaba molesto y desquitándose. Se besaron fuertemente, con molestia, con rencor. Mordiéndose, y lamiéndose cuando se lastimaban. Las manos de Jimin le recorrieron por completo, apretando su piel tan fuerte que le sacaba gemidos dolorosos. Ambos se desabrocharon sus pantalones, el castaño bajó de un tirón los de Jungkook y le apuró a sentarse sobre su erección, penetrándole con fuerza. Jungkook cosía sus heridas de a poco, con cada beso pesado y enojado que Jimin le daba, porque estaba descargándose con él. Cada beso hacía que sus heridas escocieran, que ardieran en su pecho.

Lo hicieron hasta llegar al orgasmo y, por primera vez, Jimin no había usado condón, y no le había importado, a ninguno de los dos.

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