10. Deja que me olvide de ti
Era como un deja vu, las mismas imágenes se repetían, las mismas situaciones. Todo igual que cada fiesta, todo igual que la noche anterior. Probablemente perdería su hígado ese mismo fin de semana y mataría la mitad de las neuronas que le quedaban.
Todo el día se había sentido mareado, porque el alcohol aún seguía dando vueltas por su sistema incluso si había ido al baño y había tomado agua. Suponía que la cantidad de alcohol era tanta que aún no podía sacarse esa sensación horrible de resaca y dolor en todo su cuerpo. Se sentía tan pesado que apenas podía caminar.
Sus amigos seguían bailando, alcoholizados y la novedad era que al parecer lo de Jin y Namjoon iba bastante en serio, porque habían estado toda la tarde juntos e incluso en ese momento bailaban y se besaban. Era bueno que alguno de ellos al menos tuviera suerte con el amor, porque Taehyung seguía detrás de Hoseok sin poder confesarle sus sentimientos. Y Jungkook, bueno, él mismo sabía que el amor no tocaría su puerta. Le pareció un buen momento para verse con Taeyang y vaciar sus sentimientos en él, pero eso era imposible en ese momento.
Jimin no había estado con ellos en toda la tarde, sino que lo había visto de lejos con su novia, riendo y pasándola bien como cualquier pareja, y eso le daba ganas de vomitar.
Su amigo había estado con chicas toda su vida, pero cada vez se volvía más molesto y podía tolerarlo menos. Quizás porque sus sentimientos por él se acrecentaban en vez de disminuir su intensidad con el tiempo.
Eso de que el tiempo sana no parecía estar funcionando en él, más bien con el tiempo se dañaba aún más mientras sus sentimientos decantaban en su corazón, al parecer para quedarse allí durante un tiempo prolongado e indefinido.
Incluso todo el dolor de su pasado, del odio de su madre y de haber sido abusado parecía haber quedado tapado por todo el dolor del rechazo de su mejor amigo.
Sentía que se había quedado sordo, quizás era porque la música estaba demasiado alta, o era un efecto secundario del alcohol, porque se sentía entumecido, todos sus sentidos se habían opacado hasta el punto de no sentir si quiera todo el sudor que bajaba por su cuello hasta su espalda. No sentía que el calor que hacía allí era demasiado. No sentía que su corazón palpitaba demasiado rápido y su respiración estaba agitada por momentos y demasiado lenta por otros.
Sus piernas estaban débiles y no podía siquiera seguir sosteniendo la botella en su mano, la cual terminó por caer al piso, estallándose en pedazos.
Quiso buscar a sus amigos pero no los veía por ningún lado.
La casa tenía unas habitaciones también, en el segundo piso ya que era tan grande que tenía lugar para varios dormitorios donde aquellos que no estaban en las cabañas se quedaban.
Vio los pasillos extensos, llenos de puertas, y no recordó en qué momento había subido las escaleras, pero su brazo estaba siendo tomado por una mano que lo apretaba fuerte, mientras que por detrás lo seguía alguien más, sosteniéndolo de los hombros, haciéndolo caminar a empujones. Eran dos chicos que no sabía de dónde habían salido, su mente estaba demasiado dispersa como para comprender la situación.
Con pasos torpes, finalmente terminó en una de aquellas habitaciones. Sabía para qué estaba allí, sabía lo que sucedería y le parecía bien, de hecho lo necesitaba, aunque no pensaba que fuera capaz de hacer algo y tampoco de recordarlo al día siguiente.
Por momentos era como despertar de un trance sin recordar cómo había llegado allí, ni en qué momento le habían desnudado y puesto sobre sus rodillas sobre la cama.
Se sostuvo como pudo contra el colchón apoyando sus manos sobre este y sus brazos le temblaban, pero aun así intentaba mantenerse firme, aunque le costaba porque estaba mareado y débil.
Alguien le empujaba desde atrás, irrumpiendo en su cuerpo, sintiendo un ardor dentro suyo que iba y venía con cada movimiento mientras él simplemente intentaba mantener la fuerza en sus brazos, de rodillas sobre el colchón y dejando su cabeza a gachas. Las penetraciones eran fuertes, brutas, y podía escuchar los gemidos detrás de él. Se dijo a sí mismo que simplemente lo disfrutara, cerró los ojos y no hizo más que esperar que la sensación placentera comenzara a brotar de su cuerpo. Era leve, y agridulce.
Su pecho se sentía agobiado porque si no podía tener el amor de su mejor amigo, entonces no quería nada. Lo único que quería era que aquello se llevara la presión que sentía en su corazón, porque esa sensación era abrumadora que ya no sabía qué hacer para matar sus sentimientos. Quería que acabaran con él porque incluso lo poco que quedaba de sí mismo aún le traían sentimientos angustiantes, necesitaba que se lo quitaran de adentro suyo porque no quería poder amar si no podía ser amado.
Pero en realidad quería un beso, que le dijera que todo estaba bien, que él valía la pena, que él no tenía que hacer eso. ¿Dónde estaba?
Mientras su cabeza luchaba entre querer aferrarse a sus sentimientos y querer destruirlos a la vez, por momentos olvidaba qué hacía allí. Pensaba en alguien pero, ¿A quién se refería? A penas podía recordar su nombre. Sabía que su interior dolía pero ya no sabía el por qué. Era el alcohol o era que su alma ya había decidido morir en vida.
Sintió que su miembro estaba respondiendo a las estocadas, aun así él no podía moverse. Quería ser tocado porque era mejor ser aquello y terminar por no sentir nada antes que ser consciente de ese vacío imposible de llenar, antes que sentir esa necesidad de tenerle cerca, de ser abrazado y besado porque no podría tenerlo y no podía soportar más esa realidad.
Unas manos le sostuvieron del cabello, llevándole la cabeza hacia atrás para que la levantara. Sus brazos comenzaron a flaquear y dobló sus codos porque ya no podía sostenerse. Sus piernas iban por el mismo camino. Estaba tan cansado y pesado que sentía que el colchón lo estaba tragando.
Esos dos chicos que estaban con él se turnaban para penetrarle, mientras le pegaban en el trasero o lo sostenían fuerte de la cintura para que elevara su pelvis y les dejara el paso libre para introducir sus miembros duros en él. Los escuchaba gemir de forma ronca, al parecer la estaban pasando realmente bien, disfrutando de lo que era tener el paso tan fácil en alguien que estaba más cerca de desmayarse y perder la consciencia.
No pudo soportar la fatiga en sus músculos y dejó caer su cuerpo, porque las estocadas de todas formas eran demasiado fuertes como para seguir manteniéndose, por lo que quedó recostado mientras ellos seguían con lo suyo.
Sentía placer, pero demasiado superficial, no llegaba realmente a despertar su deseo sexual pero eso era mejor que nada. Sin embargo, uno de aquellos chicos finalmente terminó, penetrándole lo más profundo que podía y acabando dentro, llenándole con su semen, porque no, no tenían condón. Le siguió el otro chico, quien le penetro tan rápido como su cómplice se había separado de Jungkook, y fueron necesarios unos cinco minutos más de estocada tras estocada para que ese chico se viniera dentro también. Podía sentir un líquido viscoso desde adentro de su cuerpo.
Escuchó a los chicos decir alguna que otra guarrada mientras reían, tocándole su entrada y metiendo sus dedos, porque no les había sido suficiente con hacerle todo aquello cuando él estaba ya con sus ojos cerrados, escuchando todo lo que ocurría afuera pero no podía abrirlos.
Había pasado media hora, hasta que alguien llegó a la habitación y en su intento en vano por despertarlo simplemente llamó a uno de sus amigos para que le ayudara, mientras intentaba mantener la calma.
- Por favor, Tae, trae a alguien más contigo, estoy en el segundo piso, habitación 13. Jungkook necesita ayuda. – su respiración estaba agitada mirando el cuerpo de su mejor amigo desplomado en esa cama desastrosa, el efecto del alcohol parecía haberse ido de su cuerpo al mismo instante que vio a Jungkook allí - ¡Que vengas, mierda, a la habitación 13 del segundo piso! ¡Ya! – gritó porque su amigo no le escuchaba del otro lado del teléfono. Cortó.
Jimin le miró con mirada angustiada, mientras sus manos temblaban levemente. Buscó entre toda la mierda de los placares y cajones de la habitación, encontrando unas toallas que utilizó para poder limpiarlo, y mientras lo hacía sentimientos de ira y culpa le llenaban por completo. Tiró la toalla al suelo con enojo y pateó el placard detrás de él, seguido de varios puñetazos que le dejaron sus nudillos rojos y raspados.
Le tapó con las sábanas del lugar y se sentó a su lado, mirando su rostro, lo tan apaciguado que se veía y se sentía tan mal por no haber estado allí para protegerle, para cuidarlo y evitar todo eso. Se sentía triste, se sentía arrepentido, pero es que su novia le había pedido que quería pasar más tiempo con él, como pareja y ella tenía el derecho de pedírselo.
Finalmente, Taehyung y Yoongi llegaron.
- ¿Qué mierda pasó? – preguntó Yoongi mientras el rubio se acercaba rápidamente a ver cómo estaba su amigo.
- Le encontré así... - dijo con pesar Jimin.
- Hijos de puta... - masculló Taehyung - ¿Quiénes fueron?
- No tengo ni puta idea, pero cuando lo sepa les golpearé tanto que no recordarán sus nombres – su furia se incrementaba cada vez que miraba a su amigo y veía lo inconsciente que estaba.
- Vamos a vestirlo – Yoongi tomó las ropas del pelinegro que estaban tiradas por todos lados y los tres amigos le vistieron con cuidado. Hasta que finalmente pudieron poner su ropa en su lugar, con dificultad pero con éxito. Aun así, el movimiento revolvió el estómago de Jungkook, quien aún inconsciente tuvo el reflejo del vómito y tan rápido como sus amigos notaron que iba a largar todo lo que tenía su organismo, lo acomodaron para que vomitara en el piso. Por un momento abrió los ojos levemente, pero los volvió a cerrar en el instante que dejó de vomitar.
- Saquémoslo de aquí.
Fue un largo y tedioso camino hasta la cabaña. Los chicos hicieron su mayor esfuerzo para llevarlo, con gran paciencia porque la gente entorpecía su paso y porque además tuvieron que parar dos veces para que su amigo volviera a vomitar.
Una vez dentro de la cabaña, los chicos se encargaron de quitarle la ropa a Jungkook, dejándole sólo sus bóxers, sentándolo en su cama. Tenía sus ojos cerrados pero ahora podía mantener su peso estable aunque se balanceaba un poco. Estaba tan alcoholizado que no era capaz de abrir sus ojos, le pesaban.
Taehyung tomó unas servilletas mojadas y limpió el rostro del chico, para quitarle el sudor y los restos de vómito de su boca. Ya había vomitado unas tres veces. Era nefasto, pero le vendría bien para deshacerse de la cantidad de alcohol que había ingerido.
Le llevaron un vaso de agua y lo incitaron a tomar. Lo bueno era que había respondido, tomando unos sorbos, se veía sediento, pero tampoco querían que tomara mucho de repente.
- Kook, ¿Cómo te sientes? – preguntó Tae, a lo que Jungkook sólo respondió un "Hmm", que realmente no sabían qué significaba, pero lo bueno era que podía escucharlos. Jimin le miraba aún sintiendo remordimiento e ira, le dolía verle así. Incluso con esos golpes en su rostro, sus ojos cerrados y sudado, no dejaba de verse lindo.
- ¿Quieres algo? ¿Quieres dormir? – preguntó Yoongi. Pero Jungkook no respondió – Sabes, lo bueno será que te bañes, apestas a alcohol y vómito – dijo con algo de amargura – pero aun así sigues viéndote bien – le dijo en forma de cumplido y Taehyung rió pegándole en el hombro.
- Yo me quedo con él – dijo Jimin, apresurándose a lo que fuera que los chicos decidieran hacer – Ustedes vayan, yo me encargaré...
- ¿Estás seguro? – preguntó Taehyung.
- Sí, quiero estar sólo con él ya que lo dejé solo...
- Hey, no te culpes por esto – dijo Yoongi dándole un codazo.
- Sólo quiero cuidarlo, voy a darle un baño.
- Está bien – asintió Taehyung – Llámanos si necesitas algo, por mi lado no seguiré tomando, esto se nos fue de las manos.
Se fueron, dejando la cabaña en silencio y el sonido de la música era lejano. Jimin miró al pelinegro sentado como podía en la cama. Se acercó a él, tomándolo del brazo y tironeando suavemente de él.
- Vamos, tomarás un baño... - le habló con voz suave y baja. Jungkook no respondió, simplemente hizo fuerza para levantarse, o más bien la fuerza había sido por parte de Jimin. Lo sostuvo fuerte y a paso lento lo llevó al baño de la cabaña.
Le hizo entrar a la ducha, y sostenerse con cuidado de la pared mientras él se encargaba de hacer correr el agua, haciéndola tibia y a una temperatura que por lo poco que podía sentir Jungkook le era agradable. Jimin procedió a quitarle el bóxer, deslizándolo hasta que éste cayó al piso y Jungkook levantó sus pies para quitárselo completamente, porque a pesar de estar con medio sistema nervioso funcionando, podía comprender la situación.
- Sostente de mí – le dijo, y Jungkook apoyó sus manos en los hombros de su amigo, mientras la lluvia de la ducha caía sobre él, mojando su cabello y llevándose los restos de aquella noche miserable. Parecía tranquilo, angelical, mientras las gotas caían por su delicado rostro y recorrían su piel. Su respiración era calma, como si de a poco volviera a la vida, respirando aire puro. Llevó sus manos al rostro del pelinegro, acariciándolo y limpiándolo. Sonrió de lado – Qué lindo eres.
Pasó media hora en la que con todo el cuidado que podía, limpió su cuerpo lo suficiente como para borrar cualquier rastro de depravación que manchara el cuerpo delicado y bello de Jungkook.
Lo vistió con ropa cómoda y limpia, volvió a darle de tomar agua, incluso le dejó ir al baño. Y poco a poco Jungkook estaba mejor, algo más consciente. Le recostó en su cama, tapándolo con las mantas y acomodándolo de costado por si se le ocurría vomitar en algún momento. Se acostó a su lado, porque no lo dejaría ni un segundo solo, y porque además quería estar con él.
Le observó todo lo que quiso antes de caer dormido mientras le acariciaba el rostro con suavidad.
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