Capítulo 5: Miedo
{Jason Sullivan}
La clase de matemáticas al fin finalizó, recogí todas mis cosas y me puse de pie saliendo del salón sin mirar atrás.
Avancé apresurados por los largos pasillos de la preparatoria abarrotados de alumnos yendo hacia todas partes, los empujaba para quitarlos de mi camino, en serio necesitaba ir al baño.
Al ver la puerta amarilla con el letrero de "chicos" encima festejé internamente y entré corriendo, tiré mi mochila al suelo y me encerré en uno de los cubículos.
Que satisfactorio poder orinar después de tantas horas.
Salí más calmado arreglando mi ropa, lave mis manos y observé mi rostro pálido en el espejo roto y sucio.
Hice una mueca mirando un pequeño granito en mi pómulo derecho, al menos las ojeras en estos momentos no eran tan notorias.
Recogí mi mochila del suelo y salí del baño caminando hacia la azotea, lugar al que solía ir a dibujar en mis horas libres.
Al llegar fruncí mi ceño ante el olor a cigarrillos, empujé la puerta metálica haciendo que esta soltara un chirrido molesto. Avancé por el lugar desconfiado mirando a ambos lados, un empujón a mis espaldas me hizo caer al suelo de rodillas.
Jadeé al sentir un tirón en mi cabello, Dominic sonreía mientras apretaba este, me empujó de nuevo bajo las burlas de Mattehw y Alexander. Me arrastré por el suelo tratando de alejarme de ellos hasta que mi espalda chocó contra el muro haciéndome saber que no había a dónde ir.
Jace apareció entre ellos fumándose un cigarrillo, sonrió burlón al verme y lo arrojó hacia mí tratando de hacerme daño.
—Miren a quien tenemos aquí, es el rarito —todos rieron y yo bajé mi vista, avergonzado.
Dominic me puso de pie de forma brusca y lanzó mi mochila hacia un lado.
—Juguemos a la pelota, chicos —me tiró contra Alexander y este me agarró riendo volviendo a empujarme hacia Dominic.
Dominic me puso de espaldas contra él, sentí mis piernas fallar, fui empujado de vuelta hacia Alexander recibiendo esta vez un puñetazo de su parte que casi me hizo caer al suelo.
—Ven acá, rarito —Jace me agarró por el cabello haciéndome levantar la cabeza hacia él, mi nariz sangraba y mi respiración estaba agitada, su puño se estrelló con fuerza en mi rostro tirándome hacia atrás y esta vez fui sostenido por Dominic el cual reía con malicia a mis espaldas.
—Que asco, ya suéltalo —Dominic me empujó hacia el suelo mirándome con asco y escupió muy cerca de mí.
—Acabémoslo ya —pidió Alexander mientras pateaba mis costillas haciéndome jadear de dolor.
Patadas y más patadas comenzaron a llegar a mi cuerpo nublando mi mente, cubría mi rostro con mis brazos mientras temblaba y sollozaba por los golpes.
Una patada en el estómago me dejó sin aire, sentía sus pasos alejarse mientras reían. La puerta fue abierta de nuevo y pasos apresurados llegaron a mí.
—¡Jason! Jayjay ¿Qué pasó? —abrí mis ojos encontrándome con Chris el cual sostenía mi cuerpo y me revisaba con preocupación.
Al ser consiente de que ya los golpes habían terminado por hoy lo abracé con fuerza comenzando a llorar contra su cuerpo, Chris acariciaba mi espalda y mi cabello haciéndome sentir seguro.
Justo como cuando éramos niños.
—¿Te duele mucho? —sostuvo mi rostro entre sus grandes manos mirándome con preocupación—. Que pregunta tan tonta, por supuesto que duele mucho.
—E-estoy bien —mi voz se entrecortaba, me sentía sin fuerzas para hablar.
—Vamos, te llevaré a mi casa para curarte —me ayudó a ponerme de pie, recogió mi mochila y me ayudó a bajar las escaleras.
Por el camino nos encontramos con el profesor Santiago, nos miró boquiabierto y algo sorprendido por mis condiciones.
—Lo llevaré a casa para cuidarlo — informó Chris, el profesor asintió y le dio dos palmadas en su hombro.
—Corre muchacho, ve, yo los cubro.
Ambos salimos de la escuela, me sostenía de Chris para no caer, me sentía como un muñeco que ha sido dejado de caer desde un edificio y luego lo atropellaron varias veces.
—¡Me muero! —chillé mientras tiraba todo mi peso sobre Chris y este trataba de mantenerme en pie gruñendo.
—¿Por qué tanto drama?
—Es que me muero, Chris, mis piernas son pequeñitas, mi cuerpo es muy débil y me siento muy cansado.
—Ven acá —me cargó haciendo que mis piernas quedaran alrededor de su cintura, abracé su cuello y escondí mi carita en este disfrutando de su olor masculino.
—¿A qué huelo yo?
—¿He? Haces preguntas muy raras.
—Es que tú hueles a hombre y quiero saber a qué huelo yo.
—Hueles a café —me olfateó un poco haciéndome reír—. Chocolate y un poco de vainilla.
—¿En serio? Increíble.
Al llegar a su casa Chris entró conmigo en sus brazos, ambos riendo mientras hablábamos sobre mi nulo conocimiento sobre pájaros, o como dices Christopher, "aves".
—Veo que se divierten, chicos.
Ante aquella voz varonil me asusté y bajé torpemente de los brazos de Chris casi cayendo al suelo si este no hubiese sostenido mi cintura.
—¡Señor Sax! Cuantos años sin vernos.
—Jason, te he dicho que me llames Victor —sonrió amable— ¿Qué le pasó a tu rostro?
—Sigue siendo igual de preocupado. Me caí.
—Y tú sigues siendo un mal mentiroso. Christopher, ve a curarlo, les haré una merienda.
—Gracias papá —Christopher tomó mi mano haciéndome subir con él.
—¡Gracias señor Sax!
Al entrar a su habitación sentí un deja vu, todo estaba exactamente como lo recordaba, solo que la cama ahora era más grande y las sábanas ya no eran de los power rangers.
—Acabamos de mudarnos así que no he podido arreglar mucho —avisó mientras me sentaba en su cama, agarró el botiquín y se acomodó entre mis piernas mientras comenzaba a limpiar mis heridas.
—Jason deja de moverte.
—¡Es que me duele!
—Eres taaaan dramático —volcó los ojos y yo golpeé su mano haciendo que me soltara, me crucé de brazos haciendo un pequeño berrinche.
—Jason... ¿Cómo sucedió esto? —sentí que la cama se hundió a mi lado, pero no quise mirarlo.
—Ya lo dije... me caí
—Jason, estos golpes fueron hechos por alguien —tomó mi rostro entre sus manos obligándome a mirarlo a los ojos.
Ver la tristeza y preocupación a través de sus ojos oscuros contrajo mi corazón. No quería hacerle sufrir, ni mucho menos que se preocupara.
—Dime ¿Quién fue el hijo de puta que te hizo esto JayJay? Juro que voy a matarlo.
No, lo último que quería era darle más problemas.
—No fue nadie Chris. En serio, todo está bien —sonreí y él juntó nuestras frentes.
—Sabes que no estás solo, me tienes a tu lado JayJay —me quedé embobado viendo a sus ojos, la forma en que a pesar de ser tan oscuros transmitían luz.
Su aliento contra mi boca me hizo bajar la vista hacia sus labios, relamí los míos al ver la cercanía.
—Traigo la merienda.
Ambos nos separamos viendo al señor Sax entrar con una bandeja de frutas, pan y jugo.
—Coman, en especial tú Jason, estás muy delgado —asentí haciendo puchero mientras comenzaba a atragantarme con la comida.
Esto de vivir a base de pan y café no es tan genial como lo creía.
(...)
La mañana estaba estúpidamente fría, no podía evitar temblar a cada paso, mi delgado cuerpo solo era arropado por un suéter sencillo que no protegía del frío.
Los pasillos de la preparatoria estaban desolados y fríos, todos los estudiantes debían estar en sus salones resguardándose de la frialdad.
—¡Jason! Amigo —Charlie llegó a mi lado sonriente, lucía radiante como siempre, su cabello rubio estaba más largo y caía frente a su rostro, sus mejillas enrojecidas por el frío resaltaban sus pecas.
Caminaba relajado a mi lado con sus manos dentro de sus bolsillos como si no se estuviera muriendo de frío.
—¿A caso no sientes frío Greene?
—Pensé que habíamos dejado la etapa de llamarnos por nuestros apellidos atrás —se rio—. Y solo hace un poco de frío, no es nada del otro mundo. En mi antiguo hogar siempre hacía frío así que estoy acostumbrado.
—Wooow, eso es genial. Yo no soportaré este frío por mucho tiempo —ambos entramos al baño, miré mi rostro golpeado, las ojeras habían vuelto y parecía un zombie salido de the walking dead.
—¿Qué le pasó a tu rostro?
—Me caí.
—Mentiroso. Entiendo que aún no tengas la confianza en mí para decirme, sin embargo aquí estoy, si necesitas mi ayuda no dudes ni un segundo en pedirla y cuando te sientas listo para hablar al respecto, aquí estaré.
Me abrazó rodeándome con su calor deteniendo el temblor de mi cuerpo y haciéndome sonreír por la comodidad.
—¡Eres tan caliente como el sol! ¡Eres mi solecito!
Un chico moreno salió de uno de los cubículos arreglando su ropa y nos miró raro por mi comentario.
Mis mejillas se pusieron muy rojas mientras el rubio estaba en escandalosas carcajadas.
—Así que soy caliente, Sullivan.
—Callate —golpeé leve su cabeza y comencé a caminar alejándome del baño mientras él corría para alcanzarme sin poder detener sus carcajadas—. Y pensé que la etapa de llamarnos por nuestros apellidos ya la habíamos dejado atrás.
—Usando mis palabras en mi contra, genial.
Salimos al campus entre insultos y bromas (y mis quejas por el frío)
Era un amante encarecido por el frío.
Sin embargo no lo toleraba bien...
Mi opinión es que en tiempos fríos deberíamos estar en nuestra casa bien arropados viendo alguna buena serie y comiendo.
Mi vida ideal.
—Siéntate aquí, así dejas de temblar. Pareces un hámster a punto de morir — Charlie me sentó en el suelo a que me diera el "sol".
El temblor en mi cuerpo no paraba, mis labios se sentían secos, mis manos entumecidas.
Un agradable calor me envolvió de pronto haciéndome cerrar los ojos a gusto.
—Eres muy enfermizo, no toleras el frío, no quiero que te enfermes —luego de colocarme bien su enorme abrigo Christopher se sentó frente a nosotros.
—Alaaa, pero si es el jugador sexy del otro día.
—Christopher Sax, un gusto —sonrió amable haciendo que las mejillas de Charlie se sonrojaran y yo volcara los ojos.
—Charlie Greene, el nuevo mejor amigo de esta zanahoria.
—¡Te estoy oyendo! —mee quejé aferrándome al abrigo de Chris, aspirando su olor mientras los otros dos se reían de mi pequeño ataque de enojo.
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