30 || Historias y pesadillas
Miré a la puerta (de muevo) y (de nuevo) no había nada. Algo me observaba, yo lo sabía, esperaba a que me durmiera para atacarme como vil cobarde. Algo feo, con cuernos, dientes o sangre. Estaba sentada en el lugar de la almohada, cubierta hasta las narices por la cobija.
De repente, algo abrió la puerta
—¡Ah! —grité con todas mis fuerzas y tomé lo primero que estuvo a la mano para lanzarlo directo en esa dirección: mi teléfono.
—¡Ah! ¡Auch! —escuché la voz de Jack—. Perdón, ya me voy, pensé que era la puerta del baño.
—¿¡Del baño!?
—¡Del baño, quiero orinar! —gritó exasperado. Luego se agachó avergonzado al caer en cuenta del silencio sepulcral—. Acuérdate que a Kristoff le tocó la recámara principal.
—Oh.
—¿Qué me lanzaste? —se rascó la cabeza y preguntó. Volteó hacia abajo y encontró el teléfono con la pantalla estrellada—. ¿Es tu teléfono?
—Ya... ya estaba viejo —le dije restándole importancia.
Jack se empezó a carcajear en voz baja mientras jugueteaba con el aparato en sus manos.
—Elsa, me lanzaste tu teléfono.
—Déjame.
Soltó la manija y se acercó a entregármelo, se lo recibí.
—Yo ehm, gracias. —Él asintió y se dirigió a la salida, pero entonces el miedo del monstruo que obviamente no estaba ahí me volvió a invadir—. Uhm, ¿Jack? —se giró— ¿mmmetraesagua?
—¿Qué?
—Eh yo, agua, por favor —me salió una voz muy queda.
—¿Eh? —tuvo que acercarse más.
—Tengo sed, Jack.
—¿Y por qué no vas por agua?
Bonk.
—Porque... uhm... tampoco tengo tanta.
—¿Elsa tienes miedo?
—No.
—Son historias falsas, nada de eso pasó en la vida real.
—Que no tengo miedo.
—¿Segura? —A este punto ya se le andaba asomando una risilla.
—Segura.
—Porqué si tienes miedo, te traigo el agua y no pasa nada.
—No. Yo puedo ir por ella.
—Bueno.
Entonces me levanté y pasé a un lado de él. Si me temblaban las piernas, pero esperaba que debajo del pantalón de la pijama no se viera.
Para mi sorpresa, Jack me siguió hasta la cocina y me pidió uno también.
—¿Ves? Vacío.
Volteé a ver a mi alrededor y efectivamente, él tenía razón; todo era mi ansiedad. La sala, el comedor y la entrada, los tres estaban rodeados por un aura azul de la luz que entraba de la luna. Jack se subió de un salto a la barra del desayunador.
—Jack, bájate de ahí.
Le dio un trago a su agua, ignorando olímpicamente mi comando. Fruncí el ceño y bufé. Jack entonces volteó y en lugar de hacerme caso, palmeó la superficie donde reposaba su poco trasero.
—Ah, ah, ni lo pienses.
—Está cómodo. —Lo miré mal—. ¿De verdad quieres quedarte parada? ¿Qué tal que se aparece el demonio garras largas y te jala?
Le di un manotazo en el hombro.
—No es gracioso. Ya me voy a dormir.
—Bueno. Hasta mañana, Elsa.
Caminé un par de pasos sin voltear y entonces lo escuché suspirar y tocar el suelo.
—¿Ves? —me giré— no era tan difícil.
—¿Un banco te acomoda más?
Asentí y regrese sabiendo que aunque pegara la cabeza en la almohada no me iba a dormir hasta estar completamente exhausta por el miedo que tenía. Le di un traguito a mi vaso entonces.
—Fresca, ¿no?
—Bastante.
Se instaló un pequeño silencio incómodo, en el que jugué un poco con las uñas, repiqueteando los dedos en la mesa unos segundos antes de que se me ocurriera decir algo. Me presioné un poco porque si Jack se aburría, me quedaba sola y no quería quedarme sola por ningún motivo.
¿Qué tal que venía el monstruo garras largas?
—No esperaba que mi cuñado fuera fan de las historias de terror. —Me aclaré la garganta sin subir la mirada aún—. Digo, de Hans ya lo sabía; que es fan...
—Se le ve.
—¿A qué te refieres?
—Se le ve un aura psicópata.
—Oye. —Lo empujé y se carcajeó en voz baja—. Que no te escuche Anna. —Me aclaré la garganta y seguí—. Y a Susan siempre le han gustado las historias de monstruos.
—¿De monstruos?
—Hombres lobo, vampiros...
—Se cuáles son los monstruos, Elsa.
—Vaya, los clásicos. Se ha leído Frankenstein unas cuatro veces.
—¿Susan lee? —se encoge de hombros—No se le ve.
—Le bajas con mi amiga. —lo amenacé y se rio—. Y le gustan las leyendas japonesas.
—Yametekudasai— dijo en la voz más chillona que pudo.
—¡Cállate! —chillé y se puso la mano en la boca para no echarse a reír—. Eres un simplón.
—¿Y se me ve?
—Bastante —murmuré y agarró aire—. Y las nórdicas y las mexicanas.
Esta vez solo asintió.
—Me quedé esperando una impresión de los nórdicos o los mexicanos.
—Eso me haría racista. —Asentí—. Además, ¿qué quieres que diga? ¿"Arriba los corridos tumbados"?
—Se infarta Miguel.
—¿Por qué?
—Imagina que pintas; llevas años estudiando...
—ajá.
—Y entonces llega una persona que después de pintar dos caricaturas las vende al triple que tú porque se vuelve viral en redes sociales. ¿Cómo te caería?
Jack frunció los labios y me dio la razón.
—Aún así tendría la certeza de que mi trabajo es mejor.
—ajá...
—Por qué nadie es mejor que yo.
Rodé los ojos. Por primera vez creí que escuchar algo maduro salir de su boca.
—Por supuesto. —Se carcajeó un poco.
—Pero ya en serio, cuando uno tiene seguridad y confianza en si mismo, no tendría por qué afectarte lo que hacen los demás.
Y ahora sí me sorprendió.
—Bueno... supongo que tienes razón.
Y por un segundo se asomó una de las virtudes que en su momento vi, una que siempre parecía esconder debajo de esa fachada de escénica comedia, que a veces parecía más un acto.
Eso o es un hombre promedio; payaso.
—¿Incluso si... hablan mal de ti, cómo... directamente?
—Especialmente si hablan de ti.
Le di otro trago a mi agua y bajé el vaso. Jack suspiró y se acomodó de manera que su pierna izquierda quedó sobre su rodilla derecha y sus manos sobre ella.
—En la universidad dijeron algo de mi, algo feo —tragó— y me dolió un poco al principio. Fue esa experiencia que me lo enseñó.
—Supongo que éramos jóvenes e inmaduros y eso... —me sobé el bazo. —La universidad tuvo sus cosas buenas y malas, vaya, como todo. Por ejemplo... hicimos buenos amigos. —Levanté la cabeza—. Hace poco volví a ver a Merida, tiene un negocio de repostería.
Jack levantó las cejas sorprendido.
—Jamás me la hubiera imaginado dedicándose a eso.
—Ya lo ves —reí— la vida da muchas vueltas.
—Si pues. Nosotros dos somos un ejemplo de ella. —Rio— tampoco me hubiera imaginado planeando la boda de tu hermana.
—Yo tampoco.
Reí para mis adentros y volví a mirar mi vaso. Lo medite por unos segundos y aunque me pareció una idea muy loca, tampoco me sonaba tan fuera de lo común.
—¿Crees que Anna haya querido que... nos reconciliáramos? —le pregunté y le tomó unos segundos mostrar un ceño de confusión—. No de una manera... ugh... quizás para poder cerrar el ciclo o sanar. Ugh, no lo sé, no sé qué estoy diciendo.
—Si es algo evidente que la conversación en algún momento iba a ir hacia allá —afirmó Jack.
—Bueno, no necesariamente... pudimos hacerlo dejado en términos de trabajo y... y ya.
—¿Eso sería cómodo para ti?
—Sí. Sí, de hecho sí. —Me levante de la silla y di un par de pasos sin determinar realmente el sentido de esos.
—¿Entonces por qué terminamos aquí?
—No lo sé, Jack. —Me agarre la cabeza—Verte me hace recordar el sabor metálico de la traición que sentí en su momento —confesé así sin pensarlo mucho—. Y Anna lo sabía perfectamente, no entiendo por qué... quizás ha pasado mucho tiempo, pero en una de esas pensaba que debía de confortarlo.
—Elsa, para, estas sobrepensando.
—No. Sí, sí estoy sobrepensando, pero no, no voy a parar.
—Quizás solo quería que planeáramos su boda y ya, no que llegáramos a esto. —Dijo esta vez delimitando él la barrera emocional, lo que me hizo parar.
—Seguramente —afirmé. Me abracé a mi misma y me tallé los brazos con frío—. Tontas historias de terror.
Me di la vuelta dispuesta a encerrarme en mi recámara y ver videos hasta que amaneciera, pero algo que dijo, me hizo voltear en seco.
—Traición. —Frunció el ceño—. Lo que sentiste fue traición.
Quise abalanzarme en ese momento, estrangularlo y hablarle en ese tono sarcástico. ¿De qué otro modo quería que me sintiera después de lo qué pasó?
—Porque yo sentí traición también.
—¿Disculpa? —Me adelanté. Aún con los brazos cruzados y la mano en el pecho—. Fue a mi a quien le fueron infiel y te recuerdo que fuiste tú. ¿De qué sientes tú traición?
—Fue un rumor, Elsa. No fue verdad.
—¿Y cómo se suponía que lo supiera?
—Decidiste confiar en el rumor que en mí lealtad Elsa; yo era tu novio, no todos esos idiotas.
—No quería que me nadie me viera la cara de imbecil.
—El rumor lo inventaron sus amigas para crearnos un conflicto. No llevó a nada al final.
—¿Qué?
—Ellas se ganaron tu confianza para decirte esa mentira, yo no te fui infiel con Aurora.
—Pero... esa fiesta.
—Me quedé en el estacionamiento fumando y platicando con Tothiana, nada más.
—¿Cómo esperas que me la crea? —siseé—. Si tú eras siempre el alma de las fiestas. ¿Ahora resulta que estabas en la esquina fumando?
—No soy robot, también me canso, Elsa. —Contestó con obviedad y desagrado—. Solo quise estar tranquilo un poco. —Suspiró—. Elsa yo te quería y te valoraba mucho, dentro de lo que se puede dentro de un amor juvenil. Realmente me dolió que pudieras creer eso de mi.
—Supongo que yo también era inmadura, ingenua y sugestionable. Yo también te quise, estaba muy enamorada. —Sonreí y bajé la mirada—Como nunca lo había estado de alguien. Y por eso me dolió. —Le levanté de nuevo y noté a Jack; la versión crecida y madura en la que se había convertido, que si bien no era el muchacho del que me enamoré, tampoco fue el que recordaba que me había traicionado; como si fuera otra persona, un lienzo en blanco... o no totalmente en blanco porque bueno, eso ya no se puede—. Como haya sido, ya pasó.
Asintió y tomé mi vaso para llevármelo a la recámara y me despedí.
—Aún con todo, fue bueno aclararlo. Así podemos llevarnos bien de ahora en adelante y disfrutar nuestra complicada tarea de planear la boda de mi hermana. —concluí.
—Es cierto.
No pensé en monstruos ni fantasmas por el resto de la noche.
Tengo que confesar que este fue un capítulo totalmente espontáneo e inesperado.
Estaba planeado originalmente que Elsa y Jack se tiraran tierra por más tiempo y se intensificara el "enemies" y la tensión que este trae. Pero por alguna razón, el libro me pedía este capitulo más pronto porque quería representar la madurez; al final la obra es un reflejo del artista y no creo que pueda escribir algo con lo que no me identifico, es lo que hace a Teaming, Teaming.
Aunque honestamente a veces siento que esta historia se escribe sola y solo soy una espectadora más JAJAJA
Te mando un beso, un abrazo. Espero que hayas disfrutado mucho este capítulo, ¡bye, bye!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top