29 || The wedding venue
29 || El lugar de la boda
Kristoff cerró la cajuela de la camioneta. Se volvió a Jack que estaba parado a un lado sosteniendo sus llaves y se sacudió el polvo de las manos golpeándolas un par de veces.
Él usaba una playera negra que remarcaba sus buenos hábitos de fisioterapeuta y había empacado una chaqueta con lana para ir al bosque junto con unas botas dignas de la canción de Nancy Sinatra.
Nos giramos a ver a Susan, que estaba mandándole fotos y mensajes "a un amigo". Sí, se nos coló. Resulta que todavía tenía muchas vacaciones y las pidió para venir con nosotros a ver los salones.
Por si eso fuera poco, también Hans exigió venir. Argumentó que él tenía el mayor conocimiento de los gustos de Anna, ya que había trabajado con ella prácticamente toda su vida y con eso derribó cualquier argumento con el que una abogada experimentada pudiera contrarrestar; tenía razón. Sí quería no equivocarme, me convenía escuchar lo que él tenía para decir. Nunca subestimes la confianza que le tiene un bailarín a otro.
—¿Se va a tardar mucho más tu amigo? —preguntó Jack.
—¿Hans? A Hans vamos a tener que pasar recogerlo en su casa, así es con él. —Jack subió las cejas y reprimió una mueca—. Su opinión es importante, confío en su juicio.
—Bueno, súbanse.
Susan se quedó dormida a medio camino. Yo pensé que Hans se iba a mostrar caballeroso y educado, y la iba a dejar dormir en su hombro, pero solo la acomodó encima de Kristoff. Ay, clásico Hans.
Kristoff empezó a sacar plática cuando empezó a sentirse la incomodidad del silencio. Decidió que el tema sería deportes y eligió bien, algo agradable que todos podemos disfrutar. Todos menos Hans, que se sintió excluido porque el único deporte que hace es levantarse de su cama todas las mañanas y nos cambió el tema a jugar a confesarnos.
Maldito niño de secundaria.
¿A ese quién lo invitó?
Empezó él, por supuesto, porque parece que le pagan por exhibirse. Kristoff se mostró receloso ante eso, pues es mucho más reservado. Además, Kristoff es inteligente y sabe que cualquier cosa que diga sobre un amor pasado puede jugarle en contra. Así que eso nos dejaba a mí y a Jack.
Confesó que le gustaba gastar bromas con Merida cuando íbamos en la universidad, aunque eso me hiciera rabiar. Pues él y mi amiga lo encontraban hilarante.
Yo confesé que Anna se había acordado de él y que incluso admitió añorarlo un poco, aunque no le agradara del todo, admitía que era divertido por veces.
Tras eso, se volvió tenso el ambiente.
Mi cuñado cambió la música y propuso hablar de eso hasta llegar al lugar.
Y así cayó la noche.
Estacionamos la camioneta a un lado de una cabaña bonita. La luz amarilla de los faros abriéndonos camino ante la oscura inmensidad del follaje. No había tantas estrellas. Jack estacionó la camioneta y me tomé un momento para apreciar el ruido del motor desvaneciéndose. Las luces de la camioneta se encendieron.
Kristoff bostezó, se estiró y se desperezó. Movió con cuidado a Susan, quien se tomó unos segundos antes de reaccionar. Nadie dijo nada.
Jack abrió la puerta y se bajó, yo lo seguí. Los tres pasajeros de atrás venían somnolientos, yo solo atiné a atrapar a Susan y llevármela a arropar. Kristoff y Hans se metieron en las respectivas habitaciones sin decir ni una sola palabra y sin prender ni una sola luz.
La habitación de Jack quedaba junto a la mía, era la más próxima al vitral del que se colaba la luz de la luna. Reflejaba en su cabello, dándole un brillo bonito.
—Recuerda que la cita es temprano —dije en voz baja. Jack sonrió.
—Nos vemos mañana, Elsa.
El sol salió temprano y todos fueron muy puntuales. Llevaban ropa cómoda y chamarras deportivas para resistir el frío de la mañana. Jack sugirió pasar a desayunar a MacDonalds, pues hacía mucho que tenía antojo de un café de ahí, pero Kristoff tuvo la iniciativa de buscar negocios locales también para recomendarle a los invitados donde desayunar el día posterior a la boda.
Lo sometimos a votación: Hans quería MacDonalds y a Susan le pareció magnífica idea buscar negocios locales. Así que eso me dejaba con la última palabra, justo lo que planeaba evitarme.
—A mi parece una gran iniciativa la cafetería local.
Sorry, Jack. Diría Anna.
Así que salimos hacia la entrada de la reserva y el vigilante le dio a Kristoff una recomendación personal. Pronto, ya se encontraba abriendo la puertita de cristal y haciendo sonar la campanita. Hans fue el primero en pedir una ensalada de fruta y un agua mineral, Susan quiso un club sándwich de pollo y un jugo verde (por que lo había visto en redes sociales), Kristoff huevos con tocino y café, y Jack hot cakes con malteada de fresa (este no había crecido nunca). Yo decidí copiarle el platillo a Hans y la bebida a mi cuñado.
Susan abrió la conversación preguntándole a Kristoff si se sentía emocionado y qué expectativas tenía sobre el salón. Yo esperaba en el fondo que realmente le gustara porque ambos nos habíamos esforzado mucho en buscar salones e iglesias.
Kristoff estaba estupefacto cuando entramos al lugar. Y nosotros con él.
Ante nosotros se postraba la capilla más hermosa que hubiéramos visto: una construcción de madera y cristal que albergaba las bancas de la iglesia y un altar minimalista al final. Los pinos se asomaban al interior con una elegancia particular, cómo si fueran invitados. Al rededor pasaban caminando los venados y las ardillas, y era evidente por las huellas en la nieve. Al principio me pregunté si no pensaría Kristoff que era poco rústico, pues esto había sido tallado a mano por hadas del bosque si me lo preguntabas, pero volteé a verlo y estaba maravillado.
Entramos a caminar dentro como si estuviéramos recorriendo una atracción diseñada para probar tus sentidos. Los adornos de oro en los pilares de madera le daban un toque muy sofisticado y las flores blancas colgando de los costados en las bancas de la recepción junto a las mantas en los respaldos me hicieron sentir como en una auténtica boda celta.
Después de un momento, dejé de escuchar la voz de quien nos guiaba y solo me dediqué a vivir la experiencia de estar en ese momento en un lugar tan bonito. Fue Jack el que me sacó de mi ensoñación cuando se acercó a mi exudando altanería.
—A que es bonito. —dijo.
—Hicimos un buen trabajo con este lugar, he de admitir.
La sonrisa de Jack se ensanchó y sus ojos me mostraron alegría sincera. Apretó los labios para abstenerse de decir algo y mejor se dirigió al agente que nos lo mostraba.
Salimos y a mi se me ocurrió que ese bosque sería un gran lugar para que los invitados esperaran el inicio de la fiesta en lo que terminaba la sesión de fotos. Decidí que pondríamos mesitas con macaroons de colores pastel y buñuelos con miel para el entre tiempo.
Así que volvimos a la camioneta listos para manejar hasta el salón, en el cuál todo el camino Hans estuvo comentando sobre el lugar de la ceremonia. Decía que en su opinión, pensaba que Anna iba a escoger caminar al altar en alguna iglesia barroca. Fue Jack el que explicó que había tomado en cuenta el gusto de Kristoff por lo rústico y había buscado la sensación de cuento de hadas sin tirar mucho para ningún lado. Dejó a Hans con la boca cerrada.
Entonces fue el turno de mi cuñado de compartir su agrado por la iglesia y Jack quedó satisfecho, me sentí aliviada. Ibamos a mitad de camino.
El salón tenía en el exterior columnas romanas, carruajes con caballos y una enorme entrada decorada. El salón tenía las ventanas altas con marcos sofisticados en el segundo piso, dando la sensación de ventanas de castillo. Este lo había encontrado Mary, por supuesto. El estacionamiento quedaba a una cuadra de distancia, pero a nosotros nos dejaron aparcar en el frente.
Apenas abrí las puertas, pasé a un lugar hermoso y cálido, con candelabros en el techo, balcones interiores, arcos decorativos y una enorme pista de baile.
Jack se giró y me extendió la mano. Yo negué con la cabeza.
—Ya sabes que yo no bailo.
Rodó los ojos sin fastidio y entonces se la extendió a Susan, ella aceptó (no sé si por gana o por pena), pero se dejó llevar hasta la pista de baile, donde Frost le dio un par de vueltas. Los vi reír divertidos.
Miré a Hans y este dijo algo cercano a:
—Oh no, son mis vacaciones.
Kristoff solo río por lo bajo, aún con los brazos cruzados sobre el pecho y volteó a ver al asesor que se acercaba. Jack y Susan llegaron un par de segundos después.
Le seguimos entre las mesas, hacia la cocina atrás de las columnas, a las escaleras con los balcones internos, a las ubicaciones de los baños y a un par de habitaciones en la planta de arriba para acostar niños o borrachos. Hans me volteó a ver y yo le giré la cara de vuelta con un empujón. Mi amiga fingió demencia.
—A mi me parece muy elegante y creo que Anna le va a encantar.
Bueno, si tú lo dices.
Salimos del salón a mediados de la tarde y Kristoff le habló a Anna para contarle que ya habíamos apartado el lugar, platicarle los detalles y lo bonito que era, le aseguró que era elegante y tradicional, que le iba a gustar mucho.
—Bueno, ¿qué te parecen? —me preguntó Jack apenas despedimos al agente y Kristoff se sentaba en las escaleras de la entrada.
—Maravillosos, Jack, jamás creí ver ante mis ojos lugares tan bonitos.
—¿Crees que le gusten a Anna? —me preguntó entonces con cierto nerviosismo. Yo sonreí al notarlo.
—Le va a encantar.
Sonrió entonces.
—Me preocupaba decepcionarla, es decir, ella confía mucho en que ambos pudiéramos sacarlo adelante.
—Aún es un misterio para mí porqué específicamente nosotros dos—volteé a ver a Hans a un par de metros de mi—¿Por qué no simplemente encargárselo a Mary?
—Ha de pensar que tienes mucho tiempo libre —musitó el pelirrojo.
—Cállate.
—Bueno, no quiero ser esa persona, pero... ¿alguna idea de dónde vamos a comer? —intervino Susan.
—Tengo una idea para cenar —expresó Kristoff, poniendo una mano en la bocina de su teléfono momentáneamente—. ¿Por qué no pasamos al súper por bombones, galletas y leña, ¡y prendemos una fogata!?
—Hablando de asar, podríamos buscar un lugar dónde vendan buenos filetes. —Miró a Jack—. ¿Nadie de aquí es vegetariano, cierto?
Hans iba a responder, pero lo interrumpí.
—Hiciste dieta verde dos semanas, Hans, eso no te vuelve vegetariano.
—Ya te estás pareciendo mucho a tu hermana —refunfuñó cruzado de brazos—casi escucho a ella decírmelo.
—...está alegando Hans que hacer dieta verde lo vuelve vegetariano. —Relató Kristoff por el teléfono.
—¡Eso no es...!
—Dile que no cuenta si la hizo solo por dos semanas, que no sea ridículo.
Hans estaba que echaba humo por las orejas y Jack se estaba aguantando la risa poniendo su puño en los labios.
Kristoff finalmente colgó con Anna y se incorporó a la conversación que sosteníamos sobre dónde íbamos a comer.
—Recorramos la cuidad a ver qué se nos antoja.
Después de pasar a comer al primer lugar que le llamó la atención a Hans; un brasileño. (Ya era algo.), pasamos al supermercado a comprar bombones, chocolate, leche, galletas y cereal de avena y fruta para el Gourmet desayuno que se comprometió a preparar Hans. Kristoff prendió la fogata y Susan acomodó las sillas y las cobijas para poder relajarse alrededor.
—Tráeme el cobertor de tigre —pidió Susan cuando me sintió junto a ella— lo dejé en la parte de arriba del closet.
—Pídeselo a Kristoff que está altote y fuertote, esas cosas pesan más que tu conciencia.
—Kristoff fue al baño.
Quise remilgar. Las tareas pesadas siempre las hace ella, es lo que provoca crecer sin muchas figuras masculinas como hermanos, primos o novios. Recuerda que sus primos cuando chicos le decían "genormica" porque la veían enorme y súper fuerte. Pero me lo planteé y pensé que yo también podría cargar el cobertor de tigre. ¿Por qué no? Así que me arremangué la pijama y me metí a la casa.
Había una escalera de aluminio en el cuarto de atrás, pero no había mucha luz y estaba un poco polvoso. Aún así, no lo medité mucho y me acerqué a la escalera de lamina, entonces algo me picó.
Grité y de inmediato aparecieron Hans seguido de Jack en el patio.
—¿Qué pasó? —preguntó mi ex.
—Algo me mordió —me giré aún con la mano temblorosa.
Ambos corrieron hasta a mí. Jack me tomó la mano y Hans encendió la lámpara. Efectivamente había dos puntos rojos en mi dedo medio, había sido obra de una araña.
—Andrew sabrá que hacer —fue lo que dijo Hans.
—Márcale —concluyó Jack— voy a ponerte hielo.
Hans se metió a la casa corriendo y Jack me llevó a la sala detrás de él, se detuvo a cerrar la puerta tras de sí.
—Ya, ya, todo va a estar bien —me consoló Jack cuando me vio todavía muy asustada. Me talló los brazos y me sentó en el sofá más grande—. Voy a ir por el hielo al congelador.
Asentí y lo vi irse, al momento vi a Susan entrar a la casa.
—¿Pero qué pasó? —preguntó al verme hecha taquito con la chamarra de Jack.
—Me picó algo cuando quise sacar la escalera. —Susan hizo una mueca y se sentó a un lado—. Hans le marcó a Andy y Jack me va a poner hielo.
—Antihistamínicos —dijo Hans—. ¿Alcanzaste a ver que araña fue?
—¿Me viste cara de Steve Irwin?
Si no sabes, hay que ir al doctor —respondió.
—Hay enfermería aquí en el campamento —recordó Jack —y atención médica.
—Voy con ustedes —dijo Hans. Jack asintió.
—Iré a cuidar la fogata, ¿o la apago? —le preguntó mi amiga a Kristoff.
—No creo que sea necesario.
—Andy preguntó como estabas y le dije que bien, pero no me creyó, así que marcará en cuanto pueda.
Jack se metió a la habitación y salió con una sudadera puesta para poder salir y subirse a la camioneta.
—Ay, Elsa —dijo— de todas las cosas que te pudieron haber pasado, una araña te picó, con que no haya sido una violinista.
—Esas viven en México, según Miguel —Jack se sorprendió de la familiaridad con la que me referí al cantante de regional mexicano—. Dice que un día casi lo pica una que estaba en un carro cuando tenía como veinte.
—En ese caso, agradece que fue una araña y no un rasguño de algo metálico, la vacuna del tétanos duele mucho. —Asentí, Jack me envolvió la mano con un paño y el pequeño hielito frío—. ¿Para qué necesitabas esa escalera? —preguntó entonces alzando la mirada.
—Bajar el cobertor de tigre de Susan.
—¿Por qué no se lo pidió a Kristoff? Él lo subió.
—Porque estaba en el baño —respondí y Jack chistó.
—Qué desesperada.
—Así es ella.
Tragó saliva y descubrió el trapito para ver qué habíamos logrado con el hielo.
—Creo que se ve menos rojo, pero quizás sea yo.
—Mínimo ya no pica —le dije —ya traigo el nervio bien dormido.
—Ya es algo —dijo entonces.
Hans estacionó la camioneta frente a la caseta y nos bajamos los tres para que me revisaran. Descartaron picadura de araña peligrosa porque no tenía síntomas ni muy hinchado. Ya me sentía mucho más tranquila. De todas maneras, me pidieron que si me sentía aunque fuera un poco adolorida o nauseabunda, corriera al hospital. Y me dieron medicamento del botiquín.
—Hola, cariño, ¿cómo estás? ¿Sigues espantada? ¿Ya te revisaron? —me habló desde el otro lado del mundo. Me recosté en el sofá de la sala.
Le conté a Andy cómo había estado todo, desde que Susan me encargó la cobija de tigre, que había poca luz y que no vi la araña, entonces me consoló diciendo que mi sistema se encargaría del veneno. Luego, cómo estaba yendo la planeación de la boda de Anna y cómo eran los lugares. Su proyecto iba avanzando y estaba muy contento con eso.
Salí y Susan preguntó cómo seguía, Hans me preparó una fresa con chocolate. Nos la pasamos bonito, fueron un par de horas tranquilas hablando de libros, música y series. Después Susan quiso contar historias de terror y para mi mala suerte, Jack y mi cuñado le hicieron segunda. Hans también estuvo de acuerdo. Kristoff apagó la fogata y nos fuimos para adentro.
No tenía idea de que no iba a dormir.
Escribiendo este capítulo me di cuenta de que nunca me había planteado el gusto musical de mis personajes y divagué un rato con eso.
- Kristoff definitivamente escucha the Beatles, Queen y Frank Sinatra.
- A Elsa le gusta la música de Miguel Rivera, Aurora, Elley Duhé, Taylor Swift y Selena Gómez.
- A Jack le gusta Maneskin, Martin Garrix/Area 21, Avicii, Marsmellow, Elefante y Michael Jackson.
- Anna escucha a Miguel Rivera, a Lana del Rey, Heffron Drive, Coldplay Twenty one pilots y Ed Sheeran algunas veces.
- Hans escucha música clásica cuando se quiere concentrar, covers de guitarra cuando se quiere relajar, Bad Bunny cuando se arregla (aunque no le entienda) y The Weeknd. (A Hans le gustaría Luis Miguel 100%)
- Susan escucha Twenty One Pilots, Taylor Swift, Miley Cirus, Sam Smith y Rihanna.
- Andy llena reportes con Bruno Mars de fondo, Green Day, Maroon5, David Guetta, Elton John y las que le recomienda el anestesiólogo.
¿Quién crees que tiene el mejor gusto musical?
A partir de mi pequeño y muy de nicho gusto musical, creo que salió una playlist muuuyy variada. Hasta me dan ganas de copiarle a Pau (newtmas-) y hacerle su playlist a Teaming jajaja.
Y hablando de copiarle a Pau, le voy a poner faceclaims a los personajes.
Anna
En fin, capítulo largo, con pautas para más capítulos pronto gracias a dumbwriter_ me alegro mucho que te guste mi enredada e imperfecta historia y ojalá poderla actualizar pronto. Tqm. Gracias por acercarte a mí y recordarme por qué empecé este proyecto en primer lugar.
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