05|| Dinero fácil
—¡Hola Lady Tremaine!—abrí la puerta y me recargué lentamente en el marco con una sonrisa muy forzada y el cabello mojado—¿Qué se le ofrece?
Ella suspiró y yo me aguanté las ganas de empujarla y cerrarle la puerta en la cara.
—Elsa—comenzó y en ese momento no supe que sonrisa era más fingida—necesito por favor que pagues lo que debes.
Woah, que directa. Pensé.
Reí nerviosamente.
—Claro que si, ahorita le pago el mantenimiento del mes. Solo... ya sabe... voy a buscarlo y en un rato se los llevo. ¿El 301 verdad? Si, por supuesto que si, que torpe—dije subiendo las pupilas y haciendo un ademán con mi mano—bueno, con permiso—dije tratando de cerrar la puerta pero ella me lo impidió.
—Aquí te espero, no tengo prisa—dijo y sonrió al grado de que se le cerrarán los ojos.
Comencé a sudar frío ¿¡De donde demonios iba a sacar dinero en ese momento!? Lo necesitaba a como diera lugar.
—¿Segura? ¿No prefieres regresar en un rato? En serio, aquí voy a estar todo el día.
Me frunció el ceño y yo le sonreí.
—Es que... tengo el dinero en el banco...
En ese momento mi expresión se iluminó, una idea se me había venido a la cabeza.
Quizás pasaría vergüenza y sería conocida por eso pero no puede ser tan malo ¿Verdad? No era como si fuera a crearme una reputación.
Lady Tremaine se fue mientras yo me deshacía en simpáticas y perturbadoras risas fingidas luego cerré la puerta con sumo cuidado para que no pareciera grosero mientras ella se alejaba por el pasillo.
Corrí casi deslizándome por el suelo de duela hasta llegar a la mesita de la sala y rápidamente tomar el teléfono.
—¿Punzie? ¿Tienes aún ese trabajito?
~•~
Limpiaba mi casa con la música a tope. Ya me había terminado mi cereal y había dejado el plato en el fregadero, lavar los platos no me era un trabajo fastidioso, me encantaba sentir el jabón en las manos mientras apachurraba la esponja y trapear con música.
Unos enérgicos golpes en la puerta me trajeron de nuevo a la realidad, corrí a apagar la música dejando caer el palo de la escoba en un estruendoso sonido.
Me acomodé el cabello y abrí la puerta. Mi cara de iluminó al ver de quien se trataba.
—¡Rapunzel!—grité y la rodeé con los brazos con efusividad pero a la vez tratando de no apretar mucho su pequeña y delgada figura.
—¡Elsa!—correspondió mi abrazo y luego se separó tomándome de los hombros—hasta limpiando te ves hermosa—dijo y reí. Traía puestos unos cortos shorts celestes con líneas blancas, una blusa blanca de tirantes y tenía el cabello amarrado en una cola de caballo, no sé si estaba mintiéndome.
—Pasa, siéntete como en casa— dije y me aparté de la puerta dejándola adentrarse a la sala y tomar asiento en uno de los cómodos sofás blancos. Cuando entraba vi que traía con ella unas bolsas color plateado.
—¿Y bien? ¿Cómo está Anna? Recuerdo ir a verla un par de veces en el hospital pero no sé si ya salió.
—Pues...—suspiré—si te digo no lo creerías.
—¡Cuéntame!—se expandieron sus grandes ojos verdes.
—¡Anna se mudó al campo!
—¿Es en serio?
—Oh, claro que es en serio. Es más, daremos una fiesta de despedida. Será aquí en el apartamento ya que su casa ya está inhabitable.
—¡Oh que increíble! ¿Qué puedo traerles? ¿Refrescos? ¿Botanas?
—No es necesario. En serio.
—¡Voy a traerles ambas!
—¡Punzie!
—¡Ay Elsa! Bueno en fin—dijo agachándose a buscar algo en una de sus bolsas después de hacer un ademán de mano restándole importancia al asunto. —Vine porque te traje esto—dijo sacando muy emocionada el contenido de la bolsa: lencería de encaje de un hermoso color morado.
—¡Es hermoso! Aunque no creo que sea mi talla—se ruborizó y lo metió torpemente a su lugar.
—¡Ups! Bolsa equivocada— dijo riendo y cambió la bolsa de lugar para entonces poner la correcta en sus piernas.
—En realidad lo que es para ti es esto—dijo sacando un fajo de billetes y catálogos. Cuando una persona se une al negocio se le entrega dinero, no sé para que lo hacen, supongo que por incentivar.
—¡Gracias! Me has salvado el pellejo.
—Me alegra que al fin te hayas unido al negocio.
—Ay, Rapunzel, sabes que solo lo hago porque estoy muy desesperada.
—¿No has encontrado trabajo, linda?—inquirió y cuando negué con la cabeza me sobó el hombro como consuelo—. Ya lo hallarás, no te preocupes, pero siempre es buena una ayuda extra.
—Si, supongo que tienes razón.
Platicamos otro rato de cosas triviales, más de su vida que de la mía. Hasta que tuvo que irse.
A las cuatro en punto volví a escuchar golpes en la puerta pero está vez duros, insistentes y desesperados. Sabía exactamente de quién se trataba pero igual no quería ir a abrir.
—¡Lady Tremaine! ¡Hola! ¿Cómo la ha tratado el dia? Hermoso sol, ¿verdad?
—Si, el día me ha tratado bien, gracias. Pero no lo suficiente, hay un asunto que me tiene arrancándome las canas verdes.
—¡Ay no vecina! ¿Pues que la trae tan mal?—no supe cuando había salido eso de mi boca. Que cínica soy.
—Que cierta persona no me ha pagado el dinero que me debe.
—Ay pues ojalá esto vaya a hacerla sentir mejor—dije adentrándome a la sala y tomando el fajo de billetes que me había dado Rapunzel de la mesita de cristal—. Entre por favor vecina, que quiero mostrarle algo.
Ella entró al sentirse obligada y tomó asiento en el mismo lugar que Rapunzel había ocupado hacia un par de horas.
—¿Gusta un vaso de agua?—dije asomándome de la cocina.
—No gracias, Elsa, no vengo sedienta.
—Bien, sus deseos son órdenes—salí entonces de la cocina y me senté frente a ella tomando los billetes y entregándoselos.
—Sé que no es todo pero con esto prometo que voy a seguir abonando los pagos hasta completar todo lo que debo— ella tomó el fajo y lo guardó dentro de su bolsa aún con la expresión recelosa en su mirada.
—Elsa. ¿Desde cuando estás tú metida en estas cosas?
Desde hace un par de horas. Pensé.
—Soy nueva en esto—me encogí de hombros.
Lady Tremaine solo agacho la cabeza sin alguna expresión en su rostro y comenzó a hojear las revistas.
—Me encantó el nuevo lanzamiento—mentí, ni siquiera lo había visto aún—. ¿Le gusta algo?—pregunté y ella ni siquiera se inmutó.
—Debe haber algo que le guste o a sus hijas. ¿Por qué no se lleva algunos?—dije tomando tres y apilándolos—. Y si quiere uno más para su sobrina ¿Cómo dijo que se llamaba?
—¿Ella?—subió la mirada sin soltar el que tenía en la mano y enmarcó una ceja.
—Cierto—reí.
—No le voy a llevar nada a esa niña. ¡Es una grosera! Llega a la hora que quiere, no hace sus deberes y contesta a sus mayores—dijo molesta.
—Oh—Me llevé la mano a la boca—. Entonces no le lleve nada, no lo merece esa niña.
Decidí seguirle el juego y poniendo mis brazos en las caderas.
—Ni siquiera la menciones—me dijo y asentí.
—Bueno. Pero usted y sus hijas sí que merecen algo bonito.
—Supongo que me llevaré un catálogo solamente—dijo mostrándome el que tenía en las manos y levantándose del sofá—. Bueno, con permiso Elsa. Que tengas una linda tarde. —Se volvió para decirme y luego se fue.
Yo me dejé caer en el sofá y solté un largo suspiro. Luego me estire y alcancé una hoja blanca y fui por un plumón.
"Si tienes ganas de consentirte pregunta por Elsa Arendelle, departamento 101"
Hermoso.
Baje las escaleras hasta la recepción y lo clavé en el corcho con una tachuela. Saludé al portero y me regresé a mi apartamento.
~•~
Terminé mis deberes exhausta y me dejé caer boca abajo en mi cama, giré mi cabeza y miré mi celular en el buró, me arrastré como serpiente hasta tomar el teléfono y dejar mi cama hecha un desastre y envié dos mensajes a diferentes personas antes de darme cuenta que ya me chillaba la ardilla.
"Rapunzel. ¿Será prudente enviar mi currículum a la empresa donde trabajas?"
"Lo lamento, Anna, debo medir mejor mis palabras. Jamás fue mi intención lastimarte, ¿podrás perdonarme algún día?"
Quizás esos dos mensajes serían mi última esperanza y mi salida a mis problemas.
Lo dejé botado en la cama y me metí a bañar no dándome cuenta que tenía una nueva notificación.
~•~
—¿Así que ahora vendes awonn?—me asustó la voz de mi vecina Susan, la del ciento dos, mientras salía de mi departamento. La verdad, la quiero mucho; es muy agradable. Ella se acababa de divorciar y lucia radiante, en un principio recuerdo sentirme mal por ella y pasarme las tardes en su sofá sobándole el hombro y pasándole pañuelos desechables en los que secaba sus lágrimas y se sonaba la nariz mientras sollozaba preguntándose que había hecho mal, luego me sentí muy orgullosa de ella cuando por fin lo superó. Lucía un hermoso traje negro y unos tacones de aguja que la hacían lucir radiante. Además se había cambiado el cabello.
—¡Si! ¿Cómo lo adivinaste?
—Ayer vi a una flaquita entrar a tu apartamento con una bolsa con el nombre. —Subí las cejas y apreté los labios. Que torpe.
—Oh si, cierto—reí—En realidad no quería hacerlo pero...—me encogí de hombros—... como dice ella: dinero extra no le hace mal a nadie.
—Definitivamente no—dijo y rió—igual y en un rato me paso a tu apartamento a ver que me gusta.
—¡Seguramente encontrarás algo! Probablemente algo te ayude con tu nuevo cabello. Veo que copiaste mi tono.
Ella rió y tomó su cabello, ahora blanco, entre sus dedos. Lo miró y rió.
—¿Qué decirte? ¡Adoro tu color! Que envidia que sea natural.
—Gracias Susan. ¡Te ves preciosa!
—¡Ay pues gracias Elsa! A ver si un día me vuelvo vendedora yo también, como dijiste tú: un poco de dinero no le hace mal a nadie. Además, me encanta tu abrigo blanco y como lo combinaste con esa falda rosa. Que profesional—chuleó pasando su mirada de arriba a abajo.
—Es que, ¿adivina que? ¡Voy a una entrevista de trabajo!—comencé a dar pequeños saltos en la alfombra color guinda del pasillo y ella también expandió sus párpados y sonrió.
—¡Qué bien, Elsa! Bueno, te dejo que se me hace tarde. Nos vemos, rómpete una pierna—dijo caminando y desapareció por las escaleras.
Yo me mordí la uña y bajé la mirada a mis piernas.
—Ay, no, por favor.
~•~
—Como te iba diciendo, no te pongas nerviosa. Probablemente te reconozcan, ya sabes por lo qué pasó y todo eso...
Iba hablándome Punzie en el elevador, me prometió que bajaría por mi en cuando yo llegara y me iría a dejar a la puerta de la oficina de Recursos humanos.
Le agradecía todo eso, hacía mucho que no hacía una entrevista de trabajo, estaba muy nerviosa, sentía como que en lugar de mariposas volando pacíficamente tenía en el estómago mariposas peleando y apostando. Esperaba con todas mis ganas que me aceptaran, trabajar con Punz sería increíble ya que ambas somos muy unidas, por supuesto, no en la misma área pero podríamos charlar de repente o salir por un café juntas.
—...pero no es algo malo, al contrario, demuestras que tienes agallas y valor, lo que un buen abogado necesita. ¡Ay Elsa! ¿Te he dicho que te admiro mucho?—Eso último me lleno de ternura el corazón y no pude más que abrazarla.
Caminamos hasta la puerta de la oficina, no me había fijado que ella traía puesto un blazer color rosado, una falda blanca y unos tacones negros; y que traía en su mano un café, probablemente del otzo, me dirigió una última mirada y me sonrió. Luego me acomodo un par de cabellos detrás de la oreja.
—Perfecta. No estés nerviosa, lo vas a hacer muy bien.
Respire hondo y asentí con una sonrisa, luego me incliné y toqué la puerta traslúcida de cristal.
—Adelante—escuché y abrí. Me volví un segundo a Punzie que tenía un pulgar arriba y me adentré.
•🩰•
¿Qué tal?
¿Será que Elsa finalmente encuentre trabajo? ¿Será que ella también se rompa la pierna?
¿Que les parece Punz? En lo personal ya la extrañaba. Me la imagino como Godín hippie xd
Y básicamente en este pequeño capítulo se presentaban Punz y Susan, aunque ya se desenvolverán las dos más adelante.
No sabía si publicarlo ahora porque seguro todos están haciendo su tarea pero tómense un descanso peque que lo tienen bien merecido todos 💕
Te agradezco mucho tu apoyo te mando muchos besos.
Bais, Pepsi 💕
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