24; confused, violet is confused

Tú también me gustas, Will.

¿En qué demonios estaba pensando cuando le dije eso a Will? Ni siquiera sabía si era verdad, era la primera vez en mis casi dieciocho años de vida que estaba confundida sobre mis sentimientos y soltar cosas así de la nada era realmente estúpido para hacer. No podía creer que en serio había decidido decirle eso a mi amigo sin siquiera saber si era verdad o solo... Estaba confundida.

Al llegar a casa no me recibieron las quejas de Ruth ni los gritos de Michael ni la risa de Luke o el extraño aroma de la comida de Calum que de alguna manera sabía buena. Solo había silencio sepulcral y paz en el ambiente lo cual se me hacía raro.

Fruncí el ceño dejando mi mochila en el pasillo, ¿cuáles eran las probabilidades de que los haya abducido un alien? Ninguna. ¿Dónde estaban todos? Agaché la cabeza notando algo extraño en mi piso, un camino de pequeñas piedritas se postró ante mí, aquel camino iba directo a las escaleras así que lo seguí teniendo una leve idea de quién fue el responsable de esto; las piedritas me llevaron hasta la puerta de mi cuarto y entrecerré mis ojos antes de abrirla.

El piso se encontraba lleno de velas que iluminaban la habitación, Ashton estaba sentado en mi cama en flor de loto mirando atentamente al frente donde estaba yo.

— ¿Te das cuenta de que si se caen las velas mi casa se incendia?

Se encogió de hombros: —No se van a caer.

Enarqué una ceja entrando a mi cuarto cerrando la puerta detrás de mí. Ashton seguía mirándome con atención, me hizo sentir pequeña.

Dios, ¿cómo podía seguir haciendo esto con él? Estaba confundida y no sabía lo que quería y este maravilloso hombre no se merecía esto.

Bueno, maravilloso no tanto, todavía no olvidaba aquella vez que por alguna razón empezó a llevarse muy bien con Ruth y la llevó a su casa diciéndole que mis cosas eran las de su hermana. Aquella noche fue una pesadilla; la pelea y los gritos y los forcejeos.

— ¿Tienes alguna idea de en dónde están los cuatro que utilizan mi casa como un hotel?

—En mi casa —me respondió Ashton—, les pedí que se quedaran allá esta noche.

Asentí un par de veces. Mis pensamientos estaban carcomiéndome, ¿qué estaba haciendo? ¿Por qué seguía con Ashton y por qué le dije a Will que también me gustaba?

¿Por qué?

—Vi —dijo él, poniéndose de pie, caminando hacia mí.

El hombre me tomó de los brazos cuando estuvo lo suficientemente cerca y me atrajo más hacia él enviando escalofríos a todo mi cuerpo mientras me acariciaba, cerré los ojos durante unos segundos hasta que su voz volvió a inundar mis oídos: —Estoy seguro de haberte dicho lo que quería hacer contigo, preciosa.

—Pensé que bromeabas.

Oh, Jesús. Era tan estúpida.

Ashton se rió débilmente, acercando su rostro al mío: —Las piedras las puse porque no te gustan las flores.

— ¿Y para qué las pusiste? De todos modos iba a terminar en mi habitación.

—Para agregar emoción a esto.

Ahora fui yo la que se rió por su comentario. Él dejó de acariciar mis brazos para abrazarme de la cintura.

Un sentimiento de culpa recorrió todo mi cuerpo cuando el hombre se inclinó a besarme, no quería hacerlo porque ninguno de los dos se merecía estar involucrado en medio de mi confusión emocional pero era inevitable. Y en verdad el hecho de que los dos me gustaran no era mi culpa sino de ellos por ser hombres tan... ellos.

Dejé que Ashton me besara con suavidad mientras sus manos acariciaban mi cintura por encima de la ropa, suspiré cuando su lengua perfiló mi labio inferior y abrí mi boca haciendo que él gruñera. Aferró su agarre a mi acercándome más a él, sentí su erección en mi entrepierna.

Nuestras respiraciones eran rápidas y los besos ya no eran suaves, el ritmo había subido y empezaba a tener calor.

—Oh, señor —dije cuando sus manos bajaron a mi trasero.

—Gatita —habló él, sus labios ahora devoraban los míos—, ¿por qué demonios eres mi alumna?

Me encogí de hombros fugazmente sintiendo cómo Ashton pasaba sus besos hacia mí clavícula y luego iba hacia el lóbulo de mí oreja, entrelacé mis dedos en el cabello de su nuca jalándolo justo después de que mordiera mi lóbulo.

—Ojalá no fueras mi alumna —murmuró—. Ojalá te hubiera conocido de otra manera.

—Daddy...

—Te dije que quiero hacerte el amor, preciosa —dijo—. Llámame Ashton.

—Ashton —repetí, lo sentí sonreír en mi oído.

—Y yo que pensé que nada podía calentarme más que tú llamándome daddy...

Solté una carcajada ante su comentario la cual fue interrumpida cuando regresó sus labios a los míos, de pronto puso una de sus manos en mi espalda y la otra un poco más abajo de mi trasero, enrollé su cuello con mis brazos para cuándo Ashton me cargó como si fuera una princesa; todavía besándome caminó hacia los pies de mi cama y al llegar a ellos se sentó dejándome a horcajadas sobre él, acaricié rostro separándome de sus labios para ir a su cuello y depositar varios besos ahí mientras desabotonaba su camisa, él me ayudó a quitársela cuendo pudo y pasé mis manos por su torso.

— ¿Ashton?

¿Sí?

—Dejas de ser mi maestro en dos meses.

Él me miró dibujando una sonrisa en su rostro comenzando a asentir con la cabeza.

—En dos meses, preciosa.

Se deshizo de mi playera al decir eso con una rapidez impresionante, volvió a ponerse de pie para tenderme sobre la cama, estiré mis manos hacia el cinturón de Ashton para quitarlo y terminó tirado en algún rincón de mi habitación, me apresuré a desabotonar su pantalón y bajar el cierre para que él se lo quitara junto a sus zapatos y calcetines quedando en ropa interior.

Mordí mis labios mientras mis ojos lo miraban de arriba abajo. ¿Alguien me recuerda cómo empecé a tener sexo con semejante hombre?

Ashton se subió a la cama haciendo los muelles crujir, se arrodilló en ella flexionando mis rodillas antes de empezar a quitarme el pantalón, al hacerlo creó un camino de besos desde mis piernas hasta llegar a mi ropa interior la cual ya estaba impresionantemente mojada. Él, por primera vez, alzó su mirada hacia mí pidiéndome permiso para bajar mis bragas; me tomó desprevenida aquel nuevo acto que nunca antes había hecho pero asentí.

De alguna manera en menos de cinco minutos ambos ya no teníamos nada de ropa que nos cubriera y Ashton había comenzado a lamer mi feminidad, chupaba de mis labios y estaba usando tan bien su lengua que podía terminar allí mismo, aceleró el ritmo cuando mis gemidos se hicieron más fuertes, metió dos de sus dedos en mí lamiendo más rápido y fuerte provocando que con mis manos acercara más su rostro a mi vagina para que me diera más placer del que ya estaba dándome.

Subió su mano libre hacia mi estómago hasta alcanzar uno de mis senos, arqueé mi espalda al sentir su tacto ahí además de que su lengua seguía estimulándome de una manera tan exquisita que empezaba a ver estrellas. Sus dedos entraban y salían con rapidez hasta que se detuvo.

—No —me quejé—. No, no. Ashton, estaba cerca.

—Quiero que te corras mientras te hago el amor, gatita, no mientras estoy haciéndote sexo oral.

—No me agradas —dije, llevando mi mano hacia mis pliegues pero Ashton me detuvo.

Me miró amenazante para después subir hacia mí con mi mano todavía presa y me besó, estiró su otro brazo hacia mí tocador haciéndome girar mi cabeza para ver qué estaba tomando y vi un condón en su mano.

—Oh.

—Cállate, Vi.

Sonreí.

Casi nunca lo usaba.

Lo sacó de su envoltura y lo colocó en su miembro. Se acercó a mí recargando sus manos en el colchón para aguantar su peso, sus labios besaron los míos con tanta suavidad y lentitud que se convirtió en mi beso favorito.

Era tan sensual y caliento y explosivo que me dieron escalofríos. Ashton llevó su mano a su miembro lanzándome una mirada.

—Hazlo, Ashton —dije—. Necesito sentirte dentro de mi.

—Tus deseos son órdenes, preciosa.

Dicho esto me penetró con la misma lentitud con la que estaba besándome y, demonios, si pensaba que follar rápido y duro era increíble esto era otro nivel. Sentía todo, iba tan despacio que la necesidad de que entrara de nuevo en mí me hacía excitarme más.

Entró y salió con la misma velocidad mientras me besaba, su lengua jugaba con la mía, sus manos entrelazadas con las mías. Dejé de besarlo para gemir y terminé haciéndolo cerca de su oído.

—Oh, Vi—me dijo—. Me encanta escucharte gemir.

—Ashton —suspiré—, esto es... oh.

—Lo sé.

Él hizo un movimiento de tal manera que rodó en la cama y terminé encima. Dejó de moverse adentro de mí, su pene se quedó en mi interior demasiado tiempo y era increíble.

—Muévete, gatita —me dijo, besando mis labios.

Le hice caso pero yo empecé a mover mis caderas a un ritmo más rápido.

—Oye —me frenó—, más lento. Hazlo lento, preciosa.

Cerré los ojos haciéndole caso. Me moví con lentitud, Ashton besó mi cuello y lo chupó, acariciaba mi espalda en el proceso hasta que por alguna razón uno de mis movimientos hizo que su boca pudiera empezar a chupar mis pezones.

—Violet, creo que estoy jodido.

Seh, yo también.

— ¿Por qué?

Su respuesta fue: —Ve más rápido.

Así que fui más rápido y nos hicimos más ruidosos y el ambiente se llenó de gemidos y gritos y entonces llegamos al clímax.

—Oh, Dios, Ashton, eso fue increíble.

Él me sonrió: —Estoy jodido.

— ¿Por qué? —Repetí.

—Estoy enamorado de una alumna.

(...)

Eran las cinco de la mañana y habíamos estado tomando pequeñas siestas de veinte minutos —siendo despertada por besos de él— porque Ashton tuvo una grandiosa idea y ya habíamos tenido sexo en mi sillón, en el piso de la sala, en mi cocina y ahora mismo me encontraba haciéndole sexo oral al hombre.

Lamí la punta de su pene una y otra vez estimulándolo con la mano antes de meter a mi boca todo lo que pude de él y chuparlo todavía estimulando con la mano.

Mierda, Vi —gruñó Ashton, tomando mi cabello con fuerza—. Estoy cerca, demonios, estoy cerca.

Entonces dejé de chupar.

—Violet —gruñó.

—Cállate, Ashton.

Busqué en todos lados una manera de hacer lo que quería, me encogí de hombros antes de que él terminara tendido en el piso conmigo encima. Tomé su miembro entre mis manos y empecé a frotarlo en medio de mis senos.

—Oh —dijo—. Oh, Violet, sí. Sigue haciendo eso, sigue. Se siente tan bien.

Sonreí continuando con mi juego entre mis senos y su pene yendo de arriba abajo.

—Tan jodidamente bien. Y tú te ves tan jodidamente bien haciendo eso.

Junté más mis senos y aumenté la velocidad del movimiento, minutos más tarde Ashton ya estaba corriéndose dejando rastros de sus fluidos en mi pecho, suspiró de alivio al liberarse.

— ¿Crees que aguantes otro round?

—Debemos dormir aunque sea.

—No. Pido el día libre y tú no vas a la escuela —me dijo—. No pienso dejarte ir durante todo el día.

—No podemos hacer eso.

— ¿Sabes qué no podemos hacer, preciosa? —Preguntó— Dejar que te quedes con todos mis fluidos en esos pechos tan calientes, deberíamos de ir a tomar una ducha.

—Separados.

—Juntos, y te callas. No te he hecho el amor en la regadera. Necesito hacerlo, Dios, necesito follar contigo todo el maldito día y que estemos desnudos todo el maldito día.

—Estás loco.

Ashton gruñó acercando sus labios a los míos: —Por ti.

Dibujé una sonrisa antes de que él se pusiera de pie y se inclinara para cargarme entre sus brazos. Me sostuve en su cuello y en medio de besos y risas nos llevó hasta el baño pero no me dejó en el piso así que como pudo abrió la llave del agua mientras sus labios seguían moviéndose con los míos.

Cuando el agua estuvo lista, Ashton se metió y tomamos una ducha juntos.

(...)

El plan que Ashton Irwin tenía en mente se fue por la borda cuando a las ocho de la mañana alguien entró a mi casa y cerró de un portazo. Para ese entonces Ashton estaba masajeando mi trasero y yo besaba su cuello pero al escuchar eso abrí los ojos con sorpresa y me separé de él.

—Estoy seguro de que les dije que no regresaran —dijo—. Y que a Ruth le di todo lo que necesitaba para la escuela.

— ¡Violet, Ashton, sé que están aquí, hijos de puta!

Sí, era Ruth.

— ¿Acaba de insultarnos sin razón alguna?

— ¿Acabo de aceptar a una loca en mi casa? —Respondí.

Ashton entrecerró los ojos unos segundos antes de asentir estando de acuerdo con mi pregunta. Solté un suspiro caminando hacia mí armario para sacar ropa, me la puse y le lancé una mirada al hombre.

—Si me mata, mátala tú.

Él soltó una risa ante mi comentario pero al ver que yo estaba serie y cruzada de brazos se detuvo, aclaró su garganta: —De acuerdo, Vi.

Le sonreí y salí de la habitación para bajar las escaleras, volteé hacia la puerta de entrada la cual estaba abriéndose y vislumbré a Calum, detrás de él estaban Michael y Luke. Los miré unos segundos, Calum alzó sus manos.

—Ruth está loca.

—No tienes que decírmelo —dije.

Bajé el último escalón llegando con ellos.

—No es broma —habló Luke—. Quiso venir porque los zapatos que llevaba no le gustaban.

—Pero a esta hora no alcanza a llegar a tiempo ni a la segunda hora de clase.

—Es muy...

¿Necia?

—Ugh, sí, y rara —Michael gruñó—. Es más fácil cuando estás tú. Creo que se comporta un poco porque sabe que se ha portado muy mal contigo.

Me encogí de hombros escuchando cómo algo caía en mi cocina, cerré los ojos indicando con la mano que no fueran porque ya iba a hacerlo yo, di media vuelta escuchando que Ashton cerraba la puerta de mi habitación y supuse que iba a bajar. Hice mi camino hacia la cocina de la casa donde encontré a Ruth sentada en uno de los bancos altos con las manos cubriendo su rostro, fruncí el ceño mirando hacia abajo donde encontré unos platos de plástico tirados junto a una caja de cereal.

Disminuí la velocidad de mi caminar escuchando algo muy parecido a unos sollozos.

— ¿Ruth? —Pregunté cautelosamente pero ella no respondió— ¿Qué sucede?

—Mis zapatos no combinaban con mi ropa.

—No creo que en la cocina vayas a encontrar un par que combine —le dije—, ¿qué sucede?

—Que mis zapatos no combinan, Violet.

—No veo el problema.

Ruth se quitó las manos del rostro para girar su cabeza y verme. Sus ojos estaban rojos y sus mejillas mojadas por lágrimas.

—Siempre combinaban porque me aseguraba de comprar zapatos que quedaran con mi ropa —explicó—, pero esta ni siquiera es la mía. Es tuya. Yo no tengo ropa propia porque no tengo dinero, estoy viviendo de ti, y porque no puedo pisar mi casa nunca jamás.

— ¿Y de dónde salió todo esto?

Ella me miró largo y tendido a los ojos antes de soltar un sollozo desgarrador y caer en mis brazos, rodeé su cuerpo con ellos y mi rostro se pintó de preocupación pura sintiendo su cuerpo temblar ante mi tacto.

—Mi mamá me mandó un mensaje —dijo—. Me escribió que era una puta y una mentirosa y que no podía creer que haya metido a la cárcel a su esposo siendo que yo era la ofrecida y yo era la que me dejaba. Te dije que al principio yo sí... sí quería pero luego él abusó de mí. Lo hizo mil y un veces en esa casa y mi mamá se daba cuenta pero prefiere seguir fingiendo porque... no sé por qué, Violet.

Froté su espalda intentando consolarla pero sabía que no era algo posible. No con ella así, con tantos demonios de los cuales ocuparse, y en definitiva no podía hacerlo yo porque gracias a la rota persona que tenía abrazando yo también tenía otros cuantos demonios que matar.

Porque ambas habíamos sufrido demasiado en la vida pero ella decidió desquitarse con otra persona.

—Y estar anoche sola con los amigos del profesor Irwin —continuó—. Está bien, estaba bien, son buenas personas, pero me dio terror.

— ¿Terror? Ruth, has dormido con un montón de chicos en la escuela.

—Sí —dijo—, pero la mayoría de las veces no estoy en mis cinco sentidos. Es imposible sentirme cómoda cuando un chico me toca si no estoy sumergida en los efectos de alguna sustancia.

—Pero en la escuela...

—Sé lo que hago en la escuela, Violet —me dijo, su tono de voz era demasiado bajo para que pudiera escucharlo—. Es una tapadera. Todo lo que hago lo es.

Inhalé con profundidad pensando mi siguiente comentario.

— ¿Ruth?

¿Qué?

—Llamaré a la hermana de Will. No me importa lo que digas ni que pongas de excusa que todavía le falta un poco para graduarse, Ellie puede recomendarnos a alguien —hablé—. No puedes seguir así. No podemos seguir así.

La chica no dijo nada, simplemente sollozó.

—Es hora de ir a una maldita terapia, Ruth.

—Ya sé —murmuró, aferrando su agarre a mi ropa—. Ya sé.

Suspiré y cerré mis ojos.

Qué buen itinerario tenía Ashton para el día de hoy. Ruth se separó de mí sorbiendo la nariz, mirándome con sus ojos rojos.

— ¿Vas a llamarle?

—Oh, ¿justo ahora?

—Sí —dijo—. Por favor.

—De acuerdo —accedí—. Debo ir por mi celular a mi cuarto.

— ¿Puedo acompañarte?

Sonreí débilmente y asentí con la cabeza. Salimos de la cocina con ella detrás de mí escondiendo su rostro, sentí las miradas atentas de los cuatro chicos sobre nosotras pero decidí ignorarlas por el momento. Ruth me siguió como niña pequeña durante todo el trayecto a mi habitación y cuando llegamos lo primero que vio fue mi ropa y la de Ashton del día de ayer botada en el piso.

—Siento haberlos interrumpido —me dijo.

—Está bien, Ruth.

Tomé mi celular el cual estaba sobre mí tocador, lo desbloqueé viendo una llamada perdida de Will pero la ignoré, en este momento buscaba a su hermana, me dirigí a mis contactos y di clic al nombre de Ellie.

Sonó una vez, dos veces y en el tercer timbre la otra línea me respondió.

—Hola, Vi.

—Hola, Ellie —saludé—. Creo que necesito tu ayuda.

Me senté en mi cama y la otra chica se quedó de pie al final de ésta.

—Claro, ¿qué sucede?

Le conté lo que ya sabía pero no quería que Ruth supiera que se lo estaba contando todo a la hermana de Will y Ellie pareció entender porque no dijo nada al respecto. Espero a que terminara para decirme que el viernes nos esperaba a ambas en una cafetería y yo le agradecí por eso.

Antes de colgar, Elizabeth me detuvo llamando mi nombre, fruncí el ceño.

— ¿Qué sucede?

—Ayer Will llegó muy feliz de su reunión.

Oh, ayer.

Oh, Will.

Oh, mierda.

—Y me dijo que te había besado —continuó la chica—. Creo que le gustas más de lo que debería y creo que eso ya lo sabes.

—Ellie...

—Vi —me frenó—, quiero demasiado a mi hermano y lo único que quiero es que una chica lo quiera incluso más de lo que mi papá y yo lo hacemos.

No dije nada.

—No vayas a lastimarlo.

Seguí sin hablar. Apreté el celular con mi mano y empecé a asentir como si ella pudiera verme: —No lo haré.

—Promételo.

—Lo prometo, Ellie.

—Bien —dijo—. Nos vemos el viernes.

—Sí. Adiós.

Ruth sonrió esta vez con más ganas que hace rato: —El viernes.

—Sí.

Aplaudió con emoción antes de agradecerme y caminar hacia mí puerta pero al ver que yo no la seguía se detuvo.

— ¿No vienes?

—En un segundo.

—De acuerdo —habló—. Gracias otra vez, Violet.

—Agradécele a Ellie el viernes.

Me señaló con su dedo índice para después salir de mi habitación y dejarme sola pensando.

No podía cumplirle esa promesa a Ellie. Su hermano me gustaba y lo quería demasiado pero luego estaba Ashton.

Ashton, quien de alguna manera había sido la única persona en mi vida que me apoyaba hasta que apareció Will. Ashton, quien se esmeraba en ser mi ángel guardián cuando Ruth y sus amigas me molestaban. Ashton, quien por azares del destino se fijó en mí. Pero también él había sido quien me gritó y se burló de mí y lastimó las heridas que los ataques de Ruth me habían dejado y me sacó a gritos de su casa porque lo había hecho enojar.

Después estaba Will quien se portó extremadamente bien desde el primer momento en el que me vio, incluso se ofreció a traerme a casa. Will, la persona que decidió ser mi amigo y hablar conmigo durante su primer día de clases y no hacerle caso a Ruth. Mi primer verdadero amigo en muchísimo tiempo. Y también fue el chico que quiso sobrepasarse conmigo sin mí consentimiento.

Ambos tenías cosas malas y buenas y mi corazón no podía decidirse entre ninguno de los dos porque eran los hombres que más quería.

Estaba en aprietos. 

n/a: este es mi regalo para ustedes. espero que estén teniendo una muy feliz navidad, cinnamon apples. las quiero.

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