70. [EPÍLOGO]
Wanda.
—John, no iré a tu maldita obra de... — comencé observando a mi amigo, y ahora manager.
—¡Wanda, te encantará! Es una obra de broadway. Irá gente importante, dentro de ellos, tú... — sonrió elevando sus pulgares.
Bufé. Mi amigo rascó su barba.
—¿Y si te consigo algunas golosinas para la tarde?
Suspiré.
—Deja que lo piense... — silvé mientras veía a mi cachorro aparecer por la entrada de casa. — Ven aquí, chico. ¿Quieres ir a una obra de broadway? — pregunté y Piolín simplemente batía su cola. — Si él va, yo voy, consigue algo cerca de la salida de fumadores y es un hecho.
—¿Volviste a fumar?— preguntó sorprendido. Giré los ojos.
—Es por si mi cachorro desea hacer sus necesidades, idiota.
Me puse de pie y avancé hasta la habitación mientras veía a John quejarse de mí con Piolín.
—Bien, otra obra más... — murmuré tomando una camiseta del equipo y luego una chamarra que combinara con esa.
—¡Es en media hora!
Bufé. Acabo de llegar de una cena con el equipo y los jefes, y ya debo salir de casa porque según mi amigo, le haría bien a mi imagen participar de eventos culturales después de terminar "mi relación" con una importante figura pública del cine.
Ni siquiera era una relación real, simplemente era... Trabajo colaborativo. Fingir tener algo para acallar los rumores de ella saliendo con el ex novio de una de sus compañeras de set y yo teniendo veintiocho años sin haber sentado cabeza en algún punto de mi carrera.
No es normal ante los ojos del mundo que una mujer que es admirada y deseada por tantos no tenga ningún interés romántico, o algo así... La peor parte es que Sylvie no era realmente alguien que pudiese ser una persona fácil para enamorar.
Fingir besarla, darnos las manos en público, cenas con amigos, fiestas en yates y cosas que realmente no disfruto... Ir a sus estrenos, ir a donde ella fuese, y verla en mis partidos, todo algo que John se encargaba de manejar en favor de mi imagen, y agradezco que fuese él quién se encargaba y no Charles.
Sobretodo después de que salieron a la luz unos rumores sobre yo y una maestra de secundaria. Rumores que claramente llegaron a oídos de mis supervisores y tuvimos que manejar con una relación falsa con una chica que me lleva cuatro años menos.
No es la gran cosa, ambas somos adultas en la misma etapa de la vida, pero... ¿No es algo exagerado disimularlo así?
Suspiré y me estiré un poco mientras me metía al baño. Me daré una ducha, y buscaré un bolso con las cosas de mi perro – hijo.
Dejé el agua caer por mi cuerpo sintiendo como cada uno de mis músculos al fin se relajaban. Necesito una bañera de burbujas y masajes, le diré a John que consiga una.
Vi el tatuaje de un corazón en mi costilla y sonreí. Sé que los tatuajes de pareja son absurdos, y que era bastante joven, pero no me arrepiento.
Es un corazón roto. Algo patético, pero me acuerdo de que Natasha se hizo la otra mitad... Sigo esperando que aún la conserve.
Hace unos meses hablé con Yelena, supe que Nat estaba comprometida. Al final de todo Darcy Lewis volvió a su vida, por cosas del destino ella volvió a los brazos de la chica más aburrida del mundo, pero supongo que su encanto debía tener.
De todas formas lo nuestro ya había acabado para aquél entonces. Todos los factores que le dije deteriorarían nuestra relación, lo hicieron.
Sigo recordándola con cariño. Éramos jóvenes. Al menos no nos tiramos indirectas absurdas o algo.
Creo.
Después de todo, mi amor por ella era totalmente sincero, traté de cuidarnos, pero las discusiones por falta de tiempo y el desinterés de ambas comenzó a notarse, son cosas contra las que no puedes luchar cuando estás a ocho horas de diferencia y muchos kilómetros de distancia. Supongo que yo debía estar preparada para eso.
Aunque nunca te preparas realmente para perder a quien consideras el amor de tu vida.
Si le tomas el peso real a aquellas palabras, muchos pueden ser el amor de tu vida, porque tienes una vida, pero vives bastante.
Es sólo que ella era... No lo sé, incluso a día de hoy cuando escucho la banda favorita de su padre, pienso en ella.
Es extraño, creo que eramos realmente las personas correctas en momentos equivocados. Tenía esperanza de volver a cruzarme con ella, pero luego de todo lo que sucedió antes de acabar lo nuestro, y sabiendo que ella es feliz actualmente, claro que no creo que debíamos regresar. Ella está bien, y yo disfruto de mi juventud.
Lo hice.
No duramos mucho más de unos meses, después de todo... Como Pietro decía "era de esperarse". Ni siquiera fue a la boda de Clint, donde esperaba verla.
Supongo que son instancias. Las personas, claro...
Salí de la ducha.
Debo irme.
[•••]
Observé el escenario nuevamente mientras la obra ocurría. No niego que los espectáculos son geniales, pero no lo sé. Pasé tanto tiempo acompañando a Sylvie, que simplemente las ganas de hacerlo se fueron.
Acabó todo, aplaudimos y mi cachorro me observó como si lo hubiese traído a una tortura.
—No fue tan malo, chico.
El ladró de forma suave. Acaricié su lomo y luego levanté la mirada al ver como todos los actores y actrices se acercaban a hacer una reverencia.
De pronto fue como si una ráfaga de recuerdos me inundaran la memoria. Natasha era recibida con un ramo de flores, abrazó a uno de los actores y noté que era Thor.
¡¿Qué?!
Luego de eso, los vi desaparecer. Mi corazón acelerado no quería dejarme respirar bien.
Piolín trató de detenerme, pero me agaché a su altura y solté la correa entre el nerviosismo y por accidente.
El cachorro salió corriendo.
—¡Mierda! Piolín...
Comencé a correr tras él. Salió por la salida de los fumadores, me encontré con muchos hombres de poco pelo y mucho humo.
Tosía cada vez más, ya no estoy acostumbrada a eso de los cigarrillos y el humo absurdo que desprenden.
Sólo me generaban adicción por reducir ansiedad que puedo manejar mediante el deporte.
[PLAY: ALMA DINAMITA — WOS]
Seguí avanzando mientras veía al cachorro correr. Lo alcancé antes de que llegara al estacionamiento, pude atar la correa en su cuello y dejé ir un suspiro.
—Me hiciste correr mucho, chico...
Él me ignoró, se fue de forma rápida con la correa siguiéndolo.
—¡Piolín!
Grité el absurdo nombre del cachorro, algunos hombres comenzaron a reír. Seguí corriendo tras él y me quedé congelada al ver un auto dar marcha atrás en dirección al cachorro.
—¡Piolín!
Nuevamente recuperé el control de mi cuerpo y corrí recibiendo un choque de la parte trasera del auto, me botó al suelo y mi pequeño amigo subió sobre mi lamiendo mi rostro.
—Joder. Lo siento tanto. — dijo la dueña del auto bajando a ayudarme.
—No, no te preocupes. Mi perro es un demente. Definitivamente algo va mal en la forma de pensar de esta rata apestosa.
Ella comenzó a reír. Levanté la mirada y nuestros ojos se cruzaron.
Silencio total. Ya ni siquiera me dolían los raspones de las manos.
—Wanda.
No contesté.
—¿Te sientes bien?
—Tu dirigiste la obra. — balbuceé.
—Oh, Dios. Creo que si debería llevarte al doctor... Ven, sube al auto.
Negué levemente, pero acepté que me ayude a levantarme. Ya no trae gafas, ¿por qué?
—Estoy bien... Tu has dirigido esto, Nat... — insistí.
—Vamos al médico. Llamaré a mis amigas, les diré que cancelen la fiesta... — murmuró. Negué.
—¿Y tus gafas?
Ella soltó una risita.
—Wanda, no te veo hace más de cinco años, he dejado de usar gafas. Uso lentillas ahora. Las personas cambian, ¿bien?
Asentí algo aturdida, pero sonreí al verla sonreír.
—Vi algo sobre ti en internet hace unos días... — comentó e intentó que yo avanzara hasta la entrada de su auto.
—Déjame sentarme aquí, Nat. Estaré bien... — murmuré. Abrió la parte trasera de su auto, me senté allí luego de que moviese sus cajas. Se sentó a mi lado y llamó a Piolín.
—Hola, pequeño... Estás enorme. — murmuró acariciando al cachorro.
De pronto comencé a sentir vergüenza de todo lo que dije siendo jóvenes. Por alguna razón todo el amor que derrochamos me avergonzaba...
Alguna vez le dije que quería que fuese la madre de mis hijos, también le dije lo excitada que me ponía y lloré delante de ella.
Hoy ella es... Una señora... Una extraña. Es raro.
—¿Qué viste sobre mí?
—Sylvie Laufeydottir, ¿no?
—Ah.
—Lamento eso, aún no entiendo que sucedió allí, se ven... Tan diferentes.
—¿La conoces?
—Fuimos compañeras en la universidad.
Bufé.
—Que pequeño el mundo. Ya deja de seguirme, Nataska.
Ella sonrió.
—¿Yo a ti? Que va. Si la que ha insistido en venir a mi obra has sido tú.
¡¿Qué?!
—¡¿Yo?! No, yo...
—¿Quieres que lea tu correo para dejarte en ridículo?
Oh, no...
John es un...
Ella pareció leerme la mente y observó hacía delante cubriendo su rostro avergonzada.
—Oh, Dios. Averiguaré, ¿John?
—Tal cual... — susurré. — ¿Quién diría que quien alguna vez nos separó hizo esto?
—Su conciencia no lo dejaba en paz... — balbuceó ella. — Dios. Yo... En serio creía que...
—¿Qué tan en ridículo me ha dejado?
Natasha suspiró.
—Ya no tiene caso.
—¿Cómo está Darcy? — solté mientras la veía algo nerviosa.
—No lo sé. Pregúntale a su esposa.
—¿Te has casado?
—No... Mariah por su parte...
¡¿Qué?!
—Okay, ¿cómo? ¿Tu mejor amiga?
—Wanda, tú te follaste a mi madre. Ya entendimos que esto del rencor no se me da...
Comencé a reír. No recordaba eso.
Me excedí.
Ya no me duele aquello.
—¿Cómo está Melina?
—Con Ethan y Christine, casadas. Yelena ha venido conmigo por vacaciones... Debe estar en el departamento. — murmuró ella.
—Me alegro de que todo saliera bien después de todo...
—Menos para nosotras.
—Te lo advertí.
—Ya...
Nos quedamos en silencio nuevamente.
—Un café.
—No puedo darte café en ese estado...
—No, no... Yo... Uh, no... — suspiré. —Quiero invitarte un café, quiero... Por los viejos tiempos, ya sabes.
Ella me observó.
—¿Amistosa?
—¿Cuándo algo ha sido amistoso entre nosotras por más de unos días? — dije burlona.
Ella sonrió.
Observamos el cielo estrellado.
—Acepto el café... Estaré aquí por vacaciones... Tengo una casa.
—¿Te irás otra vez? — pregunté.
—No tengo motivos para quedarme en un sitio de forma fija. — admitió.
—¿Y el compromiso con Darcy?
—¿Cuál? — preguntó extrañada.
—Yelena ha dicho que...
—Yelena es Yelena...
—Y John...
—Ya, es que...
Este era su plan.
Idiotas.
—Ya veo... Ellos quieren que eches raíces. — bromeé.
Ella sonrió de forma coqueta. Mierda. Sigue teniendo encanto.
—Dame motivos, y me quedo.
Sonreí.
—¿Volverías a elegirme?
—Una vez lo prometí.
Asentí lentamente.
Joder. No venía esperando encontrar el amor otra vez...
Dicen que volver con un ex está mal.
—¿Y tú? ¿Me elegirías otra vez?
Y nuevamente la tenía delante de mí, pero con una diferencia notable, ambas más maduras, con menos dolores, más estables y dispuestas...
Acaricié suavemente su mano con mis dedos mientras seguía observando el cielo.
—Lo prometí también.
Nos quedamos allí, en silencio. Era un buen comienzo...
No presiones.
No dolores.
Simplemente... Una última vez.
Un café.
—¿Ya eres buena en matemáticas? No quiero que mis hijos sean malos en ello. — bromeó.
Comencé a reír.
—Nunca aprendí a calcular un binomio. — me sinceré. Ella bufó. — Lo siento, mi maestra me distraía... — admití viéndola fijamente.
—¿Mamá o yo?
—Mejor quédate en silencio. Haré lo mismo.
Ella comenzó a reír de forma profunda, contagiándome la sensación alegre. Como estar en casa.
Es extraña la forma en que cuando Natasha Romanoff está cerca, pareciera que el tiempo no pasa.
Como si nos conociéramos desde siempre y nuestro cariño estuviese intacto, sin importar cuanto pase...
Ella siempre se sentiría como si pudiese encajar a la perfección con ella. Como amiga o como fuese...
Elegirla no es difícil. Lo haría una y mil veces...
—¿Quieres el café ahora?
—¿Con Piolín?
—Te dije que estaría involucrado...
—Llamaré a Yelena... — murmuró ella y yo sonreí.
Quizá esta vez se nos de.
Nota de autor:
Eeeeee, al fin, lamento la tardanza. ¡Muchas gracias a quienes llegaron hasta aquí y me acompañaron nuevamente en otro fanfic! Disfruto muchísimo de escribir sabiendo que ustedes m acompañan *abrazo * nos leemos en her, y para quienes no la han leído, les recomiendo ir ª
Nuevamente muchas gracias, me daré dos días de descanso aprox y luego volveremos con todo. Gracias totales <3
—Codito.
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