7.
Wanda.
—¡Buen día!—Saludé a mis mejores amigos con una sonrisa.
Thor me observó analizando mi comportamiento. ¡No es extraño que esté de buen humor, no soy una amargada! Pero definitivamente el sexo me pone de mejor humor que el que comúnmente traería.
Sersi me ha dejado follar con ella anoche. Ha sido increíble volver a sentirla. Creo que definitivamente volvería a repetir aquello, incluso si no suelo repetir polvos.
—¿Quién fue? No es ninguna rubia o lo notaría.—Dijo Carol observando mi cuello. Movió mi camisa dejando al descubierto tres chupetones bastante colorados y grandes.—Mhm... No reconozco ésto.
—Sersi. Dos madres sexies y una hermanita de quince. Sprite.
—¡La prometida de Ikaris!—Dijo Loki espantado.—¡¿Cómo?!
—Comprometida, pero no muerta.—Señalé ganándome los aplausos de John mientras Loki me veía com horror.—No me mires de aquella forma, tengo valores, es sólo que ella y él no se entienden, ella lo ha dejado, estaba triste, y justo le hablé. Aparentemente no van a casarse. ¡Sorpresa!—Fingí una voz de emoción y tomé mi coca cola para beber de ella mientras mis amigos analizaban la situación.
—¿Y eso significa que vas a comportarte así como si no estuviese llevando el anillo de alguien que la ama?—Insistió Loki.—No me parece.
—¿Cómo sabes que la ama? Sinceramente no tengo idea.—Volví a restarle importancia. —Además insisto en que he sido su pañuelo de lágrimas. Ella necesitaba un hombro en el que llorar, yo necesitaba un polvo, no me he aprovechado de ella, ella ha querido y como siempre fui respetuosa. Es lo mínimo, pero al menos yo cumplo, cosa que su prometido al que defiendes con tanto fervor, no es capaz de cumplir.
—¿Acaso eras parte de su relación o sólo vas a creerle a su calentura?—Se quejó mi amigo nuevamente. Giré los ojos.
No me quejo de que Loki sea aguafiestas de vez en cuando, pero cuando opina sin saber, desearía clavar un lápiz en su mano y verlo quitárselo de forma lenta. Ya que muchas veces llega a ser un grano en el culo, y lo aprecio, pero no es Pietro. No es mi hermano.
Y únicamente a mi hermano podría tolerarle alguna respuesta como las que Loki ha estando dándome ultimamente.
¿En qué estaba? ¡Ah, sí!
—Lo ha denunciado. Pero no debo decir más, no es mi asunto, ni el tuyo, no te metas en ello.
Loki se quedo en silencio y Thor lo observó con molestia. Sabe lo molesto que logra ser Loki en ocaciones, sin embargo ahora es demasiado molesto. No nos agrada el Loki tan molesto, pero tratamos de entenderlo.
—Lo siento, los medicamentos me traen irritable.—Mencionó y asentí en silencio.—No es fácil controlar ciertas cosas.
—No te disculpes, Loki. Entiendo que pueda ser complicados para ti todo aquello de la medicación y mezclar hormonas... Tus estados de ánimo serán difíciles. Yo lo comprendo y lo respeto, no te preocupes. —Palmeé su espalda y él suavemente me sonrió.
Loki se somete a hormonas por un déficit de ellas, no es un asunto que mencionemos demasiado, ya que es algo que no le gusta demasiado, sin embargo todos concordamos en que las homornas y su medicación lo vuelven un jodido ser del infierno. En ocasiones queremos obligarlo a comer tierra debido a sus palabras hirientes y molestas, es un idiota casi siempre, pero todos los grupos necesitan un idiota.
Loki es mi idiota.
—¿Y bien, tu bendición?—Bromeé y él sonrió acariciando mi frente y dibujando un círculo. Claramente se ha quedado algo más tranquilo y no me hace sentir como si cada uno de los pecados del mundo sean creados por mi culpa. ¡Él me señala como si fuese el diablo sobre la tierra!
—¿Cómo te fue ayer?—Preguntó Carol. Tomé su mentón y besé su mejilla mientras me sentaba a su lado.
—Pues me he desmayado como una estúpida, el gran amor de mi vida me ha ayudado, y aún así, creo que no me nota demasiado, o no como me gustaría. —Me encogí de hombros y mi mejor amiga asintió.—¿Crees que me hace falta que mi trasero crezca?—Pregunté girándome y ella negó.
—Es lindo, tal vez es porque entiende los peligros de meterse entre las piernas de un estudiante.
—Concuerdo con la rubia.—Insistió Loki mientras Thor se encargaba de trenzar sus cabellos negros.—Deberías dejar esa zona y buscar otra no tan riesgosa.
—Ya probé todas las zonas no riesgosas, y me aburren demasiado. Lo mejor es cuando hay riesgos, ¿no lo crees?—Pregunté bromeando.
Walker asintió mientras yo cerraba los ojos y me acomodaba sobre la mesa del patio.
—Buenos días.—Oí la voz de la maestra Vostokoff. —¿Wanda?
—Buenos días.—Saludaron todos y yo me senté sobre la mesa para verla. Joder. La blusa color negro y la falda color blanco contrastaban de forma asombrosa en su figura.
—Hola, maestra Vostokoff. ¿Sucede algo?—Pregunté y ella me observó con detalle.—He hecho la tarea.
—¿Cuál tarea?—Ha preguntado Walker. La pelicastaña le ha dedicado una mirada seria y luego a mí.
—¿Te sientes bien el día de hoy?—Preguntó y asentí—¿Estás segura? ¿Haz desayunado?
—Sí, lo he hecho. Me siento bien, maestra, no se preocupe por lo de ayer. Fue un desmayo ocasional, no volverá a ocurrir.
—Me interesa mucho más que hagas lo que te he dicho ayer.—Aclaró intentando no mencionarlo. Probablemente por mis amigos, intenta respetar mi privacidad.
—Veré que tal me siento.
Ella asintió lentamente y se acomodó el abrigo al igual que el maletín.
—Bien. Nos vemos en clases.
Se despidió y siguió su camino. Me levanté rápidamente y la seguí.
—¡Maestra!—Hablé. Ella se detuvo y se giró, me detuve a su lado.—Gracias por lo que ha hecho ayer por mí...—Mencioné y mis ojos se clavaron en los suyos.—Nadie se había preocupado por mí en mucho tiempo.
—Es mi deber...—Mencionó. Oh...
—Sí, claro...—Carraspeé y me di media vuelta, ella tomó mi mano y me detuve.
—Me preocupa que te sientas bien, Wanda. —Mencionó. Bajé mi mirada a nuestras manos y ella me soltó.—Nos vemos.
Se alejó dejándome con la palabra en la boca. Definitivamente me gusta, y no puedo evitar pensar que quizá y sólo quizá yo puedo llegar a despertar algo en ella. Siempre he tenido buena suerte con el público femenino, nada me costaría conseguir algo de ésto, porque definitivamente lo quiero, estoy segura de ello y cada vez más.
—Poco a poco...—Murmuré y me di vuelta. Sentí unos brazos rodear mi cintura y bajé la mirada encontrándome con una cabellera rubia, grandes ojos verdes y una nariz redonda.
Sonreí.
—Hey, pequeña Yelena.—Saludé y acaricié sus mejillas.—¿Qué tal estás?
—¡Yelena!—Oí el grito de Natasha quien parecía buscarla con desesperación.
Silvé y levanté la mano para intentar llamar su atención y lo conseguí. Ella nos vio y se detuvo a respirar antes de acercarse a nosotras bastante más relajada de lo que estuvo hace unos segundos.
—¿Qué tal estás?—Repetí mi pregunta. La rubia me sonrió.
—¡Se me ha caído éste diente!—Señaló uno que ya no estaba.—¡Ayer, y mamá me ha dejado dinero, pero no le he dicho que sé que ha sido ella o estará tristísima!—Dijo emocionada.
Sonreí nuevamente. No puedo evitar sonreír cada que un pequeño con tanta vida y ánimo me habla, siempre recuerdo lo que habría sido si Peter siguiera vivo.
Me gustaría saberlo.
—¡Wow! ¡Eso es grandioso!—Festejé. —¿Quieres más dinero?
—Sí, por favor.—Mencionó y yo tomé mi billetera. Le di diez dolares.
—Comprate una gaseosa.—Acaricié su cabello.
—¿Qué haces?—Preguntó Natasha.—Yelena, devuelve eso.
—¡Anda, Nutella, que aburrida eres!—Se quejó cruzándose de brazos, lo cual me hizo reír. Estiró el billete y no lo tomé.
¿Nutella? ¿No se llamaba Natasha?
—Es tuyo, lo que te he dado no me lo vas a devolver, eh.—Me encogí de hombros.
—¡Ya ves, Nutella, lo que me dan, no se devuelve!—Insistió en sus reclamos a su hermana mayor quien la miraba bastante mareada, así que decidí interferir.
—Anda... Es sólo dinero...—Susurré y Natasha me observó en silencio.—Ah, sí, tengo ésto para ti.—Tomé un pequeño sobre de mi bolso. —Dentro hay dinero suficiente como para pagar la semana de clases previa al examen.—Mencioné. Ella lo observó con detalle.
—Es demasiado dinero, no puedo aceptar tanto si casi todo lo haces sola. —Dijo rápidamente e intentó devolverlo a mis manos, pero la detuve.
—¡Eh, quieta! No sé que mala manía tienes con devolver los regalos, eh.—Intenté burlarme y la pequeña se enganchó de eso.
—¡Eh, Nutella, no seas mala, eh! Que Wanda es amiga de Cristobal Colón.—Se quejó y yo comencé a reír. Natasha gruñó por lo bajo.
—Deja de meterle ideas a mi hermanita en la cabeza. Tienes encanto con los niños.—Se quejó y mordí mi labio inferior.
—¿Tengo encanto?—Pregunté y ella se sonrojó de forma violenta.
—¡Con los niños!—Se quejó y la campana sonó.—Llegarás tarde. Vamos.
—¡Ven con nosotras!—Dijo una emocionada Yelena. Observé a Natasha con mis mejores ojos de cachorrito.
—Rápido.
Estiré mis brazos y Yelena se colgó de mí con rapidez mientras comenzabamos a avanzar.
Yo podía correr, sin embargo considero que Natasha no corría bien, por dos razones, la primera, es mucho más pequeña, la segunda, no sabe correr, y la tercera es que yo tengo piernas demasiado largas y Yelena y yo estábamos destinadas a llegar antes.
Bajé a la rubia dejándola delante de su salón donde los pequeños comenzaron a saludarme. Conozco a varios, les doy galletas comúnmente.
—¿Debes dejarle algo a Natasha o ella darte algo a ti?—Pregunté y negó.—Bien, pues a clases.
La pequeña sonrió, tomó mi rostro y besó mi mejilla antes de entrar hasta su salón. Sonreí.
—Adiós, Wanda amiga de Colón.
—Adiós, pequeña Yelena.
Entró a su salón y Natasha llegó justo en ese momento.
—¡Se ha ido!—Se quejó y asentí.—Joder. ¿Por qué corres tan rápido?
—¿Por qué corrías tan lento? Dijiste que llegaría tarde, usé todo mi poder y logré meterla a clases, un gracias me vendría bien, eh. Que ser amable no cuesta nada.—Me quejé en modo de broma. Ella giró los ojos, la observé fijamente, apartó la mirada.
—Lo siento. Y gracias por ésto, no debías. Es mi responsabilidad traerla a tiempo.—Parecía más un regaño que algo más, pero lo aceptaré.
—La vida es más que sólo responsabilidades.—Hablé estirando mi brazo para que ella lo tome. Me observó extrañada.—Te llevaré a tu salón. Toma mi brazo.
—No sé si deba...—Murmuró.—Hemos hablado dos veces y...
—Te pedí que tomes mi brazo, no que me dejes hacerte el amor. No quedarás embarazada sólo por ésto—Me quejé. Ella se sonrojó. Sus mejillas se sonrojan siempre, cada vez que ríe por ejemplo. —¿Y bien?
Tomó mi brazo de forma lenta, casi con temor diría yo, sin embargo no lo tengo claro. Podría bien ser temor o no serlo.
Quizá sólo me odia, quiero caerle bien, me cae bien, y Yelena mucho más.
—¿Por qué finges que somos amigas y haces ésto por mí?—Preguntó de forma directa y sonreí de costado. Auch.—Lo siento, no me refería a que me desagrades o algo...
—Tengo claro que no soy de tu agrado totalmente. —Aclaré.—Lo hago porque me caes bien, eres mi maestra Romanoff y haz sido amable conmigo.
—Todo el mundo es amable contigo. —Giró los ojos y me quedé en silencio.—Todos te aman, difícilmente alguien en la tierra va a decirte que no en algún momento de tu vida, todo te sale bien.
Sonaba a reproche, pero ya no era divertido. Eso dolió.
No realmente. Me gustaría que Pietro fuese más amable conmigo, pero lo comprendo, la medicación por lo general lo vuelve así... Sobretodo conmigo.
Desearía ser amable con papá y que él no me grite tanto como suele hacerlo, sin embargo, sé que no puedo tolerar el hecho de que engañara a mamá provocando su accidente en auto.
También me gustaría que ella al menos me soportara.
—Bien. Llegamos. Gracias, Maximoff.—Dijo ella rápidamente y yo asentí en silencio.
Me di media vuelta y ni siquiera tuve ganas de insistir en que necesito que sea mi maestra de matemáticas.
De todas formas tengo claro que no le agrado.
Nota de autor:
quien no sea empaticx con wanda, pasa la noche en la caja.
Aún no decido cuantos capítulos tendrá ésto, ¿alguna sugerencia? ¿Cómo están el día de hoy? ¿Qué hacen?
—Codi.
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