69. [FINAL]
Natasha.
—¿Cuántas horas faltan para que debas irte? — susurró Wanda mientras besaba mi espalda. Sus manos acariciaron mis caderas y sonreí viendo la luz del sol entrando por las persianas.
—Tal vez cuatro horas... — susurré y la sentí apoyar su rostro contra mi cuello. — ¿Por qué?
—Podemos estar juntas un poco más... — susurré de forma suave. — ¿No quieres eso?
—Claro que quiero eso. — aclaré y cerré los ojos.
Sabía que sería el fin de esto, pero una parte de mí quería pensar que sólo era otra noche junto a mi chica, que mañana volvería a sentirla abrazarme y decirme que me ama...
—¿Podré llevarte hasta el aeropuerto?
—Mamá sabe que irás... También van Clint y Mariah... — murmuré. Mi novia asintió lentamente.
Hoy es nuestra última noche siendo novias. En cuanto suba al avión, ella y yo ya no seremos absolutamente nada... No estaremos juntas.
Me aterra saber que pareciera que todo lo que vivimos no significó nada después de tanto...
—Te amo. — murmuré.
—¿Me amas?
—Sí.
—¿Cuánto me amas? — preguntó. Sonreí. — Quiero saberlo...
—Eres una melosa. No te lo diré. No he llegado a ese nivel de...
—¿Hasta el infinito? — preguntó burlona. Comencé a reír. — Te amo, Nataska... Mucho. — besó mi mejilla.
—Y yo a ti, hasta el infinito... — dije burlona. Ella se mantuvo escondida en mi nuca. Respirando pausadamente.
He pasado la última semana con ella. Ambas en el departamento, juntas... Le he hecho el amor hasta que ya ni siquiera lo veo con la necesidad de antes, simplemente estar desnuda a su lado mientras acaricio su cuerpo y ella el mío, eso es hacer el amor... Es la paz que siento al tenerla conmigo. No necesito alcanzar un climax, ni ella lo necesita, sólo estar juntas... Supongo que ese es el extasis de estar enamorada. No creí que lo vería así alguna vez.
Siento que cada vez que pasan los días, maduro un poco más, pero creo que es mi mente intentando prepararme para lo que significa dejar de verla. Dejar de contar los lunares de su abdomen, dejar de observar las pecas en su rostro, perderme el color verde cada vez que la veo a los ojos, olvidarme de sus manías, prepararme para dejar ir su voz... Sus manos... Su calor.
Supongo que parte de la vida es dejar ir a las personas. Las personas son parte de un ciclo, de un proceso... Ella cumplió su propósito en mi vida. Me hizo sentir amada como si el amor tuviese otro significado, me hizo llorar, me hizo sentirme desesperada y viva, tan viva que me dolía, tan viva que... Parecía no vivir... No de una mala forma, simplemente es extraño. Cuando conoces a alguien que te da tanto en tan poco y de pronto se ha ido... Creo que es algo de lo que nunca te terminas de recuperar.
Como la muerte de alguien a quien amas, o la muerte de una mascota, son cosas que simplemente te dañan tanto... Porque tenías tanto amor para darles, y ese amor siempre estará allí, esperando... Rasgándote por dentro, hasta que consigas liberarlo, permitirte volver a amar de la forma en que amaste a esas personas...
No creo que pueda amar a alguien de la forma en que amo a Wanda Maximoff. Y no creo que alguien pueda amarme de la forma en que ella lo hace...
—¿Wanda? — susurré. Ella bostezó y besó mi hombro.
—¿Mhm?
—¿Crees qué existan las otras vidas?
—¿Comiste aquellos hongos que te di para el viaje? te dije que...
Negué.
—Sólo quiero saber...
—¿Por qué esa duda? — preguntó ella besando nuevamente aquella zona. Me di media vuelta para observarla a los ojos. — ¿Te estás volviendo loquita antes de tiempo?
—Quiero pensar que en otra vida tú y yo existimos... En otra vida estamos juntas...
—Así es. Te lo aseguro. Claramente Piolín conoce a Yelena, y a ti...
—¿Cómo está Piolín?
—Oh, bueno... Adora a Charles, está casi siempre con él. No me da demasiada atención, pero seguramente se una más a mí cuando vivamos en el departamento...
—Que suertudo... — susurré. — Podrá dormir contigo.
—Ya, no sabes la envidia que le tengo a las suecas ahora mismo... — murmuró antes de besarme.
Suspiré contra sus labios.
Voy a extrañarla.
[•••]
Wanda.
—Ha llegado el momento... — murmuré. Natasha y yo observamos nuestras manos entrelazadas. Es que parecía que no teníamos nada más por hacer...
—¿Crees que sea el final? — preguntó ella.
Había intentado ser todo lo fuerte que podía. He aprendido cosas muy buenas de Natasha, no el fingir fuerza, el tenerla, el realmente sentirme fuerte...
—No lo sé. No quiero que lo sea... — murmuré. — Realmente no...
Mis ojos se cristalizaron. Observé a Natasha sonreírme, claro que quería guardar su sonrisa en mi memoria.
—¿Crees que podamos continuar? — murmuró.
Y aunque sabía que me lamentaría por esto, que iba en contra de todo lo que le había dicho antes sobre estar o no juntas... No quería perder su amor.
Era todo lo que quería conservar.
—¿Crees que funcione? — pregunté mientras Melina le entregaba a Christine los bolsos y pasaportes.
—¿Tenemos paciencia?
—No... — murmuró ella burlona pero también noté que estaba llorando. Es todo lo que hemos hecho últimamente. No es nada justo para nadie. — Pero podemos intentarlo... Siempre podemos. Hasta donde podamos... Nadie tendrá la culpa por intentarlo, ¿no?
—No... Claro que no, nadie tendrá la culpa. — susurré. Besé su cabello y la abracé con fuerza.
Clint lloraba y Mariah simplemente nos veía en silencio.
—Podemos intentarlo hasta que resulte, es mi parte favorita de amarte... — murmuró. — Siempre se puede volver a intentar.
Es verdad. Siempre podemos volver a intentarlo.
¿No crees?
Besé su cabello otra vez y no quise dejar de abrazarla, pero entendía que sus amigos también merecían tiempo con ella, mucho más que yo, ellos la amaban desde antes y aún así me cedieron su tiempo.
Los vi despedirse. Clint sollozaba, pero tanto él como Mariah aseguraron ir a verla en vacaciones. Algo que yo no podía prometerle, pero me gustaba imaginar cómo sería si pudiese hacerlo.
Luego de bastante tiempo de llanto, Natasha debía subir al avión. Melina se acercó a sus amigos, se despidió de ellos, me acerqué a mi novia, tomé su mano y todo parecía ocurrir más lento mientras la acompañaba hasta entregar sus documentos.
—¿Y qué ocurrirá en cuánto cruce la puerta?
Melina se acercó a ambas, la observé en silencio.
—Aún podemos arrepentirnos, Nat... — dijo Melina. — Siempre podemos...
Me observó y yo a ella. Es extraño.
—No dejaré que pierdas la oportunidad de ser feliz, mamá... — dijo Natasha observando a Christine jugar con Yelena.
Yelena...
No había pensado en todo lo que extrañaré a Yelena. Verdaderamente me ayudó a curar mis tristezas relacionadas a Peter... Verdaderamente me hizo sentir... Bien.
—Nat...
—Estaremos bien, mamá...
Melina sonrió. De pronto su rostro se iluminó, se dio media vuelta, abrió su bolso, le entregó un sobre a Natasha.
En el pude distinguir mi caligrafía.
—¿Y esto?
—Allí... Hay algo para ti. Yelena ha dicho que lo olvidó bajo su cama, y que Wanda se lo dio para ti hace unos días.
Comencé a reírme tanto que mi abdomen no tardó en comenzar a doler mientras ambas me veían como si fuese una psicópata.
—¿Qué ocurre? ¿Qué es lo gracioso?
—Se lo di la primera vez que comenzamos a hablar... Cuando me preparaste para mi segundo examen de matemáticas...
Natasha abrió sus ojos sorprendida.
—Era mi carta de despedida...
Melina sonrió.
—Wanda.
Mi mirada se cruzó con la suya.
—Tu calificación en el primer examen fue excelente... Ninguno de tus ejercicios estaba mal, sólo que no lo revisaste.
Abrí mi boca sorprendida. No quería molestarme, ya había salido de la escuela, y con un buen promedio de calificaciones. Supongo que simplemente quería decirle que era una hija de puta, pero no podía faltarle el respeto a la madre de mi futura ex novia.
—Eres... Una estúpida. — dijo Natasha.
Melina asintió.
—El primer paso para sanar, es admitir los errores que cometimos. Lamento haberte hecho dudar de tus capacidades...
Sonreí.
—No me sirve de mucho, pero supongo que fue mi única calificación honesta... — murmuré sabiendo que ambas mirarían al suelo al mismo tiempo.
Uno.
Dos.
Tres.
Ambas bajaron la mirada.
—Aún no me creo que no sean madre e hija, son exactamente iguales en todo...
—Tus gustos no cambian. — soltó Natasha de pronto.
—Bien. Me voy.
Melina se dio media vuelta rápidamente y yo me sonrojé. Natasha sonrió.
—¿Me permites seguir siendo tu novia? — preguntó rápidamente. Sonreí.
Yelena corrió a abrazarme. Correspondí su abrazo ignorando descaradamente a Natasha sabiendo que mi respuesta era clara sobre esto.
—Te extrañaré mucho, peque...
—¡Y yo a ti, Wanda! ¡Ten! — me extendió el reloj de hello kitty que alguna vez le había regalado. — ¡Ahora es tuyo! Como ya no podremos hablar por allí, quiero que lo conserves. ¡Y esto! — un dibujo.
Sonreí.
—¿Y esto?
Desdoblé la hoja, y pude verla a ella, a Piolín, a Charles, Natasha, Peter... Y yo...
—¡Tus personas favoritas en el mundo, por siempre! Porque te amamos.
Mi sonrisa creció. Probablemente mi rostro se rompería en algún punto. Yelena me hace tan feliz.
La abracé con fuerza. Me quité el collar con la "M" de Maximoff, lo puse en su cuello. Ella sonrió.
—Para que siempre me lleves contigo, peque...
—¡Ala, es una M de Melina!
Se dio media vuelta y corrió a enseñársela a su madre.
—¡Mami, Wanda me ha dado su M de Melina!
—Bien, no era lo que esperaba... — dije avergonzada. Natasha comenzó a reír.
Y es que al final de todo... Sólo eso nos quedaba. Reír de lo ocurrido, yo estoy sanando... Y sé que eso la hace feliz...
—¿Y bien? — preguntó nerviosa.
—¡Nutella que nos deja el avión!
—Te amo... Y estoy dispuesta a intentarlo... Lo que nos dure... Lo juro... Y si no funciona...
—Alguna vez lo hará. — me interrumpió. — Prometo... Elegirte siempre.
Ambas sonreímos antes de unir nuestros labios, diciendo te amo por una última vez sabiendo que fuese bajo la euforia adolescente del primer amor real, o fuese un "elegirte siempre" sincero, ella estaría en mi corazón y yo en el suyo, porque eso nos hacia fuertes. Nuestros corazones frágiles, débiles... A veces curiosos, a veces cansados...
—¡Yo también te extrañaré! — gritó Mariah y Clint seguía sollozando.
Mi chica corrió a abrazarlos con fuerza. Se dijeron un par de cosas con lágrimas de emoción, luego volvió a mí, me besó.
Ese beso significó todo lo que probablemente la distancia nos arrebataría dejándonos destrozadas.
Pero por amor...
Porque la amaba, y sé que la voy a amar siempre.
Porque es ella.
Porque soy yo...
Porque somos nosotras, y aunque suena ridículo, ella me hacía pensar que alguna vez volveríamos a coincidir...
Porque después de tantos intentos, era imposible que no significaramos mucho para la otra... Siendo tan poco para el mundo...
Se alejó.
Y en ese momento lo supe, no importa a donde fuese.
Ella era, y siempre sería la dueña de mi corazón, podría llegar a creer que la olvidaré, pero no... Porque lo que ella me dio en nuestra infinidad de absurdos, era algo que jamás creí que experimentaría...
Le lancé un beso.
Mi chamarra de cuero café cubriendo sus hombros y sus manos más allá de sus nudillos, sus gafas viejas y rotas en el bolsillo de mi chaqueta.
Mi corazón yéndose con ella.
Para siempre.
[•••]
Natasha.
"Es porque siento que me haces sentir cosas que no creí que volvería a sentir, y temo lastimarte. Porque me conozco, porque sé quién soy, porque sé como soy. Sé que ves algo diferente en mi, Natasha. Sé que me ves más que sólo como una chica linda que puede acostarse con quién sea, pero yo no estoy convencida. No creo que pueda permitirme amarte sin llegar a lastimarte, y eso me aterra, porque no quiero ser Wanda Maximoff. No quiero ser quién soy, no quiero, porque tú me haces sentir que puedo mejorar...
Me haces mejorar. No quiero echar a perder nuestra maravillosa conexión. Quiero estar en buenos términos contigo, pero sé que me odiarás luego de esto... Sé que dije que fue un error, pero no lo fue, simplemente tengo miedo, pero eso no significa que mi decisión haya cambiado... Es por tu bien, Nat...
Es que creo que te quiero más de lo que debería quererte... Pero yo no soy de la forma en que tu lo ves...
Perdóname... Créeme que me gustaría estar contigo, pero no se puede..."
Sequé mis lágrimas y observé la ventana del avión.
—Claro que no eras como yo esperaba... Eras mejor... — susurré. Observé a Yelena dormir a mi lado. Escondí mi rostro en el cuello de la chamarra de Wanda.
Aún huele a ella.
Nota de autor:
Si están de suerte, subo el epílogo en la madrugada, ¿les parece?
—Codito.
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