66. (+18)

Wanda.

—Te ves hermosa... — murmuré en el oído de mi chica. Ella sonrió. Trae un vestido de color azul oscuro, y es como si sus ojos pasaran de verde a azul.

—Me gusta como te quedan los colores fluorescentes... — murmuró ella. Sonreí mientras limpiaba un poco del color verde que se había movido de su sitio.

Gwen, Peter, Pietro, John, Thor y yo nos pintamos algunos diseños en el rostro, para dar algún espectáculo en mitad de la noche, tenemos trajes de colores flúor también. El mío es de un color azul bastante lindo, combina con el de mi chica, sólo que ella es más sobria.

—¿Quieres bailar o beber algo? —  pregunté. Mi novia negó levemente. — ¿Sucede algo?

—Es la primera vez que Yelena se queda con una niñera. — murmuró Natasha. — Además creo que mamá no debería estar aquí en su estado...

Observé hacía donde ella veía. Melina estaba anotando a quienes ingresaban desde la entrada.

—Me gustaría ir a ayudarla, pero también quiero estar contigo...

—Linda, si quieres ir, deberías ir, no me molesta. Es tu madre, lo entiendo completamente. Está embarazada. — murmuré tomando una cerveza. Natasha la apartó de mí y me besó cortamente en los labios.

—Vas a conducir.

—Es sólo un trago...

—Wanda.

—Nat. — la imité tomando su cintura. Ella sonrió pasando sus brazos por mi cuello. — Te amo.

—Y yo a ti, ahora deja eso lejos de ti. No vas a conducir con alcohol en la sangre.

Hice un puchero. Ella sonrió.

—¿De verdad no deseas bailar conmigo un rato?

Ambas comenzamos a oír música que claramente ninguna había bailado en ningún momento de su vida. Ella negó.

—De verdad. No quiero. No conozco esto, no sé como bailar...

—Ni yo, pero Pietro y Clint son felices haciéndolo. ¿Por qué no podríamos tu y yo?

—Porque tengo dignidad y aunque tu te vas... Yo me quedaré y me recordarán el baile horrible por todo el año siguiente.

Giré los ojos y la tomé avanzando hasta la pista de baile mientras la ignoraba.

—Amor, no...

—Amor, sí... —dije sonriente mientras la canción comenzaba.

—Wanda, por favor, no me hagas esto.

—¿Hacer qué? No hago nada. Estoy bailando.

Dicho esto, la solté. Todos se movían en la pista al ritmo de la música y yo hacía lo mismo mientras ella me observaba avergonzada. En ese momento me arrepentí, e iba a llevarla nuevamente a nuestra mesa, pero me sorprendió dándose media vuelta con aquél vestido ceñido a su cuerpo, se pegó a mí y comenzó a bailar como nunca pensé que lo haría.

Esto es realmente caliente.

—Nat...

—Cállate.

De pronto veía como todas las parejas se encontraban de la misma forma. Uno de la pareja bailaba de la forma más sexy que podía y el otro parecía un imbécil babeando el suelo.

La imbécil soy yo.

Tomé la cadera de mi chica mientras ella se mantenía meneando su cuerpo al ritmo de la música.

—Sí sigues así, no esperaré a llegar al departamento de tu padre. — me quejé.

Ella sonrió mientras se daba media vuelta, la música alta, el sudor, su perfume y todo se volvía mucho más interesante mientras la tenía frotándose a mí de esa forma tan espectacular.

—Ya llevamos bastante en la fiesta. — bromeó ella besando la comisura de mis labios. Bufé. — Ten paciencia... Yo también quiero llegar al departamento. Alexei se fue hace dos días...

—Grandioso... Muy grandioso.

Ella volvió a girarse, su trasero chocó en mi pelvis y siguió moviéndose de aquella forma.

Es la primera vez que disfruto tanto una fiesta. Es jodidamente grandioso.

—¿No dijiste que no conocías esta música?

—Nunca la había bailado. No soy de fiestas.

—Eres buena. — insistí mientras ella seguía en lo suyo. Yo trataba de seguirle el paso, pero definitivamente daba vergüenza en comparación a los movimientos de cadera de mi chica.

—¡Nat, lo lamento! — gritó Walker mientras bebía una cerveza hasta el fondo.

Mi novia comenzó a reír y yo aproveché de pegar mis labios a su cuello, ella dejó caer su cabeza en mi hombro. Tomé sus caderas mientras su trasero seguía pegándose a mi pelvis, la música no es tan mala si Natasha está bailando para ti.

—Te amo...

—Ya, lo esperaba.

Sonreí mientras mordía de forma suave aquella zona.

—Te amo... — insistí.

Ella se dio media vuelta, nos observamos fijamente a los ojos por segundos que parecieron minutos, pero a la vez fueron tan fugaces que me arrepentí de no haber disfrutado más del color de sus ojos adaptándose al ambiente.

—Me gustas mucho, Wanda...

—Ya... Tú a mí...

Ella observó mis labios, yo los suyos, pasé mi mano por su cuello y luego su nuca, la atraje hasta mí y uní nuestros labios. Sinceramente disfruté de aquello. Tanto como pude.

Los besos de Natasha son absoluta y totalmente míos.

Me separé lentamente y a lo lejos mi mirada se cruzó con la de Melina. Natasha se apoyó contra mi cuello, la pelinegra apartó la mirada y yo no supe como actuar.

[•••]

Natasha.

Mi vestido cayó al suelo, Wanda se quitó la camisa. Me empujó a la cama y la vi quitarse el pantalón a duras penas acabando por caer al suelo.

—¡¿Estás bien?! — pregunté preocupada. Ella asintió y se puso de pie.

Tomó mis muslos, subió dejando besos desde mi tobillo hasta la cara interna de mi muslo. Suspiré de forma pesada, ella besó aquella zona de forma lenta y cuidadosa.

—¿Vas a follarme? — pregunté y ella sonrió.

—Nunca te oí decir algo tan sucio. Es extraño, pero me gusta.

También sonreí.

La castaña tomó mi braga, la hizo deslizarse entre mis muslos y sonrió.

—Dios... Estás goteando.

—Wanda... — me quejé sonrojada. Ella simplemente sonrió.

—Tan mía...

Su lengua se hundió en mi interior, cerré los ojos pero antes de eso pude verla cerrar los suyos y pegarse siempre un poco más a mi sexo. Mi mano bajó a su cabello y arqueé la espalda sintiendo como su lengua acariciaba justo donde debía al darme sexo oral.

Ella es buena con la boca.

—No eres sólo buena quejándote...— gemí.

Alejó su boca de forma suave mientras su mano iba hasta mi clitoris para masajearlo lentamente. Ella hacía presión y luego la sentía mover la lengua casi como un roce lejano. Me hacía sentir desesperada.

Entre sus caricias, embestidas y todo lo que hacía para hacerme sentir bien, llegué al orgasmo. Fue un orgasmo que podría recordar por siempre.

Definitivamente voy a recordar como la luz de la luna ingresaba por la ventana haciendome sentir tan sexy como nunca antes me sentí.

Mis gemidos en su oído parecían gustarle. A mi me gustaron los suyos cuando me puse de rodillas para comerla.

Ella es tan dominante incluso cuando parece que no tiene el control.

Sus gemidos roncos, su mirada fija en la mía mientras la comía de la forma en que ella lo pedía. Todo era perfecto. Era la noche perfecta luego de su graduación perfecta y sé que Wanda lo agradecía, sé que está feliz de tener una noche así.

—Dios, Natasha. Por favor...

La oía suplicar su orgasmo. Eso me gustaba bastante. Me mantuve de la forma en que le gustaba y no pasó demasiado hasta oírla gemir dejando ir su corrida en mi boca.

Luego de una ducha ambas nos recostamos en la cama. Como si nada hubiese ocurrido hace unos minutos.

—Gracias por esta noche increíble. — murmuró ella. Sonreí y la vi observarme en silencio.

—Gracias a ti por dejarme estar contigo esta noche tan importante para ti.

Su mano acarició mi muslo de forma lenta, mientras sus ojos parecían clavarse en mi alma. Ella parece querer decirme algo, pero está asustada, conozco esos ojos de cachorro. Los conozco tanto como conozco a Yelena y sus trucos baratos para manipularme. Sé que lo hace, pero lo permito.

—¿Qué pasa, amor?

Ella suspiró.

—Te voy a extrañar tanto... Me asusta la distancia... Más de lo que debería.

—¿Qué te asusta? — pregunté besando su pecho.

—No poder tenerte aquí, así... No vernos en meses, no poder tocarte, no poder acompañarte ni cuidarte cuando estés triste, saber que te sientes mal y no poder hacer absolutamente nada... Tener que conformarme con una llamada en horarios reducidos porque la universidad y el equipo no me darán tiempo, además tú estarás en último año y...

—Buscaremos el tiempo, no es necesario que hables conmigo siempre, sabes que no soy así, no quiero que te presiones.

—Linda, sé que no me harás sentir presionada. Pero me gustaría estar contigo en tu cumpleaños y probablemente no pueda, no me gusta sentir que estamos contrarreloj, porque sé que luego tú irás a la universidad y podremos vernos, pero... ¿Y si no? ¿Y si nuestros horarios también son difíciles?

Ella suspiró y cubrió su rostro rápidamente con sus manos. Las quité y nos observamos fijamente.

—Viviremos juntas, ¿qué te parece esa idea?

Ella sonrió.

—¿De verdad?

—Claro que sí, tú y yo, juntas en un departamento o lo que sea... Haremos el amor por las noches, dormiremos de esta forma y...

—E iremos a la misma universidad.

—Exactamente, cariño...

—Te amo mucho, Nataska Romanoff.

—Y yo a ti, Wanda Maximoff.

—No, pero en serio, Nat.

Ignoré sus quejas, la besé. Podía sentir sus labios suaves moverse sobre los míos, me hace sentir tan increíblemente sexy tenerla así, para mí y por mí...

Ella me ama tanto como yo a ella. Ella teme perderme, y yo temo perderla, pero ambas sabemos que queremos estar juntas. Nos esforzamos tanto por eso y ahora es una realidad...

—Te amo tanto... Juro que jamás me había enamorado... Nunca, Nat...

—Yo sí, de ti... Antes de que me notaras...

Ella acarició mi labio inferior con su pulgar.

—Te noto.

—Ya, lo sé... Te estoy enseñando las tetas.

Ambas comenzamos a reír y ella bajó la mirada a mi torso desnudo.

—Muy lindas por cierto... Podría...

Wanda bajó hasta mis senos, su lengua tomó uno de mis pezones succionandolo de forma lenta y casi tortuosa.

¿Quién me dijo que debía meterme con la señorita hormonas? Joder. No me quejo, pero alguien debió advertirme de esto.

—Wanda...

—Shh... — susurró repitiendo el proceso con el otro pezón.

Mierda. Me gusta como lo hace.

[•••]

Melina.

—¡Estoy harta de tu actitud, Matt!

—¡¿Por qué te estabas besando con ella?!

—Creo que es hora de calmarnos...

—¡Tú no te metas, enferma!

—¡No le hables así a Christine!

—¡¿Crees que quiero que mi hijo crezca con su madre besando a otra mujer?!

—¡Tu hijo tiene una hermana lesbiana!

—¡Tus hijas no son sus hermanas, la pequeña ni siquiera lo sabe!

Tragué saliva.

Es cierto. Yelena no parece notar que mi abdomen ha crecido notoriamente y que ya no voy a dar clases a la escuela.

—¡¿No vas a contestarme?! ¡Te voy a demandar!

En ese momento Matt alzó su mano, me eché hacía atrás y Christine lo empujó.

—¡No te atrevas a tocarla, ella no está sola!

Dicho esto, Matt arrepentido de su actuar impulsivo, se alejó... Salió de casa y Christine tomó mi rostro.

—¿Te encuentras bien? ¿Tu bebé está bien?

Observé sus labios y volví a besarla. Ella me ha robado un beso por primera vez y para mi mala fortuna, Matt nos ha visto. Ha hecho un escándalo, pero sé que aunque debo pagar un karma o eso creo, Christine no está dentro de ese trato. Ella es... Increíble conmigo.

—No sigas viviendo esta pesadilla, Melina. Ven conmigo a suecia. Conseguirás un mejor empleo, dame una oportunidad de cuidar de ti y tu familia... Por favor. Sabes lo mucho que me gustas.

Tragué saliva.

Mi psicólogo aseguró que necesitaba un cambio de aires o el embarazo se complicaría. Quería evitar el estrés y la preclampsia, pero... ¿Realmente podía cambiar mis planes para permitirme amar y ser amada alguna vez? ¿Realmente lo merecía?

—No lo sé... Christine, son muchos cambios y...

—Son por tu salud, Melina... Podemos encontrar una buena escuela y universidad para Natasha...

—Le prometí que la llevaría a Yale, es lo que haré...

—Melina...

—No insistas... Necesito estar sola.

Ella suspiró. Se puso de pie y salió de casa también.

Creo que estoy destinada a estar sola...

Nota de autor:

De verdad queda muy poco. Como pasa el tiempo. ¿Ya leyeron el capítulo de her?

—Codito.

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