62.
Wanda.
—¿Y qué tal se encuentran hoy? — preguntó Eleanor mientras servía café para papá y me dejaba un par de barras de chocolate delante.
—Yo he dormido de puta madre. — admití sonriente mientras tomaba una barrita.
—Wanda. Compórtate. — regañó papá. Eleanor sonrió. — De verdad lamento su comportamiento, ella...
—Ella es siempre así, fuera de aquí, sin embargo es respetuosa todo el tiempo, Erik. Puedes relajarte. — dijo rápidamente al ver a papá bastante serio. — ¿Algo que desees compartir con nosotros, Wanda?
Observé a papá y luego a la psicóloga.
—¿Puedo?
—Claro, lo importante aquí es ver como tú y tu padre se comunican.
—Uh, pues... — observé a papá, luego a la señora Bishop. — Estuve en casa de mi novia, y... He tenido una noche asombrosa.
—¿Tienes novia? ¿Hace cuánto? — preguntó papá.
Me giré a Eleanor. Ella asintió dándome a entender que podía decirle a papá sin problemas.
—Desde ayer por la noche. Se llama Natasha. — sonreí.
—Con que después de todo si es tu novia. — la señora Bishop sonrió. Asentí. — ¿Está eso bien para ti?
—Muy bien. Natasha es un ángel caído en la tierra. Siento que nunca había sido más feliz, casi como si no mereciera esto.
—¿Natasha es de tu salón? — preguntó papá.
—Va un año más abajo. Es linda... Pensé que podría invitarla a cenar hoy, ya sabes...
—Claro que sí. Le diré a tu hermano que lleve a su novio también. — papá sonrió. — Me alegra muchísimo saber que hay alguien que te hace feliz, cariño, es...
—Ella es para mí lo que Charles es para ti, papá. No permitas que un hombre tan bueno te deje. — dije sincera. — Incluso si no entiendo que te ha visto, porque él es un ángel y tú eres... Como yo. Pero creo que merece la pena que no dejes que se te escape.
Papá me observó en silencio. La señora Bishop decidió intervenir.
—¿Hay algo sobre eso que quieras comentarle a Wanda, Erik? Charles es tu cuñado, el tío de Wanda... Ella ha notado algo bueno de él en ti. Y ha reconocido que tú y ella son similares, ¿crees que es bueno? ¿Crees que son similares?
Papá me observó, negó.
—Wanda no se parece a mí en nada. Ella es mejor que yo. Es idéntica a Irina... Tiene el mismo espíritu libre y extraño que mi esposa tenía. Es tan única como ella. — sonrió observando su regazo. — Sólo hay que oírla hablar... Son idénticas.
—¿Qué consideras que Wanda heredó de Irina, Erik?
—Oh, muy fácil... Ya lo dije, su actitud autoritaria, es terca... Siempre se sale con la suya, y ama demasiado... Ella es una buena chica.
No hice contacto visual con nadie mientras papá hablaba, sólo podía pensar en mamá, en todas esas características y ella... Siendo asombrosa.
—Mamá era increíble.
—Lamento lo ocurrido, Wanda. No debí dejarla irse de la oficina ese día, le pedí que espere a que yo acabara de trabajar, me quedaba sólo media hora, pero tus abuelos se iban de viaje y ella quería hablar con ellos... Era tan terca que...
—Mamá te amaba, lamento creer que debía culparte, ella tomó su decisión... Nadie tiene la culpa más que los abuelos...
Papá tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos, no levanté la mirada, pero pude oírlo llorar...
Él realmente estaba llorando. Vi a Eleanor acercarle pañuelos, él agradeció de forma suave. No quería decir mucho más sinceramente. No llevamos ni siquiera veinte minutos aquí y ya hay alguien llorando.
—¿Qué le gusta a tu chica? ¿Algo en específico?
—Le... Le gusta el chocolate...
—Haré que preparen postres de chocolate...
Sonreí.
—Gracias por eso, papá...
[•••]
Natasha.
—¡Nutella!
Me di media vuelta y mi hermanita corrió hasta mí, me abrazó con fuerza y comenzó a llorar como si no nos viésemos hace meses.
Llevo sólo un par de días fuera de casa.
—Hey, cariño... ¿Por qué lloras? — pregunté de forma suave acariciando su rostro.
—¡Es que te has ido, estoy muy triste! — insistió sin querer despegarse de mí. — ¡Llévame contigo, y a mamá, por favor!
Mi corazón se hizo pequeño al ver la inocencia de Yelena reflejarse en su tristeza. Claro que ella no tenía idea de lo que ocurrió, ella simplemente vio que su hermana ya no estaba y mamá tuvo que lidiar con eso...
Mamá...
Vi a Melina bajar del auto y observarme unos segundos. Aún tengo emociones encontradas con respecto a lo que debería o no pasar entre ella y yo.
No es mi madre, pero me ha criado, amado y educado como a una. Sé que mamá fue victima de papá, de todas formas... Él era el adulto, y si pudiese elegir que mamá tuviese la vida que realmente merecía, lo haría sin dudarlo... Por otro lado, mamá dice estar enamorada de alguien que podría ser su hija, alguien que tiene mi edad... Y eso me suena a un trauma reprimiéndose, no digo que las parejas con diferentes edades no puedan congeniar, pero hablamos de etapas totalmente distintas, y suena a un discurso repetitivo, pero es una realidad.
Mamá puede ser todo lo linda que quiera, es una mujer hermosa e inteligente, pero lo que ha hecho está mal, ella va a cumplir cuarenta años y si Wanda incluso llegara a los veinticinco, seguiría estando mal, porque mamá ya formó una familia, busca cosas que Wanda estaría comenzando a plantearse unicamente. Luego de esto la gente se arrepiente y vienen los problemas...
Papá también era grande para mamá, muy grande... Y era atractivo, su lindo cabello rubio, sus lindos ojos azules... ¿Eso significa que deberíamos perdonarle que le arrebató la juventud a una mujer en sus veinte? Mamá tenía veinticinco años y estaba teniendo a su segundo bebé mientras él era un señor... ¡Claro que está horrible! La vida de mamá estaba comenzando...
No entiendo de dónde planeaba que fuese justificable, es horrible. La belleza no es sinónimo de justificar esta clase de errores, incluso si mamá y Wanda se viesen lindas estéticamente –cosa en la que no deseo hacer incapie– claro que sigue estando mal.
Joder.
¿Qué le sucede a esta sociedad?
¿Acaso todos estamos mal y no nos damos cuenta de lo que sucede delante de nuestros ojos? Maldita humanidad imbécil que considera que la belleza es sinónimo de aguantar cada error de las personas.
Mamá apartó la mirada e ingresó a la escuela cuando le hice una seña para dar a entender que yo llevaría a Yelena hasta su salón.
Tal y como al inicio, yo corriendo por llevar a mi pequeña a la hora...
—¿Quieres que te acompañe a tu salón?
—¿Dónde está Wanda?
—No viene esta semana. Pero tengo algo que contarte...
—¡Anda, una noticia emocionante!
—Sí, cariño. Eso mismo.
Mi hermanita sonrió con emoción. Ella parecía realmente preparada para lo que viniera.
—¿Y bien? ¿Qué es, Nutella? ¡No es gracioso que te hagas la misteriosa!
—¡No te enfades, Yelena!
—Ya es que yo pierdo muchísimo la paciencia contigo, eh.
—No nos vemos hace días, Yelena. ¿Lo primero que harás conmigo es discutir, eh?
—Ya, es que tú lo buscas, Nutella vacía sabor a mostaza.
Sonreí.
Los insultos de Yelena son adorables, nunca sabes con qué saldrá, pero siempre logra sorprenderte. Es linda.
—Wanda es mi novia.
Seguí caminando sin recibir respuesta hasta que me di cuenta de que mi hermanita estaba en el suelo.
¡Oh, mierda!
[•••]
—No vuelvas a fingir un desmayo, estaba a punto de morirme del susto, Yelena.
Mi hermanita sonrió comiendo la paleta que le habían brindado en enfermería. Suspiré.
—Yelena. — mamá abrió la puerta y corrió hasta mi hermana abrazándola con fuerza. — ¿Estás bien?
—Que sí, mami. Que sí.
—Ha fingido su desmayo. Ya sabes como es, ama ser el centro de atención. — murmuré. Yelena sonrió.
—Dios, Yelena. No puedo permitirme salir de las clases así como así, cariño. Debes ser más consecuente con...
Se quedó callada y simplemente besó sus manitos pequeñas. Suspiré.
—Bien, me iré a clases...
Besé el cabello de Yelena y salí, pero mamá salió tras de mí.
—¿Cómo estás tú?
Me giré levemente. Ella y yo nos observamos en silencio, me encogí de hombros.
—Depende de lo que hables. No sé si debo o no contestar realmente.
—Cariño... Independientemente de todo lo que ha sucedido, soy tu madre y te amo. Te amo más que a nada en todo el mundo y...
—Y yo te amo a ti, mamá. Eres mi madre. Lo sé... — susurré. — Pero a veces siento que no puedo creerte después de todo lo ocurrido.
Ella observó el suelo.
—¿Qué puedo hacer para que vuelvas a confiar en mí?
—Busca ayuda profesional... Cuando lo hagas, confiaré en ti.
Quería abrazarla, pero no podía dar mi brazo a torcer tan pronto. Incluso si extrañaba fingir estar dormida para recibir sus besos en mi rostro en la noche cuando verificaba que todo fuese bien con Yelena o conmigo. Incluso si extrañaba sus abrazos al ver películas, incluso si sentía que necesitaba que ella cuidara de mí.
—Lo haré...
—Espero que así sea. Pero no por mí, por ti.
—¿Podrías quedarte con Yelena hoy por la tarde?
—La llevaré a una cena, pero sí, claro que sí.
[•••]
Melina.
Observé nuevamente la consulta, las paredes son blancas y el sitio es silencioso. Suspiré.
Tengo que esperar mi turno. ¿A qué he venido? No lo sé, yo sólo quiero que mi hija me perdone...
—¿Me puedo sentar aquí? — preguntó alguien a mi lado. Asentí sin levantar la mirada.
No me gusta este lugar. No tengo un problema... No estoy loca, yo... Simplemente quiero que mi hija... Me siga amando.
—¿Cree que les falte demasiado?
—Van por hora... Tengo una cita en media hora.
—Vaya, yo debo atender algunos pacientes. Soy psicóloga de infantes, trabajo por la corte. — murmuró. Levanté la mirada.
Me encontré con unos brillantes y un cabello castaño enrollado en un rodete. La señorita Palmer.
—Creí que...
—En ocasiones hago visitas a hospitales, como aquella semana. Creí que no volvería a verla. — sonreí y ella también. — ¿Viene con su hija?
—No, yo... — suspiré. — Sí, quiero pedir una cita para ella, pero debo corroborar el servicio de atención y eso, quiero que sea bueno como para dejar a mi hija adolescente con un buen psicólogo. Ya sabe... — mentí.
Ni siquiera entendí porqué deseaba mentirle, pero deseaba hacerlo. No quería que ella supiese que yo era una paciente de alguien. No quería que dejara de sonreírme de la forma en que lo hacía.
—Oh, entiendo... — sonrió. — Es una buena madre. La vi aquél día. No se desmoronó.
—Gracias por... Aquella vez y por esto... — murmuré. — En ocasiones es necesario oírlo de alguien, no pude agradecerle aquella vez.
—Tuve que irme. Mi hija había nacido.
Oh...
Asentí algo sorprendida.
Mierda.
Tiene novia.
—Oh... Felicidades y a su esposa...
—Oh, no. No es mi esposa. Es mi hermana, bueno, mejor amiga. No es mi hija como tal, ella es madre soltera, por lo que... Yo la llamo hija, pero no estoy casada o comprometida o de novia.
—Oh...
—Totalmente disponible.
Sonreí.
Mi móvil me indicó un mensaje de Matt.
Matt. No llegaré este fin de semana. No podré ir al siguiente control del bebé, ¿podrías grabar un audio?
Suspiré.
Matt y su jefa tienen algo, no es que me importe demasiado, yo también cometí errores, tampoco quiero desenmascararlo, porque no quiero estar con él. Ni él conmigo, está claro que solamente deseaba un hijo, aquello explicaría la insistencia en que el "latex le provocaba alergia".
—¿Sucede algo?
—No, yo...
—¿Melina Vostokoff?
Levanté la mirada.
—Debo irme...
—Un placer volver a verte, Melina Vostokoff.
Me giré a observar a la castaña. Me guiñó un ojo.
—Lo mismo digo.
—¡Ethan, cariño!
La vi levantarse y darle un abrazo enorme a un pequeño.
Su voz suena dulce al decir Ethan. Tiene un lindo acento.
Es linda...
—Melina, adelante.
—Gracias.
—Toma asiento. ¿Te gustaría comenzar contándome algo en particular o prefieres que yo haga algunas preguntas previas?
Observé el sitio. Me senté en el sofá. ¿Por dónde podría empezar? Es decir... ¿Qué podría decirle?
—Bueno...
Nota de autor:
¡Hey! ¿Cómo están hoy?
—Codito.
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