60.
Natasha.
—¿Y planeas quedarte por mucho? — preguntó Alexei. Lo observé extrañada. — Pregunto porque no quiero que estés sola aquí, ya sabes, para saber si debo volver antes o...
—Te fuiste la mitad de mi vida. Sinceramente estar sola aquí es lo de menos. — contesté algo borde.
Extraño a Yelena.
Y a Melina.
—Yo... Tienes razón. Lo lamento tanto... Yo... No debí decir nada, fue idiota de mi parte.
—¿Por qué no me dijiste que mamá no era mamá?
Él me observó en silencio.
—No creo que debamos hablar de esto ahora. Acabas de llegar y yo me iré en la noche.
—Creo que si me lo dices ahora, podremos comer juntos, luego te irás y tendré varios días para meditarlo hasta que regreses y nos demos una charla más extensa.
Él suspiró.
—Creo que heredaste toda la madurez que me hizo falta...
—La aprendí a la mala. — corregí.
Claro que mamá me educó con paciencia y amor, no tengo malos recuerdos a su lado, pero por otra parte, siempre tuve que estar allí para Yelena, no me quejo, la amo... Pero es algo que me hizo madurar más de lo que debería supongo...
—Claro, yo... Lo siento... supongo que podemos charlar.
Me senté en el sofá y él se sentó delante algo cohibido. Para ser un hombre de dos metros y de ascendencia rusa, no se ve muy rudo. Es como un... Osito de felpa o algo.
—Bien. ¿Por qué me dejaste con una mujer que no era mi madre? Quiero intentar entender el problema desde raíz.
—¿La raíz soy yo?
—No, el problema sí.
Nos observamos fijamente y sonrió de costado.
—Puede que no sea tu madre, pero claro que se parecen, eso no hay como negarlo...
—Me crió, genio. — murmuré. Él rió, eso pareció relajarlo un poco. Creo.
—Bien... Te dejé con ella, porque... Melina dijo que yo tenía un problema, y tenía razón. A mi banda le estaba yendo mal últimamente, entré en una crisis, engañé a Melina... — observó el ventanal. No había vergüenza alguna en su rostro. — Luego de eso, ella me perdonó, pero... Mi adicción por el alcohol no me dejaba ver lo imbecil que era... Solía ser agresivo, no con ustedes, pero sí con ella. Solía ser bastante agresivo... Ella me suplicó que me fuera, porque no quería que las lastime. Le dije que te llevaría conmigo, ella me dijo que no, que se quedaría contigo, que te cuidaría mejor que yo, y que también eras su hija... Intenté pedirle perdón, no funcionó, ella ya estaba segura en su decisión.
—¿Qué cambió? Mamá jamás tomaría una decisión a la ligera. Incluso lo más absurdo es premeditado. No actúa por actuar.
—La golpeé. No una vez... — admitió. — Y sé que debí pagar por ello, pero su trato era desaparecerme de sus vidas y ella no me denunciaría. Ella sólo quería lo mejor para ustedes, yo no era ni soy un buen padre, Natalia.
Nos observamos en silencio. No sabía que contestar. En el fondo de mi corazón siempre deseé tener esta charla con papá, pero jamás imaginé que llegaría a ser de este estilo, jamás creí que lo tendría delante mío diciéndome que no es un buen padre.
—¿Por qué aceptaste vernos entonces? Sabes que no vas a quedarte.
—Quiero quedarme, pero no sé ser padre. Tomé la opción fácil y huí, porque en el fondo me asustaba envejecer... Pero las amo, sólo que no sé como demostrarlo.
—¿Tu problema de madurez hizo que creyeras que era buena idea estar con una mujer muchos años menor?
—Cometí errores... Y sé que debería haber actuado de mejor forma. Melina merecía a alguien mejor...
—Sí. Ella tenía veinte, ¿y tú cuántos?
—Más de treinta. — susurró avergonzado. — Aprendí mi lección.
—Luego de dejar a una mujer que debía vivir su juventud, y tuvo que ser la madre de tus hijas, por tu estupidez.
—No me puedes culpar del todo, ella aceptó...
—¡Ella era más pequeña, estaba en otra etapa!
—¡Lo lamento!
—No deberías disculparte conmigo por eso. A mi me fallaste como padre, a ella le fallaste como hombre. Le fallaste porque te aprovechaste de que ella, ella creía que eras casi como estar en un sueño. ¡Él me entiende! ¡Él cree que soy madura! ¡Él...!
—¿Por qué estás tan enojada? ¡No me conoces, Natasha! ¿Por qué me culpas por algo que ya pasó hace años?
—¡Porque por tu culpa mamá ha cometido tantos errores! ¡Porque tu la volviste una víctima de tu egoísmo, la volviste egoísta! — gruñí molesta. — ¡Eres terrible como persona y ni siquiera te das cuenta! — seguí quejándome. Alexei me observó en silencio. — ¿Por qué no fuiste capaz de dejarla ser feliz?
—Acabó sus estudios y...
—¡No gracias a ti, porque puedo recordar cómo gritabas cosas sobre ella engañándote!
Papá suspiró. Se siente acorralado por la verdad.
—Nat, yo... Lamento que tu infancia no fuese lo que querías, pero... ¿Qué podría hacer ahora? Absolutamente nada, cariño... Te pido que pienses nuevamente en...
—Te pido que por favor tengas en consideración que el hecho de que los años pasaran, no significa que no estuvo mal. Dañaste a una mujer que no es la misma que te llamó para cuidarme, dañaste a una estudiante, una mujer joven que pudo ser más de lo que fue. Pudo hacer más cosas, enamorarse, casarse por amor, hacer su vida de otra manera. Te dio sus mejores años. Me dio sus mejores años y acabó conociendo un amor egoísta, tóxico e inútil.
—Natalia...
—Le enseñaste a amar de la forma en que no debía. Replicó lo que tú le hiciste y ahora debo ver a la mujer que más amo convertirse en la villana porque tú no te hiciste cargo de tus putos traumas de niño mimado y llorón. — dije dolida. Mis ojos se cristalizaron. — Así que ponte los pantalones una vez en tu vida y pídele a mi madre que se busque un buen psicólogo.
Él tragó saliva.
—Y de paso pide que te revisen. Te hace mucha falta, Alexei.
[•••]
Wanda.
Toqué la puerta un par de veces y observé las flores en mi mano. Natasha dijo que estaría sola, su padre se ha ido y...
—Hey, hola. — saludó la pelirroja. La observé con una sonrisa.
—Me gusta como se te ve esa camisa. — murmuré. Su cabello está tomando en un rodete y trae una camisa blanca cubriendo sus piernas desnudas.
—Gracias. Ven aquí. Estoy preparando pizza.
—¿Por qué pizza? — pregunté mientras tomaba su cintura. Natasha me besó y tomó mi mano para llevarme hasta la cocina. — Siento que alguna vez he visto este departamento... O estoy teniendo un déja vu.
—Seguramente has soñado conmigo. — dijo en un tono egocéntrico. Giré los ojos. Se supone que la egocéntrica soy yo.
—He leído sobre una teoría que habla de que nuestros sueños son vistazos a cosas que ya vivimos en otras vidas.
—Eres toda una genio leyendo post en The sun. — bromeó.
—Muy graciosa, Romanoff.
Besé suavemente su cuello mientras la veía observar el contador del horno.
—¿Sabes? Lo que te he dicho hace unos días sigue... En pie. — susurró y yo sonreí contra su cuello. — Quiero que me hagas el amor, Wanda...
—¿Es una propuesta para este momento, maestra Romanoff?
—¿Qué crees? — susurró de forma suave. Se dio media vuelta y sentí sus labios rozar los míos de forma suave.
Mantuve mi agarre en su cintura, lentamente avancé con ella hasta pegarla contra una encimera. Mis labios acariciaban los suyos y podía sentir sus uñas clavarse en mi espalda tratando de acercarme más y más a ella. Presioné mi pelvis con la suya y tomé sus muslos para subirla a la encimera.
—Wanda... Por favor... — avancé por su cuello dejando besos húmedos y ella sonrió. — ¿Aceptas?
—Siento que tal vez no será todo lo especial que te mereces, Nat... — comenté insegura.
—Será especial si es contigo... Por favor... — susurró contra mis labios. Suspiré. — Me gustas mucho, quiero que sea contigo... quiero que...
—Quieres, quieres... Yo también quiero... — besé la punta de su nariz. — Te amo.
—Yo te amo.
—Ajá... ¿En dónde? — pregunté insegura.
Ella se sonrojó.
—¿Ahora o luego de comer?
—Me quedaré contigo por la noche, puede ser al irnos a dormir, ya sabes...
—Sí, okay... De acuerdo.
—Bien...
Nos besamos nuevamente de forma suave, unos cuantos minutos de amor antes de que la pizza estuviese lista y fuésemos a elegir la película para ver.
Claro que estoy nerviosa.
Quiero darle un buen recuerdo.
Nota de autor:
¡Hey! Me tomaré dos días de descanso probablemente para poder estudiar para unos exámenes, pero no serán más de dos días (quizá si me da tiempo si suba capítulo, pero estoy avisando)
—Codito.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top