55.
Natasha.
—¡Vamos, equipo! — gritó Clint. Avanzamos entre la gente para llegar a una de las bancas. — Mariah, trae tu trasero aquí.
—Estoy, estoy...
Mi mejor amiga tomó el brazo de Clint y luego el mío.
—¿Qué harán luego del partido? — preguntó Clint.
—Iré con Wanda.
Mariah me observó en silencio y sonrió.
—La oveja volvió al corral.
—Ajá. Envidiosa. — enseñé mi lengua. Ella también la suya. Dieron el descanso y Wanda soltó su cabello, tomó la liga y volvió a atarlo.
Nos observamos fijamente, me guiñó el ojo y me sonrojé. Estúpida y linda, es mi estúpida y linda.
Creo que trae ropa interior de dinosaurios.
[ZETBelova <3]
Pasé mi cabello por detrás de mi oreja mientras veía hacía otro lado, pude incluso oír su risa.
—Que hija de puta. Ella sabe como te tiene.
—Ya, no es difícil darse cuenta. Incluso Darcy Lewis lo notó y viene para acá...
Levanté la mirada para ver hacía donde Clint veía y en efecto, mi ex novia estaba caminando hacía nosotros.
—Oh, mierda.
—Hey, hola. ¿Podemos hablar? — preguntó.
Asentí.
—¿Ahora o luego del partido?
—Uh, me da igual. Si gustas ahora.
Vi que el partido comenzó, por lo que opté por rechazar la oferta.
—Mejor luego. Acabo de llegar.
—Okay... Te veo a la salida.
Se dio media vuelta y se alejó.
—Eso fue incómodo. ¿Quién lo diría? Natasha tiene ganado.
—Yo soy parte. — dijo Mariah bebiendo de su gaseosa.
Giré los ojos.
—¿Qué tal todo con Pietro?
Acaricié el anillo que sobresalía de uno de los dedos de mi mejor amigo. Es bastante brillante, resalta lo suficiente como para notarlo desde lejos, y antes Clint jamás se habría puesto un anillo, ya que... Es un hombre de deporte, y dejarse los anillos puestos con lo distraído que es significaría que podría romperse un dedo y quedarse con el dedo atrapado en aquél anillo mientras la mano se le hinchaba cual globo. Sé que es algo que a Clint le ocurriría.
—Anillos de promesa. Él dice que vamos rápido. Yo creo que lo conozco de toda la vida... Estoy feliz con él, y él conmigo, creo que encajamos bien.
—¿Ya han...? — comenzó Mariah a mover uno de sus dedos dentro de su puño.
—¡Mariah Hill! — la regañé. Ella comenzó a reír de forma ruidosa. El entrenador nos hizo callar.
—Sí, un par de veces. No me quejo, todo está donde debe estar.
—Aw, nuestro pollito ya no es virgen, Nat. — dijo burlona.
—Muy graciosas. — Gruñó Clint.
—¡Yo no dije nada! ¡Dile a ella!
—Yo sólo te he apoyado en la decisión de remojar tu pistolita en aceite.
—Ay, por Dios. — me quejé mientras este par discutía y se burlaba el uno del otro. Decidí no intervenir, porque seguía siendo la única virgen del grupo, y precisamente no deseaba que hicieran bromas sobre mí y algún pesebre en navidad, ya tenía demasiado con la vista de Wanda corriendo sudada y agitada por toda la cancha.
Es extremadamente caliente. Nadie puede negarlo, todos aquí lo notan.
—¿Y tú cuando remojarás la pistolita? — preguntó Clint en mi oído. Me sonrojé.
No podía confiarme. Lo sabía.
—Ya basta, no remojaré nada en ningún sitio.
Mariah tomó mi mano observando mis dedos fijamente.
—No, claramente no, pero... — miró hacía delante, Clint y yo la imitamos. Wanda devolvió el balón con las palmas abiertas. — Manos masivas claro que lo hará.
—Mariah...
—Tal cual. Pobre, Nat. Deberíamos ahorrar para comprar algo y poder cerrarla.
—¡Chicos! — me sonrojé.
—¿Cinta o cuerda? — preguntó Mariah.
—Pensaba en suturas. — siguió Clint.
—Oh, Dios santo.
—Sí, Wanda. Dios santo. — dijo Mariah fingiendo un orgasmo. El entrenador nos observó nuevamente, mis mejores amigos apartaron la mirada y yo hice contacto visual con él por dos segundos que parecieron eternos. Los odio tanto que podría apuñalarlos ahora mismo y no sentir ningún tipo de remordimiento.
—Los odio... — susurré. Ambos rieron en voz baja. La castaña se detuvo mientras el entrenador le permitía un descanso luego de anotar los suficientes puntos como para dejar bien a su equipo. Es la mejor de todas.
—Hola, linda. — saludó y dejó el agua caer por su cabello y rostro. Se secó con una toalla pequeña que Gwen le entregó.
Gwen Stacy...
[•••]
—¿Me viste? — preguntó la castaña tomando mi mentón con emoción. — ¿Qué te pareció? ¿Te gustó?
Asentí con una sonrisa.
—Juegas increíble. Ya lo sabes.
—¿Y me has visto?
—La mitad del partido. No he podido llegar antes.
—Me has visto, eso es lo importante. — susurró sobre mis labios. Sonreí e iba a unir nuestros labios, sin embargo la voz de Darcy llamándome me hizo retoceder dejando a Wanda con un puchero dibujado en los labios.
—Dame un segundo. Te veré fuera. — ella negó tomando mi cintura. — Wanda...
—No... Mía. — murmuró en mi oído. Suspiré. — Tonta Darcy.
—Sí, muy... Ahora déjame ir. — dije risueña. Ella dejó un beso en mi cuello. — Wanda, ya...
—Te quiero.
—¿Es manipulación?
—¿Está funcionando?
—No, idiota. — la aparté y ella sonrió. Se dio media vuelta y saludó a Darcy amablemente antes de alejarse.
Lindo. Es... Decente. Me esperaba algo peor, tengo una mala imagen de los celos, porque recuerdo la forma en que eran mis padres cuando yo era pequeña y siempre dije que jamás dejaría que alguien tuviese tanta autoridad en mi como para permitir que sus berrinches absurdos me afectaran. Las relaciones sin confianza no funcionan, nunca lo harán, duele, pero es cierto.
—Veo que... Ya están juntas.
—¿Qué querías decirme? — pregunté.
Ella suspiró.
—Sabes que te quiero bastante, Nat. Sé que no acabamos en buenos términos, quiero remediar eso, porque... No he sido madura. Entiendo completamente que no sientas lo mismo que yo, y agradezco la valentía que tuviste al decírmelo, incluso si tardaste... Yo no fui del todo madura... — admitió. — Creí que debido a lo mucho que querías demostrarme que podía confiar en ti, te alejarías de Wanda, fue mi primer error, porque aún así no dejaste de sentir nada... Y... No servía de nada estar contigo si no confiaba en ti... Y también porque... Creí que al tardarte en decirme, sólo prolongabas todo... Lastimándome de forma egoísta, pero tu en serio estabas evitando dañarme, lo comprendo bien... Ahora.
—¿Por qué lo comprendes justo luego de ignorarme por más de un mes y medio?
—De hecho casi dos meses y medio... — murmuró. — Porque mi hermana ha salido de una relación tortuosa... Su ex era un idiota... Y me vi reflejada en aquél idiota que creía que todo el tiempo libre de mi hermana le pertenecía sin dejarla siquiera tener tiempo con su familia y amigos... Recordé todo lo alejada que estabas de tus amigos por mi enemistad con Mariah y... — observó a mis amigos quienes reían a unos metros. — Hoy te veo bien.
—Estoy bien... Todos ellos me hacen bien, Wanda incluida... Estoy comenzando a pensar un poco en mí, ya sabes... Como tú cada que discutiamos.
No es que quisiera sacarle en cara aquello, pero necesitaba ejemplificar la sensación.
—Lo entiendo... ¿Crees que alguna vez logres perdonarme? — preguntó de forma suave. — Y tal vez... en el mejor de los casos, ser amigas.
—Alguna vez... Tal vez. — murmuré. Ella asintió. — Gracias por tu sinceridad, Darcy. En serio lo aprecio muchísimo.
—Gracias por oírme.
[•••]
Wanda.
—¿Por qué me has invitado a tomar helado hoy?
—Porque quería que hablemos...
—¿Sobre qué?
—Sobre lo que sucede entre nosotras ahora y... ya sabes, lo que debes saber de mí.
—Wanda...
Respiré profundamente. Debía decírselo a Natasha, debía decírselo ahora o jamás podré estar tranquila con todo lo que ha ocurrido. Ella no querría que le mienta y mi terapeuta dice que...
—Bien. Ocurrieron cosas entre todo el tiempo en que tú y yo... — la pelirroja dejó mi helado y el suyo en la parte trasera del auto. — Sí, bien, deja eso ahí, sucede que...
Subió sobre mi regazo callándome con un beso profundo. Me tomó por sorpresa, pero mis manos fueron hasta sus muslos y ella sonrió.
—No, Nat...
—Sh... No me interesa, Wanda. Ya te lo he dicho, calla... — murmuró. Volvió a besarme, y aunque me hubiese gustado relajarme, no podía.
—Nataska, debes saberlo... — insistí. — No querrás estar conmigo cuando sepas...
—¿Tiene que ver con lo ocurrido en un inicio entre tú y yo? — preguntó acariciando mi nuca.
Suspiré observando la vista que teníamos de toda la ciudad.
—Algo así, no tan así...
—¿Es sobre lo que decían que querías hacer conmigo? — dijo incómoda. Negué rápidamente.
—Jamás habría jugado contigo. Esto tiene que ver conmigo y lo que hice mientras estábamos separadas. Cuando no hablábamos y... Hasta hace muy...
Volvió a callarme con otro beso. Joder. Ella no debería hacer esto, porque...
Oh... Mierda.
Separó las piernas y abrió levemente mi camisa pasando sus manos por mi cuello.
—Nat... ¿Q–qué haces? — balbuceé.
—Me acomodo mejor... — susurró sonrojada. — ¿Te molesta? Puedo...
Intentó alejarse pero la detuve con mis manos sobre sus muslos. Ambas observamos como yo acariciaba de forma suave su piel... Mierda.
Concéntrate, Wanda.
—Me gusta...
Tragué saliva.
—¿Te gusta? — susurré. Ella asintió. Subí mi mano un poco más. Ella me observó fijamente sin quejarse. — ¿Y allí?
—Todavía me gusta...
Suspiré.
—Debemos hablar...
—No quiero saber lo que tengas que decir, Wanda. Lo que has hecho estando lejos de mí... No es mi problema. Lo que me interesa es lo que sucederá con ambas de ahora en adelante...
Nos observamos fijamente un par de segundos. Acaricié su mejilla, luego su mentón y me detuve en sus labios...
—Eres la cosa más bonita que he visto en mi vida... — susurré. — Pero no eres una cosa, quiero aclararlo... Creo que te voy a querer siempre, eso me aterra.
—¿Te aterra quererme siempre? — susurró ella pegando su rostro a la palma de mi mano. Asentí. — ¿Por qué?
—Porque no quiero perderte y me temo que si te quiero... Tendrás que irte alguna vez...
—Todos nos vamos alguna vez... Pero podemos hacerlo funcionar... — susurró.
Y claro que quiero que funcione, pero tengo miedo... No me pueden culpar por eso... Con dieciséis años perdí a mi madre, a mi hermanito y por consecuencia a toda mi familia... Lo perdí todo, me refugié en cosas que ante los ojos de un policía, es negligencia... Papá dejó que me hundiera... ¿Por qué no le temería al amor? Se suponía que él me amaba...
—¿Crees que podrías conmigo? — susurré.
—Sé que puedo... Con lo que sea. Porque confío en mí, y también en ti.
Sonreí.
—No quiero decepcionarte, Nat. Debes saber algunas cosas antes de elegir...
—Elijo a esta Wanda. No a la que eras hace unas horas o a la que eras hace unos meses. Te elijo a ti, Wanda Maximoff. A aquella Wanda que... Eres ahora... Esta Wanda que puedo ver y tocar...— murmuró. — Y así será cada que te vea...
—¿Y cuándo ya no me veas? — pregunté recordando que debía irme.
—Seguiré eligiéndote si vuelvo a verte...
—No quiero que nos hagamos esto...
—Lo solucionaremos, Wanda...
Natasha parecía tan sincera, de pronto todo parecía volverse polvo mientras pensaba en lo felices que eran mis días desde que todas las tardes se resumen en Natasha, Yelena y Piolín...
He hablado más con papá últimamente. Aún no me agrada demasiado, pero creo poder comprenderlo, o eso intento...
Charles me agrada.
Todo parece ir bien...
—¿Confias en mí? — preguntó Natasha. Tomé su mentón y bajé mi mano hasta su cuello de forma suave, la atraje hasta mí. Unimos nuestros labios. Ella sonrió. —¿Eso es un sí?
—Es un bésame hasta que se me quiten las dudas, Nataska...
No dijo absolutamente nada. Sólo volvió a besarme.
Vimos el atardecer entre besos y caricias, no puedo negar que el ambiente subió de temperatura en su momento, pero no quise insinuar nada. Me cohibí con todo... No quería presionarla.
Aún puedo sentir su aliento recorrer mi cuello con desesperación mientras yo sentía que su ropa me estorbaba. No fue como con otras chicas, mantuve mis manos a raya... Sólo quería tenerla cerca, ¿ya he dicho que los besos de Natasha saben a cereza?
Me gusta mucho.
Tanto que quiero que sea mi novia.
Jamás creí que diría eso otra vez.
Nota de autor:
¡Hey! ¿Cómo están? ¡Nos leemos mañana!
—Codito.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top