54.
Melina.
—Mami, mira mi disfraz. — Yelena se puso delante mío. Levanté la mirada. Ella traía un disfraz de aquella película que alguna vez recuerdo vimos.
¿Cuál era su nombre?
—Eres...
—¡Boo, mami, soy boo! — dijo emocionada. Sonreí. — Y Nat es Mike.
De pronto mi hija mayor apareció delante de nosotras con un disfraz verde y... redondo.... Y extraño.
—¿Y tú eres...?
—Mike. — dijo entrando a duras penas en el sofá. — No digas nada. Me ha costado mucho hacer esto.
—No, cariño. Estás hermosa, es sólo que... ¿No deberías prepararte antes de salir?
—Ya, es que iremos a Lukes. Hay un concurso de los disfraces más creativos, entonces llevaremos esto. Espero que ganemos las malteadas y eso. — dijo emocionada.
Tomé mi móvil y les señalé el sofá. Yelena fue hasta su hermana y comencé a fotografiarlas.
—Yo recordaba a alguien de color azul. Podría haber sido yo, lamento no poder acompañarlas... — murmuré tomando mi abdomen. Natasha sabía, pero aún no era capaz de decírselo a Yelena. ¿Cómo podría? Es sólo una niña que cree que siempre será el bebé de su madre, tiene sólo diez años y no quiero que crea que todo cambiará.
No viviré con Matt. Ha sido lo primero que le he dicho.
Ya sé que no partí siendo honesta con él, porque... Estaba concretando lo de Wanda... Pero le tengo aprecio, y... He disfrutado de su compañía, para él no es todo sexo... No necesita controlar lo que hago y tampoco me agobia diario con mensajes... Me llama una vez al día, y es bastante preocupado sobre como me siento, me estresa que en ocasiones no piense tanto en mis hijas de la forma en que yo lo hago.
Para él no es importante si Yelena va a estar o no cómoda con el hecho de tener un hermano, aquello es molesto para mí, porque Yelena es mi bebé... Y si bien Nat lo ha tomado con naturalidad... Sé que también es extraño para ella pensar en nosotras no siendo tres contra el mundo, siempre lo hemos sido, y Matt parece querer olvidarse de que tengo dos niñas maravillosas cada que mencionamos el embarazo...
—No te preocupes, mami. Wanda será Sullivan. — dijo Yelena. Aparté mis pensamientos de forma rápida y observé a Natasha.
El timbre sonó.
—Ya llegó. — murmuró ella. — Bien, ya nos vamos.
—¿Qué? ¿A dónde? — dije desorientada. Me levanté rápidamente ganándome un mareo.
—Wow, wow... — Natasha me sostuvo. Yelena avanzó hasta la puerta. — Quieta. Yelena ya te dijo. Iremos a pedir dulces con Wanda.
—¡Nutella ha venido Piolín y es un ladrón! — dijo mi pequeña emocionada.
Mi corazón se aceleró pensando en la idea de ver a la castaña detrás de aquella puerta. Mis sentimientos por Wanda cada vez se volvían más complejos y no era algo que me agradaba en lo absoluto, mientras yo deseaba alejarme más y más como si nada de lo que hice hubiese significado algo para mí... Sabía que mis latidos acelerados y manos sudorosas no significan nada más sino el hecho de que... Había confundido mis intenciones.
Había mezclado lo que hacía con lo que sentía... Y ya no parecía una buena idea haber jugado con ella.
—Okay... ¿Regresarán muy tarde? — pregunté avanzando. Natasha intentó detenerme.
—Mamá siéntate.
—Voy a saludar...
Al llegar a la entrada la vi de rodillas charlando con Yelena y acariciando a un cachorro de unos... Dos o tres meses... Wanda traía un gran traje celeste con manchas moradas y el cachorro estaba caracterizado de ladrón. Era cómico, muy en su estilo y adorable.
Sonreí.
—Hola.
Ella levantó la mirada, por un segundo creí que ella había sentido algo al verme, aunque fuese mínimo, pero no.
—Hola, maestra. — apartó la mirada sin sonreírme.
—Hey...
Natasha apareció detrás de mí. La castaña sonrió de forma automática.
—Nat. ¿Ya nos vamos?
—Sí, déjame... — mi hija se dio media vuelta y traté de ocultar que me había sentado mal. Mis ojos se habían cristalizado y prefería culpar a las hormonas... Por eso la frialdad de Wanda me afectaba... No es para tanto. —Mamá...
—Estoy bien, amor. Es sólo que es el primer año que no iré con ustedes, no me parece justo... — murmuré. No era mentira del todo.
Ayer por la noche vi el álbum de fotografías, lloré un rato pensando en como mi pequeña iría a la universidad en un año más y como tendría que comenzar desde cero con otro bebé. Todo parecía abrumante.
—Ay, mamá...
—¡Mami, no llores!
Wanda apartó la mirada y rascó su nuca.
—Las dejaré solas. Me llevaré a Piolín a algún arbusto.
Natasha asintió y yo la vi alejarse con el corazón apretado. Suspiré. No quiero que se vaya...
No quiero seguir teniéndola lejos. No puedo vivir así y...
—Mamá, estaremos bien. Le diré a Wanda que nos tome fotografías para ti, ¿bien?
—Bien, tienes razón...
—¡Te amo, mami!
Mi pequeña soltó aquello y corrió tras de Wanda. Solté una risita suave.
—Además... El próximo año... — mi hija dejó su mano en mi abdomen. — Tendremos a alguien más para disfrazar... No todo es tan malo...
Sonreí.
—Claro... Tu hermanito...
—Exacto... ¿No te pone feliz?
No quería mentirle. No a ella... No otra vez... No con esto...
—Es difícil. No era algo que esperaba... No ha sido como... Ya sabes.
—¿Qué sentiste al estar embarazada por primera vez? Ya sabes... Conmigo dentro. — preguntó Natasha. No supe que contestar. Nunca estuve embarazada hasta Yelena... No es igual...
—Lo que supe al verte por primera vez... — tomé su rostro. — Era que te amaría el resto de mi vida, sin importar lo que sucediera... Iba a protegerte siempre.
Ella sonrió. Su madre es idéntica a ella... No sé como no lo había notado antes... La única diferencia es que mi hija... Es la niña más buena del universo. Tiene un enorme corazón, dulce y lleno de bondad.
—Te amo, mamá. Estaremos aquí antes de las once.
—Con cuidado. Llámame antes de venir a casa, dejaré las luces del jardín encendidas. Las amo mucho.
Besé su cabello. Ella sonrió y se alejó mientras yo compartía una última mirada con la castaña que acompañaba a mis hijas.
La extraño.
[•••]
Wanda.
—¡Ganamos los batidos! — festejó Natasha y Yelena asintió avanzando con su caja de donas.
—¡Y donas!
—Esas las ha comprado Wanda. No las has ganado.
—Que aburrida eres, Nutella. No hay donas para ti. — se quejó la rubia.
Sonreí. Natasha venía dentro de aquél traje redondo y verde mientras tomaba mi mano y yo cargaba los dulces que vaciabamos en un bolso en mi espalda, así Yelena podía mentir a las personas y decir que nadie le ha dado dulces. Es un gran plan. Hemos recorrido tres barrios enteros.
—¿Cómo te has sentido últimamente? — pregunté.
Natasha se dio media vuelta a duras penas y creo que intentó encogerse de hombros, pero es dificil distinguir con Mike en medio de ambas.
—¿Y eso qué significa?
—La verdad no me quejo. Mi madre está bien, ya la has visto.
Asentí lentamente.
Claro. La he visto... Creí que sería más terrible, no digo que no me ocurrió nada al verla, pero siguiendo el consejo de mi psicóloga, claramente me di cuenta de algo.
Estaba cegada por lo que me hacía sentir Melina... Pero realmente Natasha me gusta, y... Nunca dejó de hacerlo.
—¿Y tú? ¿Qué tal estás tú? — pregunté nuevamente.
—¿Por qué te interesa tanto?
—Porque tú me interesas.
Nos sentamos en el césped mientras veíamos a Yelena alimentar a Piolín con donas. El cachorro se veía bastante emocionado por la compañía de Yelena.
A mi también me agrada la compañía de ambos.
—¿Por qué me tratas de esa forma si no pretendes que seamos algo más, Wanda? — habló ella mientras apartaba la mirada. Su rostro está casi escondido en el traje. Eso es bastante gracioso a mi parecer.
—Eres un excelente Mike. Por tu tamaño y eso... Eres verdecita.
Ella sonrió.
—Ni siquiera podría enojarme contigo por eso.
Sonreí.
Claro que quería y quiero algo con ella, pero también no sé que debo serle honesta...
—Eres muy importante para mí, Natasha. Pero hay cosas que debo decirte y que debes saber sobre mí...
—Ese es el punto de una relación. Conocer a alguien y elegir estar con esa persona cuando... Ya sabes, como es eso... Tu has estado en más relaciones que yo y... — dijo nerviosa, me quité la capucha de Sullivan y la observé. — Yo sólo he estado en una relación, no sé realmente como funciona todo eso, pero intentaría comprenderlo, además quiero estar contigo, porque me gustas. Nos dimos nuestro tiempo separadas y... Oh, Dios. Estoy sonando demasiado intensa...
—En efecto... — sonreí. Ella se sonrojó. Mi corazón parecía acelerarse cada vez que la veía sonrojada. Acomodó sus gafas a duras penas y yo la ayudé.
—Intento no sonar intensa, lo juro. Yo solamente quiero que entiendas que te elegiría, Wanda. Quiero elegirte... Quiero cuidar de ti, quiero acompañarte, por favor... Nada podría ser tan terrible, y si es así, no quiero saberlo, porque... Confío en ti, y sé que lo que sea que hubiese ocurrido antes, no eres tú. Confío en esta Wanda... La verdadera, la que no todo el mundo ve... La que tiene un corazón enorme y solamente quiere que la amen por como es...
La sinceridad en su voz y sus ojos brillantes me hacían querer huir, porque sentía que no lo merecía... Era demasiado bueno para mí...
—Nat... No sabes lo que dices, linda...
—Sé lo que digo. Y lo que digo es que... Te quiero tanto que no me importa tu pasado, porque quiero que tu presente sea conmigo... — murmuró. — Y no quiero que te sientas obligada a contestar algo que no sientes, entiendo que no creas poder corresponder, pero dímelo y ya, dejaré de insistir. Podré seguir, pero si no me rechazas no puedo seguir pretendiendo que no me muero por besarte cada vez que te tengo de fren...
La detuve uniendo nuestros labios mientras me ponía de rodillas para alcanzar su rostro, ya que el traje me lo impedía. La pelirroja intentó abrazarme, pero el disfraz provocó que ella cayera al césped provocando mi risa. Ella también comenzó a reír y trató de huir de aquél redondo y verde armazón.
Al no conseguirlo me recosté a su lado y uní nuestros labios nuevamente sin decir una sola palabra. Solamente quería besarla.
Quería besarla por todas las veces en que sus palabra parecían sanar las heridas de abandono que traía.
Quería besarla porque lo sentía, porque parecía que al fin encajaba con alguien que veía en mí mucho más que sólo lo que todos los demás veían. La quería, y no quería dañarla, quería cuidarla tanto que me lastimaba...
Quería evitar arrastrarla a mí, pero la quería conmigo.
Cerré los ojos y sentí el sol del atardecer quemar en mi rostro descubierto.
Los labios de Natasha saben a cereza.
Justo como los recordaba.
Nos separamos de forma lenta y ella sonrió.
—¿Me ayudas a levantarme?
—Claro, Mike. Será un honor.
—Gracias, Sully...
—No vuelvas a enseñarle esta película a Yelena. Nos vio besarnos.
—De acuerdo.
Ambas comenzamos a reír. Entrelazamos nuestras manos y un silencio no incómodo se hizo presente.
—Te quiero, Natasha.
—Y yo a ti, Wanda...
—¡Y yo las quiero! — gritó Yelena corriendo hasta ambas. Se lanzó sobre mi cuerpo y Piolín sobre Natasha haciendo que la pelirroja comenzara a rodar colina abajo.
—¡Mierda, auxilio!
Yelena y yo comenzamos a reír sin parar hasta que vimos a la pelirroja caer en el estanque. En ese momento dejamos de reír para recuperar el aliento y seguir riendo.
Que gran halloween.
Nota de autor:
¡Hey! Lamento la tardanza. Feliz jawolin, grupo <3 (Subí one shot de "¿Disculpa?" Por si gustan pasar a leerlo)
—Codito.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top