42.

Wanda.

—Estaré bien, Charles. — murmuré al verlo observarme con desconfianza. — Ven por mí a las cuatro.

—Okay, pero no bebas demasiado, no te quites la ortesis y por favor si deseas ir a casa antes, llámame, no a Erik. Sabes como es Erik.

—Insoportable.

—Padre a fin de cuentas. — dijo guiñándome el ojo. Sonreí, salí del auto. — Pietro se irá con Clinton Barton.

—Me lo ha dicho, de igual forma, hazle saber que debe informarme. — comentó Charles. Bajé del auto y tomé las muletas para comenzar a avanzar en dirección a la casa de Gwen.

La rubia estaba en la entrada cobrando el dinero, me acerqué a ella para pagar, sin embargo no lo aceptó.

—Gwen. Voy a pagar como todos, no me tengas lástima por tener el tobillo lastimado. Vine a beber como todos.

—No, ya la has pasado bastante mal ayer y hoy temprano como para que yo haga esto. Es tu regalo de cumpleaños. — murmuró mientras dejaba a Parker encargarse de las entradas. — ¿Qué harás?

—Pues quiero un sitio en donde sentarme un rato y beber algo, quizá comer maníes y eso. — me encogí de hombros. Gwen suspiró.

—Tengo un sitio arriba, pero no podrás subir la escalera. — mencionó angustiada.

—Nada que antes no haya hecho. — le entregué mis muletas y comencé a saltar escaleras arriba.

—¡Wanda Maximoff! — me regañó, pero decidí ignorarla mientras veía como el último peldaño estaba cada vez más cerca, al llegar arriba me apoyé en la baranda y Gwen de forma rápida me sostuvo. — ¡Con cuidado!

—No voy a lanzarme.

—Desconozco tus intenciones, Wanda.

Touché.

Rasqué mi mentón antes de pedirle que me guíe hacía donde decía podía llevarme. La casa de su abuela es realmente grande, ya veo por qué ha decidido que sería aquí, ganaremos bastante dinero o eso espero.

Me ayudó a llegar hasta un balcón, con rejas.

—No voy a lanzarme, Gwen.

—Me contaste que conociste a Romanoff a nada de quitarte la vida. — dijo molesta.

—Estaba ebria.

—Ya, le diré a Romanoff que venga aquí si la veo llegar.

—Okay... — murmuré. — ¿Me traes una cerveza y maní? — hice puchero. Gwen giró los ojos, pero sé que va a traerlo. No se resiste a mis encantos tan... Encantadores.

No miento cuando digo que en ocasiones extrañaba venir a las fiestas y que todo mundo quisiese una oportunidad conmigo, sin embargo oír la música desde aquí, beber una cerveza y no cometer errores como el resto, suena tentador.

—Mejor deberían darme un premio a la persona más solitaria de la fiesta. — murmuré mientras veía a Carol algo incómoda entre Thor y Walker. Sé que no es su ambiente, pero ella los ha elegido. Yo no le he pedido que me abandone. No le he pedido que dejemos nuestra amistad, lo ha decidido ella sola. — Podría haber sido diferente, pero no quisiste eso... — murmuré.

—¿Ya estás delirando? — oí aquella voz ronca que sabía perfectamente a quien pertenecía.

Sonreí.

—Ya es que estaba practicando mi monólogo interno, Natasha. Pero has llegado a interrumpir, ¿no te cansas de ser molesta? — me burlé. Ella giró los ojos y la vi ponerse delante dejando una cerveza para mí junto a maní en un pequeño plato.

—Ya, pues no intentes ser actriz, de seguro se te da mal. — dijo sentándose delante. — ¿Puedo sentarme, no?

—Ya, es que... — comencé a ver para todos lados fingiendo que tenía algo más que hacer. Ella se levantó y la detuve tomando su mano. — Era broma, quédate. Te esperaba.

—Que bien, porque no quiero ir con Mariah o acabaré besándome con ella. — bromeó. Enarqué una ceja.

—¿No que estás de novia?

—No, Darcy no ha regresado conmigo aún. Dijo que luego de su viaje... Podríamos charlar, pero necesita estar segura de que puede "confiar en mí nuevamente" — hizo comillas. — No es que no entienda sus inseguridades, las entiendo, y te juro que quiero darle seguridad, pero en ocasiones siento que las acciones que toma en torno a eso, son inmaduras.

—Ya me dirás algo tú sobre la madurez, eh, niñata. — molesté. Ella gruñó pero yo estiré mis piernas dejando la ortesis sobre su regazo.

—Quítate. — se quejó bebiendo de su coca cola.

—¡Eh, que traigo una ortesis, no puedes ser mala conmigo, Nataska! — señalé.

—Eres tan manipuladora como Yelena, ya veo de donde lo ha aprendido. — me regañó. Bufé.

De seguro lo ha aprendido de Melina, ella me manipula todo el tiempo... O eso dice Pietro... Y Gwen...

—Ya, es que de mí no ha sido... — murmuré intentando que el recuerdo de Melina no acabara por joderme la noche. Aunque claro que es difícil si he comenzado a cuestionarme la intensidad de lo que siento por ella, claro que no puedo apartarla de mi mente incluso si lo intento, pero... ¿Cómo hacerlo ahora? Me estoy bebiendo una cerveza con su hija, quien sin lograr evitarlo, será irremediablemente parecida a ella en unos años.

—¿Estás insinuando que yo soy manipuladora? No le enseñaría aquello a mi hermanita pequeña. — Natasha me observó molesta. Realmente molesta, parecía que en serio la ofendí.

—No, no me refería a eso, yo... En serio lo siento, no quería que se malinterprete o algo. — balbuceé nerviosa. La pelirroja comenzó a reír burlándose dolorosamente de mí.

—Te he ganado esta vez, Maximoff.

La observé en silencio notando que no estaba molesta, eso me hizo relajarme. No quería cagarla justo cuando he estado pensando en esta charla desde que Pietro mencionó la que a mi parecer suena como la razón por la que Natasha parece odiarme desde entonces.

—Bien, eres astuta, pero no juegas limpio con tus bromas. — me quejé.

—Dijo quien fingió su muerte para que la deje recostarse en mis senos.

—Ese definitivamente no fue el motivo, de quererlo te habría dicho directamente.

—No habría aceptado.

—¡Oh, por favor! Amarías tenerme contra tus senos. — molesté sabiendo cuanto le jodía mi ego. — Sabes que es así.

—Maximoff, eres insoportable.

—Y tú, Nataska, eres increíblemente sexy cuando te enfadas, ¿te lo habían dicho antes? — pregunté al verla sonrojarse. No contestó. — He sido la primera... Justo como planeaba...— insistí. Ella tomó mi pie molesta y lo dejó caer al suelo.

No miento cuando digo que sentí como si me hubiesen clavado un lápiz directo en la columna moviéndolo en círculos... Unas cincuenta y siete veces.

—Joder... — jadeé y la pelirroja suspiró.

—Creí que podría tener una buena velada contigo, pero prefiero besarme con Mariah a sentarme a oír estupideces como esas.

Y ésta vez ella parecía molesta de verdad... Ya, es que Pietro tenía razón, es por eso que Natasha parece odiarme, porque ella lo cree... Como todos. Joder. Me odio.

—No, no... Nat, linda... Por favor. — supliqué aún respirando con dificultad. — Quédate, por favor... Necesito hablar contigo sobre algo sumamente importante.

—No, no tengo tiempo para...

—Es en serio, Nat. Por favor. Dame cinco minutos y si te parece absurdo, vete... — mencioné con temor de que al sacar el tema ella realmente eligiera irse por comodidad.

Quiero arreglar las cosas, no con el afán de torturarme por lo que pudo ser, sino porque en serio creo que no es así como todo debería acabar. Podríamos ser increíblemente buenas amigas, porque algo más allá de eso ya está fuera mi alcance.

Sobretodo por lo ocurrido con Melina...

—Tienes los cinco minutos entonces... — murmuró Natasha volviendo a sentarse en su sofá. Suspiré y analicé de qué forma comentarle que ya sabía la razón por la que me odiaba, y parecía incluso un cliché incómodo y mal contado, ¿por qué mierda jugaría con ella? ¿Es esto una mala película de netflix o un libro mal escrito en donde una apuesta determina mi final? ¡Pues no! Es mi puta vida, no soy de la forma en que todos creen que soy, incluso ella pudo notarlo, ¿tan difícil de creer es que yo no soy una patética copia de todo lo que está mal en sociedad? — ¿Y bien?

—Bien, no te haré perder el tiempo entonces. — comencé yo. — No era un secreto que me gustas mucho hace unos meses. — murmuré. Ella no contestó absolutamente nada, por lo que me di el tiempo de respirar antes de seguir. Estoy malditamente nerviosa y puedo seguir los cabellos de mi nuca crisparse. — No miento, Natasha. Me gustabas mucho.

—¿Qué pretendes al decirme ésto justo ahora, Wanda? — preguntó y no comprendí sus expresiones. Sentía que me decían todo y a la vez no me decían nada, ¿y cómo podía tomarme aquello?

—Yo... Yo nada, sólo déjame acabar. — dije nerviosa.

—Pésima elección de palabras... — bromeó ella y sonreí. Eso me dejó menos nerviosa que antes, al menos está bromeando.

—Ya, es que me lo has contagiado. — murmuré, levanté la mirada y sus ojos se cruzaron con los míos. Bien, Wanda, respira. Es sólo una chica, has hecho esto mil veces. — Y no estaba jugando contigo, nunca lo hice, pero hace unos días Pietro me comentó que... Habían rumores.

—¿Rumores?

—Sí, sobre yo queriendo ser tu primera vez o algo así, usarte y luego dejarte... "Como a todas" — hice comillas. Ella parecía querer desmayarse en ese mismo momento. — Ya sé que no es como planearías acabar la fiesta o algo, pero debo hablarlo contigo, porque en serio me gustaría que al menos seamos amigas y las cosas queden claras entre ambas, Nataska. Me gustabas mucho, y no quería lastimarte... — me detuve apartando la mirada. — Creo que incluso jamás alguien me había gustado tanto como tú lo hiciste, ¿entiendes eso?

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Me abofeteaste frente a todo mundo, me dolía más el ego que la cara, pero incluso si hubiese querido, me evitabas y yo lo sabía. Hice mi vida en torno a saber que me odiabas... — admití.

—Ahora mismo te odio por no haber insistido... — dijo poniéndose de pie. Creí que se iría, pero avanzó hasta el balcón apoyándose en el. — Todo podría ser tan diferente ahora...

—Lo sé, y me culpo bastante por todo lo que ha ocurrido... — murmuré sabiendo que me refería a Melina. Si mis sentimientos por ella no hubiesen crecido, si de pronto no hubiese sido mi único apoyo o interés para sacarme a Natasha de la cabeza... Incluso suena horrible pensar en que si fuese alguien más, no habría problema alguno en que ella y yo....

Es que sinceramente Darcy me importaría una mierda.

Le di un largo sorbo a mi cerveza antes de intentar limpiar la humedad que amenazaba mis ojos, sólo humedad, no lágrimas en sí.

Es angustia clavada en mi pecho.

Esa angustia que no logras arrancar y se queda allí, casi madurando esperando a explotar en el momento menos indicado.

—¿Y qué es lo que sigue luego de esto? — murmuró luego de unos minutos en silencio. Minutos que parecieron horas en mi desesperado corazón.

—Intentar ser amigas, si es que eso deseas. — mencioné aún sintiendo que parecía una estupidez todo lo que ocurría en este momento.

Natasha me observó sin decir una palabra, me acerqué a ella y me quedé en silencio a su lado, ambas apoyadas en la baranda del balcón, viendo a todos cometer errores, bailar y beber...

—Acepto.

Una llama de esperanza parecía encenderse en mi interior, incluso si quería negarme que la llama fuese de algo diferente...

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