41.

Wanda.

Suspiré mientras lanzaba nuevamente la bola de béisbol al techo una vez tras otra.

El entrenador dice que no podré participar del siguiente torneo ya que no estaré en el partido de la próxima semana, Melina lo único que ha hecho es ignorarme y Natasha parece espantada. ¿Algo más podría salir mal en éstos momentos? ¿Me arranco el corazón y lo lanzo al basurero también? ¿Qué más quieres de mí?

Sentí el suave golpeteo en la puerta, detuve la pelota entre mis manos.

—Adelante. — murmuré. La puerta fue abierta y vi a Pietro entrar sin camiseta. — No te daré otra camiseta si las tuyas están sucias, Pietro. — me quejé.

Él sonrió, no contestó.

—No he venido por eso, quería hablar un poco contigo, ¿se puede? — preguntó y negué. — Anda, Wanda.

—¿Planeas atacarme verbalmente como siempre? — pregunté observando mi móvil. No habían mensajes de Natasha.

—No, es algo de preocupación pura. — murmuró. Enarqué una ceja.

¿Y por qué cojones él tendría que preocuparse por mí? ¡Si hasta parece que me odia todo el tiempo!

—Pues dilo ya.

Me acomodé mejor en la cama y él señaló el rincón de esta. Asentí ante su pregunta sin mención, claro que podía sentarse allí. ¿Acaso es idiota?

—Que sí, que si puedes, Pietro. Joder. Dilo rápido, me pones de los nervios.

—Lo siento, es sólo que no quiero ser invasivo ni molestarte, Wanda.

—¿Y esa consideración? ¿Acaso vas a morir o algo? Si es así, prefiero que me dejes tu laptop antes que intentar ser amable en tus últimos días de vida. — dije molesta. Realmente comenzó a incomodarme su presencia desde que noté que papá parece quererlo más a él, y no es que esté celosa, es que simplemente Pietro se aprovecha de ello y además de maltratarme, intenta siempre que papá haga sus estúpidas comparaciones en como el pobre y deprimido Pietro puede con su vida, pero yo que no tengo ningún maldito problema, causo veinte mil. ¡Ya, es que si supieran todos los problemas que tengo! Se callarían la puta boca, lo aseguro. No tengo ninguna maldita duda de ello.

—Wanda... No, no digas eso.

—Ya. — me encogí de hombros. — Pietro, no quiero ser grosera, pero estamos mejor así, yo te evito, y me alejo de tus malos tratos, me alejé también de Natasha y...

—¿Sigues molesta por ello? ¡Wanda, era una broma! Además ya estoy con alguien más y tú...

—¡Ese es el problema, Pietro! — dije molesta. — Eres un idiota, eres celoso y un pésimo hermano. ¡Yo podría estar con Natasha ahora mismo, pero me hiciste creer lo peor de mí, cometí errores y ahora es irremediable!

—Lo es... —murmuró. — Pero no puedes culparme de ello, no es justo que culpes al resto de tus problemas...

—¡¿No es acaso lo que tú hacías?! — dije cabreada. Pietro me miró sorprendido, pues nunca le grito. Decido ignorarlo y hacer como si no existiera... Las cosas han cambiado. Por eso digo que nos llevamos mejor, lo ignoro y espero a que él necesite algo, de lo contrario no quiero hablar con él. — ¡Me culpabas! ¡Y luego me culpabas, porque la única chica que te gustaba jamás en la puta vida te hubiese dado más que la hora!

Me quedé callada luego de eso. No debí decirlo así, pero sinceramente con todo lo que traigo encima... No debería esperar demasiado de mí.

—¿Qué sabes tú de eso, eh? ¡Tú solamente usabas a cada chica que te parecía linda! ¿Acaso no pretendías follarte a Romanoff e irte? ¡Toda la escuela hablaba de eso, pero jamás te enterabas!

¿Qué?

¿De qué cojones habla?

—¿Qué? ¿Por qué dices eso? — me levanté molesta, lo empujé contra la puerta y presioné su pecho con mis manos.

—Wanda...

—¡No! ¿Por qué lo dices? ¿Quién dijo eso?

—¡Todo mundo lo sabía, Natasha me lo dijo! — gritó.

De pronto todo parecía tener sentido, la ira de Natasha, sus palabras hirientes, el rechazo, las burlas...

—Todos creían eso de mí... ¡¿Me ves capaz de eso?!

—¡Ya lo has hecho! ¿Qué querías que los demás piensen? — preguntó en un susurro en cuanto lo solté.

De pronto mi pie comenzó a doler, me sentía mareada, noté que ni siquiera tomé las muletas para levantarme. Me dejé caer contra mi pared avanzando hasta mi cama. ¿Por qué nadie me dijo ésto? Las cosas podrían haber sido diferentes... ¡Pude explicarle!

—Te odio... — susurré sintiendo un nudo formarse en mi garganta. Pietro intentó acercarse, pero lo empujé con toda la fuerza que tenía. Él tropezó cayendo al suelo. —¡Eres una mierda de hermano, no mereces siquiera que te llame así!

—¡Lo siento, Wanda! ¡Me gustaba en serio, no quería que la dañaras!

—¡No querías salir dañado, mentiroso! ¡Jamás habría hecho algo mal por Natasha, y cuando estaba a punto de enviar a la mierda mis malos pensamientos sobre mí...!— me quedé callada. No pude contener el llanto.

¡Ya sé que cometí errores, y entiendo que la muerte de mamá no justificaba mi comportamiento, pero yo me juzgué! ¡Yo hice ese trabajo! ¿Por qué los demás tenían que creer que también dañaría a Natasha? Con todo lo que me costó creer que no lo haría, y que en serio la quería... Y que en serio quería estar con ella... Y ahora... Ahora sucede ésto...

Comencé a sollozar de forma sonora, hasta que sentí a Pietro abrazarme con fuerza. Intenté apartarlo, pero él no lo permitió, no me dejó apartarlo... Yo tampoco quería hacerlo en serio...

—Vi a Vostokoff y a ti. Lo siento, en serio lo siento por todo lo que causé, Wanda. Entiendo que estés molesta, pero juro que voy a cuidarte desde ahora... Seré el hermano que necesitas... — susurró besando mi cabello. Mi piel se heló... Él nos ha visto. — Por favor... Escúchame, Wanda... Escúchame y juro que cumpliré con mi palabra.

—¿Cuándo nos viste? — pregunté pegada a su pecho.

—Ayer por la noche. Te esperaba, había guardado pizza de la cena, estaba esperando para decírtelo, pero la vi... Vi como te trata, Wanda... No eres...

—Silencio...

No quiero oírlo.

[•••]

Natasha.

Mantuve mi mirada en el libro de física para poder acabar el trabajo del maestro Strange.

Ahora es el encargado de darnos química y es que sinceramente ésto no pasaría si la maestra suplente no hubiese renunciado también.

—¿Por qué no puedo concentrarme? — me regañé mentalmente, pues bien sabía por quién no podía. — Ya basta, Natasha. No es necesario que vuelvas a sentirte de ésta estúpida forma. Sólo fueron recuerdos, apartalos.

—¿Nat, estás bien? — mamá quien había llegado hace menos de una hora. — Lamento no haber venido antes a preguntar, ¿el desayuno estaba bien?

—Sí, mamá. No te preocupes. Todo estaba delicioso.

—¿Saliste de casa? — preguntó. Negué rápidamente y ella dio una mirada rápida a mi habitación. Observé el suelo, la camiseta de Wanda... Ella también la observó. — ¿Estás segura?

—Mariah me envió unos chocolates que comí hace un rato, ya sabes, siempre con detalles lindos... — mentí.

—Le he dicho a Matt que venga a verte. Dijo que no había nadie, por eso pregunto... — murmuró ella y su vista no se apartó de la camiseta en el suelo.

Tragué saliva. Oímos un ruido seguido del llanto de Yelena.

Ella apartó la mirada hacía el pasillo. Con mi pie empujé la camiseta bajo mi cama.
—Ya, es que quizá me estaba duchando y como estaba sola he puesto la música más alta de lo normal, lamento eso...

Mamá siempre suele decirme que la música no puede exceder ciertos niveles, ya que los vecinos podrían quejarse o algo, y no podemos mudarnos, ya que ésta casa es todo lo que papá nos ha dejado.

—Mhm... — contestó apoyándose en la puerta. —¿Estás bien, bebé? — preguntó a Yelena quien contestó un suave "sí" mientras seguía llorando. — ¿Necesitas ayuda, cariño? — preguntó nuevamente y rogué porque Yelena la llamara para poder esconder la ropa de Wanda en mi bolso.

—¡Porfa, mami! — sollozó mi hermanita y ella suspiró.

—¿Qué voy a hacer? Tu hermana no puede estar más de cinco minutos  sin dañarse o romper algo.

Sonreí.

—Por eso no quiero hijos, mamá. — murmuré. Ella hizo un puchero. — Adiós, nietos.

—Ya veremos.

Se dio media vuelta y se alejó de mi habitación. Suspiré, me lancé al suelo a buscar la camiseta de Wanda y sus jeans. Los metí a mi bolso.

Tomé mi móvil y busqué su contacto.

Nat. Mañana, te veo en el auditorio. Te daré tus cosas. Gracias por dejarme venir con ellas.

W. ¿Dejarte venir? Eso es una pésima elección de palabras, pero como digas, linda;)

Su respuesta fue casi automática y me hizo sonreír. En ese momento supe que debía centrarme en las tareas.

Ya basta, Natasha.

De pronto un mensaje de Darcy con un "mira por la ventana", llamó mi atención, me levanté y caminé hasta mi ventana. La vi allí abajo, con un ramo de flores y una caja de chocolates, traía un puchero dibujado en los labios.

Sonreí levemente.

—¿Podrías darme una oportunidad para hablar? — preguntó en voz alta. Realmente necesito que charlemos, esa es la solución a todo.

—Ven aquí. — dije rápidamente. Ella sonrió, bajó de su motocicleta. Las palabras de Mariah me taladraban la cabeza. Ella repitiendo que Darcy era la copia de Wanda, y que intentaba llenar los vacíos que dejó una castaña con la otra...

Salí de mi habitación, vi a Yelena con una curita en la ceja.

—¿Y tu qué? — pregunté. Ella hizo puchero y se cruzó de brazos.

—Natasha. — me regañó mamá.

—Sólo pregunto.

Bajé las escaleras y caminé hasta la entrada en donde la castaña esperaba. Me dedicó una dulce sonrisa.

—¿Está en casa la chica más linda de la escuela?

—La tengo delante... — murmuré.

Ella sonrió, tomó mi mentón... Todo parecía repetido. Besó mi mejilla.

—Te extraño.

—Y yo a ti...

—¿Podemos charlar?

—Adelante.

[•••]

—Buenos días, amor. Arriba.

Mamá levantó mi persiana. Suspiré y apegué mi cabeza a la almohada. Un día de descanso estuvo bien.

Luego de la ducha, el desayuno y el viaje, decidí que esperar a que Wanda estuviese en el auditorio era lo mejor.  No quería dejar a Yelena en su salón. Fue mamá, ya que dije que debía verme con Darcy.

Ayer mamá la ha invitado a cenar, pero luego de nuestra charla, ella amablemente la rechazó. Le pedí un poco menos de intensidad, pero que realmente quería hacer funcionar esto. Sólo que no podía cumplir con sus estándares, ya que ella pedía la misma intensidad desde mi parte y yo... Yo no soy así.

Nos hemos besado, le he contado que también me besé con alguien estando lejos de ella, y ella me ha dicho que también lo ha hecho, y yo estoy bien con ello, por lo que espero lo mismo desde su parte.

Entré al auditorio y vi a la castaña esperando con sus pies colgando del escenario. Avancé hasta ella y saqué las cosas de mi bolso, sin querer dar otra explicación más que las gracias.

—En serio agradezco que me dejaras ropa para irme a casa. — murmuré. Iba a darme media vuelta, pero ella bajó del escenario y tomó mi mano rápidamente. 

—Hey. ¿Por qué huyes? — me detuvo. — Ayer no me has contestado.

—Ya, es que lo he olvidado. Ha ido Darcy a casa y...

—¿Ya volvieron? — preguntó ella y yo negué levemente. — ¿Por eso no quieres hablarme?

—Por ella y mamá. No quiero más problemas. — admití.

Ella enarcó una ceja.

—¿Me estás diciendo que no podemos ser amigas siquiera?

Suspiré. En el fondo, no lo hago por ellas, lo hago para enterrar cada estupidez que cruza mi mente.

—Ya, es que...

—Dijimos que seríamos amigas secretas. Funcionamos bien así. — dijo rápidamente. — Hey, mírame.

Ella tomó mi mentón. Nuestros ojos se cruzaron, su verde y el mío.

—Es complicado. — balbuceé.

—No, podemos ser amigas secretas. Vamos, Nataska. Además... Eres una buena amiga, corriste a ayudarme ayer y...

—Y te agradezco lo de la ropa, porque... — aparté la mirada y me obligó a verla nuevamente.

—No me cambies el tema. Además de Gwen, no conozco a nadie que tenga buenas intenciones conmigo, y luego estás tú. Te ayudaré a que todo siga bien con Darcy... —murmuró. Suspiré.

—No, Wanda... No es eso.

—Al menos piensa en ir a la fiesta. Necesito hablar contigo. — suplicó. — Me arrodillaré. Te la chuparé si eso deseas, pero...

Se puso de rodillas.

—Wanda, no... —dije tratando de levantarla del suelo, ella estaba delante de mí con ojitos de cachorro. Joder. — No seas ridícula, ponte de pie.

—No, no me iré hasta que digas que...

—¡Lo pensaré! ¿Okay?

Ella sonrió.

—Bien. Me sirve.

—Por favor, cuida tu pie. — dije al ver como se levantaba y avanzaba cojeando como si una bota de color gris no la siguiera.

—Ya, pero si no vas, me romperé el otro. Queda a tu consideración. — dijo saliendo del auditorio sin darme derecho a replica.

Joder.

Y pensé que Yelena era manipuladora.

[•••]

Wanda.

—Melina, ya. — me quejé al sentir las manos de la pelinegra en mis hombros. Me metió al sitio del conserje. — Vendrán y...

—Lamento haber sido una idiota contigo, amor... Yo en serio, no quería comportarme así, estaba molesta y creí que debía comportarme...

—Como una idiota. — solté de pronto y me arrepentí de inmediato. — Lo siento, yo... Uh.

—Tienes razón, amor. He sido una idiota y quiero que sepas que no...

—Estoy cansada de tu actitud, Melina. — contesté recordando la charla que Pietro y yo tuvimos ayer por la noche. Ha dormido conmigo. Lo cual agradezco, al fin no he tenido una pesadilla como comúnmente tengo cada que Melina discute conmigo...— Siempre discutimos y ya no me gusta la sensación de incertidumbre contigo, un día me quieres y luego hago algo que te descoloca y...

—¡Lo siento, lo siento! Prometo que voy a cambiar aquello, por favor... Amor... Lo he arriesgado todo por ti...— murmuró. Vi la sinceridad en su mirada, suspiré. ¿Por qué negarme? Aparentemente nadie insiste tanto como ella lo ha hecho conmigo... Incluso con todo en contra. — ¿Me das otra oportunidad?

—Iré a una fiesta mañana, para ayudar. — murmuré intentando probarla. — Gwen quiere que...

—Ya empezamos con eso otra vez... — dijo molesta. —¿Le darás tu camiseta también como a mi hija? ¿Crees que no sé que se vieron ayer? Vi tu camiseta en mi casa. ¿Fuiste hasta allá y le pediste a Natasha que no diga nada? — me bombardeó de preguntas. — ¿Acaso le has llevado chocolates? Porque su novia también lo ha hecho luego, no te ilusiones.

—¡Melina, ya! ¿De qué camiseta hablas? Nada de eso es verdad. — y no lo es, no del todo, pero sinceramente... Ella no debe saberlo.

—¡Aquella camiseta de Slipknot! — insistió.

—¡La traigo bajo la camisa! — señalé el uniforme.

—Enséñame. — contestó. — Si es verdad, enséñame que la tienes.

Abrí mi camisa molesta por su desconfianza, me sentía tan mal de sólo tener que probarle algo...

Las palabras de Pietro parecían cobrar sentido en mi mente... Me sentía... Un juguete. Como si fuese su jodida mascota para seguir sus órdenes. Su puto títere.

Le enseñé la camiseta y ella suspiró.

—Eres una idiota. — dije molesta. Salí de allí dejándola sin oportunidad de decirme algo, y en el fondo quería que me siguiera, pero sabía que aquello sólo significaba discutir más, y no me siento con los ánimos como para eso.

Luego de unos minutos llorando en el baño, salí de allí, avancé por el estacionamiento y me encontré con una imagen que me hizo aún más daño del que pensé en algún momento.

Matt sostenía la cintura de Melina mientras ella le daba un beso y sostenía un ramo de flores. Las mismas flores que compré para Natasha aquella vez, las mismas que le dije; podía quedarse... Las que puso en agua y mantuvo en su escritorio por una semana, hasta que la última en marchitarse acabó en uno de sus libros favoritos.

En ese momento comprendí que mis sentimientos por Melina eran mucho más fuertes de lo que pensaba.

—Ven aquí. — Pietro me abrazó, me hizo avanzar hasta el auto mientras yo no podía controlar las lágrimas. — Yo conduciré.

Observé una última vez la escena y pude ver los ojos de Natasha conectarse con los míos. Aparté la mirada avergonzada.

No quería que ella me viese así, no tenía por qué.

[•••]

Al llegar a casa, lloré. Me metí a la ducha, lloré más y luego me acosté a dormir. No quería cenar.

Es tan simple como saber que ella perfectamente podría elegirlo, porque él era su novio, yo no. Yo sólo era la chica a la que le hablaba cuando estaba aburrida y decidía que quería follar con alguien.

—Eres una idiota... — y lo soy, realmente creía que ella me quería, pero le tomó diez minutos ir y besarse con Matt en el estacionamiento de la escuela... Diez minutos. Así de importante soy para todos, tanto que pueden olvidarse de mí como si nada.

De pronto mi móvil me indicó una notificación. No quise revisarlo de inmediato, seguramente era Gwen preguntando como me sentía, ya que hemos hablado un rato, yo lloraba y ella sólo me oía llorar, fue lindo sentir su apoyo, Pietro le dijo a papá que me dolía bastante el tobillo debido al mal clima, algo absurdo, pero le han creído, Charles no, no del todo. Papá le agradeció estar pendiente de mí.

Tomé mi móvil y sequé mis lágrimas dispuesta a contestar a Gwen, sin embargo me sorprendí al ver que no era ella sino Natasha.

Nat. Iré, podremos hablar, pero nadie debe vermos. Darcy estará fuera este fin de semana, por lo que... Creo que podríamos ser amigas en secreto.

Sonreí.

W. Yay. Te esperaré allí.

Nat. Ya, y yo espero que me prepares una buena margarita o me iré.

W. Me gustan las margaritas, soy buema en ello.

Nat. Eso dicen las malas lenguas.

Sonreí y solté una risita suave.

W. Imagínate lo que haría una buena lengua, como la mía ;)

Nat. Hablar maravillas de ti misma, egocéntrica.

Sonreí aún más.

W. Ya. Es que ya tengo a gente que haga eso por mí, tú serás una.

Es lindo... Sentirse bien a veces.

Nota de autor:

¡Hey! ¡Nos leemos mañana! (O no, si es que decido escribir el cap para el lunes) ¿Cómo les fue hoy?

—Codito.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top