39.
Wanda.
—¿Qué? Melina, estoy... Acabo de despertar. ¿De verdad vas a discutir conmigo? — pregunté con el rostro aún pegado a la almohada.
—Ya deberías estar levantada, son las nueve de la mañana. — se quejó.
—Yo... ¿Acaso escuchas lo incoherente que eso suena al respecto de lo que dijiste ayer? Me duele el tobillo. — me quejé.
—No estamos hablando de eso. Estás evitando el tema.
—¿Cuál tema? — me quejé. — Acabas de llamarme para gritarme por...
—Okay, Wanda. Soy la mala ahora. Lo entiendo. — se quejó ella. — Tengo que entrar a mi trabajo. No te molestaré hoy, no te preocupes.
Suspiré.
Melina colgó y yo dejé mi rostro caer sobre la almohada. Suspiré levemente y me puse de pie, en cuanto mi pie tocó el suelo, mi tobillo me hizo quejarme.
—Mierda. — lo vi rojo e inflamado. Me puse de pie y nuevamente me quejé aferrándome a la cama. — Joder. ¿Por qué mis huesitos?
Avancé apoyándome en la pared, seguí por el pasillo y bajé las escaleras a duras penas mientras sentía que cada paso era como mil mondadientes clavándose en mi pie.
—Joder. — me quejé y resbalé en el último escalón. Pietro me sostuvo y pasó mi brazo sobre su hombro.
—Cuidado. Ven aquí. — me ayudó a llegar hasta la cocina en donde Charles y papá charlaban a una distancia amplia. Ambos se giraron a saludar, papá observó a Pietro y luego a mí, suspiré. — Siéntate allí. — me acomodó en un asiento.
—¿Cómo están, hijos? — preguntó papá. Pietro se acercó a besar su mejilla. Charles me ofreció jugo de naranja y acepté. Lo acercó y comencé a beberlo desesperada. — Tienes una marca en el mentón, Wanda. — señaló papá. — ¿Es sangre? ¿Estuviste peleando otra vez?
Toqué mi mentón, y en efecto, dolía. Era una herida, no parecía profunda por como la sangre estaba seca.
—No, yo... Tuve un incidente en la escuela ayer y...
—¿Ahora qué hiciste?
—Erik, déjala hablar. — Charles me defendió de las injustas acusaciones de papá a mi persona. Suspiré. ¡¿Por qué no puede creerme en lo absoluto?! No es justo conmigo, sinceramente no lo es para nada.
—Me quedé encerrada en un baño sellado de la escuela, por suerte mantuve la calma y mi compañera y yo...
—¿Qué estabas haciendo, Wanda? ¿Debo ir a firmar o pagar algo otra vez? ¿El hueso de alguien?
Enseñé mi tobillo y papá se quedó callado.
—No te molestes. De todas formas nadie notó que faltaba alguien en la cena ayer por la noche... — Guardaron silencio. — sé que no me equivoco, los conozco, no se preocuparon en lo absoluto. Yo estaba intentando que una chica no muriese de frío, su madre me trajo a casa... — Pietro me observó fijamente. — Y me han dejado falta, ya que fue irresponsable de parte de la escuela, no nuestra culpa ni nada de lo que pienses papá. Ésta vez no fue culpa de Wanda, no debes pagar nada ¿contento?
Papá no contestó. Charles se arrodilló para quitarme el zapato, observó mi tobillo y me quitó el calcetín.
—Auch. — me quejé y él suspiró.
—Wanda, esto debe verlo un doctor. Erik, debes...
—Tengo una reunión importante, debo ir a hablar a su escuela para saber que lo que dice es cierto y...
—Ya, es que ni de coña me voy sola a un hospital. Quédense allí. — dije intentando levantarme.
Charles observó a papá en silencio y papá simplemente se quedó callado. Como siempre, casi no existiendo en la habitación.
—Llévala tú, por favor. Luego de eso pasaré a buscarlos, sólo necesito ir a la escuela y luego al trabajo. Lo resolveré. — murmuró. Charles asintió, papá se dio media vuelta y salió de la cocina. Pietro también, ya que él lo llevaría a la escuela.
Charles, quién me observaba con mayor lástima que comúnmente, decidió que era buena idea ponerse a cocinar.
—¿No iremos al hospital? — pregunté.
—Debes alimentarte, tu madre decía que...
—Ya sé lo que decía. — dije siendo borde. Él se quedó callado. Dejé ir un suspiro, no debía ser grosera. Incluso si odio que mencione a mamá. — El desayuno es la parte más importante de tu día. Ella los preparaba, se encargaba de vernos comer y nos dejaba en la escuela... Papá no hace eso conmigo.
Charles sirvió la comida en mi plato.
—Porque tu padre es un señor gruñón, pero te ama, intenta hacer lo mejor que puede, eso puedo asegurartelo.
—¿Por qué él si puede hacer lo mejor o intentarlo, pero si yo lo hago no es suficiente? ¿Te parece acaso que eso sea lo justo? Porque para mí no lo es, ni aquí, ni en Italia, ni en ningún puto lado. — me quejé. Charles sonrió de costado.
—Nunca entenderé si me recuerdas más a la rebelde de tu madre o al terco de tu padre.
—Te follabas a papá. Ya dirás tú a quien viste mejor.
Charles giró los ojos y avanzó hasta el salón.
—¡Te espero aquí!
Observé el desayuno. Waffles, crema, fruta y tostadas. Él ha preparado ésto en menos de veinte minutos. Es asombroso, tiene talento para ello.
Comencé a disfrutar del desayuno en la soledad de la cocina, pero no pude evitar sentirme como en aquella película, donde la rata es chef.
—¿Te está gustando el desayuno, amor? — mamá acarició mi mentón, asentí repetidas veces y ella sonrió. —¿Peter, Pietro?
—¡Sabroso! — contestó Peter tragando un trozo grande de waffle con jarabe.
—Me gusta, mamá. Gracias. — contestó mi hermano.
La veía bailar al ritmo de i want to know what love is, su cabello castaño y suelto, su camiseta musculosa y negra. Ella simplemente bailaba y cantaba mientras la veíamos hacerlo, todos asombrados de su alegría un lunes por la mañana.
—¿Y papá? — preguntó Peter aún con la boca llena de comida.
—Tragate eso. — gruñó Pietro con la boca llena también.
—Y tú. — me quejé yo al sentirlo escupir un trozo de waffle mal masticado. — Joder.
—Esa boca. — mamá me regañó. — Papá está... — comenzó ella, pero el recuerdo se esfumó.
Como si estuviese bloqueado de mi mente... No lo entiendo.
[•••]
—¿Y bien? ¿Puedes pisar? — preguntó el doctor luego de acomodar la ortesis inferior.
—¿Y cómo se supone que funciona? ¿Camino y ya? ¿Tan normal? — pregunté observando mi pie colgando en la camilla. El doctor asintió. — ¿Y si se me cae?
—Wanda, tu pie no se va a...
—¿Cómo está tan seguro? — insistí. — Puede caerse, y quizá alguien puede pisarlo, luego de eso, no podrán volver a ponerme el pie en su sitio, soy deportista, doctor. — insistí.
El doctor suspiró, Charles veía la situación con diversión desde la puerta.
—¿Cuántos dices que tiene tu sobrina, Charles?
—Es la melliza de Irina. ¿Recuerdas a los mellizos, Hank? No eres tan viejo. Debes recordarlos.
—¡Los Lehnsherr! — exclamó él bastante sorprendido. Observé a Charles y se encogió de hombros. — Te recuerdo, solía verte jugar en mi jardín cuando tus padres iban a tomar el té en mi casa. ¿No me recuerdas?
—Sinceramente no.
—¡Claro que no! Estás enorme. Eres una adulta.
—Tiene diecinueve. — comentó Charles. — Aunque parezca que tiene diez.
—¡Hey! — me quejé.
—Ya veo. Me alegro de verlos, quizá en otras circunstancias sería mejor. Tendrás que descansar una semana y...
—No puedo faltar a clases, además tengo una fiesta de recaudación de fondos, yo... estaré en la entrada y eso. — mentí. Charles me observó fijamente, él sabe que miento. Tiene aquella habilidad de leer a la gente, tal y como mamá lo hacía.
—¿Y bien? ¿Podrá? — preguntó Charles. — Iré por ella. — insistió.
Hank, quien aparentemente no podía resistirse a las preguntas de Charles, nos hizo una seña para esperar y estiró una receta.
—Bien, puedes descansar y asistir allí, nada de quitarse la ortesis, nada de exigirse en exceso, sólo ve a casa, descansa y luego vendrás a que revisemos tu tobillo.
—Gracias doctor. — dije tomando las muletas y avanzando a paso lento con Charles a mi lado.
—¿Estás feliz? Tendrás tu fiesta.
—Gracias, Charles. — contesté. — De esa fiesta depende mi vida. — exageré.
Él sonrió.
—Algo que Irina diría. Es exactamente lo que dijo alguna vez antes de agradecerme por cubrirla al huir de casa para verse con... — se quedó callado. — En fin... ¿Te sientes mejor?
—¿Por qué nunca hablas de mamá y papá juntos? — me atreví a preguntar. — Puedes decirlo, no emitiré ningún juicio. Entiendo que... No puedo juzgar la veracidad. Es tu perspectiva.
—Eso ha sido bastante maduro. Lo agradezco, pero no es algo que yo deba mencionarles. Es su padre.
—¿Y eso qué importa? No vas a empeorar lo que ya creo de él.
—Hace lo mejor que puede por ustedes. Créeme que los ama tanto como puede demostrarlo.
—Claro, en fin... ¿Y qué tal con lo que pregunté?
—¿Por qué estás tan insistente con algunas cosas?
—¿No puedo interesarme?
—No, es que por lo general pasarías de mí, Wanda. — comentó burlón. — No es que me moleste, es que es extraño que hagas ésto justo ahora. ¿No quieres hacerte más exámenes?
—No. Ahora contesta. — insistí. Él me ayudó a subir al auto. Realmente quiero saber su versión de la historia y elegir a quien debería creerle.
—¿Vas a insistir?
—Sí, probablemente. Tengo el día libre hoy.
—Wanda, no me molestaría contarte lo que a mi me ocurrió, sin embargo sigo creyendo que es mejor que sea tu padre quien te cuente la historia, sea o no desde mi perspectiva. Es mejor la suya.
—¿Por qué cuidas tanto lo que piense de papá?
—Porque yo siempre he estado solo y él es lo único que tienen. Sólo se tienen entre ustedes. No quiero que acaben como yo. — contestó molesto.
No dije nada. Él encendió el auto. Sentí lástima por Charles. Quizá no es tan malo...
Y eso me hace preguntarme... ¿Qué cojones sucedió entre papá y Charles? ¿Qué tiene que ver mamá en eso?
Nota de autor:
¡Lamento la tardanza, espero que mañana esté más temprano el capítulo!
Hace unos días estuvo de cumpleaños mi querida watson Mon_Amour_TT , no sé cuando leas ésto, lo importante ya te lo dije igual, pero que sepas que te quiero un mundo <3, díganle feliz cumpleaños a una de mis ratas favoritas
—Codito de Jesús.
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