37.
Natasha.
—¿Estás emocionada por tu primera clase de ballet? — pregunté y Yelena quien traía su nueva mochila en la espalda, me sonrió.
¿Cuántas tiene? Me recuerda a la obsesión de Wanda con las chamarras de cuero. Aún tengo la suya al final de mi closet.
—¡Muy emocionada! Mamá dice que el entrenador asegura que pronto estaré bailando con las niñas grandes. — Yelena festejó. Sonreí.
—Me hace muy feliz saberlo, cariño. Mamá estará aquí cuando salgas, ella esperará por ti. — dije recordando que debía llegar a acabar mi parte del trabajo que debía presentar con Darcy. Ni siquiera le he hablado por ello, quiero darle su tiempo para procesar lo que sucede, es decir, yo entiendo su postura, y comprendo que puede generarle inseguridad, pero ella sabe todo el daño que Wanda me hizo, no es como que yo olvide aquello. No soy tan estúpida.
—¡¿Qué?! ¡¿No te quedarás a esperar por mí!? — se quejó y suspiré. — ¡Nutella, que quiero que me veas ensayar!
—Cariño, tengo...
—¡Nutella! — sollozó lanzándose al suelo. Pude ver a lo lejos como Maximoff sonreía al verla.
—¡Bien, bien! Joder. — me quejé. — Te veré.
—¡Gracias, te amo! — se levantó para abrazarme con entusiasmo. — ¡Debo irme!
Dicho ésto corrió hasta Wanda quien aparentemente se volvió la encargada de llevarla a su salón.
Avancé por el pasillo y me encontré a Clint compartiendo un beso bastante romántico con Pietro Maximoff.
Es un hijo de puta con suerte. Clint estuvo allí por mucho, y al no apresurarse, logró que funcione. ¿Quizá debí tener más paciencia con Wanda? Dios, que estoy diciendo. Odio plantearme ésto ahora cuando sé perfectamente que debería evitar el tema. El cuestionamiento obsesivo no lleva a nada sano.
—Hey. — me giré y vi a Mariah dedicarme una sonrisa. — ¿Qué tal tú? — preguntó y corrí hasta sus brazos para refugiarme. — Wow. Aunque no me quejo... ¿Sucede algo? Es extraño verte correr a mí y no a...
—No la menciones. — pedí.
—Okay... ¿Quieres ir por un café antes de entrar a clases? — preguntó y asentí. Ambas avanzamos hacía la cafetería. Vi a Darcy rodeada por el grupo de primer y segundo año. Todas ellas la veían como si fuese la única botella de coca cola en un desierto... O algo así. — ¿Y por qué señorita perfeccion parece tener un séquito de adolescentes hormonales?
—Porque terminó conmigo. — murmuré bajando la mirada. Darcy me había dedicado la mirada más fría de todas. Mariah pasó su brazo por mis hombros para hacerme sentir acompañada. Sé lo que hace, ella y Darcy tienen algo de "alfas" o es como Clint lo define. No se toleran, porque sus personalidades son similares y chocan. No pueden existir dos en mi vida, y trato de regular mis tiempos entre ambas, pero últimamente Darcy y yo estábamos juntas todo el tiempo. Sobretodo con lo de la cena con mi madre.
¡La he presentado y me ha dejado! Tal y como con Wanda...
Joder.
¿Es que acaso no debo dejar que mamá conozca a mis intereses románticos o qué?
—Tú tranquila, yo nerviosa. — dijo besando mi cabello. Mariah pagó por todo, no me dejó siquiera insinuarlo.
—Pensé que no querrías hablar conmigo luego de ignorarte toda una semana.
—Te conozco. Sé que no fue a propósito. Seguramente señorita perfección te tenía atada dentro de una caja fuerte. — exageró acomodando sus nuevas gafas y comenzando a leer algo en su móvil. — ¿Te sientes bien?
—Siento que no estoy del todo mal. — admití. — Pero comienzo a creer que es un mecanismo de defensa que activé en el momento en el que ocurrió lo de Wanda. — Mariah cruzó sus ojos azules con los míos y sentí que podía ser sincera con ella. — Me obligo a no sentir demasiado con lo que ocurre con Darcy, porque sé que la extraño, pero prefiero confiarme en que si no volvemos a hablar sobre lo nuestro, pasará y ya.
—¿Sabes qué? Evitar un sentimiento no hará que se vaya.
—Lo aprendí de mi madre. — murmuré. — Y es realmente difícil alejarme de las costumbres familiares.
—Sinceramente creo que eres más que los traumas de Melina. — murmuró. Abrí los ojos sorprendida. — Es decir, sabes que la quiero, pero también siento que te retiene demasiado y a su vez... Te ha traspasado la mayor cantidad de sus miedos.
—No sé si estoy lista para tener ésta charla justo ahora cuando mi novia me ha dejado. — dije sintiendo que un nudo comenzaba a formarse en mi garganta. — Todo iba bien hasta que decidí dejar de evitar a Wanda Maximoff. De pronto todo lo que había construido en meses, se derrumbó. Ya no había más de Darcy y de mí.
La castaña pasó por el costado de nuestra mesa con aquél grupo de desequilibradas que parecían amar cada cosa que decía.
—¿Cuál es tu problema con las mujeres playboy? — preguntó Mariah y suspiré. — ¿Nunca notaste que Darcy era la copia buena de Wanda?
—Era lo que buscaba. Sinceramente.
—¿Y no crees que es vergonzoso para ella y para ti? Es decir, si ella conociera bien a Maximoff, notaría que no estás enamorada de ella sino de Wanda. — murmuró. Suspiré. — ¿O me equivoco?
—No estoy enamorada de nadie. Fin del asunto.
Tomé mi café y Mariah pasó por mi lado tomando mi mano.
—No te creo. Creo que estás enamorada, y se lo dices a la persona que no... —la detuve.
—¿Qué necesitas para que te pruebe que no sigo enamorada de nadie?
—Bésame. — se burló y siguió su camino. Supongo que ella daba por terminada la charla, pero yo no. Algo que también tengo de mi madre y que en ocasiones no considero algo tan malo, es mi terquedad, no iba a dejar que se quede con la última palabra.
Corrí hasta Mariah y la detuve tomando su hombro, al ser más alta tuve que ponerme de puntas, pero alcancé sus labios y la besé de forma rápida. Mariah tomó mi cintura luego de dos segundos que parecieron eternos y correspondió mi beso.
La vi cerrar los ojos y sonreí.
Gané.
[•••]
Wanda.
—¿Y te ha gustado? — pregunté metiendo la caja del reloj en el bolso de Yelena. — Es morado, porque sé que odias el rosado, pero también sé que amas Hello Kitty, así que tuve que pedirlo por internet.
—¡Es muy lindo, Wanda, muchas gracias!
La pequeña me abrazó con fuerza mientras observaba su reloj.
—Ahora podrás hablarme cuando desees, tu me hablas por allí, y yo te contesto... — tomé mi móvil y me metí a la aplicación. Presioné la pantalla y hablé. — Aquí. — mi voz salió por el parlante del pequeño aparato. Yelena aplaudió emocionada.
—¡Ahora podré hablarte antes de dormir!
Sonreí y aquello me generó tanta ternura que ni siquiera pude contestar. Claro que la idea de Yelena hablándome antes de dormir me gustaba, pero de alguna forma no podía evitar pensar en como Peter habría sido un excelente amigo para ésta pequeña... Sin embargo, si Peter estuviese aquí, jamás la habría conocido, lo que significa que ella jamás hubiese tenido a quien hablarle sobre las tontas compañeras que tiene o sobre lo mucho que amaría que Hello Kitty fuese morada y no rosa, y pensar en que de alguna forma no es todo tan malo... Me hace sentir culpable.
—Ya, es la parte más divertida de todo, ¿lo notas? — sonreí. Yelena me observó en silencio y dejó caer su cabeza en mi brazo haciéndome sonreír. Verdaderamente me siento feliz cuando almuerzo con la pequeña, no sólo porque mi ex grupo de amigos logró que nadie quiera hablarme si ellos están cerca, sino porque realmente valoro la compañía de la pequeña. Aprendo demasiado de ella.
—Wanda. Quiero que te quedes a ver mi ensayo de ballet. — dijo casi como una orden.
—¿A qué hora es? — frunció el ceño. — Me quedaré. — levanté las manos. — Lo juro, sólo quiero saber a que hora es, Dios. ¿Por qué te enfadas?
Ella bufó y yo sentí que estaba hablando con una Natasha aún más pequeña, no de tamaño, sino de edad. Son idénticas, es decir, físicamente no se parecen demasiado, excepto por la nariz respingada y el color de sus ojos, pero ambas son mandonas.
—Es luego de clases. Quiero que te quedes, por favor.
—¿Por qué debería quedarme? — bromeé y la pequeña me dedicó nuevamente aquella mirada aterradora. Sonreí. — Me quedaré, basta de verme con odio, Yels.
—Jamás podría odiarte, Wanda. Eres asombrosa, eres como un adulto, pero mejor. — murmuró y la campana sonó indicando el final del almuerzo. —Me agradas más que Darcy y Matt. Ambos son tontos, pero tú no.
—¿Matt, el novio de tu madre? — pregunté y ella asintió. — ¿Y Darcy por qué te cae mal?
—Porque es tonta, y Matt también. — insistió. — Natasha no ama a Darcy, mamá no ama a Matt, ambas aman a alguien más, pero ellas también son tontas.
Observé a la pequeña bastante sorprendida, no es que la sinceridad de Yelena fuese algo nuevo para mí, es que sinceramente no creí que pudiese ser tan chismosa.
—Ve a clases, rubia.
Ella besó mi mejilla y se fue corriendo. Que linda.
[•••]
—¿No te molesta que no haga nada? Será un día atareado y... — Gwen puso su mano sobre mi boca impidiendo que siga hablando.
—Callada y relajada, Maximoff. No harás nada, ya lo decidí. Necesito que te distraigas.
—No le he dicho a Melina sobre la fiesta. — admití. — Ni siquiera le he escrito hoy. Por alguna razón me siento extraña luego de lo de su oficina...
—Ya, porque dio vergüenza ajena, pero quien soy yo para juzgarla. — murmuró. Giré los ojos. —En fin, disfruta tu sesión de ballet, Wanda.
—Lo haré, claro que... — me giré ingresando al gimnasio y me encontré con Romanoff en las bancas. — Lo haré.
Avancé hasta ella y me senté a su lado dejando mi bolso en medio.
—Hey. — saludé y ella se espantó saltando un poco en su lugar.
—¡Mierda! — se quejó y vi su falda empaparse con el agua. Desventajas de usar todo el tiempo el uniforme normal. Yo prefiero la ropa deportiva, y tengo autorización para usarla por el equipo. Ventajas de ser capitana de un equipo deportivo de la escuela, aunque luego de Odinson, aquello peligró, el entrenador se comprometió por mí, y es algo que debo charlar con él. Le debo mucho. — Joder, me mojé.
Sonreí de lado.
—Es bueno saberlo. — bromeé. Ella se sonrojó y no contestó, cerró su botella de agua dejándola en el costado. — ¿Qué haces aquí?
—¿Qué haces tú aquí? Vine a ver a mi hermanita.
—Vine a ver a tu hermanita. — contesté apoyando mis manos en la banca para elevarme y mover mis pies.
—¿Qué haces? Vas a voltear ésto.
—¿Qué cosa? ¿A ti? — bromeé.
Ella bufó.
—No estoy de ánimos, Wanda.
Suspiré. La vi apartar la mirada y centrarse delante. No sabía si debía preguntar o no, es decir, no somos amigas, pero me importa, sin embargo no creo que ella desee contestar.
No a mí.
—Oye, quiero decirte algo... —comencé. Ella giró su rostro nuevamente por dos segundos y luego apartó su mirada.
—¿Mhm?
—¿Cómo está señorita sin ideas propias? — comencé tratando de aligerar el ambiente y ella rascó levemente su frente con algo de molestia. Pude notarlo. Pero deseo disculparme de todo corazón y creo que es un buen momento para hacerlo, quizá eso pueda arreglar su ánimo.
—Okay, Wanda. No estoy de humor para tus estupideces, quédate en silencio y lejos. — iba a levantarse pero intenté detenerla.
—No, Natasha. Por favor, sólo era una...
—Tus bromas son una mierda. No me importa que tan poca inteligencia emocional tengas, no estoy de humor para tu inmadurez, hoy menos que nunca te quiero cerca. — gruñó y se alejó dos puestos más allá. — Guarda tus porquerías a las que llamas bromas. No eres graciosa ni una mala copia de Adam Sandler.
¿Poca inteligencia emocional? ¿Porquería yo? ¿Inmadurez? ¿Otra vez soy inmadura? ¿Cómo que no soy graciosa? ¿Yo no soy graciosa? ¡Acaba de desbloquearme una inseguridad! Puede decirme que soy fea, pero... ¡Que no soy graciosa! Mejor debió decirme que me odia.
Joder. Mejor me quedo callada.
A lo lejos vi a las pequeñas salir del baño con sus trajes. Yelena fue la primera, saludó con emoción y la regañaron por eso. Elevé mis pulgares y me giré para ver a Natasha quien parecía ignorarme.
Suspiré.
¡No hice nada, joder! ¿Por qué todo mundo pierde la paciencia conmigo tan rápido?
[•••]
Natasha.
—¡¿Cómo lo he hecho?! — preguntó una emocionada Yelena corriendo hasta ambas. Nos vimos en la obligación de volver a estar cerca. No es que no soporte a Wanda, es que sinceramente no sé que sucede conmigo luego de todo lo que hice hoy.
Comenzando por el hecho de que utilicé la hora del almuerzo para besar a mi mejor amiga en un baño de uno de los gimnasios. Joder. ¡Que se suponía que no iba a engañar a Darcy!
—Vete a mojar el rostro y cambiarte ésto. — dijo Natasha. Yelena bufó y se dio media vuelta. Sonreí. — Gracias por quedarte a verla, sé que significa mucho para ella. — murmuré decidiendo romper la incomodidad del momento.
—Uh, no hay de que. La quiero mucho.
Dicho ésto, volvió a quedarse en silencio. La vi observar sus anillos y me giré un poco para ver su rostro, tiene pestañas largas y cerca de sus pómulos algunas pecas claras adornan la zona. Levantó la mirada y la vi fruncir el ceño.
—¿Qué sucede? — preguntó y me sonrojé. ¡¿Cómo ha notado que la estoy viendo?! ¡Ni siquiera debería notarse!
—Eh, no es lo que parece... — comencé.
—Sh. — me hizo callar.
—¡Estoy atrapada, auxilio! — se quejó Yelena.
—Mierda. — dijo ella. Tomó su bolso y lo cruzo en su cuerpo. Comenzó a correr en dirección a los baños. ¡¿Cómo es que posee un tan buen sentido auditivo?! — Peque, ¿dónde estás?
—¡Aquí, atrapada en el baño de abajo!
Wanda empujó la puerta de aquél baño que llevaba años sin ser abierto. Intentó encender la luz y no lo logró, así que tomé mi móvil y entendí la linterna, sin embargo me dio la notificación de que tenía poca batería.
—Avanza rápido. Yo mantengo esto. —dije yo. Wanda se giró y agradeció en voz baja mientras llamaba a Yelena. Observé una notificación nueva.
Darcy. ¿Podemos hablar en una video llamada hoy? Por el trabajo que debemos presentar y eso... Además, creo que te extraño. Te vi hoy.
Sonreí como una estúpida al leer aquello, sin embargo oí la puerta cerrarse de golpe y la luz de mi móvil apagarse al acabarse la batería.
—¡No, joder!
Wanda volvió corriendo a la entrada chocando conmigo, lo que provocó que mis gafas cayeran al suelo.
—¡Mierda, se atascó! — gruñó sacudiendo la puerta de madera vieja. — ¡Yelena!
—¡Eh, que ya he salido! — habló ella y en ese momento caí en cuenta de que el baño del costado estaba habilitado y Yelena odiaba los baños compartidos.
—No puede ser... — murmuré tomando mis gafas. — Nunca estuvo aquí...
—No me digas, genio. — se quejó Wanda bastante molesta. —¡Peque!
—¡Eh, Wanda, hola!
—Peque, estoy atrapada. ¿Puedes ir por ayuda por favor?
—¡Ve por mamá, Yels!
—¡No, no vayas por la maestra Vostokoff! — dijo Wanda bastante asustada. — Ve por alguien más, alguien que sepa de las puertas de aquí abajo.
—¡¿Voy por mamá o no?! ¡Decidan ya!
—¡No!
Suspiré y me acerqué hasta la puerta.
—¡Ve por mamá o por alguien adulto que pueda abrir la puerta!
—¿Y qué tal he estado? — preguntó.
—¡Yelena! — la regañé.
—Bien, pequeña. Lo has hecho increíble. No podía creer lo adorable que te veías. ¿Puedes ir por alguien? Luego hablaremos sobre lo genial que ha sido, ¿bien? — preguntó Wanda y me tomó por sorpresa lo bien que podía hablarle a una niña pequeña.
—Claro, Wanda. Lo haré, porque tú lo pediste, no por Natasha.
Pude oírla alejarse y Wanda se dejó caer contra la puerta.
—Bien, sólo queda esperar y que no traiga a tu madre. — murmuró.
—¿Por qué no? Mamá puede abrir un frasco de pepinillos atascado, podría con ésto.
Wanda intentó empujar nuevamente la puerta y la manija de ésta cayó.
—¿Y ahora? ¿Crees que podría? —gruñó la castaña. Giré los ojos.
—Bien, sólo nos queda esperar, Wanda. No seas dramática. Además, mamá camina rápido.
—No creo que sea bueno que tu madre nos viese juntas aquí abajo...
Noté la preocupación en su voz. Suspiré. Tiene razón. Mamá odia pensar cosas sobre Wanda y sobre mí juntas, ella realmente me protege, y además odia pensar que no le cuento las cosas como suceden.
No lo sé, a veces odio que desconfíe de mí, pero luego pienso en lo mucho que le ha de molestar pensar que puedan lastimarme.
—Tienes razón. — admití. Ella suspiró y yo avancé hasta una banca en donde temerosa, me senté. No quiero encontrarme con arañas o la mano de un estudiante que fue asesinado por mis maestros o algo.
—Sólo nos queda esperar... — insistió y yo no contesté. El silencio no es incómodo, no lo es en lo absoluto, pero creo que en ocasiones podría parecerlo con todo el mundo, sin embargo Wanda no lo vuelve incómodo. Es como estar sola, el silencio es tranquilo. — Me ha fallado la audición. — murmuró aligerando más el ambiente.
—Ve a revisarte. Escuchas mal. — murmuré. Ella comenzó a reír y yo también. — Tienes una mierda de audición, Wanda. Eres una idiota.
—Lo soy, es verdad. — admitió ella. — Pero al menos la luz no me dura dos segundos. Que teléfono de mierda.
—¿Ah, sí? — dije mientras pensaba en que debía contestar, pero de pronto una idea cruzó por mi cabeza debido a que Yelena se tardaba más de lo que debía. —¡Wanda, tu móvil! Llamaré a mi madre desde allí y problema resuelto. Así vendrá antes de que Yelena llegue al estacionamiento o podrá dar aviso.
—P–pero estaremos en problemas y...
—Tengo que entregar un trabajo importante mañana, Wanda. Tú solo mueve el culo y trae tu móvil.
Ella suspiró y lo tomó. Se acercó a mí y suspiró.
—No tengo señal, creo.
Comenzó a marcar el número que decía "maestra Vostokoff" y mamá contestó.
—¿A...or? — oímos. ¡Mierda, no se escucha bien!
—¡Mamá! — hablé yo y la llamada se cortó. El móvil de Wanda ya no tenía señal.
—Han pasado diez minutos desde que Yelena se ha ido. — murmuró. — ya deben estar llegando aquí nuevamente... Paciencia.
Suspiré. Es verdad. ¿Qué es lo peor que podría ocurrir?
Nota de autor:
¡Hey! ¡Buenos días! ¿Cómo están? Ayer subí algunos edits a tiktok, y hoy probablemente suba otros. ¿Ya los vieron?
—Codito.
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