34. (+16)
Wanda.
—Quita esa cara. — me quejé. Gwen me observó en silencio y negó levemente otra vez. — No maté a nadie.
—Te estás acostando con la maestra Vostokoff, la cual parece odiarme y de paso crees que aún te gusta su hija. — dijo ella y yo dejé ir un suspiro.
—Si lo dices así suena peor de lo que a mí me parecía. — aclaré. — Sé que está mal, pero no elijo la forma en que me siento, sólo lo ignoro y eso lo vuelve peor con el paso del tiempo...
—¿Acaso debería tomarme con naturalidad el hecho de que una mujer mayor que tú te manipula? — preguntó y suspiré.
—Necesito una amiga, ¿okay? Mis amigos... No son mis amigos, y necesitaba decírselo a alguien o acabaría ahogándome. No quiero ahogarme, quiero... Saber que hacer.
Gwen me observó en silencio.
—Yo puedo ser tu amiga, estoy aquí, pero no estoy de acuerdo con la forma en la que Melina Vostokoff se aprovecha de ti. — dijo acariciando mis manos. — Wanda, debes verlo...
—Yo en serio la quiero, Gwen... Traté de que no fuese así, los primeros meses... Luego de eso no pude evitarlo, ella... Me llenaba cada vez que sentía que estaba vacía. No pude evitarlo.
—¿Y es justo que te aleje de quienes te quieren?
—No quiero perderla. Perdí a todos quiénes me han importado, mi madre, mi hermano, mis amigos, Natasha... Yo... Sólo quiero que alguien se quede, Gwen.
—¿Por qué ella y no su hija? Wanda, entiende que...
—La diferencia de edad es sólo un número, Gwen...
—La diferencia de etapas no lo es, no es normal que una señora de casi cuarenta años quiera estar con una niña de veinte.
—Soy adulta.
—Pero no están en la misma etapa de la vida. Ella tiene una hija de tu edad, Wanda. Estás romantizando algo que está claramente mal, es como si fueses su mascota, su marioneta... Ésto no es un juego, Wanda. No es divertido que una persona mayor que tú te manipule a su antojo y tu elijas creerle.
Aparté la mirada. No quiero oír esto. Melina no sería capaz de hacer eso, de verdad es algo que el resto parece no notar. Ella es... Asombrosa y... Yo estoy dispuesta a madurar lo que haga falta con tal de no perderla, Melina es... Asombrosa.
—No te lo he contado por eso...
Gwen suspiró y se apoyó en mi hombro en silencio.
—Ya, es que lo entiendo, sé que debes sentirte jodida respecto a todo lo que ocurre con Melina, pero lo digo porque te quiero, quiero ayudarte...
—Pues no de ésta forma. No es la ayuda que quiero, no así. — aclaré.
Gwen suspiró.
—Gracias por las nuevas rodilleras. En serio me servirán bastante, no tengo tiempo de ir a otro sitio que no sea la escuela y el hospital. Estoy bastante colapsada.
—¿Has tenido tiempo de darte un baño? — pregunté y ella asintió. — ¿Las duchas del hospital?
—Sí.
—¿Te quedarás aquí hoy?
—No, el doctor ha dicho que mi abuela está mejorando notablemente. Ya puede comer mejor y la cirugía parece dar buenos resultados.
—¿Fue un trasplante, no?
—Ajá... Pero probablemente estaré dando vueltas por la biblioteca del piso de recreación, no quiero ir a casa. Se siente vacío sin ella.
—Ven a mi casa. Mi padre no está, Pietro es... — suspiré. — Invisible, casi no me habla. Además tengo una cena a la que asistir mañana. Me vendría bien algo de compañía.
Gwen me observó en silencio.
—No quiero molestar.
—Mi cama es amplia... Pero eso ya lo sabes. — sonreí. Ella comenzó a reír.
—Creí que luego de dos años ya no tendrías la misma cama.
—¿Crees que soy rica o algo? — dije burlona.
—Tu padre trabaja demasiado.
—Para sobrevivir, y ya. No somos millonarios. Mi tío tiene bastante dinero, pero él... No nos mantiene, vivió con nosotros un tiempo... Pero no es que convivamos con él o algo, sólo papá.
—¿Es su novio?
—No sé. — le resté importancia algo incómoda. — Pero tenemos baños amplios, y no es por presumir, pero el de mi habitación es el mejor, está conectado a un estéreo, me tomó mis días hacerlo, pero lo logré.
—Acepto, sólo por el baño, eh. — dijo ella y sonreí.
—Es un trato. — estiré mi mano. Ella la tomó estrechándola. — Tienes manos suaves para ser deportista.
—Ya, ajá.
—Por eso juegas tan mal. — bromeé. Ella me empujó levemente.
[•••]
—Gracias por la ducha. — dijo Gwen recostándose en pijama sobre mi cama. Observé el techo mientras paradise de coldplay sonaba en la habitación.
—Gracias por la compañía...
Ella sonrió.
—Tu hogar es lindo. Me gusta.
—Gracias... Papá lo ha decorado. Tiene talento en ello, pero creo que nunca ha podido trabajar de algo así.
—¿Por qué?
—¿Un hombre heterosexual haciendo aquello delante de ésta sociedad de mierda? Claro que no. Tiene sus aspiraciones en el closet acompañando a sus camisas de trabajo. — me burlé. De pronto aquello dolía, claro que dolía que papá siendo quien siempre me apoyó, no pudiese ser quien realmente quería ser, porque claro que lo merecía incluso si yo sabía que había traicionado a mamá, no debería ocultar quien es. Mamá no habría querido verlo de esa forma... tan prisionero de sí mismo.
—¿Es bisexual?
—No lo sé. Sinceramente no tengo ni la menor idea y... No sé por qué estamos hablando de mi padre. — murmuré. Ella se encogió de hombros.
—No lo sé. ¿Has hablado con Natasha? — negué. Tomé mi móvil y busqué su contacto.
W. Hey. Hola. ¿Sigue en pie lo de la cena para mañana por la noche?
Se tardó unos minutos en contestar. Gwen estaba hablando sobre como Parker la había invitado a una cita, pero ella lo rechazó.
—No entiendo por qué te niegas a salir con él. Es un buen muchacho.
—Ya, es que a mi me gusta quien no debería... — se quejó. — ¿Por qué no invitas a Romanoff a salir?
—Porque me he tirado a su madre y ella tiene novia.
—Ah, sí. Darcy.
—¿Acaso todos sabían menos yo?
—Bueno, teniendo en cuenta que los últimos meses has ido de las clases al gimnasio y del gimnasio a la maestra Vostokoff... Pues es culpa tuya.
Bufé.
Maestra Romanoff. Hey. Sí. Mañana a las ocho. Yelena está muy emocionada de verte.
—Bien, mañana tengo que ir a casa de Melina.
—¿Qué llevarás puesto? — preguntó Gwen. Observé mi guardarropa. Ella sonrió y se puso de pie para ir a revisar absolutamente todo.
Está emocionada con eso. Yo solo quiero dejar de hacerme la cabeza con saber quien es el dichoso novio de Melina. Sé que era por disimular, pero... Ya no estamos juntas, ¿cuál es el punto ahora? No lo comprendo.
No debería buscar a nadie que la acompañe, porque no debe ocultar a nadie. Ya no está conmigo.
[•••]
Bajé de la motocicleta, observé un auto color negro, un hombre no dejaba de peinarse dentro de el.
Decidí acercarme a su auto mientras acomodaba mi chamarra negra.
—Hola. ¿Busca algo? — pregunté. Él se giró hacía mí mientras yo encendía un cigarrillo oculto entre mis manos. —¿Fuma?
—Sí, por favor.
Le extendí un cigarrillo y fuego.
—Busco la casa de Melina Vostokoff.
—Oh, ya veo. Es al final de la calle.— señalé una casa grande. — Allí vive.
—Muchas gracias. Me he confundido.
Encendió su auto mientras inhalaba el cigarrillo. Lo vi alejarse y anoté su nombre en mi móvil. Matt Murdock, aparentemente estudió en la misma universidad que Melina según mis registros.
—Te tengo... — gruñí levemente y avancé hasta la entrada mientras guardaba mi móvil. Humedecí dos de mis dedos y apagué el cigarrillo antes de dejarlo en una de sus plantas. Envié algunos textos a Natasha informando que estaba aquí, pero luego de diez minutos, decidí tocar el timbre al ver que no habría la puerta.
—¡Wanda! Hola. — saludó sonriente.
—¡Te mensajeé hace diez minutos! —me quejé.
—Bebé, un tal "cariño" acaba de decirte que está fuera... — habló una castaña y me observó, luego a Natasha y luego nuevamente a mí. Sonreí levemente. — Hola, cariño. Soy Darcy.
—Yo soy cariño, creo. — mencioné burlona mientras la pelirroja parecía querer que la tierra la trague escupiéndola en Marte.
—Hola. ¿Ha llegado Matt? — preguntó Melina saliendo de lo que parecía ser la cocina. Su vestido color rojo acompañado de su labial la hacía ver hermosa. Me nublé un par de segundos observándolas.
—No, suegra. Sólo ha llegado cariño. — dijo Darcy aún burlándose de Natasha. No me agradó que insistiera, ya que notaba la incomodidad en la pelirroja.
—¿No notas que ya no es gracioso? — contesté molesta y ella se calló.— Hola, maestra. No soy Matt, lamento decepcionarla. — dije sabiendo que aquello la presionaría.
—Hola, Wanda. Yelena está en el salón. Adelante.
Asentí y pasé junto a Melina quien me hizo acompañarla por la cocina.
—Huele delicioso. — comenté y ella se giró molesta.
—¿Qué pretendes?
—¿Yo? —pregunté.
—¿Por qué venir hoy? ¿No pudiste inventar algo?
—No estoy aquí por ti, es por Yelena. Has de tu vida lo que quieras, me importa una mierda, Melina. — gruñí por lo bajo igual que ella. Pasé por su lado y tomó mi muñeca con fuerza. — Sueltame.
—No me gustan tus juegos.
—¿Yo soy la que juega ahora? ¿No eres tú quien pasó de hacerme el amor a decirme lo mal que estoy por necesitarte? — dije dolida. Ella no contestó. — Ya me has dejado todo claro, ahora déjame en paz.
Avancé y entré en el salón, Yelena estaba sentada en aquél sitio.
—Peque. — hablé y ella se giró emocionada al verme. Me abrazó con fuerza, ni siquiera noté lo rápido que corrió desde el sofá hasta mí para abrazarme. — Hey, te he traído algo bonito. ¿Quieres verlo?
Ella no contestaba, sólo me abrazaba.
—Hey, peque...
—¡Ya, es que lo bonito es que has venido a verme, Wanda, tú has regresado! — dijo ella emocionada. — Ya me gustaría que papá alguna vez volviese como tú siempre lo haces.
Lo dijo con tanta naturalidad, que dolió.
[•••]
Natasha.
—La cena es maravillosa, suegra. Realmente está todo absolutamente delicioso. — dijo Darcy en un tono absolutamente empalagoso. Ella realmente desea ganarse el afecto y aprobación de mamá.
—Sinceramente creo que no es para tanto, cariño, pero lo agradezco enormemente. — dijo mamá sonriente. — ¿Qué opinas, Wanda?
La castaña más clara, levantó la mirada y observó a Yelena quien estaba apoyada en su brazo.
—He disfrutado bastante de la cena. Tiene manos angelicales, maestra Vostokoff.
—Es cierto, concuerdo con Wanda. — dijo mi novia.
—Además, el gusto a comino molido y pimentón...
—Le da un sabor único. — completó Darcy.
—¿Acaso no tienes ideas propias, pequeña? — se burló Wanda y mi novia se sonrojó.
De pronto el timbre sonó interrumpiendo lo que mamá quería decir, me levanté y fui hasta la entrada encontrándome con un hombre con gafas cuadradas, bastante atractivo.
—Hola. Soy Matt Murdock, busco a Melina. — murmuró.
—Tú eres Matt... — dije analizando su traje. Estiró su mano estrechándola con la mía. — Claro...
—Romanoff, ¿y el baño? — preguntó Wanda. Luego observó a Matt y Matt a ella.
—Con que otra vez tú.
—Hola... Señor. — dijo Wanda. — ¿Encontró la casa?
—¡Es justo aquí! — señaló él. Wanda lo observó sorprendida.
—La familia Vlamislov vive al final de la calle. Son amigos de mi tío.
Oh, claro. Los Vlamislov, son una buena familia, tienen un cachorro adorable. Es un golden.
—Dije Vostokoff. — se quejó él con un tono que me pareció algo desagradable.
—Hey, hola, Matt. Creí que no vendrías, cariño. — dijo ella con un tono meloso. Se acercó a él y lo besó cortamente en los labios.
—Estoy feliz de que quisieras invitarme a cenar con tus hijas... Son preciosas. — dijo él con una sonrisa. Sonreí. Wanda tomó mi brazo y la observé fijamente.
—Oh, Natasha, es mi hija... Ella es su amiga. — señaló a Wanda.
—La señorita que me envió a otra casa. — dijo él.
—No recordé que la maestra era Vostokoff. — dijo ella algo aturdida. — ¿Nat, el baño? Estoy algo mareada. Creo que algo me ha caído mal.
Asentí.
Mamá y yo nos observamos, tomé el brazo de Wanda y la ayudé a llegar hasta el baño del piso de abajo. La casa contaba con el sitio donde papá solía llevar a su banda y beber con ellos, mamá lo remodeló hace un año.
—¿Te sientes bien?
—Sí, algo mareada. Subiré en un minuto... — dijo ella.
—Okay.
Me di media vuelta, pero me arrepentí de sonar tan desinteresada.
—¿Quieres que espere por ti?
—No, vete. Estaré bien. Darcy puede extrañarte. — dijo girando los ojos. La observé molesta.
—¿Cuál es tu problema con ella? ¿Estás celosa? — me quejé y ella sonrió observando el suelo.
—Un poco. — contestó observándome fijamente. Se acercó a paso lento hasta mí. Nos observamos fijamente y tragué saliva al tenerla de frente luego de tanto tiempo evitando cruzar miradas. — Tal vez un poco celosa... Tal vez no me gusta verla contigo...
Tomó mi mentón y mis músculos dejaron de contestar, es una... Maldita. ¡¿Por qué aún tiene éste efecto en mí?!
—Di algo...
—Yo... Creo que deberías dejarlo ya...— susurré.
—¿Por qué? No quieres eso, Nataska...
—Estás siendo cruel conmigo...
—No he hecho nada...
Recordé aquél momento. Clint lloraba al saber todo lo que ella había dicho.
—Vete a la mierda.
La aparté y salí de allí molesta. Es una idiota, y la odio por tener la puta habilidad de hacerme caer ante ella como si no hubiese hecho nada, la odio y no puedo evitar odiarla, no quiero hacerlo, pero no lo vuelve fácil.
—¿Wanda está bien? — mamá se cruzó delante de mí en la escalera. Pasé por su lado molesta. — Iré por vino, amor. Matt está con Yelena y Darcy.
Suspiré. Debo ser amable, realmente quiero que mamá esté feliz.
—Okay, mamá.
[•••]
Wanda.
Me encerré en el baño y dejé ir un suspiro pesado. ¡Soy una idiota! ¿A qué estoy jugando? Joder.
Golpeé el lavabo antes de cerrar los ojos y sentir los mareos nuevamente.
Oí los pasos de Natasha volviendo y mojé mi rostro. Lo sequé con una toalla y salí de allí.
—Romanoff, yo... — hablé pero vi a Melina observando una botella de vino que dejó sobre la mesa. — Creí que era Nataska.
—No. — murmuró ella. — ¿Por qué le coqueteas a mi hija? ¿Te gusta?
—Me gustaba. — la corregí. — Pero eso ya lo sabías al acostarte conmigo.
Ella me observó fijamente sin decir palabra alguna. Iba a pasar por su lado pero me detuvo acorralándome con su cuerpo.
—Voy a gritar. — hablé decidida.
—
No lo harás... — susurró casi sobre mis labios. — No puedes... Podrían oírnos...
—¿Q–qué?— pregunté y sus labios se pegaron a los míos. Intenté apartarla, pero tomó mi nuca y me hizo seguir aquél beso, me relajé. No pude evitar sentir que era lo que necesitaba.
Su lengua jugó con la mía, obtuvo todo el poder de mi cuerpo, de mi boca y de todo lo que decidiera.
—Se una buena chica, quédate en silencio. Me toca hablar. — dijo seria. No contesté. — ¿Bien? — no dije nada. —Dilo.
—Sí.
Ni siquiera estoy pensando. Actúo por impulso.
—Has sido muy mala conmigo ésta noche. Enviaste a Matt lejos, has ignorado a todos menos a Natasha y...
—Ella me genera confianza.
—Silencio o te haré guardar silencio.
Tragué saliva.
—Dios... Si no te necesitara tanto... Créeme que... No estaría con alguien tan débil emocionalmente como tú...
—No entiendo ni por qué me necesitas... — susurré.
—Porque... Eres mía. — susurró ella. — te quiero sólo para mí... — ronroneó cerca de mi cuello. — ¿Puedo? — preguntó y noté que una de sus manos vagaba por mis muslos.
—Melina... Deja de jugar conmigo.
—Lo que más amo es jugar contigo... Justo aquí... — susurró aún moviendo su mano. — y recuerdo todo lo que te gustaba...
Oh, joder.
—Melina...
—¿Puedo? —insistió y uno de sus nudillos rozó mi entrepierna sobre la tela de los jeans. Suspiré sintiéndome absolutamente estúpida de querer que estuviese conmigo ahora mismo. — Okay... No es lo que deseas.
Se alejó y yo suspiré.
—Por favor. — supliqué y bajé mi bragueta viéndola a los ojos. Melina me observó fijamente.
—Sobre el sofá.
Obedecí de inmediato. Avancé hasta el sofá y ella se quitó los tacones antes de acomodar mejor su vestido y acercarse para ayudarme con los pantalones. Mi corazón iba a mil por hora sin saber si estaba haciendo lo correcto o realmente estaba volviendo a equivocarme.
Otra vez.
—Quiero que luego de ésto, sepas que eres mía... No te quiero cerca de Natasha... Me perteneces, Wanda. Te guste o no, eres absolutamente mía... — susurró contra mis labios mientras yo sentía su mano adentrarse en mi sexo. Gemí en su boca. —Dilo.
—Soy tuya. — gemí.
Ella sonrió volviendo a besarme.
[•••]
—Ya nos hemos tardado bastante. — dijo acomodando sus tacones y tomando el vino. — diré que te sentías mal, y te irás a casa. Llega a descansar y escríbeme cuando hayas ingerido el medicamento que te he dicho. — dijo Melina. Yo asentí acomodando mis jeans. — No quiero nuevamente alguna de éstas actitudes, Wanda... — murmuró. Asentí nuevamente. — Buena chica.
Se acercó hasta mí y tomando mi cintura me besó nuevamente. Cerré los ojos y ella simplemente me permitió relajarme entre sus brazos. Lo que había necesitado hace bastantes días.
—¿Te sientes mejor? — preguntó. Asentí. — Te quiero, Wanda. — me observó fijamente a los ojos y yo me quedé de piedra. ¿Ella me quiere de verdad? — Y sé que no lo digo demasiado, sé que jamás te lo había dicho, pero en serio lo siento... Te quiero, y no quiero dejarte ir.
—No lo hagas, por favor... — supliqué pegándome a su pecho. Besó mi cabello y me abracé a ella con fuerza.
—No lo haré, mi niña... Te quiero tanto... Quiero que funcione... Sólo... No hagas nada tonto... ¿Bien, amor? — preguntó tomando mi mentón. Asentí. — Te prometo que haré lo mejor para ambas siempre...
—Te quiero tanto... — susurré.
—Ya sé, amor...
Volvió a besarme nuevamente y se separó antes de comenzar a subir conmigo a su lado. Tomaba mi mano, y no la soltó al ver a sus hijas observarnos.
—Wanda se siente bastante mal, tuve que ayudarla a relajarse. Se irá a casa. — dijo ella y yo fingí hablar a duras penas. — Es alérgica al comino, eso creemos. Pasará a una farmacia y luego se irá a su casa.
Asentí lentamente y Yelena me abrazó con fuerza.
—¡Espero que pronto te sientas mejor!
—Gracias, peque...
Me despedí de todos. Incluso del idiota de Matt, supongo que... Debo aceptar esto por ahora.
Nota de autor:
¡Hey! ¿Cómo están? Aún sigo pensando en cuántos capítulos tendrá el fanfic
—Codito.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top