27.
Wanda.
—¡Anda! Otro punto. — Walker festejó mientras encestaba otra bola de papel en la basura. Gwen quien permanecía en silencio junto a Parker y a mí, giró los ojos.
Walker no es su estilo de amigo, pero aún así es un buen amigo.
—¿Estás aburrida? — pregunté a Gwen y ella negó apoyando su cabeza en mi hombro. Loki nos observó en silencio con una sonrisa burlona, sé lo que está pensando. — ¿Te sientes bien?
Gwen últimamente no ha estado del todo bien. Su abuela se encuentra algo complicada y es la única persona que cuida de ella. Cuidan la una de la otra, por lo que me mantengo preguntándole por como va todo. Sé que le importa y qué probablemente no sabrá que hacer sin su abuela, comprendo esa sensación.
—Sí, bueno... No del todo. — admitió sonriendo de forma suave y apartando la mirada para que no notara que sus ojos se cristalizaban. Claro que lo noté, los ojos son la ventana del alma, eso dicen, ¿no?
—¿Quieres... Hablar sobre ello? — pregunté. No quiero sonar despreocupada, pero tampoco insistente, por lo que si me rechaza, lo aceptaré y buscaré otra forma de ayudarla. De todas formas, Gwen es mi amiga.
—Prefiero no hacerlo sinceramente. — mencionó y parecía abrumada. Asentí.
La puerta fue abierta. Melina apareció delante nuestro. Noté que se veía algo tensa en cuanto su mirada se clavó en mí, lo que me hizo pensar que tal vez el problema de eso, era yo.
—Buenos días. — saludó y todos respondimos. — El mismo trabajo en parejas de la clase anterior. Deben reunirse, corregiré los ejercicios y todo eso.
Gwen suspiró.
—¿Acabamos aquello? — pregunté y ella asintió.
—El día en que fuiste a casa, luego de ver la película de zombies.
¡Es cierto! Que gran película. Habían muchas tripas, destrucción y chicas lindas.
Levanté la mirada encontrándome con los ojos atentos de Vostokoff quien parecía más molesta que antes.
—¿Y sus ejercicios?
Gwen se los enseñó y ella los tomó en sus manos revisando cada cosa, punto por punto. Observé sus manos, traía el boligrafo entre dos dedos, acaricié la mesa deseando poder tomar su mano.
—Están correctos. ¿Lo has hecho tú? — preguntó a Gwen y ella negó. — ¿Quién lo ha hecho?
—Ambas, usted dijo que debía ser en pareja. Nos hemos visto fuera de clases para acabarlo.
La mirada de Melina se clavó en la mía.
—Buen trabajo. Hacen una gran dupla. — murmuró, cerró la libreta de Gwen y yo la vi pasar por mi lado ignorándome.
¿Acaso he hecho algo mal?
—Ya oíste. Hacemos buena dupla. — festejó la rubia. Yo le sonreí de forma leve y continuamos con los ejercicios que seguían en el plan.
Gwen es una gran compañera de trabajo.
—¿Necesitas que te explique antes de dividirlos? — preguntó y negué observándolos. No se ven demasiado difíciles. — Okay, sólo dime si necesitas que te los explique en algún momento.
Comencé mi parte del trabajo, vi pasar a Melina y la seguí con la mirada observando sus curvas. Es mucho más difícil concentrarme en sus clases ahora. Antes me costaba, pero cada que la veo, pienso en todo lo que deseo hacer con ella y se me olvida todo lo demás. Se sentó en el escritorio, me dedicó una mirada fría. Nos observamos por dos segundos y ella bajó su mirada de forma lenta sin darme tiempo a leer toda la información que intentaba extraer de su rostro. ¿Qué? ¿Qué hice?
La clase avanzó entre ella dirigiéndose a los grupos, dando explicaciones y mi constante intención de cruzar miradas que se veía aplastada por la forma en que me evitaba. ¿Qué cojones he hecho ahora?
Al acabar la clase, todos comenzaron a salir, me despedí de Gwen, le pedí a Loki que me guarden un sitio en la cafetería y que debía arreglar algo de unos puntos extra, lo cual era verdad... Para los demás, no para mí.
—Hey... — hablé cuando todos estuvieron fuera.
—¿No tenías que irte con Gwen? — preguntó ella y yo solté una risita, ella no cambió la mueca seria de su rostro, por lo que detuve mi risa y la observé en silencio.
—¿Qué? Melina... — negué tratando de volver el ambiente más ameno. Me acerqué a ella y me apartó.
—No, Wanda. — dijo ella.
—¿Eh? ¿Qué sucede? — pregunté extrañada. Ella insistía en apartarme mientras ordenaba sus cosas dentro de su maletín. — Melina.
—Soy tu maestra. — dijo observando la puerta que estaba cerrada.
—Melina... — insistí en acercarme pero ella suspiró molesta. — Hey, ¿qué pasa?
Un sudor frío recorrió mi espalda y allí estaba aquél miedo a perderla. Esa sensación que tuve en aquél momento frente a Natasha, donde supe que no importara lo que hiciera, lo que sea que tuvimos estaba irremediablemente roto. ¿Ahora ella también me abandonará? ¿También me odia como todo mundo? Joder.
—¿Por qué? — dije con un hilo de voz. Melina levantó la mirada, nos observamos a los ojos y quise llorar. En serio no quiero perderla. No es lo que necesito en estos momentos.
—Porque no quiero tener que aguantar la forma en que te ríes de mí. — habló molesta.
—Yo jamás...
—¿Y Gwen qué? Te he dicho que no entiendo el motivo de seguir cerca de ella, ¿acaso no notas como te ve?
Ya, es que... Yo sé que es cierto, en su momento le he gustado bastante a Gwen, pero no le veo el problema a ser su amiga. Nos queremos.
—Somos amigas.
—Es tu ex novia. — mencionó. — Nadie es amigo de sus ex. Yo no soy amiga de mi ex. ¿Te gustaría verme coqueteando con mi ex todo el tiempo?
—Yo... — es decir, ¿qué? Es el padre de sus hijas. ¿Por qué debería importarme si lo nuestro sólo es sexual? — Melina, yo... No sé que contestar a eso.
—Entonces no tenemos demasiado de lo que hablar. — dijo tajante. La observé en silencio, ella intentó pasar por mi lado pero me puse delante de la puerta.
—Melina... Por favor. No quiero estar así contigo. — supliqué. Ella negó. — Melina...
Se acercó a mí y tomó mi rostro mientras acariciaba mi labio inferior con su pulgar. Uní lentamente nuestros labios y cerré mis ojos, pero ella me apartó casi al segundo.
—No estoy para ésto, Wanda. No quiero un juego. No necesito una niña, quiero una mujer madura. — dijo seria. Suspiré.
—Yo soy madura.
—Y es por eso por lo que estoy contigo, amor... Pero no tengo paciencia para éstas cosas, no gastaré mi tiempo en ésto, y si vuelvo a verte así con Gwen, ésto acaba. No habrá otra oportunidad ni otra conversación, no habrá nada. Tenlo claro, no te lo diré otra vez.
Asentí rápidamente y ella me besó de forma corta.
—¿Estamos bien? — pregunté preocupada. Ella sonrió y asintió, tomé su rostro y volví a besarla de forma más lenta. Melina tomó mi cintura pegándome a la pared. Cerré la puerta unos segundos con el seguro, ella bajó la pequeña persiana que cubría el espacio libre de la puerta.
El sentimiento de angustia me había abandonado, ella decidió darme otra oportunidad y yo quería aprovechar eso. No me gustaba creer que podría perder lo único que me hace sentir menos miserable de lo que soy. Eso me... hace daño.
—Sí, amor. Estamos bien. —murmuró. — ¿Prometes que no seguirás allí? — preguntó tomando mi rostro y obligándome a verla a los ojos.
[Zeri 💝 <3 ZETBelova ]
Lo medité por unos segundos. No quiero alejarme de Gwen, pero tampoco quiero perder a Melina, es decir, Melina es lo único que me asegura mantenerme cuerda después de comenzar todo un año de mierda.
—Claro, lo prometo... — murmuré. Ella me besó cortamente y yo suspiré contra sus labios. Puedo encontrar el equilibrio y hablar con Gwen lejos de Melina, lo que no ocasionaría ningún problema. Eso estaría bien, sí, eso creo.
—Tengo que comentarte algo sobre mis hijas. — murmuró.
—¿Han preguntado por su padre otra vez? — pregunté mientras recordaba como una vez Melina me habló casi a las cuatro de la mañana para vernos porque estaba entrando en pánico debido a las insistencias de Yelena en conocer a su padre. Esa semana la invité a comer helado casi todos los días y la pequeña rubia aceptó olvidando sus comentarios acerca de "tener un papá como todos mis amigos", no es que yo intente suplantar a su padre o algo debido a la relación que tengo con su madre ya que lo nuestro es sólo sexual.
[PLAY: I'm not the only one — Sam Smith]
—No, esto es... Diferente. Es sobre mí. — asentí y ella acarició su mentón. — Tengo que buscarme un novio falso, porque Natasha cree que estoy saliendo con alguien y no puedo... — soltó una risita volviendo a por su bolso. — Por obvias razones no puedo decirle que estoy saliendo con una alumna, mucho menos contigo.
Pasaron demasiadas cosas en muy poco tiempo. ¿Saliendo? ¿Novio? ¿Romanoff?
—¿Qué? ¿Novio? ¿Por qué un novio? — pregunté. Ella suspiró. — No, es decir, no. Yo... No... No, Melina. Yo... ¿Dijiste que estamos saliendo? — pregunté aún algo desorientada.
—Debo buscar a alguien que se crea que estoy con él para presentarselo a mis hijas, Wanda.
—¿Qué... Qué pasará con nosotras entonces? — pregunté temerosa.
—Pues... Todo seguiría tal y como ahora, sólo necesito disimular, amor, es...
—No. — la interrumpí mientras intentaba tomar mi rostro. — No, Melina. No me parece justo que mientras me exiges no hacer ciertas cosas, tú...
—Es diferente. Se madura. Tengo cosas que perder.
—¿Y mis sentimientos qué? — me quejé. Ella se quedó en silencio.
—¿Por qué lo preguntas? — preguntó indiferente. Mordí mi labio inferior. — Seguiré viéndote y todo seguirá como ahora, pero...
—Yo te quiero... — susurré avergonzada. Melina no contestó. —Yo... No quiero seguir hablando.
Me di media vuelta, ella me detuvo.
—Wanda, debemos charlar. No puedes simplemente huir de la conversación y ya, yo... Lamento que... — observé mis zapatos y vi algunas lágrimas nublarme la vista. Melina suspiró y se alejó lentamente. — No estás siendo madura...
—¿Qué? Tú te acuestas conmigo y ahora... — en mi garganta se formó un nudo. — ¿Vas a dormir con él?
—Ese él, aún no existe, Wanda.
—No respondiste.
—Necesito que escuches...
—No, no... Intentas embaucarme con todo ésto. No soy estúpida. ¿Quieres que comparta ésto con alguien más? No lo haré, no por las migajas que me das.
Y mientras decía cada una de esas palabras, su mirada fría se clavaba dentro de mí. Mordí mi labio inferior sintiéndome estúpida por haberle dicho que la quería, fue un recurso desesperado.
—Me iré...
—Piensa bien las cosas, Wanda. Llámame cuando madures.
Tomó su maletín y pasó por mi lado, molesta. ¡Yo debería estar molesta! Y sólo me siento estúpida, inútil y bastante utilizada. No puedo evitarlo...
Yo...
No era lo que esperaba cuando ocurrió todo... Cerré los ojos dejando las lágrimas caer, avancé hasta el baño y me encerré en un cubículo mientras los recuerdos me atormentaban.
—¿Estás bien hoy? — preguntó la maestra Vostokoff mientras me preparaba una taza de té. Yo suspiré apoyada en su escritorio.
—Aún no puedo pisar la cafetería por temor. La humillación que Natasha... — bajé la mirada. — lo siento...
—Hey, entiendo lo que sucedió, es mi hija pero como su madre también la he reprendido por utilizar a tu familia en sus palabras. Yo no la eduqué de esa forma y sé que no te lo merecías... — mencionó. Yo asentí lentamente. — ¿No te sientes preparada?
—Me siento avergonzada socialmente. La gente solía respetarme, y aunque no he notado muchas diferencias... Sé que me ven con lástima y... No es lo que me gusta que hagan. — admití. La maestra Vostokoff se sentó delante mío, puso su mano en mi rodilla y me obligó a verla. — No me gusta que me traten con lástima.
—Wanda, yo jamás te vería de esa forma... — murmuró. — Creo que eres una chica increíble, talentosa, linda y además muy carismática, creo que tienes un gran potencial y disfruto mucho tu compañía aquí, de verdad, pero sé que estás por temor a enfrentarte a un mundo que parece aterrador, yo... Prometo ayudarte en todo lo que pueda, pero... Promete tú que intentarás volver a ser aquella Wanda que parece encantarnos a todos.
Nos observamos fijamente unos segundos.
—¿Cree que soy encantadora? — bromeé en aquél intento de ser la misma chica que era antes de ser rechazada por Natasha.
—Eres la chica más encantadora que he conocido alguna vez...
En ese momento un impulso estúpido acompañado de aquellas mariposas ridículas me hicieron besarla. Nuestros labios parecían encajar bien, la maestra Vostokoff no me correspondió de inmediato, pero pareció meditarlo. Me aceptó por unos segundos antes de levantarse espantada.
—No, yo... Wanda. — habló desesperada. — Eres mi alumna, eres la chica que estuvo con mi hija y... Sé todo lo que pasó por ti y... — balbuceaba sin completar ideas. — Debo... Debo irme. Puedes quedarte. Lamento tanto ésto, te has confundido.
Salió del salón y yo me eché hacía atrás. ¡Soy ridícula, joder!
[•••]
[PLAY: I want to know what love is — Foreigner]
Natasha.
Iba caminando por la escuela. Hoy mamá se ha llevado a Yelena, iré a casa de Clint luego de su práctica, por lo que aprovecharé de charlar con Wanda luego de su entrenamiento, mataré dos pájaros de un sólo tiro.
—Bien, Nat. Yelena... Te ha dicho que debes hablar con ella, sólo dile que esperas que puedan llevarse bien por... Ella y ya, nada más, no es necesario ser amigas otra vez.
Vi como Gwen Stacy salía del gimnasio con el cabello húmedo. Observé detrás de ella y pude ver a Wanda golpeando el saco de boxeo.
Observé la hora, a Clint aún le falta un poco, al menos veinte minutos, podría acercarme a la castaña y hablar con ella...
La veía golpear con furia el saco mientras me acercaba, el entrenador se acercó a ella quien bajó sus audífonos y le prestó atención, él parecía preocupado por ella.
—Hija, debes dejar de presionarte de ésta forma. Ya verás que es sólo un mal entretenimiento... O un mal día, la vida mejorará... El amor también.
¡Ah, con que eso es! Ya veo el por qué Gwen ha salido antes, no es que yo sea demasiado chismosa, es que mi novia y Clint lo son bastante, creo que aquella costumbre se me ha pegado un poco, sólo un poco.
—Gracias, entrenador. Me quedaré a golpear el saco un poco.
—No te vayas tarde. Descansa. — mencionó y se dio media vuelta. Al verme sonrió. — Te dije que el amor mejora. Vienen a verte.
Me sonrojé y de pronto ella se giró, al verme se quedó de piedra. El entrenador palmeó su espalda y se alejó, al pasar por mi lado me sonrió, lo vi salir del gimnasio y avancé hasta Wanda en silencio. Ella parecía querer huir de allí, no la culpo... Mamá en algún punto me hizo entender que tal vez actué como una molesta acosadora al meterme con lo de su madre y ahora que la tengo delante luego de evitarla por tanto... Creo que puedo decir que siento culpa.
Culpa que no sentía cuando me justificaba bajo el hecho de saber que ella quería reírse de mí y jugar conmigo.
—Hola, Wanda. — saludé nerviosa. Wanda no contestaba, seguía allí, en silencio. Suspiré. — Sé que probablemente ninguna planeaba que ésta situación se presentara o que yo volviese a dirigirte la palabra luego de lo que pasó.
—¿Q–Qué quieres? — preguntó ella.
—Hablar... Por Yelena. — dije yo.
—No me alejaré de ella, sé que me odias y sé que no soy tu persona favorita en el mundo, pero claramente Yelena es de las pocas personas que parecen quererme y si pretendes sacarme de su vida...
Negué rápidamente, sus ojos se cristalizaron rápidamente mientras hablaba.
—Hey, no, no he venido a eso. — dije tratando de calmarla. Ella suspiró, parece frustrada, puso sus manos a cada lado de su cintura mientras su pecho subía y bajaba con anormalidad. Ni siquiera estaba así de alterada cuando entrenaba. — Respira.
—Eso hago. — se quejó.
—No, estás respirando con dificultad. — señalé.
—No me digas, Sherlock Holmes. Se llama ansiedad. — dijo molesta.
—¿Tienes ataques de pánico?
—En ocasiones. — dijo sentándose. Tomó su botella de agua y la frotó por su cuello mientras cerraba los ojos. Me senté a su lado en silencio.
No me atreví a decir demasiado hasta que la vi lo suficientemente relajada como para poder hablar. No sabía que la salud mental de Wanda había empeorado de ésta forma, es decir, sé que solía decir que aquella vez impedí que se lanzara desde el balcón, pero estaba ebria, probablemente quería ir a la piscina desde allí, habría muerto, pero los ebrios hacen cosas estúpidas como pelear en partidos de fútbol o conducir.
—Quiero hacer las pases contigo. —mencioné. Ella me observó en silencio. — Por Yelena... Y porque... Soy lo suficiemtemente madura para admitir que no debí decir las cosas que dije aunque tuviese mis motivos, y lamento haberlo dicho... No creí que... Te haría daño en serio.
Ella me observó en silencio.
—Estuve dos meses enteros sin pisar la cafetería, ¿creíste que fue un suspiro de aire en mi cara en vez del bofetón de vergüenza que me diste?
—¡Dije que lo lamento! No debí hablar de algo que sé que era doloroso para ti, porque... A pesar de todo, tú eres y eras buena con Yelena, nuestros problemas eran independientes de nuestras familias, no podía involucrar lo que sucediera con ellos a lo que sucedía entre ambas.
Wanda me observó en silencio. Metió su botella de agua dentro de su bolso y secó el sudor de su frente y pecho con una toalla de mano.
—¿Y qué quieres?
—Yelena quiere que me disculpe y que... Haga las pases contigo...
—Bien, adiós. — dijo ella levantándose y yo la seguí.
—Y yo quiero disculparme en serio contigo, no quería dañarte.
—No te creo, Romanoff.
—¿Por qué no? Jamás he sido mala contigo... — dije y ella me observó molesta. — ¡Además de aquella vez, te trataba muy bien!
—¡Yo te trataba bastante bien, no entiendo porque fuiste una mierda de persona conmigo!
Tragué saliva.
—Lo siento, tenía mis motivos, pero no vienen al caso ahora. Ésto es por Yelena. Estoy siendo madura, se así tú también.
—Joder como les gusta esa palabra. —dijo ella y la miré extrañada. —Bien, bien. Estamos bien.
—¿De verdad? ¿Me perdonarías por lo que dije? — pregunté esperanzada.
—Que sí, Nutella. Que sí. — dijo y se dio media vuelta. — No vuelvas a mi gimnasio cuando entreno, asustas a mis fans.
Giré los ojos.
—Como si tuvieras.
—Tu fuiste una. He progresado. Ahora son mejores.
La miré ofendida y ella comenzó a reír mientras se alejaba.
—Dile a Yelena que la quiero.
—En tu nombre...
Al verla irse sentí al fin un poco de paz dentro de mí. El rencor no es nada bueno...
Genial.
Nota de autor:
¡Heey! Hice el capitulo un poco más largo, pero no tanto para que pudiesen leerlo sin problemas. ¿Cómo están? ¡Nos leemos mañana! Ánimo que es jueves ya<3
—Codex.
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