26.

Natasha.

Mamá bajó las escaleras. Ese perfume es nuevo, y su labial también. Hoy lo verá. ¿Es acaso alguien de la escuela?

Nat. Mamá está muy preparada el día de hoy. ¿Cuánto podríamos apostar a que es alguien de la escuela?

No pasaron ni dos minutos cuando mi novia ya me había contestado, se lo he comentado ayer por la noche mientras ella me llamaba para darme las buenas noches.

—El móvil, Nat.

Lo guardé en mi abrigo y vi a mamá pasar hasta tomar su café.

—Gracias por ésto, amor. — murmuró.

—¡Yelena ayudó, Yelena también merece un gracias!

Sonreí. Es verdad, Yelena me ha dado apoyo moral. Mamá se acercó hasta ella y besó su cabello.

—Gracias, bebé.

Yelena sonrió enseñando sus dientes faltantes.

—Ya ves, Natasha. Yo soy bebé, tú sólo eres... Una rata malvada.

Comencé a reír y giré mis ojos al ver la emoción de su explicación.

—Yo no quiero ser el bebé de nadie, prefiero ser la rata malvada.

—Ya, ajá. No quieres ser la bebé, ¿oíste eso, mamá? Deberías echarla de casa.

—¡Yels!

Mamá comenzó a reir.

—Que familia tan injusta, eh.

Mamá se dio media vuelta y avanzó hasta mi besando mi cabello, la abracé por la cintura.

—Te ves hermosa hoy, probablemente todo mundo se enamore de ti.  — dije con una sonrisa. Ella enarcó una ceja. — Siempre eres hermosa, no me sorprendería que ya hubiese alguien enamorado de ti...

Ella bufó mientras avanzaba hasta el fregadero y dejaba su taza allí.

—¡Eso si que no! — Yelena se quejó. — Mamá es mía.

Mamá sonrió mientras acariciaba el cabello de Yelena que iba en una melena corta.

—Yels, mamá tiene derecho a rehacer su vida si lo desea. No le vendría mal algo de amor...

—Tengo todo el amor que necesito justo aquí... — mencionó acariciando el mentón de ambas.

Yelena sonrió y yo giré los ojos no convencida de su respuesta. ¿Acaso no puede sincerarse?

—Mamá, si tú deseas conocer a alguien y estar con alguien, estás en tu  derecho. Además de madre, eres mujer.

Mamá tomó sus cosas y me observó sin decir palabra alguna, como si creyera que me estoy volviendo loca, pero ella no sabe que soy lo suficiemtemente lista como para darme cuenta de todo. O al menos de la mitad de las cosas.

Darcy. ¿Le has preguntado? Ayer te oías muy segura, pero tus conclusiones son sólo dos cigarrillos. ¿Y si ha comenzado a fumar?

Bufé.

—¿Mamá, por qué no has contestado?

—Nat. — me cortó mientras veía a Yelena enrojecerse de la molestia. ¡Bah! Mamá puede tener novio. — No digas eso delante de mi pequeña, ella sabe que mamá no está soltera ni disponible para los hombres.

—¿Y las niñas? — preguntó Yelena preocupada y yo sonreí. Es lindo como Yelena ya asume que una mujer puede gustar de otra, no es tan difícil que un pequeño lo entienda, no veo por qué los adultos parecen complicar tanto todo. Es sólo gustar de alguien y ya, ¿cuál es el punto de espantarse?

—Las niñas... Buen punto. — dijo mamá sonriente. Besó el cabello de Yelena y comenzó a charlar con ella sobre las flores.

Mamá está saliendo con un muchacho, y yo averiguaré con quien. Necesito saber que está ocurriendo.

Nat. Mamá parece no querer decir nada. ¿Crees que deba presionarla?

Mi novia no contestó.

—¿Quién es Darcy? — preguntó Yelena enarcando una ceja.— ¿La de cabello oscuro y molesta?

—Darcy no es molesta, es agradable. Disfruto pasar el tiempo con ella casi siempre... — mencioné bajo la atenta mirada de mamá y Yelena.

—¿Darcy Lewis? — preguntó mamá. Asentí. — Ella debería ir en último año.

—Estuvo en coma, es difícil entrar a una escuela mientras te estás muriendo. — me quejé. Mamá levantó las manos en tono de rendición.

—No mencioné nada de eso. Estás a la defensiva. ¿Algo que desees comentar sobre la señorita Lewis y tú?

Me sonrojé mientras notaba como realmente jamás le había contado a mamá sobre Darcy. Nunca tomé la decisión de hablarlo con alguien que no fuese Mariah o Clint.

¿Por qué mamá tiene que ser tan lista y meticulosa? Ella perfectamente podría planear acabar con el mundo y lo conseguiría, no tengo duda alguna de ello.

—Es mi amiga. Nos agradamos. Mariah y yo charlamos con ella. — me excusé. Mamá asintió.

Mi móvil se encendió y la pantalla dejaba ver el texto de mi novia en donde me llamaba "bebé", sigo odiando aquél apodo meloso, pero ella parece disfrutarlo.

Siempre creí por la forma en que Darcy se veía, que era bastante ruda, eso se me hizo instantáneamente atractivo — Creo que tengo un tipo de chica — Sin embargo, Darcy es todo lo contrario a una chica ruda, ella es... Un ángel.

—¿Por qué te llama bebé, eh?  — preguntó Yelena molesta.

—Es sólo un apodo, Yels. Es mi amiga y...

Mamá me observó divertida. Yelena se veía molesta.

—No te debo explicaciones.

—¡No puedes tener novia hasta que seas muy mayor o sea Wanda!

Giré los ojos. Otra vez con Wanda. Para mi suerte mamá intervino y la envió a lavarse los dientes.

—¿Qué tal Darcy?

Aparté la mirada, sin embargo lo vi como una oportunidad. ¡Es mi oportunidad de saber que ocurre con mamá y su novio!

—Te diré si me cuentas quien ha venido ayer por la noche. — dije rápidamente. El color de su rostro desapareció por completo, su piel se volvió más pálida de lo que ya era y la vi observar un punto fijo por dos segundos que puedo asegurar fueron eternos para ella.

—¿Quién te lo ha dicho? ¿Yelena vio algo? — preguntó apresurada. — Ha dicho que soñó con Wanda, pero no...

—Mamá, mamá, relájate. De verdad está todo bien, sólo quiero saber si te sientes cómoda o... Estás viéndote con un adorable señor que te hace sentir bien.

Tomé su mano y aquello pareció relajarla. Dejó ir un suspiro.

—Cariño, yo...

Se veía preocupada, pero yo besé sus manos haciéndole saber que siempre tendría mi apoyo, y es que es lo menos que podría hacer. Si hay algo que me hace feliz, es tener a la madre que tengo, ella lo sabe, pero jamás está de más decírselo.

—Has dado tanto por nosotras, te mereces un descanso. Ya estamos grandes, Yelena debe entenderlo, yo lo entiendo. Entendí que papá nos dejó, y entiendo que tú has sido mi madre y padre siempre. Sin ayuda de nadie. Sólo tú, ¿crees que voy a crucificarte por querer ser feliz?

Sus ojos se cristalizaron, tomó mis mejillas y me obligó a mirarme a los ojos.

—Todo lo que hago... Es por ustedes, porque las amo como a nadie, son absolutamente todo lo que me hace ser la mujer más increíblemente feliz del mundo.

—Te amo, mamá. Espero que seas feliz... — susurré levantándome. Ella me tomó en su regazo cual niña pequeña y la abracé con fuerza mientras inhalaba el aroma de su cabello. Amaba esconderme allí cuando pequeña.— ¿Ya me dirás quién es tu enamorado?

Ella suspiró.

—¿Por qué tanta insistencia?

—Dejaste los cigarrillos hace años, y de pronto hay dos en tu habitación, en un cenicero y... Antes no estaban, creo que es obvio que alguien pasó la noche aquí.

Mamá me observó fijamente, pero Yelena la llamó desde el baño, con excusas y apresurada, se levantó, pero definitivamente no ha ganado esta vez.

[•••]

—¿Qué tan linda crees que ha de ser la casa de un millonario? — preguntó Darcy mientras avanzábamos de la mano por los pasillos de la escuela.

—Depende el millonario. — mencioné extrañada por la pregunta de mi novia.

—Ya, es que Clint y yo...

Ella iba a comenzar su discurso, sin embargo decidí que debía decirle ya mismo lo que le he dicho a mamá en el auto.

—¿Quieres conocer a tu suegra? — pregunté a Darcy. Mi novia palideció, sin embargo asintió de forma rápida.

—¿Mi suegra? ¿La... La... La maestra? — asentí ante su pregunta, no podía negar que gran parte de mi decisión por presentar a Darcy como mi novia delante de mi familia, tiene que ver con querer que mamá hable de su novio, prometió que me lo presentaría luego de que le diese tiempo para hablar con él.

—Sí, ella. Tú, en mi casa, el viernes. Una cena.

—Okay, bebé. De acuerdo.

—Genial, bien. Gracias.

—Gracias a ti por... Querer llevar ésto a otro nivel, es decir, por... Querer que tu familia sepa de nosotras estando juntas, ya sabes.

Sonreí. Abracé a mi novia mientras recargaba mi cabeza en su pecho, es bastante más alta, me atrevo a decir que mide lo mismo que Mariah.

A lo lejos vimos al equipo de volleyball. Vi a Wanda pasar junto a Gwen... ¿He dicho que se rumora que ambas están juntas? Es decir, eso se rumora desde que Clint me comentó que Walker dijo que Wanda intentaba llevarme a la cama, pero se rindió al notar que Gwen era a quien quería, pero que aún así yo había sido su juego frustrado. ¡Un juego! Joder. Es que antes de oír aquello, pensaba en charlar con Wanda, lo pensé luego de las palabras de mamá, pero acabé aún más decepcionada de la castaña, eso me hizo notar que no quería volver a oír su nombre jamás, y cuando la vi dos días después, llegar a la cafetería a hablar conmigo, ponerse delante de mí, en frente de todo mundo gritando cosas absurdas, me he molestado tanto que acabé gritando que ver morir a su madre no la eximia del ser una imbecil, que tratar a las mujeres de la forma en que ella lo hace, da tanto asco... Estaba enfadada, pero sé que yo estoy bien, ella lo está y Yelena es como... ¡Nuestra hija de divorcio!

Yelena me da lástima, ha vivido dos divorcios en menos de veinte años, creo que es justo que yo hable con Wanda para solucionar nuestros problemas por el bienestar de mi hermanita. He perdido la esperanza de que deje de amar a Wanda Maximoff, ella jamás podría soltarla. Yo me he tardado menos en superarla. Creo que cuando alguien te decepciona de aquella forma, no hay una vuelta atrás... Simplemente te marca.

—¿En qué piensas tanto?

Mi novia levantó mi rostro y yo la besé evitando contestar la pregunta. Mi cabeza es un mar de pensamientos que podrían ahogar incluso al mejor nadador de estrés.

[•••]

Wanda.

—Okay, entonces dirás que soy una mala estudiante. — enarqué la ceja. Gwen negó.

—No, yo digo que no es justo que quieras dejar las clases luego de algunos exámenes bien. No voy a morderte.

Me dejé caer sobre el hombro de Gwen mientras el receso pasaba y ambas observábamos a todos desde una banca.

—Estoy agradecida y pagaré por ello, sin embargo creo que ya he aprendido demasiado de ti y debería dejarte descansar un poco al menos. No lo sé.

Gwen hizo un leve puchero.

—¿Ya te has aburrido?

Negué mientras pasaba su cabello por detrás de su oreja. Gwen me observó fijamente a los ojos hasta que su mirada se apartó y la vi observando a otro sitio.

—Buenos días, maestra.

Me giré y noté que Melina pasaba delante nuestra.

—Buenos di...

Me detuve al ser interrumpida por la voz de Vostokoff, algo tosca para ser honestas.

—¿No deberían estar ya en clases? El receso acabó hace tres minutos. No por ser de último año o tener buenas calificaciones pueden permitirse ser irresponsables. — nos regañó bastante molestas.

Jo.

—Creo que alguien está estresada. — susurró Gwen y tomó mi mano para caminar hasta el salón. Me encogí de hombros.

No sé que ha ocurrido, tal vez ha tenido una mañana difícil con sus hijas. Le preguntaré a Yelena más tarde.

Al llegar al salón, me senté junto a Gwen, no es que no disfrute estar cerca de mis demás amigos. Gwen es mi amiga, pero aprendo mejor cerca de ella y consigo dejar de comportarme como un orangután que va camino a detención cada viernes al acaba la última clase, la cual en mi defensa es aburrida, porque el maestro Rogers, no sabe darla.

Creo que realmente ninguna clase me interesa, ¿es acaso eso algo malo? Es decir, me va bien, pero no disfruto realmente de lo que ocurre aquí dentro.

—¿Por qué estás tan callada? — preguntó. La observé en silencio, me encogí de hombros. — ¿Qué pasa? Estás pensativa.

—Es que simplemente la escuela me parece absurda. No lo sé. Me estreso de sólo pensarlo. ¿Hay algo malo en mí?

Gwen negó. Apoyó su cabeza en mi hombro y dejó su mirada en el frente, sí, Gwen no contestó, pero al menos me hizo saber que no me consideraba una demente por ver las cosas de ésta forma.

—Sólo no tienes motivos para alegrarte, porque no es algo que te haga sentir así. No es tu culpa. Has pasado por mucho.

Suspiré.

—No puedo justificar mis actitudes de mierda en la muerte de mi madre... — mencioné recordando las palabras de Natasha. Nunca nada va a grabarse tanto en mí como aquello.

—La muerte de tu madre justifica muchas cosas que te suceden internamente. Nadie puede decirte que aquello no justificar como actúas. — insistió acariciando mi brazo. Sonreí levemente.

—Gracias, Gwen... Me agrada saber que puedo charlar contigo.

La rubia no hizo más que dedicarme una sonrisa, eso es agradable, no me presiona, y tampoco me hace sentir obligada a agradecerle muchas veces por oírme... Claro, con las demás personas es diferente, porque sé que a Gwen si le importa oírme.

Observé mi móvil. Tenía mensajes de Melina.

M. Vstkfff.  ¿Ya estás en tu salón? No me gusta que llegues tarde.

M. Vstkff. ¿Sigues con Gwen? No creo que sea una gran amiga si no entiende que debes cumplir con obligaciones, Wanda.

Sonreí de costado. Melina es dulce, se preocupa bastante por mí. No lo sé, muchas veces ésto me hace creer que me quiere.

Nota de autor:

¡Hey! Buenos días :D, ¿cómo están?

—Codi.

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