23.
Cuatro meses más tarde.
Natasha.
—Hoy Clint ha hecho el ridículo en clases, y fue terrible, porque me ha arrastrado con él.
Mamá comenzó a reír mientras servía el postre.
—Estoy dejando los lácteos. —dije yo y ella asintió cambiando mi postre por fruta.
—Lo que tú digas, cariño.
—¡Anda, yo quiero su postre, por favorcito! — habló mi hermana emocionada. Mamá asintió y dejó ambos postres cerca.
—Luego de eso reposarás antes de darte un baño. No quiero que te duela el estómago.
—Sí, mamá. — dijo Yelena girando los ojos mientras comía su helado.
—Clint comenzó a decir cosas de Pietro, luego comenzaron a molestarlo acerca de él y dijo que era por mí. ¡Se retractó sobre él!
—¿Y eso qué tiene de vergonzoso?
—¡Pietro es mi amigo! Si acaso aquello llega a sus oídos, él podría malinterpretar todo. Además de que salimos bastante, estamos juntos todo el tiempo, joder.
—Natasha, ese lenguaje. — dijo mamá. Suspiré.
—Lo lamento.
Yelena me observaba en silencio. Hemos hecho un pequeño trato, ella no me dirá nada por hablar de mis amigos y yo no le diré nada por ser amiga de Wanda, además de que habla de ella al acabar la cena cuando yo me retiro. En ocasiones un poco antes.
—¡Yo estaba con Wanda hoy, y...! — cubrió su boca con sus manos y comenzó a ponerse completamente roja por la desesperación de hablar.
Me puse de pie, besé el cabello de mamá y luego el de Yelena antes de salir de la cocina mientras ella comenzaba a comentar su anécdota. Mamá y Yelena son bastante amigas de Maximoff, últimamente las calificaciones de la castaña comenzaron a elevarse y mamá se escribe correos con Wanda, casi a diario, ¿acaso algo de eso tiene sentido? No, no lo tiene. ¿Por qué lo hacen? No tengo ni la menor idea.
Sólo sé que mamá tiene el corazón tan grande que no podría ser una mala maestra, además Wanda pasa poco y nada en la escuela desde que Yale la ha becado, todo el tiempo la están reclutando para campeonatos, y sus calificaciones mejoraron. Mejoraron tanto que ella y Gwen Stacy son las mejores de su clase, se rumora que ambas están juntas.
Me dolió, y me dolió mucho más el día en que fui a retirar mis gafas y no pude enseñárselas. Pero la he superado considerablemente, hoy todo lo que queda en mí, es rencor.
Bastante rencor.
Y en lo que a mi concierne, mientras más lejos tenga a Maximoff mejor, porque me ha costado mis noches en vela, me ha costado unos dolores de cabeza, acné y demás cosas que odio mencionar que me ha causado el tener un corazón roto.
Pero ya no, porque al menos ahora tengo claro algo, mi novia jamás me haría daño, y claro que se puede superar a una persona.
Conozco a Darcy desde hace tres meses, y hace un mes somos novias, lo que da como resultado a treinta días junto a una chica increíble.
La transfirieron, es un año más grande, debería ir en el nivel de Wanda, pero ha tenido años complicados, por lo que ha tenido que repetir el curso.
¿No es curioso como todo puede cambiar en sólo unos meses? Yo, sinceramente, creía que jamás superaría a Wanda, y que jamás volvería a sentirme atraída por alguien, pero... ¡Aquí estamos!
Observé mi móvil y vi los mensajes de Mariah, Clint y Darcy.
Mariah no tolera demasiado a Darcy, pero también quiero entenderla, ella y yo estábamos bastante unidas debido a lo que ocurría entre nosotras, hasta que llegó Darcy, se acercó a mí para ponerse al corriente y... No pude evitar encantarme por su lindo acento británico y sus manías por el té helado y tomar el té.
Darcy. Buenas noches, linda.
Sonreí.
No he oficializado ésto con mamá aún, porque quería permitirme descansar de sus consejos, no porque no ame el hecho de que mamá valora mis emociones, sino por el hecho de que sinceramente no sabía que esperar de Darcy, y no pensaba en que ésto ocurriría, sólo pasó.
De pronto la llamada de mi novia apareció en mi móvil. ¿He mencionado que es mi primera novia? Es... No lo sé, extraño, pero lindo.
—Hey, Natalia, linda. — sonreí.
—¿Qué tal estás? — susurré mientras cerraba la puerta y me recostaba en la cama.
—Mejor ahora que puedo oírte, ¿sabes algo? He estado pensando en que podríamos festejar mi cumpleaños, invitar a algunas personas de la escuela y...
—Darcy... No es mi ambiente la verdad. — dije recordando que mi primera fiesta fue hace casi cinco meses y luego de eso no volví a ir a nada por el estilo. — Aún quedan dos semanas, podríamos...
—Mis padres no estarán, podríamos venir aquí, con los muchachos y luego... Invitar personas, estar tú y yo... Ya sabes. — la sentí reír.
Me sonrojé.
—No sé, yo... Podrían pensarlo.
Darcy encendió la cámara y vi su cuello tatuado. Está sin camiseta.
—Tengo bastante sueño, no dormí mucho anoche. Estuve bebiendo y ya sabes, componiendo un poco, ¿crees que pueda enseñarte algo pronto?
—Claro, me encantaría saber en que te has tomado tanto tiempo escribiendo.
¿Olvidé decirlo? Darcy es músico. Ella simplemente es asombrosa, y tiene una motocicleta.
—Pues, ¿me enseñarás algo tú? —preguntó y sonreí.
—Tal vez en tu cumpleaños.
—Triunfa el mal. — festejó ella. — Bien, cariño. Debo irme a dormir, quizá tenga un momento de escritura a las cuatro. Debo recargar energías ahora. Te quiero.
Colgó la llamada y me quedé de piedra. Ella me quiere. ¿Lo ha dicho en serio? Me quiere.
No. Sólo fue... Por despedirse. Sí, no creo que... ¿O tal vez si era en serio? ¿Sería en serio?
No, yo... No creo que...
Basta, Natasha. Ha sido sólo un te quiero, que eso se lo dirá a todo el mundo.
Le gustas, más no te quiere. No aún, y... No te conoce del todo bien, sólo se conocen hace unos meses y... No son tantos meses tampoco, creo que... Debes relajarte un poco.
[•••]
Wanda.
Me acomodé en el asiento nuevamente, el final del día había llegado.
Es extraño estar aquí en todo momento, habría preferido estar entrenando o algo.
—¿Crees que deba entregar esto? — preguntó Thor señalando sus apuntes. Me encogí de hombros. Sinceramente no me interesan demasiado las clases, Gwen es quien me informa y yo me encargo de cumplir. Ventajas de tenerla en mi vida de regreso.
—No sé.
La campana indicó el final de las clases, me levanté de mi asiento y salí del salón con rapidez. Llegué al final del piso de abajo, toqué la puerta y la vi allí.
Me dedicó una sonrisa y supe que podía pasar. Caminé dentro de la oficina y antes de poder decir una sola palabra, mis manos estaban en su cintura y sus labios en los míos.
—Te extrañé. — susurró y yo sonreí en medio del beso. Sus labios vagaron por mi cuello.
—Tenemos diez minutos antes de que todos empiecen a salir.
—Debo estar en diez minutos en el auto... — murmuró y llevé mis manos a sus muslos levantando su falda. — No tenemos tanto...
—No quiero mucho tiempo... — dije yo hundiéndome entre sus muslos. Comencé a repartir besos entre ellos. — Te quiero a ti...
La oí gemir y algunas cosas del escritorio cayeron. La campana volvió a sonar y suspiré. Nunca había el suficiente tiempo.
Me levanté de mi posición. Ella suspiró.
—Ven a mi casa en la noche. — murmuró. Negué. — ¿Por qué?
—Están tus hijas y...
Y aunque me jodiera aceptarlo, aún seguía pensando en ella en ocasiones, incluso luego de haberme enredado con su madre.
¿Tengo justificación? No, pareciera que no, pero creo que soy lo suficientemente grande para hacerme cargo de ésto.
Me gusta la maestra, yo le gusto a ella, y parecemos entendernos.
—Ellas no se enterarán. Natasha irá a casa de su amiga, Yelena estará dormida...
—No, yo...
—Por favor... — susurró la maestra Vostokoff y yo suspiré. Observé su puchero y no pude negarme. — No quiero pasar sola la noche... Nos divertiremos, amor...
Unió sus labios con los míos y cerré mis ojos.
Después de todo, ¿quién me entendería más que ella? ¿Quién más que ella entendería lo que es pasar una noche sola sin quererlo así?
—Podría pasarme por allí... — murmuré.
Ella sonrió, sus manos pasaron por mi cuello y la oí gemir contra mi boca al sentirme presionar mi cuerpo contra el suyo.
Joder...
— Melina... — gemí al sentir que sus manos bajaban por mi pecho llegando hasta mis senos.
Sé que suena extraño. Al inicio quería estar con ella, y estoy aquí, pero luego de involucrarme sentimentalmente con su hija y hoy juego a ser su madrastra secreta... Mientras a veces aún pienso que estoy jodida, pero luego me siento bien con Vostokoff y lo olvido.
Pasaron muchas cosas. No creo que algo de eso me justifique, no creo que la humillación de Natasha hiciera que merezca que yo me acueste con su madre, no creo que sus gritos diciéndome que soy lo peor que le ocurrió hubiesen sido motivo suficiente, pero joder. Admití que me había enamorado de ella delante de toda la puta escuela para que luego viniera hasta mí y...
—Natasha. — hablé meditando que estaba a punto de traicionar a mi hermano únicamente porque no quería perder a la única chica de la que consideraba haberme enamorado de alguna forma.
La pelirroja se dio media vuelta. Su mirada cristalizada debió advertirmelo.
—Necesito decirte algo.
—¿Qué? ¿Vas a hacerlo delante de todo mundo? — se quejó.
—Sí, yo...
No me dejó acabar, su mano se estampó en mi mejilla y me hizo voltear la cara sorprendida.
¡¿Qué dije?!
—¡No he hablado!
—¡Te odio, Wanda! ¡La muerte de tu madre no te da el derecho a jugar con las mujeres de la forma en que lo haces!
—Natasha, yo...
—¡Que no, joder! ¡Nada justifica lo estúpida que eres cuando se trata de herir a los demás!
Y de pronto aquellas palabras me cayeron como un balde de agua fría. Nunca nadie se había atrevido a mencionar a mi madre. Un frío siniestro heló la cafetería, nadie habló. Mi corazón iba a mil por hora. Natasha se levantó y se fue. Sin mas.
Mi dignidad estaba por el suelo. Mi respiración agitada y las flores que traía en mi bolso, probablemente marchitas.
Tragué saliva, me di media vuelta y salí del lugar. Yale me reclutó casi todo ese primer mes, luego un segundo mes, y cuando volví, noté que Romanoff estaba cada vez más reacia a encontrarse conmigo, me evitaba a toda costa, y yo prefería hacer lo mismo con ella.
Habría estado dispuesta a herir a mi propio hermano de no ser porque Romanoff actuó.
A día de hoy sé poco y nada de ella. Ni siquiera Melina la menciona, creo que a ella también le da algo de vergüenza estar conmigo luego de lo ocurrido con Natasha, pero... Nos entendemos, ella me cuida y yo la sostengo, nos ha funcionado desde aquella vez.
—¿Y bien?
—Allí estaré... —murmuré contra sus labios. La besé nuevamente y ella me empujó contra la puerta.
—Debes irte...
—Me iré... dame otro beso.
Melina hundió su lengua en mi boca y yo sonreí. Me aparté lentamente y me maldije por no haberlo disfrutado más.
—Debí correr más rápido para llegar aquí.
—Agradezco que guardaras energía para la noche, mi niña...
Sonreí. Tomé su cintura una última vez y me acerqué para besarla.
Los únicos momentos que disfruto en serio en mi día, es cuando estoy con ella de ésta forma...
—Okay, ya me voy.
Al salir de la escuela la vi subir a su auto junto a sus hijas, cruzamos miradas, pero nos ignoramos como si hace minutos no hubiésemos vivido como amantes que necesitan la una de la otra para pasar un buen día.
—¿Wanda? ¿Ya nos vamos?
Pietro me sonreía. Apagué mi cigarrillo y asentí.
Al menos agradezco que de todo lo extraño que se ha puesto el mundo, una de las cosas maravillosas es que Pietro me agrada, y yo a él.
Está más feliz.
Eso me pone bien.
[•••]
Natasha.
—¿Mamá? Hoy iré a casa de Mariah.
—Lo recuerdo, amor. — murmuró ella.
Asentí.
—Lo que significa que Yelena tiene prohibido ir a mi cuarto o algo.
—¡No es justo!
Mi hermanita se quejaba desde la sala. Ambas sonreímos.
—Okay, cariño. Lo entiendo. ¿Vendrás mañana temprano?
—No, hasta la tarde.
—Okay. Te esperaremos para tomar el té.
—Okay, mamá... — murmuré. — Tengo que hablar contigo mañana a la hora del té.
—¿Alguna pista?
Ella levantó la mirada de sus hojas de trabajo y se quitó las gafas.
—No, sólo... Curiosidad.
Asintió.
—Bueno, entonces iré a preparar mis cosas.
—Bien, cariño.
Subí las escaleras y me encontré con el panda de Yelena.
—Yelena, tu juguete.
Se lo señalé tomándolo por la oreja de forma despectiva. Ella gruñó y subió corriendo, corrí hasta mi habitación mientras ella me perseguía quejándose de que soy una mala persona al robarle.
—¡Eh, dame eso, Nutella malvada!
—Promete que no te meterás a mi cuarto.
—¡Tu has hecho que me meta, dame eso!
Le lancé el oso y ella lo abrazó con fuerza.
—Eres malo con Wandito y fuiste mala con Wanda. No eres buena.
Hizo puchero y salió corriendo de la habitación. Suspiré. Los rumores vuelan, ella jamás va a perdonarme lo que ocurrió con la castaña. Eso no es justo, yo fui una víctima de todo lo ocurrido.
¿Acaso iba a permitir que me humillara delante de todos? No, estaba enamorada pero no era estúpida, no sé quien se creía que era, pero me crió una gran mujer que me enseñó todo lo que valgo, y luego de lamentarlo mucho, la superé. La dejé ir y ahora estoy bien.
Yelena aún no supera el ver a Wanda llorando por lo que le dije.
A mi también me dolió, pero Mariah dijo que necesitaba odiarla todo lo que fuese posible antes de que volvieran a lastimarme así.
Y creo que tenía razón, pero acabé yo lastimándola a ella. Aún así somos buenas amigas.
Ordené lo necesario para ir a casa de Mariah, Darcy no estaba invitada. Darcy es la peor pesadilla de Mariah, y Mariah... Le es indiferente a mi novia.
Mi novia... Aún suena extraño. Ya es un mes y se siente extraño llamarla mi novia. Pero me gusta.
Darcy me gusta mucho. Disfruto de la sensación de ser junto a alguien.
—Natasha. ¿Por qué Yelena llora?
—Lo mismo de siempre. Por aquella chica. — mencioné indiferente. Mamá suspiró.
—Cariño...
—No me disculparé. Ve tú y dile que ya olvide aquello, mamá. Yelena debe entender que me estaba protegiendo.
—Yo también te protejo, cariño. No es necesario que lo hagas tú.
—Me defendí, y fue suficiente para alejarla y estar tranquila, ahora quiero que ella lo entienda.
—¿Puedes al menos dejar de discutir tanto con ella? Tiene diez años y tu dieciocho. Claramente eres la madura y no es justo que su hermana mayor la haga llorar.
Suspiré.
Tiene razón.
—Hablaré con ella mañana.
Mamá asintió.
Joder.
—No, espera. Iré con ella ahora.
Salí de mi habitación y fui directo a la de mi hermanita, la pequeña rubia lloraba en posición fetal sobre su cama. Mi corazón se partió un poco, tiene razón, tal vez he estado algo irritable y cada vez que puedo discuto con Yelena...
Tal vez debería calmarme y pensar en que ella no ve la maldad en nadie.
Ni siquiera en aquella idiota.
—Lamento haberme comportado así, Yels...
—¡Eres mala, muy mala!
—Yels...
—¡Wanda es una buena persona y tú sólo te ríes de ella!
—Wanda no me interesa.
—¡Ya, es que eres una pesada!
Mi hermanita seguía sollozando y suspiré. Tal vez soy algo molesta aún...
—He dejado de molestar cuando hablas de ella...
—¡Pero la has hecho llorar!
—Fue hace meses, Yelena.
—¡Ya, es que si a ella le duele a mi también!
—¿Le duele? —pregunté y ella asintió.
—Ya, es que hoy ha llorado también en el almuerzo. Hoy su madre estaba de cumpleaños y tu has sido mala siempre. No te mereces nada.
Hice un puchero.
Joder. Yelena realmente la quiere.
—¿Qué puedo hacer para que me perdones?
—¡Pues pedirle perdón!
—No haré...
Ella sollozó con más fuerza contra la almohada. ¿Qué cojones? Mierda. Bien. Okay...
—Okay, Yelena. Veré que hacer. No me exijas demasiado.
La pequeña rubia se quedó en silencio unos segundos y secó sus lágrimas.
—Okay, gracias.
Bajó de su cama y se metió al baño dejándome sorprendida. Jodida manipuladora.
Es asombrosa.
Ella sabe manejarme. ¿Cómo ha aprendido a hacer eso? ¿Por qué yo no puedo? Joder.
Mierda. En serio es buena.
Nota de autor:
Lo que más me gusta de mis fanfics es que siempre puedo hacer lo que quiero y acabaré dejándolos pidiendo contexto JAJAJAJA, ¡nos leemos mañana!
—Codito.
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