22.
Wanda.
Palmeé la mesa nuevamente mientras veía a Gwen sonreírme desde la entrada, con un simple símbolo de paz en mi mano derecha, la saludé.
—¿Te encuentras bien? — preguntó Loki sentándose a mi lado. Ladeé la cabeza.
¿Bien? Eso es relativo. ¿Qué es estar bien? No recuerdo la última vez que en serio estuve bien y no lo cubrí con alcohol y chicas que me repetían lo increíble que soy mientras mi corazón dolía porque no veía a dos personas que amaba desde hace dos años, y luego tuve que alejarme de la primera persona que me hacía bien en meses.
—Bueno, yo... — comencé.
—¡Buen día, muchachos! — Vostokoff ingresó al salón caminando apresurada con sus tacones negros. —Lamento la tardanza, mi pequeña se ha sentido mal hoy. Tiene dolor de estómago.
—Maestra, quiero preguntar sobre unos ejercicios. — dijo Loki levantándose y yendo hasta ella. Hice un leve puchero pensando en que hoy Yelena no me hablaría sobre su día si han decidido dejarla en casa, y de ser así, le enviaré algo bonito.
Ella me ha hecho un dibujo de galleta que he decidido colgar en mi habitación y eso me hizo muy feliz, por lo que creo que debería darle algo para que me recuerde, es decir, tiene su propio casco para Sherlock. Sherlock está en revisiones en el taller, quería volver a usarla pero su motor comenzó a fallar y decidí enviarla hasta el taller.
Papá volvió a casa ayer, pero no he hablado con él, ya que no bajé a cenar ayer por la noche. Sé que Pietro insistía en lo de Natasha ya que yendo a su habitación lo vi charlar con Charles sobre ello...
No es que no lo quiera feliz, es que joder. Natasha realmente me interesaba de esa forma, porque ella... Ella no... No lo sé. Es especial, pero también acepto que ambas somos muy diferentes y no quiero que ella o Pietro sean daños colaterales.
He visto a papá temprano, le mencioné de forma rápida el partido, pero no sé si realmente ha prestado atención, tenía el móvil en la mano y daba las típicas contestaciones de no estar atento.
—Maximoff. Ven aquí.
Me puse de pie mientras mis compañeros espantados murmuraban por el tono de la maestra Vostokoff.
—Olvidaste tu examen el otro día. — señaló la hoja y enarqué una ceja. Ella me lo pidió ayer, yo se lo he dejado.
—Maestra...
—No, Maximoff. Ve a tu asiento. — me entregó a la fuerza el examen y me di media vuelta para irme a mi asiento extrañada por su actitud. Okay... la única Romanoff a la que entiendo es a Yelena.
Definitivamente es mi favorita.
La clase avanzó entre ejercicios y prácticas de la nueva sección que dictaban en el plan escolar. ¿No es extraño como los maestros deben guiarse por un enorme libro que dice en que periodos enseñar las cosas?
Al acabar todo, me levanté, pero mi hoja cayó al suelo, la recogí y observé la calificación, no esperaba encontrarme con la más alta, por lo que me sorprendí enormemente y pensé en que tal vez la maestra cometió un error. Guardé mis cosas, sin embargo mis amigos esperaron fuera, ya que les dije que yo invitaría el café.
—Maestra, quiero que corrija ésto, hay un... — hablé, ella observó la puerta y yo también. Mis amigos reían allí sobre algún meme estúpido probablemente.
—No, Maximoff. El día de correcciones debiste decírmelo, sabes que no lo reviso luego, ya que pudiste cambiar algo. — dijo ella. Enarqué una ceja.
—Maestra, me refiero a que si esta calificación...
—Es lo que sacaste, no es mi problema. Es el tuyo, lo sabes. No doy segundas oportunidades. — insistió en regañarme. ¡Que no he hecho nada! — Ahora, si me disculpas...
—Maestra, es que...
—Ya hablé. Es tu calificación, ahora espero que aprendas la lección.
Observé mi calificación. ¡Es la más alta! ¿Ella cree que lo merezco?
La observé a ella nuevamente. Ella me guiñó un ojo y se fue del salón echando humos o eso les ha hecho creer a mis amigos, pues me han dicho que ya mejoraré en el siguiente examen...
Si tan sólo supieran. ¡Ah, no he preguntado por Yelena!
No importa, iré a la hora del almuerzo en busca de la pequeña. Espero encontrarme con ella, de no ser así, le compraré algo bonito y se lo daré a la maestra Vostokoff... o en el peor de los casos a la maestra Romanoff.
[•••]
[Play: Every breath you take — The Police]
A la hora de la salida, me encontré con Natasha, y creí que era una buena opción acercarme, darle el regalo de Yelena — unas galletas, crayones y un pequeño panda de peluche, para quienes se lo pregunten. — Sin embargo, Hill apareció por su lado pasando su brazo sobre sus hombros, lo que me hizo apartar la mirada y seguir mi camino hasta el salón de maestros. La puerta estaba entreabierta, iba a tocar, sin embargo las voces de dentro llamaron mi atención.
—Steve, sabes bien que Stephen y yo...
—No me importa. Tony, te amo, y lo sabes, yo... Eres el amor de mi vida y...
—Steve, voy a casarme.
La puerta se movió un poco y ambos se giraron a verme. Me sonrojé de golpe.
—Hola... ¿La maestra Vostokoff? — observaron mis regalos y luego ambos se observaron entre ellos. — Es para su hija...
—Natasha estaba en...
—La maestra. Necesito que ella se los de. — insistí.
—Su oficina. —habló Rogers. Asentí y me alejé de aquella escena romántico—homo—erótica.
Fui hasta su oficina y la vi cerrando, agradecí mentalmente que nadie estuviese en el pasillo, o de lo contrario quizá tendría aquella actitud delirante de la mañana.
—Maestra, hola. — saludé. Ella se giró y me sonrió.
—Wanda. Hola. ¿Qué tal tu día?
—Asombroso, yo... Venía a darle ésto para Yelena... — señalé mis manos y ella las observó con una sonrisa.
—Wanda, no debías molestarte. Eres tan dulce... — su mano acarició mi mentón y luego le entregué el regalo. — Ella estará muy feliz por ésto, estaba preocupada de con quien pasarías el almuerzo y de que estuvieses molesta o algo...
—¡No, yo jamás me molestaría con ella! La he extrañado mucho, adoraría llevárselo yo misma, pero tengo el partido hoy a la noche y...
—Oh, lo recuerdo... no podré ir. — murmuró. — Yelena ha estado vomitando bastante, ayer por la noche ha comido tanto que ha enfermado del estómago.
—Ya, entiendo... — dije entendiendo sus motivos, pero sintiendo algo de decepción. — No se preocupe por ello.
—Gracias por entender, me sabe mal no ir, mi niña.
—No se preocupe por ello, de verdad. Es por Yelena y realmente sólo quiero que le de un abrazo por mí. — mencioné y ella estiró sus brazos. —No, yo...
Aunque intenté oponerme por vergüenza, ella me acercó hasta su cuerpo, y no pude evitar sentirme en paz al recibir su cálido abrazo. Sus brazos me rodearon y pegué mi rostro a su cuello, inhalé su colonia, y dejé ir un suspiro que me hizo sonrojar.
¡Mierda, ella sabe que la considero una milf! ¡No como tal, pero es que lo sabe!
—Ten un lindo día, Wanda. — murmuró besando mi cabello. — suerte en tu partido, mi niña.
Sonreí.
Me quedé allí mientras balbuceaba algo similar a una despedida aún embobada por el aroma de su cuerpo que había quedado en mi cabello. Un aroma dulce y no molesto, ella huele a... Señora que acabaría con mis traumas maternos.
[•••]
—¡Más rápido, Maximoff! — gritó el entrenador. Corrí y golpeé el balón anotando otro punto para el equipo.
Vamos ganando, pero el maestro insiste en que hoy es el gran día, en el público está la gente de las mejores universidades con becas deportivas.
—¡Excelente, hija! — gritó el entrenador y sonreí mientras veía al equipo rival verme con envidia. Sobretodo a la capitana Jean Grey.
—No entiendo tu estúpida sonrisa, Maximoff. — dijo ella. — Voy a acabarte.
—¿Es una clase de propuesta? — me burlé aún más. Ella se sonrojó. Me alejé y saqué.
El partido continuó conmigo y Gwen anotando puntos. Al acabar vi al equipo contrario recoger sus lágrimas y poca dignidad que les quedaba.
—Buen partido, Maximoff. — dijo Jean palmeando mi espalda.
—Gracias, Jean.
Le sonreí y ella antes de irse, se detuvo.
—Sabes... No tengo planes ésta noche.
Suspiré. ¿De verdad deseo ésto?
Busqué con la mirada en las bancas, papá no estaba en su asiento designado. Él lo ha olvidado.
Observé mi móvil, ninguna notificación de él, pero al menos había un correo. Es... La maestra Vostokoff.
M.Vstff. Buenas noches, Wanda. Espero que estés teniendo una buena noche, disfruta de ella. Felicidades por el triunfo, le he pedido a Logan que me informe sobre tu partido, y muchas felicidades por la beca.
¿La beca? ¿Cuál beca?
—Wanda Maximoff. — me di media vuelta y me encontré con un hombre de cabello castaño.
—Mi nombre es Ikaris. Soy el director del comité deportivo de Yale. — estiró su mano y la estreché. — tomé anotaciones, pero no es necesario que te explique que estás seleccionada para el siguiente año.
—¡¿Qué?! — dije sorprendida y emocionada a la vez.
¡¿Él habla realmente en serio?!
—Felicidades. Me comunicaré con tu entrenador.
Se alejó con una sonrisa y yo me giré encontrándome con Gwen a mis espaldas.
—¡Felicidades, Wanda!
Corrió a abrazarme y Peter gritó llamando al equipo.
—¡Eh, que Wanda tiene una beca!
Y de pronto todo eran aplausos, incluso Jean Grey comenzó a aplaudir y su equipo la siguió.
—Felicidades, hija. — dijo el maestro Howlett.
Joder. ¡Ésto es un puto sueño hecho real!
[•••]
—Jean... — jadeé contra el cuello de la pelirroja. Lo único en lo que podía pensar era en Natasha.
Extrañaba a la pelirroja que parecía haberme robado el jodido corazón, y ya era hora de aceptarlo. Romanoff tenía algo más que sólo los increíbles genes de su sensual madre.
—Wanda... Lento. — se quejó con un gemido. Detuve mi mano en su entrepierna y bajé por su cuello con mis besos. Ella jadeó separando un poco más las piernas para mí.
—Jean... — susurré sabiendo que de mis labios se escapaba el nombre de la pelirroja de cabello corto, pero en mi corazón se tallaba el nombre de la pelirroja de gafas.
Todo en lo que pensaba era en los besos de Natasha y en que luego de ésta noche me prometía olvidarla, desde lo más profundo de mi pecho, prometo que dejaré de pensar en ella.
—Voy a correrme. — dijo Jean. Mantuve el ritmo sintiendo que no podía simplemente acabar aquí y ya. Necesito algo más que sólo su orgasmo y ya. Quiero olvidarme de Natasha en serio.
Al acabar Jean salí de la ducha y noté que todos se estaban yendo, me arreglé y sin decir mucho más que un simple "Adiós, Grey" me alejé de allí. Vi a Gwen fuera, ella charlaba con Peter. El castaño se veía esperanzado en impresionarla, pero yo sé el poder que tengo en ella.
Suspiré.
—Gwen. — le hablé. Ella levantó la mirada y nos encontramos rápidamente. — Te llevaré a tu casa, vamos. — señalé mi auto mientras encendía un cigarrillo.
Ella sonrió levemente. Besó la mejilla de Peter y se acercó a mí, abrí su puerta y la ayudé a subir al descapotable. Dejé ir el humo y me despedí de Peter mientras dejaba el cigarrillo entre mis labios y subía al auto.
Me quedé dejando ir el humo y observando el cielo. Las estrellas se veían preciosas hoy.
—No tengo nada que hacer. ¿Y tú?
—No, yo... De hecho no. ¿Quieres hacer algo?
Observé que Peter se fuese antes de hacer lo que iba a hacer. Tomé el cuello de Gwen y me acerqué hasta ella para besarla. La rubia correspondió mi beso.
—No quiero estar sola ésta noche, pero es sólo una noche, ¿puedes? —pregunté.
Ella asintió.
—Sólo una noche... —murmuró y yo asentí. —Bien... Acepto.
Creo que he nacido para estar sola...
Asentí, me alejé y comencé a conducir sabiendo que no tenía ni la menor idea de a donde ir, simplemente no quiero sentirme sola.
No quiero pensar.
[•••]
Natasha.
—¿Te sientes mejor, Yels?
Mi hermanita asintió abrazando su peluche de panda. Suspiré. Ella está realmente feliz de tener aquél regalo de Wanda.
—Se llama Wandito pandito. — lo señaló.
—No pregunté.
—¡Eres mala!
—¡Sólo dije que...!
—¡No la oigas, Wandito Pandito!
Suspiré.
Joder.
—Dejen de discutir.
Mamá entró en la habitación con su completo set de enfermería, consiguió que un doctor revise a Yelena, le han hecho un par de examenes y dijo que tiene una infección estomacal, por lo que creo que tendría que quedarse en cama todo el fin de semana.
—Iré a mi habitación. Tengo sueño. — dije besando el cabello de ambas.
Vi a mamá arrodillarse a cantar con Yelena mientras le aplicaba la inyección que debía aplicar.
Llegué a mi cuarto y me dejé caer en la cama, comencé a revisar mis redes y noté que Gwen había compartido algo. ¡Que herramienta maravillosa es close friends! Yo comparto cosas bastante absurdas y solamente con mi grupo de tres.
—Probablemente es una fotografía de su cachorro.
Recordé que Gwen tiene un cachorro pequeño. La rubia subió una fotografía en el auto de Wanda, lo noté por la mano de Wanda sobre su muslo acompañada de las cervezas en el posa vasos.
—Eres una...
Mi pecho se contrajo y dejé ir un par de lágrimas. Me sentí estúpida, me propuse dejar de odiarla, pero no puedo si luego la veo con alguien más, y es que entiendo que yo... ¡No lloré en un inicio! Pero es que realmente me afecta, porque me gusta. ¡No puedo dejar de estar enamorada de Wanda de la noche a la mañana y eso es jodido! Me duele el pecho como si no lo sé... No sé explicar la sensación de dolor en mi pecho, es terrible.
—Te odio.
Bloqueé mi móvil ignorando los mensajes de Mariah y Pietro, no puedo olvidarla ni siquiera con todos los detalles que Mariah tiene conmigo, incluso cuando le he dicho a ella que no creo que pueda enamorarme, ella sigue siendo asombrosa y no lo consigo.
Estoy jodida.
Yelena habla todo el día de Wanda, y me jode amar que ambas se quieran tanto, porque no puedo disfrutar de ellas desde cerca, y me odio por no ser suficiente para Wanda. Merezco querer y que me quieran, no ésta clase de sensación, la de... Verla con otra chica, sabiendo que Gwen Stacy es una de las chicas más lindas de toda la escuela, me ganó dos años seguidos en los debates escolares y además de eso fue novia de Wanda en su momento, ella si fue su novia. La conoció en serio, no gustaba de una versión idealizada de la castaña, eso me daña más aún.
—¿Por qué no puedo ser tan linda como ella? ¿Qué hay de malo en mí?
Incluso si Wanda jamás dijo que fue por algo físico, yo... Me siento estúpida e insegura. ¿Por qué el rechazo te hace dudar tanto? ¿Por qué tiene que doler así?
Cerré los ojos y oí los pasos de mamá así que sequé mis lágrimas rápidamente.
—Amor, Yelena ha dormido.
—Está bien. — dije algo congestionada.
—Hey, amor. ¿Estás bien?
Negué e hice un puchero. Cualquier cosa habría hecho que yo me quedara callada, pero si mamá preguntaba, sabía que soy capaz de estallar en llantos. Mamá es la persona en la que más confío para romperme, sé que ella uniría cada parte de mí incluso si tuviese que destruirse a sí misma.
—No, no lo estoy, me siento... Estúpida y horrible, yo... No quiero sentirme de ésta manera, es... Detestable llorar por una mujer.
—Cariño...
Mamá se acercó para abrazarme y yo me dejé arropar en sus brazos. Me acurruqué contra ella. El aroma a mamá siempre era mi lugar seguro.
—Es...
—Ya, amor. Lo sé. ¿Sabes algo? Recuerdo que solías llorar demasiado de pequeña, porque las gafas te hacían sentir insegura, siempre te sentiste de aquella forma hasta que hace unas semanas te veía sonreír al ver tus fotografías con ella.
Suspiré. Wanda me hacía sentir linda.
—Es porque ella me veía más linda de lo que realmente soy.
—Era porque ella te veía como eres, cosa que no haces. Amor, aseguras estar enamorada, pero no puedes permitirte amar si tú no amas lo hermosa que eres. No me refiero a algo físico, eres tú, cariño. Natasha Romanoff, tu cabello pelirrojo, tus gafas y tu enorme amor por tu hermanita, la hija más asombrosa que la vida pudo darme, con una inteligencia y corazón grande. Eso eres. Eres más que sólo tu envoltura.
—El mundo es superficial. Jamás seré suficiente.
—Para ti. Eres demasiado auto–crítica.
Suspiré. Tal vez tiene razón.
—A mis ojos siempre serás la chica más linda del universo, ¿Acaso no es mamá quien te ha visto lo suficiente como para decírtelo? — mamá tomó mi rostro y sequé mis lágrimas. — ninguna chica que te haga sentir como que no eres lo suficientemente linda o buena para ella merece que llores por ella. Enamorarte es permitirle a alguien el derecho de lastimarte confiando en que no lo hará, no te enamores en vano, amor.
Asentí y volví a esconderme un su cuello sollozando todo lo que no pude éstos días sintiéndome una estúpida al creer que unos besos con Mariah y reuniones con Pietro solucionarían que sigo enamorada de la chica más estúpida que pude conocer. ¿Por qué creí que sería diferente a lo que todos pensaban de ella?
—Tenías razón... — dije sintiendo que incluso el aire me era insuficiente mientras lloraba.
—No se trata de eso...
—Nunca te escucho...
—Ya, sh... Te amo. — susurró mamá. — Y nunca nadie te amará de la forma en que te amo yo, porque te amo desde que tu pequeño corazoncito comenzó a formarse aquí... — señaló su abdomen. — Te amo por todo lo que eres, cariño. Porque eres mi pequeña, y aquella... — la voz de mamá se quebró provocando que mis ganas de llorar aumentaran. — Aquella pequeña Natasha no merece que la veas de ésta forma, así que te secarás las lágrimas e iremos a mi habitación, tendremos una noche de chicas y no habrá más Wanda Maximoff aquí.
Asentí.
—Okay.
—Pero si quieres que gritemos, romper algo o llorar otra vez, no dudes que mamá estará allí para ti, amor. Mi hombro es tuyo. Siempre, porque tú y Yelena son lo más importante para mí, haría lo que fuese por verlas felices, jamás dejaré que alguien las lastime.
Sonreí.
Tengo suerte de tener a mi madre.
Nota de autor:
¡Hey! Yo también lxs extrañé éstos días sin wattpad :c, pero ya seguimos con la rutina de los capítulos diarios :D, sólo para recordar, mis pronombres son they/them, por lo que agradezco mucho cuando se refieren a mí con una x o e al final de las palabras <3
Feliz cumpleaños Maitucker !!
—Codito.
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