21.
Natasha.
—¡En casa! —dije yo y pude sentir el aroma a comida que emanaba. Mamá está aquí.
—¡¿En dónde estabas?! — Yelena se paró delante mío con las manos a cada lado de su cintura. —¡Ya es tarde!
Solté una risita ante el acto celoso de mi hermana pequeña.
—¿Mamá ya está haciendo la cena? — pregunté e intenté avanzar, pero ella no me lo permitió.
—¡Nutella, responde! — se quejó.
—Hola, cariño.
Mamá salió de la cocina con el cabello tomado en un rodete y los pies descalzos. Venía con su delantal de cocina que decía algo de "super mamá" ya casi no se distinguía debido a las manchas y años que tenía con el.
—Hey. ¿Ya está la cena?
—¿Qué tal te fue? — preguntó ella y sonreí. — Aquella sonrisa me lo dice todo.
—¡¿A dónde has ido?! — se quejó nuevamente mi hermanita y mamá la apartó con cariño.
—Amor, ve a poner la mesa.
Me quité el abrigo y decidí colgarlo mientras observaba la escalera.
—Luego te duchas y te quitas el uniforme, Yelena tiene hambre. — dijo mamá. Sabía que no me esperarían más si la pequeña estaba hambrienta. ¿Ya he mencionado que Yelena ama la comida? ¡Es su parte favorita del día! Y elige con bastante meticulosidad con quienes gastar aquellos momentos.
—Okay. — dije rápidamente para poder acompañar a mi hermana pequeña y a mamá. Nos acercamos a la cocina y vimos a Yelena subir sus colores a la mesa y comenzar a colorear con la furia marcada en el rostro.
—¿Pasa algo, amor? —preguntó mamá comenzando a servir la cena mientras yo me acomodaba junto a mi hermana.
Traté de acariciar su cabello, pero ella bastante molesta me alejó. Enarqué una ceja y bufé.
Ella bufó imitándome.
—¿Qué hice?
—¡Y preguntas! — exclamó molesta. —¡Que mal, Nutella, eh!
Mamá no dejaba de reír mientras la pequeña dejaba de colorear y metía el dibujo dentro de una carpeta de colores que mamá había comprado para ella.
—¿Y eso es?
—¡Eso es para Wanda! ¡Que soy la única en ésta casa que piensa en ella!
Giré los ojos. Era eso. No debí besarme con Wanda delante de Yelena, ahora entiendo por qué reacciona como si la hubiese traicionado de la peor forma.
—Que celosa.
—¡Ya, es que tú eres indecisa y yo me estreso!
—Coman en silencio, no discutan, amores. — habló mamá. Le enseñé mi lengua a Yelena y ella se volvió del color de un tomate.
—¡Ya, Nutella, ya!
—¿Por qué discuten?
—¡Nutella es una tonta y es molesta, no quiero comer con ella cerca!
Me dio la espalda y me encogí de hombros, comenzamos a cenar.
—¿Y qué tal lo de Pietro? — preguntó mamá nuevamente.
—Pues... Él fue increíble, me reí bastante y...
—¡Suficiente!
Yelena acabó su plato con rapidez.
—¿Me puedo levantar? — mamá asintió bastante sorprendida de su conducta y Yelena bajó desde su asiento para subir hasta el segundo piso.
—¿Ella realmente está así de molesta? - pregunté y mamá asintió. — No la entiendo, yo... Es que...
Me frustra el hecho de pensar en que mi hermanita está enojada conmigo. Ella jamás se enoja conmigo. ¡Ambas nos amamos demasiado!
—Cariño, yo la entiendo... Creo que tú y Wanda deberían hablar, al menos por Yelena, no digo que no debas salir con alguien más, incluso si creo que ir de un Maximoff a otro...
—Mamá, soy lesbiana. Pietro es increíble, pero ni él me interesa de esa forma ni yo a él, me gustan las chicas y si quisiera experimentar en mi sexualidad como una posible bisexual lo haría, pero no con el hermano de la chica de la que estoy enamorada. — me sonrojé. — Estaba.
Mamá hizo una mueca y luego asintió mientras observaba sus manos nuevamente.
—¿Qué tan probable es que regreses con ella? — preguntó y me encogí de hombros.
—Cero, no la quiero cerca. Es una estúpida y merezco algo mejor. — hablé segura de que la detesto. Al menos en éste momento.
—Al menos deberías charlar con ella por Yelena, ella... Las adora a ambas y creo que no debería quedar en medio, ya que tu has elegido presentarlas y...
—Yo no elegí presentarlas, eso pasó y ya. No fue con intención, ¿okay? No quiero hablar con Wanda. Odio estar cerca de Wanda.
Mamá suspiró.
—Cariño, si fueses un poco más madura comprenderías que hablamos de los sentimientos de una niña de diez años. Comprendo que los tuyos son importantes y quieres sanar lejos de...
—No, no lo entiendes. Quieres que regrese a hablar con...
—No, no quiero eso, no considero que sea la chica adecuada para ti, pero creo que...
—¡¿Entonces por qué me presionas a hacer algo que no quiero?!
—No alces la voz...
—¡No alcé la voz! — grité. Mamá agachó la mirada de forma pacífica y suspire. -Estoy alzando la voz... Lo lamento tanto...
—No te preocupes. Acaba tu cena.
—Mamá...
—Cariño, por favor. Estoy... Agotada, quiero comer en silencio y poder... Descansar unos minutos. No me entrometeré en tus cosas, sólo quiero el bienestar de mis dos hijas, porque sabes que ambas son absolutamente todo para mí, pero también comprendo que eres una mujer capaz de tomar sus propias decisiones, lo mío es un consejo, no era necesario que te alteraras, ahora te pido silencio para poder acabar mi cena tranquila.
Mamá siempre hablaba así, calmada, como si papá jamás le hubiese gritado, y como si los abuelos tampoco lo hubiesen hecho, pero claro que lo hicieron.
Ella es tranquila, es amable y siempre piensa antes de actuar. Diría que es más que sólo inteligente, es muy lógica y sabe cómo, cuándo y dónde.
Siempre repite que soy tan lista como ella, pero la verdad es que me gustaría serlo, ser igual de lista que mamá, pero no lo soy.
Al menos no aún, ella va más alla de todo eso.
Me enorgullece que sea mi madre. Espero que lo sepa...
Me avergüenzo de haber reaccionado así, ella sólo me está aconsejando, no me está obligando a volver a intentarlo con Wanda, sólo quiere que cuidemos de los sentimientos de Yelena.
Así como ella intentó cuidar los míos cuando papá se fue... Mamá es... Ella siempre tiene la razón.
[•••]
El día está medianamente decente, y con medianamente decente me refiero a que no está lloviendo pero tampoco está muy caluroso.
—¿Llevas tu bolso? — pregunté a Yelena y ella decidió ignorarme mientras mamá besaba mi cabello y el suyo.
—Buena suerte hoy, amores.
—Adiós, mami. — se despidió Yelena. Mamá se alejó con una sonrisa, dijo que debe ir por unas copias.
—¿Llevarás el bolso? — insistí tomando su bolso, ella me lo arrebató de las manos y la vi levantar la mirada con emoción.
—¡Wanda! — gritó emocionada y comenzó a correr lejos de mí por todo el estacionamiento.
—¡Yelena! — me espanté viendo a los autos entrar y salir. Wanda se dio media vuelta y dejó de prestar atención a sus amigos para correr hasta Yelena antes de que algún auto la golpeara. — ¡Yelena, basta!
Mi hermanita se colgó del cuello de Wanda y nuevamente sentí que el sentimiento de la envidia me recorría el cuerpo. ¡Basta, Natasha! Sabes que debes dejar de pensar en ella.
—Hey, peque. ¿Cómo estás? Debes tener cuidado cuando estás por aquí, podrías lastimarte.
—¡Ya, es que te extrañaba mucho!
—Yelena, nos vamos. Suéltala. — hablé a Wanda quien también decidiò ignorarme luego de verme fijamente a los ojos. — Yelena. Nos vamos.
—¡No quiero, Nutella! ¡Quiero ir con Wanda!
Bufé mientras comenzaba a frustrarme y veía aquella sonrisa de suficiencia en el estúpido rostro de Wanda.
—La pequeña ha hablado. — dijo para luego lamer su labio inferior. Oh, Jesucristo.
—¡Bien, llevatela con cuidado! —me quejé y ella asintió. — ¡Y que sea ahora!
—Que sí, Nutella. Que sí. — giró los ojos y se dio media vuelta. Me quedé en silencio y una estúpida sonrisa amenazaba con aparecer en mis labios, pero me controlé.
Debo dejar de sentir todo ésto, ella sólo me lastima.
Seguí mi camino observando el sitio de los trofeos, sólo lleva dos años aquí y la mayor parte de ellos son gracias a Wanda. Incluso mientras me veo en el reflejo del estante de cristal, parezco patética queriendo acariciar el gravado de las letras con su nombre. Wanda L. Maximoff. Siempre me he preguntado si la L es por algún nombre como... ¡Lorraine, quizá! Sé tan poco de ella para quererla de la forma en que lo hago, y la quiero tanto para odiarla como siento.
—¡Buenos días, preciosa! — sentí las manos de Mariah tomando mi cintura. Me sonrojé en cuanto sus labios rozaron mi mejilla.
—Mariah... ¿Qué tal estás?
Me giré para darle un cálido abrazo que necesitaba urgentemente.
—Yo bien, viendo a la chica más linda de la escuela detenerse a ver unos tontos trofeos.
El grupo de Wanda pasó murmurando por las palabras de Mariah a lo que ella sólo giró los ojos, si existe alguien que odia a la gente de deporte, es Mariah, y si existe alguien a quien no le importa pelearse con ellos, es Mariah.
—Pensaba en algo. — dijo tomando mi mentón para apartar mi mirada de aquél grupo. Enarqué una ceja. —Tú, yo, mi casa, películas. Mis padres no están.
—¿Clint y Stark?
—Clint entrenamiento. Stark tiene una cita con Thor. —giró los ojos. Asentí lentamente. —¿Aceptas, preciosa?
Me acerqué lentamente a ella y uní nuestros labios. La sentí sonreir en medio del beso y al separarnos vi a algunos del grupo de deporte murmurar. Dejé ir un suspiro, probablemente es porque vieron a Wanda besarme y luego voy yo por la vida besando a alguien más. ¡No es mi culpa que su amiga sea una indecisa!
—Acepto. — susurré y Mariah pasó su brazo sobre mis hombros para comenzar a avanzar.
[•••]
Wanda.
"Vimos a tu chica, Maximoff" "Ella y Hill, eh" "Te la robaron"
—¡Más atentos! — gritó el maestro y yo perdí el tiro. Caí de rodillas y me levanté molesta. El silbato sonó e indicaron el final del entrenamiento.
Avancé hasta la banca con el rostro serio. Mis compañeros se acercaron.
—Buen entrenamiento, chicos. — destaqué. —Buen saque, Parker.
El castaño me sonrió y pude ver a Gwen acercarse hasta la banca.
—Bien hecho, hija. Un día distraído, eh. — dijo el entrenador y sentí lentamente. — vendrán días mejores.
—Ya lo espero. — mencioné.
Me levanté y avancé hasta el baño. Gwen y yo somos las únicas chicas del equipo, por lo que teníamos la comodidad de no esperar por las duchas.
—Hey. ¿Te sientes bien? — preguntó la rubia. Me giré levemente. — ¿Es por el examen de Vostokoff?
¡Ah, eso! También me tenía bastante desanimada, además de el hecho de que la chica que me gustaba no puede estar conmigo, porque eso me haría una hermana y persona de mierda.
—No, yo... Bueno, es parte de mis problemas, eso claro que sí. — me burlé antes de quitarme la camiseta.
—Yo podría ayudarte con matemáticas, sabes que soy buena en ello y...
—No, Gwen. No te preocupes por ello.
—Wanda, no es una molestia, en serio yo...
—¿Por qué eres amable conmigo? Soy tu ex novia. — dije recordando los primeros meses de mi estadía aquí.
—Porque podemos ser amigas, no es necesario que no nos hablemos y finjamos que no nos tenemos aprecio. Yo te quiero bastante.
—Yo te pongo. — la corregí. — No podemos ser amigas en ese caso.
Ella giró los ojos.
—¿He dicho una mentira? — pregunté. Ella sonrió sonrojada.
—Basta, podemos ser ami...
Me acerqué hasta ella acorralándola contra una pared. Gwen soltó un quejido de sorpresa antes de levantar la mirada.
—No, Gwen. Fui una mierda contigo. Te engañé con Sylvie, no me comprometí de verdad contigo, le dije a todos que yo ya no era tu novia cuando Sylvie y yo comenzamos a vernos, aún así jamás te quejaste, dejé de hablarte... — me quejé y ella dejó ir un suspiro cercano a mis labios.
—Sabes que la estabas pasando mal, no puedo juzgarte por eso... Estaba todo tan reciente, la muerte de tu madre y yo te presioné a...
—Ya, es que siempre buscas justificarme, Gwen.
Me alejé de ella y me metí a las duchas. Al acabar mi baño salí aún oyendo la ducha de la rubia, sinceramente habría aceptado, pero mis ánimos luego de que Natasha Romanoff apareciera en mi vida, había decaído. Mi lívido y todo lo demás.
Al salir me encontré con el nivel de Romanoff saliendo de su clase de educación física desde el gimnasio de clases. Suspiré al verla pasar junto a Hill.
—Wanda, olvidaste tu camiseta. — Gwen apareció envuelta en una toalla. Me giré para recibirla y al volver hacía el sitio Romanoff apartó la mirada.
Joder.
Ignoré aquello y seguí mi camino hasta el sitio donde Yelena esperaba comúnmente. Hoy la he dejado en su salón y todos la han saludado. Incluso se han acercado a saludarme a mí, menos aquellas dos niñas tontas.
—¡Wanda, has llegado!
Yelena corrió hasta mi emocionaba revoloteando una hoja en su mano. Asentí antes de recibirla en un cálido abrazo que repararía absolutamente todos mis problemas. Ya tengo muchos problemas menos.
—Claro, peque. Me he tardado por la ducha, pero te he dicho que toda la semana estaré contigo en el almuerzo.
—¡Anda, que te hice ésto, mira!
De pronto un dibujo con una galleta dedicada a la amiga de Cristobal Colón me hizo sonreír.
—¡Vaya, que lindo!
—¡Ajá! Es para que estés feliz y no seas más triste.
—Peque, es adorable. Lo colgaré junto al dibujo que me ha hecho mi hermanito Peter.
—¡Ya, eso es lindo!
Sonreí y me senté junto a Yelena en el suelo para comer nuestros almuerzos mientras ella me contaba sobre su día. Es linda.
Me hace olvidar los días estresantes.
Me hace olvidar cada jodido problema mientras me cuenta que sumar y multiplicar son casi lo mismo pero las tablas son aburridas.
Y mis sonrisas sólo crecen ante cada comentario dulce e inocente de la pequeña.
—¿Crees que alguna vez pueda golpear a quién ha inventado las matemáticas? — pregunté.
—Que no, que golpear es malo, Wanda. Sólo debemos envenenarle.
Comencé a reír. Ella realmente cree que aquello es más suave.
—¡Ya, es verdad! Algo de veneno y todo estaría bien.
—Claro, como en las caricaturas. Esos que tienen la calavera.
—Ya, preguntaré por ello en algún lugar.
Yelena siguió charlando por bastante tiempo más. Hasta que la campana nos indicó que debíamos alejarnos para ir cada una a su clase. Nos abrazamos nuevamente.
Es lindo sentirme bien con ella.
A veces es más amiga que mis amigos.
[•••]
—¿Entonces? ¿Hiciste lo que te he dicho?
La maestra Vostokoff se encontraba hojeando uno de sus libros de cálculo. Ayer he estado llorando bastante.
—No, pero porque quería resolverlos delante de usted y que no crea que haré trampas. Quiero que me corrija. — dije sincera.
¡De verdad quiero aprender!
[Play: put me in a movie — Lana del rey]
—¿Entonces quieres que te corrija aquí mismo? — asentí. Ella se quitó las gafas y asintió mientras cerraba la puerta. Dejé los ejercicios sobre la mesa y comencé a realizarlos en silencio. Ella paseaba de un sitio a otro acomodando diversas cosas hasta que se sentó delante de mí.
—¿Todo bien? —preguntó dejando su mano en mi espalda. Me giré y observé uno que aún no podía concluir. Lo señalé y ella acercó su silla hasta mí.
—Bien, aquí has hecho bien todo el procedimiento, pero sabes que los signos son...
Asentí antes de que acabara la oración y los cambié logrando así dar con el resultado correcto.
—¡Excelente, mi niña! Ya ves que puedes lograrlo... Me alegro mucho de ver que progresas.
—Gracias por darme ésta oportunidad. — dije rápidamente y la abracé.
Me avergoncé casi de inmediato pero al intentar alejarme sus brazos me rodearon. Me dejé llevar por la emoción y quizá debí esperar antes de abrazarla, pero ella realmente no me soltaba y no me incomodaba recibir un poco de afecto de un adulto.
Además era la maestra Vostokoff.
—Lo has hecho increíble. Merecías otra oportunidad, rendirme contigo no es una opción, Wanda.
Nos separamos lentamente y me observó a los ojos antes de sonreír.
—¿Aún cree que valgo la pena?
Ella asintió.
—Vales más de lo que piensas, Wanda. —su mano acarició la mía. —Y yo no creo que debas dejar ir la oportunidad de estudiar y aprender todo lo que puedas, cariño.
Asentí lentamente.
—Prometo esforzarme por usted, maestra. No quiero decepcionarla.
Se puso de pie y con su mano tomó mi mentón.
—¿Prometes que no vas a decepcionarme más? ¿Vas a comprometerte con ésto?
Asentí manteniendo la mirada fija en su rostro perfilado. Es muy linda.
—Lo prometo.
—Eres una buena chica, Wanda. Gracias por cuidar de mi pequeña Yelena.
—Adoro a Yelena, y... En serio haría lo que fuese para protegerla.
—Yelena sufre mucho viéndote pelear con Natasha, le agradas, y...
—Natasha y yo ya no hablamos...
—Espero que sean lo suficientemente maduras como para entender que mi pequeña no merece ver esa clase de conflictos amorosos. Además luego la ve con Pietro y...
—No hay conflictos amorosos. Su hija y yo, no tenemos nada... —murmuré no queriendo tocar el tema de mi hermano. — No me molesta que ellos salgan.
Melina asintió lentamente.
—Gracias por ser madura. — dijo bajando su mano a mi hombro. — Tu madre estaría orgullosa y de seguro Peter también...
Me quedé en silencio.
—No quiero molestarte con aquello, sólo...
—No se preocupe, está bien... ¿Me dará algunos puntos extras por los ejercicios, no? —pregunté limpiando un par de lágrimas que cayeron de forma absurda por mi rostro. La maestra Vostokoff asintió alejándose.
—Sí, te veo en la siguiente clase. Al finalizarla te daré tu calificación.
Asentí.
—Gracias, maestra. Ya me voy.
—Suerte en tu partido de mañana por la noche. Lo harás increíble.
Me giré. Ella lo sabe...
—Gracias, maestra. Me gustaría verla allí. — murmuré.
No recibí respuesta porque huí, aunque salí de allí sintiéndome feliz de que alguien me prestara atención, mencioné aquello en la clase de la mañana y ella simplemente sonrió. No pensé que lo recordaría.
Al llegar a casa no dejaba de pensar en la maestra Vostokoff y lo único en lo que pensaba era en que podría contarle a papá que quizá mis calificaciones suban de ahora en adelante, sin embargo al entrar oí la voz de Pietro.
—Se llama Natasha. Tal vez podría invitarla a cenar, es... La chica más linda que alguna vez van a conocer.
Me detuve antes de entrar en la cocina. Nadie había notado el ruido de la puerta. Suspiré y subí las escaleras en silencio, sin embargo en el últimos momento hice contacto visual con Charles, pero lo ignoré.
No quiero ser como él.
Si Pietro es feliz con Natasha, debo dejarlo ser. Debo sacarme a la pelirroja de la cabeza, ya no puedo seguir así, es absurda la forma en que me lastima algo que no fue mío.
¿Cómo podría soltar algo que jamás tuve? ¡Al menos mis traumas maternales los justifico en mi madre muerta! ¡¿Pero y ésto?! Quizá debería ir al psicólogo y pedirle que me haga olvidar completamente a Romanoff. Sería una buena idea.
Estoy tan triste.
Tomé mi bolso y vi el dibujo de Yelena. Sonreí al colgarlo junto al de Peter y ver la pizarra de mis desgraciados. Tiene cosas que mis mejores amigos han escrito, arriba de ello fotografías con los que quiero, el dibujo de Yelena, uno de Peter y su fotografía de peque.
—Es mi espacio...
Sonreí y decidí olvidar todo. ¡Bah! Que Pietro tenga a quien desee. Lo olvidaré, ya pasará, estoy segura de ello, no hay problema alguno.
—Ya pasará, Wanda. Ya pasará...
Me dejé caer en la cama abriendo mi blusa. Quiero descansar unos minutos antes de irme a la ducha y luego a hacer mis tareas.
Cerraré los ojos un momento. Sólo...
[•••]
Natasha.
Los labios de Mariah son realmente suaves. Tiene un labial nuevo.
—Me gustas. — susurró mientras yo subía sobre su regazo y seguía besándola. — Nat, me gustas tanto...
No contesté pero seguí en lo mío, por dos razones... Luego de ver a Wanda salir de los baños con Gwen Stacy, claramente noté dos cosas, la primera es que debo dejar de sentir la culpa que siento al besarme con quien yo quiera, porque no le debo fidelidad y dos, que no puedo seguir pensando en ella, porque es una idiota a la que no le costó ir a... ¡Hacer esas cosas con Gwen!
Las manos de Mariah intentaron subir mi falda, la detuve y me separé un poco.
—Lo siento, me he emocionado.
—¿Podemos ver la película? — pregunté y ella asintió. Ambas salimos de la posición en la que nos encontrábamos y pude permitirme recostarme sobre su pecho antes de seguir viendo la película de terror que elegimos y no hemos visto en lo absoluto.
—Te quiero, Nat. Eres... Una chica increíble.
—Gracias por ser la única que lo nota. — Admití. Ella y yo nos observamos, tal vez no está tan mal lo de descubrir el mundo con mujeres.
—Nat, todos notamos que eres asombrosa y...
—Mariah, sabes que... Muy probablemente no seremos novias, ¿verdad? — pregunté sintiendo culpa al creer que ella mantenía aquella esperanza. Mi mejor amiga asintió lentamente. — Pero en serio...
—Yo lo sé... ¿Lo sabes tú?
—Por eso lo pregunto.
—¿Quieres salir con alguien más?
—Quiero conocer personas y disfruto ésto, pero no quiero seguir estancándome sólo en ésto... Es decir...
—Veremos, Nat.
Asentí.
—Veremos.
—Ya verás como haré que cambies de opinión, y de no ser así, lo entiendo perfectamente.
Asentí nuevamente y la besé cortamente en los labios antes de recostarme otra vez en su pecho.
Ella se tiene fe.
Nota de autor:
¡Volví! Al fin wattpad me dejó publica el capítulo, entenderán que luego de que me lo ha eliminado 4 veces antes de publicar, me frustré tanto que no quería escribir más, pero acabé el capítulo hoy, y ya podré seguir como antes. Mañana habrá otro capítulo.
MaJ23_ y __lilibeth__17 estuvieron de cumpleaños hace unos días pero por wattpad y sus cosas no pude decirles que espero que hayan tenido un muy feliz cumpleaños. ¡Díganle feliz cumpleaños!
—Codex.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top