20.

Wanda.

Me desperté con los mensajes de mis amigos anunciando que hoy teníamos reunión todos los del jodido grupo de deporte.

Loki es el único que no debe presentarse a ésto, él fue más astuto y decidió que el deporte no es lo suyo.

—¿Qué cojones quieren ahora? —dije por audio y Carol respondió por privado mientras Thor enviaba un par de correos que no revisé.

Leí los textos de Carol y no contesté, porque debía meterme a la ducha o llegaría tarde. Vi a Pietro en el salón en cuanto bajé ya lista para irnos.

—¿Algo que decir? —preguntó y negué. —Ya, vamos... — observó mis nuevas zapatillas. — Lindos. ¿Son nuevos?

—Sí, los compré hace dos años, aún me quedan, no los usé jamás...

—¿Papá los compró?

—Fue mamá, pero no quise sacarlos de la caja antes... —mencioné. — de todas formas lo hago, porque todas están muy gastadas y los partidos...

—Hey, está bien... — habló él. Nos observamos en silencio. —Creo que es bueno que puedas usarlas, además son lindas y... Mamá las compró por ello, no debes explicármelo.

Asentí lentamente.

—¿Desayunaste? —preguntó y negué. —Uhm, bien, pasaré a una cafetería en medio, te compraré algo.

—No es necesario. —aclaré. Él avanzó hasta el auto ignorándome como comúnmente lo haría.

Él actúa amable, no voy a juzgarlo por ello, de hecho no me molesta, pero claramente creo que debería al menos avisarme cuando le caeré bien o al menos va a soportarme.

—¿Quieres oír música? —pregunté y él asintió. —¿Eliges tú?

Él tomó mi móvil y de pronto deja vu de Olivia Rodrigo inundó los parlantes del descapotable.

No es una buena ocasión para los corazones rotos, eh...

—Me gusta ésta canción.

—Ya... Es triste.

—Pero linda. ¿No es acaso ese el punto? Que sea tan linda que duela. —mencionó y el nombre de Natasha apareció en mi mente de inmediato. —El amor es así.

Tan linda que duele.

—Nunca me he enamorado. — aclaré. Él suspiró.

—Ya, es que eso te hace falta. —dijo él. Mantuve la calma y decidí ignorarlo, no porque fuese ofensivo, sino porque claramente me pidió que me aleje de la primera chica que me daba la confianza y comodidad como para... —¿Sabes? Mamá siempre solía hablar de papá como el mayor amor de su vida, y luego... Charles se lo arrebató. ¿Qué clase de hermano era?

Me quedé en silencio mientras los Arctic Monkeys aparecían.

—Me gusta ésta canción.

Le subí el volumen y mantuve mi velocidad hasta que el estribillo explotó y decidí acelerar un poco debido a nuestro camino.

—Deberías ir más lento. Es como si no le tuvieses miedo a la muerte. —dijo Pietro sujetándose del asiento.

—Le tengo miedo a morir, no a estar viva. — aclaré yo y pisé a fondo el acelerador esperando que ningún auto se cruzara.

Claro que me gusta la adrenalina, pero no quiero morir, ya conozco el historial de nuestra familia con la velocidad y los autos.

Mamá tuvo su accidente en éste descapotable, estuvo un año en el talle hasta que papá fue capaz de ir por él.

Aún puedo sentirla en el ruido del motor... Absurdo, eh.

[•••]

Natasha.

Maria. Buen día, chica linda, nos vemos en la escuela. Gracias por ser tú.

Sonreí al leerlo. Observé la ventanilla del auto y dejé escapar un suspiro. Yelena iba canturreando una vieja canción que mamá solía oír siempre en casa, y yo analizaba la situación en la que me encuentro actualmente.

Decidí intentar no amargarme más por todo lo que significa tener un corazón roto, y no, no pienso utilizar a Mariah para sanar, se lo he dejado claro.

Le dije que aunque su declaración fue dulce, no creía que fuese el momento para hacerla y definitivamente no pensaba en... Intentar algo con ella o con alguien, ésto que sucedió con Wanda me ayudó a notar que no he vivido mi adolescencia como me gustaría, me he encerrado amando en secreto a Wanda hasta que me rompió el corazón haciéndome notar que es una idiota con cero de responsabilidad afectiva, y yo quiero disfrutar de mis últimos dos años de escuela, quiero salir, conocer personas y quiero olvidarla. Olvidarla sin enamorarme de nadie, eso es lo que deseo absolutamente.

—Ya llegamos, amores. —habló mamá. Nos observó por el espejo retrovisor. —Las amo mucho, espero que hoy tengan un gran día. No permitan que nadie les haga sentir mal hoy. — señaló y asentimos.

—¡Que va! Hoy Wanda irá a almorzar conmigo... ¡Ella me ha defendido de las niñas que se meten conmigo!

Me quedé en silencio, mamá y yo compartimos una mirada.

—¿Te han molestado otra vez? —habló mamá y yo negué.

—Luego de Wanda no, pero antes sí, porque dijeron que no porque mi madre sea maestra soy la dueña del lugar, y me han escupido.

Mi hermana contaba todo con una naturalidad dolorosa. ¿Cómo es que permiten a esa clase de niñas aquí? ¡En mi tiempo lo máximo era llamarte tonta!

Mariah y yo nos peleábamos todo el tiempo, Clint fue quien nos unió, de no ser por él, mi mejor amiga no sería mi mejor amiga.

—Okay, amor... Dale las gracias a Wanda de mi parte. —dijo mamá aún algo insegura. — ¿La llevarás a su salón? —preguntó y yo vi a Wanda en la entrada.

—Entraré por atrás. — señalé.

—¡No me quiero dar la vuelta entera! —se quejó Yelena.

Mierda.

—Anda, Yels.

—¡Wanda está allí, vamos allí! — señaló a la castaña haciendo una pequeña rabieta.

Joder.

—No, Yels, vamos por...

—¡No quiero, no quiero, no quiero, no quiero!

—¡Mamá! —pedí ayuda. Mamá suspiró guardando sus llaves dentro de su cartera.

—Ambas, no discutan. — dijo algo ansiosa. — Yo me llevaré a Yelena, vete tú por atrás.

—Gracias. —dije yo. Besé el cabello de mi hermanita y la mejilla de mi madre antes de bajar del auto huyendo de allí. Pude verla observarme, sin embargo apartó la mirada casi de inmediato.  Seguí en mi camino algo nerviosa, pero me estampé contra alguien cayendo al suelo.

Aún no me dan mis gafas. Creo que ya es obvio que tengo un serio problema para ver sin ellas y es que si no consigo que me las den pronto acabaré debajo de un auto, eso es seguro.

—Hey, hey. ¿Todo bien? Lo siento. —dijo Pietro ayudándome a levantarme.

—No, yo lo siento, de verdad. Es que no he visto y...

—Normal que no me hayas notado. —bromeó él y yo sonreí.

—Sabes que te habría notado de no ser por mis gafas. —señalé mi rostro.

—¡Vaya! Es cierto... No lo había notado. ¿Se te han roto? —preguntó y asentí. —Mierda. ¿Cuándo comprarás otras?

¿Cómo podría explicarle que su hermana fue quien pagó por ellas?

—Estoy esperando a que me las den.

Recogí sus cosas y se las di. Él acomodó sus gafas y noté que su cabello estaba bastante despeinado.

—Déjame... — pedí y él asintió. Comencé a peinarlo. — Ha de ser difícil dejarlo como te gusta con tantos rulos.

—Ya, es que casi no lo peino. — dijo él comenzando a reír. Me causó gracia. Realmente lo veía pasando horas en el baño por su cabello. — Seguro que no me crees. Dicen que parezco vanidoso.

—La gente linda suele serlo. — aclaré. — O soy demasiado prejuiciosa.

—Gracias por lo de lindo. —dijo él.

Wanda y sus amigos pasaron junto a nosotros, ella me ignoró por completo.

Y eso dolió bastante, pero yo le he dicho que se fuese a la mierda y e

—¿Te gustaría salir hoy? — preguntó tomándome por sorpresa. — Conozco un café de aquí cerca y...

—Sí, me gustaría. — contesté yo viendo como el que traía quedó por todo el suelo cuando chocamos. — Yo invito y lamento haber... Causado éste desastre.

—Iba camino a botarlo. — le restó importancia.  — No te preocupes, yo invito, porque yo he hecho el plan, además... Tengo nuevos libros para recomendarte.

—Okay, de acuerdo. — dije yo viendo a Mariah caminar hacía nosotros con una sonrisa. — ¿A la salida?

—Sí, te esperaré aquí.

—Bien...

Él se alejó y mi mejor amiga estiró sus brazos en volviéndome en ellos mientras besaba mi cabello.

—Te extrañé. —admití.

—Y yo a ti, Nat.

[•••]

Wanda.

—Sus calificaciones están sobre sus asientos, espero que sean conscientes de que aún quedan oportunidades de subir sus calificaciones, pero deben comenzar a preocuparse.

Tomé la hoja sobre mi pupitre y vi algo menor a la mínima. Básicamente si ésto fuese un examen decisivo, estaría reprobada.

—¿Nos dejará subir la calificación de ésto? —preguntó Walker viendo su hoja molesto.

—No lo creo, les di los ejercicios que podrían aparecer en el examen, las oportunidades fueron entregadas. Pocos la tomaron, pero ya veremos en el siguiente examen.

Me sentí una idiota, y por un momento quise verle el lado positivo a ésto, no tendría que decirle a Natasha que no he aprendido una mierda.

Joder. ¡Pero si estaba tan sencillo!

—Como les dije al iniciar la clase, no se desanimen, buscaré nuevos métodos de enseñanza y daremos dos clases previas al examen para realizar consultas y practicar. Esperaré el máximo de ustedes y daré el máximo de mí para que funcione.

La maestra Vostokoff se cruzó de brazos apoyada contra su escritorio. Hundí mi rostro entre mis brazos mientras pensaba en lo decepcionada que estaría mi madre al ver como ha cambiado su pequeña en tan sólo dos años desde que se ha ido.

Ella me veía ayudar a Peter, y de pronto tenía más problemas yo que mi jodido libro de matemáticas.

La campana indicó el inicio del receso. Hoy no tengo entrenamiento, pero mis amigos sí, por lo que no tengo demasiado que hacer.

—Hey, no te desanimes. Ya para la otra. —habló Walker palmeando mi espalda. Le dediqué una sonrisa leve. Sinceramente nada me frustra más que sentir que no puedo con éstos putos números de mierda. No es tan difícil, ¿por qué me cuesta tanto? — Nos vemos luego, Wands.

—Te quiero.  —habló Carol besando mi cabello antes de pasar por mi lado. Todos se fueron, excepto Gwen quien estaba siendo felicitada por Vostokoff.

Sonreí.

Gwen es increíblemente lista, es algo que me esperaba de ella, siempre destacando en números y ciencias, tiene un futuro brillante por delante, además de dos padres que la aman y apoyan en absolutamente todo.

—Maximoff. ¿Podrías venir un momento?

La maestra me llamó. No se veía contenta, y probablemente entendía su molestia. Le he roto el corazón a su hija, aunque no sé si ese sea el motivo, no lo creo... Ella es demasiado profesional para mezclar todo de esa forma.

—¿Sucede algo, maestra? —pregunté y ella asintió.

—¿Por qué tuviste aquella calificación? Presentabas todo, estabas bien antes del examen. ¿Qué te trae tan distraída?

Yo no supe que contestar. Ni siquiera estaba distraída antes de que sucediera lo de Natasha. Yo creí que estaba bien, y realmente lo veía así.

No lo noté, pero mi respiración era escasa, la maestra Vostokoff lo notó y se acercó a mí de forma rápida levantando mi mentón.

—Hey, está bien. Es sólo una calificación que no te define como persona. No significa absolutamente nada, Wanda.  — suspiré de forma pesada. —Hey, inhala y exhala, lentamente...

La imité y traté de relajarme. ¿Por qué de pronto parece que todo me estresa?

—¿Sabes qué? Ve a mi oficina luego de  tu última clase, yo... Te ayudaré a subir tus calificaciones, ¿bien? — negué levemente.

—No puedo aprovecharme de su amabilidad y menos luego de... — me quedé callada.

—Tonterías, Wanda. Te estoy diciendo. Es una orden, ¿bien? — dijo ella. La miré con duda. — soy tu maestra, no volveré a repetirlo.

—Okay...

Vi que ella iba a abrazarme, pero algo hizo que se detenga, probablemente el hecho de que he lastimado a su hija la hace detenerse en su sentir de lástima hacía mí. Pero sigue siendo maestra y una de las más humanas que he conocido... No puede evitar compadecerse de mí por como me ve.

Odio que me tengan lástima por la muerte de mi madre, si dijera lo de Peter sería peor. Ella lo sabe, por eso me trata así.

[•••]

Me senté en medio del patio de niños pequeños con mi almuerzo entre las piernas, vi a Yelena llegar corriendo y buscándome con la mirada.

—¡Eh, peque!

Ella me sonrió enseñando sus dientes. Corrió hasta mí y se sentó a mi lado no sin antes darme un abrazo glorioso.

¿Ya he dicho lo maravillosos que son los abrazos de Yelena? Creo que no lo suficiente.

—¿Qué tal ha ido tu clase? — preguntó cual persona grande. Eso me hizo sonreír.

Peter solía preguntarme aquello, ya que mamá lo hacía, pero él amaba ser más rápido y preguntar antes al verme subir al auto.

Luego de que ambos se fueron... Nadie volvió a preguntarlo.

Me giré a verla. Yelena comía su emparedado mientras batallaba con su caja de jugo. La ayudé a abrirla y suspiré.

—He tenido una calificación baja... Me desanimé un poco, pero sinceramente hay cosas peores. ¿Tú, qué tal?

Ella sonrió.

—Va, Wanda, seguro la subes muy pronto. ¿No es mamá tu maestra de matemáticas?

—Es ella.

—Ya, le diré que suba tu calificación y que eres mi amiga. Ya verás como lo hace, mamá haría lo que fuese por verme feliz.

Sonreí. Su inocencia es adorable

—Gracias, peque.

Nos dedicamos a charlar sobre la escuela, caricaturas y cosas que Yelena consideraba importantes. Me gusta oír a los niños pequeños y las señoras mayores, creo que porque me gusta sentir que ellos recordarán ese momento a largo o mediano plazo y sentirán que a alguien le importó lo que decían.

Mamá siempre solía decir "es bueno escuchar cuando saber que puedes ayudar". Tenía y tiene razón, mamá era muy lista. Rebelde y lista, las mejores combinaciones de todas. Papá suele repetir que he sacado la parte mala de mamá, pero no lo veo así.

Mamá no tenía nada malo.

—¿Y qué tal tu fin de semana? —pregunté acabando mi almuerzo.

—Nat ha llorado, he querido consolarla, pero luego han llegado sus amigos, y la he visto besarse con lengua y eso. Luego ya no estaba tan triste. — dijo Yelena haciendo una mueca de asco. — ¿Nat y tu ya no se besan?

Aparté la mirada. ¿Auch? Así de rápida soy de borrar. ¿Con quién se ha besado?

—No, nosotras ya no. — aclaré. — ¿Con quién se ha besado?

—¡Mariah! Que antes me caía bien, pero ahora que ella y Natasha se besan, ya no. Aunque Natasha ha dicho a mamá que no quiere una novia, que quiere conocer personas.

Auch y doble auch.

—Oh...

—¡Pero yo quería que fuese tu novia, eh! — dijo ella. — ¡Se lo he dicho!

Sonreí.

—Yo no tengo novias... — murmuré sintiendo un nudo en mi garganta. Realmente me ha jodido desde dentro. No creí que sería tan fácil como correr a los brazos de alguien más.

Supongo que es mi karma por ser como he sido siempre. Es lo que merezco, y como alguna vez dijo el abuelo, quien riendo hace las cosas, llorando las paga... Es verdad. Es verdad...

La campana indicó el fin del receso. Vimos a Natasha aparecer en el patio, al verme su sonrisa se borró. Me levanté rápidamente.

—Nos vemos en el almuerzo de mañana, peque. — murmuré y me di media vuelta al verla delante. — Hola...

—¿Qué haces aquí con mi hermana? — preguntó en un tono hostil.

—Almorzar. Teníamos una reunión.

—Ya. Pues vete ya.

—¡Nutella no seas grosera! — se quejó Yelena.

—Tú deja de invitarla a estar contigo. — la regañó. Yelena observó el suelo. — Es por eso que luego los niños de tu salón no se te acercan.

—Eh, déjala en paz. Que yo se lo ofrecí. — dije molesta ante su actitud de mierda. —Se un poco más madura, joder. Es sólo una niña.

—¡Que no te metas, que es mi hermana!

—¡Pues tratala bien, joder! — me quejé. Yelena nos observó en silencio.

—No discutan por mi culpa, jo. — hizo puchero. Ambas negamos rápidamente.

—Lo siento, enana. No ha sido con intención... Lamento decir lo que dije. — habló Natasha.

—Yo lamento discutir, peque. Ya nos veremos mañana... — dije yo.

—Te quiero, Wanda. — Yelena me abrazó con fuerza y sentí mi pecho apretarse. Como si una ballena bebé lo hubiese aplastado.

—Eh... Yels, al acabar tu última clase, vete a la oficina de mamá. Yo saldré con un amigo.

Mi mentón se tensó. Con que otro hijo de puta.

—Okay...

Me despedí de la pequeña al ver a Natasha alejarse, y corrí tras ella.

—Así de fácil es salir con otros eh. —me quejé.

Ella me ignoró.

—¿Vas a pasar de mí?

—¿No querías ser madura?

—Madurar no es ignorar. —dije yo.

—¿Perdona? ¿Y qué has hecho tú todos éstos días? —se quejó ella. —¡Ni siquiera guardas mi contacto!

Oh.

Sí, lo he eliminado, porque sabía que de lo contrario le hablaría. No es algo que desee.

—¡Porque...! —me quedé callada. Joder. Es lista, mucho más lista que yo... Y linda... Muy linda.

—¿Vas a decir algo o te quedarás viéndome como una estúpida? — se quejó. Me sonrojé. ¡¿Me ha llamado estúpida?!

—¡Bien que te gustaba besar a ésta estúpida! —me quejé.

—¡Porque esta estúpida mentía!

—¡No mentía!

—¡Ajá!

Se dio media vuelta.

—¡Eso, vete a besar con tus amiguitos!

—¡Tú y yo no somos nada, deja de quejarte!

—¡Ya, claro, no soy Mariah ni tu amiguito, eh!

—¡No, no lo eres! ¡No sería amiga de alguien como tú!

—¡Ya vete a besar con alguien!

Ella se quedó quieta.

—¡Eso haré!

Se alejó dejándome con la palabra en la boca.

Estúpidos hijos de puta. Los odio a todos y cada uno de ellos. Natasha era...

No, no era mía, no sé siquiera por qué pienso en ello. Quizá porque me encantaría que lo fuese realmente.

[•••]

Llegué a la oficina de la maestra Vostokoff y la vi a Yelena dentro.

—¿Yels, y la maestra? —pregunté y Yelena señaló la escalera.

—Aquí, Wanda. ¿Podrías sostener ésto? —la vi sostener una caja que de inmediato tomé dejando mis cosas sobre una silla. La escalera se removió un poco. —Mierda.

Antes de que ella pudiese siquiera caer al suelo tomé la escalera dejando la caja en el suelo y alcancé a poner una de mis manos en su cintura. Ella se apoyó en el estante y dejó ir un suspiro.

—Gracias.

Asentí.

—Bien, te daré los ejercicios, los harás y vendrás mañana a ésta hora, los revisamos juntas y veremos que solucionar, ¿okay?

Asentí.

—Gracias, sí. ¿Debo hacerlos en casa?

—Claro, pero mañana debes enseñarme como los has resuelto. No quiero trampas. —ella observó a su pequeña. —planeaba que los hicieras hoy aquí, pero... Tengo un polizón y no puedo dejarla irse a casa sola.

Asentí.

Tomé la hoja, mi bolso y me despedí de ambas con una sonrisa.

Llegué al estacionamiento y vi a mi hermano esperando junto al auto. Avancé a paso lento hasta él.

—Hey. Lamento tardar, debía buscar unas tareas. —señalé el papel. Él hizo una mueca.

—¿Podrías llevarme a mí y a mi amiga al café de la mañana?

—Claro. —dije extrañada. —¿Cuál amiga?

—Hola, Wanda.

Me di media vuelta y allí estaba ella sonriéndome.

Con que el hijo de puta... ¡Era mi propio hermano!

[•••]

Al llegar a casa, ni siquiera supe como me sentía. ¿Era ira? Ella y Pietro charlaban de forma agradable. Ambos podían mantener charlas inteligentes de las cuales yo no entendía ni la mitad.

Él parece quererla mucho, jamás lo vi sonreír tanto, y al bajar me agradeció muchas veces, eso me hizo sentir bien, pero... ¿A qué costo?

Claro que me duele ver a Natasha irse con cualquier hijo de puta.

Pero quiero creer en que es porque el hijo de puta es mi hermano.

Ha de ser eso.

Iré a llorar, y luego a dormir...

Nota de autor:

¡Hey! Acabo de crearme un ig para hablar sobre mis fanfics y que charlemos un poco, aparezco como @/wandanatsceo igual que aquí, en twitter y tiktok <3

Codi.

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