16.
Wanda.
Llegué a casa con una sonrisa dibujada en los labios. ¿Cómo no iba a estar feliz? Natasha me había texteado sobre lo bien que la había pasado y lo contenta que veía a Yelena.
Ni siquiera había pensado en que no he hablado con nadie en casa desde el fin de semana. Tomé mis apuntes y lo que Natasha había dicho que revisariamos mañana.
—¿Ya estás lista? —preguntó Pietro. Enarqué una ceja. ¿Lista?
—¿Para...?
—Es la cena de papá, por su trabajo. Lo ascendieron en la empresa donde trabaja el tío Charles.
Observé las cosas de mi escritorio y rasqué mi nuca. No es que realmente me moleste, papá necesitaba un trabajo, y Charles se lo dio, al menos no hemos muerto de hambre y tenemos con que mantenernos más allá de la pensión que los abuelos nos dan por mamá.
—No quiero ser descortés, pero tengo que estudiar, además de que tengo un partido mañana a las ocho fuera de la escuela, todo el día tengo entrenamientos y...
—¿Por qué eres tan egoísta? —se quejó Pietro.
Uh.
—No, Pietro, no es que no quiera, es que papá y todos quieren que mejore mis calificaciones y...
—¡Pues estudia en clases!
—Estudio en los recesos, no tengo tiempo para...
—¡Ya! Siempre una puta excusa, Wanda. ¿Por qué eres así con todos, eh? ¿Crees que acaso es agradable compartir casa con alguien que no piensa en nadie más que en ella misma?
Mi mirada vagó en el borde de la puerta sin saber cómo defenderme, juro que no estoy siendo mala. No es que no quiera ir.
—¿Ya están listos? —preguntó papá. Observó mi ropa. — No irás...
—Yo... No es porque no quiera acompañarlos, pero tengo obligaciones con las que cumplir...
—¿Ahora son importantes? —atacó Pietro. — ¿Tan importantes como esperarme para venir a casa?
Joder.
Lo he olvidado.
—Tuve que acompañar a una amiga.
—Un polvo. Otro más en tu lista. ¿No te cansas de ser una egoísta de mierda que se aprovecha de las mujeres?
Aparté la mirada. Pietro se fue molesto, papá no dijo nada. Dejó ir un suspiro.
—No es a propósito. Querías que subiera mis calificaciones, estoy en ello...
—No he dicho nada, de todas formas entiendo que no estamos en los mejores términos luego de... — él se refiere al golpe.
—Ya. Sólo vete.
—Te dejaré dinero para una pizza.
—¿Irán mañana a mi partido? - pregunté.
—En la empresa... Tenemos un viaje temprano... Se quedarán solos, Charles vendrá cada tanto. — mencionó él. — Tal vez Pietro vaya, ¿cuándo es el próximo?
—No importa. — contesté fingiendo indiferencia.
Mamá habría ido.
—Lo siento, cariño... Intento ganarme un nombre aquí, todo ésto es por ustedes...
Asentí sin más, volviendo la mirada a mis hojas y papá se dio media vuelta. Rendido. Quise levantarme y detenerlo, felicitarlo por su ascenso, sé cuánto significa para él. Luego de la muerte de mamá... Los abuelos destruyeron la reputación de papá, y tuvimos que mudarnos, nadie quería darle trabajo, los abuelos son importantes... Charles llevaba años alejado de ellos.
Vi la puerta cerrarse y nuevamente la ira se apoderó de mí. Pues que se joda. Que se jodan ambos y su mentira de mierda. Me lo quitaron todo.
Absolutamente todo.
Oí el auto partir y suspiré. Bien... No quiero defraudar a Natasha con ésto, además de que le estoy pagando por aprender, no puedo dejarle todo el esfuerzo sólo a ella.
Natasha... Es linda. Me hace bastante feliz compartir mi tiempo con ella, lo disfruto, y parece tener la paciencia que nadie más tiene conmigo.
Le llevaré algo bonito mañana.
[•••]
Natasha.
—All i am is a man, i want the world in my hands... — canturree al oír la canción de la radio. Yelena veía caricaturas dentro mientras yo preparaba la cena. Mamá hoy llegará tarde.
—¡En casa!
Y ahí está. Observé el reloj, eran las ocho y cincuenta.
—¡Mamá! — Yelena se levantó emocionada, corrió hasta mamá y ella la tomó en brazos.
—Amor... — besó su rostro repetidas veces. Observé el horno, en diez minutos estará listo. — ¿Dónde está mi bebé más grande?
Corrí descalza hasta llegar a ella y abrazarla. Besó mi cabello y dejó a Yels en el suelo.
—¿Qué tal va todo, cariño? ¿Cómo fue la escuela y el regreso a casa? No me has enviado un mensaje.
—Se me ha pasado. — dije recordando que debía avisarle.
—¡Ha sido muy divertido! —dijo Yelena. Mamá se giró y yo le hice un gesto de que debía hacer silencio. Ella asintió y se dio media vuelta huyendo de la escena como si hubiese visto un fantasma.
—¿Qué le ha picado?
—Creo que todo mejoró un poco en clases. — mentí. —¿Qué tal te fue? — cambié de tema ayudándola con su abrigo mientras ella se quitaba los zapatos y calzaba sus pantuflas.
—Agotador. Hoy cancelaron la clase con los de último año, pero mañana debemos tomar dos horas seguidas, por lo que perdí mi hora de almuerzo, la cambié a más tarde y tendré que traer trabajo a casa. —comentó observando el horno. — ¿Es el pollo que he descongelado en la mañana?
—Sí, en diez minutos estará listo.
Mamá mordió su labio inferior y me lanzó un beso.
—Te amo, gracias por preocuparte de ésto. No quería que cenaramos tan tarde, pero ha sido agotador hoy.
—Y lo será mañana, pero aquí estaré esperándote para ayudar.
—Yo me pregunto cómo es que tu padre y yo pudimos haber criado niñas tan... Maravillosas. —alzó la voz en la última palabra.
—¡Ya sé! — habló Yels desde dentro y sonreí mordiendo mi lengua.
—Sólo tú, mamá. Es todo tu esfuerzo y dedicación en nuestra familia, nada de ésto tiene que ver con él.
Ella suspiró.
Sé cuánto le duele recordar ciertas cosas. ¿Cómo no lo haría? Ella tenía sólo diecisiete al quedarse embarazada, y papá le llevaba casi quince años... Supongo que no es que desee verlo como el malo de la situación, pero claramente era el adulto en la relación y mamá una niña.
Nada lo justifica. Tampoco el hecho de que nos abandonara porque no podía con lo que significaba tener una familia.
—Mamá... — hablé y ella apartó su mirada de la ventana, soltó su labio inferior y éste recuperó su coloración. —¿Por qué nunca has vuelto a tener pareja?
Esa duda siempre recorría mi mente. Siempre creí que era por la edad de Yelena, pero mi hermana ya tiene diez años...
No puede estar soltera toda la vida... Es decir, puede, diferente es que ella quiera.
Mamá es inteligente, graciosa, responsable y además muy buen partido. Es atractiva.
—No tengo tiempo para esas cosas. Debo trabajar y cuidar de las razones de mi vida. — mencionó y acarició mi mentón antes de besar mi mejilla.
Eso me hizo recordar a Wanda y sonreír.
—Esa sonrisa no es para mí. — mencionó ella y no pude ocultarlo más.
—Me gusta alguien. —mencioné.
Mamá comenzó a reír y caminó hasta el horno para revisar nuestra cena.
—Ya, eso lo veía venir desde la fiesta. ¿La traerás oficialmente?
—Dije que me gusta, no que sea correspondido. — mamá giró los ojos. —No hagas eso.
—Es obvio que es correspondido. ¿Cómo no va a serlo? — se giró a mí y subió las mangas de su camisa hasta sus codos. — Eres mi hija. —me guiñó el ojo.
Sonreí. El ego y mamá. Son uno solo. Me gusta eso.
—Ya, pues... Estoy en... Proceso. Por ahora no diré más. — aclaré sabiendo que probablemente mamá diría que la traiga a casa, y yo es que... Ni siquiera veo a Wanda interesada en mí. En lo absoluto.
—Sabes que mientras tú seas feliz, yo soy feliz... — se giró a mí. —Quiero que te cuiden, y que no te lastimen. Haría lo que fuese para protegerte, amor... Espero que hagan lo mismo, porque algún día sé que no estaré contigo, quiero que...
—Mamá... —comencé avergonzada. Ella habla como si fuese a dejarme en los brazos de mi esposa.
Ojalá Wanda fuese mi esposa.
—Sólo quiero que sea realmente a quién te mereces. — vi sus ojos aguarse y sentí que los míos también se aguaron.
—Ay, mamá.
Corrí hasta ella y la abracé con fuerza.
Sólo espero que ella jamás deje de estar conmigo.
[•••]
Subí hasta mi habitación luego de ducharme. Yelena estaba dormida hace media hora, mamá y ella vieron una película. Tuve que ir para cubrirlas a ambas y apagar el televisor.
Observé mi móvil y vi que tenía tres mensajes. Uno era de Clint, había otros de Mariah, y Wanda.
Leí primero los de Mariah. Me interesa saber qué sucedió.
Mariah. Gracias por enviar flores a mi casa, ha sido un lindo detalle. Lamento haber reaccionado así, y... Te dejaré explicarme la situación. ¿Puedes mañana en el receso? Aún deseo estar enfadada por la mañana.
Mariah. Pd, es broma, tengo doctor temprano.
Sonreí. Sabía que las margaritas le gustarían. Son sus favoritas.
Mierda. En el receso debo estar con Wanda por sus exámenes. Me comprometí con ello.
Nat. No puedo en el receso. ¿El almuerzo tal vez?
Luego observé los mensajes de Clint. Hablaban sobre la cita, dejé ir un suspiro.
Nat. Déjame hablarlo con Wanda mañana, ¿bien? No insistas, no aceptaré antes de charlarlo con ella. Además tiene examen.
Me sentí extraña regañando a Clint por molestar a Wanda sabiendo que debe preocuparse de sus calificaciones en matemáticas.
Me sentí como mi madre.
Ésto es terrible.
W. ¿Sabes? Sigo pensando en cómo las llevaré a casa mañana si no quieres subir en Sherlock.
Solté una risotada.
¿Sherlock?
Nat. Dime por favor que no es ese el nombre de tu motocicleta.
W. Ríete todo lo que quieras, no volverás a subirte en él. Nadie molesta a mi muchacho.
Le envié un audio riéndome aún más fuerte, lo cual fue respondido con una selfie donde ella sonreía. En dicha selfie se encontraba sin camiseta.
Mierda...
W. Que linda risa. Me has hecho sonreír... Me venía haciendo falta.
Nat. Es bueno leer eso.
Sonreí presionando mi rostro contra la almohada. ¿Ella acaba de decirme que la he hecho sonreír? ¡¿Con mi linda risa?!
W. ¿Sabes? Se me ha ocurrido de qué forma las llevaré a casa mañana.
W. Te sorprenderé, maestra Romanoff. Ten buena noche. Sueña con tu cariño ;)
Mordí mi labio inferior.
Nat. Buenas noches, cariño.
Deseé enviar un mensaje que dijera "sueña con tu maestra Romanoff", pero la vergüenza pudo más conmigo. Suspiré.
Para otra vez será.
De momento... ¿Está ella coqueteando conmigo?
[•••]
Wanda.
—¿Irás a mi partido hoy en la noche? — pregunté a Pietro mientras él se quitaba el cinturón de seguridad.
—¿De verdad preguntas ésto luego de lo que hiciste ayer?
—Pietro, ha sido una emergencia. Además tenía cosas que hacer, yo...
—No, no iré a tu partido de mierda.
Tragué saliva y apreté mis manos en el volante.
—¿Por qué eres así conmigo?
—Eres tan... Ciega. — se quejó.
—¡Joder, no te entiendo! — me quejé.
—¡Pues vete a la mierda! — salió Pietro del auto.
—¡Vete sólo a casa!
Golpeé el volante y eché la cabeza hacía atrás. A lo lejos divisé a Natasha y Yelena llegando a la escuela de la mano. Sonreí, bajé del auto acomodando mi chaqueta.
—¡Hey! — saludé y Yelena se soltó de la mano de su hermana para correr hasta mí. Extendí mis brazos y la atrapé con una sonrisa enmarcada en los labios. — Hola, peque.
—¡Te extrañé ayer por la tarde!
—Pero nos hemos visto, te he llevado a tu casa.
—¡Ajá y hoy!
Comencé a reír mientras asentía y Natasha se acercaba. Hoy no trae las gafas.
—¿Ves bien? —pregunté extrañada. Nat negó. —¿No te duele?
—Sólo un poco de la cabeza.
Mientras tomaba a mi pequeña en brazos, estiré el sobrante hacía Natasha para que lo tomara.
—Te ayudaré.
—No es para tanto.
—Claro que lo es. Ha de ser jodido depender de tus gafas y no poder usarlas porque mi estúpido trasero cayó sobre ellas.
Natasha suspiró, tomó mi brazo y sonreí. Me gusta saber que esos suspiros de frustración son por mí, me gusta hacerle perder la paciencia.
Incluso sólo así, ya he olvidado mi conflicto con Pietro.
[•••]
—Bien, entonces, nos vemos en el receso. — sonreí a Natasha. Ella asintió soltando mi brazo. No quería que se fuese a su salón, verla hoy temprano me ha ayudado a superar todo lo triste que me encontraba.
—Sí, nos veremos allí.
Suspiré. Me gustaría invitarla a mi partido sin sonar intensa... ¿Cómo podría hacerlo?
—Nataska... Hoy... — hablé yo y ella me observó en silencio. Sus compañeros entraban a su salón, algunos me saludaban y otros simplemente pasaban viéndonos extrañados.
¿Por qué no creen que sea posible que ella y yo hablemos?
—¿Sí?
—Hoy tengo un partido. Comienza ocho y cincuenta...—hablé de forma rápida y nerviosa. —Me preguntaba si te gustaría ir. A verme... Bueno, no... No a verme, sino a ver... A apoyar a la escuela y eso.
Estúpida. Soy una estúpida.
Natasha sonrió.
Lindas mejillas sonrojadas.
—¿Ir a ver a mi cariño? Claro que me gustaría... —murmuró ella en tono burlesco. — Te lo debo.
Su absurda seguridad que siempre se veía aplastada en cuanto me acercaba demasiado a ella, eso... Me parecía bastante tierno. Me gustaba de alguna forma.
Sonreí de costado. Me acerqué a ella y tomé su mentón, nuevamente era un corderito asustado. Besé su mejilla y me di media vuelta.
—Es en el gimnasio del centro. El único abierto en ese horario. Te esperaré.
Me alejé con el corazón latiendome a mil por hora y la felicidad irradiandome los poros. No entiendo el efecto que ella tiene en mí, pero me gusta.
Corrí bastante para llegar al salón, probablemente llegaría tarde, estamos de extremo a extremo y la escuela es enorme, pero vale la pena ver la seguridad con la que Yelena entra a su salón y pasar el tiempo con Natasha no es ningún sacrificio.
Toqué la puerta, ya que la vi cerrada y la maestra Vostokoff a quien había perdido de vista completamente los últimos días, levantó la mirada observándome fijamente. Me hizo una señal con la mano y caminé hasta su escritorio.
—Llegas tarde, Maximoff.
—Lo lamento, no volverá a ocurrir. — aclaré. Ella asintió. — ¿Puedo sentarme?
—Ve.
Me senté junto a Walker y no podía dejar de pensar en Natasha. Realmente quiero verla otra vez.
—¿Estabas con una chica? -—Walker subió y bajó repetidas veces sus cejas. Negué levemente. —Anda, Wanda. Dime la verdad. Somos amigos. ¿Te estabas divirtiendo con una chica?
—Walker, no todo son chicas. — mencioné mientras una estúpida sonrisa amenazaba con salir de mis labios.
—¿Ya la llevaste a la cama?
Vi a la maestra Vostokoff hacer contacto visual conmigo, aparté la mirada y observé a John.
—No, aún no... —contesté sin prestarle importancia.
—¿Por qué no? Tú no esperas para...
—John ya. —me quejé algo incómoda. No es que no sepa quien soy, no es que no sepa cómo se comportan las mujeres conmigo o yo con ellas, pero sinceramente no me gusta que se refiera a Natasha de esa forma.
—¿Quieres jugar a enamorarla? Eso es duro.
—Walker. Tus ejercicios. Explícame los tres primeros en el pizarrón. Ahora.
La maestra Vostokoff me había salvado enormemente de todo ésto. Le di las gracias de forma suave y ella asintió lentamente.
Me ignoró casi toda la clase. No lo sé, quizá sigue distante por aquella vez en que reaccioné mal a sus palabras... Me gustaría disculparme por eso.
Al acabar la clase, hablé un poco con mis amigos, quedamos en vernos luego del partido de hoy, la maestra Vostokoff ordenaba sus cosas mientras tanto.
—¡Nos vemos luego!
—¡Nos vemos! —me despedí de ellos. La maestra Vostokoff seguía en lo suyo, ni siquiera cuando me detuve delante de ella pareció notarme. — ¿Maestra?
—¿Sucede algo? —preguntó comenzando a ordenar sus cosas.
—Quería... Disculparme con usted por mi reacción hace unos días en su oficina, no debí irme de esa manera tan grosera, soy grande y... Debí comportarme como tal.
Ella negó sin levantar la mirada.
—No te preocupes por eso, Wanda.
Suspiré. Esto es incómodo. Sinceramente no me gustaría que así sea cómo nos llevaremos de aquí en adelante luego de todo lo que me ayudó anteriormente.
—¿Puede verme a la casa? — pregunté. Ella parecía sorprendida. Levantó la mirada y le dediqué una sonrisa. No entendió. —Me gusta que me vean a la cara cuando hablo y...
—A mi también. —dijo sin expresión alguna. Acomodó sus gafas y se apoyó con las manos en el escritorio inclinándose hacía delante. —Wanda, yo no debí presionarte con lo de tu familia, y me avergüenzo de haberlo hecho, no sabía sobre tu hermano... — aparté la mirada. — Y noto que es un tema delicado para ti, por lo que... No quiero volver a tocarlo. Yo debería disculparme contigo, no sé el contexto de las cosas y...
—Gracias por ser la única adulta que se preocupó por mí en su momento. Estoy intentando mejorar. — la interrumpí y ella me dedicó una sonrisa dulce. — Lamento quitarle su tiempo.
Iba a salir pero ella habló.
—¿Tienes un partido hoy? Oí a Thor.
—Sí. —murmuré.
—¿Irá alguien a verte?
Suspiré.
No quería darle la explicación de mi padre estando lejos y mi hermano odiándome. Odio la lástima.
—Bien, te veré allí. — habló ella. Me giré sorprendida, me dedicó una sonrisa. — ¿En qué horario es?
—No... No es necesario, maestra. — aclaré. —No tiene que...
—No te pedí autorización. Iré. — habló ella. Tragué saliva. — ¿Horario?
—Ocho y cincuenta... — balbuceé al verla delante mío. Dios. Apiádate de mí.
—Allí estaré, mi niña.
Asentí lentamente y la vi desaparecer en la entrada. Mierda. Es sexy... O yo muy traumada, lo que la vuelve... Doblemente sexy.
Ya entiendo por qué me gustaba tanto la maestra Miel hace unos días cuando vi Matilda.
Es una lástima que ella jamás estaría con una estudiante... ¿No?
[•••]
Natasha.
—¿Lista para la sorpresa? — preguntó Wanda quien empujaba mi trasero con uno de sus muslos para hacerme avanzar.
—Voy a caerme.
—¡Wow!
—Wanda, si es tu motocicleta otra vez, me iré caminando. —me quejé. Oí la voz de la castaña cerca de mi oreja, su aliento me hizo temblar por dentro.
—Quítate la venda.
Obedecí y delante mío vi un descapotable rojo.
—¿Y ésto es...? — pregunté extrañada. La castaña sonrió.
—Bueno, tú dijiste que no volverías a...
—Me refiero a que de donde lo has sacado.
—Era de mi madre. — dijo ella. — Nadie lo usó en dos años, supongo que... Si es por algo mayor... — observó a Yelena y me giré levemente para verla, bajó la mirada y nuestros ojos se encontraron. — Estoy encantada de hacerlo.
—No debiste molestarte si te cuesta... — hablé y ella se encogió de hombros. Iba a subir al auto, pero la detuve tomando su mano. Saqué el valor suficiente y besé su mejilla. Wanda se veía sorprendida, sonrió observando el suelo algo sonrojada. — Gracias...
Ella asintió con una sonrisa adorable dibujada en los labios, no hizo contacto visual conmigo, pero se veía lo feliz que estaba.
Se acercó a mi puerta y la abrió. Me ayudó a entrar, luego se encargó del cinturón de Yelena. Es linda... Y hoy he disfrutado verla tanto, verla en los recesos y todo lo demás...
Por otro lado, Mariah no contestó mis mensajes ayer y hoy no ha venido.
—Bien, señoritas. Las acercaré a su casa...
—¡¿Puedo elegir una canción?! — preguntó Yelena y Wanda le entregó su móvil. Sex on fire comenzaba a sonar de fondo, Wanda y yo hicimos contacto visual, ella arrancó el auto.
¿Ésto es real?
[•••]
[PLAY: I wanna be your girlfriend - girl in red]
Al bajar, Yelena abrazó con fuerza a Wanda, luego se fue emocionada dentro de casa buscando a mamá. Yo bajé del auto luego, ya que Wanda dijo que quería abrir mi puerta, y... la dejé hacerlo.
—Los modales hacen a las personas. — habló ella con una sonrisa. Yo sonreí.
Wanda tomó mi mano y me ayudó a bajar. Sonreí al tenerla de frente con el cabello al viento y su sonrisa encantadora. Ella realmente sabía que aquella sonrisa tenía un efecto en todos.
—Gracias, Wanda...
—Todo por mis chicas. —mencionó ella y yo levanté la mirada viéndola directamente a los ojos. —¿Irás a mi partido?
—En cuanto mi madre llegue, partiré. — murmuré. Ella sonrió, yo correspondí aquella sonrisa mientras la castaña se echaba más adelante presionando un poco mi cuerpo contra el auto. Tragué saliva nerviosa, pero no debía demostrarselo. Si esto es coqueteo, debo parecer segura de mi misma. —¿Esperarás por mí?
—Estaré pendiente de que llegues... Te quiero allí. —susurró ella. Nos observamos fijamente. Sus manos fueron mi rostro, lo tomó y yo dejé ir un suspiro. —¿Qué haces? —pregunté nerviosa.
Wanda se acercó y dejó un beso en mi mejilla. Se alejó con aquella sonrisa engreída. Yo tomé su rostro y besé su mejilla, creí que eso cambiaría la situación, pero yo seguía nerviosa y ella parecía feliz.
—No quería irme sin un beso.
Asentí lentamente y sonreí.
—¿Y tus gafas? — preguntó.
—En casa... No las he usado hoy, están rotas.
—Debo pagar por ello, no es que no crea que eres preciosa sin ellas, lo eres, pero... —su mano aún acariciaba mi mentón. —Eres una cosa brutal con ellas puestas.
Sonreí.
—¿Una cosa? ¿Es tu mejor frase? — bromeé haciéndome la difícil.
Giró el rostro con el ego algo herido, pero aún sonriente, se acercó hasta mí.
—Las mejores las doy en otro contexto. —susurró en mi oído.
Y yo como soy una chiquilla virginal, pues... He sentido que ha llovido en mí.
—Okay... —susurré dejando ir un suspiro.
—Debo pagar por tus gafas. ¿Cuándo irás a ello?
—Mañana, pagaré con la tarjeta de crédito de mamá.
—No, no, nada de eso. Yo pagaré por ellos, yo los he roto.
—Yo me he caído, y te he empujado al suelo. — Insistí.
—Y yo he estado a punto de tirarme de un tercer piso de no ser... —observó directamente a mis ojos. — porque has llegado tú, y de pronto no todo se veía tan malo...
Me quedé en silencio. Sus ojos llegaron a mis labios y los míos a los suyos. Tomó mi nuca y se acercó hasta mí algo insegura, me adelanté y uní nuestros labios de un sólo tirón.
Cerré los ojos y pasé mis manos por su cuello. Sus manos bajaron hasta mi cintura y nos separamos de forma lenta. Aparté la mirada y ella también.
—Te veo luego... —susurró ella y yo asentí. Me soltó y avancé.
No sé como, pero he llegado a mi habitación, me he encerrado en ella y me he quedado viendo el techo. Acabo de... Besarla. La besé.
Un momento... La besé.
¿Es que ella quiere algo conmigo o sólo he sido un beso más en su lista?
Envié un mensaje al grupo de WhatsApp con mis amigos.
Nat. ¡Emergencia! Me he besado con Wanda. ¡¿Qué se supone que debo hacer ahora?! Iré a su partido más tarde. ¡¿Qué hago?!
Mariah leyó el mensaje rápidamente, aparecía que estaba escribiendo, sin embargo dejó de hacerlo.
Joder. ¿Y ahora qué?
[•••]
Wanda.
Observé la entrada del lugar. Acababan los primeros minutos del encuentro. Tenía que refrescarme antes de volver.
—¡Buen saque, Maximoff! —el entrenador palmeó mi espalda y asentí. Bebí del agua de mi botella.
Natasha no estaba por ningún sitio. Ni siquiera había recibido mensaje alguno de ella. ¿La he espantado al besarla? Es decir, sólo hemos vuelto a convivir hace poco, pero estamos casi todo el día juntas, creí que...
Joder. Creí que debía besarla. Tal vez ha sido apresurado. Tal vez he sido una idiota y no debía hacerlo.
A lo lejos vi a la mejor amiga de Natasha y tuve la mínima esperanza de que probablemente llegaría en unos minutos. Sí, ha de ser que está atrasada o comprando algo fuera.
Dejé el agua caer en mi cabello y me levanté dispuesta a continuar. Nos llamaron a formar y pude ver a lo lejos a la maestra Vostokoff.
Saludó con entusiasmo y me sonrojé. No recordaba que vendría. Correspondí el saludo y comenzó el juego.
A cada punto anotado, la veía gritar mi nombre con emoción, igual que mis amigos quienes festejaban la situación. Walker está bastante ebrio y aún no es hora de la celebración.
Ganamos por una paliza bastante grande, lo que nos hacía pasar a la siguiente ronda del día viernes. Un día después del examen de la maestra Vostokoff.
Al acabar el partido, salí de la ducha y vi a muchas chicas amontonandose en la zona del estacionamiento, se acercaron a pedirme una fotografía y a felicitarme. Todas decían que irían directo a instagram para arrobarme, son de primer año, realmente estoy acostumbrada a ésto, pero no deja de ser extraño.
Sharon Carter se acercó junto a Agatha ofreciéndome una celebración privada, la cual rechacé de la manera más cordial, sin embargo la rubia me ha dejado un papel que ya leería luego, pero sinceramente no me importa nada de ésto... Hoy no tengo un vacío que llegar.
Excepto por el hecho de que... No veía a Natasha entre la gente que se alejaba...
—¿Buscas a alguien? — preguntó una voz que reconocí de inmediato, mi corazón se aceleró un poco ante eso. Me giré y para mi sorpresa no era Natasha. Era la maestra Vostokoff. Que extraño.
—No, yo... a nadie. —susurré extrañada. —Gracias por venir...
—Estuviste increíble, cariño.
—¡La maestra sexy, Wanda! —gritó Walker mientras Thor intentaba callarlo. —¡Invitala a salir, dile que te gusta!
Me sonrojé y negué mientras veía al rubio ser apartado por mi otros dos rubios. Loki giró los ojos y pasó por el costado.
—Yo...
—¿Maestra sexy? —habló ella bastante sorprendida. Sin embargo su mirada no irradiaba ni molestia ni comodida.
—Eso era...
—Los borrachos no mienten. ¿Es esa la percepción que tienen de mí?
Ahora si se veía ofendida. Joder.
—No... Bueno, es usted... Muy linda, pero... —Ella realmente parecía decepcionada. —No de forma sexual, yo...
—Déjalo así.
—No, maestra. Mierda, lo siento, ¿bien? Usted se me hace increíblemente linda, mis amigos lo saben, hacen bromas al respecto, eso es todo. No puede culparme por tener un enamoramiento platónico en usted, tengo problemas y... No es que lo justifique, pero yo no elijo quien se me hace atractivo.
—Ten buena noche, Wanda.
Ella se dio media vuelta y se alejó de allí.
¡Joder!
Mierda.
Nota de autor:
Tal vez me tardo un poco más en horas para subir los capítulos, pero son más largos, al menos ésta semana puedo permitirme aquello.
Lamento haber publicado el cap y haberlo eliminado, odio cuando wattpad me cambia los guiones y por eso debí eliminarlo :P
¿Cómo están hoy?
-Codi.
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