15.

Natasha.

—No.

—¡Oh, vamos, Nat! — habló Clint nuevamente. Negué y observé la entrada de la escuela. Yelena estaba tomando mi mano, jugueteaba con mis dedos de forma nerviosa. Ella no quiere ir a su salón. — ¡Es por mí, también ganarás!

—Ya, es que no quiero entrar en tu juego, Clint. Wanda no estará de acuerdo y...

—¡Ella está dispuesta a hacerlo por mí y ni siquiera somos tan amigos!

—Es su hermano.

—¡Anda, Nat!

Suplicó nuevamente. Mariah nos vio y saludó con un asentimiento de cabeza antes de pasar y ya.

Suspiré.

Levanté la mirada, el ambiente del día hacía que mi ánimo decayera, además de que ver a mi hermanita pequeña así por culpa de sus estúpidos compañeros que probablemente ni siquiera se lavan bien detrás de las orejas me genera muchísima más molestia. Estúpidos niños.

Mamá me ha dicho que no interfiera, que ella lo hará, no estaba de acuerdo ya que comenzarán a notar que es nuestra madre, ya que hablará con la maestra de Yelena, pero si eso ayuda a que mi hermana esté tranquila en clases, me da igual que lo sepan.

—¿Y a ella qué le pasa?

—He pasado la fiesta con Wanda charlando, pero han sido motivos mayores, no porque yo no quisiera ir con Mariah, lo he pensado pero...

—Ya, es que sabes que Mariah es algo celosa contigo, no creo que sea una insensible, ese día Wanda estaba borrachísima.

—Ya, se veía bastante bien.

—Lo maneja bien, ella puede tener la mayor cantidad de grados de alcohol en la sangre y muy pocas veces llegarás a notarlo, pero si te has quedado con ella es grandioso, así al menos... Qué sé yo, no saltó de ningún sitio. Del balcón a la piscina. —Bromeó.

Tragué saliva. Si él supiera...

Si tan sólo Mariah supiera que el sólo hecho de ver cómo el ánimo de Wanda ha cambiado al tener a alguien que la hizo sentir que ella no era la mala de la historia... Entendería por qué no me he ido, y sí, se me ha pasado, pero eso no significa que Mariah no sea importante para mí. Mariah es tan importante como Yelena y mamá, es como mi hermana.

—Mira quien viene allí. — murmuró y lo vi estirando su mano. — ¡Eh, Wanda!

Me giré y pude ver a la castaña. Wanda me sonrió y también a Clint. Se despidió de su hermano quien la ignoró, pero al pasar por mi lado me dedicó una sonrisa que correspondí.

—Hey. ¿Cómo están? — preguntó. — ¿Qué tal el fin de semana, maestra Romanoff?

No estuvo mal excepto por el hecho de que vi llorar a mi hermana más de sábado a domingo que en los últimos años.

—Todo bien. — Mentí. Ella enarcó una ceja. — ¿Y el tuyo?

—Todo bien. Eso creo. — bajó sus cascos hasta su cuello y pude ver la rotura en uno, estaba pegado con cinta. Parece ser que la cinta es su mejor amiga. Every breath you take sonaba de ellos, le bajó un poco la intensidad.

—Genial. Debo irme, no tengo clases pero sí entrenamiento. ¿Crees que podamos vernos en el receso? — preguntó y asentí. Busqué a Yelena ya que no la había visto en los últimos seis segundos y no sentía su mano en la mía. Me giré y la vi sentada en una de las bancas observando sus pies. — ¿Ella está bien?

—Eh, sí... No te preoc...

—Hey, Yelena. — saludó Wanda ignorándome y caminando hasta ella. — ¿Quieres galletas?

Yelena negó sin levantar la cabeza. Wanda se sentó a su lado y comenzó a hablar con ella sobre otra cosa, mencionó algo de las nubes logrando que mi hermanita levante la mirada.

—¡Anda, que linda te ves hoy! — habló Wanda. Mi hermanita volvió a negar sin decir nada. — Creo que te mereces... — abrió su mochila y sacó unas galletas. — Ésto.

—No tengo hambre. Gracias.

Ni siquiera desayuno bien...

Me acerqué a ellas y Clint me observó entristecido. Para él también es extraño ver a Yelena así.

—Hey, eso se ve delicioso. — hablé yo.

—Si, pero no son para ti. — dijo Wanda y golpeé de forma suave su muslo con mi puño. — No, no te daré las galletas. Son de mi amiga.

Yelena sonrió.

—¿Somos amigas?

—Claro que lo somos. — habló Wanda. — ¿Por qué no lo seríamos? Entre gente genial nos entendemos.

Yelena se acercó a Wanda y la abrazó con fuerza. Eso tomó a la castaña por sorpresa, sin embargo correspondió su abrazo con la misma intensidad.

Oí que mi hermanita murmuró algo en el oído de la castaña, no sé el qué, pero al menos ya hablaba un poco más.

—Claro. Por supuesto. Vamos. — dijo Wanda y la tomó en brazos.

—¿No es demasiado grande para que la lleves en tus brazos? — pregunté. Wanda negó.

—Me gusta hacerlo.

Asentí extrañada.

Comenzamos a avanzar, Clint se despidió de camino al baño, besó el cabello de Yelena y se alejó. Wanda iba narrando por donde íbamos mientras Yelena mantenía los ojos cerrados, ella mordía su dedo pulgar y escondía su nariz en el cuello de la castaña.

Está cumpliendo mi sueño y acaba de cumplir diez años.

Llegamos a su salón, y Wanda no lo dijo de inmediato, se mantuvo caminando en círculos y pidiéndome que no diga nada, le hice caso. No podría negarme... Incluso si no lo entendía.

—Y... Bien, llegamos, Yelena. — habló Wanda. Yelena abrió los ojos e hizo un puchero. — Pero vendré por ti a la salida y... Tú y tu hermana podrían irse conmigo en la motocicleta, ¿qué opinas? — preguntó Wanda. Abrí mis ojos espantada y negué repetidas veces en dirección a Wanda quien me ignoró.

—¡Anda, sí, eso quiero, Nutella! — habló emocionada por primera vez en días.

Yo no... No podría negarme a eso. Me gusta verla feliz.

—Nutella está de acuerdo. — dijo Wanda. Asentí sabiendo que probablemente mi muerte vendría luego de este día.

Yelena bajó de los brazos de Wanda y estiró su meñique.

—¡¿Es promesa?!

—Lo es.

Unieron sus meñiques y mi hermanita fue corriendo hasta su salón. Wanda la veía con una sonrisa.

Soy el tipo de enamorada intensa que al verla interactuar con niños piensa en lo lindo que sería que fuese la madre de mis hijos y que ésto fuese una realidad que claramente no tendré ni de cerca.

Joder. ¿Por qué dejé que Disney me metiera tanta mierda en la cabeza?

—Bien... Otro trabajo solucionado por Nutella Romanoff y Wanda cariño Maximoff. — sonrió. Me sonrojé. Creía que no lo recordaba.

—Deja de mencionarlo.

—Claro que no, cariño. Me gusta ser tu cariño. — sonrió tomando mi mentón y acariciándolo con su pulgar. — ¿Yelena en serio está bien? No la vi bien..

Suspiré.

-Te lo comentaré luego, no creo que deba decirlo aquí y ahora...

Ella asintió.

—¿Tú estás bien, linda? — preguntó. Tragué saliva.

—Yo... Sí.

—Sabes, sé que... Solamente estamos cerca por ésto, pero... Me agradas y... Me gusta pasar tiempo contigo, nunca estoy triste cerca de ti, por lo que... Si tú estás triste, me preocupa... Y... — rascó su nuca. La chica de la motocicleta parece tener problemas con sus emociones. — Sólo quiero que sepas que en serio me gustaría que sepas que puedes confiar en mí, yo no quiero hacerte daño o algo.

Nos observamos fijamente a los ojos y... Mi corazón latía desbocado, su mirada recorrió mi rostro y soltó una risita extraña antes de girarse un poco riendo, pasó su lengua sobre sus labios.

—Sí, yo... Gracias... También puedes confiar en mí. — susurré. Me tiembla todo el cuerpo.

Todo.

—Disculpa que no te acompañe hasta tu salón, ya voy tarde. Nos vemos en el receso... —Sus ojos volvieron a clavarse en los míos.

Asentí lentamente y su mano volvió a tomar mi mentón, dejó un beso en mi mejilla, fue suave. Se alejó de mí con una sonrisa.

Oh, Dios.

Soy un charco de emociones.

Y de otras cosas...

Me quedé viéndola desaparecer. Estoy perdida por ella.

—¡Booh! — mamá me espantó desde atrás. Pegué un grito y ella comenzó a reír de forma suave. —Cariño. ¿Estás bien?

Asentí dejando una mano reposar en mi pecho. Mi corazón latía acelerado.

—No quiero parecer insistente o algo... — comenzó. — ¿Te estás viendo con alguien?

—¿Q—Qué te hace creer eso?

Mierda. Me he trabado, eso me hará ver más sospechosa.

—La fiesta... Las llamadas del fin de semana... Estás pendiente del móvil, y... — hizo un puchero. — Tal vez oí a alguien decirte algo, vi un beso...

—¡Mamá! — regañé y ella sonrió. — ¡No puedes estar espiándome!

—Venía de hablar con la maestra de Yelena. Ha sido sólo eso, cariño, lo juro. No te seguía, de lo contrario ya sabría quién es tu enamorada, aunque tengo mis sospechas.

Tragué saliva. Mierda. No puedo decirle ésto a Wanda, porque aún no sabe que mi madre es su maestra y tampoco sabe todo lo que me provoca... Ni siquiera sé si el beso en la mejilla fue o no amabilidad... ¡¿Por qué el lesbianismo me hace tan dramática?!

—Deja tus monólogos internos. Me iré a clase, me hace feliz verte feliz, amor.

Limpió mi mejilla y dejó un beso allí. No quería que lo haga, acaba de borrar el beso de Wanda... O besar el beso de Wanda, lo cual lo vuelve mucho más extraño que el hecho de que consideré pedirle que no se acerque a mi rostro.

—¿Todo bien con la maestra de Yelena?

Cambié de tema de forma increíble. Deberían darme un premio.

—Ya veremos, espero que lo solucione.

Asentí y se dio media vuelta alejándose.

—Oh, y tienes que ir a la óptica el miércoles luego de clases.

Asentí.

Joder.

[•••]

Wanda.

—¡Buen entrenamiento, muchachos! — dijo el entrenador y palmeó mi espalda. — Bien hecho, Wanda. Tendrás una buena beca en alguna universidad si sigues así.

Asentí lentamente. No me interesa tener una beca, no quiero ir a la universidad. Ni siquiera sé que me gustaría hacer.

Creo que llegar a los veinte años es una avaricia de mi parte.

Sequé mi cabello aún húmedo por la ducha. Metí las cosas en mi casillero, dejé mi cabello en un rodete y salí del gimnasio, avancé hasta el salón donde Natasha dijo que me esperaría, yo esperaba vernos fuera, pero si ella dice que en un salón, pues allí será. Es la maestra.

Toqué la puerta y la vi allí, me hizo una seña y entendí que podía pasar.

—Hey. ¿Qué tal ha ido tu día? — pregunté viendo los decorados del salón de artes. — ¿Cómo conseguiste ésto?

—Tengo mis contactos, para mañana he pedido el salón de debates, y para el miércoles será el anfiteatro.

Asentí lentamente, tomé mi móvil y anoté aquello.

—¿Sujeto a cambios? — ella negó. Cool. Mujer decidida vale por dos. — ¿Y bien? ¿Qué tienes para mí?

—Oh, sí, bien, están viendo...

La detuve rápidamente al recordar lo importante.

—Antes de eso. — hablé. Ella me observó en silencio. — Yelena. ¿Qué pasa con ella? — pregunté.

Natasha suspiró. Noto que le cuesta pensar en su hermana estando triste, y lo entiendo, me sucede exactamente lo mismo cada vez que Peter aparece en mis recuerdos... O Pietro...

—La han molestado en clases, sus compañeros se meten con ella por su sonrisa y la llaman gorda. — habló Natasha casi con un hilo de voz.

Dejé de oírla y mantuve mi mirada fija en algún punto de la mesa. Apreté los puños.

—¡Me han dicho gay! — dijo Peter. — y yo les he dicho que no tiene nada de malo, entonces me han golpeado. — cruzamos miradas.

Tragué saliva. Él me ha preguntado hace unos días si me gustaban las chicas luego de verme con Val fuera de casa.

—Esos niños son unos estúpidos. — habló mamá curando las heridas de mi hermano de ocho años. — Mira como te han dejado, cielo.

—Bueno, los educan así y... La gente no tiene bien visto ser... Ya sabes, tener una preferencia...

—Soy lesbiana. — me solté yo. Mis padres se giraron a mí.- Bisexual, aún no lo sé, creo que más lesbiana.

Peter sonrió.

—Peter lo sabe, y...

—¿Lo has hecho por defender a tu hermana? — preguntó mamá tomando el mentón de Peter. Él asintió. — Eres un gran hermano y ser humano, cariño... — levantó la mirada y me observó. — Tal y como tu hermana...

Papá nos observó en silencio. No dijo nada más, pero tampoco comenzó a tratarme distinto...

Aún así escuché a mamá llorar por la noche...

—¿Estás bien? — preguntó Natasha. Levanté la mirada, su mano sobre la mía me había apartado de mis pensamientos intrusivos.

—Yo... Sí... — balbuceé. — ¿Qué harán con lo de Yelena?

—Mi madre ha venido a hablar con su maestra. — Mencionó Natasha. — Espero que todo mejore.

—¿Te molesta si comienzo a acompañarte a dejarla a su salón en las mañanas? Disfruto estar con ambas.

Natasha me observó extrañada, pero sonrió.

—Ella te ama, seguramente estará feliz... — asentí aún sintiéndome distraída. — Gracias por hacerla sonreír. El fin de semana fue duro... Ella no quería comer...

Sus ojos se aguaron y apartó la mirada, intentó apartar su mano de la mía, pero entrelacé nuestros dedos.

—Ella es adorable... Y me gusta pasar tiempo con ambas, no dudes de eso. ¿Esa fue la razón por la que actuabas extraño durante el fin de semana?

Natasha asintió.

—Es mi vida entera... ella y mi madre.

—Lo entiendo... Ha de ser duro. — susurré. Levanté su mentón y sequé sus lágrimas. — Bien, cuidado con llorar tanto, vas a ahogarte.

—¿Ahora no conforme con atormentarme con las palabras que digo también bromearás con mi altura? — se quejó y yo comencé a reír. — No puedo creer que vayas a graduarte, te comportas como una cría de cinco años.

—Ya, es que no estuve el tiempo suficiente en el jardín de infantes.

Le enseñé la lengua y ella sonrió.

—Bien, ahora a lo que vinimos... Estudiar. — palmeó las hojas con ejercicios. Vaya, es una maestra aplicada.

—Ya dime si me odias. — bromeé.

—Te odio. — dijo ella. — Aclaro que es broma, ¿bien? No te lo tomes tan en serio.

Sonreí. Ambas notamos que nuestras manos seguían unidas y las separamos lentamente.

La vi sonrojarse y esconder aquello observando las hojas. Es linda, sus mejillas sonrojadas son algo lindo de ver.

—Bien, cariño prestará atención para que la maestra pueda enseñarle. — apoyé mi mentón en mis manos. Ella giró los ojos. — Soy todo oídos.

[•••]

Natasha.

—¿Estás segura de que ésto será seguro? — pregunté nuevamente y ella simplemente me dedicó una sonrisa.

—¿Tienes miedo de tomarme?

Lo que más deseo es tomarla, no de ésta forma, pero se entiende.

—Tengo miedo de que mi hermanita caiga y se rompa la cabeza.

—Pues averiguaremos qué tal nos va.

Tragué saliva.

—¡Wanda! ¡No mentiste! — gritó Yelena corriendo hasta nosotras. Wanda la tomó en brazos y mi hermana se colgó de su cuello con emoción.

—Claro que no, peque. No podría mentirte. De hecho, tengo un casco especial para ti.

—¡Grandioso, ya vamos!

La pequeña empezó a correr y Wanda extendió su brazo, entendí que debía tomarlo. Vi a Mariah a lo lejos en el estacionamiento, subió a su auto ignorándome.

Wanda se agachó a la altura de Yelena y le puso el casco, luego me entregó otro y se puso el tercero.

—¿De dónde has sacado un tercer casco? ¿No es ilegal ir de a tres? — pregunté.

—Ya, pero Thor tenía otro en su auto ya que le queda pequeño el que tengo. Eso pasa cuando tienes amigos gay y enormes. — aclaró. Subió a la moto después de que Yelena se sentara delante mío. —Bien, Yelena lleva el cinto, pero necesito que tú me tomes y hagas un escudo entre ella y la calle.

—¡Anda, que yo soy grande y puedo sostenerme! — se quejó Yelena.

—Ya, peque, lo que pasa es que no quiero que te hagas daño. Es precaución.

Yelena no rechistó más. Wanda habla y ella obedece. Es como yo... Creo que ya es algo de familia enamorarnos de la castaña.

—Bien..

Wanda levantó su chaqueta de cuero, lo que me hizo recordar que yo tengo la suya en casa... ¿Cuántas tiene?

—Nataska, no muerdo. Por favor, tómame.

Tragué saliva y pasé mis manos por su cintura. Yelena pegó su rostro a la espalda de Wanda y la castaña encendió la motocicleta. Hizo rugir el motor y Yelena festejó ante eso.

Dios. ¿En qué me he metido?

—¿Cuántas leyes estamos rompiendo? — pregunté.

—Las suficientes.

La moto partió y me acerqué un poco más pegando a mi hermana a Wanda para permitirme estar cerca de ella. Cerré los ojos atemorizada.

—¡Nutella, me aplastas!

Oía la risa de Wanda mientras sentía el viento pegar en mis piernas. Que voy con falda, joder.

—¡Nutella, ya!

—Nutella, relájate. — dijo Wanda tomando mi mano que se aferraba a su pecho y bajándola un poco. — Me estás apretando un seno.

Me sonrojé y quité la mano, pero ella la tomó dejándola sobre su abdomen marcado. Joder...

—¡Que divertido, más rápido!

Wanda aceleraba y yo gritaba cada que veía autos cerca.

—¡No tan rápido!

—¡Más rápido!

—¡Yelena!

—¡Sí, más rápido! — insistía mi hermana.

—¡Voy a vomitar!

—No exageres. — habló Wanda y yo simplemente cerré los ojos.

Yelena se veía emocionada en cada semáforo en verde y cuando había más de uno seguido ella realmente lo disfrutaba. Yo sólo quería llegar a casa, y cuando llegamos, la castaña bajó, ayudó a Yelena quien la abrazó con fuerza haciéndole prometer que mañana nos traería, cosa a la que Wanda no se negó, yo ni siquiera siento las piernas.

—Ven, te ayudaré.

Tomó mi cintura y yo me aferré a su cuello bastante espantada. Me mantuve allí hasta que la sentí reír.

—¿De qué te ríes? — me quejé.

—Ya puedes soltarme, linda. — susurró. Abrí los ojos espantada y noté que mi cuerpo y el suyo estaban pegados contra su motocicleta. Incluso mi pelvis chocaba con la suya debido a mi agarre en su cuello. Me solté y ella sonrió de forma engreída.

—Te odio por ésto, eres un animal conduciendo.

—No sólo allí. —insistió bromeando.

Golpeé levemente su pecho y ella detuvo mis manos antes de obligarme a verla a los ojos con una de sus manos.

—Son bromas. Ríete.

—No volverás a subir a mi hermanita a tu motocicleta. Es pequeña y tú...

—¿No quieres volver a pasear conmigo, maestra Romanoff? — preguntó ella y negué. Hizo puchero. Aparté la mirada. — Ya le he prometido que las traeré a casa mañana. — Tomó mi mentón para que la vea. — ¿Qué haré?

—Pues... — tragué saliva, ella observó mis labios y yo los suyos. No, no... Me estoy imaginando cosas. —No lo sé, le dirás que ya no... No me subiré allí, prefiero el metro.

La aparté y ella guardó mi casco, caminó al otro lado con una sonrisa.

—Odio el metro. — subió a la moto. — Pero me encargaré de dejarte sana y salva en tu casa, maestra Romanoff. Gracias por estudiar conmigo hoy. ¿Mañana en el primer receso?

Asentí.

—Bien, nos vemos, linda... — me observó fijamente y se alejó en su motocicleta. Tragué saliva.

Joder.

Entré a casa y vi las cosas de mi hermana en la escalera.

—Yels... Debes ordenar ésto antes de que mamá...

—¡Mira, Nutella, mira!

Subí hasta su habitación y la vi dejando el casco sobre uno de sus estantes.

¡¿Qué?!

—¿No lo has devuelto, Yelena?

—¡Me lo ha dado, dice que es mío!

Oh, Dios, no.

—No puedes decirle a mamá que te he dejado subir a una moto...

—¡Pero quiero hablarle de ella!

—Lena, va a castigarnos.

Mi hermana pequeña hizo un puchero y asintió.

—Le has pedido a Wanda que nos acompañe mañana, si quieres que se mantenga, que sea un secreto por ahora...

Ella asintió y se dejó caer en su cama.

—Te prepararé un baño e iré a hacer mis tareas. Te amo.

—¡Y yo a ti, Nutella!

Sonreí.

Hoy está feliz.

Y yo... También.

Nota de autor:

Capítulo dedicado a lvswidow <3 tqm

Sean pacientes con el mom reveal de Natasha, cuando tenga que llegar, llegará...

Haré el book trailer de Teacher's pet, alguien desea que lx arrobe cuando suba el vídeo a tiktok? Sí es así, dejenme su user 😭

-Codito.

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