⋆𝟏𝟓.
A Afrodite le gustaba fingir cuando era necesario. Le gustaba fingir que se sentía cómoda rodeada de personas que no le agradaban y sobre todo, le gustaba fingir y ocultar sus sentimientos cuando era necesario. Sentada en una esquina de la amplia mesa, observa con desagrado como Rose y Timothée mantienen sus manos unidas por encima del mueble, a la vista de todos. Una punzada de dolor y de celos se instala en lo más recóndito de su ser y es probable que la única que note que se siente incómoda, es su hermana Athena, quien en este momento se siente culpable por haber obligado a su hermana menor a acompañarla a esa cena a la que su madre no quiso acompañarla porque trabajaría hasta tarde aquel día. Timothée, por otra parte, se siente incómodo por estar sentado en aquella mesa y ser partícipe de la "cena pre boda" que sus padres y los de su prometida organizaron. Se le hace estúpido he innecesario el hecho de que sus progenitores se empeñen en hacerle saber al mundo que sus dos herederos unirán sus vidas el próximo sábado, siendo este el evento más importante de junio en todo Maine y probablemente el más importante también del noroeste de Estados Unidos. Por primera vez en años puede jurar que Rose a su lado, también se siente incómoda. La nota tensa he incluso el agarre que tiene sobre su mano es flojo y por primera vez también, la idea de que tal vez ella realmente no quiera casarse con él le invade el pensamiento. Sin embargo, se encuentra demasiado cobarde como para suponer eso en voz alta. En la otra punta de la mesa, observa a Afrodite sentada junto a Athena, luciendo un vestido negro que hace resaltar tanto sus curvas como su cabello color del fuego. Sin poder evitarlo, se da cuenta que, por casualidades del destino, sus dos vidas se encuentran presentes aquella noche; su vida elegante llena de extravagancia y lujos totalmente opuesta a la vida relajada y espontanea que durante tres meses ha vivido junto a Afrodite La Rue. Y es entonces también, cuando es plenamente consciente de que solo le queda una semana para escoger una de esas dos vidas y para la que sea que elija, deberá ser muy valiente o muy estúpido para arriesgarse.
—Voy al baño — le susurra Afrodite a Athena. La mayor de las hermanas asiente mientras la otra se levanta de la mesa con la esperanza de poder alejarse lo suficiente como para no estar en la misma habitación que Timothée y Rose, ni para presenciar sus muestras de cariño frente a todos.
La chica camina por los largos pasillos de la mansión de los Swan hasta que en el piso superior encuentra un baño, introduciéndose en el. Por otro lado, Timothée quien fue lo suficientemente prudente como para levantarse de la mesa minutos después de Afrodite se aleja del comedor ante la atenta mirada de Athena, quien es la única que nota extraño que su amigo se levante después que su hermana, sin embargo, la chica decide dejarlo pasar y se acerca a Rose para platicar con ella sobre las cosas más triviales.
Afrodite toma entre sus palmas un poco de agua del grifo del lavabo y se moja el rostro mientras observa por el espejo el baño en el que se encuentra, "maldita gente rica" susurra para sí misma al momento de posar su vista en una escultura griega en la esquina de la blanca y pulcra habitación, y sin poder evitarlo, piensa que es estúpido que alguien tenga una escultura en un cuarto de baño. Se aferra al mármol del lavabo y suspira, mentalmente contando hasta diez y mintiéndose a sí misma de que no le duele ni le afecta que su amante este mostrándose cariñoso con su prometida, porque al fin y al cabo, la cruda verdad es que ellos no son nada y él se va a casar el próximo sábado. Sin previo aviso, la puerta del lugar se abre y Timothée se abre paso en el baño, no sin antes cerrar con seguro la puerta.
—¿Qué haces aquí? — le pregunta ella mirándolo por el espejo, sin atreverse a mirarlo a la cara, al menos no directamente, porque sabe que si lo hace no podrá resistirse y lo va a besar como tanto le gusta hacerlo.
—Quería verte — responde él acercándose a ella y abrazándola por la cintura, dejando caer su rostro en el hombro de la chica. — Quiero besarte — se atreve a decir.
Entonces ella, tan impulsiva y tan espontánea como siempre, se gira y pasa sus brazos sobre el cuello del joven que la mira con adoración y es ahí cuando se dice que no importa si él se casa con otra, va a disfrutar el poco tiempo que les quede juntos, sin importar nada.
Y ahí, en el pulcro baño con estatuas griegas de adorno, ambos se permiten desarmarse en los brazos y en los labios del otro.
—Hazme el amor mejor de lo que se lo haces a ella y hazme sentir mejor que a ella — susurra la pelirroja sobre los labios de Timothée cuando la temperatura entre sus cuerpos comienza a aumentar y su vestido negro le cubre precariamente los senos. Él la toma por las mejillas y la besa con toda la dulzura y el amor del mundo, casi como si ella fuera una delicada muñeca de cristal.
—No hay otra más que tú — asegura. — Ni antes ni durante fue ella. Siempre has sido tú — le responde sincero.
Cuando sus cuerpos les piden más y él se permite tomarla entrando en su carne húmeda y receptiva, Afrodite se permite soltar un jadeo sobre sus labios. Él la besa para evitar que gima su nombre en voz alta. Ella se encuentra sentada en el mármol junto al lavabo, mientras el chico se encuentra entre sus piernas. Y se entregan, se entregan con ganas, con amor, con deseo, sin importarles estar en la casa de la prometida de Timothée, sin importarles un carajo la boda, ignorando que hay una persona afuera del baño en ese momento, se encuentra escuchando todo.
APROVECHO PARA RECOMENDARLES QUE VAYAN A LEER MI NUEVA HISTORIA, ES DE MISTERIO Y ESTA EN MI BIBLIOTECA!
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